Hola 7u7 ¿Cómo están? Yo feliz porque al fin puedo compartirles esta historia que me surgió por un sueño. Ya había leído que algunas personas podían escribir sus sueños, y yo me admiraba de ellos, pero ahora que me tocó estoy muy emocionada XD
Tengo que actualizar mis otros fics, lo sé, lo haré pronto. Mientras disfruten esto.
Disclaimer: Todos los personajes son propiedad de Hajime Isayama, la historia es mía.
Pareja: Levi x ErenFem (Riren); Erwin x ErenFem (mención).
Advertencias para toda la historia: romance, fantasía, drama, Ooc, AU, escenas de violencia, lime.
A leer~
Capítulo I
"Ella era como el mar, nada dócil; inquieta, igual de indomable y tenaz".
— Calypso/ Piratas del Caribe—
El mar tiene dos caras; dependiendo de quien lo dome y se adentre en sus aguas, es como se comportará con su huésped. Pues es bien sabido que el cuerpo del agua es un dios que sabe qué hay en el corazón de los navegantes; codicia, poder, odio, amor...
Si alguna vez oyeron los mitos increíbles de sirenas que cantan y enamoran, de islas perdidas y de huracanes dentro del mar, de hombres bárbaros y fieros, de tesoros escondidos… Cada historia es verdadera.
Así es el mundo pirata.
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Entre el cielo y la tierra, estaba la vida de Eren, una mujer pirata.
Su nombre era bien conocido en casi todos los puertos que rodeaban la gran Europa; en cada barco pirata, entre los marineros, los monstruos y sirenas del mar, hasta llegar a los oídos de los más bárbaros y temibles capitanes del océano.
La fama de Eren era por dos razones importantes; la primera era por ser mujer, gran mérito en un tiempo en el que la sociedad y las leyes humanas estaban destinadas en dejar a la mujer a un lado, en el que su voz y su presencia significaban muy poco, así mismo, el oficio de la piratería no era diferente; se decía que si una mujer pisaba un barco era de mala suerte, y si alguna intrépida se colaba por los camarotes, se le hacía caminar por la plancha y su futuro era morir en manos de mar. Eren había roto tal estigma tan temido por los bucaneros al ser la primera mujer capitana de un barco.
La segunda razón, era por su tripulación, que iba en contra de todo lo establecido, pues estaba conformada por mujeres; féminas que habían sido rescatadas de prostíbulos locales, de la calle, algunas habían sido vendidas como esclavas y como mercancías, y aunque Eren les había dado la oportunidad de una nueva vida, ésta no era nada fácil, todo lo contrario, ser una pirata era el peor trabajo de todos. Significaba perder la certeza de estar vivo otro día porque los peligros en el mar eran reales y la muerte también.
No solo les acechaban los demás piratas con barcos llenos de cuantiosos hombres, que de por sí ya era un problema, sino que además, estaban las enfermedades que podían contraerse en cada puerto que visitaban, sumando la escasez de comida y la desesperanza. Pero Eren sabía suplir todas las necesidades posibles de sus marineras; el vestido, la familia, la hermandad, la comida, y además, la protección.
Si una mujer quería unirse a la tripulación, el único requisito era que le juraran fidelidad a ella y a sí mismas. Cuando alguien nuevo se unía, Eren se encargaba de entrenarla lo mejor que podía. Y el entrenamiento era duro y disciplinario.
—Debes aprender a defender tu vida, esa aquí es la primera regla —decía amenazante empuñando el filo de un precioso sable árabe.
Al cabo de años, la tripulación de Eren se hizo numerosa. Formada por mujeres valientes y duras, que nunca dudaban en cortarle la garganta a sus enemigos, que escépticos, no creían que una mujer pudiera ser tan fuerte y letal.
Los saqueos eran sencillos; estos eran comandados por dos mujeres en específico que hacían de este oficio un arte; un cuadro de sangre y una orquesta con el sonido del metal chocando. Hitch y Sasha eran mujeres distintas pero compartían el placer de robar; una las joyas y telas lujosas, y la otra la abundante comida que podía almacenar en sus paneles los grandes barcos. Sus hermosas figuras saltaban a cubierta después de que se fijará su objetivo, seis grandes cañones de parte del gran Jeager [1] acribillaba a su oponente, y después era la señal para atacar. Su talento especial era el seducir y engañar, infiltrarse hasta las zonas bajas del barco mientras que sus compañeras les cubrían las espaldas.
Pero a pesar de su pasatiempo, la codicia nunca las atormentó.
—El dinero puede comprar muchas cosas, pero no a ustedes, ni a su libertad; no dejen que el oro y la ambición las consuma —Era el recordatorio de Eren—, solo úsenlo para sobrevivir.
Y así era. Después de un día duro, se encendía un barril con combustible, recubierto con un metal que exiliaba las llamas del fuego lo suficiente como para causar un desastre. Las mujeres se sentaban alrededor, comían, bebían y bailaban bajo la mirada de su capitán, quien se sentaba a lo lejos, dejando su gran sombrero rojo de lado, encendía un puro costoso y lo fumaba arrullada por las olas del mar.
Quien la conociera lo suficiente, sabía que pese a su generosidad, ella era una mujer solitaria. No bailaba, pero sí reía, aunque su risa estaba lejos de ser una de felicidad. Tenía en su sonrisa la enfermedad de la burla, su carácter tosco y perspicaz le privaba de las noches de fogata.
A Eren lo que más le importaba era su tripulación. Su orgullo recaía en las habilidades de sus mujeres, ninguna era débil, ninguna abandonaría a otra jamás. Todas eran hermanas y amigas con un mismo objetivo, el cual era tener una segunda oportunidad de vida; querían trazar su propio destino, uno que no estuviera ya predispuesto por la sociedad aristocrática ni la palabra de los hombres, no. Buscaban una vida para decidir por ellas mismas qué hacer y hacia dónde ir.
¿Y El objetivo de Eren? Liberarlas a todas.
Ese era el plan de todos los días para ella: buscar la libertad, encontrar un lugar para fundar un país libre para todas ellas y para ella misma. Lejos del maltrato y de la maldad y para lograrlo, el mar se había convertido en el mejor padre para ella.
¿Pero quién era Eren?
Eren llegó a este mundo como hija de padres ladrones, que robaban y engañaban vilmente para sobrevivir; al poco tiempo de su nacimiento, un pequeño batallón de la guardia real irrumpió en su escondite, los capturaron, condenaron y colgaron en la horca. El cuidado de la niña pasó a ser parte de Hannes, un amigo leal de sus padres; un hombre mayor que se había retirado de la milicia naval del rey. Su rango era bajo, pero poseía conocimientos sobre navegación, comercio y combate, su personalidad era juguetona y relajada, por eso el oficio de padre no fue su especialidad.
Educar y enseñar a Eren enfrentarse al mundo fue una tarea difícil para él y solo pudo hacerlo en el único idioma que sabía, el de la dureza; desde pequeña Eren tuvo que aprender a defenderse, aprendió a pelear, a blandir una espada y a manejar habilidosamente un cuchillo; robar era una necesidad, el trabajo duro, ser la más fuerte, dado que los niños eran abusivos y los hombres mentirosos, el mundo en general era cruel, la realidad dura como un golpe en la cara, había hambruna y hostilidad. Debías matar por un pedazo de pan, pues ser débil significaba la muerte. Puesto que su mundo y la sociedad eran increíblemente machistas, Eren sufrió múltiples maltratos y discriminaciones por ser mujer pero gracias a su coraje evitó ser abusada varias veces.
Cuando Eren cumplió 15 años de edad, su tutor Hannes falleció debido a un problema con el alcohol, una adicción que nunca pudo dejar, este le dejó una pequeña herencia, un poco de dinero en monedas de oro, libros, mapas y el deseo de vivir. A lo largo de su vida, Hannes había hecho cuantiosas conexiones en el mar, algunos compañeros casacas rojas, barqueros y sobre todo comerciantes.
El más apegado a Hannes y a Eren era un hombre de considerable complexión, grande y gordo, con el ceño siempre fruncido, un poco calvo y fanfarrón. Este tenía un gran barco y muchos hombres a su mando porque su oficio era el comercio ilegal. Visitaba solo los puertos que rodeaban la gran Bretaña y a Francia, y solo algunas veces visitaba la parte oriente del mar mediterráneo.
Cuando Eren perdió su hogar, ella le pidió ir en su barco, lo que el hombre al principio se negó.
—El mar es demasiado peligroso para una niña como tú. Solo serás un estorbo para mí.
—No me subestimes —su voz indignada y su mirada con determinación—. Yo puedo hacerlo, te lo demostraré.
Después de pensarlo detenidamente el hombre aceptó.
—Te arrepentirás. No esperes una cama cómoda ni ningún privilegio. Aquí serás tratada como un marinero más.
Y así fue como Eren tuvo la oportunidad de lanzarse al mar, estaba harta de la vida en tierra firme, quería obtener su libertad.
Atravesó por muchas adversidades. Las palabras de su nuevo tutor no eran broma al decir que el mar era difícil, los hombres del barco no hacían el viaje más agradable tampoco. Todos los días tenía que demostrar su valía, su ambición, su determinación por no morir, el ser fuerte, más que otros hombres. Porque a cada minuto le echaba en cara lo débil que era por ser mujer.
No rendirse siempre estuvo en sus venas.
Sus habilidades para pelear mejoraron, practicaba con sus enemigos y con sus compañeros de barco. El frío, la crueldad, la muerte, la injusticia, el trabajo, todo lo aprendió; aprendió y absorbió como esponja todo lo que se le enseñaba, cómo era un barco y cómo se dirigía, cómo domar el mar y leer el viento. Tres años pasaron hasta que se sintió lista para continuar sola, creció en ella un deseo por no conformarse con ser solo una marinera de un barco comerciante. Así que tomó todas sus cosas y huyó. Pero su primer interés no fue convertirse en una pirata, solo quería huir a un lugar mejor. Algo como el edén, pero sus planes cambiaron al conocer a Mikasa y a Petra, dos mujeres de un burdel.
Era de noche cuando ella se detuvo cerca de la costa, a metros de un puerto vecino para arreglar la vela de un barco que había adquirido por un costal de oro, cuando vio a dos hombres perseguirlas con intenciones de abusar de ellas; sus quejidos y gritos le obligaron a ir en su ayuda. Ella no se consideraba una heroína, pero ver la injusticia frente a sus ojos y más, contra su propio género, era algo que no podía dejar pasar.
Cuando hubo rescatado a ambas jóvenes, estaba dispuesta a volver por donde vino, pero las mujeres le suplicaron ir con ella, a lo cual se negó rotundamente, ya era demasiado cargar con sus propios problemas como para cargar con dos más, pero la insistencia y desesperación en sus ojos la hicieron rendirse. Desde ahí, Eren se hizo una pirata. Una capitana que era conocida por recoger mujeres de todo tipo; bajo un discurso en pos de la libertad y la esperanza, convocaba a mujeres valientes y fuertes que quisieran unirse a ella, sin importar su color de piel, su jerarquía social, si eran pobres o acomodadas. Solo bastaba que todas persiguieran un mismo sueño.
Todo siguió así durante años, hasta que Eren cumplió 25.
Dicen algunos hombres que recuerdan haberla conocido, que Eren era una mujer hermosa, de grandes ojos color del agua en playa dulce, sombreados por dos espesas cejas de arcos atrevidos, su bronceado moreno canela terso de sol. Y su cabello marrón, construido por hebras gruesas en una melena larga y ondulada que le llegaba hasta la espalda, sus caderas iban siempre cubiertas por pantalones bombachos hasta las rodillas, después iban sus botas largas y cafés amarradas con cintos en los muslos; su camisa blanca con holanes en las muñecas, su corsé ajustado, y por último, su chaqueta roja adherida a ella como guante a su cuerpo, haciendo juego con su sombrero rojo y la pluma blanca en la cima. Sus mejillas tenían pecas cafés claras, y tenía un colmillo afilado que salía a relucir solo si sonreía abiertamente.
Ella era la belleza misteriosa y exótica de los mares.
Notas:
[1] Nombre del barco de Eren que significa "cazador".
N/A: Que les pareció? A mí me tiene loca la idea. Me siento aventurera porque es la primera vez que le cambio el sexo a Eren.
Nos leemos pronto.
