La más rara de las noches.

Las luces de colores parpadeaban y hacían relucir los extravagantes atuendos y maquillajes de todos los jóvenes que se habían reunido esa noche, era la apertura de un bar nocturno llamado "Noche Mágica", rara elección de nombre para un antro que se halla en medio de las luminosas calles de Shibuya, sin embargo eso era de poca importancia para Tooru si dentro de él había buen ambiente, y para él, así era.

– "Parece que los dueños son de Latinoamérica" –

"¿Eso es un país?" –

"Claro que no…" –

Dejó de prestar atención a la decimoquinta persona que mencionaba la procedencia de los dueños del antro y la décima que, ¿Quién lo diría?, que no tenía idea de que Latinoamérica no era un país si no un conjunto de ellos.

¿Es que la gente es idiota Iwa-chan? ¿O no prestaron atención en clases? – Había rogado durante más de una semana a su compañero de piso y mejor amigo de la infancia que lo acompañara a la "gran apertura" de esa noche, ambos sabían que no era necesario tanto ruego, pues eran hasta cierto punto inseparables y secretamente Iwaizumi quería ir también, ambos lo sabían, pero era parte de la diversión.

Que tu tengas una rara afición con la música latina no es culpa de los demás, tontokawa, aunque creo que si son un poco idiotas. – Miró con desagrado cómo los jóvenes a quienes escuchaban anteriormente inhalaban cerveza para después toser sin parar. – Olvídalo, si son idiotas. –

Ambos rieron y se abrieron paso hacia la barra. Oikawa le había prestado un outfit completo a Iwaizumi, el cuál consistía en unos jeans (que a él mismo le quedaban algo grandes) de color negro, con detalles de pintura luminosa en la pierna derecha, doblados por los tobillos, debido a que el largo era demasiado para las piernas de Hajime, una playera que degradaba del negro al blanco, que aparentaba le hubiesen arrancado las mangas, una chaqueta negra que simulaba ser cuero y los zapatos, negros y sencillos, esos siendo de Iwaizumi, pues calzaban diferente. Aquella ropa nada parecía quedar con Oikawa, Iwaizumi pensaba que la hubo comprado explícitamente para prestarle en situaciones así.

En ocasiones como estas agradezco que seas gay, tienes buen gusto para vestirte y vestir a los demás. – Rió al recibir un codazo y bufido de parte de Oikawa, quién iba vestido con unos jeans ajustados en los sitios indicados, marcaba sus pantorrillas en color azul claro desgastado, las rodillas estaban ligeramente rasgadas, igual que el muslo izquierdo, una playera negra con estampados de estética grunge de aliens, en colores tornasol, la cual le llegaba a medio muslo, doblada por las mangas para que medio brazo estuviese descubierto, una chaqueta negra y plateada que se ajustaba en su cintura y hacía juego con sus tennis de los mismos colores.

Que no soy gay Iwa-chan, solo me gusta verme bien. Además, ¿no me has conocido muchas novias ya para saber que lo mío son las faldas cortas y los escotes largos? – Le recalcó mientras pedía sus bebidas al bartender. – Además, ¡a ti solo te he conocido una chica y no han sido ni novios! ¡Yo tengo más razones para dudar de tu heterosexualidad! –

Por eso mismo tontokawa. Demasiadas novias, algo no calza. Para ya los 23 que vamos a tener al menos una debería de haberte durado más de 2 meses, no te tomas ninguna relación en serio. Y en cuanto a mí… ¿Qué te hace pensar que te cuento todo? Y no te me pegues, que tampoco quiero oler a tu colonia. – Se quitó de encima a Oikawa, quién lo estaba abrazando fuertemente, recargando su mejilla en la propia.

Eso es porque tú eres mi alma gemela Iwa-chan, deberías casarte conmigo, serías una gran y… ¿musculosa? Esposa…o algo como eso…mejor no te pongas delantal Iwa-chan , mi imaginación dice que no te va a quedar bien. – Aguantaba de forma fenomenal los golpes nada suaves que le proporcionaba su mejor amigo ante sus bromas. – ¡Oh!, igual y podrías parecerte a ese personaje, ya sabes, el de ese nuevo anime, donde el Yakuza, "dragón noseque" se dedica al hogar, ¡De yakuza a amo de casa, eso! – El último golpe fue directo a la nariz y por poco fue grave, pero logró moverse a tiempo.

Por cierto, ¿Qué pediste? Espero me guste. – Dijo mientras agarraba el vaso que le había entregado el bartender, oliendo con fingida desconfianza.

Como si no supieras ya que es un mojito, Iwa-chan, no te hagas el inocente. – Y dio el primer trago.

La música de fondo alternaba entre rock en español, ritmos latinos, rock japonés, algo de idols, electropop y dance. Una de las ideas principales de esa noche para Tooru era hallar, pasadas un par de horas una chica de cara bonita y buen cuerpo que no conociera, con la cual intercambiar algunos besos y quizás algo más, para después no volverse a encontrar (con suerte, odiaba hallarse de nuevo con alguna compañera de una noche y no recordar ni su nombre porque no había tenido el mínimo interés en aprenderlo). Ya llevaban ahí más de dos horas y nada de nada, o bien ya conocía a las chicas con las que entablaba conversación (de la facultad o de otras noches pasajeras, vamos, que la noche tuvo varios de esos momentos incómodos que odiaba) o aquellas con las que el coqueteo era mutuo iban ya acompañadas y parecía que solo lo hubieran utilizado para dar celos a sus parejas.

Hoy no es una buena noche para mi Iwa-chan. – Dijo con un suspiro medio agotado cuando se sentaba de nuevo al banco de la barra donde había dejado su última consumición a cuidado del aludido, había terminado de bailar con una chica que lamentablemente iba ya acompañada.

Es porque para ti solo es una buena noche si logras terminar en una cama ajena o en algún hotelucho de por ahí, que puedes divertirte sin la necesidad de meterte en nadie. – Le recriminó su amigo mientras guardaba su celular, parecía estar texteando desde hace rato.

¿Y tú que tanto mensajeas, eh? Me estás ocult… - Le interrumpió la mano de Iwaizumi señalándole la pista de baile, era algo que simplemente le dejó la mente en blanco y la boca abierta.

¿Qué hacen aquí? – Dijo con cierta confusión y seriedad Hajime.

Eso mismo quisiera saber yo Iwa-chan… ¿Qué rayos hacen ellosaquí? – Sus ojos, incrédulos miraban al par raro, medio gritar y medio bailar, parecía que animaban a alguien frente a ellos, mientras los pies de Hinata se levantaban del suelo al ritmo de "tú me dejastes caer…", su baile era más como un salto rítmico, mientras que sorprendentemente Tobio no lo hacía tan mal, se veía algo tieso y sus movimientos eran muy mecánicos pero, habría esperado algo peor de su parte.

Sin darse cuenta ambos se habían levantado de sus lugares para acercarse al lugar dónde aquellas "indeseables" personas estaban. Lograron reconocer también la cabellera rubia del bloqueador de lentes de Karasuno, que estaba "bailando" (si así se le puede llamar a evidentemente ser arrastrado a la pista y mirar mal al que te toma de las manos y te incita una y otra vez a moverte al ritmo de la música).

Entre más se acercaban la confusión era mayor, era una escena distópica, hallarse con parte del club de vóley de Karasuno a medio Shibuya, entre luces de neón y reggaetón viejito, con unas cubas encima y con el aire caliente que te llena la cabeza que no para de quejarse por no poder desahogar las hormonas con alguna chica linda. Si, sin duda alguna esa no era su noche, o quizás, especialmente, esa era su noche.

Le parecía que aquella figura era conocida, sus pies se movían con ritmo y suavidad, marcaba cada paso con fuerza y el sudor que resbalaba por su despeinado cabello blanco y negro brillaba cada vez que meneaba la cabeza en el acelere de las notas musicales. Sus rodillas gruesas eran enmarcadas por los jeans blancos, parecía como si éstas no se movieran, solo ayudaban a los muslos y pantorrillas a girar dependiendo el ritmo de la canción, la playera negra, sencilla, se le pegaba al abdomen y la espalda por el sudor, en algún momento se alzó esta para limpiar su cara y soltar una estridente risa, que Tooru juraba habría escuchado todo el bar, una sudadera amarillo neón colgaba de sus pantalones, sus tennis, graciosa e infantilmente soltaban lucecitas de colores al pisar con fuerza, haciendo que cuando bailara, sus pies llevaran con ellos una rítmica ráfaga de luminosos colores, unas muñequeras deportivas negras y neón (una en cada brazo) hacían juego de movimiento con los tennis, de alguna manera se había percatado de un par de lunares que adornaban cerca de su manzana de adán, lunares que se acercaban peligrosamente, una sonrisa que no podría definir ni de coqueta ni de santurrona mostraba sus dientes ante él, ¿acaso tomaba mucho café o fumaba mucho?, esa sonrisa no era blanco reluciente, ligeramente amarilla pero no por ello menos…atractiva.

…bailar? –

Hizo una mueca nerviosa y extraña. ¿El chico que bailaba le estaba hablando? - ¿Qué? –

De lejos no había podido observar sus rasgos, su rostro se desdibujaba con los juegos de luces y oscuridad, añadiendo que llevaba puestas unas gafas de marco amarillo chillón y espejos relfectivos. En la cercanía podía ya distinguir una mandíbula marcada, cejas espesas, la piel apiñonada ligeramente bronceada o mejor dicho, quemada, por el sol, ¿también jugaría vóley?, pecas por la misma exposición al sol sin el debido cuidado de la piel, una nariz ni muy ancha ni muy fina, dura, diría, quedaba bien con su cara, parecía que la hubiesen roto en algún momento, o bien de reiterados golpes con el balón, el mismo había tenido que hacer uso de algunas cintas para evitar que su nariz se ensanchase, los labios se seguían moviendo y acercando a él. ¿Qué decía? Oh…unas gotitas de sudor cayeron por una cicatriz en su frente, tenía el cabello bicolor, parecía embadurnado en gel y ahora algo caído por tanto bailar, parecía haber sido peinado hacia arriba en dos partes a propósito "Que raro peinado", de alguna manera le quedaba.

Esos labios…estaban secos. ¿Bebes agua como debes?

Qué momento tan irreal.

Esos labios secos, eran bonitos, gruesos.

De pronto esos bonitos y secos labios pasaron de estar cerca y en su campo de visión a rozar su oído derecho, podía oler su sudor, el refresco, cigarrillo y… ¿alcohol? , aunque el aroma que penetró duramente su nariz fue el de una colonia extraña, era una combinación entre madera y cítricos, también el limón que probablemente hubiese chupado tras unos tequilas le hizo fruncir la nariz. Sintió una gruesa mano tomar su muñeca.

Que vengas a bailar, chico lindo. –

Ah… le estaba pidiendo bailar. Y el tirón en su muñeca le hizo avanzar a la par de esos labios lindos y secos.

Parecía que tenías ganas de bailar. – Le dijo el desconocido mientras le arrastraba al centro de la pista, justo frente a "Chibi-chan" y "Tobio-chan", que de pequeños ya ninguno tenía nada, de mínimo ellos estaban igual de sorprendidos.

Oikawa-san. – Dijo con sorpresa Tobio, quien sostenía dos vasos de algo que olía fuertemente a tequila con soda de limón.

¡El gran rey también está aquí! – Gritó con un salto el pelinaranja.

A lo lejos vió como Iwaizumi se acercaba a la extraña reunión y saludaba a los presentes, todos con el mismo asombro.

¿Se conocen, Tsukki? – Preguntó un pelinegro con voz santurrona y sonrisa burlesca al blondo que le miraba con expresión hastiada.

Eran jugadores del Aoba Jousai, Oikawa-san e Iwaizumi-san, colocador y as. – Dijo sin más ganas de discutir o corregirle el cómo le llamara, ya sabía que era en vano cualquier intento.

Bastaba decir que sentía toda aquella irreal situación como si fuese un sueño o algo parecido, hasta que la voz de su pareja de baile le sacó del ensueño, no se había dado cuenta en que momento pero ya estaba bailando con él, sus pies se habían acompasado y sus caderas se meneaban juntas al ritmo de la música.

Así que eres Oikawa, yo soy Bokuto, Bokuto Kotarou. – Le dijo con un deje de suspenso, posando como si fuese un agente secreto. Aquello descolocó a Tooru y le sacó una risa sin compás ni ritmo.

¿Qué es esa pose? – Sus blancos dientes se asomaron entre sus cuidados labios mientras le miraba, aún sin comprender del todo la situación. Volteó a ver a Iwaizumi y de alguna manera este ya estaba dentro de una conversación con Tobio y Hinata, le miró y se alzó de hombros, en definitiva esa noche era rarísima.

¡A que es genial! ¡Siempre quise presentarme así! – Sus pies no dejaban de moverse, su sonrisa no flaqueaba y sus manos envolvieron de golpe la cintura de Tooru. – ¿Sabes bailar esto, kawaii-chan? – Y le acercó más a sí, sus cuerpos estaban casi pegados por completo.

¿Qué…espera, kawaii qué? Soy Oikawa y…si se bailar esto pero nunca he bailado con un chico yo… – No tuvo suficiente tiempo para protestar puesto que Bokuto ya se había pegado a él, sus piernas encajaban perfecto una entre las otras y sus caderas se movían arriba y abajo, delante y atrás mientras el ritmo sonaba cada vez más lejos, el aire caliente del antro parecía llenarle la cabeza, avergonzado, titubeando.

Entonces me siento honrado de ser el primero en hacer esto contigo…lindo… – Sus palabras eran escuchadas entre la música por Oikawa, lejos y espaciadas, como si estuviese medio dormido. – Hey, chico lindo, vamos, voltéate. – Y le giró sin dejarle protestar. – Tu cadera, suéltala, está ahí, si, ahora, arriba. Abajo, déjate llevar. Yo dirijo, que se me da bien bailar esto. – Le tomó de las caderas y presionaba sus dedos por ambos lados de su cuerpo, le inclinaba hacia enfrente y le dirigía el movimiento con su mano, presionando su pecho y empujando con su propio cuerpo sobre la espalda de Oikawa.

Pasadas unas horas, ni idea de cuantas, Tooru se sentía sumido en un sopor caluroso y de ensueño, no sabía si había bebido mucho o bailado demasiado, jamás había bailado así con ningún chico. Sí que pensaba que se le daba bien bailar ritmos latinos y mucho más cuando lo usaba como pretexto para impresionar a alguna chica y, si, "emocionarla" de más para preparar el terreno y pasar la noche con ella, ahora estaba ahí, el mismo Oikawa Tooru de siempre, en busca de una chica linda, con las copas hasta arriba, el calor del baile llenándole la cabeza y bailando muy pegado a un chico que extrañamente él definiría como atractivo, sintiendo su aliento sobre su nuca, chocando con su oído y haciéndole sentir escalofríos, el sudor que ya no sabía si era propio o ajeno, la vergüenza que sentía subir a su cara cada que miraba a su amigo o a su kouhai, la extrañeza con la que le miraba su Iwa-chan, la sorna del par conformado por "Tsukki" (a saber su verdadero nombre) y el sonrisa de gato, Kuroo", el mismo Kotarou le había dicho que ese era su mejor amigo Kuroo, ¿cúando?, probablemente a mitad de tan indecente baile.

¿Cuánto tiempo llevaban bailando? Todo era incierto y todo le daba vueltas.

¿Cuánto llevamos bailando Boku…? – Le preguntaba con los ojos entrecerrados porque la luz ya le lastimaba, Kotarou dando cuenta de ello se quitó las gafas y se las colocó, dejando ver sus pesados ojos amarillos, cual lechuza nocturna, igual de despiertos que una.

La noche es joven, chico lindo. – Y la sonrisa no desaparecía. – Puedes tenerlos. – Dijo señalando las gafas. – Te lucen mejor que a mí. – Y le guiñó un ojo, sonriendo ahora sí, coquetamente.

A saber si era verdad, era cordial o le estaba coqueteando abiertamente. Llegados a ese punto Oikawa ya no tenía idea, le dolían los pies, le ardía la cara de vergüenza, le explotaba el corazón sin saber por qué y con la misma ruta de pensamiento creyó fugazmente que igual y no sería tan hetero si moría de ganas de besar al chico con el que llevaba bailando sucio más de la mitad de la noche, igual y solo estaba bebido de más, igual y solo eran las hormonas, igual y era todo ello…o nada. Las risas de Kotarou se mezclaban con la música, parecía no estar ni mínimamente cansado, seguía teniendo tanta energía como al principio, los ritmos no menguaban y entre copa y copa, roce y roce su respiración se agitaba y se le dificultaba seguirle el ritmo, miraba alrededor y ya no reconocía a quién tenía cerca, no veía ni a Iwa-chan con su cara asombrada de verlo pegado a un chico, ni al mejor amigo de Kotarou, gato sonrisa-de-burla-Kuroo, ni a Tobio-chan que sostenía dos vasos y no uno, ni al lentes rubio Tsukki que se dejaba tomar la mano por Kuroo, ni a Hinata-chibi-chan que en algún momento juraría que besó la mejilla de Tobio y se sonrojó después.

¿A quién buscas, kawaii-chan? Yo estoy aquí. – Dijo la electrizante voz de Kotarou, llena de energía ¿habría tomado algo raro? Tanta energía no era normal, pero sus ojos chispeaban luces amarillas, brillantes y vibrantes.

A Iwa-chan…no lo veo desde hace rato. – Fue la respuesta corta y algo desconcertada que le dio, ¿en qué momento los dedos de Bokuto le habían tomado de la barbilla? Irrazonablemente las mejillas de Tooru se tiñeron de carmesí.

¿Qué sucede chico lindo? – Una risita burlona y coqueta salió de los labios de Bokuto, con ganas de tomarle un poco el pelo al otro comenzó a acercarse más y más. – No te pongas nervioso, que igual si es tu primera vez no se siente tan bien si tienes tantos nervios. – La energía que sentía desbordar de sus poros desde hacía días comenzó a quemarle a niveles extremos, su corazón bombeaba de forma impasible, sus piernas volaban y su cerebro se derretía, la risa salió una y otra vez, coqueta y ronca, sus labios rozaron la piel del cuello del chico que sostenía entre sus brazos, sabía a sal y a colonia, olía a chico bien, de esos prolijos y que estudian para sacar 10 en cálculo, historia o algo de pensar, de esas materias que a él le costaban trabajo. – Hueles bien. – Y sintió que se tensaba entre sus manos, no quería, no quería ver su cara, temía de lo que estaba haciendo, no quería molestarlo ni ser grosero, pero vamos, que haberlo arrastrado hasta ahí sin preguntarle tampoco era ser muy educado, en general él tampoco es que fuera muy educado. Olisqueó cerca de su oreja, rió suave y dejó que su aliento a soda rozara su piel, el escalofrío de Oikawa le recorrió hasta su propia columna. – Soy el primero ¿verdad? –

Se tensó. ¿Cómo iba a responder a eso? Si, ¿Qué si era el primero con quien bailaba bachata y reggaetón? Si, el primerO, O, no A. ¿Qué si era el primero con el que perdía la cuenta del tiempo y canciones en una noche? Sí, nunca duraba más de 7 canciones antes de salir de ahí con alguna chica colgada del cuello. ¿Qué si era el primer chico que pensaba tenía lindos labios, besables y atractivo? Si, de nuevo sí. ¿Qué si era el primero que le hacía emocionarse y ponerse tan nervioso como colegiala por un roce de labios en el cuello? ¡Pero claro que sí! ¿Qué clase de ofensa era esa? Jamás había vivido algo ni por mínimo de parecido. Sí, sí y sí. Sí era la respuesta a todo, se sentía como un completo perdedor para ese momento y, extrañamente, por primera vez no se sentía irritado. De nuevo, por primera vez.

Sí. – No pudo decir mucho más, su voz temblaba y su cuerpo había sido transformado en gelatina.

Supuse. – Fue la corta respuesta de Bokuto, cortada por un respingo dado por Oikawa cuando sus labios por fin se posaron sobre su cuello, dando el primero de varios besos que siguieron después, rasposos, duros y húmedos, el baile no se detenía, la gente no se sorprendía, no les miraban siquiera, pero para ambos ese momento se había desacompasado en el tiempo, iban más lento, no como sus corazones.

Oikawa no dijo palabra, no tenía ni idea de que decir.

ha dejado de funcionar.

Los besos de Bokuto resonaban fuertemente en sus oídos, sentía la humedad de su lengua recorrer cerca de su clavícula y morderle entre risillas que solo él escuchaba. Sus brazos se acomodaron solos en los fuertes hombros de Kotarou, suspiró cercano a su oreja y su cabeza, que había echado hacia atrás estaba compuesta de aire caliente, flotaba y le impedía respirar bien. Cerró sus ojos y clavó sus dedos en el cabello bicolor, se acercó más a su pecho, apretándose contra él.

Y si vamos a… – Un jalón en su ropa le hizo separarse de aquel dulce sabor que desprendía el cuello ajeno, sus ojos llameaban y los secos labios estaban húmedos. – ¿Qué rayos? – Estaba a nada de protestar en voz más alta cuando un par de ojos gatunos y molestos le miraron.

¿Qué estás haciendo lechuza tonta? – Le recriminó Kuroo a Bokuto, jalándole del cuello y acercándose a olerlo, habiendo identificado el fuerte aroma a limón se lo alejó. – ¿Porque no me dijiste antes de…? En serio, te descuido un momento y ya estás… – Miró a Oikawa, que había sido atrapado por Tsukishima cuando por arrancarle a la lechuza chupa sangre habría caído al suelo de no ser por él. – Vas a tener que disculparte después, y no, ni me hagas pucheros o te me cuelgues que Tsukki está aquí. –

O sea que si no estuviera sería diferente, ¿Kuroo-san? – La voz del rubio era amenazante y "ácida", sus ojos se entrecerraron y Oikawa se dio cuenta de que tenía los labios hinchados, húmedos y rojos, el gato-Kuroo que ahora parecía un cachorro amaestrado tenía los labios en iguales condiciones, era algo para tomar nota y quizás recordar.

¡No! ¡No es nada de eso Tsukki!, solo es un decir, sabes que yo no haría nada como eso jamás y solo, ya conoces a Boku. – Se miraba nervioso hasta que la risa burlona de Tsukishima le dirigió una sonrisa y le alzó los ojos. Entonces es que pudo respirar.

¿Puede pararse solo, Oikawa-san? – La pregunta no era ni burlona ni asombrada, era seria, igual que su mirada.

Oikawa asintió y con ayuda del rubio se irguió, la situación era bastante extraña. Miró hacia Kuroo quién parecía disculparse con un ademán de su mano.

Lo siento, se pone loquito de noche. – Se rió suavemente y miró alrededor en busca de alguien, cuando le miró alzó su mano, moviéndola de un lado a otra, llamándole.

Seguía sin entender muy bien nada, Tsukishima miraba en dirección a los otros dos cuando le volteó a ver, era sin duda un chico alto, tenía el cabello un poco más largo que en la preparatoria, no había reparado en un principio en el arete color rojo que adornaba su oreja izquierda. Caminaba hacia los otros dos mientras mandaba un mensaje con su celular.

El par de idiotas están ya en un hotel por aquí, no sabían regresar y no pienso ir a buscarlos, no quiero hallarme otra de esas escenas de nuevo, Tetsuroo. – Miró de reojo a Oikawa, luego a Bokuto y suspiró alzando los ojos, como si no pudiese verlo ni oírlo. – Y no tenía idea que fuera de esos. – Señaló sin deje de educación a Oikawa.

¡Hey, que aquí estoy! – Y se acercó a ellos a zancadas, no se había dado cuenta que el bar estaba ya bastante más vacío. – Sigo siendo mayor y esa no es una forma de ser educado, "kouhai". – Trató de mantener una sonrisa afable todo el tiempo.

Ahá. – Se volteó de nuevo a hablar con Kuroo y se cruzó de brazos. – ¿Qué vas a hacer con él? Podemos llevarlo a la habitación pero tú lo cuidas en la noche que mañana tengo clases…que al rato tengo clases, ugh…temprano. – Esto dicho después de ver su reloj de muñeca.

Sí, gracias Tsukki, que no lo voy a dejar así en… ¿Y a ti te gusta escuchar conversaciones ajenas? – Se burló de Oikawa, quién les miraba con curiosidad. – Ya le avisé a tu mamá Iwa-chan que estás aquí, no debe tardar, mira, ya viene. – Y señaló hacia la dirección donde hace poco había llamado, y justamente Iwaizumi iba hacia allá, cargando la chaqueta de Tooru, con cara de enfado y haciéndole una señal con las manos, indicándole que le debía dinero.

Decidió ignorar el hecho de que le dijeran mamá a Iwa-chan , que se lo dijera quién no era él, igual que usar su mote marca registrada por , de igual forma que solo tomó nota mental de que la oreja de Kuroo tenía el arete que le faltaba al rubio. Volteó a ver a Bokuto, no había reparado en él desde que les separaron con regaños tan extraños.

Su cara formaba una mueca que mezclaba a un niño regañado, enojado y preocupado, sus ojos chocaron en un momento y su mirada amarilla se iluminó, sus cejas espesas se alzaron cuando sus labios resecos pero aun ligeramente húmedos por los besos formaron una sonrisa amplia y "emocionada", le guiñó un ojo y se relamió los labios de forma "atractiva", las mejillas de Tooru se enrojecieron al máximo, Tsukishima miró a Kuroo y este chasqueó la lengua, estampándole la mano en la cara a Bokuto.

Basta ya, idiota. – Le tiró del cabello y le tomó, pasando su brazo por encima de sus hombros.

Para ello llegó Hajime a la escena, la mueca de disgusto se descolocó cuando miró a Oikawa de pies a cabeza, estaba irreconocible, como nunca.

Bueno, te dejamos con tu niño, Iwa-chan, nosotros nos llevamos al nuestro. – Sonrió entre burlas a la par de Tsukishima, mirando a ambos, luego jaló a Bokuto y le acarició bruscamente el cabello, haciendo que se inclinara ante Hajime y Tooru, mientras tanto Tsukishima se acomodaba al otro lado de Kuroo. – Vamos niño, despídete bien de tu nuevo amiguito y dale gracias por jugar contigo hoy. –

Gracias Kawaii-chan. – Dijo aún inclinado, con un deje acelerado.

Y… ¿Qué más se dice lechuza boba? – Le dejó alzarse para que pudiesen mirarse.

Losientomuchoperoloharíaotravez… y tú también. – Lo primero fue acelerado y al final dio pasos rápidos que acortaron la distancia, le guiñó un ojo de nuevo y, de no haber sido porque Kuroo lo tenía bien agarrado y logró jalarlo a tiempo podría haberle besado algo más que la mano, con velocidad luz, sus rugosos dedos habían tomado la mano de Oikawa y sus labios que viajaban directo a ese rostro de niño bonito habían logrado posarse en el dorso de sus dedos.

Un golpe por parte de Kuroo había impactado en la nuca de Kotarou, haciendo que viera lucecitas de colores, como los tennis que tanto le gustaban.

Que me duele si me pegas así Kuroo~ – Su queja sonaba cada vez más lejana, a la par que se alejaban, igual que algo decaída.

Amigo Kuroo tomó la mano del Tsukki y ambos hicieron un leve movimiento de cabeza como despedida, acto seguido desaparecieron entre el gentío.

Hajime no dijo nada en ese momento, solo tomó a su respectivo niño de la muñeca para salir de ahí, en la entrada ayudó a ponerle su chaqueta y le subió el zipper hasta la garganta, chasqueó la lengua y tamborileó levemente los dedos sobre los hombros de Tooru, como pensando si hablar ya o esperar, decidió esperar. Mientras tanto, su niño se encontraba en un estado parecido al de shock, miraba hacia el frente pero no veía nada en particular, no hablaba y parecía no darse cuenta de que estaban ya a pocas calles de su pequeño apartamento compartido.

El apartamento de cual compartían gastos era pequeño y entre calles no tan bien iluminadas. Como ambos habían decidido estudiar en Tokyo, aunque en diferentes escuelas, no había sido un impedimento para seguir avanzando lado a lado, hasta cierto punto no se imaginaban una vida el uno sin el otro, aunque había veces que no se aguantaban creyeron que no sería una idea tan inverosímil el vivir juntos y si Hajime pensaba eso también, debía de ser así. Ya llevaban más de la mitad de la Universidad viviendo de esa manera, cada uno tenía una pequeña habitación del lugar que rentaban juntos. Al entrar debían dejar los zapatos en una zona que no superaba los diminutos 60 x 60 cm, tomando en cuenta que ambos eran bastante altos y de pies grandes era imposible que entrasen al mismo tiempo, a veces les gustaba hacer carreras desde abajo del edificio a ver quién se quitaba primero los zapatos, vivían en el quinto piso y no había elevador, así que la carrera, más que de velocidad era de resistencia, por ello y por tener mejores rodillas muchas veces ganaba Hajime, sin embargo Oikawa a veces le sorprendía dando un salto desastrosamente largo desde las escaleras hasta la puerta que recién había abierto Iwaizumi, en algún momento que ninguno recuerdo acordaron también que perdía quién se caía en las entrada, buenos reflejos, ese era su pretexto. Pasado ese espacio de entrada los recibía una salita que venía con la casa, un par de sillones, uno individual y otro de dos plazas, siempre era mejor el doble si querían ver alguna película, ya que podían acostarte o semi-acostarse, mejor dicho, puesto que a ambos les salían los pies del silloncito, la tv era antigua pero podía sintonizar sin problema los canales de tv abierta. Detrás de la salita se hallaba la cocina, donde apenas cabía una estufa de 2 hornillas, un refrigerador pequeño que no podía abrir por completo la puerta, y una alacena que era más larga que ancha, con todo ello solo podía entrar uno en la cocina y eso caminando de lado, no podían darse el lujo de subir de peso si querían seguir entrando en la cocina, tal vez era una rara estrategia para ayudarles a mantener la línea, a saber. De lado a la cocina un estrecho pasillo conducía a tres puertas, una a cada lado y otra al final. La puerta de la derecha pertenecía a Oikawa, era de uno aproximadamente, le dejaba el espacio de una cama a lado de la ventana que daba directo a un callejón de mala muerte, que tapaba con cortinas pesadas de color azul marino, un delgado escritorio que quedaba al otro lado de la ventana, donde estaba su laptop, una lamparilla de mesa y unos cuantos conectores, a los pies de la cama había un clóset empotrado de color oscuro, con estrellitas blancas y plateadas pintadas, detrás de la puerta estaba colgado un espejo de cuerpo completo. Del otro lado del pasillo, la puerta izquierda, era de Hajime, un cuarto de mismas proporciones, su ventana igualmente daba a un callejón no mejor que el de Oikawa, sus cortinas eran color beige, su cama y escritorio tenían la misma constitución puesto que los habían comprado en un remate del 2x1, su clóset estaba pintado de blanco a secas y Tooru le hubo rayado un "Oikawa estuvo aquí" con plumón negro permanente y ya no tenían más pintura. La habitación del final era el oro al final del arcoíris de ese viejo apartamento. Al parecer los inquilinos pasados habían tenido la maravillosa idea de colocar una bañera con funciones de jacuzzi en el cuarto de baño, había ocupado casi toda la habitación, dejando a penas espacio para que las piernas se doblaran cuando alguien decidía sentarse en el inodoro, los azulejos eran casi nuevos, de un blanco y azul aqua brillantes pero suaves, con la ventana que daba directo a la calle principal, sin un edificio que tapara del todo la vista del cielo, bañarse de noche ahí con la cortina de la ventana corrida era un sueño después de los exámenes o un día difícil. Ese lugar era su santuario. El lugar que mantenían más limpio, hasta habían comprado limpiadores especiales para entre los azulejos.

¿En qué momento habían llegado a casa? Hajime estaba en la estrecha cocina preparando café, en silencio. Lo último que recordaba era haber visto la espalda de Bokuto alejarse después de haber besado su mano. Los colores le subieron de nuevo a la cara y se tapó el rostro con ambas manos.

Hasta que reaccionas. – Le espetó Hajime mientras le ofrecía una taza de café caliente. Olía bien.

Gracias, Iwa-chan. – Dijo a voz baja y tomó la taza dando un sorbo en seguida. – ¿Cómo llegamos a la casa? – Le miró, agradecido y cayendo en cuenta de que le había dejado sin chistar el sillón de dos plazas.

¿Cómo llegamos? Pues te traje caminando, idiota. ¿Se te fundieron las neuronas o…? – Suspiró pensando bien lo que iba a decir a continuación, no necesitaba muchas explicaciones, bastaba con verlo, tan solo quería cerciorarse. – ¿Estuviste con Bokuto toda la noche? – Había mandado a volar los honoríficos. – Te perdí de vista después de… ugh. – Titubeaba sobre cómo decir las cosas. – Ya sabes, después de que cuando la canción decía "Yo perreo sola" y tú no perreabas lo que se dice…muy solo. Fueron más adentro de la pista y ya no te ubiqué, Kuroo fue quien me ayudó a buscarte, Kageyama y el otro chico se esfumaron después de un rato. –

¿Me extrañaste, Iwa-chan? ¿Celoso? – Trataba de disipar la tensión con aquellas bromas, el mismo tenía gran parte de la noche borrosa, a cámara rápida, y sobre todo, estaba más que sorprendido de todo lo que había pasado esa noche más que nadie, más que los ojos sorprendidos y nerviosos de Hajime que trataba de hablar del tema sin incomodarle.

Calla idiota. – Inspiró hondo y soltó la bomba. – Estás hecho un desastre. – Lo miró de arriba abajo, mordió el interior de su mejilla cuando pasó sus ojos por su cuello, aún cubierto por la chaqueta. – ¿Lo sabías? – Pensó un poco más. – ¿Lo querías? – Enarcó las cejas y le miró inquisitivamente.

Un buen amigo, ya ves. Hajime no estaba incómodo porque le hubiese hallado después de haberse enrollado, claramente, con un chico, no, lo que le preocupaba era que hubiese sido consensuado.

Oikawa asintió con perplejidad pero las mejillas levemente rosas por entrar en calor y por la felicidad de saberse cuidado por su mejor amigo y, mejor que ello, no juzgado en lo más mínimo.

No… – Vio como los hombros de su amigo se tensaron y sus manos se convertían en puños lentamente, sus facciones se endurecían y se apresuró a hablar. – No lo sé…no lo había pensado. No…no creo que haya dicho que no o, bueno, no es que me haya disgustado o… – Le calló Hajime hablando.

¿Querías que eso pasara o le pediste que parara?, ¿querías que se detuviera? – Le enumeró con los dedos.

Si lo dices así. – Se quedó pensativo unos momentos. – Pienso que si…quería que pasara y también que… – Recordó lo poco placentero que fue que Kuroo los separase, lo bien que se sintió enterrar sus dedos en la nuca de Bokuto, jalar despreocupadamente su suave y grueso cabello, aún embadurnado de gel y empapado de sudor. Sus mejillas enrojecieron aún más cuando recordó sus últimas palabras, antes de ser separados…

"– Y si vamos a… –"

¿Qué sería lo que quería decirle? ¿A dónde le hubiese llevado si no les hubieran interrumpido? ¿Dónde estarían y…qué estarían haciendo?

Le quemaba la curiosidad, la cara y el corazón.

Ok entiendo. – Dijo Iwaizumi cortando todo de golpe. – Sí que querías. Como no habías dicho nada me había preocupado. Vaya hetero más raro que resultaste ser. – Su voz estaba empapada de sorna y…¿tranquilidad?

Antes de que pudiese quejarse de ello Hajime se había levantado ya de su lugar y le revolvía el cabello amistosamente.

Ya deja de pensar tanto y hablamos mañana que me muero de sueño. Yo me ducho primero, que tú te tardas horas con tu cabello, cámbiate ya la ropa y luego te duchas, que apestas y estás todo sudado. – Le barrió de nuevo con la mirada e hizo una mueca. – Repito, eres un desastre. Vas a necesitar cuello de tortuga y no te presto mi ropa, que no la lavas. – Se dirigió a su habitación y después salió rumbo al baño con el pijama en manos.

Oikawa por su parte halló extraño lo dicho por su mejor amigo, pero le hizo caso, se quitó la ropa, se puso una playera vieja y esperó a que Iwaizumi saliera del baño mientras preparaba su pijama, un té para disfrutar de la ducha, su tratamiento capilar de esa semana y aunque era ya tarde algunas sales de baño. Cuando escuchó que Hajime salía del baño y le gritaba que "buenas noches", contestándole un "querrás decir buenas madrugadas Iwa-chan", un bufido en contestación y la puerta de su habitación cerrarse se dirigió al baño, tomó una ducha corta y se sumergió en la bañera por casi una hora, tratando de no pensar en nada muy en específico tal cual le hubo dicho Iwaizumi, ni en si no era tan hetero como creía o por qué justamente habían estado los de Karasuno ahí de juerga junto con Kuroo y Bokuto.

Boku-chan. – El nombre sonó hasta irreal entre sus labios.

El agua se enfriaba y su tratamiento capilar ya había pasado el tiempo de pose.

Se levantó del agua, se secó y colocó el pijama de aliens, conformado por una playera larga y un short corto. Eran ya pasadas las 4:30 am y se arrepintió un poco de tardar tanto en el baño, pero al final "se merecía un descanso", se dijo a sí mismo mientras se metía a sus frías sábanas. Tenía clases a la mañana siguiente a eso de las 8 am, afortunadamente, si se levantaba a las 7 y salía de casa a las 7:30 todo estaría bien.

Por su parte Bokuto había llegado hace ya tiempo a la habitación de hotel que deberían haber compartido con los ex titulares de Karasuno de no ser porque las cosas salieron sumamente diferentes de lo planeado.

Vamos Boku, pon de tu parte en esto. – Le reñía Kuroo con cara cansada y voz entre molesta y preocupada. – Sabes que cuando te sientes así debes decirme, encima ni lo pensaste en lanzarte encima de él, ya decía yo que era raro. – Chasqueo la lengua y suspiró ante la cara triste de Bokuto.

Lo siento, de verdad, quería decirteperosemehizomuydificil. – Sus palabras se atropellaban y sus pensamientos estaban a velocidad luz, sus piernas se movían aceleradamente y mordía sus labios, que ahora estaban más secos. – Puedes irte a dormir con Tsukki quenome pasanadasi me quedo aquíjuroqueno. – Sus manos entrelazadas movían sus dedos tratando de seguir un ritmo inexistente para quien no estuviese en esa cabeza bicolor.

No sea tonto, Bokuto-san, que a quién no le pasa nada estando solo es a mí. – Habló Tsukishima quién estaba agarrando ropa de su mochila para ir a la habitación continua, pues habían pedido una habitación doble. – Me quedaría a divertirme con ustedes pero mañana tengo clases temprano. – Esto lo dijo sin la más mínima pizca de ironía o burla, se acercó a ellos, que estaban sentados en una de las camas y le extendió a Bokuto un paquetito de chicles de menta con chocolate, un sabor que para Tsukishima era asqueroso pero que una vez los hubo probado Bokuto no dejaba de molestarle en cada visita que le llevara unos, aunque siempre a regañadientes, le llevaba los paquetes que podía. – Si Tetsuroo me dice que se portó… –

Sabes que puedes hablarme de tú, Kei-chan, ya somos suficientemente cercanos. – Le cortó Bokuto y recibió un leve empujón por parte de Kuroo, quién siempre hacía eso cuando le hablaba al rubio por su nombre.

Sí, bueno. – Con un leve sonrojo siguió hablando. – Si Tetsuroo me dice que se portó bien a la siguiente le traigo más. – Era un chantaje infantil pero también su forma de ayudar y mostrar su preocupación por quién era ahora un amigo cercano. Con Kotarou distraído abriendo el paquetito, Tsukishima se inclinó sobre el despeinado pelinegro, jalándolo suavemente de la playera, depositando un suave beso en sus labios, con las mejillas algo pintadas de rojo se irguió y salió de la habitación. – Buenas noches. –

Buenas "madrugadas", Tsukki. – Dijo Bokuto.

Hasta mañana Kei. – Dijo seriamente Kuroo, con una sonrisa en los labios.

Vaya que lesvamuybien. ¿Verdad bro? – Comenzó a hablar Bokuto, ofreciéndole de sus chicles.

Sí. – Dijo aún ensimismado, con los ojos fijos en la puerta. El corazón de Bokuto se encogió, al darse cuenta de que debido a sus "arranques" había hecho que ellos no pudiesen pasar la noche juntos, aun cuando les era difícil encontrarse y compartir una noche completa debido a la universidad y el trabajo de medio tiempo. Que rara vez podía pasar una pijamada con Hinata y divertirse con chistes tontos o hablar de vóley hasta el amanecer, que tal vez ese Iwa-chan y Oikawa alias Chico lindo o Kawaii-chan estaban ahí para divertirse hasta el amanecer y los había separado, que tal vez casi nunca podían verse y les había echado a perder la noche, que quizás, solo quizás

Kuroo… ¿y si no le iban los chicos? Me dijo que era su primer… – Y se le fue la voz, los ojos se le llenaron de lágrimas y sus manos temblaron de nuevo, mordió fuertemente sus secos labios y provocó que se abrieran un poco, miró cómo Kuroo se acercaba a él y le estrechaba entre sus brazos, susurrando entre su cabello un "sshh, sshhh…si es así tiene suerte de que hayas sido el primero", pero simplemente la idea no se iba de su cabeza, taladraba fuerte y le hacía llorar. – ¿Por qué? ¿Por qué tengo que ser así? Le arruiné la noche, a todos, a todos, lanocheselasarruiné. ¡¿Cómo podría disculparme?! – Y antes de que todo escalara más Kuroo colocó música en su celular y levantó de un tirón a Bokuto.

Vamos a bailar. – Ante la mirada descolocada, triste y confundida de Kotarou, sonrió. – Que si era gay que si no, ¿Qué más da? Si te dejó chuparle hasta los pecados sin decir no muy hetero no era. Y la noche, según Tsukki los otros dos la están pasando de maravilla en un hotel de paso o algo así, igual puede que el próximo mes puedan venir por más tiempo, dijeron algo por el estilo. – Había logrado distraerlo y eso era lo mejor. – Así que baila conmigo, ya que me ignoraste toda la noche~ – El dramatismo que inyectó a la frase ayudó a que Bokuto se moviera de su lugar y le siguiera el ritmo, los rastros de lágrimas en sus mejillas eran visibles, sin embargo, sus pies habían comenzado a volar de nuevo.

Que noche más rara. – Dijeron mentalmente Oikawa y Bokuto, cada uno en su respectivo espacio, dejando que la noche se los llevara.

A la mañana siguiente, y como no todo sale como se planea, la alarma de Oikawa no sonó y Hajime ya se había ido a la escuela, sus clases iniciaban a las 7:00 am todos los días, de milagro despertó al baño (ya estaba acostumbrado de ir más o menos temprano) y casi se le sale el corazón al ver la hora en el reloj, eran ya las 7:25. Se vistió a velocidad luz con lo primero que encontró, se miró de paso en el espejo para checar que no se le viese mal el conjunto y la taza de café que llevaba en la mano se le resbaló, ahora entendía las palabras que Iwaizumi le había dicho a la madrugada.

Lo siento si no me prestas tu ropa Iwa-chan, juro que te la lavo luego. – Dijo para sí, puesto que estaba solo y recogió los pedazos de la taza a toda prisa, echó un trapo cualquiera encima del café que había tirado en el suelo mientras se quitaba la playera que había decidido llevarse en primer lugar. Y no es que a él no le gustase el cuello de tortuga o no tuviera, pero las playeras de Iwaizumi de ese estilo se ajustaban mejor que las suyas, al menos para esa clase de situaciones.

Se miró de nuevo en el espejo y dando el visto bueno se acercó curiosamente para remover un poco el borde del cuello de la playera y mirar de nuevo el "desastre" que le decoraba. Marcas rojizas y unas ligeramente moradas adornaban desde el borde de su oreja, las cuáles no lograban tapar la playera de Iwaizumi pero podía disimularlas con maquillaje, estas se extendían hasta su clavícula, según alcanzó a ver. O el chico Boku-chan era muy habilidoso con los labios, cosa que le hizo enrojecer, o era un vampiro encubierto.

¿Si existen los aliens porque no los vampiros? – Dijo con risa nerviosa cuando salía corriendo del pequeño apartamento. – Parece que tuve un encuentro del cuarto o quinto tipo. – Y mientras sus pies volaban por la acera para llegar al camión que justa y afortunadamente llegaba a la parada y le dejaba subir pensó en como los pies de Boku-chan se movían al bailar.

A medio camino, mirando por la ventana creyó ver a Tobio tomado de la mano del chibi-chan, a otras calles el rubio que se besuqueaba en la entrada de un hotel con el mejor amigo Kuroo y una cabellera bicolor que esperaba en la esquina mascando chicle.

Imaginaciones suyas.

No tuvo tiempo de pedirle su número a Boku-chan y eso le taladraba el cerebro.