Esta historia sucede seguida de algunos eventos contados en el Konoha Hiden (mezcla entre lo que se cuenta en la novela y la adaptación al anime), los personajes no me pertenecen y la historia solo se hace con fines de entretenimiento.
- Ya para, mujer... - se escuchó un chillido suplicante, mientras saltaba esquivando otra ráfaga de viento. - Todo ha sido un terrible malentendido.
- Eres un idiota sin remedio - refutó ella, pero más que enojada sonaba divertida.
Ella sólo quería castigarlo por haber sido tan torpe, si quisiera realmente lastimarlo, lo habría logrado hace mucho.
- Lo siento. - se disculpaba - Realmente lo siento. No debí permitir que esto sucediera. - había intentado aplacarla de una u otra forma, pero el ejercicio de batalla había puesto a funcionar su cerebro nuevamente y debía agradecerle por eso.
Había estado tan aturdido, tratando de cuidar los detalles, tratando de anticiparse a cada reacción, a cada respuesta de ella, que había olvidado que ella acababa de llegar, que ella era una extranjera; estaba tan habituado a su presencia, que olvido por completo que ella no sabía nada aún de la boda. Que terrible descuido. Sabía muy dentro suyo que se lo merecía.
Pero por otro lado, porque habría pensado ella que él quería otra cosa, el rubor cubría sus mejillas de solo pensar lo que ella había estado pensando, cómo no se había dato cuenta - idiota - se recriminó a si mismo, una vez más.
Otra ráfaga llegó, y esta vez, lo pilló sumido en sus reflexiones, que no la pudo esquivar del todo, no le dio de lleno pero dejó pequeños surcos en uno de sus brazos, que cruzó frente suyo para proteger su rostro.
- Temari, estoy exhausto, ya no me queda mucho chakra, ¡para ya! - gritó de nuevo, mientras aterrizaba unos metros atrás.
De pronto, Temari se detuvo, su mirada tenía un brillo frenético que se cruzó con su mirada suplicante, ella también estaba agotada. Por fin, la vio bajar la guardia, ella no había quitado los ojos de encima de él, pero había apoyado su tessen en el suelo.
Esperó el tiempo prudente para asegurarse que realmente estaba a salvo, habría mil veces preferido una bofetada suya, pensó que les habría ahorrado tiempo y esfuerzo pero por otro lado entendía que luego del bochornoso momento, lo menos que ella quería era proximidad.
Ya había sido suficientemente terrible no haberle dado una cita adecuada, es que él era incapaz de conectar sus pensamientos cuando estaba con ella, el trabajo había sido la ruta segura y la trinchera para no sentirse vulnerable, pero luego se había sentido decepcionado de sí mismo y realmente apenado con ella.
Después de todo lo que habían pasado juntos, los 6 años que llevaban de conocerse. Él era tan solo un niño perezoso al inicio, ella ya era una señorita. Shikamaru no pensaba en esas cosas, en aquellos tiempos, recordaba tener una gran bocota para las brabuconadas junto con una mala actitud, pero es que a él todo le fastidiaba en esas épocas, por otro lado a ella le gustaba medirse una y otra vez contra él, siempre se creía tan superior y a él no le gustaba y no se permitiría perder ante ella, básicamente esa había sido su dinámica en aquellas épocas. Luego, comenzaron a trabajar juntos, él creció un poco y esa relación de rivalidad y competencia, se convirtió en colaboración mutua, se sentía bien trabajar con ella, a pesar de ser implacable ella tenía muy buenas ideas.
No pudo evitar esbozar una fugaz sonrisa recordando su historia con ella, la distancia física entre ellos se había acortado, Shikamaru le dio una sonrisa ladeada cuando se paró frente a ella, Temari le correspondió. La noche era hermosa y el paisaje nocturno los dibujaba en ese pequeño claro. Shikamaru se tiró en la hierba y contemplo las estrellas, Temari soltó el tessen y se sentó a su lado. Ninguno de los dos pronunció una sola palabra pero no importaba, ya todo estaba bien, el momento incomodo había terminado.
- ¿Qué piensas? - preguntó ella, al cabo de un rato, mientras su mano comenzó a acariciar su cabello. Shikamaru volvió a mirarla con una sonrisa, su perfil cortado por la luna aceleró su corazón, pero sabía, ahora, que no tenía nada que temer, ella estaba siendo amable.
Regresó a sus pensamientos, mientras, un leve suspiro se escapó de su boca. Sí, recordó la primera vez que la besó. Él tenía 15, no es que hubiera querido hacerlo, más bien fue un momento que por algún tiempo ambos quisieron olvidar, pero ahora sabía que nunca lo haría.
Él estaba caminando distraído examinando unos pergaminos, ni si quiera se fijaba por donde caminaba, de repente, entrando a la oficina que compartía con ella, cuando preparaban los exámenes de chunnin, algo se enredó entre sus piernas, perdió el equilibrio y resultó en el suelo, Temari lo miró y dijo - deja de comportarte como un niño, ya es hora de que madures - recordó haberla mirado con la cara roja de furia y vergüenza mezcladas, pero ella sonrió y se acercó, le tendió la mano, eso lo desconcertó. Tomó su mano y ya estaba de pie, pero al intentar dar un paso para avanzar, de nueva cuenta, tropezó y cayó sobre Temari estampándole un beso, fue raro, fue una sensación rara, tan pronto como sus labios tocaron los de Temari, ella lo proyectó de un empujón al otro extremo de la habitación, acto seguido salió furiosa. Él se sintió avergonzado, odió haber sido tan torpe, se sorprendió que sus pensamientos lo llevaran a pensar en lo mucho que la chica se había desarrollado y que, quiera que no, él también, él ya no era un niño pequeño a su lado, él había dado un estirón y mínimo debían estar del mismo tamaño. Cuando ella volvió a entrar él se disculpó pero ella permaneció seria el resto del día.
- Temari, ¿por qué te fuiste sin despedirte, luego de la guerra?
- ¡Ah! - la pregunta la pilló desprevenida.
- Digo, estábamos tan unidos los primeros tiempos. Y luego, nada. - sus pensamientos lo llevaban a otros recuerdos, que por mucho tiempo fueron dulce-amargos, luego prefirió restarles importancia y siguió con su vida, era demasiado problemático insistir en algo que no era, se había convencido.
Ellos habían estado en la misma división, se habían acercado tanto aquel tiempo, antes de que inicien los combates recordó haberla visto, se acercó a ella, la tomó del brazo y la llevó a donde nadie los molestara, ella no puso resistencia ni protestó. Entraron en una tienda de campaña y ahí la abrazó tan fuerte, ella dudó por un instante pero finalmente lo abrazó fuerte también. Se sentaron sobre unas cajas de madera con provisiones con la cabeza gacha sin saber que decir. Ella finalmente le dijo, - Procura salir de esto con vida, Nara. - Shikamaru levantó la vista hacia ella. - Te lo prometo - le respondió rápidamente y sus mejillas se tiñeron de rojo. - Temari, - agregó poco después - cuidaré tu espalda hoy y siempre, no te desharás de mí, ni la guerra podrá separarnos. - Ella sonrió, Shikamaru sabía muy bien que ella no necesitaba que la protejan y que probablemente él no era el más fuerte para asumir esa tarea, pero era una forma de expresar sus sentimientos, ella tomó su mano, él se puso de pie y jaló de ella asiendo que se pusiera de pie también, el movimiento fue instantáneo y sin resistencia, ellos se dieron un beso, un tierno y suave beso. Tal vez, no tendría oportunidad después.
Durante las noches, se buscaban mutuamente para descansar juntos, cuando se podía, hasta que la división se separó, él y sus compañeros fueron llamados a apoyar a otra división y Temari se quedó ahí en el desierto peleando junto a su hermano el Kazekage.
- No lo sé. - respondió luego de unos instantes.
- Yo regresé por ti, te llamé. - Shikamaru se había apoyado sobre sus brazos levantando levemente el torso pero mirando a la nada. - Estaba seguro de que me escuchaste, pero no volteaste y te fuiste. - Se sentía la tristeza en su voz.
- Creo que no quería enfrentar mis sentimientos, luego de todo eso. Lo siento. - Ella se había arrepentido después pero era tarde, cuando lo volviera a ver se lo compensaría pensó, pero cuando eso sucedió él estaba tan distante que ella no pudo tocar el tema, prefirió hacer como que nunca importó, él también lo hacía.
Temari se puso de pie repentinamente, Shikamaru la miró de abajo hacia arriba, ella le tendió la mano.
- ¡Vamos!. - le dijo, - aún no hemos acabado a lo que venimos.
- ¿Qué? - Shikamaru salió de su paseo por el pasado, tenía su presente parado a su lado, y si, ahora, hacían las cosas bien, también podría ser su futuro, ya no tenía ninguna duda, no se resistiría más.
Tomo la mano que ella le extendía y se puso de pie, ella tenía las mejillas con un pequeño sonrojo pero ahora ya no había malentendidos o cosas a medias entre ellos, él se acercó lo suficiente, ahora era más alto que ella y era perfecto, tomó su rostro con su mano libre, acariciando su mejilla, acercó poco a poco su rostro al de ella, ese beso era todo lo que le hacía falta a su espíritu. Ella correspondió también. Eso era la felicidad, estaba enamorado, estaban enamorados.
- ¿Entramos? - preguntó ella, muy bajito. Habían caminado unos cuantos metros sin soltar sus manos y se hallaban frente a la posada nuevamente.
- No tenemos que hacerlo, si no quieres, ¿lo sabes? - cuestionó él.
- Lo sé, pero ahora estamos en la misma sintonía, ¿verdad? - se le escapó una risita nerviosa al terminar la frase. El rubor en sus mejillas la hacía ver más hermosa que nunca.
Shikamaru pensó en lo afortunado que era, ella iluminaba su vida de una forma que nunca se lo hubiera imaginado, si a su yo de 13 años le hubieran dicho, cuando supo que pelearía contra ella, que ella sería la mujer de su vida, no lo hubiera creído, hubiera dicho que era demasiado problemático, si quiera, pensar en enamorarse, mucho más de la niña gruñona.
- Además, debes asegurarte que la posada sea adecuada, ya sabes, no lo puedes hacer sin mi ayuda. - era refrescante verla relajada después de toda esa extraña tarde.
- Sí, claro. - correspondió él - Hicimos el camino hasta aquí, que no sea en vano. - Shikamaru también noto que era muy tarde y se atrevió a decir, - Ya es noche, tal vez, deberíamos ocupar una y regresar por la mañana. - Sabía que era atrevidamente audaz lo que acababa de pronunciar, pero la verdad es que él no esperaba que pasara nada entre ellos, él no haría nada que ella no quisiera. - Siempre y puedes decir que no - agregó un poco más quedo y algo avergonzado, al final.
Las mejillas de Temari volvieron a teñirse del mismo carmesí que horas atrás, cuando ninguno de los dos tenía ni idea de en que se habían metido, Shikamaru no pudo evitar sentir como su rostro se coloreaba también. Tal vez, no debió haber...
- Okey. - respondió bajito.
- N-No,... - comenzaba a tartamudear nuevamente- digo... - su cerebro volvió a desconectarse - no pienses... que yo... por favor...
Temari apretó la mano que le sostenía.
- Esta bien, no sería la primera vez que descansamos juntos. - aunque no levantaba la mirada su cuerpo había girado hacia él - No es que vaya a ser distinto. - finalizó.
Shikamaru sintió que un peso se quitó de sus hombros con las palabras que acababa de escuchar.
Entraron finalmente a la posada, el personal era muy servicial y hacían reverencias conforme pasaban. Frente al mostrador, Shikamaru explicó lo que quería, la persona que atendía le brindo toda información requerida a detalle y los invitó a pasar para la inspección, para terminar los guio a la habitación que habían separado para ellos, esa noche.
- Bueno,... - dijo él, seguía con las mejillas levemente teñidas de rojo. - ve al lado de mujeres, yo haré lo propio al lado de varones, y... - dudó por un instante. - nos encontramos aquí en una hora, ¿está bien así? - consultó.
Temari se notaba tensa nuevamente, tal vez, a pesar de todo, no había sido buena idea tomar una habitación para ellos, ellos eran shinobis, no era que tuvieran reparos en trasladarse por la aldea a altas horas de la noche, pero el día había sido agotador y merecían descansar. Además, luego de dejar sus sentimientos al descubierto, después de tantas idas y venidas, sería reconfortante tener un momento de tranquilidad a solas, juntos.
- Esta bien - dijo. Se inclinó un poco hacia delante, dándole un beso rápido en la mejilla y se fue.
El corazón de Shikamaru dio un vuelco, trató de controlar su ansiedad, qué podría salir mal ahora, cálmate, se dijo internamente. Una sensación helada recorrió su columna, porqué después de todo lo acontecido, presentía algo más en ese instante.
