Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo a los personajes para fines de esta historia.

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Shot. Half life.

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Senku comprendió demasiado tarde que enfrentarse directamente a ella no era la decisión más sabia, los dedos de Kohaku se hundieron dolorosamente en los hombros del joven científico.

— Necesito que me entregues el artefacto.

—No sé de qué estás hablando. —Ella se apartó dándole la espalda.

Tal vez la ignorancia fuese una bendición, pero tras esta situación se escondía una verdad enloquecedoramente peligrosa.

— ¿Vas a seguir engañándome? A estas alturas ya deberías haberte dado cuenta de mis verdaderas intenciones —la miró profundamente a los ojos, Senku ya esperaba esa respuesta en ella—. Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando, demonio.

—¡Ja! ¿Te han dicho que eres todo un caballero? Tu falta de delicadeza deja mucho qué desear.

El sarcasmo goteó en las palabras de Kohaku, por supuesto que sabía quién era él y lo que pretendía al llamarla.

—Te vi en sueños —Los recuerdos de dichas ensoñaciones golpearon a través de la mente de Senku—. No parecías quejarte de eso en ellos ¿O sí?

A pesar de su osada picardía, una llama se encendió, consumiendo la poca cordura que Senku tenía y estremeciéndolo de inmediato ante las vívidas y vergonzosas imágenes.

La fantasía no podía vencer a la realidad. Y esta mujer pertenecía a la fantasía… ella no podría ganarle a él.

—En un principio pensé que eras sólo una imágen mental sacada de ese estúpido libro que Gen me dió. Te tomé a ti y los de tu clase como una broma del inconsciente colectivo. —Senku sonrió con arrogancia al ver su expresión de molestia.

Él era un hombre de ciencia y confíaba en los hechos.

Kohaku se tensó ante la acusación, pero reconoció una chispa en los ojos del joven, haciendo que su confianza se alzara a niveles insospechados.

—Todo lo que hacíamos en esos sueños… ¿No se sintió real? —Una sonrisa descarada se instaló en sus labios.

Fue casi imperceptible, pero el cuerpo de Senku reaccionó por el simple hecho de recordar sus encuentros. La vergüenza por los escenarios y situaciones impuras de sus sueños se manifestaron en la rigidez de su postura.

Él estaba nervioso por su presencia en la habitación, aunque quisiera aparentar lo contrario con esa absurda fachada de sensatez lógica.

—Senku. —Ella dio un paso más cerca de él. Su mirada se iluminó ante la expectativa de tenerlo finalmente a su merced.

La delicada mano de Kohaku acarició el pecho de Senku, sintiendo la calidez de su piel a través de la estorbosa tela de su camisa. Quizá esta vez si podrían terminar lo que en sueños siempre dejaban inconcluso.

—¿Qué estás haciendo? —Senku se apartó de ella cuando la caricia comenzó a enviar una extraña y agradable sensación—. ¿Quieres detenerte? Esto es incómodo. —mintió, con la mejor expresión de fastidio que pudo emular.

Senku nunca sintió este tipo de necesidades fisiológicas, eran tan innecesarias para su existencia que simplemente las ignoró y rezagó por completo de su vida.

Además, nunca tuvo tiempo para esta clase de acercamientos debido a sus estudios y posteriormente a su trabajo.

Él era un recolector y su único interés era el estudio de los artefactos misteriosos que Ryusui le pagaba por encontrar.

Sin embargo, las sensaciones y pensamientos comenzaron a acosar su mente después de leer ese estúpido libro. Un libro de artes prohibidas e invocaciones que Gen le dejó en su biblioteca personal a modo de broma. La curiosidad ganó por sobre el sentido común y Senku encontró que ese libro no era sólo basura esotérica de mal gusto.

Hubo algo que le llamó la atención entonces, un dispositivo mencionado en las páginas amarillentas y desgastadas, más aún, la cualidad de dicho artefacto para vencer y trascender a la muerte misma o convertiste en la perdición.

Y esta mujer, la misma que estaba en una de las páginas del libro con esa inscripción que ni siquiera él fue capaz de descifrar pero sí de recitar, era la guardiana del fruto prohibido para la humanidad.

La mujer que desde entonces parecía haberse materializado de la nada y entrado a sus sueños cada noche.

No. Al principio fue tan inverosímil que rayó en lo absurdo. Quizá, pensó él, sólo estaba perdiendo un poco la cabeza y sugestionándose por el deseo de obtener el paradero de dicho objeto.

Sugestión, eso fue todo. Una especie de histeria por el estrés de sus investigaciones.

Cada noche, soñando con esta mujer.

Internamente ella estaba disfrutándolo, la mirada de confusión en Senku le resultó un estimulante que logró excitarla, los labios de Kohaku se curvaron en una oscura sonrisa de placer. En diversas ocasiones pasaron por su mente ideas tentadoras de lo que quería hacer con él, algo más que los besos y caricias que Senku y ella compartían en el mundo de los sueños.

Un mundo que ella se encargó de crear para estar más cerca de él. Como demonio, no podía materializarse a libertad en el mundo terrenal, mucho menos, estando atada al libro.

En esta ocasión fue diferente ya que fue Senku quién la invocó con un pequeño ritual, aún así, su tiempo era limitado hasta el amanecer.

Ella era una guardiana, un demonio cuya alma fue sellada para custodiar la mejor arma jamás creada contra la humanidad.

La expectativa de lo que ocurriría flotó en el aire.

Kohaku vio aquel destello de reconocimiento en la mirada del joven científico, mezclado con otra cosa que no supo cómo identificar.

¡Él sabía sobre el artefacto!

Y mediante los sueños él trató de sonsacar información. Sí, era una pequeña escoria después de todo, como cualquier otro humano tentado por la ilusión de poseer poder.

Sin embargo...

Definitivamente Ishigami Senku, el hombre que sin querer la liberó de la prisión a la que fue confinada en el interior de ese libro, era un humano interesante. También muy atractivo, a pesar de su indiferente mirada y seria apariencia; no, esa era sólo una fachada, él tenía una sarcástica personalidad y la inocencia y fascinación de un niño por el mundo que le rodeaba.

Y le gustó.

Las horas que tenía que esperar para hacerse presente frente a él en el mundo de los sueños eran una eternidad. Kohaku disfrutó no sólo de su presencia física sino también de la compañía que solía ser cuando su estado de ánimo predispuso a una pequeña charla antes de pasar a la satisfacción de sus deseos.

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¿Tenía alguna elección?

La estrategia no estaba saliendo según lo planeado, mataría a Gen por tan absurda sugerencia.

Su instinto tomó el control, obligándose a sí mismo a fingir la calma que estaba lejos de tener.

—Te propongo un trato —Senku se apartó un paso de ella para poder mirarla—. Si nos entregas el artefacto, entonces te liberaremos de ese libro.

Ni siquiera estaba seguro si eso era posible, pero al menos intentaría cumplir su parte del trato. A saber, alguien más podría estar tras el arma, Gen le dijo a Senku que robó el libro de la biblioteca del Dr. Xeno tras su viaje a Estados Unidos.

El escepticismo se hizo presente al principio, sin embargo, al igual que Senku, el trabajo de Gen y el motivo por el que Ryusui lo envió a América fue para encontrar ese libro. Asagiri lo rastreó y lo encontró en la casa del científico Estadounidense, dentro de una caja fuerte.

¿Si fuese sólo un libro de fantasía, por qué se tomaría la molestia de resguardarlo tan recelosamente?

—Oh ¿Enserio? ¿Y cómo planeas hacer eso?

—Encontraremos una manera. Hay un vínculo que te une a ese libro, debe haber una forma de romperlo y entonces serás libre —Ryusui tenía una gran colección de libros, tal vez podrían encontrar algo sobre desvinculación en alguno de esos—. Pero debes cooperar con nosotros, tienes que decirme en dónde está el artefacto y cómo funciona.

Ella le dio una significativa mirada, pero más que eso, le hizo una silenciosa cuestión.

—¿Estarías dispuesto a liberarme del libro si te doy información?

—Lo que sea necesario para obtener el artefacto. —Senku le sostuvo la mirada para rectificar su propuesta.

—Existe una manera para liberarme del libro —soltó, cruzándose de brazos. La propuesta en sí era interesante y ella realmente quería librarse de su prisión—. Tengo que convertirme en mortal.

La expresión de contrariedad ante las palabras reflejó el estado de estupefacción e incredulidad en el semblante de Senku. Escarbó el interior de su oído con el dedo meñique para comprobar que estaba escuchando bien.

—¿Es eso siquiera posible? —cuestionó—. ¿Un demonio puede perder su inmortalidad? —Senku se llevó la mano a la barbilla en una pose pensativa, realmente considerando las opciones de dicha cuestión.

—Como te dije… sólo existe una manera.

Ahora, después de revelarle el secreto de la mortalidad en los demonios, no estaba muy segura de que él quisiera seguir adelante con el trato.

—¿Y bien? —insistió Senku.

Ella se mordió el labio, meditando sus siguientes palabras.

—Sólo necesito un alma mortal a cambio. —Lo miró con seriedad, asegurando la franqueza en su declaración.

—¿Qué pasará con el mortal una vez que tomes su alma? —La respuesta de la mujer determinaría el rumbo de su decisión.

—El humano morirá —declaró sin remordimiento por la noticia—. Tomaré su vida… o al menos lo que reste de ésta. —Kohaku se encogió de hombros restándole importancia al asunto.

Eso no era bueno, se dijo Senku. Nadie en su sano juicio ofrecería su vida a cambio.

Quizá… sólo tenía que pensar en la mejor manera de obtener lo que quería sin sacrificar a alguien de por medio.

Lo consideró entonces.

—Te propongo un nuevo trato Kohaku —fue extraño, llamarla por el nombre que ella le dijo en sueños—. Te ofrezco la mitad de mi mortalidad a cambio del artefacto.

Ella lo miró, realmente lo hizo. No se esperó tal acontecimiento… pero no iba a rechazarlo.

—¿La mitad de los años restantes de tu vida? —Ella sonrió con astucia.

Senku asintió.

—Pero no quiero engaños… tienes que darme el objeto o decirme dónde está.

—De acuerdo. Yo no tengo el artefacto —desestimó—. Pero sé dónde encontrarlo, sin embargo te lo diré una vez que me convierta en mortal. Así que tomaré tu alma ahora.

—La mitad. —gruñó Senku, pero estuvo de acuerdo.

El joven científico extendió los brazos y cerró los ojos en anticipación a lo que ella fuese a hacer a continuación.

Sólo por un segundo Kohaku estuvo convencida de su victoria, extendió la mano hacia Senku y lo empujó a la cama con fuerza.

Dicha acción lo sorprendió.

¿Qué demonios estaba pasando?

Pronto lo comprendió.

No, esto era real. La presión ejercida sobre el borde de la cama cuando ella comenzó a gatear sobre él y el calor que irradiaba de la piel pálida de esa chica, fueron confirmación suficiente para saber que no se trataba de otro de sus vergonzosos sueños.

Pero la gran cuestión aquí fue ¿Qué estaba haciendo ella? Y peor aún ¿Senku quería esto?

La idea de que quizá esto pudiera ser real y no un invento de su mente le consternó. Podría vivir con la vergüenza de los pensamientos impuros encerrados en su mente pero se negó a traer dichos pensamientos a la realidad.

No se sentía preparado para algo así.

Aprovechando que ella tenía la guardia baja, Senku se levantó en un parpadeo para escapar hacia la puerta.

Desafortunadamente no tuvo éxito ya que sólo logró avanzar un par de pasos cuando unos brazos se envolvieron a su alrededor para abrazarlo por la espalda. El cuerpo de Kohaku se pegó al suyo amoldándose a la perfección.

—Voy a tomar tu alma Senku… esta es la única manera. —le susurró al oído, acariciando la piel sensible de su oreja con su cálido aliento.

Rozó intencionalmente sus labios ocasionando un ligero estremecimiento en él.

Senku no era fuerte, esa fue una de sus mayores desventajas.

Sin mayor problema Kohaku lo arrastró de vuelta a la cama y lo lanzó de nuevo sobre el frío colchón, presionó los hombros de Senku para que no se moviera mientras trepaba sobre él y cubrir su cuerpo con el suyo. En un acto de precaución, la mujer demonio aprisionó las caderas del joven con sus rodillas.

Llevando un paso más su osadía, Kohaku se sentó sobre su regazo, moviendo levemente sus caderas contra él.

Senku contempló la pálida cara de Kohaku, no pudo negar que poseía una belleza sobrenatural, y era muy consciente de los duros músculos que presionaban su cuerpo, pero por sobre todo, de la potente erección firme y caliente que estaba comenzando a erguirse debido al contacto de sus cuerpos. Se sintió aún más avergonzado por las reacciones involuntarias de su traicionero cuerpo.

Los hombros comenzaban a dolerle y los brazos a entumecerse, estaba completamente a su merced.

Una lenta -y algo siniestra- sonrisa curvó los labios de ella.

—Dijiste que ibas a cumplir con tu parte del trato. —Kohaku acercó su rostro al de Senku para susurrar las palabras en un tono de fingida decepción.

—No estoy del todo seguro que esto sea parte del trato —a pesar de todo, él le dio una mirada socarrona, casi sarcástica—. ¿Esto es realmente necesario para tomar mi alma, Leona?

De esa manera, por cómo estaba viéndolo, ella asemejaba a un enorme felino sometiendo a su presa antes de comérsela.

—No me llames así —bufó estrechando la mirada en advertencia y molestia—. Es esto, o que tu mueras para que yo pueda tener tu alma… ya que decidiste darme la mitad, esta es la manera más segura de extraerla sin la necesidad de matarte.

La premisa fue inesperada y no estaba del todo seguro de lo que iba a suceder a continuación.

Senku alzó la mirada para encontrarse con la de Kohaku, y lo que encontró fue ardiente deseo y lujuria brillando bajo la luz sombría de aquella habitación.

Se retorció bajo la mujer que lo sujetaba contra la cama, mala decisión.

El movimiento involuntario logró tensar la mandíbula de Kohaku y generar un ligero gemido, la fricción del miembro endurecido de Senku con su centro era tan provocativa, una invitación implícita para corresponder, no pudo evitar que sus caderas se movieran instintivamente como respuesta, incrustando su miembro muy cerca de su entrada sobre la sencilla y escasa ropa que poseía.

Vió cómo el semblante imperturbable de Senku se transformó, la sensación también estaba afectándole aunque se negara a demostrar cualquier rastro de placer.

Kohaku tomó esto como un reto personal. Se movió lentamente sobre la erección, friccionando en círculos su cadera. Una sonrisa de arrogancia se instaló en su rostro cuando escuchó a Senku soltar un gemido involuntario.

Simplemente delicioso.

Si así se sentía aquella fricción, Kohaku no podía ni imaginar las sensaciones que obtendría cuando Senku se hundiera en su interior.

—Mírame Senku. —exigió cuando se percató de que él tenía cerrados fuertemente los ojos.

A ella le gustaba su mirada, el color de sus ojos y lo expresivos que éstos podían llegar a ser.

Lo besó acallando las protestas mentales que seguramente estaba teniendo, y por primera vez Kohaku se sintió viva. Muy en el fondo supo que dicha sensación no sólo se debía a que estaba tomando su alma sino a Senku en sí mismo.

El beso era ardoso, pero él parecía no responder. Eso podía arreglarse, con un ágil movimiento mordió el labio del científico quien gruñó en protesta por el dolor provocado, Kohaku aprovechó la oportunidad para tener acceso al interior de la boca de Senku e intensificar el beso al introducir la lengua.

Él soltó un audible gemido, no sólo por la intromisión sino también por las manos que abandonaron sus hombros y se aventuraron descaradamente bajo su camisa hacia su abdomen, muy cerca del botón de sus pantalones. Las manos de Kohaku eran delicadas en su tarea de esparcir caricias, eso él bien lo sabía.

No debió sorprenderle demasiado ya que sus anteriores encuentros fueron de la misma manera. Al menos los besos y las caricias, ella nunca se había atrevido a frotarse descaradamente sobre él ni mucho menos a tenerlo bajo su merced como ahora lo hacía.

Pero, muy en el fondo, Senku estaba disfrutando de las nuevas sensaciones.

El sabor metálico de la sangre de Senku mezclándose con su saliva solo consiguió excitarla aun más, se movió de su boca a la longitud de su cuello mordiendo de igual manera la piel expuesta mientras él se retorcía violentamente debajo de ella, gimiendo o gruñendo palabras inteligibles que ella no fue capaz de comprender.

Senku no pudo ignorar la vergonzosa necesidad de alzar las caderas para encontrarse con el centro de Kohaku cada vez que ella se alejaba aunque fuera un milímetro de él, ni tampoco la humedad que se estaba acumulando entre los muslos de esa insensata mujer demonio.

—Quiero que te hundas en mí Senku.

Oír las palabras le generó un estremecimiento y su mente abandonó la razón y el motivo original que lo llevó a esta situación, las reacciones de su cuerpo eran involuntarias y estaban rigiendo cada pensamiento de su mente y mandando la lógica a un lado.

Le apartó la ropa de inmediato, incapaz de contenerse, rasgando la sencilla tela del vestido azul extremadamente corto y dejándola en su completa desnudez, un jadeo de sorpresa inundó la habitación, un sonido que había salido de ella.

Comprendiendo lo que iba a suceder a continuación, ella apartó la estorbosa tela del pantalón de Senku y rompió su camisa. Quizá el joven no tenía un cuerpo fornido pero fue suficiente para encender el deseo en ella.

Senku tomó las caderas de Kohaku con sus amplias manos, incrustando las uñas en su piel y tirando de ella hacia abajo, la penetró con brusquedad. El semblante de Kohaku se contrajo ante la leve punzada de dolor y la extraña sensación de Senku en su interior.

Se sostuvieron la mirada por unos segundos, Senku notó el brillo de lujuria y otra emoción que él no fue capaz de comprender en los ojos de Kohaku.

—¿Todavía estás dispuesto a darme la mitad de tu vida? —se acercó para besarlo, lamiendo el rastro de la herida donde le dio un mordisco.

Se alejó de Senku, esperando una respuesta.

—¿Acaso no te di mi palabra, Leona? —Una presuntuosa sonrisa acompañaron las palabras de Senku.

Salió de ella solo para volver a incrustarse con mayor fuerza, escuchando otro gemido, ahora uno de placer. Una de las manos de Senku abandonó la cálida piel de la cadera de Kohaku para acariciar uno de sus pechos, frotó un sensible pezón mientras cubría el otro con su boca, impregnando su saliva en el rozado botón erguido.

Kohaku clavó las uñas en la espalda de Senku ante la sensación de placer que estaba brindándole, marcando la sudorosa piel del hombre con rasguños ardientes.

La boca de Senku devoró sus pechos mientras las estocadas y el vaivén de sus caderas se volvían más intensas y erráticas.

Ambos gimieron simultáneamente disfrutando del placer.

Él estaba entregándole sin remordimientos su mortalidad.

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Fin.

N/A:

Maldición, estoy muy oxidada con éstas cosas y se siente un poco raro escribir de nuevo sobre +18 (si es que puedo catalogar esto como tal) XD

Es sólo una práctica para la actividad del grupo que es a final de mes 7u7

Además estuve sin internet por unas horas y tenía que entretenerme con algo :v

En fin, ya saben, trama súper ambigua y pretexto para escribir cosas un poco cochinas con la OTP 7u7

Tengo otros dos shots casi listos, quizá los suba en el transcurso de la próxima semana o este fin de semana…

Gracias por darle una oportunidad a este intento de historia y disculpen los errores que esto pueda tener…

Nos vemos hasta la próxima…