Los héroes llevan a cuestas las muertes de los inocentes, de sus compañeros caídos y de todos aquellos a quienes aman.

Los Joestar parecen ser, por excelencia, el mejor ejemplo que el destino creo para probar su punto.

Jotaro siente el pensamiento venir mientras se levanta de entre el campo de flores que su abuela cuida con tanto anhelo, los girasoles y margaritas cediendo descuidadamente bajo sus pies.

No era la primera vez que el pensamiento cruzaba su mente, porque más allá de eso se había vuelto repetitivo, pero si era la primera vez que no rememoraba sus propios muertos, aquellos que cayeron en Egipto para ayudarle a cumplir su misión y salvar la vida de su madre y liberar al mundo de un futuro tirano.

Está vez siente que su dolor sigue oculto en el rincón oscuro se su mente donde lo dejó tiempo atrás y en cambio observa de soslayo a su abuelo, quien cómodamente permanece sentado con una limonada en la mano mientras su esposa e hija "arreglan" el jardín hasta dejar un pequeño desorden. Normalmente Jotaro no se interesa por esas cosas, es sólo que justo algo inconsciente le arrastra la mirada hasta el viejo hombre.

Sus facciones envejecidas están bajo el sol, aunque el chico no está seguro de que así es como debe verse alguien de setenta y un años y para colmo su expresión esta ida reflejando una penuria desconocida.

Joseph Joestar es un hombre viejo y cansado que se va de a poco, pero mientras lo hace parece romperse.

¿Cuántos muertos llevará en su espalda para que se desgane así? ¿cuantos recuerdos hacen sus hombros hundirse? La vida es dura, puede reconocer el pelinegro, pero ¿fue tan dura para su abuelo? sólo sabe una parte de la historia, la lucha y la carrera por aprender, las ansias de salvar el mundo delante del peligro inmenso, sólo sabe lo que sus abuelos sé han dignado a contar entre pequeños relatos de aventuras fantásticas que le contaron cuando era demasiado pequeño como para tenerlas realmente en mente.

Jotaro no sabe nada del dolor, aunque su mente se haga una idea en realidad no sabe nada de la vida pavimentada de dolor y sufrimiento que se desarrolló en unos pocos meses como si de unos siglos enteros se tratara.

No sabe nada de Caesar, de todos los maestros del Hamon muertos, de Lisa Lisa, de Straiz, de Stroheim, de todas las personas que directa o indirectamente se vieron afectadas… porque su abuelo a pesar de ser un papanatas jamás le contaría de eso y su abuela Suzie oculta que es aún más reservada bajo una capa de alegría y euforia contagiosa, una falsa inocencia que resulta tan fácil de creer que nadie lo pondría en duda.

Viéndolo de soslayo el hombre está roto de cargar con sus propios muertos y llevar a cuestas a los de Egipto, de tantas culpas que pasan por sus ojos la sombra de la muerte los oscurecen, pero aun así cuando su nieto se voltea para verlo directamente una sonrisa se extiende por sus labios.

La vida parece volverle poco a poco, sus gestos iluminados de alegría tal y como su esposa. De pronto vuelve a ser el viejo charlatán, alegre y tonto de siempre a ojos de su nieto. Suspirando, Jotaro voltea el rostro, nublado entre algo parecido al alivio y al fastidio se encamina hacia las mujeres para detener el "intento" de jardinería que ha terminado en un revoltijo de tierra y pétalos volando en el viento.

Muy en el fondo es capaz de saberlo siendo casi capaz de escuchar las penas del hombre gritando junto a las suyas en una absurda sinfonía de dolor porque por dentro Joseph Joestar esta adolorido de ser perseguido por la culpa y el dolor, por sus pérdidas, sus pecados y allí es igual a todos los héroes.

El destino lo ha hecho así.


Me atreví a hacer pequeño shot de JoJo's, siento que no trate bien los personajes, no se, siento raro la personalidad de Jotaro, pero bueno espero lo hayan disfrutado.