Los personajes de Shingeki no Kyojin son de Hajime Isayama.
Advertencias: Universo Alterno, Drabble, leve OoC, LevixMikasa.
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Eran pasadas las 3:00 am cuando Levi despertó producto de un ligero sobresalto a sus espaldas.
—Levi, Levi, Levi, cariño, despierta.
El mencionado logró hacerlo luego de darse cuenta de que no se trataba de un sobresalto común, sino de su esposa, quien le movía del hombro y lo llamaba a susurros, con voz baja y quedita.
—¿Qué ocurre, Mikasa? —adormilado, pero alerta, el hombre se sentó de golpe en la cama. Sabía que su mujer no solía despertarlo por cualquier minuncia, dada su larga jornada como médico con doble base de trabajo y en hospitales diferentes.
—¿Puedes bajar y calentar otro biberón?
Fue cuando Levi se dio cuenta de la situación y del pequeño bulto que Mikasa cargaba en brazos: su preciada bebé de un mes de nacida.
—Claro.
No es que la haya olvidado, simplemente ese día su mente se hallaba tan agotada que se desconectó apenas su cabeza tocó el colchón. Se levantó perezoso de la mullida cama a cumplir su deber como padre. Con pasos lentos, pero sin objeciones, se dirigió a la cocina. Sabía que no podía dejarla sola, no después de una dura cesárea, que era muchísimo más difícil de sobrellevar que cualquier parto normal. Mikasa aún no podía caminar ni levantarse por largos periodos de tiempo a causa de esta, o la herida podría re abrirse y provocarle dolor o infecciones indeseadas.
Por más cansado, agotado, devastado y acabado que anduviera por culpa de sus dos turnos en el hospital, él siempre estaría dispuesto a apoyar a su esposa en todo lo que su bebé y ella misma necesitaran.
Era su misión en la vida, su propósito fundamental de estar aquí, a su lado.
El orgulloso padre, experto, cabe destacar (o como se denominaba –alardeaba- él mismo frente a sus amigos y otros compañeros de trabajo, dado que se trataba de su tercer hijo), cuando hubo llegado a la cocina, sacó el esterilizador —habían decidido que era mejor poseer uno de esos aparatos por practicidad, en vez de utilizar la estufa—, lo proveyó de agua, conectó y ajustó la temperatura en la pantalla táctil, para posteriormente introducir tres biberones, de una vez, por si se llegara a necesitar por la mañana.
Mientras realizaba estas acciones rápidamente, el hombre bostezaba constantemente, casi sin parar, el sueño quería vencerlo pero él era más fuerte. Tenía que serlo.
Como el hábil doctor-médico-papá sabihondo que era, sabía que esa cosa de mierda tardaría un rato en calentar, por lo que se le hizo fácil dirigirse sin pena a una habitación cercana a dormitar.
—Solo serán cinco minutos —se murmuró a sí mismo con gruesa voz pesarosa.
Levi se recostó contra un sofá pequeño que tenían en el rincón de ese espacio, se cubrió a medias con una manta que encontró, sin importarle si estaba limpia o para qué se haya utilizado antes. Él solo necesitaba cerrar sus ojos con urgencia por un rato.
«Cinco minutos, solo cinco minutos Levi, después a preparar la fórmula, ya he dejado la porción lista; y, después, subir de regreso con Mikasa y mi pequeña Yua». Hasta medio dormido Levi era tan meticuloso en su accionar como siempre.
Mas esto que pensó nunca ocurrió.
El azabache se quedó profundamente dormido en aquel incómodo, reducido, pero atractivo sofá.
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A la mañana siguiente, Levi despertó ahora sí con una fuerte exaltación.
—¡Levi —lo sacudía Mikasa—, ¡Levi, Levi!
—¡Todo tiene una explicación!
Para cuando se dio cuenta, ya estaba de pie con los ojos bien abiertos, la manta en el suelo y una Mikasa en pijamas parada frente a él cruzada de brazos. Parecía molesta, mas no furiosa. Entonces lo recordó: ¡el biberón!
—Tch —se reprendió interiormente por haber rezagado tan simple tarea.
—¿Qué pasó? ¿Por qué dormiste aquí? Yua tenía tanta hambre que tuve que bajar yo hasta acá.
Levi se rascó la cabeza, frustrado, parpadeó repetidas ocasiones para desperezarse, aclarar su cabeza y enfrentar a su esposa.
—Escucha, lo siento, no fue mi intención, de verdad, solo… quería una siesta de cinco minutos que se transformó en… —observó el reloj de pared— cuatro horas.
«Mierda»
Ella refunfuñó un irónico «¿en serio? No te lo puedo creer». Él la observó detenidamente entonces.
—¿Qué haces levantada? Deberías estar recostada.
—Pues lo estuviera, sí alguien no se hubiese quedado dormido en el sofá —tocó su estómago, donde su faja post parto la envolvía.
—Tch, ya te dije que lo sentía —por más macho que fuera, su error le daba un tanto de vergüenza.
Mikasa rodó los ojos, se giró caminando con pasos cuidadosos y lentos, en dirección a la cocina, y procediendo a preparar otro biberón para su bebé. Levo la siguió.
—¿Tiene hambre tan pronto de nuevo?
—Sip, no sé de quién heredaría ese vigoroso apetito.
—Oye, de mi no fue.
—Seguro. —Habló de espaldas, enfocada en su faena.
Levi dudó uno segundos, entornando los ojos hacia la figura definida de su esposa. —Espera, aún estoy medio dormido, ¿estamos hablando de lo mismo?
—Ajá. Vamos arriba, no me gusta dejar a Yua sola por tanto tiempo, y no quiero que Soji ni Kei se despierten antes de que la alimente de nuevo.
—Vamos, te ayudo a subir las escaleras.
Por suerte era sábado, y Levi no tenía que preocuparse por llegar tarde al trabajo.
—No sé cómo mierdas pudiste atreverte a bajarlas tú sola sin supervisión, fue peligroso, Mikasa —la amonestó severamente Levi, sin embargo, con una sensación intensamente preocupante en su pecho.
—Tsk, nunca subestimes a una madre en el momento en que tiene que alimentar a sus crías.
El hombre la miró sonriéndole un poco, comprendiendo su posición. Al fin de cuentas su razonamiento era certero, y así, ambos esposos subieron con cuidado las escaleras hacia su dormitorio.
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N/A: holis, que sorpresa, no? Tenía esta idea en mente desde la semana pasada. Es basada en algo real que escuché en la clínica, eh, no me ocurrió a mi jaja, porque ya saben, los escritores escuchamos anécdotas ajenas y rápidamente las metemos en nuestras historias ajajaja. El titulo no me convence, quizá cambie a futuro.
Saludos.
Gracias por leer.
