Prologo: Nueva vida.
"Hah..."
Un último suspiro fue lo que escapo de sus labios mientras se recostaba en ese pequeño árbol a esperar el inevitable final.
Le faltaba la mitad de su brazo, la mitad de su rostro estaba completamente quemado y sus piernas estaban completamente rotas.
Avalon.
no encontraba sentido alguno utilizarla en estos momentos después de todo ya era demasiado tarde y sus reservas de prana estaban completamente vacías como para si quiera trazar una copia de la vaina del rey de los caballeros.
"kuk... escupió un poco de sangre"... heh ¿puedo saber qué haces aquí de nuevo?"
[No debes de estar impresionado después de todo ya debiste de haber reconsiderado mi oferta]
Un peliblanco estaba de pie justo a lado del orbe.
"Creo que..." apenas y podía hablar mientras sus ojos se oscurecían y su consciencia se esfumaba "... por mi puedes irte al diablo"
Lo último que vio y escucho fue la sonrisa en el rostro del peliblanco.
Y el frío abrazo de la muerte fue su final.
O eso esperaba.
Después de perder la consciencia lo siguiente que visualizo fue blanco.
Una luz al final de un túnel oscuro era lo que estaba esperando a Shirou.
"¡Felicidades!" una voz llamo la atención del pelirrojo "¡son dos niños completamente sanos!"
"¡Cariño somos padres!"
El hombre salto con alegría mientras que la mujer derramaba lágrimas de felicidad. Era una escena verdaderamente conmovedora de no ser por el hecho de que era un bebé.
La situación en la que Shirou se encontraba era demasiado molesta, sin duda alguna no merecía estar en esta situación, no después de todo lo que sacrifico por le bien de los demás. Tal vez era una forma de expiar sus pecados, pero ¿Qué pecados? Todo debió de haber terminado en aquella montaña y ahora.
"¡Mira cariño!" el hombre puso a Shirou frente a la mujer que amamantaba al otro bebé "su cabello es carmesí y sus ojos son dorados"
"¡Mi pequeño Shirou es tan adorable!"
"¿Shirou?" pregunto el hombre.
"Bueno, no esperaba tener gemelos y solo había pensado en Arthur, pero ahora Shirou... se escucha perfecto" sonrió con cariño.
Una gota de sudor corrió por su espalda al ver el motivo de la mujer, mientras que Arthur quien era su gemelo simplemente dio una sonrisa de suficiencia al escuchar el motivo de sus nombres. Sinceramente no lo pensó mucho ya que pensó que era su imaginación, pero realmente no le importaba por lo que decidió ignorar dicha sonrisa.
Mientras los llevaban a algún tipo de recamara decidió pensar sobre su situación actual y llego a la conclusión de que paso por algún tipo de reencarnación.
¿Cómo lo sabía?
No era tan ingenuo como para no sospechar del ciclo de la reencarnación, tal vez fue un regalo después de todas las cosas que hice en vida o fue el último obsequio que pudo haberle brindado su pequeña hermana, no lo sabía, pero eso no le impedía relajarse en esta vida.
"Gah (una molestia)" ni siquiera podía hablar.
No había motivo para perder el tiempo en cosas tan mundanas por lo que simplemente se encogió de hombros y entro en el mundo de los
No.
Era el momento perfecto para hacer algo que jamás hizo en su vida pasada.
En su mente imagino el golpe del martillo en un arma de fuego e inmediatamente su cuerpo se ilumino dejando a su pequeño hermano en shock.
Asombrado.
De esa manera se sentía Grey o actualmente conocido como Arthur al ver como su gemelo se iluminaba en lo que parecían ser circuitos, todo su cuerpo brillo en una luz azul mientras que partículas moradas se juntaban a su alrededor.
Era mágico.
Pero.
No sabia que era lo que realmente estaba sucediendo, solo que despertó en este lugar luego de visualizar la luz al final del túnel y ahora estaba viviendo con lo que aparentaban ser sus padres y su gemelo.
Una situación extraña si se lo preguntaban, pero de algo estaba seguro. Debía de investigar mas acerca de este nuevo mundo.
Rey y Alice Leywin.
Esos eran los nombres de sus padres por ende ambos chicos llevan el apellido Leywin, pero a pesar de ser gemelos ambos son fundamentalmente diferentes ya que Shirou tiene un cabello rojizo carmesí con ojos dorados los cuales iluminan la noche. Por otro lado Art tiene ojos azules como los de Rin y su cabello es castaño como el de su padre.
Era extraño si lo miraban de manera objetiva ya que en realidad Shirou apenas tenia un ligero parecido con su madre mientras que Art según escuchaban era idéntico a su madre.
Meh.
No era como si realmente importara después de todo la principal prioridad de Shirou era proteger a su familia y todo lo demás era una mera distracción.
No importaba lo que sucediera, se aseguraría de protegerlos.
Pero había algo que lo molesto durante los primeros meses de vida en ese nuevo mundo y eso era su limitada capacidad de movimientos y su nulo control sobre aquello que mas lo molestaba.
La necesidad de ir al baño.
Era algo completamente horrible a su parecer después de todo, era una completa humillación, puede que no le importaran las opiniones de los demás, pero esa situación era algo a un nivel completamente nuevo.
Sobre todo, le molestaba la mirada que le daba Art cuando los bañaban.
Se sentía extraño cuando su mirada se plantaba en el hueso de su espada e inconscientemente se formó una sonrisa burlona al darse cuenta de que era mas grande que el de su hermano aun cuando apenas eran unos bebés. Era lo único reconfortante en esta vida.
"Mi pequeño Shirou debe de estar cansado"
La voz de su madre lo saco de su estupor.
Mirando a su alrededor la mayoría de las personas cargaban con algún tipo de arma, ya sea grande o pequeña, pero eso no era lo mas asombro.
Al parecer todos en este mundo pueden utilizar mana sin la necesidad de circuitos mágicos y tienen algún tipo de afinidad con los elementos.
Gaia debe de amar este mundo para no hacer nada en su contra.
Esa era la única explicación, según las palabras de Zelretch, tanto Gaia como Alaya podían interferir con la vida humana o con el mundo en su respectivo caso, pero no lo hacían porque había reglas que tenían que seguir sobre un supuesto ser que esta por encima de todo al que jamás conocerá.
No era como si realmente le importara eso, pero simplemente le intrigaba la cultura de este mundo ya que la cultura de la asociación de magos aún estaba arraigada a su ser.
Shirou siendo un Emiya se a estado escabullendo por las mañanas a leer algunos libros en los cuales descubrió que se encontraba en Dicathen, el cual era un continente compuesto por tres reinos.
Elenoir donde se encontraban los elfos dentro de los mas profundo del bosque.
Darv un inmenso mundo subterráneo donde se encontraban los enanos
Sapin el cual era donde estaba viviendo y era fácilmente la región más poblada del continente.
Lo curioso es que los tres reinos están compuestos por un sistema monárquico como en el que vivía Arturia durante su tiempo.
Lo mejor sería no interferir mucho y simplemente convertirse en herrero o algo así.
"¡Ya llegué cariño!"
"¡Hola preciosa!" Rey saludo a su madre "¡Art ya puede gatear!"
Inmediatamente después de escuchar esas palabras, corrió al lugar donde se encontraba Art ignorando por completo que traía a Shirou en su espalda.
"¡Que maravilla!" se abalanzó sobre el pequeño para abrazarlo por su ternura mientras estaba sentado frente al espejo.
Shirou imagino que su hermano estaba pensando en una estupidez.
Su madre solo le dio una mirada a Shirou de decepción.
(Hah... todo por hacerla feliz)
Simplemente suspiro antes de reforzar un poco sus pequeñas piernas ya que si lo hacía de más explotarían y no era una sensación por la que quisiera volver a pasar.
"¡REY!"
"¿Qué sucede... ?" abrió los ojos en shock "¡Shirou está caminando!"
Había algo que intrigaba en su totalidad a Shirou y eso era que la energía de su cuerpo estaba dispersa.
Lógicamente hablando sus circuitos mágicos deben de estar trabajando para reparar la energía, pero era algo diferente. Era como si su cuerpo no tuviera otra opción mas que manejar el mana del ambiente ya que no tenia uno propio para utilizar.
Una manera de resumirlo es que su cuerpo no estaba en sintonía con los circuitos mágicos.
Sentándose justo a lado de su hermano que estaba en su misma posición comenzó a reunir esa energía la cual estaba dispersa en un solo punto, curiosamente se reunió en su corazón y eso no le dio una muy buena espina después de todo.
Había sido atravesado dos veces en él.
(hah... Es difícil)
Fueron sus últimas palabras antes de caer en el mundo de los sueños.
