Disclaimer: ©Shingeki no Kyojin/進撃の巨人, sus personajes y trama son propiedad de su autor, Hajime Isayama. Yo tan solo realizo este FanFic por diversión, sin ánimos de lucro.

Advertencia: Universo semi Alterno| Uso super descarado delOoC | Levi| FalcoxGaby| Crack |Algo como ciencia ficción| Encarnación en un ave.

Notas iniciales: A veces me preguntó en que estoy pensado cuando escribo algunas historias. Esta es una esas cosas. Está medio crack, y es una mezcla extraña entre un par de géneros que ni al caso. Por favor sepan disculpar lo medio LSD.

Dedicado a Nejiko Ka. Felicidades en tu cumpleaños mi puchurrumín. No sabes cuánto te quiero.

En agradecimiento especial a FrozenMarsdess y GatitadeLuna que son almas de Yisus y siempre me escuchan mis estupideces.

Espero les guste.

Por favor lean las notas finales.


Un final es un comienzo

(...)


Las cosas habían estado bien desde que se instalaron en aquel pequeño pueblo pesquero. Había días buenos, y otros no tanto. Los días de reuniones eran uno de los últimos. Pero Falco no se quejaba de la vida que tenían. Era una vida normal y tranquila.

Así que la mañana que Falco creyó ver un destello verdoso sobre el horizonte del mar, lo atribuyó a un golpe de calor que le presionó la frente y lo hizo salir de casa en primer lugar. No se lo comentó a nadie, porque también se le olvidó cuando el capitán regresó esa tarde, trayendo consigo a un pobre bicho sujeto del cogote y echado sobre la espalda como un bulto. El cual, ni Falco ni Gaby entendieron el cómo o por qué el señor Levi decido quedarse como mascota.

—Se me cagó encima cuando lo cogí para ver porque convulsionaba como poseso. Le di disciplina—fue su explicación a Falco al este preguntarle si es que el animal era para la cena. Vivian cerca del muelle y el señor Levi en sus días libres de ser embajador de Paradaise, le gustaba pescar en un pequeño bote que él mismo había hecho, y solía traer una variedad de criaturas marinas para las comidas.

Así pues, habían pensado que el pobre ave medio ahogada por las manos del señor Levi y con la pata rota era una más de ese interminable y exótico menú.

Pero no.

El señor Levi le había vendado y entablillado el apéndice al ave (que Falco creía que era una gaviota) con pequeños palitos de paleta, y le había hecho un nido junto a la ventana de su habitación con una de sus almohada y todas sus sabanas.

El ave fue una cosa silenciosa y tímida en los primeros días. Pero una vez se hubo recuperado un poco, cambió totalmente.

Más que una extraña gaviota (Falco insistía en nombrarle así), con plumaje mezcla de blanco, rubio y negro, y sus peculiares ojos violeta; parecía perro.

Un perro muy celoso de su dueño. El señor Levi.

Falco decía que era porque veía en el capitán a su salvador. Gaby pensaba que era porque la pequeña sabandija (ella la odiaba por robarle su paye de limón) se había enamorado de la patada que el capitán le había dado; eso o quizás "Jeager" (a como le había nombrado el señor Levi y que hizo que Falco y Gaby arrugaran la nariz) era demasiado consentido por el hombrecito de mirada de asesino a sueldo.

Jeager iba donde el señor Levi iba. Arrebujado arriba de su cabeza, en su hombro o dando de brinquitos sujeto a la correíta de cuero y lana que el señor Levi le había hecho.

Con el pesar de los días, Falco e incluso Gaby se acostumbraron a la presencia del ave, pues más allá de ser una molestia a diario, su llegada había reducido las pesadillas y los episodios de pánico en el señor Levi. Las ojeras bajo sus ojos, una vez profundas, ahora nada más que ligeros pinceladas.

Vivían en épocas de paz, pero los mounstros de Guerra permanecerían arraigados, con sus raíces de alquitrán, en el único lugar donde la tranquilidad del final de su cruenta historia no podía protegerlos: en sus recuerdos, manifestados en sus sueños.

Ambos chicos entendían eso. Ellos también, de vez en cuando sufrían de esos terrores. Pero se tenían el uno al otro, y abrazados en la cama se daban consuelo entre besos y caricias, tras las pesadillas que aún ponían lágrimas en sus ojos y desesperación en sus corazones.

El capitán no había tenido su suerte. Él se había quedado solo. Todos los que había amado se les habían escapado de las manos; y los que quedaron no tenían espacio en sus corazones magullados para un hombre que ya no tenía ni un trocito para dar.

Falco y Gaby lo habían robado en un acto de redención y disculpas por los errores cometidos, pero no eran más que extraños intentando meterlo en un lugar ajeno que no representaba realmente "su lugar". Por lo que el ave, aunque una polla como era, lograba lo que ellos no harían nunca.

Porque Jeager era de Levi. Y ese sentido de propiedad era lo que el capitán necesitaba para continuar, rehacer su vida.

Al final del verano, el ave se convirtió en uno más de la casa, y Falco y Gaby se habían hecho la idea de que la criatura formaría parte de su vida en los años venideros. Por lo que, que el Capitán dijera que la liberaría, tras ellos anunciarles su intención de boda, los sorprendió en demasía.

—Su pata ya se ha curado. Ella es una cosa de la naturaleza, su hogar está allá, más allá de aquí, en el océano. Si la mantengo para mí, morirá. Y ella es mi Jeager, como podría yo hacerle eso —dijo, y su rostro estaba serio, pero sus ojos eran distantes y tristes.

El silencio que cayó entre ellos fue pesado y amargo, y solo el intento de broma de Gaby, al decir que al fin se libraría de su ladrón de paye, logró disipar el ambiente y desviarlo al tema de su futura unión.

No se vuelve a hablar de la liberación del ave después de eso, y al llegar el invierno y con ello una ola de frío que golpeó el pueblo, haciendo que las temperaturas descendieran por debajo de los treinta grados bajo cero, Falco pensó que tal situación se retrasaría, y para en primavera cuando fuera su boda y si el señor Levi aún pensaba hacerlo, sería un mejor momento, pues todos los héroes de Paradaise se reunirían en tal evento, y la presencia de los muchachos que el capitán vio crecer mitigará un poco la tristeza.

Solo que entonces, una noche Falco se despertó por el sonido de la madera crujiendo bajo pies dificultosos y se encontró con el capitán a punto de abrir la puerta, con el bastón en una mano y bajo la otra Jeager envuelta en un abrigo esponjoso.

Era de madrugada, y el frío que Falco experimentó le hizo suspirar por el pasado verano bochornoso, cuando junto a Gaby intentaba pasarse el calor en los puestos de limonada, agua helada y paletas heladas de frutas-

—Capitán —le llamó Falco, y los dientes le castañeaban —. ¿Porque mejor no espera a la primavera?

Levi se giró en torno a su voz, y le vio durante un largo segundo, y desde su capullo de abrigo, Jeager con sus ojos azules profundo de animal nocturno, lo observaron con intensidad.

—No —respondió el capitán, y su voz era una cosa extraña, ruinosa y pastosa. Como si hubiera llorado un montón —. Es ahora, no tengo otro momento.

Falco apretó los labios.

—¿Al menos hasta al amanecer? —trata de insistir, disfrazó sus verdaderas palabras de no lo haga, no se quita la felicidad, nuestra tranquilidad de verle bien, de saber que las cosas malas han quedado atrás.

Levi negó.

—Si lo hago al amanecer, no me podre despedir.

Falco abrió y cerró la boca intentando decir algo, pero nada salió de sus labios, y al final solo puede ver como el capitán salía por la puerta, a perderse en la bruma de la noche y la mañana venidera. Se quedó de pie por un par de minutos allí, y luego fue a sentarse a la cocina, al desayunador, desde donde a través de la ventana podía ver el paisaje en penumbra, y escuchar el rugido del océano.

No sabe cuánto pasó allí, con el aire frío filtrándose por las rendijas, escarchando sus pestañas, succionando hasta el mínimo rastro de bienestar y sintiendo oscuro todo el tiempo. O al menos hasta que la centella sobre el mar le inundó la visión y lo hizo levantarse de un tirón; y él ve.

Es solo un par de segundos, pero está allí, esa "cosa", un oscuro remolino que se encrespan hacia atrás, revelando una gran boca abierta, hacia un vacío. Está vivo y avanza hacia la orilla como una araña, con cada una de sus patas saliendo del océano a su vez. Tiene hambre, como si se estuviera muriendo de hambre. Insaciable. De la boca de la cosa sale un estruendo profundo, como diez mil voces gimiendo y llorando al unísono, canto de sirena infernal que atrapa los oídos de Falco, acelera su corazón y paraliza su respiración. Porque la cosa esta tan cerca, tan cerca y va a devorarlo. Como un titán.

Y Falco chilla, solo un segundo antes de que la oscuridad lo alcance.

Allá en el océano, dentro de la cosa, entre el horizonte de suceso, los caminos; Levi observa la figura iluminada de Eren, a su lado, Jeager, su ave ha regresado a su forma original: la pequeña Ymir, quien corretea a engancharse a la cintura del castaño.

—¡Lo he traído! ¡Lo he traído! —canturrea alegre, luego baja la voz, pero dejando que sus palabras alcance los oídos de Levi —. Pero aún está dudando. Lo siento, no he podido convencerlo.

Los ojos de Eren atraviesan a Levi como si fuera de cristal, pero su sonrisa es cálida y Levi vuelve a ser débil ante él, avanza, recortando la distancia entre ellos.

—Capitán —le saluda Eren.

Levi no lo hace, en cambia va al grano.

—¿Estás seguro que funcionará? —pregunta, y se está refiriendo a lo que Ymir le ha contado y mostrado desde la primera vez que ella apareció a través del agujero, y se rompió la pata por intentar mantenerlo a flote después de que el colapsará al pensar que estaba alucinando.

Eren le sonríe —. Hago. Pero lo necesitamos para lograrlo. Solo si usted me ayuda sucederá.

—No quiero volver a pasar por todo eso en vano —dice Levi, y está temblando cuando Eren acuna su rostro.

—No lo hará —le responde, y sus ojos prometen tantas cosas —. Se lo juro. Lo he visto, y usted también. Una vez que este mundo sea destruido, podré hacer lo que realmente quería. Traer a todos a un mundo mejor, donde nada de esto ocurrió. No más dolor. Un mundo donde siempre fuiste mío —termina.

Levi cierra los ojos cuando Eren se inclina sobre él y alcanza sus labios.

Y está es la última sensación que percibe, junto a la risa y el sonido distorsionado que vine del horizonte en esa playa de arena dorada que son los caminos.

Luego solo es vacío y caída.


(...)


Son los golpecitos rudos en sus mejillas los que despiertan a Falco. Es Gaby quien lo hace, parece genuinamente aterrorizada.

—Oh, gracias al cielo —la escucha olfatear cuando él se sienta con dificultad.

—¿Y el señor Levi? —es lo primero que pregunta.

—¿El señor Levi? Debe estar aún dormido —responde Gaby, y Falco niega, se levanta a trompicones y va a revisar la habitación del mayor, con Gaby siguiéndole los pasos. Nada. La habitación está vacía.

—El señor Levi estaba en el mar cuando la cosa apareció —farfulla, está pálido y le tiemblan las manos —. Él estaba allí —murmura para sí mismo, cayendo sobre sus piernas —. La cosa lo atrapó.

—¿De que hablas, Falco?— pregunta medio confundida medio asustada.

—Él solo quería liberar su ave, y lo que apareció en el océano se lo llevó.

—Falco no entiendo ¿qué ocurre?

—No lo sé, Gaby. Pero creo que la Guerra no se acabado, los titanes todavía están allí, afuera, esperando. Aún estamos condenados.

Los ojos de Gaby se aguadean, y se sienta en el suelo para abrazar a Falco.

—No, Falco. Ya se acabó, solo tuviste una pesadilla. Solo una pesadilla —llora ella —. Ya verás que un rato el señor Levi aparecerá, seguro con algún otro bicho marino que tendremos que comer, y nos dirá que estamos siendo unos mocosos tontos.

Falco también llora, pero niega, y aunque sabe en su consciencia que lo que vio no era una pesadilla, su corazón se aferra a las palabras de Gaby. Y así espera, luego busca, por días, meses e incluso años.

El capitán jamás vuelve a aparecer. Nunca.

Porque lo que Falco vio fue real, sucedió.

Y casi a dos mil años después de ello, Levi, el Levi que Kenny abandono, camina por un bosque de lo que alguna vez fue Paradaise. A su lado su perra de pelaje dorado ladra cuando se apostan frente al inmenso árbol de raíces retorcidos y vientre abierto.

Sus ojos brillan en verde con vetas doradas al asomarse por el borde de la boca del vientre del árbol.

—Está vez, está vez será distinta —susurra para sí mismo, y su voz es una mezcla de dos voces.


...

Notas finales:

¡Desafío a Isayama a ganarme en crack! Ja! Yo gané esta vez.

Ese men me debe plata, we. XD

Bueno, bueno, dejando mis estupideces les voy a explicar que pasó en el Fic.

Verán, últimamente he estado pensando que los caminos funcionan casi como un agujero negro. Al menos en la hipótesis que involucra lo de espacio – tiempo.

Lo que Falco ve es eso: Un agujero negro. Y quien no estaría aterrorizado de verse uno de frente? La presión debe ser horrible de contemplar a como lo plantean.

Quise crear una historia que diera pase en enlace a estos últimos extras que salieron. Se me hizo el Beren bastante parecido al Levi jovencito, así que me dije: Que tal una historia que involucre los viajes interdimensionales y las posesiones espirituales?. Y aquí está esto

Porque eso es lo que ocurrió en el Fic.

Eren envió a Ymir por Levi, para que Levi le prestará su cuerpo en el mundo dos mil años después, cuando todo se ha ido a la mierda por una nueva guerra. Eren quiere dar un reinició, pero no de hacia atrás, sino de hacia adelante. Terminar de destruir todo para ser el único superviviente y con ello quedarse con todos los poderes titánicos, y crear un pasaje a través de un agujero masivo y traslapar ese mundo a otro. Uno donde todo sea diferente porque él lo reescribirá a su antojo.

Ya sé, es una idea tonta.

Pero espero les haya gustado. En especial a mis bebés a quien inspiraron esta historia.

Díganme que les pareció en un review.

Las quiero mucho.

PD: Si sienten extraña la redacción porque empezó en pasado y acabó en presente, es intencional. Tiene que ver con el nombre del FanFic. Tengo extraños detalles con mis historias