Autor Original: InklingButterflies
ID: 4213211
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
La lluvia golpeaba el suelo como un tambor frenético, incesante en su asalto contra la tierra fría y compacta. Makoto vivía aislado en una casa pequeña – en una cabaña para ser precisos, rodeada por kilómetros ininterrumpidos de bosque. Las tormentas no eran algo infrecuente para la época del año y, de todos modos, había algo cautivador en las tormentas de verano. Así que las capas de lluvia no hicieron que Makoto se fuese a casa de inmediato. Había vivido en su soledad auto infligida durante aproximadamente un mes, en un intento por escapar del estrés de la vida en la ciudad. Solo planeaba quedarse tal vez otro mes como mucho. Había una delgada línea entre la paz y la soledad. Era una cuerda floja por la que Makoto había estado caminando durante algún tiempo. Y además, no podía seguir ignorando la vida real.
El río rugía, golpeando sus puños helados contra la orilla como un niño haciendo un berrinche. Makoto se sentó lo suficientemente atrás para no ser tocado por la fuerza enfadada de la naturaleza, mirando sin cesar y con sereno contenido. Pasó sus largos dedos por los húmedos mechones marrones con una leve sonrisa tirando de las comisuras de sus labios. No podía quedarse fuera durante mucho tiempo más, la tormenta no iba a amainar pronto y no pasaría mucho tiempo antes de que se pusiera el sol. Cuando llegó la noche, lo hizo rápido, cubriendo el bosque como una gran criatura desplegando sus alas. Makoto nunca dejaba de asombrarse por la crudeza de este mundo oculto. Todo parecía suceder con dureza, incluso el viento soplaba con más… libertad.
Makoto se puso en pie, estirando cada uno de sus músculos a su vez mientras se enderezaba su cuerpo. Por capricho, escaneó la orilla del río, y tal vez por pura suerte, tal vez no, vio algo retorciéndose en el barro. Inclinó la cabeza y parpadeó con sus grandes ojos verdes, confundido, preguntándose el porqué del movimiento. Le llevó otro instante el darse cuenta de lo que estaba viendo: luchando, fuera del alcance del agua, había un enorme bagre plateado. Su piel brillaba con el agua, la boca se abría y cerraba en su angustia. Era un espectáculo extraño, y Makoto no pudo evitar pensar que le pez debía ser hermoso en el agua. En la orilla, parecía lamentable y aburrido, resbaladizo por el barro y los escombros. Los ojos negros y brillantes se movieron con salvaje intensidad, y Makoto podría haber jurado que el pez hizo contacto visual directo con él. El pobre debió estar cerca de la superficie y haber sido arrojado fuera del río por las turbulentas aguas. Los bagres se alimentaban típicamente del fondo, fue un golpe de mala suerte.
Makoto tomó una decisión con un suspiro, los zapatos se hundieron en las fangosas orillas del río mientras se acercaba al extraño pez. Se agachó junto a la criatura, y pareció calmarse, aunque solo fuese por un momento, la boca todavía se abría y cerraba con desesperación por la falta de aire. Tentativamente, Makoto extendió una mano para tocar la piel del pez plateado y se estremeció ante la fría y pedregosa superficie. Se sacudió el frío y rodeó al pez con las manos, lo alzó y lo tiró con todas sus fuerzas de vuelta al río. Con su resonante chapoteo, el pez desapareció en las turbias aguas. No apareció ni volvió a aparecer, a pesar de que Makoto escudriñaba las aguas del río con atención. Decidió tomar esto como una buena señal y dejó que una amplia sonrisa adornara sus rasgos. Incluso si solo era un pez, Makoto se sentía feliz de haber sido de alguna ayuda, o al menos de haberlo intentado. Pero ahora mismo solo necesitaba llegar a casa y ponerse ropa seca. Se estremeció, sacudiendo un poco el agua de su pelo.
El hogar no estaba lejos, por lo que no fue demasiado complicado regresar, tal vez una caminata de diez minutos. Cuando llegó allí, el cielo ya se estaba oscureciendo y Makoto se dio una palmadita mental en la espalda por llegar antes del anochecer. Abrió la puerta de su acogedora morada y se quitó los zapatos y la ropa de abrigo, tarareando de placer mientras se quitaba cada capa. Después de cambiarse a una ropa más cómoda y comer algo de cenar, finalmente se sentó en el sofá de su sala de estar. Le llevó solo un momento el que sus párpados se volvieran benditamente pesados.
A la mañana siguiente lo despertó un ruidito fuera de su casa. Eso en sí mismo no era tan extraño, los animales deambulaban a veces, incluso tiraban cosas. Pero los animales, con total seguridad, no llamaban a la puerta de una manera tan educada.
Los animales no llamaban, para nada. Los humanos llamaban, y eso quería decir–
Makoto se puso de pie en segundos, con la mandíbula apretada por la ansiedad ante la repentina intrusión en su soledad. Respiró hondo y se dirigió hacia la puerta, con los músculos tensos, todavía medio dormido y mirando hacia el lugar. Se acercó a la puerta con cautela, porque por lo que Makoto sabía, estaba muy solo en su parte del bosque. Abrió la puerta, solo una rendija, sus ojos verdes mirando con aprensión hacia el exterior. Dos ojos azules se encontraron con su mirada fijamente. Makoto no estaba seguro de lo que esperaba, pero de alguna manera esto no. El visitante era, en la menor cantidad de palabras, hermoso. Tenía el pelo negro obstruyendo solo un poco su mirada, y una figura delgada que exudaba gracia. Su piel estaba pálida y sus labios tenían un pequeño fruncimiento. El visitante parecía tener la edad de Makoto y no parecía para nadie alguien con malas intenciones. Detrás del extraño, la lluvia todavía caía ligeramente, pero el sol brillaba obstinadamente. Le daba al extraño una especie de brillo, especialmente cuando sus labios se curvaron en una sonrisa vacilante.
"Hola" el visitante de pelo negro saludó a Makoto en voz baja y suave, sin ofrecer ninguna explicación por su llegada.
"Hola" respondió Makoto, "No pensé que nadie más viviese por aquí cerca, ¿eres un vecino?"
"Se podría decir eso" respondió el extraño encogiéndose de hombros, sin comprometerse.
"Soy Makoto Tachibana, es un gusto conocerte…" Makoto guardó silencio, esperanzado, inclinando la cabeza con una sonrisa amable.
"Haruka Nanase"
"Encantado de conocerte, Haruka" corrigió Makoto con una sonrisa "Como dije antes, no sabía que nadie más viviese cerca de aquí, me sorprende que no nos hayamos encontrado si vives lo suficientemente cerca como para venir andando hasta aquí. Con todo eso, ¿qué te trae por aquí?" preguntó Makoto cortésmente.
"Estoy perdido" explicó Haruka sin dar rodeos, encogiéndose de hombros de nuevo, pasando sus dedos por su pelo casualmente y estudiando a Makoto con sus grandes ojos azules.
"¿Perdido…? Oh, debí haberme dado cuenta antes – lo siento, por favor, pasa, ¿quieres usar mi teléfono? Espero que no estuvieses perdido toda la noche también, esa tormenta fue asesina" se compadeció Makoto, dejando pasar a Makoto al interior.
"No, gracias. No quiero entrometerme. Me iré pronto" murmuró Haruka en voz baja mirando alrededor de la pequeña casa de Makoto.
Afuera, las nubes de tormenta habían comenzado a aparecer, como lobos silenciosos acechando su presa.
"Por favor, siéntete como en casa, estaba a punto de preparar el desayuno, ¿ay algo que pueda prepararte?" ofreció Makoto, cerrando la puerta detrás de Haruka y siguiéndole hacia la cocina.
"Caballa"
"¿Caballa?"
"Mm" gruñó Haruka asintiendo, acompañado de un encogimiento de hombros.
"Ah, supongo que puedo hacer eso, por supuesto que puedo" el hombre de cabello castaño asintió con una ligera inclinación de cabeza. Se sintió muy afortunado de estar muy abastecido de comida. Había estado usando la caballa como cebo para pescar en el río, pero también era una buena comida.
Haruka asintió de manera silenciosa, sentándose en el sofá donde Makoto había estado durmiendo hace unos momentos, cerrando los ojos, relajado. Mientras Makoto se apresuraba hacia la cocina, que estaba en la misma habitación que la sala de estar, miró al extraño visitante varias veces. A Makoto le habían dicho antes que era demasiado amable, y ahora lo acababa de hacer una vez más invitó a un completo extraño a su casa. Por lo que sabía, Haruka podría ser una especie de asesino con hacha.
La siguiente vez que miró, Haruka se encontró estoicamente con sus ojos "Pareces nervioso. No soy un asesino en serie, si eso es lo que te preocupa"
Makoto lo miró boquiabierto por un momento a su invitado, y luego se echo a reír, con los ojos brillantes "¡No, no, por supuesto que no! Siempre he sido demasiado confiado para mi propio bien. Creo que ya veré si necesito repensar en eso"
Haruka no le devolvió la risa, pero sus labios se movieron como si quisiera sonreír, y Makoto se sintió un poco victorioso por eso. El olor a comida pronto llenó la casa y animó aún más a Makoto.
"Ven a comer, Haruka" invitó Makoto al otro con un gesto de la mano "La comida está lista, lo siento si no está muy buena, no estoy acostumbrado a cocinar con caballa"
Haruka se puso lentamente en pie, luego caminó hacia la cocina, sentándose en la pequeña mesa "Gracias por la comida" murmuró antes de tomar un delicado bocado "Está bueno, Makoto"
Makoto le sonrió; no se había dado cuenta antes, pero Haruka hasta ese momento no había usado su nombre en absoluto "Me alegro"
Comieron en relativo silencio hasta que sus platos estuvieron vacíos. El silencio fue roto por un retumbar bajo que agitaba el aire. Un trueno. Fue seguido rápidamente por una fuerte lluvia que golpeaba los cristales de las ventanas. Haruka parecía molesto por el cambio de clima. Makoto podía entender por qué, tenía que encontrar el camino a casa eventualmente, y sería más difícil en una tormenta.
"Oh, mira eso" dijo Makoto "Otra tormenta. Sería un mal anfitrión dejándote ir a casa con este clima, Haruka. Espero que esto no te moleste demasiado, pero seguramente sería mejor si te quedases aquí hasta que cese" en lugar de dar una respuesta, Haruka asintió y dejó salir un sonido afirmativo. Makoto lo tomó como un sí y se emocionó "Me alegro. ¿Qué tal si vemos una película o algo?" ofreció.
Otro asentimiento, y Makoto podría haber jurado que vio una pequeña sonrisa en el rostro del otro hombre ante la oferta, pero era difícil decirlo. Limpiaron la mesa y regresaron a la sala de estar, donde Makoto se agachó frente a un mueble para revisar su selección. Tenían hasta que la tormenta amainó, así que se encogió de hombros y agarró algo al azar.
Terminaron viendo una película artística sobre el agua. Haruka pareció disfrutarlo, y eso hizo feliz a Makoto. Apenas conocía al hombre, pero ver felices a los demás lo hacía feliz, fuese extraño o no. Cuando terminó, era hora de almorzar, y Makoto de alguna manera no se sorprendió cuando Haruka insistió en que comieran caballa nuevamente. Los dos se llevaban bastante bien, aunque Haruka era mucho más reservado. No fue sino hasta después de algunas películas más y un comentario casual sobre la duración de la tormenta que Haruka pareció darse cuenta de cuánto tiempo había estado ahí.
"Oh. Se hace tarde. Tengo que irme" eso fue todo lo que ofreció, de pie en medio de una película, luciendo tan estoico como siempre.
"La tormenta solo ha empeorado…" se preocupó Makoto, levantándose y mirando por la ventana después de pausar la película "¿Estás seguro de que puedes llegar a casa? Dijiste que estabas perdido"
Haruka hizo una pausa durante un momento, antes de repetir de nuevo "Tengo que irme"
"¿Sabes qué tan lejos estás de casa? Mi coche está aparcado a poca distancia de aquí, puedo llevarte a donde necesites ir. O incluso ayudarte a encontrar el camino a casa. No me sentiría bien simplemente dejándote en el bosque" Makoto frunció el ceño ante la idea. Realmente no había esperado que la tormenta de verano durara más de una o dos horas, y mucho menos todo el día.
"No, gracia. Tengo que irme" ya caminaba hacia la puerta. Haruka ni siquiera había aparecido con un abrigo.
"Entonces, déjame ir contigo o coger uno de mis abrigos. ¡Un paraguas al menos!" insistió Makoto tenazmente.
"En verdad no. Ya has sido lo suficientemente amable conmigo" Haruka cogió el pomo de la puerta, mirando por encima de su hombro con una expresión fría y neutra en su rostro "Por favor, no te preocupes por mí, Makoto" entonces la puerta se abrió y se fue, cerrando la puerta tras él.
Makoto se quedó con la boca abierta, confundido y sobresaltado por la repentina partida de su invitado sorpresa. No estaba muy seguro de qué pensar de la extraña llegada o partida de Haruka. Así que simplemente suspiró, sacudiendo la cabeza. No era como si el otro hombre fuese incapaz de cuidarse a sí mismo… probablemente. Pero no pudo evitar preocuparse. Estaba en su naturaleza, o eso le habían dicho.
Makoto miró por la ventana durante unos buenos diez minutos después de que Haruka se fuera, en caso de que el pelinegro se arrepintiese, tan perdido y empapado como Makoto se lo imaginaba. Eventualmente, sin embargo, Makoto se obligó a dejar de preocuparse por eso. Principalmente. El sol se puso y Makoto se preparó la cena. Cualquier cosa menos caballa, decidió. Dos comidas de cada tres eran suficientes.
Después no había nada más que hacer que dormir. Esta vez subió a su habitación, acurrucándose bajo suaves mantas y protegido por un ejército de almohadas. El sueño no fue tan fácil como la noche anterior. Su mente estaba analizando el día. No podía desconectarse. Seguía pensando en Haruka. Qué hombre tan extraño había sido al aparecer y marcharse tan descaradamente. Sin más explicaciones que estar perdido, y no había mostrado ningún tipo de preocupación al irse. Makoto decidió que seguramente estaba pensando demasiado en toda la situación, después de todo, no había tenido mucho contacto social cara a cara últimamente. Solo por teléfono, y esa vez que Rei y Nagisa vinieron a ver cómo estaba y asegurarse de que estuviera completamente abastecido.
Seguramente sentían que tenían que ver como estaba. Makoto estaba en su aislamiento por sugerencia de su terapeuta. De acuerdo con él, el caos de la ciudad había llevado a Makoto a estar estresado y ansioso, y lo que realmente necesitaba era algo de tiempo para sí mismo, para simplemente existir. Se sentía mal por ser una carga para sus amigos, pero era de algún modo inevitable. Insistían en pasarse a menudo. La paz solamente es buena hasta cierto punto, como Nagisa había dicho tan filosóficamente un día. Se suponía que estaba deseoso de contacto humano, lo cual explicaba su decepción por la marcha de su nuevo – se atrevía a decir, amigo.
Makoto decidió que no le importaría si Haruka aparecía de nuevo mañana. Sobre todo porque eso sería la prueba de que no fue comido por un oso. La tormenta no amainó durante otra hora. Makoto no durmió mucho esa noche.
La mañana llegó lentamente. El cielo estaba claro y azul, pero el sol se tomó su tiempo para extender sus rayos a través del bosque. Las hojas de los arboles brillaban con el agua, las gotas de rocío corrían por las venas de las hojas hasta formar charcos demasiado pesados para soportarlos, después, como copas verdes las hojas se inclinaban y vertían el agua. La tormenta había afectado a los árboles más jóvenes, que ahora se inclinaban como pidiendo misericordia a la madre naturaleza. La hierba estaba mojada, el agua se acumulaba donde no podía introducirse en el suelo.
Makoto se despertó tan lentamente como el sol, aturdido, volviendo un poco a la conciencia a la vez que el peso del sueño desaparecía. Parpadeó cansado ante la pálida luz del sol, estirando los brazos por encima de la cabeza. Abrió mucho la boca y bostezó. El joven se rió para sí mismo; la casa todavía olía a caballa. El olor devolvió la preocupación de la noche anterior, aunque en menor grado. No era asunto suyo si un extraño tenía que estar en algún lugar.
Se puso una bata distraídamente, se frotó los ojos y se dirigió a la cocina. Al menos esta mañana podría hacer o que quisiera. Dios, ¿quién necesitaba desayunar?
"Oh. Estás despierto. El desayuno casi está listo" y ahí estaba, el cabello oscuro, mojado y desordenado, lanzándole una mirada por encima del hombro a Makoto. Haruka Nanase. Visitante misterioso. Y aparentemente también un intruso.
"Ah…" Makoto no estaba muy seguro de qué hacer en esa situación. Parpadeó un par de veces para asegurarse de que no estaba imaginando cosas. Y todavía estaba Haruka mirándolo con impaciencia. ¿Haruka realmente tenía derecho a parecer molesto? Makoto no estaba seguro de si sentirse aliviado por el hecho de que el hombre no había muerto, o estar enfadado por todo el asunto del allanamiento de morada "Pensé que había cerrado la puerta, qué gracioso" murmuró Makoto con frialdad.
"Lo hiciste" Haru se encogió de hombros, volviéndose hacia la sartén en el fuego que contenía la caballa, por supuesto. Eso explicaría el olor.
"Tú…eh… ¿te colaste?" instó Makoto con una risa nerviosa, retorciéndose las manos.
"Mm. Te debía una comida" explicó Haru casualmente "No quería despertarte. Dejé la llave de repuesto debajo de la alfombrilla de la entrada. Creo que la caballa está lista"
¿Había realmente algo que hacer al respecto? La conclusión era que Haruka estaba al menos vivo, y no se había colado realmente, por lo que no era tan importante. Pero tenía que admitir que era un poco desconcertante que este hombre, prácticamente un extraño, acabara de entrar en su casa mientras dormía. Era mejor no pensarlo demasiado.
Makoto se acercó a Haru con una sonrisa dudosa "¿Llegaste bien a casa anoche? Odiaría saber que pasaste demasiado tiempo buscando el camino a casa"
"Sí. No vivo lejos. ¿Quieres caballa o no?" cuestionó Haru con impaciencia, sirviendo el pescado en dos platos.
"Yo, eh, supongo que sí" respondió Makoto en voz baja, cogiendo un plato de los de Haru, intentando parecer agradecido más allá de su aprensión.
"Parece que esperas que te mate. Como dije ayer, no tienes que preocuparte por eso" le aseguró Haruka al otro hombre con su voz baja y firme. Era una voz bastante reconfortante si Makoto alguna vez hubiese escuchado una.
Se sentaron juntos en el sofá, dejando una distancia respetable entre ellos. Cuando Makoto le dio un mordisco, sonrió "Creo que eres mejor cocinando la caballa que yo"
Los labios de Haruka se alzaron lentamente ante el cumplido "Debe ser suerte. No cocino"
"¿De verdad? Estoy sorprendido. Entonces, ¿a qué dedicas tu tiempo?" preguntó Makoto, manteniendo su tono ligero y amigable. Tenía la sensación de que Haru no era tan bueno con los extraños, por l que consideraba que era su deber tranquilizarlo, incluso si había entrado sin más a su casa.
"Nadando" respondió Haruka con sinceridad, mirando intensamente su comida.
"¿En eso?" bromeó Makoto.
"Sí"
"Yo también solía nadar, en mi equipo de la secundaria. ¿Nadaste en un equipo? Si lo hiciste, ¡tal vez hemos nadado juntos y ni siquiera lo sabíamos!" sugirió Makoto con una sonrisa juguetona.
Haru le devolvió la sonrisa con una mirada desdeñosa "No. No nadé en un equipo"
"Oh. Si te gusta tanto nadar, ¿por qué no? ¿Supongo que es que no te gusta el aspecto competitivo?" preguntó Makoto, más solo para entablar conversación a estas alturas.
"Nunca he tenido acceso a un equipo de natación" explicó Haruka con simpleza, lentamente, como si Makoto lo necesitara deletreado.
Las cejas de Makoto se alzaron "Eso lo explicaría. ¿A dónde fuiste?"
Haruka hizo una pausa durante un momento, frunciendo los labios pensativamente "En ningún lugar del que hubieras oído hablar. Está… muy lejos"
"Yo fui a la preparatoria Iwatobi. Era un buen instituto, pero no puedo decir que no me haya sentido aliviado de haber terminado con las clases a estas alturas" siguió divagando Makoto, solo conversando. Cualquier momento de silencio se sentía incómodo, ya que los dos apenas se conocían. Makoto estaba a punto de empezar a hablar de nuevo, pero cuando miró a Haru, el hombre se había entretenido con un libro que había encontrado en la mesa auxiliar. Makoto se rio por dentro y negó con la cabeza, recostándose y cerrando los ojos. La inquieta noche lo había dejado exhausto y ponto se encontró al borde del sueño y la vigilia.
"Cuéntame más sobre tu equipo de natación y tu escuela secundaria" murmuró Haruka, sacando a Makoto de su sueño.
"¿Mm?" bostezó Makoto mientras se estiraba, descubriendo con un rubor avergonzado que estaba apoyado contra Haruka. ¿Cuánto tiempo había pasado? Le llevó un segundo encontrar su voz, y se enderezó para no apoyarse en Haru "¿Mi equipo de natación…? Bueno, éramos solo un equipo pequeño. Estábamos yo, Nagisa, Rei y Rin. Éramos un buen equipo. El relevo siempre fue lo nuestro" hizo una pausa, haciendo un ruidito pensativo "Iwatobi en sí… no hay mucho que decir al respecto. Era como cualquier otro instituto, supongo. No tengo ninguna queja, y no cambiaría a mis compañeros de equipo por nada en el mundo, creo que estuvo bastante bien"
Haruka parpadeó mirándole, luego cerró los ojos sin responder la respuesta de Makoto, apoyando su cabeza contra el respaldo del sofá. El libro que había empezado a leer estaba colocado de nuevo en la mesa auxiliar, cerrado con cuidado.
"¿Tienes la secuela de ese libro?" preguntó Haruka en voz baja.
"¿Ya lo terminaste, Haruka?"
"Mmm. ¿Tienes el siguiente libro?"
"Sí. ¿Quieres llevártelo a casa?" ofreció Makoto, levantándose para ir a buscarlo.
"No, está bien. Lo empezaré mañana"
¿Significaba eso que Haru planeaba regresar al día siguiente? El pensamiento mandó un escalofrío por la espalda de Makoto "Está bien. Lo siento, parece que me dormí durante el almuerzo. Espero que no tengas mucha hambre"
"No te preocupes. Me comí la caballa sobrante"
Seguro que Haruka sabía cómo sentirse como si estuviese en casa. Makoto chasqueó la lengua de manera burlona "Supongo que eso significa que tengo que prepararnos algo para la cena"
"No. Me tengo que ir"
Makoto asintió distraídamente "Está bien. ¿Estás bien volviendo por tu cuenta esta noche?"
Haruka le devolvió el asentimiento y se puso en pie, dirigiéndose hacia la puerta "Gracias por permitirme pasar el día aquí"
"Eres bienvenido en cualquier momento"
Haruka terminó toda la serie de cuatro partes durante la siguiente semana. Entre capítulos, hizo un sinfín de preguntas sobre la vida de Makoto en la ciudad. Cada detalle parecía ser algo nuevo y fascinante para Haru. Especialmente parecía encontrar cautivadora la idea del equipo de natación de Makoto. Y sin embargo, nunca respondió ni una sola de las preguntas de Makoto con nada más que una vaga señal de descarte. Incluso cuando Makoto se abrió al extraño hombre, Haru seguía siendo un misterio tranquilo y plácido.
"¿Por qué estás aquí?" pregunto Haruka de la nada, sacando suavemente a Makoto de sus cavilaciones.
"¿Qué quieres decir?" preguntó Makoto llevándose su mano a la boca para reprimir un bostezo.
"No veo por qué estás aquí, en mitad de la nada. Vives muy lejos, así que, ¿por qué?" explicó su pregunta Haruka, parpadeando con sus suaves ojos hacia Makoto.
"Podría preguntarte lo mismo" eso hizo que Haru inclinara la cabeza y parpadeara extrañado, lo cual hizo reír a Makoto, pero se aclaró la garganta y continuó "Yo, eh, tengo ciertas dolencias que me hacen necesario venir durante el verano, para alejarme del estrés de la ciudad. Seguramente tendré que irme en unas semanas"
"Oh" dijo Haru en respuesta, y Makoto no se perdió la mirada abatida que Haruka dirigió hacia el suelo. ¿No era esa la respuesta que estaba buscando? ¿O estaba triste porque Makoto tenía que irse pronto?
"Es casi la hora de la cena. No puedo tentarte para que te quedes a comer algo, ¿verdad?" ofreció Makoto esperanzado, con una dulce sonrisa.
Haruka pareció considerar la oferta durante un largo momento "Está bien"
Makoto no pudo contener su sonrisa victoriosa; esta sería la última vez que Haruka se había quedado desde entonces. Y se encontró deseando que el otro hombre se quedase más tiempo. El pensamiento hizo que sus mejillas ardieran y su mente burbujeara como si estuviera intoxicado.
"¿Qué tal suena un picnic, Haru? Puedo hacer unos sándwiches y podemos encontrar un lugar agradable en el bosque. Ni una nube en el cielo, y el sol estará en lo alto todavía durante un rato" tal vez incluso pudieran ver la puesta de sol juntos, y eso hizo que el corazón de Makoto palpitase de alegría.
"Vale" Haru estuvo de acuerdo con una vacilación mínima.
Juntos hicieron un par de sándwiches, por supuesto que Haru incluyó la caballa a la parrilla, lo que ni siquiera hizo que Makoto alzase una ceja. Entraron en un ritmo cómodo, moviéndose por la cocina como bailarinas, metiendo cosas en una bolsa. Solo les llevó unos diez minutos, pero pareció más largo, una eternidad agradable entre los dos jóvenes.
Makoto se puso un jersey fino en caso de que pasase frío al ir avanzando la noche, y los dos salieron. Hacía calor, pero una brisa fresca les revolvía el pelo cómodamente. Sus zancadas pasaron a ser pasos tranquilos, y ninguno rompió el silencio, salvo por alguna ramita rota ocasional. No se alejaron mucho de la cabaña, tal vez una caminata de dos minutos hacia el prado entre la casa de Makoto y el bosque. Era exuberante, verde y salpicado de flores silvestres, incluso crecían fresas silvestres si sabías dónde buscar. Se asentaron junto a una roca lisa, los lados gastados salpicados de fósiles de crustáceos que habitan en el agua. En un momento, el lugar debió de haber estado bajo el agua.
Se inclinaron contra la fría piedra, siempre con un cortés espacio entre ellos que Makoto miró con disgusto. A pesar de todo el trabajo que habían invertido en su comida, ninguno de los dos tenía mucha hambre.
"Cuéntame más sobre la ciudad" murmuró Haru, mirando a Makoto con un intenso escrutinio que lo hizo sonrojar.
"¿Qué quieres saber? Ya te he dicho muchas cosas, no estoy seguro de cuánto más hay que contar"
"Quiero saber… todo. Cuéntame cómo son tus días" preguntó Haru.
"Ah… me temo que no es muy interesante" casi para ahí, pero Haru se veía tan dulce e inocente, una mezcla de curiosidad y alegría en su mirada aguada "Soy dueño de una tienda de equipo para natación. Todo lo que hago es trabajar allí todos los días. A veces camino por el parque durante el almuerzo y otras veces me reúno con mis amigos" hizo una pausa, suspirando con nostalgia "Los martes después del trabajo voy al médico, y los viernes trato de salir a tomar algo, pero no siempre resulta así. Hay tanto que hacer"
"¿Cómo encontraste tiempo para venir aquí?"
"Nagisa y Rei se están encargando de la tienda durante el verano. Al menos dijeron que intentarían mantenerla abierta un par de veces a la semana" Makoto se rió entre dientes "Han hecho tanto por mí, no sé cómo se lo pagaré cuando regrese"
Haru guardó silencio durante mucho tiempo, y juntos se limitaron a mirar al cielo, recogiendo distraídamente las flores de colores brillantes. Cuando habló fue suave y dudoso "Viniste aquí para estar solo, ¿verdad?"
Makoto miró a su amigo y respondió con un encogimiento de hombros evasivo "Supongo que es una forma de decirlo"
"¿Estoy…interfiriendo en la razón por la que viniste aquí?"
Makoto casi se rió a carcajadas, pero se contuvo "¡No-! Por supuesto que no. Vine aquí buscando paz y calma, si acaso me has ayudado con ello"
La brisa se convirtió en viento, levando el olor de la distante lluvia, y Makoto notó la forma en que Haru temblaba. Sonrió y se quitó la chaqueta, colocándola suavemente sobre los hombros de Haruka. Al principio, Haru parecía aprensivo por aceptar la oferta, pero se relajó ante el calor corporal residual que ofrecía. Sintiéndose conforme, Makoto tiró de Haru suavemente hacia él, permitiendo que el pelinegro descansase su cabeza en su hombro, envolviendo con su brazos la figura de Haruka.
Se quedaron así durante mucho tiempo, viendo cómo el cielo florecía con tonos pastel brillante. Makoto se encontró incapaz de mantener los ojos abiertos, y cuando las últimas luces del crepúsculo se retiraron sobre el horizonte, se durmió.
"Estás haciendo esto mucho más difícil de lo que tiene que ser… Makoto…"
Cuando Makoto se despertó, estaba solo. Su chaqueta estaba cuidadosamente doblada junto a la bolsa de comida intacta. ¿Cuándo se había ido Haru? Se sintió engañado, se quedó dormido a su lado y se despertó con nada más que dolor por apoyarse contra la fría piedra durante demasiado tiempo y un sonrojo persistente en sus mejillas al pensar en la noche anterior.
Apenas era de mañana, y Makoto regresó a su casa todavía pesado por la niebla del sueño y, agradecido, cayó en un profundo sueño en su sofá. Durmió todo el día, pero cuando se despertó esa noche, la casa olía a caballa y había una manta tendida sobre él de manera extraña. Makoto sonrió, preguntándose cómo Haru siempre parecía encontrar esa maldita llave de repuesto. No es que le importara. El sueño llegó con más facilidad esa noche, las mejillas aún ardían y una sonrisa permaneciendo en sus labios.
Lentamente, como un conejo saliendo de su madriguera, Makoto comenzó a convencer a Haru de que se quedara hasta más tarde por la noche. Era egoísta, lo sabía, y le preocupaba que Haruka llegara a casa en la oscuridad, pero el otro hombre nunca pareció pensarlo dos veces. Era gracioso, había llegado a la casa de Makoto perdido y empapado hasta los huesos hace dos semanas, y ahora podía encontrar el camino de regreso en la noche oscura, con tormenta o sin nubes. Se había convertido en un hábito, sentarse en el porche para ver la puesta de sol y luego las estrellas. Pero nunca fueron al prado o más allá desde la noche del picnic. Ninguno de los dos mencionó ese día. Makoto estaba un poco preocupado por haber podido sobrepasar los límites de su amigo. Aunque a Makoto no le importaría repetir ese día, y lo había hecho, vergonzosamente a menudo, mientras dormía.
Eran alrededor de las siete de la tarde y la pareja estaba sentada en el porche, lo suficientemente cerca para que pudieran sentir el movimiento del otro. Tenían una manta envolviéndoles, y por una buena razón. Era una tarde fría, precursora del otoño. La estación más fría avanzaba más rápido de lo que debería, pero no podían hacer nada más que ver las puntas de las hojas volverse rojas y anaranjadas. Ninguno quería reconocer el hecho de que su tiempo juntos estaba llegando a su fin, más rápido de lo que habían anticipado.
"Pronto será septiembre" suspiró Makoto, abatido.
"Mmm" dijo Haru mostrando su acuerdo, igualmente triste.
"Así que el amanecer se convierte en día; nada dorado puede permanecer" citó Makoto, mirando hacia el cielo en tonos oscuros.
"Robert Frost" murmuró Haruka, inclinando la cabeza hacia Makoto.
"Me di cuenta de que un libro de sus poemas estaba en la mesa de café hace unos días. ¿Disfrutaste de su trabajo?" preguntó Makoto.
"Nunca había visto algo así. No tengo la oportunidad de… leer mucho"
"Eso es una lástima. Tengo una colección mucho más extensa de obras en la ciudad. Ojalá pudiera mostrártela. Probablemente encontrarías algo de tu agrado ahí" suspiró Makoto con nostalgia. Pero la idea de la vida de Haru y Makoto en la ciudad no encajaba bien, así que descartó la idea.
Haruka tampoco parecía estar muy cómodo con la idea, ignorando por completo la declaración "¿Qué hacías antes de que nos conociéramos?" preguntó.
"¿Te refieres a cómo pasaba mis días aquí antes de que aparecieras?" Haruka asintió con la cabeza en su ascenso "Bueno, leía mucho, todavía lo hago, supongo. Caminaba, pescaba. Estaba tranquilo, pero un poco aburrido después de un tiempo. Me alegra que aparecieras cuando lo hiciste"
Ambos miraron hacia arriba mientras las estrellas comenzaban a brillar sobre ellos, llenando el oscuro cielo con puntitos de luz. No muy lejos, en el prado, comenzaron a aparecer luciérnagas. Hacía que pareciese que el cielo no se acababa cuando alcanzaba el horizonte, como si estuviesen sentados frente a un abismo lleno de estrellas. Aparte de unos pocos murciélagos que salieron a cazar, el cielo permaneció perfectamente despejado. Fue uno de los momentos en los que Makoto desearía poder vivir para siempre, sin tener que preocuparse por el mundo real fuera de su pequeña y tranquila burbuja.
"¿Te sabes más poesía de memoria?" preguntó Haru de repente, mirando a Makoto inquisitivamente.
Makoto sonrió en respuesta y comenzó a hablar en un suave y tranquilo murmullo "El amanecer es tenue en el agua oscura y suave, suave y apasionada, oscura y dulce. El propio yo del amor era la hija del profundo mar, hermosa e impecable de la cara a los pies, saludo de todos cuando el mundo era dorado, amado de amantes cuyos nombres en deuda estremecen los ojos de los otros como la luz de antaño; días más alegres que su vuelo rápido. Así cantaron: pero para los hombres que la aman, las almas que no escuchan su palabra en van, la tierra a su lado y el cielo sobre ella, parecen sombras que crecen y menguan. Más suaves que las del sueño son las caricias del mar, más amables que el amor que traiciona y bendice, más suaves que la primavera cuando sus cabellos floridos sacuden la luz del sol y brillan con la lluvia" recitó lentamente. Tenía la sensación de que Haruka disfrutaría de esta; se llama A Swimmer's Dream, de Algernon Charles Swinburne. Era uno de los favoritos de Makoto.
"Toda la fuerza de las olas que parecen se alzan bajo mí y ríe y suspira. Suspira por el amor de la vida que atesoran, ríe al saber que vive y muere, muere por la alegría de su vida, y vive emocionada de alegría que su breve muerte da – muerte cuya risa o cuyo aliento perdona el cambio que la invita a calmarse y elevarse" sin embargo, Makoto solo conocía la primera parte, y un poco de la última – era su parte favorita – aunque ya hacía años, de todos modos. Era algo ridículo.
Pero cuando Makoto miró hacia abajo para ver si a Haru le había gustado su elección, el otro hombre estaba durmiendo, con la cabeza apoyada en el pecho de Makoto. Makoto sonrió, dándose cuenta de que era la primera vez que veía dormir al otro hombre. Se veía mucho… más tranquilo, tan inocente y sereno. Decidió dejar dormir a Haru hasta que fuera el momento de irse.
El tiempo transcurría al paso de un río, tanto rápido como lento, tranquilo y, sin embargo, agitado como la persecución de un cazador. Los días se desdibujaron en momentos felices interrumpidos solo por las marchas de Haru. Siestas de una hora en el sofá, y leyendo poesía que ninguno de los dos entendía realmente, recogiendo flores del prado como aturdidos estudiantes de secundaria; Makoto era mayormente el que recogía, aunque a Haru nunca parecía importarle que le ofrecieran ramos improvisados y caballa, por supuesto. Después de tres semanas de todo eso, dudaba que alguna vez fuera capaz de eliminar el olor de la casa.
El reloj pasó de las 8:59 a las 9:00 y Haruka se levantó, sin siquiera mirar la hora "Tengo que irme ya" era lo mismo todos los días. Con el tiempo, se quedó más rato, pero funcionaba con la rutina de una máquina. Nunca se quedaría un rato más pasadas las nueve.
"¿Me dejas acompañarte a casa?" ofreció Makoto con una suave sonrisa mientras también se ponía en pie. Había comenzado a sospechar de Haru, tenía que preguntarse si tal vez el hombre no tenía un hogar. Le preocupaba mucho.
"No. Has sido muy amable conmigo, pero puedo llegar a casa por mi cuenta" declinó la oferta Haruka cortésmente, como siempre hacía cuando Makoto mencionaba la idea.
Era una tarde clara, ni una nube estropeaba el cielo cada vez más oscuro. Habría sido la noche perfecta para un paseo bajo las estrellas, una noche para disfrutarla en familia, con amigos y enamorados. Hubiera sido bueno compartir esa belleza con Haru por más tiempo, dormir junto en el sentido más inocente de la frase bajo la estrella hasta el amanecer. Pero no todas las noches pueden ser noches de contemplación de las estrellas, serenidad y poesía.
"Está bien, Haru. ¿Volverás mañana?" preguntó Makoto, como siempre hacía.
"Sí"
"¿Lo prometes?" instó Makoto en broma, pero la preocupación entrelazó sus palabras sin lugar a dudas.
"Lo prometo" Haruka repitió sus palabras en voz baja mientras abría la puerta, dejando que el olor de la lluvia distante bañase la casa con el viento de verano, recordándoles a ambos la tormenta que había marcado su primero encuentro. Habían pasado tres semanas desde entonces, y muchas cosas habían cambiado en ese tiempo. Ya no sentían la necesidad de llenar los silencios con pequeñas charlas. No tenían que forzar las conversaciones o las risas, y las sonrisas que Haru ofrecía parecían cada vez más genuinas.
"Bien. Cuídate, ¿de acuerdo?" Makoto abrazó a Haru, a pesar de la forma en que Haru parecía no reaccionar siquiera ante la acción antes de girarse y marcharse, cerrando la puerta tras él.
Makoto esperó un momento, conteniendo la respiración y luego alcanzó el pomo de la puerta y lo giró con cautela. Respiró profundamente el aire limpio a causa de la lluvia y salió. Iba a seguir a Haru esta noche, por si acaso. Si el hombre entraba en su casa, Makoto simplemente se daría la vuelta y se iría a casa, pero si sus preocupaciones acababan siendo ciertas… bueno, Makoto pensaría en eso entonces. Se puso los zapatos y salió antes de perder de vista a Haru.
Para cuando Makoto lo empezó a seguir, Haru estaba desapareciendo en el bosque. Para el momento en que Makoto empezó a seguirle, Haru estaba desapareciendo en el bosque. Sin embargo, Makoto mantuvo el paso, y pronto se sorprendió al descubrir que Haru se estaba saliendo del camino, yendo hacia el bosque más espeso. La preocupación floreció en el pecho de Mako, y se estremeció ante la idea de que Haruka en realidad no tuviese hogar. Seguía esperando que Haru simplemente se sentara o algo así, pero siguió caminando a un ritmo seguro hacia el frente. De repente, Makoto estaba teniendo problemas para seguir el ritmo confiado de Haru, cada vez más rápido a medida que pasaba el tiempo y, poco a poco, Makoto comenzó a creer que tal vez realmente tenía un destino en mente, pero si en realidad era una casa o no, seguía siendo la pregunta en la mente de Makoto. Solo el tiempo lo diría.
Cuando emergieron junto al río, Makoto esperaba que Haru se girase y caminase por el río. ¿Quizás encontró el camino a casa usando el río? Tiene sentido. Pero Haru no se detuvo, siguió caminando hasta que estuvo hasta los tobillos en el agua. Makoto permaneció escondido detrás de unas rocas tras la línea de los árboles, con los ojos muy abiertos por la confusión. Cuando Haruka se detuvo, Makoto contuvo la respiración, temiendo que lo hubiese escuchado, pero luego Haru siguió adentrándose más en el agua. ¿Un baño nocturno, tal vez? Le había dicho a Makoto que, después de todo, amaba el agua. ¿Pero en las turbulentas aguas del río? ¿Totalmente vestido? De vez en cuando la calmada agua rompía contra las rocas irregulares y el agua burbujeaba blanca a su alrededor. El agua alrededor de Haruka estaba tan quieta como un espejo, se detuvo de nuevo hasta que no quedaron ondas de sus temblorosos pasos. Ahora estaba hasta las rodillas, todavía completamente vestido, sin temblar, sin mover un músculo. Luego, con un movimiento elegante y fluido, se sumergió, arqueándose sobre el agua durante un momento antes de desaparecer bajo la superficie, creando solo diminutas ondas sobre la superficie del río.
Makoto se encontraba conteniendo la respiración una vez más, esperando a que su amigo resurgiera. Pasó un minuto, luego dos, y Makoto acabó dirigiéndose hacia la orilla del río, con la boca ligeramente abierta y la respiración entrecortada. ¿Dónde estaba Haruka? Las aguas permanecieron felizmente tranquilas, acariciando la orilla como un amante. ¿A dónde narices se había ido? ¿Seguro que no se lo había perdido saliendo por otro lado? Otro minuto, temblando y jadeando junto a la orilla, los ojos barriendo frenéticamente la superficie del río. ¿Había sido el agua demasiado poco profunda? ¿Se había golpeado la cabeza? Las posibilidades eran infinitas pero, ¿no habría flotado al quedar inconsciente? Makoto no afirmaba saber mucho de estas cosas, pero trató de racionalizarlo.
"¡Haru!" gritó Makoto con preocupación en la oscuridad, hacia el otro lado del río "¡Haruka!" se escuchó el quejumbroso ulular de una lechuza lejana respondiendo a sus gritos.
Se echó hacia atrás cuando el agua tocó sus zapatos, sin darse cuenta de que todavía seguía caminando hacia adelante. Makoto se miró los pies durante un largo momento, viendo el agua apenas rozar sus dedos. ¿Había visto a su amigo sumergirse en su desaparición? ¿Fue… así de simple? ¿Solo un movimiento fluido y seguro en el agua? Haruka había hecho que la acción pareciera tan simple, tan fácil de imitar.
"¿Haru?" gritó Makoto de nuevo, más tranquilo, con menos urgencia, pero aún con un toque de consternación "Oh, dios mí, Haruka…" Makoto cerró los ojos con fuerza y dio otro paso adelante "¡Haruka!" gritó con renovado vigor, esforzándose por hacer que su voz llegara hasta los confines de la tierra. Otro paso en el agua y el río le pasaba los tobillos, susurrando palabras ininteligibles de consuelo contra su piel.
El agua estaba tan fría… Sin embargo, Makoto estaba desesperado, abriéndose camino hacia el interior del río, hasta que estuvo a la altura de las rodillas en la oscura sustancia. Exactamente la profundidad en la que Haruka había desaparecido de repente. El agua estaba tan fría que ardía, el maldito río alimentado por la montaña. Los dientes de Makoto castañearon y se abrazó a sí mismo. El aire de repente ya no se sentía tan cálido, y todo lo que quería hacer era envolverse en algo en la comodidad de su hogar. El frío pareció envolver sus huesos y asentarse sobre su mente como una niebla. Se estaba haciendo tan tarde y estaba tan cansado…
"Haruka" murmuró, sintiéndose de repente tan abrumado por el cansancio que la mera pronunciación del nombre de Haru se sentía como plomo en su lengua. El agua estaba tan fría. Algo le rozó la pierna, frío como el hielo, más frío que el agua. Se sintió rígido por la conmoción mientras salía del agua, su corazón latiendo con fuerza tras su caja torácica y se quedaba sin aliento con cada jadeo.
Su boca se sentía seca al salir del agua, sus ojos constantemente buscaban cualquier señal de vida. Pero no había nada más que agua oscura y fría. Makoto se dio la vuelta y huyó hacia el bosque, de regreso a casa. ¿Para hacer qué? El teléfono fijo todavía estaba desconectado por la tormenta de cuando se conocieron. Al parecer, arreglarlo era menos prioritario que otros daños. El camino de regreso a casa terminó en un segundo, pero llevó una eternidad. Makoto entró a trompicones en su casa, las lágrimas corrían por su rostro. Cerró la puerta tras él y se derrumbó en el sofá donde hace solo unos momentos él y Haruka habían estado disfrutando de la compañía del otro. Makoto respiró hondo una vez, luego otra, un sollozo tembloroso escapó de sus labios antes de caer en un sueño inquieto. Estaba tan… cansado…
Tres golpes en la puerta lo despertaron sobresaltado, jadeando y sudando por la pesadilla que había estado teniendo. Las negras aguas sonriéndole, invitándolo, diciéndole 'ven a ver a tu amigo, le mantenemos a salvo'. Las palabras habían sido amables, el tono dulce pero el significado amenazante. ¿Quién podría estar en la puerta? La esperanza llenó su pecho y se puso de pie en un instante, corriendo hacia la puerta. La abrió y su respiración se disparó.
Visitante misterioso, intruso, amigo y, lo más importante, un humano vivo. Allí estaba Haruka Nanase, parpadeando ante Makoto, con el mismo ceño estoico que había usado el día que se conocieron. Makoto no pudo evitar reír de alivio y alegría al ver a su amigo, y lo envolvió en un fuerte abrazo, su sonrisa amenazaba con desgarrarle la cara.
"Estuve justo aquí ayer, ¿sabes? No necesitas emocionarte tanto" Haru se separó de Makoto, pero para este no pasó desapercibido el estrujó que Haru le dio en respuesta antes de separarse.
Makoto sonrió ampliamente y abrió la boca para contarle a su amigo sobre el aterrador malentendido que había acontecido la noche anterior. Pero luego cerró la boca de golpe, recordando lo serio que se había puesto Haruka cuando Makoto había bromeado acerca de seguirlo a casa. Cómo le dijo a Makoto específicamente que nunca hiciera eso.
"Tuve un sueño en el que morías" explicó Makoto sin aliento "Solo estoy… contento de ver que fue realmente un sueño"
"Hace calor. Deberíamos dar un paseo" sugirió Haruka encogiéndose de hombros, y lo que Makoto solo pudo descubrir como la sonrisa más triste que jamás había visto.
Makoto se emocionó ante la sugerencia; aunque habían pasado gran parte de su tiempo juntos disfrutando del aire libre, nunca se habían aventurado juntos por el prado, y la mayoría de las veces, Haruka estaba contento con quedarse dentro "Suena bastante bien, Haru"
Haruka se dio la vuelta y camino. Makoto estaba a punto de llamarlo para que esperase, pero cuando miró hacia atrás, se dio cuenta de que todavía estaba usando sus zapatos. Sus calcetines estaban… incómodamente húmedos, pero decirle eso a Haruka significaría admitir lo que había sucedido la noche anterior. Así que se apresuró a seguir a su amigo, ignorando el ruido de sus pies dentro de sus zapatos.
Una vez que alcanzó el ritmo rápido que Haruka había marcado, cayeron en un cómodo silencio. Makoto esperaba que pudiesen caminar así más a menudo, era incluso mejor que simplemente sentarse en la compañía del otro. Entonces, de repente, en un claro salpicado de pinos, Haruka se detuvo. Makoto redujo la velocidad y se detuvo un momento después que él, lanzando una mirada confusa por encima del hombro a su amigo.
"¿Pasa algo, Haruka?" preguntó Makoto con preocupación, girando su cuerpo completo para quedar frente a él.
"No. Este es un buen lugar" comentó Haru con indiferencia.
"Sí, supongo que lo es, ¿quieres descansar un rato aquí?"
Haruka emitió un sonido afirmativo y se sentó con la espalda apoyada en un imponente pino. Makoto se acomodó junto a él, suspirando mientras admiraba el paisaje.
"Soñaste que me moría" le murmuró Haruka, sin formularlo como una pregunta, pero quedó flotando en el aire como si lo fuese.
Makoto asintió levemente, sin gustarle la idea de que Haru fuese a sondearle para conseguir más detalles. Estaba fuera de lugar para su amigo, y temía que tal vez Haruka supiera l que había sucedido.
"¿Cómo morí?
"Te ahogaste"
"Imposible"
"¿Mm?"
"Nunca podría ahogarme"
"Oh. Bueno, en mi sueño lo hiciste"
"Tu sueño es imposible. Y de todos modos, ¿no prometí volver?"
"Creo que lo hiciste, me alegro"
Se produjo un largo momento de silencio. Makoto miró varias veces a Haruka para encontrarse con los azules ojos escudriñándole descaradamente. Eran hermosos esos ojos.
Entonces Haruka siguió hablando, su voz baja y su tono solemne "¿Estarías triste si nunca volviese?"
"Sí, por supuesto. Eres mi amigo, Haruka"
"Oh"
Otro largo silencio se extendió entre ellos. Makoto sintió que debería haber habido tensión entre ellos, pero solo había silencio, cómodo y sereno como siempre. Y siempre los ojos de Haruka sobre él. Tampoco le importaría mirar a Haruka, pero se sonrojó cuando se encontró con esos ojos llorosos.
"¿Estarás triste cuando tengas que irte?" preguntó Haruka, refiriéndose al hecho de que Makoto no podía seguir viviendo en esa cabaña lejos de su familia, amigos y responsabilidades. Especialmente saber que el otoño estaba invadiendo el bosque.
"Sí"
"Pero estarás feliz de estar en casa"
"Sí, supongo" Makoto miró a Haru a los ojos por un momento antes de apartar la mirada de nuevo "¿Tienes un hogar al que volver, Haru?"
"Sí"
"Lo que quiero decir es, ¿tienes una casa en otro lugar o vives aquí todo el tiempo?"
"Esta es mi casa"
"¿No hace frío?"
"Sí"
"¿Estás solo aquí afuera?"
"No"
"Oh. Entonces, ¿tienes familia aquí?"
"No"
"¿Amigos?"
"No"
Makoto suspiró, sintiendo que no llegaría a ninguna parte con sus preguntas. El día pasaba rápidamente, y las sombras pasaban de las nubes que flotaban perezosamente sobre sus cabezas, el sol avanzaba cada vez más lentamente hacia el oeste. Cuando Makoto miró a Haruka, descubrió que finalmente la mirada del otro hombre se había desviado, y ahora estaba alzada, siguiendo las nubes. Makoto sonrió ante la mirada tranquila que se apoderó de su amigo. Estaba contento de haber estado imaginando cosas la noche anterior. Si Haruka realmente hubiera desaparecido…
Haruka cerró los ojos felizmente, la barbilla ligeramente alzada para captar el sol en su rostro. No sonrió, pero Makoto podría haber jurado que podía sentir la serenidad fluir de él. Fue un buen momento, y Makoto deseaba poder capturar la sensación en una botella para guardarla para más tarde.
"¿Vienes a menudo por el bosque, Makoto?" Haruka habló en un murmullo bajo, los ojos aún cerrados y el rostro inclinado como un girasol hacia la luz.
"A veces sí" respondió Makoto encogiéndose de hombros, sin comprometerse "Debes caminar mucho. Entre mi casa y la tuya cada mañana y tarde"
"No está tan lejos" dijo Haruka mientras parpadeaba para abrir los ojos y mirar a Makoto.
"Me sorprende no haberme encontrado nunca con tu casa entonces. Antes de conocernos, exploraba mucho" reflexionó distraídamente Makoto.
"Extraño" fue todo lo que Haru ofreció en respuesta.
"Tu pelo siempre está mojado todas las mañanas, ¿nadas antes de venir a mi casa?" preguntó Makoto. Por una conversación anterior, Makoto sabía que a Haru le gustaba nadar, así que parecía un buen lugar para adelantar la conversación. Era algo que se había estado preguntando, de todos modos, especialmente después de la noche anterior. ¿Realmente había visto a Haruka saltar al agua?
"Sí"
"Te gusta nadar, ¿no? Creo que ya te lo dije antes, pero solía nadar de manera competitiva" explicó Makoto.
"Sí. Me hace libre"
"Creo que te he escuchado decir eso antes. ¿Qué quieres decir?" preguntó Makoto, inclinando la cabeza ligeramente hacia la derecha con una sonrisa curiosa.
"Solo soy libre cuando estoy en el agua" explicó Haruka, como si estuviera aclarando las cosas con su explicación críptica.
"Quizás deberíamos ir a nadar mañana entonces" ofreció Makoto, parpadeando pacientemente mientras miraba a su amigo. Sería bueno ver a Haruka en su elemento, si estaba tan a gusto en el agua como se mostraba.
Los labios de Haruka se volvieron hacia arriba con una sonrisa tímida que rápidamente se desvaneció "Quizás"
El mismo Makoto no había nadado mucho desde la secundaria. Había sido su plan entrenar en la natación cuando fuera mayor, pero el mundo era un lugar cruel, y no había suficiente espacio para que todos hicieran exactamente lo que querían hacer. Entonces, como le había explicado previamente a Haruka, había abierto una tienda de artículos de natación. Después de todo, le gustaba ayudar a la gente, incluso si era algo tan simple como encontrar el par de gafas adecuadas para ellos. No era exactamente un trabajo emocionante y echaba mucho de menos la natación, pero pagaba las cuentas y llenaba las horas. Y al final, parecía que eso era todo lo que importaba.
"Entonces, ¿nadas a menudo? Si te gusta tanto, debes pasar mucho tiempo nadando" preguntó Makoto con curiosidad, devolviendo la rápida sonrisa con una mueca propia.
"Mm. Nado todos los días" respondió Haruka, encogiéndose de hombros.
"Oh, guau. Pero pasas tus días conmigo, o al menos lo has hecho durante las últimas semanas. Espero que aún puedas encontrar tiempo para nadar. Dijiste que nadas por las mañanas, pero eso significaría levantarte bastante temprano, ¿no? ¿También nadas por la noche?"
"Sí" resopló Haruka, inclinando la cabeza, luciendo disgustado con la cantidad de preguntas que estaba haciéndole.
Makoto sintió ganas de reír – ¿entonces tal vez había visto a Haru? Simplemente debía haberse perdido que su amigo salió del agua. Si el hombre de pelo oscuro era bueno nadando como él mismo aparentaba, entonces tal vez había nadado río arriba o abajo mientras estaba bajo el agua.
Al no sentirse ya tan loco, después de todo, Makoto sonrió con la sonrisa más genuina que había tenido en todo el día "Espero que no te quedes en el río por mucho tiempo, podrías coger un resfriado"
"¿Quién dice que nado en el río?"
Makoto sintió que su rostro se sonrojaba y tosía para cubrir su vergüenza "Simplemente lo asumí, ¿tienes una piscina en tu casa? ¿O tal vez hay un lago en algún lugar cerca que no he encontrado…?"
"No. Yo nado en el río" se rio Haruka oscuramente, negando con la cabeza "Se hace tarde" comentó.
"Oh, es verdad" dijo Makoto contento. No se sentía como si hubieran estado allí durante mucho tiempo, pero tenía razón, el cielo estaba teñido de rosa.
"Creo que debería irme a casa" reflexionó Haru, con los ojos llorosos como siempre y más tristes de lo que Mako los había visto nunca.
"Normalmente te quedas más tiempo, ¿pasa algo, Haru?" se preocupó Makoto, tan maternal como siempre lo hacía con su amigo.
En lugar de responder a la preocupada pregunta, Haruka suspiró "¿Te gustaría caminar a mi casa conmigo?"
Makoto miró a Haru con la boca abierta durante quizás un segundo demasiado largo antes de tartamudear una respuesta "¡Sí, por supuesto!" ¿Sonó demasiado entusiasta? ¿Eso fue espeluznante? No quería sonar así.
Haruka se puso en pie lentamente, como si mover cada músculo fuera algo nuevo y laborioso. Makoto siguió su ejemplo y sin una palabra se dirigieron al bosque.
"Siento no haberte permitido venir conmigo antes" suspiró Haruka, volviendo a mirar a Makoto.
"No, está bien. Respeto tu privacidad. Solo me preocupaba que estuvieras viviendo bajo un arbusto o algo así" explicó Makoto con una risa entrecortada mientras alcanzaba a Haru.
"No, no es nada de eso" Haruka se rió con él, un sonido raro pero, de alguna manera, muy satisfactorio. Guió a Makoto por un camino conocido, estableciendo un paso rápido y silencioso a través del bosque hacia el destino desconocido. La noche extendió sus alas emplumadas por el cielo mientras caminaban, protegiendo a las estrellas del duro resplandor del sol y dándoles brillo propio.
"Espero que no me lleves a mitad de la nada para poder cortarme a cachitos" bromeó Makoto mientras salían del bosque hacia la orilla del río. Makoto se estremeció al recordar la noche anterior. El agua estaba quieta y tranquila, reflejando las estrellas, haciendo que pareciera que podían nadar directamente en las profundidades del espacio.
"Mm. No es probable" respondió Haruka, su voz pesada con una carga oculta "Aquí estamos. Lo siento"
"Ah, Haruka, no hay casa a la vista… Y dijiste que no vivías debajo de un arbusto"
"Esto es – esto es mi hogar, me gustaría poder explicarlo mejor pero…" Haruka suspiró en voz baja, volviéndose para mirar hacia Makoto, y por un segundo, el de pelo más claro de los dos podría haber jurado que sus ojos eran negros e interminables, como perlas en lugar de pupilas y blancos. Pero cuando Haruka parpadeó, sus ojos volvieron a la normalidad, azules como el agua frente a ellos.
"No lo entiendo…"
"Está bien, Makoto" le aseguró Haru, extendiendo la mano para tocar su mejilla con el dorso de su mano, frunciendo el ceño ante el rubor que dejó en la piel pálida de Makoto "Pero tengo que irme a casa ahora, por un tiempo"
"¿Un tiempo? ¡No lo entiendo!" protesto Makoto, cogiendo la mano de Haruka y sosteniéndola ahí con desesperación "Por favor, explica, puedes confiar en mí. Ayúdame a entenderlo"
"Confío en ti" murmuró Haruka "No pertenezco aquí, a la tierra" hizo una pausa durante un momento, como si intentase encontrar las palabras adecuadas "Yo… tengo que volver al agua. Donde soy libre"
Makoto, obviamente malinterpretando el significado detrás de las palabras, agarró a Haruka por los hombros "¿Estás loco? ¡No voy a dejar que te ahogues!"
Haru rio con tristeza, soltándose del agarre de Mako "No. No; como dije. No puedo ahogarme. Se supone que debo estar en el agua, Makoto. Nací en el agua, siempre he vivido en el agua. Esta es la primera vez que camino sobre la tierra. ¿Cómo lo haces todo el tiempo?"
"Aún no entiendo lo que estás intentando decir" gritó Makoto con frustración.
"No soy humano"
"¿Qué? ¡Mírate a ti mismo, Haru, eres humano como los humanos! Lo que estás diciendo – es imposible, Haruka, es una locura"
Haruka cogió gentilmente las manos de Makoto mientras retrocedía hacia la orilla del agua, sonriendo suavemente "Déjame enseñarte" les llevó hacia el agua hasta que esta rozó sus rodillas "Me salvaste, Makoto. Me encontraste antes de que yo te encontrase. Tenía tanto miedo, estaba solo en la orilla, pero viniste y me ayudaste. Los humanos… no nos ayudan. Excepto tú, Makoto"
"No creo–"
"Cállate" parpadeó Haruka y sus ojos volvieron a ser negros. Makoto lo miró boquiabierto, en silencio "No tengas miedo por mí. No viviré tanto como tú, pero pasaré cada momento pensando en ti" se estremeció suavemente cuando el agua lo acarició.
Makoto sintió sus labios temblar y atrajo a Haruka en fuerte abrazo "Por favor, no te vayas, dime que solo estás bromeando, Haruka. No te vayas"
Haru sonrió levemente, pero se veía tenso y cansado "Vine a darte las gracias. Pero eras tan… cautivador que no podía dejar de venir a buscarte. Me duele tanto respirar aire como tú. Me quema, Makoto. Quiero ir a casa. Y tú… me viste. Anoche. Sé que lo hiciste"
Makoto habló en un tono silencioso pero desesperado "Solo quería asegurarme de que estabas bien… Pensé que estabas muerto. Pensé que te ahogaste. Estaba tan asustado por ti"
Haru los sumergió más profundamente en el agua, temblando, resistiendo contra alguna fuerza que Makoto no podía ver ni sentir. Cuando el agua tembló contra sus cinturas, suspiró, liberando toda la tensión de su cuerpo. Makoto podía sentir que sus músculos se relajaban al mismo tiempo.
"No te vayas" resopló Makoto con desesperación. ¿Cómo podría ser posible algo de esto? Esto era una locura, imposible, y… sin embargo, lo sentía en sus huesos. ¿Por qué Haru le mentiría?
"No te olvidaré. ¿Me olvidarás?"
"No. Yo – nunca podría olvidarte, Haruka"
Esto hizo que la sonrisa tensa de Haru se ampliase y se relajase en una genuina mirada de felicidad, cerró los ojos y se inclino hacia adelante, atrapando los labios de Makoto con los suyos por un breve segundo, moviendo sus labios hacia las mejillas de Mako, murmurando suavemente lo que al principio parecía una tontería, pero Makoto reconoció las palabras "Para dormir, para nadar, para soñar, para siempre – Tal visión de alegría que un nombre nunca vio; porque aquí, demasiado pronto, un día oscuro separará el ala del ave marina de la espuma en las olas del mar" era una parte del poema que Makoto le había recitado previamente.
"Estoy feliz" susurró Haruka al oído antes de permitirse caer hacia atrás y resbalar del abrazo desesperado de Mako, el agua no hizo ningún sonido mientras se sumergía en los expectantes brazos del río, ni siquiera una onda perturbaba la superficie similar a un espejo.
"¡Espera!" gritó Makoto, intentando aferrarse a Haruka. Pero donde antes había piel, ahora solo había agua "¡Te amo–! Haruka espera: no he podido decirte que te amo" se hundió de rodillas, apenas manteniendo la barbilla sobre el agua, arrojando su desesperación verbalmente hacia el agua fría, golpeando su puño contra ella como si pudiera convencerla de que le devolviese a Haruka solo con fuerza física. Un destello plateado en la superficie del agua; el roce de algo conocido contra su costado, frío y, aún así, de alguna manera, reconfortante como un cálido abrazo, y cerró los ojos.
Haruka lo sabía. Eso era todo lo que importaba.
