SUPERNOVA
Puedo sentir el calor en mi piel, quema como las brasas. A lo lejos escucho el eco de la voz de alguien, no logro entender lo que dice ni quién es, pero eso no importa, lo que importa es vencer al enemigo.
-Trueno de Júpiter ¡Resuena! - gritó con todas mis fuerzas, pero es como si mi voz no se oyera. Logró dar en el blanco, pero no le hice nada, ¡Maldición!
Ese fuego en mi piel cada vez es más fuerte, siento el escozor en mis entrañas como si estuviera a carne viva, pero no hay tiempo de quejarse. Mis amigas están tiradas en el suelo, debo resistir para defenderlas, no puedo permitir que nada les pase. Debo proteger a mi princesa.
Todo parece ir en cámara lenta. Veo los labios del demonio moverse, pero no lo escucho. Un golpe, dos golpes, No me ha dado, o eso creo.
De pronto ese ruido y esa enorme luz que parece tragarse todo, debe ser Serena usando al fin su poder. Me alegra mucho, estoy tan cansada. Caigo de rodillas y luego por completo abrazo el suelo, se siente tan frio que quizá calme un poco mi dolor en lo que vienen a auxiliarme. Tengo sueño, siento mucho cansancio. Llegando a casa dormiré, dejaré para mañana las galletas que prometí hornear para Serena.
Giro mi rostro para ver la escena. A comenzado a llover, siento mi rostro mojado, pero nada más. Debo levantarme, debo ayudar... yo debo, tengo que. Alcanzo a ver borrosamente la silueta de alguien acercarse. Me tranquiliza que vengan por mí, mis heridas las sanará el cetro lunar y podré volver a casa como cada noche. Voy a cerrar un momento mis ojos, la misión está hecha.
Despierto después de un rato, el calor en mis entrañas se detuvo y una ligera brisa acaricia mi cabello. Ganamos de nuevo, sonrío mientras intento abrir los ojos y ponerme de pie. Pero no sé dónde estoy, este lugar no es donde estábamos peleando, es tan diferente. Un espacio tan blanco que me es imposible saber dónde termina, no hay sombras, no hay ruido, no hay nada. Mi uniforme está intacto, pero no tengo zapatos. No entiendo que es lo que pasa. -¿Dónde están todos? -
Empiezo a gritar, pero nadie responde, mi voz no hace eco es como si estuviera en medio de la nada. Decido comenzar a caminar en busca de algo o alguien, pero pronto empiezo a correr presa de la desesperación que me causa la soledad. Cualquiera diría que puedo manejarlo, pero la soledad aún me asusta a veces.
Siento que no he avanzado nada y me detengo. ¡Calma Makoto, calma! me repito a mí misma una y otra vez. Todo esto debe tener una explicación lógica y razonable, el enemigo debió atraparme en algún lado, una dimensión diferente.
¡Debo encontrar la salida!
Estoy a punto de correr de nuevo cuando noto que algo se materializa ante mí, una pequeña figura envuelta en sombras. Me pongo en alerta, pero pronto descubro para mi tranquilidad que esa pequeña niña me es familiar.
-¡Hotaru!- exclamó con alegría. Al menos ya no estoy sola. Ella me sonríe dulcemente de vuelta. -¿Dónde estamos? ¿Qué lugar es éste? Debemos encontrar una salida-
-Todo está bien ahora Makoto—responde con calma, pero algo no me gusta de su voz.
La miro de pies a cabeza, la he visto antes pero hoy tiene algo diferente. Siempre he pensado que es una niña dulce y tierna, pero que en su interior se esconde un gran poder que no logro siquiera imaginar. La respeto, porque incluso con su apariencia juvenil e inocente, siento una presencia superior en ella. Pero hoy es diferente, como si de ese minúsculo cuerpo delgado e infantil emanara una presencia capaz de llenar toda la habitación, y ni siquiera sé si esto es una habitación. Siento miedo.
¡Ahora lo comprendo!
Negación.
Enojo.
Miedo.
Todo a la vez.
Ahogo un grito en mi garganta tratando de no hacer una escena, pero mis ojos siempre me han delatado, y sé que me ha visto. ¡No puede ser! ¡Esto no es posible! Quiero vomitar, siento las arcadas en mi garganta y que el aire me falta, tengo que guardar la calma.
-Todo está bien ahora, Makoto—repite con su dulce voz, y yo le creo. Mi cuerpo empieza a relajarse y ahora, aunque me siento en shock, puedo mantener la compostura.
-¿Estamos muertas? - pregunto decidida, no quiero rodeos.
-Solo tu estas muriendo—contesta tan trivialmente.
-No quiero morir- susurro lentamente mientras siento cada sílaba salir de mi boca.
-Hasta cierto punto, eso es inevitable-
-¿Qué pasó? - le pregunto. Ella me muestra con sus manos una pequeña burbuja. Puedo ver mi cuerpo o al menos parte de él sobresalir de entre un montón de escombros de un edifico, justo donde estaba peleando hace unos instantes. Veo a mis amigas pelear aún, parecen no verme.
-Fue en la batalla de hoy-
-Pero... pero ¿Aún no muero? - tartamudeo angustiada.
-Aún no. Pero tu cuerpo está colapsando-
-¿Qué es este lugar? -
-Algunos le llaman limbo. Pero es más bien la antesala de la muerte-
-¿Qué hacemos aquí? - pregunto de nuevo, tengo tantas dudas que no puedo evitarlo.
Ella me sonríe tan dulce que no puedo evitar calmarme, aunque todo mi cuerpo me grite que debería estar sumida en la desesperación o la miseria. Suspiro, pero no siento que el aire entre a mis pulmones. Respiro más profundo.
-Vine por ti—me dice suavemente, pero eso yo ya lo sabía, al final de cuentas es la Sailor de la muerte y la resurrección. ¡Resurrección, eso es! -Siento mucho verte aquí mi querida Makoto- escucho pesar en su voz.
-¡Tú puedes ayudarme! -
-Me gustaría que así fuera, pero solo puedo ofrecerte un par de opciones-
Caigo de rodillas una vez más y con furia golpeo el suelo que es lo único que puedo tocar en este maldito lugar. La rabia se apodera de mí, no controlo más mis emociones aquí, pero ¿Quién podría? Estoy muriendo, no volveré a casa, ¿Quién cuidará mis rosas? ¿Quién visitará a mis padres? Tengo un examen la próxima semana...¡Andrew me invitó a salir el viernes!
No puedo evitar que las lágrimas resbalen por mi rostro, pero no es tristeza, es impotencia, coraje conmigo misma. ¡Me vencieron! ¡Maldita sea ese estúpido demonio me derrotó! He fallado como guardiana, soy una vergüenza y además de eso causaré dolor a mis amigas, que tienen ante si mi destrozado e inútil cuerpo.
-Makoto—me llama tranquilamente.
-¿Opciones? - pregunto asustada.
-Puedo darte tres opciones-
-Si por favor—contesto esperanzada, pero su mirada se torna seria y sombría.
-Makoto, escúchame con atención- me dice lentamente, -Tu cuerpo en estos momentos está muy lastimado, has sufrido daños internos, tus piernas están rotas, estás perdiendo sangre. Mientras te digo esto, Sailor Urano te está sacando de entre los escombros, pero no es probable que llegues al hospital- me horrorizo solo de imaginar la escanea y lo que mis compañeras estarán viendo en mí. -Puedo regresar tu alma a ese cuerpo, pero será tu alma mortal. Eso implicaría que tu personalidad y tus poderes de Sailor Júpiter se habrán ido para siempre-
-¿Qué?- pregunto escandalizada. -¡No, eso no!-
-Esta es la única forma en que sigas adelante con tu vida, aunque como te he dicho antes, el riesgo de que no llegues a tiempo a recibir atención es enorme. Podrás seguir siendo Makoto Kino, estudiante de preparatoria, pero jamás una Sailor Guardian. El alma de la princesa de Júpiter pasará a otra pequeña que este por nacer-
-Es una opción terrible—contesto enojada, -¿Cuáles son las otras dos? -
-La segunda opción es rescatar tu alma inmortal. Aquí es al revés de lo que te acabo de proponer. Tu cuerpo terrenal moriría, pero podemos transferir tu alma a alguna joven que esté en peligro mortal. Ella tendría tus poderes y tus recuerdos de vidas pasadas. Makoto Kino no existiría, pero Sailor Júpiter si, solo que dormida en el cuerpo de otra chica-
Me suena igual de terrible. Una pobre chica tendría que sufrir lo que yo si permito que esto pase. ¿Sufrir? ¿Por qué ha venido a mi mente esa palabra? Soy una Sailor, Guardian de la princesa de la luna y estoy orgullosa de proteger con mi vida al reino y su legado.
Soy una Sailor, guardian de la princesa de la luna y estoy orgullosa de proteger … con mi vida.
Soy una Sailor, Guardian de la princesa y estoy orgullosa.
Soy una Sailor Guardian.
¡No, no estoy orgullosa! ¡No soy una Sailor Guardian! Soy una joven ¡Apenas tengo veinte años!. No he tenido un novio formal aún, ni un beso aceptable de un chico. No he viajado fuera de mi país, no he estudiado lo que quería, no me compre ese vestido precioso color rojo que vi en la plaza el otro fin de semana. Deje en el refrigerador una botella de cerveza que bebería al cumplir veintiuno en dos meses.
-La última opción- me dice con tal indiferencia, como si no me estuviera viendo desmoronarme frente a ella –...es la reencarnación. Volverías a nacer como lo hice yo-
-Volver a nacer—repito como si no pudiera creerlo.
-Sin recuerdos, sin conocimiento, con tus poderes dormidos una vez más-
-Empezar de nuevo—susurro lentamente.
Empezar de nuevo. Suena tan aterrador. ¿Qué será de mí? ¿Qué será de mi casa, de mis cosas? Pudiera sonar tan material, pero... mis recuerdos son importantes para mí. Son de lo que he vivido todos estos años, es lo que tengo de mis padres. ¡Mis padres!
-Sé lo que piensas— me dice mientras se acerca a mí. -Ellos no están aquí- mi cara de decepción debió delatarme –Ellos se fueron hace tiempo, ya reencarnaron—mi corazón salta de alegría, pero también un brillo de tristeza me invade, esperaba que cuando mi momento llegara pudiera verlos de nuevo. -También un hombre de cabellos largos y castaños, se fue hace poco-
-¿Quién? -
Pero no me responde, solo me sonríe.
-Te daré un momento para que pienses tus opciones—me dice mientras se desvanece tal como llegó.
Sólo sé que voy a morir. Cualquier opción me lleva a lo mismo, la vida como la conozco terminó hoy. No puedo evitarme preguntarme si todo esto valió la pena.
-¿Valió la pena proteger a mis amigas?... Sí-
-¿Valió la pena pausar mi vida por enfocarme al cien por ciento en las necesidades de otros?... No-
-¿Valió la pena sacrificar mi vida por una utopía...No lo sé-
Camino de nuevo en círculos esperando una señal, esperando que ese espíritu egoísta y vanidoso que me dice que mis amigas no sobrevivirán un día sin mí, desaparezca. Al final de cuentas habrá una nueva Sailor Júpiter y con el tiempo, si esa no soy yo, me olvidarán...
Pero, por otro lado, si mi cuerpo mortal queda incapacitadlo, si mis poderes desaparecen ¿Qué sentido tiene continuar? Soy sola, en mis mejores años he sido sola y completamente autosuficiente. ¿Qué será de mí si no me puedo hacer cargo yo sola? No tengo dinero para pagar a alguien que me cuide y no puedo obligar a nadie a que se haga responsable. No, esa no es la vida que quiero, no soy tan valiente.
-¡Hotaru! ¡Hotaru! - gritó con todas mis fuerzas. La pequeña niña aparece frente a mí.
-Te has decidido ya—no es una pregunta, ella lo sabe.
-¿Crees que yo podría...?-
Llueve apenas, gotas grandes y pesadas que anuncian una inminente tormenta. Claro, no podría ser diferente si la diosa del trueno esta por morir.
Veo a mis amigas a mi alrededor, aún conservan sus trajes de guerreras. Sé que no pueden verme, Hotaru me dijo que no podría despedirme, solo observar hasta el final, ni un segundo más.
Haruka me sostiene con mi cabeza apoyada en sus piernas, puedo ver a través de su rostro empapado por la lluvia que algunas de esas gotas vienen de sus ojos. Vaya, es ruda, pero también le tengo aprecio, nunca pude decirle cuanto la admiraba.
Amy y Mina se sostienen mutuamente, tan dulces y lindas. Extrañaré las ocurrencias de Mina que, si bien podían sacarme de mis casillas, normalmente me provocaban una sonrisa que podía durar todo el día. Mi querida Amy, la paz que me dabas y el cariño que recibí de ti no tiene precio... tan centrada, tan entregada, me dabas la seguridad que alguien como yo necesitaba.
Rei, tan dura como siempre. Ahora soy yo quien mira tú aura, tan triste y desconsolada que quiero llorar contigo, quiero decirte que no tienes que ser fuerte, que no tienes que pelear. No vale la pena tu sacrificio y tu dolor, corre mi querida Rei huye de aquí... pero no me escuchas.
Darién, Serena... no sé si es mi espíritu que ha logrado ponerse en paz o mi mente despejada ahora que nada importa más, pero estoy triste. Triste no por mí, sino por ustedes. Ahora que estoy viendo las cosas desde otro lugar me doy cuenta del horrible futuro que les depara y al cual nos arrastran también. Quisiera decirles que, si no se aman lo suficiente, no hay promesa que valga. Que dirigir tu vida hacia una historia de amor que fue tan trágica solo puede llevarte a lo mismo. Vivir eternamente no vale la pena si es al lado de la persona equivocada. No pudieron verlo entonces, espero que puedan hacerlo pronto.
Miro a mi lado y ahí esta Hotaru, junto con Michiru y Setsuna... Aquí están todas viendo como la luz se va de mis ojos, como el gigante de verde se detiene. Que mal me veo, que deplorable estado, que falda tan corta, por cierto.
Hotaru me mira a mí, al fantasma que soy ahora. Sé que con la mirada me cuenta el tiempo y comprendo que mi último aliento abandona mi cuerpo terrenal. Me ha concedido un deseo especial, una oportunidad un poco diferente que, según sus palabras, minimizará el desconsuelo que siento ahora que conozco la verdad. Quizá no sepa nunca que fue lo que me regaló, pero creo que será bueno.
Con lo último que queda intento mover mi mano, pero solo puedo apretar el puño. Me quede con tantas palabras que decir.
Miro a Haruka y sus ojos se abren, lo sabe, es la primera claro está. Después miro el rostro de las demás, una a una va mostrando la cara del dolor. Lo siento tanto, en verdad no quería que esto pasara, no me quería ir, yo no quería morir, aún no.
Segundo cero. Miro mis manos como se desvanecen. Hotaru y Setsuna me miran, me despiden con una sonrisa y sé que todo acabó. No me arrepiento de nada, tal vez solo de no llegar al sábado, así habría salido con Andrew al menos una vez.
En los brazos de la sailor del viento, el cuerpo de la chica del trueno comienza a evaporar. Pequeñas descargas y chispas se sienten, pero no lastiman. Haruka mira a Hotaru que con una sonrisa le da entender que está todo bien.
-¡No, Makoto no!—grita ahogadamente Serena que intenta correr hacia ella, pero es detenida por Darién.
-Ya ha pasado—dice la niña, diosa de la muerte.
La tormenta arrecia y los relámpagos no se hacen esperar. El cuerpo de la alta y castaña chica de ojos verde esmeralda ya no está, se desintegró en un espectáculo triste y doloroso. Todas se ponen de pie mientras la lluvia golpea con fuerza sus cuerpos lastimados por la pelea y la desolación. Bajan la cabeza, nadie quiere ver a las demás, nadie está lista para afrontarlo.
Y como buen emisario, un hermoso y perfecto relámpago hizo su aparición. Aquel mensajero que marcaba el final y el inicio. Aquel hilo de brillante energía que con fuerza atravesaba las negras nubles de aquella maldita tarde otoñal, cayendo fulminante sobre las ruinas donde solo hace unos minutos se desintegraba las sobras de una vida. Al caer hizo un hueco, tan negro y profundo como el que cada uno de los presentes llevaba en el corazón.
Asustadas todas retrocedieron, al menos hasta que el humo se dispersó. En el fondo, una pequeña bola de luz dejaba una nueva semilla estelar, una vida nueva, una vida más.
-¿Qué es eso?- preguntó Mina mientras se acercaba. Pero Haruka fue más allá y saltó al crater.
Surgió unos pocos segundos después sosteniendo algo entre sus brazos. una pequeña niña recien nacida, completamente desnuda, pero tranquila a pesar de la lluvia que caía sobre ella.
-¿Acaso es...?-
-Dámela—reclamaba Serena en un arranque de nervios. -Mis padres la cuidaran—lloriqueaba.
-Para nada- contestó Haruka.
-¿Nos la quedaremos? - dijo coquetamente Michiru.
-Así es—le respondió la chica del viento, mientras la cubría con su cuerpo.
-Claro que no—rezongó Rei dispuesta a arrebatarla de sus brazos.
-Espera—la detuvo Darién, adelantándose a ella y dando su capa para cubrirla.
Haruka tomó la capa e hizo un amarre para tapar a la niña que abrió los ojos debido al movimiento. Eran los mismos ojos verde esmeralda, imperdibles, intensos, inolvidables. El símbolo de Júpiter apareció en su frente
-Solo tu tendrías esa mirada—le dijo mientras acariciaba su frente. -Estará con nosotros, debe volver a donde pertenece-
-¡No lo permitiré! - gritó Serena.
-Su lugar es con las outers Serena, debes comprender—le contestó Setsuna.
-Ella hizo un trato con la muerte, así que debe ir con nosotras- agregó Hotaru con la tranquilidad de quien no espera una negativa.
Las chicas la miraron y comprendieron, la decisión estaba tomada.
-¿Qué pasará ahora?- preguntó Amy con los ojos rojos llenos de llanto.
-Nadie más allá de nosotros la recordará. Cualquier cosa que haga mencion de ella será elimada, su casa, su matricula, sus cosas, los recuerdos de las demás personas. No deberan preocuparse por eso.
-Como si nunca hubierfa existido- susurró Rei para ella misma.-Esa es la recompensa que nos espera al final-
