Apocrypha se encontraba calmada como siempre, con su cielo verde y nublado, sus estanterías repletas con libros y pergaminos, sus mares de brea repletos de tentáculos y Los Buscadores rondando en cada esquina del reino. En el centro de este plano existencial se encontraban 2 seres, uno de ellos un dragón quien se hallaba dormido y con una apariencia de lo más peculiar, su piel carente de escamas, en vez de eso la bestia poseía una piel arrugada con un color gris y una cabeza similar a la de una serpiente, este dragón parecía más una anguila con alas que un orgulloso e intimidante Dovah, su apariencia grotesca provocaba una sensación de horror y asco mas que miedo. Al lado de la bestia se encontraba un hombre de apariencia delgada y de baja estatura, llevando puesto una túnica negra azulada con bordados dorados al igual que sus hombreras de dragones rugiendo y unos guanteletes con un patrón escamoso como los dragones, su cara tapada por una mascara dorada similar a aquellas de los antiguos sacerdotes dragón, pero esta se veía corrompida, su forma alterada por el príncipe del conocimiento, pero lo mas destacable de este hombre era que poseía una cola felina, de color gris y con manchas negras. Mientras se encontraba leyendo uno de los tantos libros de Apocrypha un vórtice violeta se manifestó enfrente suyo dándose a ver a Hermaeaus Mora el príncipe daedra del conocimiento, una bola uniforme de tentáculos negros repleta por cientos de ojos de varios tamaños y con al menos mas de una pupila en cada uno y alrededor suyo un humo negro y pesado que lo acompañaba . Al ver esto el hombre procedió a sacarse su casco arrodillarse ante la deidad dejando su rostro descubierto, uno gatuno de color gris con rayas y algunas manchas con varias tonalidades de negro con 3 bigotes de cada lado de su cara, unos ojos afilados de color verde con una pupila fina y vertical y unas largas orejas que apuntaban al cielo con mucho pelo en las puntas, claramente este hombre pertenecía a la raza de lo Khajitas, los hombre gatos de los desiertos de Elsewyr
-Mi campeón, vengo con noticias que te serán de suma importancia- Hablo la deidad. -Lamento informarte que ya no me eres de utilidad- Agregó, al escuchar esto el khajita sintió como cada pelo de su cuerpo se erizaba y como los latidos de su corazón se sentían cada vez más fríos.
- Por cientos de años me has servido, pero sobre todo me has servido bien. Haciendo valer mi voluntad en el mundo de los mortales, deleitándome con todo el magnífico conocimiento que tu mundo pueda ocultarme... Y es por eso que tengo una última misión.- Escuchando esto el Khajjita sintió un poco de alivio, es posible que este no sea su fin. -Uno de los antiguos tomos Dwemer que me has traído me informado de la existencia de un mundo y universo más allá de los límites de Aetherius, un universo con reglas, seres y conocimiento diferentes.-
-Mi señor este no comprende a que se refiere, universos diferentes, diferentes reglas Z'abir está confundido- Dijo el Khajita aun arrodillado con la cabeza mirando al piso.
-E encontrado una manera de mandarte allí, quiero que vayas a ese mundo y me permitas la entrada- Respondió el príncipe.
Z'abir se encontraba aun mas confundido que antes, iba a enviarlo a otro mundo ¿Pero como? ¿Y qué era eso de que él ya no le era más útil?
-Siento tu confusión mi campeón, déjame explicártelo. La vez que te hice mi adalid, cuando derrotaste a Miraak, te dije que si me servían serás recompensado. Y en estos últimos siglos ha sido mi mejor sirviente y por esa misma razón cumpliré con mi palabra, tú me servirás por última vez y al mismo tiempo será la última vez que serás recompensado... Como he dicho: Ya no me eres de utilidad, te recompensare con tu libertad.
Z'abir se encontraba en éxtasis al escuchar lo que su amo decía, después de tantos años podría ser libre otra vez. Pero entonces la realidad lo golpeo y recordó la soledad, Mora lo maldijo con la inmortalidad, para muchos esto sería una bendición incluso el propio Z'abir lo pensó, o al menos hasta que sus amigos y su familia fallecieron, maldecido con la vida eterna Z'abir estaba destinado a ver morir a todo aquel cercano a él. Pero ese no era el único problema sino también como las nuevas personas de este mundo lo verían, el gran sangre de dragón, Aniquilador del devorador de mundos, Azote de los vampiros, Vencedor del primer Dovahkiin y Adalid de Hermaeus Mora, este último título pesaba mucho más que lo anteriores y que cualquier otro que el Khajiita haya acumulado a lo largo de los siglos "Z'abir Akar de Apocrypha" Un título que lo llevó a cometer atrocidades en nombre de su señor, atrocidades que harían que el aventurero no pueda dormir por las noches debido una culpa que lo perseguiría a donde sea que vaya. ¿Acaso valía la pena volver a un mundo donde ya no sería saludado como un camarada o un héroe, sino más bien como un monstruo?. Da igual no sirve de nada cuestionarse eso ahora, ya tendrá tiempo de sobra para pensar sobre esto durante la misión.
-¿De que debe Z'abir encargarse amo?- dijo con un tono seguro.
-Serás enviado a ese nuevo mundo, donde necesito que busques un lugar de gran poder mágico, el suficiente para hacer presencia de un aspecto mío- Respondió Hermeus Mora
-¿Planea conquistar este mundo?- Preguntó Z'abir.
-¡No seas ridículo mortal! ¡¿Que acaso me confundes por el bufón Molag Bal o el incompetente de Dagon?!- Gritó con tal magnitud el príncipe que hizo temblar todo el reino. -Quiero apropiarme de todo ese conocimiento desconocido que ese mundo pueda ofrecerme, su gente, historia, su magia. Conquistar el mundo sería contraproducente, destruiría toda posibilidad de nuevo conocimiento en el futuro y corromperá el ya existente. Mi presencia allí será la de un simple espectador, observando todo y robando todo conocimiento oculto y resguardado sin que se enteren de mi existencia.- Luego de desahogarse el príncipe tomó un largo suspiro y volvió a hablar -Una vez hayas realizado la conexión con mi reino te traeré de vuelta y podrás ser libre- Z'abir solo asintió con la cabeza en respuesta. -Ahora necesito que tomes nota de lo que estoy a punto de decirte- El khajita se paró sacando un pequeño diario del interior de su túnica. -Este mundo usa un sistema de magia diferente al nuestro, por ende no tendrás acceso a tus hechizos, seria ignorante pensar que los habitantes de estas tierras hablen alguna lengua como las que hay en Nirn, por eso te otorgare un pergamino, cuando una gota de sangre cae sobre ellos y lees el contenido del mismo se te otorgara automático conocimiento de su lengua, caligrafía y ortografía, úsalo con sabiduría. Vas a tener que llevar mi espada y Cetro para realizar la conexión, una vez que encuentres un lugar con altas cantidades de magia realizamos un hechizo de conjuración canalizando tu magia en esas armas, no tienes permitido usarlas para combate u otro propósito que no sea mi invocación. Llegar a ese planeta requiere de un gran sacrificio de poder, de eso te encargas tú, no quiero arriesgarme a una invasión por parte de alguno de los otros príncipes, por ende tus poderes tanto físicos como espirituales se verán debilitados, tu bendición como Dovahkiin seguirá existiendo, pero tu Thu'um será una sombra de su antiguo ser. Y por último tienes un límite de 15 días, convocaré una maldición en tu cuerpo que se activará si no completas tu misión para cuando el tiempo expire, una vez que termines el trabajo te la removeré. Tienes hasta el amanecer en Skyrim para prepararte ¿Alguna pregunta?- El Khajita se paró mirando a su maestro y con un tono respetuoso comenzó a hablar -Z'abir solo tiene una mi señor- Comenzó diciendo -¿Debe de mantener secreta la identidad del khajita y la suya amo?- Preguntó.
-Eso lo dejo a tu criterio, toma la decisión que te haga mas fácil completar la misión- Respondió el príncipe -Sin ninguna otra pregunta te dejare a que guardes las cosas que consideras necesarias y te veré en una hora mortal- Fue lo ultimo que Mora dijo antes de desvanecerse en un humo negro.
-¡Sah Roo Raat!- Gritó el khajita al dragón, haciendo que este se despierte.
-¿Que necesita Dovahkiin?- pregunto con la cabeza inclinada.
-Este necesita que lleves un mensaje a M'aik. Dile que Z'abir no volverá por un tiempo- Ordenó Z'abir, recibiendo afirmación por parte del dragón quien se alzó del suelo y comenzó a volar hacia la lejanía.
Era hora de empaquetar. Como Adalid del príncipe del conocimiento su armadura tenía que ser la que ya llevaba puesta, de otra manera Hermaeus Mora se enfureciera, hubiera sido mejor si tuviera la opción de llevar la armadura que Nocturna le ofreció, ya que no tendría acceso a su magia y tendría que arreglárselas con espadas y arcos, pero el odio de su maestro hacia la dama de las sombras es más grande que las estanterías de Apocrypha. Con un chasquido de dedos un portal apareció frente suyo, invocando a su sirviente daedra.
-Este requiere de pociones de soporte definitivas, raciones para 3 días, una mochila de piel de oso, una funda para bastones, otra para espadas, ambas hechas de cuero de netch, 3 lingotes de oro y su equipamiento de cristal con algunas flechas, solo las armas- Aclaró Z'abir, lo cual hizo que el daedra materializa un cofre de madera en sus manos entregándose a su amo Khajita.
Con otro chasquido de los dedos el portar volvió a aparecer llevándose de vuelta a su esquina de Oblivion al sirviente daedra dejando al sangre de dragón solo para poder organizar su pertenencias; Una espada y una daga de cristal, un arco del mismo material con 86 flechas de acero, 6 pociones de curación vigorosas y 4 de Aguante. Puso el bastón y la espada de Hermaeus Mora en sus respectivas fundas, atando la espada en la parte de atrás de la mochila y el bastón en la izquierda, guardando el sector derecho para su carcaj con flechas y el frente de la mochila para el arco, dentro de la mochila guardó sus raciones de comida, los 3 pergaminos que Mora le dio, los lingotes de oro y las pociones . Ahora solo faltaba esperar.
Aprovechando el tiempo Z'abir se sentó de piernas cruzadas para poder tratar de meditar, es algo a lo que se acostumbro hacer antes y después de cada misión, ayuda a mantener la cabeza fría y los pies en la tierra, fue uno de los últimos consejos que recibió de Paarthurnax. Inhalando y exhalando una gran cantidad de aire el Khajita empezó a relajar su cuerpo, algo complicado debido al hedor que emanaba del pútrido mar de Apocrypha, memorias comenzaron a aparecer en la cabeza del sangre de dragón, cuando la vida era simple y era considerado un héroe por la gente. Sus camaradas en Jorrvaskr, las cacerías con Aela, los concursos de bebida con Farkas y Vilkas y los banquetes con todos los miembros después de un mes de misiones exitosas. Sus compañeros en el colegio de Hibernalia, su amistosa rivalidad con el Khajita J'zargo, los experimentos de la elfa oscura Brelyna, y el nórdico Onmund tratando de comprender los hechizos de alteración más básicos y su maestro Toldfir un hombre tan paciente como sabio. Apenas su mente tocó la memoria de su maestro Z'abir empezó a recordar, a los Barbas grises, todo buen recuerdo que tenía con ellos era oscurecido por un fatídico día. Sangre... Y todo por nada, siquiera opusieron resistencia. Tal vez Z'abir nunca fue un héroe.
Su meditación fue interrumpida por la llegada de su maestro, se ve que estos problemas internos iban a tener que ser resueltos por el Z'abir del mañana. El khajita se paró mirando al príncipe
-Z'abir está listo para la misión amo- Dijo haciendo una reverencia.
-Perfecto- contestó Hermaeus, materializando un espejo negro frente suyo -Una vez lo active el espejo absorberá tu poder para poder funcionar, cuando sienta que sea suficiente estará listo para usarlo- Agregó, Z'abir solo asintió con la cabeza. -Pero antes- Hermaeus lanzó un tentáculo al pecho de su Adalid marcándolo con el reconocido símbolo de Oblivion.
Un vórtice violeta comenzó a formarse en el centro del espejo, absorbiendo un aura blanca, azul y anaranjada de Z'abir. El Khajita se sentía más débil cada segundo, se sentía cansado y mareado al mismo tiempo, una sensación similar a la de estar ebrio durante una resaca. debido al cansancio sus piernas se rindieron, cayendo directamente en el espejo siendo absorbido por este.
Z'abir estaba cayendo por un vació negro, liviano como una pluma, apenas manteniéndose despierto, cerrando los ojos por un momento y volviendo a abrirlos para ver que se encontraba en medio de un bosque casi anocheciendo, trató de pararse clavando las garras en uno de los arboles, tambaleando por el bosque con la mente perdida apoyándose en la flora local para mantenerse de pie, cada vez que parpadeaba se encontraba en otro lugar completamente diferente, su mente estaba fatigada, su visión nublosa y sus rodillas temblaban, incapaces de mantenerlo de pie, el gran y poderoso sangre de dragón cayó de hocico rendido al suelo. Dándose vuelta mirando ya al cielo nocturno, donde notó algo importante-
-¿Solo 1 luna?- Murmuró -Z'abir ya no se encuentra en casa- Y con esa última oración el khajita cerró sus ojos y cayó en un profundo sueño.
