Hola, mis amigos. Soy Yuzu

Como siempre traigo un Madohomu pero esta vez será un AU donde nuestra Homura se pasa de lanza con Madoka todo con tal de impedir que haga el dichoso contrato con Kyuubey, como dice ese dicho "Cosas desesperadas requieren medidas desesperadas".

Una vez más empecemos con este mini drama

Yuzu y fuera

.

.

.

Esta vez, Madoka ha empezado a llamarla cruel. Ella dice esto con la típica ira de niña. A los doce años, la crueldad todavía la asombra. Puños empujados detrás de su espalda, ella regaña con suficiente fuerza para hacer que algunos de los otros estudiantes se detengan en su camino a clase.

Homura la empuja contra un casillero. Cada uno de sus pulgares se engancha en las clavículas de la niña, puede oler el aliento de la pelirrosa, un olor a leche cruda.

-Los niños no deberían salir de noche- dice- NI hablar con extraños- Ha repetido esta escena tantas veces que sabe exactamente cómo sostener a la niña más pequeña sin lastimar su piel.

Cuando la liberan, el labio inferior de la más bajita está temblando, está haciendo todo lo posible por no llorar.

-Eres tan cruel, Akemi-chan- dice- Si yo soy una niña, tú también lo eres.

-No…- dice la pelinegra- no lo soy.

La última vez que Madoka llamó a los de su clase. No hizo ninguna diferencia.

-Porque eres amable- dijo, una fina papilla de sangre brotaba de su boca.

Homura no sabía qué hacer. Solo acunó su cabeza flácida. Yacían en el lago poco profundo, el agua formaba hoyuelos alrededor de las yemas de los dedos.

-Te salvaré- susurró la pelinegra. Lo susurró tantas veces que olvidó que lo estaba haciendo.

.

.

.

Después de un rato, estaba hablando sola. Luego se levantó y retrocedió el tiempo con su reloj, aullando tan fuerte que cuando se despertó en la cama del hospital se sorprendió de que nadie se hubiera dado cuenta.

Antes de eso, había tratado de mantenerse al margen. Pero había mucho que podía hacer detrás de escena cuando era la única persona. Siempre algo sale mal. Alguien se quiebra antes de lo debido, o el gato llega por fin a la niña, y la niña hace un pacto, sin mirar nunca la forma que toma la sombra del gato. Homura siempre tiene que intervenir. Su intervención siempre llega demasiado tarde.

Antes de eso, Homura había tratado de ser honesta con ella. Honesta con todos ellas. Por favor, le había dicho, tomándose de las manos, implorando

-Escúchame antes de hacer algo precipitadamente.

Siempre lo hicieron. Después se miraron con esas sonrisas avergonzadas, como si fueran unas niñas muy pequeñas. Y cada una entró en su propio desastre por separado.

Cuando era una chica normal, le habían enseñado sobre una mujer llamada Cassandra que estaba maldita con visiones del futuro.

-¿Por qué fue una maldición?- preguntó, levantando la mano.

-Porque, dijo la maestra Sataome- Porque nadie le creyó.

Homura se mordió la trenza por un segundo

-Pero eso no parece tan malo, sensei, había dicho.

Ella se creyó a sí misma, ¿verdad? Para que pudiera cambiar las cosas incluso si nadie la escuchaba.

Quiere abofetear a esa niña. Quiere estrangularla. Quiere rogarle que haga las cosas de manera diferente pero siempre resultaba siendo el mismo final de siempre y reanudar el proceso.