Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin no me pertenecen.


Su madre había sido clara al hablarle de la situación en la que estaba.

"Levi, yo no vivo en éste lugar, y tú al ser mi hijo, estas bajo este techo debido a que continúo trabajando aquí", había dicho ella, "necesito que me ayudes en lo más posible limpiando este lugar y así ganarnos el derecho de estar aquí, ¿entiendes?"

Pero esa no había sido la historia que le había contado hace años. Cuando Levi comenzó a tener la conciencia de que él iba vestido de manera diferente a los otros niños que vivían en su casa, cuando empezó a notar que su mamá siempre estaba limpiando y cocinando, o cuando se percató de que él solo podía permanecer en ese lugar, mientras las otras personas parecían tener mayor libertad de salir y entrar. Es que fue a su tierna edad de seis años que le preguntó a su madre. Ella había mentido en ese entonces: Ella le dijo que esa era una casa (mansión) compartida, y que el deber de todos en esa casa era diferente, siendo el de ella el limpiar y cocinar para todos.

Sin embargo, era extraño. Porque Levi ubicaba los cubiertos en la gran mesa del comedor tal como su mamá le enseñó, pero nunca sabía bien quienes se sentaban en esa mesa. Él comía sus comidas diarias con su madre o a veces solo, en la cocina. A veces, en el patio, mientras vigilaba el rebaño, sin saber muy bien por qué las cosas eran diferentes. Había una sensación extraña, que le perduró hasta que llegó a la adolescencia. Cuando sus ropas ya no podían seguir alargándose o uniéndose a otros trozos de tela y su madre sollozaba el día anterior de ir a comprar más al pueblo para hacerle pantalones más grandes, o camisas que no le apretaran en los hombros y brazos.

Su madre le hacía su ropa. Levi quiso aprender a coser una vez, pero rápidamente descubrió que era más difícil de lo que parecía y consumía mucho tiempo también. Kuchel, su madre, se quedaba a altas horas de la noche cosiendo su ropa, fabricándole vestimenta solo a él.

Y sin embargo, podía ver a veces como una niña que apenas aprendía a caminar, rubia y de ojos azulados, con su cabello siempre en dos colitas, usaba vestidos nuevos casi todos los días. Veía a la señora de cabello castaño, la madre de la pequeña, también usar prendas diferentes todos los días, mientras él usaba la misma camisa por casi una semana completa.

"Es mi culpa", dijo una vez su madre, mientras él llevaba las bolsas de compras y ella revisaba su monedero. Era muy temprano, Levi apenas había dormido cuando su madre ya le estaba despertando para salir al pueblo. Usualmente cuando hacían compras para ellos, debía ser antes de que se despertaran las personas de la casa, por lo que Kuchel procuraba siempre ir de prisa. "Es mi culpa, hijo, yo no puedo hacerte más ropa porque no puedo comprar demasiada tela, y tampoco tengo tanto dinero… pero siempre te voy a priorizar", explicó, acariciando la cabeza de su hijo, aun mientras andaban por el frío camino de madrugada.

Levi se conformaba. No lo veía como una gran diferencia, después de todo, él tenía el trabajo de limpiar todo lo que pudiera ser limpiado. Sus días comenzaban precisamente buscando agua limpia y comenzar a tallar fuertemente los pisos. Y, francamente, amaba que todo quedara limpio: Desde el piso de la enorme cocina hasta el recibidor, las habitaciones del piso de abajo y la sala de reuniones del señor Reiss.

Su vida se reducía a limpiar, todos los días, cada rincón posible del hogar, mientras su madre limpiaba otros espacios y cocinaba. Todos los días.

Pero Levi no era tonto. Veía a las personas que andaban por la mansión y notaba la expresión que ponían al verle limpiando, agachado y dedicado en su quehacer. Algunas personas portaban joyas, otras personas vestían vestidos encantadores o distintivos de realeza en los varones. La aristocracia solía visitar su casa, pero él sabía que no tenía permitido acercarse a ellos, mucho menos hablarles debido a las miradas despectivas que le enviaban.

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Conocía a la niña que vivía con él, se llamaba Historia, tenía cuatro años cuando la conoció de cerca, sin ser seguida por su madre o las mucamas.

Un día intentó hablarle, cuando la pequeña hacía su visita curiosa en la cocina y nadie sabía dónde estaba. Ella le miró y sonrió cuando la saludó con la mano. En su inocencia, extendió una mano hacia él, y Levi la tomó. Tuvo que erguirse un poco para poder caminar con ella, que le llevaba hacia algún lugar. La pequeña decía palabras sin sentido mientras caminaba con el muchacho de la mano, le indicaba partes de la casa y se ría. Era francamente adorable.

"¡Historia!" se escuchó desde el piso de arriba. Levi miró desde dónde provino ese grito. La señora de cabello castaño bajaba las escaleras rápidamente, con una expresión de horror. De manera veloz tomó a la nombrada, provocándole llanto ante el brusco movimiento. "¡¿Qué te he dicho sobre bajar al primer piso, eh?!", volvió a gritar la mujer mientras agitaba a su hija.

Levi notó de inmediato que la dulce niña estaba asustada, por lo que no pudo evitar intervenir.

"No debería zarandearla de esa manera", señaló el muchacho.

Sin embargo, sus palabras solo lograron que la mujer dirigiera su enojo hacia él, ya que le propinó una fuerte cachetada, casi haciéndole perder el equilibrio.

"¡¿Quién te crees para hablarme, basura pobre?!", le gritó, bajando a Historia al suelo y girarse completamente hacia Levi, "¡No tienes derecho alguno de tocar a mi hija, ¿me entiendes?! ¡Si te vuelvo a ver con ella, haré que te corten las manos, por degenerado!"

Otro golpe pero esta vez con puño cerrado en su cabeza, y justo cuando parecía venir otro, su madre apareció por la puerta que conectaba la cocina y el recibidor.

"Señora Alma, ¡Por favor, perdone a mi hijo!", suplicó.

Levi vio cómo su madre se abalanzó sobre él, llevándolo al suelo, obligándolo a arrodillarse junto con ella.

"Estoy segura de que mi hijo solo estaba cerciorándose de que la ama Historia no se dañara con algún mueble, mi señora", explicó. Kuchel mantenía su cabeza baja, una mano sobre el suelo y la otra en la cabeza de Levi, mirando al suelo. Levi le imitaba, sin poder formar ninguna palabra. "Le ruego lo disculpe, ¡no volverá a pasar!", agregó luego, su voz desesperada y quebradiza.

La mujer pareció satisfecha con lo dicho, sin embargo, en un gesto de supremacía y orgullo, pisó la mano de Kuchel. Levi miró a su madre, preocupado, pero su madre le pidió con la mirada que no hiciera nada.

"No volverá a pasar, porque si es así, los dos se van a la calle, asquerosos", exclamó, moviendo su pie calzado sobre la mano izquierda de Kuchel. Ella no emitió ningún quejido.

Estuvo un momento así, retorciendo su pie sobre la mano izquierda de Kuchel. Historia había dejado de llorar, jalaba el vestido de su madre para que se la llevara a jugar. Alma se detuvo, se dio la media vuelva y subió las escaleras con su hija ahora riendo. Solo cuando se escuchó un sonido de una puerta cerrar, Kuchel levantó la vista. Comenzó a sollozar, como muchas veces Levi la había escuchado por las noches.

Algo dentro de Levi despertó al ver a su madre ser tratada de esa forma.

Juró vengarse de la familia Reiss.

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Fue en otoño cuando conoció a Erwin Smith.

Levi estaba terminando de desempolvar los estantes de la entrada, cuando notó al Señor Reiss bajar por la escalera con una amplia sonrisa en su rostro. El señor Reiss era infinitamente más agradable que su esposa Alma, pero aun así Levi no se confiaba y lo trataba a distancia.

"Muchacho ayúdame con las maletas, por favor", pidió el hombre, abriendo las puertas principales de la mansión.

Levi, ya con quince años, era reconocido como otro más del personal de la mansión. La ilusión de que todos compartían una casa fue rota hace años.

Atendiendo la orden de su patrón, Levi fue tras él.

Al exterior de la mansión, había dos carrozas bastante grandes. El señor Reiss saludó alegremente a un hombre de lentes que bajaba de la primera carrosa, se estrecharon las manos. El cochero del carruaje, bajó de su puesto y caminó hacia la segunda carroza, donde comenzó a descargar de maletas. Entendiendo lo que le había dicho el señor Reiss, Levi fue a ayudarle.

El cochero le sonrió y agradeció, entregándole una maleta.

"Puedo cargar más que esto", explicó. El hombre le miró algo confundido, pero de todas formas le pasó otra maleta, y Levi se la volvió a echar al hombro. "¿Otra?", preguntó. Sin decir nada, el cochero le pasó dos más del interior, y Levi se las llevó sin problema en el otro hombro.

Justo al pasar por la primera carroza, observó que otro muchacho se bajó, siguiendo al hombre de lentes que ya hablaba animosamente con el señor Reiss. El muchacho era rubio, como primer hombre, y vestía elegantemente. Levi bufó, 'otro más de la realeza'. Antes de subir las escaleras hacia el interior de la mansión, el muchacho rubio le miró. Pudo sentir la mirada, así que le miró de vuelta.

Le sonrió y saludó con una mano.

Levi lo ignoró, siguió llevando las maletas al interior.

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La mañana estaba avanzando tranquila. Su madre ahora parecía un poco más atareada a las horas de la comida, debido a que ahora vivían dos personas más en la mansión. Kuchel no se quejaba, simplemente se adaptaba lo mejor que podía, y aunque los primeros días la comida llegaba un poco más tarde y un poco más fría de lo usual, había asegurado al señor Reiss que no volvería a suceder.

Levi pensaba que quizás deberían dejar de explotar a su mamá y contratar a otra cocinera si querían que hiciera todo perfecto, o al menos avisar con anticipación si iban a llegar a vivir más personas que alimentar para que ella pudiera prepararse. Pero no, siempre era vista como un objeto que debía hacer todo perfecto. No eran cosas que él iba a decir, pero vaya que las sentía, y aunque su madre quedara muy cansada después del largo día de trabajo, él se limitaba a intentar colaborar en todo lo que pudiera.

Por lo que a la hora de la comida de medio día, Levi se encontraba echando a cocer diez papas peladas en una olla bastante grande, mientras su madre estaba afuera cortando leña. Era ridículo, pensó Levi, él debería estar cortando la leña y ella haciendo el trabajo más liviano.

"No quiero que te esfuerces de esa manera, hijo, prefiero que vigiles la comida a lo que yo acabo, ¿sí?", había dicho su madre.

Desde la ventana podía ver como la mujer levantaba el hacha y lo dejaba caer sobre los troncos, a veces fallando o provocándose dolor en la mano por el descontrol de la fuerza.

Era ridículo, simplemente.

Así que justo cuando Levi se levantó para ver si su madre entraba en razón, se quedó quieto ante lo que sucedía: El muchacho recién llegado, apareció por el otro lado del patio y le llamó a su madre. Él venía con un hacha ya en mano, y su camisa estaba recogida de los puños. Le sonrió ampliamente a su madre, esta bajó la cabeza de inmediato. El muchacho le dijo algo que no escuchó y le hizo un gesto de como pidiéndole espacio. Ella naturalmente obedeció, y entonces fue el muchacho quien comenzó a cortar la leña.

Notó a Kuchel intentando volver a su quehacer, pero el muchacho negó con la cabeza a cada momento, sin dejar de sonreírle.

Levi no lo soportó mucho más.

"Kuchel, la comida está quemándose", dijo Levi desde la puerta que unía la cocina con el patio, era mentira, naturalmente, pero quería que su madre entrara a la cocina.

Tal y como lo predijo, su madre se asustó y corrió a la cocina.

Levi caminó hacia el muchacho rubio, que ahora le miraba acercarse. Cuando llegó cerca de él, dijo:

"No es común ver aristócratas ensuciándose las manos en trabajos del personal de aseo", soltó con algo de enfado, "tal vez quieras darme eso, antes de que te rompas una uña", agregó Levi, extendiendo su mano.

Sabía que estaba mal hablarle de esa forma a una persona socialmente superior a él, más grave si era familiar de su patrón, pero el enojo y las ganas de decir algo eran superiores a él. Odiaba a los aristócratas que trataban de hacerse los buenos con el personal, ya que luego hablaban mal de ellos a sus espaldas y les miraban con pena como todos lo de su clase.

Ese muchacho no era diferente, y no quería que luego sancionaran a su madre por algo que el chico pudiera decir de ella, como que era mala en su trabajo y él tuvo que entrar a ayudarla como el valiente héroe que era.

Sin embargo, el aludido solo le sonrió, antes de volver a mirar el hacha entre sus manos.

"No soy aristócrata", explicó, "mi padre está aquí para enseñar a los estudiantes de aquí, es un letrado profesor que enseña en la escuela cercana", agregó.

Levi frunció el ceño, con desconfianza de esas palabras.

El muchacho ubicó un tronco pequeño sobre el tronco más grande que le sostenía, alzó el hacha y certeramente le atinó justo por la mitad.

"Solía hacer leña en mi casa, y al ver a la señorita Kuchel hacer esto, pensé en que podría ser mi forma de aportar por ahora. Mi papá y yo nunca habíamos vivido tan cómodamente…", contó.

El otro bufó.

"Linda historia. Ahora puedes volver a leer tus novelas, yo continúo esto", le insistió, acercándose un poco más al muchacho y volver a alzar la mano para que le entregara el hacha.

Recibió una mirada de arriba abajo. Luego una mirada en sus brazos. Levi observó los brazos del otro muchacho, notando que se veían un poco más desarrollados que los suyos. Tal vez la historia de que leñaba contantemente antes de mudarse era verdad. Se sintió un poco inseguro.

"No es problema, yo terminaré esto…", soltó el muchacho, volviendo a darle una mirada de arriba abajo, antes de agregar entre dientes: "quien se podría romper una uña no soy yo".

Volvió a poner un tronco pequeño, de nuevo alzó el hacha y desgraciadamente para su acompañante volvió a atinarle precisamente en el centro del tronco.

Levi se acercó, y sin decirle nada volvió a pedir el hacha con la mano alzada, casi sobre el rostro del otro, quien suspiró y con una suave sonrisa accedió, entregándole la herramienta y alejándose un par de pasos, se puso en cuclillas y observó lo que iba a hacer.

Ahora que estaba siendo observado, se sentía algo más nervioso, sin embargo, no iba a demostrarlo por ningún motivo. Nunca antes había cortado un trozo de leña, pero al parecer todo dependía del control de la fuerza. El hacha entre sus manos se sentía pesado, pero no fue un gran problema llevarlo hacia atrás, sobre su hombro izquierdo, y con la otra mano ubicar un trozo de tronco en la superficie que los sostenía.

Calculó un segundo antes de dejar caer el hacha sobre el objetivo.

La fuerza fue algo descontrolada, Levi lo sintió en su muñeca al impacto, pero logró cortar el trozo de madera casi a la perfección.

Escuchó un aplauso a su lado. Miró hacia el otro muchacho, quien acortó la distancia entre ambos.

"Tienes una fuerza increíble para verte así", dijo con una gran sonrisa. Levi desvió la mirada con algo de enojo ante esas palabras, pues era aún más insultante si no se daba cuenta que le estaba llamando básicamente enclenque o pequeño. Pero el otro continuó: "Mira, déjame mostrarte algo", dijo, volviendo a tomar el hacha.

Ubicó rápidamente otro tronco pequeño.

"Para direccionar mejor el eje del hacha, puedes hacer esto", explicó, mostrándole a Levi como acercaba el filo del hacha hacia el tronco, probando, luego, sin romper esa línea entre el tronco y al ubicar la herramienta sobre su hombro, agarró fuerza y cortó perfectamente donde había tanteado al principio. "Ayuda mucho también cuando lo ubicas en tu hombro dominante", agregó, volviendo a pararse derecho. Con una mano se quitó el sudor de la frente.

Le volvió a sonreír suavemente, entregándole el hacha. Levi lo tomó e imitó todo lo que el otro le había indicado, logrando efectivamente partir el tronco justo a la mitad. Esta vez la fuerza no se sintió tan descontrolada.

"Increíble, llevo años haciendo esto y jamás me resultó de inmediato", dijo, ahora alzó una mano hacia Levi. "Soy Erwin, por cierto, ¿cuál es tu nombre?"

Levi miró la mano del otro y se rehusó a estrecharla. Ignoró al muchacho y volvió a cortar troncos.

Erwin quedó ahí de pie cerca de él, de a poco dejando caer su mano, pero sin borrar su sonrisa.


Notas: AAA estoy escribiendo esto sin terminar mi otra historia, pero hace tiempo tenía este concepto en la cabeza y quiero desarrollarlo ;u; espero les guste el pequeño mundito que está creado para esta historia! El eruri aquí va a ser muy lento y tierno, así que si esperan algo jarcor o que pase de un día a otro, esta NO es su historia :c

Los comentarios/reviews son super apreciados y parte de mi motivación externa3 agradecida con quienes dejan un comentario por cortito que sea.