—… y es por eso por lo que al final terminamos en Sunagakure —Kakashi rueda los ojos ante lo que Obito le estaba diciendo. Ya bastante perdido en la historia de su compañero de equipo, quien, por primera vez en su vida, había ido a una misión con otros ninjas fuera del equipo siete—. No es como si nunca, ninguno hubiera estado allí antes, pero habíamos escuchado aquello de la plaga que azotó la aldea hacía unos días y teníamos miedo de que hubiera cadáveres putrefactos en todas partes.

El peli plata voltea a ver a todos a su alrededor, se encontraban entrenando y él era el único que ahora le estaba prestando atención ya que Rin pareció interesarse muchísimo más en una pequeña herida que tenía su sensei en una de sus manos y luego habían decidido apartarse de ambos. Al parecer aprovechando que, al principio, Kakashi estaba realmente interesando en la experiencia de Obito, ya que habían tardado más tiempo de lo necesario y la verdad, si no había sido porque la fallaron —que no era el caso—, sí que quería enterarse qué los había llevado a terminar su misión de manera tan… mediocre.

No contaba con que a Obito le diera un ataque de verborrea y él ahora estaba comenzando a sufrir de un leve dolor de cabeza debido a ello.

El Uchiha simplemente le daba vueltas a todo.

—No iban a dejar cadáveres en plena calle, Obito —Kakashi suspira pesadamente. No creyendo que en serio estaba teniendo esa clase de conversación con el menor.

—Sí, lo sé —dice rápidamente el pelinegro—. Cuando llegamos no había ni uno, es más, no había nadie. ¡Toda Sunagakure estaba completamente desértica! Bueno, sé que Suna es un desierto, pero tú me entiendes —Kakashi quiere salir de esa situación, ya no le interesa en lo más mínimo la anécdota de su compañero y sólo quiere ir a casa a darse una ducha, comer algo rápido e irse a la cama a leer un buen libro—. Parecía una aldea fantasma. Ninguno sabía qué hacer y como no había establecimientos abiertos, ni siquiera los hoteles, debido a la plaga, creímos que nos iba a tocar dormir afuera, en la calle; pero eso tampoco sería posible porque habíamos escuchado una alerta sobre una tormenta de arena avecinándose y simplemente no podíamos quedarnos afuera esa noche. Así que decidimos acercarnos a una…

Kakashi de repente deja de escuchar lo que dice su compañero, su concentración se centra en diferentes lugares y cosas a su alrededor que su mente encontraba mucho más interesantes que la historia que ahora escuchaba.

Observó a su sensei a lo lejos bromear con Rin con respecto a algo que él sólo podía imaginarse, y notó como la castaña lucía levemente molesta y le daba la espalda al rubio. Este rio animadamente e intentó volverse a acercar a la joven kunoichi, pero esta decidió alejarse un poco más. Su sensei se notó levemente en pánico cuando la chica sacó de su bolsillo algo que él no alcanzó a ver por su posición pero sin duda logró intimidar a Minato.

Él sonríe divertido.

Su sensei siempre la cagaba cuando hablaba con ellos, por algún motivo. Siempre encontraba la manera de molestarlos y aquello era, ciertamente, curioso.

Su mirada se posó en un grupo de mariposas, una araña que Obito no había notado estaba en su hombro, un pájaro cagando en un árbol y una rana a lo lejos comiéndose un insecto.

Se sintió un poco mal cuando notó que estaba ignorando a Obito y vuelve a hacer un esfuerzo por escucharlo.

Su padre lo había criado bien, tanto, como para respetar a la persona que hablaba.

Aunque esta fuera Obito.

—…pero cuando nos acercamos para preguntarle a la amable señora que nos saludó, dónde podríamos encontrar el antídoto, ¡ya no estaba! Había desaparecido. No hubiese sido tan extraño si hubiésemos… no sé, sentido chakra en ella, porque así sabríamos que era ninja, o que hubiese una multitud de personas para que se pudiera perder fácilmente; pero no. Suna estaba desolado y además eran casi las tres de la mañana. Podíamos ver la tormenta acercarse y, porque estábamos en un parque, supimos que era imposible que no hubiésemos visto a la señora irse de allí. ¡Sólo desapareció!

¿Qué antídoto?, se pregunta el peli plata en su mente. ¿En algún momento Obito había dicho algo sobre necesitar un antídoto? Según había entendido, estaban en Suna porque se desviaron de su ruta principal al querer evitar una emboscada que les tenían planeado hacer los de Iwagakure para inculpar a los ninjas de la arena y generar más conflicto; y allí, en Suna, sólo necesitaban un lugar para dormir.

¿Cuándo había sucedido lo del antídoto?

Kakashi estaba muy perdido ahora. Intentaba seguir la conversación, pero su cerebro no colaboraba. No escuchaba, simplemente, las palabras que salían de la boca del peli negro.

Vuelve a rodar los ojos. Notando que el cielo sobre ellos se había comenzado a oscurecer y nubes grisáceas de aspecto sombrío y pesado se acercaban a la aldea.

Mierda, Kakashi recuerda que había dejado su ropa en la terraza para que se secara y ahora llovería. Debía llegar rápido a casa para evitar ese desastre.

También recuerda que debía ir a una tienda a comprar unas cosas que se le habían acabado antes de tiempo porque Gai había ido a su casa hacía dos noches y se había dado la libertad de asaltar su nevera. También le había aceptado una competencia estúpida de quién podía beber más leche y ambos terminaron vomitando.

Ugh, aún le daba asco recordar eso.

Céntrate, Kakashi. No seas tan grosero, Obito siempre escucha lo que dices; como mínimo intenta tú también hacerlo. Se regañó a sí mismo, irónicamente escuchando la voz de su padre en vez de la suya y suspira.

Que no se note que ya había comenzado a hablar como su padre y sólo tenía doce años.

—… para nosotros. Ninguno sabía sí ese té de hierbas tenía algo o si haber aspirado ese humo extraño en la cueva nos hizo alucinar, pero te juro que había un maldito gato azul gigante en medio de la nieve. Era el gato más extraño que hubiese visto nunca y no parecía tanto un gato, la verdad. Soy un Uchiha, yo sé todo lo que debería saber sobre gatos, ¡y ese animal simplemente no era normal! Y para colmo teníamos todavía la piel de cerdo en la mochila de Genma que ya comenzaba a oler mal, y yo ya ni sentía las manos por el frío. Kotetsu seguía llorando por Izumo creyendo que había muerto cuando nos separamos en los géiseres, pero él siempre dramatiza. Aunque bueno, no lo culpo mucho, justo se habían confesado en medio de ese monasterio; hubiera sido un mal chiste que uno muriera luego de sólo horas de comenzar a salir.

Kakashi parpadea lentamente, su cabeza asintiendo automáticamente y frunce el entre cejo.

¿De qué mierda estaba hablando ahora Obito?, ¿seguía hablando de la misión?, ¿cuándo putas habían dejado de estar en Sunagakure para terminar en la nieve? ¿y qué dijo que había en la mochila de Genma?, ¿y que Izumo y Kotetsu qué?, ¿un monasterio?, ¿una cueva?, ¿té de hierbas y géiseres?, ¡¿de qué mierda estaba hablando Obito y cómo había terminado en esa situación?!

¿Seguía comentándole sobre su misión?

De ser así, ¿había nieve en Suna?, ¿y géiseres? Nah, imposible.

¿Entonces dónde putas habían estado ellos?

Kakashi se aclara la garganta para dejar salir esas dudas, pero no encuentra un momento adecuado para hacerlo y, lo peor, no sabe cómo hacerlo sin revelar que realmente no estaba prestándole atención al ciento por ciento.

Obito era muy sensible y si se daba cuenta que él no lo estaba escuchando se enojaría, quizás hasta lloraría, porque él es así.

Además de que, bueno, tampoco era muy bonito que alguien no te prestara atención cuando hablas animadamente sobre algo. Si Kakashi recordaba bien, Obito alguna vez habría llorado por algo así. Bueno, varias veces.

El Uchiha tenía un corazón muy grande como para ser un ninja y a veces, sólo a veces, a él le dolía verlo lastimado porque alguien se aprovechaba de eso.

Y él no iba a ser quien lo lastimara ahora. No, él no lo haría conscientemente.

Aunque bueno… Ahora sí que quería saber de qué mierda iba toda esa historia, pero no podía encontrar el mejor momento para volver a concentrarse.

Espera, ¿él había dicho un gato azul?, ¡¿azul?!

De nuevo el peli plata se ve a sí mismo distraído y quiere gritar de repente.

¡Que te concentres, pedazo de mierda! Se reprende.

—…y no entendíamos cómo el monje podía saber que estábamos buscando al poseedor del tótem para poder entregarle el garrón maldito que intercambiamos por el antídoto. Pero Orochimaru, para sorpresa de todos, se vio interesado en el Kekkei Genkai de esa familia de renegados y detuvo la pelea para ayudarnos a encontrar al sabio de los sapos que ¡dah!, ¡resultó ser Jiraiya–sama!, ¡obvio! Para ese momento todos estábamos esperando al hombre de las catacumbas que nos entregaría el pergamino con los sellos y así liberar a esa pobre criatura mono de su prisión. Pero el monje insistía en que era mala idea por dos motivos: teníamos que volver a atravesar el glaciar, ahora con el poseedor del tótem, quien resultó ser un niño de cinco años, y segundo, la criatura mono sólo podía ser controlada dentro de esa prisión. O sea, si la liberábamos, quién sabe qué podría suceder. Jiraiya nos comentó acerca de que antes, un clan que podía ser comparado con los dioses, habitó ese lugar, pero se destruyeron a sí mismos. Ellos habían encerrado allí a la criatura mono porque esta conocía la forma de destruirlos a ellos. Vaya ironía… Más increíble todavía, la familia de renegados que estaba con nosotros había habitado junto al clan extinto en su tiempo y conocían a la criatura; al parecer se llamaba Kōn.

Kakashi toma aire profundamente, sintiéndose impotente y frustrado porque simplemente no podía seguirle el hilo a la historia que, al parecer, ahora involucraba a dos de los legendarios Sannin y, más allá de eso, muchos otros elementos que él no podía ni tan siquiera intentar adivinar cómo mierda habían llegado a sus manos y en qué o por qué eran relevantes en toda la anécdota. Tampoco entendía cómo habían terminado allí, en ese lugar —dónde sea que estuvieran— haciendo todas esas cosas que no comprendía por qué las hacían; si su misión sólo había sido ir a llevar una información a otros ninjas de Konoha que estaban haciendo una misión de tratados de comercio en algún lugar en otro país que él no recordaba realmente.

Obito ahora gesticulaba con las manos y se ría animadamente. Al parecer porque algo de su historia era realmente divertida pero, y a pesar de que Kakashi escuchaba su voz, sus palabras llanamente no entraban en sus oídos.

Maldijo por lo bajo que ni su sensei o Rin estuvieran allí como para darse cuenta de su confusión y que ese leve dolor de cabeza que sentía al principio de la anécdota, ahora se había convertido en una muy fuerte migraña que le había mareado. No ayudaba en nada cuando Obito tenía esta increíble habilidad de hablar rápido y expresar demasiado sólo con su voz. Obito gritaba y chillaba si era necesario, y Kakashi estaba comenzando a perder realmente la paciencia.

Ya no era que no se interesara en lo que este le decía, era que, simplemente, no lo entendía.

¡Estaba tan perdido que hasta se sentía estúpido!

De todas formas, piensa resignado, ¿a qué punto quería llegar Obito con toda esa verborrea?, ¿cuál era el desenlace de toda esa historia?

Kakashi, sencillamente, ya ni sabía si lo que Obito le decía tenía que ver con su misión.

El peli plata decide que quizás lo mejor sería interrumpir.

—Obito —pero al parecer había intervenido en un momento en el que, desgraciadamente, el nombre de su compañero era la respuesta a una pregunta que este le había hecho y que él no había para nada escuchado.

—¡Exacto!, esa silueta de negro había dicho mi nombre y Kotetsu casi se muere del susto. Genma había dicho antes que nos seguían, pero como había vuelto a recibirle un té de hierbas a ese monje, nosotros decidimos que lo mejor sería ignorarlo porque sabíamos de antemano que no estaba en sus cinco sentidos. Nunca, escúchame bien, Kakashi, nunca le aceptes un té de hierbas a un monje. O a una niña en ropas harapientas en medio del desierto cuando te estás muriendo de sed, no son buenas noticias. Como sea, resultó ser Izumo. El imbécil había terminado en manos de una secta religiosa Jashinista o algo así. Aterrador. Pero tenían buena comida y habían revivido a Izumo, que al parecer sí había muerto. Vuélveme a escuchar, Kakashi, esto es un consejo sincero, no confíes en una secta religiosa Jashinista si te invitan a comer un festín cuando te estás muriendo de hambre, tampoco son buenas noticias.

El peli plata se muerde su mejilla interna con enojo. Casi al borde del llanto porque necesitaba, en serio, detener esa historia a como diera lugar. Se rendía, no podría, por más que se esforzara, entender de lo que hablaba. Ni aunque comenzara a escucharlo con suprema atención, no había manera de que pudiera unir los puntos ahora, después de todas las cosas que les había sucedido a esos cuatro en la misión.

Que más que una misión, parecía una aventura de esas que tenían los protagonistas de las películas malas independientes que a veces solía ver con Rin.

¡Ni una de esas películas se comparaba a esto! Ninguna. Kakashi podría apostar su casa.

Obito ahora lucía levemente extraño. Su tono de voz había bajado varios decibeles y se rascaba nerviosamente la nuca.

Kakashi, sin poder evitarlo, levanta una ceja confundido e intenta escuchar.

Sin embargo, su concentración se ve desviada a su compañera de equipo cuando grita con enojo el nombre de su sensei y este sólo ríe escandalosamente mientras se teletransportaba con Hiraishin a unos veinte metros de distancia de donde antes se encontraba. Antes, en el entrenamiento, había usado sus Kunais especiales para enseñarles a todos sobre estrategias de emboscadas y allí seguían.

Rin ríe también y le es inevitable al peli plata no reír levemente porque la risa de su compañera era simplemente muy contagiosa.

Y mierda, de nuevo se había distraído.

Hasta aquí, lo tengo que detener. Piensa, cerrando sus ojos con impotencia.

—Obito —y de nuevo, Kakashi tenía, en resumidas cuentas, muy mala suerte.

—¡Sí, la bruja también sabía mi nombre! No sabes el susto que me llevé cuando me lo dijo después de sólo tocar mi mano. ¿Sabes? Fue una experiencia muy interesante, jamás me habían leído la mano. Pero ella sabía todo sobre mí, incluso algo que ni yo mismo sabía y… bueno…

—Obito… —el pelinegro lo observa, su rostro levemente enrojecido por lo que dirá e ignora el llamado de Kakashi.

—Me dijo… bueno, muchas cosas… como que iba a morir tres veces en mi vida y que muchas bestias poderosas serían capturadas por mí; eso no lo entendí, la verdad, pero… también dijo que debía ser honesto con mis sentimientos con… este alguien especial.

—Obito… —insiste el Hatake. Ya con su respiración sonando pesadamente porque no, se rehusaba a escuchar cursilerías de amor hacia Rin y, además, ¿había dicho una bruja?

—Yo lo pensé mucho mientras regresaba a Konoha y… creo que la bruja de la niebla tiene razón. Debo ser honesto con mis sentimientos, después de todo, nunca sabré cuándo van a ser estas tres veces en las que moriré o si tendré oportunidad de decirlo. Tuve, también, que aceptar en estoy enamorado de ti y no fue fácil. Pero luego de escuchar a la mujer fantasma de ese lago en el bosque a las afueras de Konoha sobre cómo terminó habitando el lago, supe que no podía ser tan estúpido en negarme… esto. Además de qué tampoco quiero perder diez mil yenes contra Genma por no decírtelo. El idiota es un maldito oportunista, pero al menos no fui yo quien hablo de avestruces poniendo huevos de colores en un árbol que levitaba.

—Obito, cállate la mald– —Kakashi se queda en silencio abruptamente. Su ira desapareciendo con tanta velocidad que siente su cuerpo liviano. Sus ojos se enfocan en el Uchiha frente a él. Sus propios ojos evitando mirarlo directamente y con ambas manos ocultas entre sus piernas en una posición evidente de vergüenza absoluta. El rostro del peli negro está tan rojo, que Kakashi cree que podría desmayarse en cualquier momento y es ahí donde asimila todo—. Espera, ¿qué dijiste?

Obito niega con la cabeza y se rehúsa a mirarlo.

—Lo que escuchaste.

Kakashi abre la boca con asombro e incertidumbre y vuelve a preguntar.

—¿Qué dijiste?

El Uchiha luce frustrado ahora, sus expresiones decayendo notoriamente a una mirada de tristeza que revelaba que seguramente iba a llorar y se aclara la garganta, apartando su nudo.

—¿No me estabas prestando atención? —Kakashi toma aire en un resoplido, sintiéndose mal porque no, no le estaba prestando atención y ahora había hecho sentir mal al Uchiha más sensible que podría conocer; pero eso no era lo importante ahora, en lo más mínimo.

—Obito, repite lo que dijiste.

—Queestoyenamoradodeti —murmura, rápidamente. Kakashi retiene su aliento porque, a pesar de todo, le escucha perfectamente.

Hace el amague de responder pero nada sale de sus labios. Kakashi se encuentra muy, muy confundido. Y su cerebro está trabajando a mil por hora para poder encontrar, primeramente, secuencia a todo y así asimilar la conclusión que el Uchiha había acabado de confesarle.

¿Qué acaso a él no le gustaba Rin?, siempre creyó que sí. Obito siempre actuaba como un imbécil enamorado cuando estaba con ella.

¿Entonces cómo...?

¿O era porque él también se encontraba presente?

Oh, mierda.

Ahora Kakashi no tenía nada qué decir al respecto porque uno: él no era como Obito y no quería, más bien no podía, decirle al pelinegro que él también le correspondía. Después de todo, esa confesión lo había tomado más que por sorpresa y él no estaba preparado para decirle... nada, al parecer. Porque se había quedado sin habla. Kakashi no podía entender cómo podía ser tan sencillo para Obito hablar tan abiertamente de sus sentimientos —o de cualquier cosa, en general, como estaba presenciando— sin tener una crisis nerviosa. Sin duda el peli negro era un caso muy único.

Y segundo: ¿cómo había llegado a esa realización de amarlo sólo por toda la aventura que vivió? Que, hablando claro, seguía sin comprender en lo más mínimo. De haber salido de Konoha para entregar una información casi que estúpida, a filosofar sobre la vida y sus verdaderos sentimientos, había un espacio muy grande.

Un espacio que él se perdió por andar distrayéndose con todo, como ahora.

—... pero di algo, Kakashi. No importa si me rechazas o… no sé, sólo di algo para poder hacerme a la idea de lo que sea que me respondas. Aún tengo cosas que puedo decirte para que no se sientan incómodas las cosas entre nosotros. Pero di algo, por favor.

El peli plata se ríe levemente, un poco fascinado por la situación surrealista que está viviendo y sin poder evitarlo niega con la cabeza. Su mente siendo incapaz de procesar algo coherente y, a la vez, todavía en estado de shock.

—Obito, yo...–

El pelinegro suspira, rendido.

—Oh, ya veo... está bien —los ojos del Uchiha se encharcan visiblemente y oculta su rostro de forma patética con su cabello. Kakashi se frustra bastante porque Obito, al parecer, es incapaz de dejar de hablar—. Era muy obvio, la verdad. Salió de la nada lo que dije, después de todo. No creo que tampoco te lo haya demostrado mucho... ¿verdad? Olvida lo que dije, de todas formas ese monólogo intensamente introspectivo que me llevó a la catarsis que tuve fue más allá de mi propio entendimiento porque al final, me sigo sintiendo bastante sobrecogido por todo y había bebido un té de hierbas muy fuerte que creo sigo sintien–

Silencio.

Kakashi sólo pudo encontrar una manera de acallar al Uchiha, por fin, de tanta palabrería tonta y fue con un beso.

Ahora ambos se estaban besando.

El Hatake siente una corriente eléctrica muy fuerte recorrerlo entero y sonríe entre el beso. Tiene sus ojos cerrados y sólo disfruta de la sensación que le provoca el contacto.

Su dolor de cabeza se disipa un poco, también.

Por fin Obito había guardado silencio.

Sus oídos sentían, incluso, un pitido irritante.

Al separarse, nota como el menor está totalmente rojo y, para colmo, llorando.

El peli plata no puede evitar reírse abiertamente por ello. Sin duda Obito se había dado a la idea, en el poco tiempo que le había dado para responderle, que él no le correspondía en sus sentimientos. Quizás un poco... acostumbrado a su rechazo.

Kakashi se siente mal.

Pero no podía evitarlo, ese siempre fue su mecanismo de defensa y, si debía excusarse, siempre creyó que los sentimientos del pelinegro eran hacia Rin. Él sólo intentaba protegerse a sí mismo de lo que seguramente sería también su propia decepción.

No puede ser, piensa. Ambos tenemos un problema en no sabernos expresar bien.

Él porque simplemente no podía decir nada, y el pelinegro porque le daba demasiadas vueltas al asunto.

Suspira.

Ya Obito no dice nada y sólo lo está mirando con asombro. Totalmente fuera de sí.

Kakashi cree que así se debió de estar viendo él durante toda la anécdota de la aventura de Obito.

—Cállate, Obito. Y déjame hablar —el Uchiha asiente, con seriedad—. Antes que nada, me perdiste en la tormenta de arena —su contrario lo observa con fastidio, levemente dolido por ello. Kakashi suspira y se alza de hombros—. Segundo, siento lo mismo por ti —sin poder evitarlo, el pelinegro comienza a llorar de nuevo, esta vez por la felicidad que sentía. Kakashi no puede evitar pensar en lo tierno que era—. Tercero, vas a tener que repetir toda la historia, pero en mi casa. Permitiéndome hacer preguntas, porque lo poco que escuché es simplemente surrealista, ¿entendiste?

Obito sonríe ampliamente, y asiente con la cabeza erráticamente.

Kakashi puede suspirar tranquilo ahora. Lograría llegar a casa a tiempo antes de que comenzara a llover, y pasaría por una tienda de conveniencia para abastecerse un poco y, aprovechando, comprar algún medicamento para su migraña. Le esperaba una larga noche junto a Obito, pero bueno, no iba a quejarse.

Al final esa aventura sí sonaba interesante y en serio, en serio, quería entender cómo mierda terminaron en todas esas situaciones.

Quizás después de eso podrían tener una sesión de besos.

Quién sabía.