Pequeño one-shot mientras el 3r capítulo de MI PELIGROSA OBSESIÓN esta en el horno. Espero que lo disfrutéis...
AQUELLA PRIMERA VEZ…
Llevaban una temporada desde que habían pactado la paz y esa alianza para fundar la nueva villa, que con el moreno se soltaban indirectas y ocurrían momentos "raros" como les nombraba él.
Roces, sonrisas soñadoras por parte del Senju hacía él, ciertas palabras mostrando interés...
Parecía que Hashirama Senju le estuviera cortejando. Y eso le ofendía, peeeeero... a la vez le aceleraba el corazón. Si, era una persona complicada y de emociones confusas. Sentirse molesto y a la vez emocionado por las atenciones de ese hombre.
Él por supuesto, ante esas muestras; se mostraba distante, desinteresado y mordaz. Se tenía que hacer respetar, él era Uchiha Madara... No un cualquiera que se arrastraría por alguien tan penoso como el dios de los shinobis. Que le rogara más, que le fuera detrás, que le insistiera... Eso le resultaba entretenido y muy divertido. Eso le aceleraba el corazón en demasía… Le gustaba tener el poder, sentirse especial, ¿Quizás deseado por el otro? Oh, kami-sama… Seguro que esa maldita rata albina del hermano de Hashirama se estaba revolcando de rabia, tirándose de esos malditos pelos blancos… Que se jodiera si era así, aun lo disfrutaba más sabiéndolo.
Definitivamente se podía burlar de los sentimientos de Hashirama Senju, era tan fácil burlarse de él, conseguir que le afectase la mínima palabra fría. Porque si, aunque se mostrase molesto cuando el del mokuton mostraba uno de sus episodios "depresivos"; realmente le divertía ver como le afectaba lo mínimo que le dijera. Que Hashirama estuviera tan pendiente de él le agradaba demasiado, ser su centro, su mundo, era una emoción sublime. Y eso le hacía sonreír con arrogancia.
La villa estaba avanzando con rapidez e incluso fue bautizada.
–Vamos a celebrar, Maddy
–¡No me llames así!– Le gruñí de vuelta
–¿Por que no? –Sin entender, aunque el pequeño sonrojo del Uchiha la resultaba adorable– Es un mote perfecto, me gusta como vibra entre mis labios y lengua antes de liberarlo… Igual que podrías vibrar tu entre mis brazos.
Y esa última frase la soltó mientras empezaba la marcha de nuevo. Aunque pudo observar por el rabillo del ojo como el azabache abría esos profundos ojos negros con asombro.
–Te voy a matar, maldito pervertido – Aunque su corazón bombeaba con una intensidad nunca experimentada.
–Vale, vale… Mátame en las termales, mientras bebemos sake.– Rió despreocupado andando decidido a los baños, aunque antes pasaría por su hogar. Un hogar que había realizado en madera mientras la villa se construía. –El otro día me obsequiaron unas cajas del mejor sake del país del arroz. Según me dijeron nunca he probado nada mejor.
Madara le seguía, con los brazos cruzados por encima del pecho y una mueca en su rostro. Seguro que pensaba que era un incordio o que me habían mentido o… Vete a saber, era tan hermético a veces, tan adorable y hermosamente hermético. Además de sexy, atractivo, salvaje, indomable… Se acomodo el pantalón y dejó de babear por ese Uchiha, al menos de forma tan evidente.
Ya en su casa, preparó dos vasitos de bambú y la caja de sake. Agarró ropa limpia para después y unas toallas. Madara había ido a su hogar a por ropa. Se encontraron fuera mientras se dirigían al onsen natural cercano a la villa. De momento sólo ellos y miembros cercanos de sus clanes conocían la zona. Se lavaron un poco antes de entrar en las piscinas de agua caliente, las botellas de sake en la orilla, preparadas para poderlas consumir.
Sirvió a su amigo y se sirvió a él mismo, sentados en sendas piedras cercanas uno del otro. Iban tomando mientras concretaban aspectos de Konoha. Lo que esperaban conseguir, financiación para comenzar pues por ahora ambos clanes habían aportado para empezar… Pero necesitaban más, creía con firmeza que dentro de poco otros clanes pedirían para formar parte de esa alianza. Clanes menores y sin tanto poder militar que buscarían protección y a la vez una fortaleza segura.
También era importante discutir sobre la organización que tomarían, sino podría ser todo un caos con tantos shinobis intentando opinar de todo.
Y así entre vasito y vasito, tema y tema, las horas fueron sucediéndose, a veces sentados en el borde de las termales, a veces volviendo a meterse en el agua. Era una noche de verano y se estaba perfecto tanto fuera como disfrutando del transparente líquido. Él tomando muchísimo más que el Uchiha, algo que era típico en él.
Y las conversaciones, a medida que las botellas vacías se acumulaban, también se iban volviendo más decadentes. Sobretodo por su culpa… Las dos cosas. Y no ayudaba la claridad del agua, que insinuaba pero a la vez no permitía ver. Ni tampoco que a veces el Uchiha o él mismo salieran del agua y se sentaran desnudos en la orilla.
–Maddy, ¿Por qué eres tan cruel? ¿Déjame amarte? Una sola noche para demostrarte que soy el adecuado…–Su voz ya sonaba arrastrada, pero se seguía entendiendo. Tenía buen aguante para el alcohol.
–Estas borracho, Senju. Deja de decir chorradas.– El azabache estaba achispado, una sonrisa burlona bailándole en los labios. Se empinó otro vasito de esa agradable licor.
–Noooo, no digo burradas… ¡Pero tu eres demasiado frígido!
–No soy eso que dices, estúpido…
–¡Demuéstralo!
–Paso
–Gallina…
–Jodido Senju. ¿Cómo quieres que te lo demuestre?
–Bésame… Si tienes pelotas Uchiha.
Madara había soltado un gruñido y agarrándole del cabello tiró de él, chocando sus labios con los propios. Para luego empujarle, mientras le miraba retador. Le había sabido a poco.
–¿Satisfecho?
–¡Pffff! Eso no es un beso…
–Ya, lo que tu digas idiota.
–Esto es un beso…– Se lanzó encima de su amigo azabache, para unir sus labios.
Le dejó contra la pared enlosada, aprisionando sus labios, chupándolos con los propios, lamiéndolos y como no funcionaba, mordiéndolos, hasta que el Uchiha abrió la boca y pudo entrar su lengua en esa boca. El baile entre sus lenguas fue erótico y profundo, la saliva iba de una boca a la otra, separándose milisegundos para volver a unirse cambiando la dirección del beso. Lentamente llevó una mano rozando la piel blanca de su azabache, nuez de adán, clavícula y hasta llegar a su pecho donde pellizco un pezón. Su otra mano fue más intrépida y fue directamente a tocar la cadera del otro en dirección a la nalga derecha que no dudó en presionar con lujuria. Pero Madara pareció salir de su ensoñación y cortó el beso, empujándole.
–¿Cómo te atreves, idiota? –Su respiración acelerada, nervioso por esa apasionado beso y esas manos traviesas que le encantaron.
–Vamos, Maddy… Si te estaba gustando. No hace falta que te reprimas, estamos solos tu y yo… Deja tu estúpido orgullo por una vez. –No hay mayor sinceridad que la de un ebrio dicen.
–¡Jodete!
–Eso es lo que quiero hacerte a ti… Si no fueras tan terco.– Compuso un puchero… Estaba muy excitado, tocar el firme cuerpo del otro le había puesto demasiado caliente.
–Ni que pudieras hacerlo… –Oh, si… Eso Hashirama se lo tomó como un reto y más al ver como el Uchiha le daba la espalda levantándose para salir del agua de forma lenta.
"Quizás así sea un golpe menos duro a su orgullo". Sonrió feliz y se abalanzó de nuevo sobre el otro, dejándole con la mejilla y pecho contra la tierra. Inmovilizándole con su mayor cuerpo y peso contra el suelo.
–Quítate– Ordenó el Uchiha al sentir el cuerpo del otro contra el suyo.–Sabes que no me gusta tener a nadie detrás de mí.
–Vamos, Maddy quédate quieto y déjate amar. Nadie tiene porque saberlo si es lo que te preocupa.
Empezó a mover su cadera contra esas nalgas firmes, consiguiendo meter su falo entre ellas e iniciando un movimiento masturbatorio.
Madara se quedó quieto sintiendo ese grueso y largo pene frotándose en sus nalgas y luego entre ellas, a veces apretando contra su entrada humedecida. Era vergonzoso, pero para que lo iba a negar… Se sentía muy excitado. Pero tenía una reputación y no le daría el lujo a Hashirama de que supiera que le estaba encantando su trato rudo y como le dominaba. Por algo era el líder de los Uchiha.
–Cómo lo hagas te… –Amenazó. Aunque tuvo que callarse y apretar los dientes notando la intromisión, no pensaba darle el lujo de escucharle jadear. Junto su frente contra el suelo.
Estaba dentro de Madara, no podía creérselo sino fuera porque notaba la presión en su pene y la humedad del otro. ¿Eso era un sueño? Pellizco la piel del hombro del hombre bajo su cuerpo, el hombre que le acogia en su interior.
–¿Que haces, imbécil? –Se quejó ante el pellizco.
–Asegurarme que no es un sueño, Maddy.
–Eres tu el que se tiene que pellizcar para eso, tonto.
Se quedó pensando y era cierto, pero en vez de estarse de más comprobaciones empezó a moverse sacando un poco su pene y volviendo a embestir, en un ritmo suave para empezar. Bajó la cabeza y besó el lugar donde le había pinzado la piel, luego continuo recorriéndole con la boca mientras seguía con su vaivén. Se detuvo en la nuca donde lamió la zona al quedar libre de pelo en removerlo. Una mano fue a apretarse contra su boca.
–Ni… Ni se te… ocu-rra– Las palabras salían entrecortadas y mezcladas con respiraciones marcadas ante sus penetraciones. Un jadeo final escapó de esa boca antes de que pudiera contenerlo.
–Pero, ¿Por qué? – Se quejó como crío chico, con voz caprichosa e incluso un puchero que el otro no podía ver–Yo te amo y te cuidaré.
Una mirada de refilón molesta y rojiza le hizo cerrar la boca y no continuar. Lo captaba, Uchiha Madara no necesitaba que nadie le cuidara ni protegiera… Jamás. Ya era mucho que le permitiera hacerle eso, montarle. Para evitar tentaciones llevó su mano a tapar la nuca del de abajo. Si que siguió besando y lamiendo la piel a su alcance de forma apasionada y cariñosa. Madara tampoco se negó a sus muestras de cariño.
Las penetraciones subieron de ritmo y se volvieron salvaje, así parecían gustarle más a su Maddy, pues éste abrió la boca y empezó a jadear y a gemir de forma ronca y muy sensual. Eso aun lo calentó mucho más. Tensó su cuerpo y apretándole contra el suelo, dejándole totalmente a su merced le propinó las estocadas más profundas y salvajes que podía, para luego cambiar y darle velocidad. Y su Uchiha gritó y gritó mientras clavaba las garras, que habían aparecido sin poderlo controlar, en el suelo mientras ofrecía con mayor vehemencia su trasero, levantándolo todo lo que le permitía su peso. Notó como se tensaba soltando un rugido, para enseguida sentir como miles de pequeñas contracciones aprisionaban su pene en ese dulce interior. Su respiración bastante acelerada. Una imagen y unas sensaciones demasiado suculentas y tentadoras para su mente de loco enamorado. Y se dejó ir… Dejó que su propio placer le atrapara, le superara y le arrastrara en esa vorágine orgásmica.
–Noooo, dentro no– Notaba una mano del azabache intentando presionarle en la cadera para alejarlo, mientras la otra estaba en su nuca.
¿En que momento él había quitado lo suya? No lo sabía, pero lo que si tenía claro es que esa sangre que le recorría la boca era del Uchiha. Su instinto, y el amor que le tenía, le había dominado y había ido por morder esa nuca. Hacer suyo a ese indómito omega. Quería marcarlo, llenarlo de su esperma, anudarlo, embarazarlo de sus crías, quería que fuera la madre de su manada. Quería hacer una manada junto al salvaje Madara.
Pero esa sangre recorriéndole y esa mano intentando empujarlo en vano, pues dominado por su instinto se había apretado bien contra ese culo para que su nudo, y su semen, llegara lo máximo adentro posible del cuerpo del omega. Todo y sabiendo que ninguno de los dos estaba en celo y que por lo tanto lo de las crías no sería posible. Pero como iba diciendo, esa sangre en su boca y notar la molestia del azabache de su corazón, le hizo salir de su trance instintivo.
–Lo siento, Maddy. No he podido evitarlo…
–Idiota… Como me hayas preñado, te los corto. –Madara había desistido de intentar alejarlo con la mano. Ahora sería imposible y el omega lo había comprendido; su nudo estaba atorado en la entrada del Uchiha. Notaba como el semen iba saliendo de su miembro a pequeños chorros ante sus estremecimientos, lanzándolos en ese cálido interior, buscando llegar a su útero.
–No estás en celo, ni yo tampoco. Es casi imposible que hayamos hecho cachorros –La frase le causó gran tristeza. Él quería tener cachorros con su amado.
–No te pegues tanto…– Protestó el Uchiha, no encontrando nada más que rebatirle. Mientras cruzaba los brazos ante su rostro y los usaba de cojín.
Se apoyó con su manos para que Madara no encontrara tan claustrofóbica y molesta la sensación de estar pegados. Le hubiera gustado poder estar de mimoso con su Uchiha, pero sabía que por ahora no conseguiría nada más que eso que habían compartido con el azabache. Además de esa forma tenía muy buenas vistas. Su miembro perdido entre esos glúteos, la nívea y musculada espalda, esos hombros firmes cubiertos de ese abundante y despeinado pelo negro. Y el hermoso perfil de ese rostro que ahora se mostraba al estar apoyado de lado en sus brazos. Simplemente perfecto y sublime. Sin poderse contener fue a besar la comisura de esos labios y al separarse de nuevo, el sharingan seguía en la mirada de su amado. Esa mirada que le hizo volver a agacharse para poder volver a besarle, asombrado se vio correspondido por el azabache que ladeo la cabeza para que sus labios fueran al encuentro de los otros.
Le estaba correspondiendo, estaba tan feliz que le abrazó. Y como su Maddy no se quejó, siguió abrazándole y besándole… Una cosa llevó a la otra y al final no salieron de los baños hasta que el sol les atrapó en su salida por el horizonte.
–¿Tan tarde es? –Madara se soltó al fin de entre sus brazos y también se liberó de su miembro.
Con morbo vio como su Uchiha se levantaba de su regazo con cierta dificultad por sus piernas temblorosas y como su semilla empezaba a salir de esa entrada bajando por sus piernas. Su Maddy enrojeció.
–¡No me mires, idiota!– Le golpeó sin demasiado fuerza y se metió en el agua para lavarse. –Esto es tu culpa…
–No tengo problemas en ayudarte a lavar mi desastre.
–¡No! No te acerques… O no saldremos de aquí y ambos tenemos cosas que hacer, demasiadas cosas que hacer.
Por petición de su Maddy se lav metros de él y dándole la espalda. Mira que era exagerado… Si el Uchiha no tenía nada que no hubiera visto, o lamido, o mordido, o besado. Pero mejor no llevarle la contraria.
(…)
8 meses después, una aldea construida, varios clanes adheridos, misiones realizadas, financiación del feudal conseguida…
Un Madara caminaba de forma extraña hacia la oficina de Hashirama con unos papeles en la mano. Ahora parecía que esa era su jodida función… Gruñó molesto.
–Firma esto, gandul. Y como tenga que repetírtelo te vas a enterar.
–No me seas tan duro, Maddy –Lloriqueó por la frialdad de su omega.
Después de mucho rogarle, insistirle, de ver que la consecuencia de esa noche empezaba a hacerse visible y notarse… El Uchiha le había aceptado. No, realmente las cosas no fueron así…
Madara le había agarrado del cuello, al empezar a sentir los primeros sintomas, después de darle sus buenos puñetazos y alguna patada que le mandaron a volar por ahí al grito de:
"¿Con que no iba a suceder tal cosa, eh?"
Si, ese día le costó curarse de la brutal paliza… Y fue el mismo Madara que, como ya he dicho después de mucho insistirle durante semanas y meses… Y no hacerle ningún tipo de caso…, fue hacia él y le dijo:
"Haz el jodido favor de morder ya mi nuca, pues ni pienses que vas a escurrir el bulto, ni que te irás con esa zorra pelirroja".
Y no, Madara no estaba insultando a Mito Uzumaki, ella realmente era un zorro, una omega zorro más específicamente. La verdad es que la aparición del clan Uzumaki fue clave, Madara moría de celos al verles ser amigos con Mito. No, no se estaba inventando lo de que su Maddy estaba celoso, pues eso también se le escapó al orgulloso Uchiha…
"Tu eres mío, Hashirama Senju… ¡No voy a permitir que nadie me quite a mi alfa!"
Oh, si… Ese fue el día más feliz de su vida. También el más doloroso, pues Madara le había apaleado por la mañana… Por el medio día le había amenazado, y vuelto a pegar. Y por la noche le volvió a pegar… Pero también le dijo todas esas amorosas palabras. Para él lo fueron.
Y ahí estaba su omega, su pareja, su gran amor… Embarazado de 8 meses, con una prominente barriga que le obligaba a caminar de esa forma que adoraba. Su hermano siempre le decía con voz cansina que todo omega y mujer beta preñados caminaban igual en cuanto su embarazo estaba avanzado. Pero él no pensaba escuchar al amargado de Tobirama, para él Madara era el omega preñado más adorable, gruñón, malhumorado, caprichoso e insaciable que había visto nunca. Y no, para él, (de nuevo) esas cualidades eran positivas. Cada día lo amaba más y más. Le miró soñador y alargó la mano para acariciar ese hinchado vientre con amor. Su primera camada crecía sana ahí dentro.
–Estas en el trabajo, céntrate– Y Madara le clavó tremendo golpe que se comió la mesa.
–¿Por qué eres tan duro con tu alfa? Omega malo– La mirada oscura y que prometía dolor no se hizo esperar. –Lo siento, Maddy. Perdóname, amor.
–Calzonazos…– Musitó Tobirama que entraba en esos instantes para dejar el informe de su misión.
–Cállate rata albina, sólo yo tengo derecho a maltratar a Hashirama.
Miró con ojos brillantes a su omega, le estaba defendiendo… A su extraña manera, claro.
–Y tu, ponte a trabajar. No me hagas repetírtelo. –Y se fue con su andar de omega preñadísimo a seguir con sus labores.
Oh, si… Tenía una gran vida. Tenían paz, tenían una gran y bonita aldea que muchos otros países estaban tomando como ejemplo, tenían buenos aliados, tenían ocupación para sus shinobis, tenía a su amargado hermano a su lado y, tenía al omega que amaba como pareja y, en breve, madre de sus cachorros. No se podía pedir nada más. Sonrió como bobo y se puso a revisar los papeles que le trajo su Maddy… Antes de que entrara y le diera la paliza de su vida por hacerle ir a su oficina para nada al no poder llevarse los documentos sellados y firmados.
FIN
