soy §Girl Magic del Anime§, necesitaba escribir esto. Y como se alargo pensé que seria mejor en dos capitulo, lo vomite en algunos días, entre las siestas de mi bebe. Estoy agotada con la maternidad, y quien no. Un abrazo a quienes están en esta etapa. y ánimo con la pandemia que también nos cansa. Espero estén bien, sigan cuidándose. Es la continuación de Pluma negra y cornamenta escarlata, si no lo has leído creo que puedes leer. Si quieres agregar contexto búscalo en mis historias.


Noche en compañía

Capítulo I

Two Shot


Charlie se sentó en la cama y volvió a tocarse los labios una vez más, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo de arriba a abajo.

Sacudió la cabeza, nuevamente. Trato de resolver el temblor, sin éxito.

Le había besado, ese beso no fue para nada inocente. Tenía sangre, ansiedad, calor, oscuridad.

Lo peor es que la había remecido hasta el fondo de su alma demoníaca.

Tenía que olvidarlo, o al menos, dejarlo muy abajo en sus sentimientos. Enterrarlo rápidamente y tapar bien el profundo hoyo que demorara muchos minutos en cavar.

Maldita sea, una y mil veces, maldijo en su interior.

Sus dedos se movieron a su cabeza enterrándose entre sus cabellos.

El demonio radio estaba ahí, su sonrisa hacía eco en sus recuerdos. Su intensa mirada de locura y frenesí.

Su garganta empezaba a secarse por las ansias. Su pulso se estaba acelerando a grandes zancadas.

Acá iba de nuevo.

Recordó su ronca voz… El grave timbre. Sin interferencias. La peligrosidad palpitante en cada sílaba. El Aura de delirio, la malicia, la astucia, el dominio de la situación.

Un beso producto de circunstancias especiales.

Un beso que jamás debió ser.

Alastor no debió mordisquear sus labios con esa desesperante lentitud.

No podía olvidar nada, los colmillos rozando, el roce, el agarre. Su perfume, la suavidad de su traje.

Y ella lo terminó de sellar. Con una pluma negra.

¿En qué estaba pensando?.

Se tiró hacia atrás en la cama, sus manos taparon sus ojos, para cuando los abrió su forma demoniaca volvía a aparecer. Sus cuernos parecían temblar ante las oleadas de emociones que la golpeaban sin tregua.

Ya ni siquiera podía controlarse bien. Necesitaba de mucha concentración, para deshacer aquello. Su padre le ordenó tantas veces mantener su forma demoniaca por un día entero y ella no había accedido. Pero esto se le escapaba de las manos.

Estaba simplemente ella misma, presa del enojo, presa de las dudas, tan propio de ella y a la vez fríamente calculadora.

Estar alterada no le ayudada. Tomo todo el aire y gruño, se sentó en la cama y de un salto se puso de pie.

Trato de ordenar sus pensamientos, se había disculpado para ir a dormir. Después de la discusión con el demonio verde la mayoría entendió inmediatamente que estaba agotada después de aquella escena.

Pero no era así.

Los ojos carmesíes la miraron lentamente, aquellas pupilas se rasgaron peligrosamente. El demonio radio ladeo la cabeza. Y susurro: "Descansa… Darling".

Estaba totalmente descontrolada. Aquellas dos palabras fueron suficiente para quebrar la calma que había podido acumular durante la cena con tanto esfuerzo.

Paseaba en su habitación cuan león enjaulado. Y a pesar de caminar y caminar no lograba entender que ese toque del pelirrojo tenía que dejarlo como un accidente entre socios.

Algo puramente "administrativo".

Dudaba que Alastor se apareciera en su habitación.

¿Qué pensaría el demonio?

¿Acaso no le gustaba el contacto?, ¿por qué rayos la había besado?,¿Jugaba?,¿curiosidad?.

Tenía que ser eso: "parte del espectáculo".

Y lo que más había tenido fue contacto e intimidad. Por las llamas de todo el infierno.

Un maldito beso que la había marcado.

Era imposible, no podría hacer nada, no había cómo saber lo que Alastor estaba pensando.

No podía entender porque él la había seducido.

Porque eso era, ¿verdad?

No había caso...se tiró a la cama nuevamente.

Que alguien se apiade de ella y la calme. El no la había seducido, ambos cayeron en ese sutil juego que terminó en algo que ninguno de los dos apostó.

Necesitaba calma. En todos sus siglos de existencia, jamás había sentido que las cosas se le escapaban de las manos de esta manera tan desesperante.


Sus pasos se dirigieron a uno de los balcones, abrió las puertas de vidrio,fue recibido por la oscuridad y el viento de una noche infernal como tantas otras.

- La escoria del mundo… - susurró con lentitud.

Su abrigo rojo parecía abrigarlo más que cualquier otra noche, trató de enfocarse en la humedad del ambiente que anunciaba lluvia torrencial.

Entrecerró los ojos divertido.

Pero, había un pequeño detalle, en medio de tanto silencio no propio del hotel, no escuchaba su propio sonido, su particular sonido.

La sintonía de ondas infernales estaba totalmente en calma.

Aquella era la calma antes de la tormenta. Un dicho más que conocido por él.

Cerró momentáneamente los ojos para sintonizarse. Pero… Sorprendente.

No había nada.

Su sonrisa se ensanchó más.

No podía. Estaba en silencio.

Ninguna interferencia. Ninguna onda de baja o alta frecuencia.

Sumado a esto sus sombras eran un mar en calma, un tibio vaso de leche.

- Vaya, vaya… - colocando ambas manos atrás de su espalda - la tormenta será imparable esta noche.

Aún quemaba en su garganta el alcohol que Husk le había servido con una ceja levantada.

El licor había nublado las emociones que experimentó, pero no borrado, claro que no, aquello no era algo que pudiera dejar pasar asi como asi, aunque quisiera.

Se sentía un tanto fuera de lugar. No podía quejarse.

¿Porqué?

Pues por la misma razón, él mismo quiso meterse en este hotel ya que necesitaba salir de la rutina. Aunque esto no estaba dentro de su presupuesto mental.

No se sentía así desde… Bueno, no lograba recordar las décadas o siglos que llevaba en el lugar. El tiempo no importaba.

Aquel torrente de emociones y sensaciones lo quemaba y asfixiaba como ríos de lava.

Fue extrañamente encantador.

- Charming demon belle - susurro para si.

Charlie había respondido a su mirada, aquel destello rojizo en sus ojos negros. Pudo verlo, en esos segundos, como un destello de su deslumbrante imagen en la oficina. Su forma demoníaca.

Volvía a recordar sus garras tocando aquella piel. El roce de las plumas, el suave contacto de sus cuerpos. El metálico sabor mezclados entre sus colmillos. Su embriagante perfume, porque en medio de todo las acciones aquello lo había descolocado.

Sus puños se tensaron, apretó los dedos y sus garras se enterraron en sus palmas, sus garras se crisparon.

- ¿Qué haré contigo?

La sangre empezó a emerger en sus heridas causadas por sus afiladas garras, le escocía un poco más no lo suficiente como para calmar su energía.

No estaba acostumbrado a debatirse en dos posibilidades.

Siempre en el infierno fue matar, descuartizar y disfrutar el espectáculo macabro de la sangre, el dolor. A veces algunas variedades sutiles como la tortura.

Pero ella lo hacía dudar... Tomarla para sí como lo egoísta que era, no quería matarla, menos descuartizarla. Le gustaba más de lo que pudiera aceptar ante cualquiera, incluso ante el mismo.

Ella era única.

En algún remoto rincón de su mente pensó que la mitad ángel podía ser su salvación para descansar de su incontable viaje.

Sacudió su cabeza.

Necesitaba saciarse de ella.

El hambre que se hacía espacio en sus entrañas era ya difícil de manejar, no estaba acostumbrado a aquel dulce y exótico sabor. Para un maniático como él, impregnarse día a día de su compañía era el camino a la perdición.

Solo que lo había dejado pasar, no considero eso hasta ahora.

Miro el cielo con nubes rojizas y dio un largo suspiro.

La pregunta correcta era otra.

- ¿Qué hiciste conmigo?

Las primeras gotas empezaron a caer, vio como el pequeño monóculo se iba empañando, desvió la mirada a la ventana de la princesa del infierno.

- Supongo que el paraíso tampoco sabrá que hiciste conmigo.

Sus ojos resplandecieron en la oscuridad.


La puerta se abrió de un golpe en su habitación, en el momento en que ella ya no estaba en forma demoniaca por suerte.

La pequeña encargada del orden y de la cocina del hotel estaba asustada y con ojos llorosos.

- Charlie, se lo llevaron. N-no pude hacer nada. - trato de controlar sus temblores - Abrieron las puertas.

- Niffty - exclamó la rubia tratando de entender el horror en el ojo de la pequeña, se acercó rápidamente a ella. - ¿qué pasa?. Cuéntame con calma.

- Angel, se lo llevaron, d-dijeron que tenía que trabajar y no pudo oponerse, e incluso dijo que ya había pagado. Pero no lo escucharon.

No necesito preguntar más, fue rápidamente a la salida del hotel, sin que nadie la alcanzara, ni siquiera Vaggie.

Sabía perfectamente quién se lo llevó.

Entrecerró los ojos avanzando por las calles y abriéndose paso. Sintiendo el palpitar de su furia en sus oídos.

Había dejado claro que mientras el albino estuviera en el hotel ese Overlord no entraría a hacer lo que quisiera.

Ese maldito Valentino.

Otro demonio que pensaba que podía pasarla a llevar como si fuera basura insignificante.

Las gotas de lluvia ya golpeaban las calles y el ruido con el crepitar hacían eco en la entrada noche.

- Muy bien- se dijo a sí misma mientras sentía los colmillos crecer en su boca.

- No tengo ganas de dialogar, no tengo ganas de ser paciente, si lo veo le rasgaré y quemaré su estúpido sombrero de mierda. -pensó gruñendo.

Estaba claro que esto iba a ayudarle a calmar un poco el revoltijo de emociones que latía ensordecedor en sus oídos. La imagen del pelirrojo estaba ya desvaneciendo. Casi podía escucharle susurrar: "hazlos temblar dulzura".

No estaba segura de que encontraría, pero era claro que un por favor no resolvería nada.

Llegó a unos de los edificios detrás del estudio de pornografía del demonio polilla.

Abrió las puertas de una patada, no estaba para formalidades como directora del hotel, esto no eran negocios.

La recibió la oscuridad y junto con ello un revoltijo de olores fétidos. Había olor a podredumbre y a sangre, y sobretodo a otras secreciones que supo perfectamente identificar, su semblante se oscureció.

Había un bulto en medio de un gran grupo de demonios.

Sus puños se tensaron. Los nudillos palidecieron en segundos mientras sus articulaciones crujían por la fuerza. Sus garras crecieron más de lo habitual para estar en su forma demoniaca.

- Esto es obra de Valentino, ¿verdad?

- ¿y quien te crees perra?, ere... - silencio.

El demonio jabalí no pudo continuar, su cabeza fue cortada, y cayó hacia atrás, derramando la sangre a borbotones.

El resto de su cuerpo estaba de pie por inercia. Sus brazos se movieron en un vaivén un tanto inquietante para alguien que ya no estaba con vida y que supuestamente iba a pelear.

Todos los demonios en la habitación se callaron, algunos notaron como la temperatura de la habitación empezaba a subir y muchos de ellos sintieron el escalofrío bajar por la nuca ante la presencia de la delgada silueta rubia que avanzaba a paso lento, las oleadas de energía empezaban a brotar de ella, cada vez con más densidad.

- ¿Perra?, no soy una perra… - suspiro haciéndose esa pregunta más para sí que interactuando con los demonios, sus ojos se volvían rojos y miraba a los demonios que se abrían paso para dejarle el camino libre - Pero claro. No estoy para discutir eso, ni ustedes tampoco - la voz resonó ronca.

Otra cabeza voló. Otra cabeza que había osado formular alguna grosería que no terminó en nada, solo con una garganta cercenada.

Las garras de Charlie no goteaban sangre, pero la esencia de la sangre estaba rodeandolas. Ninguno de los presentes pensó siquiera en emitir sonido. El terror estaba empezando a paralizarlos. No eran debiluchos que pudieran matar con tanta facilidad, eso significaba que la joven era realmente poderosa.

Cuando los demonios voltearon al bulto que estaba en el suelo identificado como la araña albina, la joven rubia lo había tomado en sus brazos, levantandolo como si no pesara.

- Inmundos, no tuvieron piedad ¿eh?...- entrecerró los ojos y sus cuernos emergieron altos y brillantes - Cuando Valentino vea esto, será mi advertencia- hizo una pausa mientras acomodaba a Angel Dust - otro paso dentro de mi Hotel y yo misma arreglare esto con él.

Algunos intentaron huir.

Por un momento Charlie sintió una furia ciega, fue un centello, unas ganas de matar descomunales, de no solo incendiar el lugar sino toda la maldita ciudad hasta que no quedara nada. Hasta ver que todo el mundo ardiera hasta no quedar ni una ceniza que soplar.

Los presentes sintieron la corriente eléctrica en sus colas.

La sensación de peligro y de muerte.

Quien dijo que el demonio radio era el único que causaba pánico. Este era otro tipo de horror que nadie había visto, y eso era lo peor, porque nadie lo podía ver venir.

¿A quien habían hecho enojar?, ¿A quien realmente?

La que todos llamaban estúpida princesa del infierno, aquellos ojos seguían brillando en la oscuridad de la habitación. Esa no era una dulce y estúpida princesa, no había ni una gota de dulzura, sino una furia paralizante y congeladora.

Aquel brillo gélido fue lo último que muchos vieron. Maldijeron el haber aceptado el trabajo, incluso de haberlo disfrutado.

Esos ojos carmesíes, aquella brillante y pura pupila.

Las puertas se cerraron. Nadie pudo abrirlas, las ventanas no podían romperlas. Todo estaba herméticamente cerrado.

¿Que clase de magia era esta?

En medio de la inconsciencia Angel abrió los ojos, y no pudo creer que la soñadora y alegre Charlie tuviera aquellos aterradores y bellos ojos llenos de furia. Era una furia tan abismal.

Era terriblemente bella, como una pintura de museo. De cuando era humano, si, aquellas pinturas de mujeres de cuentos de hadas.

Escuchaba los gritos de dolor a su alrededor.

- Lo siento Angel, debí prevenir esto. - los ojos de Charlie se cerraron con pesar, su voz cambió a una mucha más ronca, que le daba su forma demoniaca - mira tu hermoso rostro, como pudieron ultrajarte así. - lo acarició en la mejilla que tenía un profundo corte. - Tanto dolor.

Angel trató de incorporarse, pero no podía, solo trataba de pensar,que de todos los más estúpidos sueños, jamás hubiera imaginado ser salvado por la princesa del infierno, era como un estupido cuento de hadas. Y a la vez se sentía tan importante y querido.

Su cuerpo estaba totalmente golpeado y amoratado, con mordiscos y arañazos. Ultrajado sin piedad, sin siquiera ropa que lo cubriera. Ni siquiera vergüenza, solo dolor le habían dejado.

Hasta podría enamorarse de ella. Se dijo así mismo.

El fuego se reflejaba en sus cuernos. Unas lágrimas caían por sus blancas mejillas, aquel rubor propio de la hija de Lucifer parecía palidecer ante la tristeza que emergió.

¿Había fuego? no lo recordaba. ¿Valentino había puesto antorchas?. Debía estar alucinando por el dolor.

Pero era extraño porque a las polillas no les gustaba el fuego.

Lo que no imaginaba era que el fuego consumía cada rincón del lugar, lo que parecía una bodega estaba hecha un muro de llamas, no había techo.

La rubia los veía retorcerse de dolor, como si fuera una película. Una de sus garras se movía para descuartizar rápidamente a 10, luego 20 y el número seguía aumentando.

El fuego invocado aumentaba, las llamas estaban saliendo de su propio cuerpo.

Angel seguía respirando con dificultad. Se sacó la chaqueta y la envolvió como pudo.

En un instante él abrió los ojos.

- Charlie, no llores, se estropeara el maquillaje. - dijo medio en broma.

- A-angel - hizo una pausa para agregar con mucho pesar - debí llegar antes.

- Si lo hubieras hecho, no estaría en el infierno baby.

Lo atrajo hacia sí, abrazándolo. Lo beso en la frente, estaba convencida de que sería al primero que redimirá, cueste lo que cueste. Lo merecía.

Su camisa se rasgó y un par de alas negras emergió, se rodeó con ellas para protegerlo.

Liberó el fuego que estaba acumulando. Micro explosiones desde lo más profundo de su ira y su dolor combinado, las llamas en parte negras consumieron rápidamente lo que quedaba de la estructura del edificio.


El gato miró un tanto alucinado la imagen de la joven gris enterrando su lanza en el piso y encarando al demonio pelirrojo.

- Te lo estoy pidiendo - dijo tragando saliva pesadamente.

La demonio cerró los ojos bajando la cabeza, él era el único que podía traer a Charlie sana y salva. Aunque la rubia se metiera en problemas dudaba que alguien se le opusiera al demonio radio y de pasada salvar también al estúpido de Angel Dust.

- Esta es una situación extraña querida, para que tu me lo pidas de esa manera sin darme un sermón de insultos. - se encogió de hombros.

- Lo sabes bien...Tu pedazo de - se interrumpió y bajó la cabeza - por favor. - se mordió los labios.

- La traeré de vuelta, después de todo este hotel no sería un espectáculo sin ella.

Interferencias hicieron eco en el salón y el pelirrojo desapareció.

Alastor vio el lugar en llamas, el ruido era magnífico. El crepitar de aquellas llamas, parecía que habían creado otro demonio.

- Las llamas de Azerbaiyán - se dijo sorprendido, había escuchado de ellas.

Aquellas llamas con pintas negras que parecían tener vida propia, aquellas llamas que jamás se extinguen.

La princesa del infierno hacia precio de su nombre, el Overlord polilla había tocado una fibra delicada al parecer.

Distinguió la silueta dentro de los muros de llamas. Aquella energía era inconfundible, ya había memorizado aquellas ondulaciones a la perfección.

deslizó sigilosamente su lengua por los labios saboreando aquella imagen de destrucción.

Y volvió a repetirlo.

¿Charlie aburrida?

No… Era fascinante.

El muro principal se derrumbo y vio aquel especie de huevo negro, era ella envuelta en sus alas.

Las alas se abrieron y apartaron varias llamas para darle el paso. Ella empezó a caminar, sus ojos no despegaron la vista por ningún segundo del bulto que llevaba en brazos.

Había un camino de lágrimas en sus mejillas, ese detalle no pasó desapercibido para Alastor. Aquello le causó un desagradable sabor en la boca.

Ella salió de los escombros y se encontró frente a frente.

- Esto, fue demasiado. - le dijo, levantando su mirada y encontrándose con sus pupilas carmesíes.

- Los límites de algunos, son el infinito de otros dulzura. - Hizo una pausa, para extenderle la mano, sintió que la demonio podía quebrarse en cualquier momento, casi estaba en trance - volvamos al hotel, tenemos que tratarlo y tu debes descansar, estás inestable.

- Lo llevaras al hotel - dijo Charlie, casi formulando una orden.

Vamos…

Cuando tomó la mano del demonio radio, una interferencia grande los rodeó y el humo y las llamas desaparecieron de su vista y se encontró en el hall.

Los que la vieron no creyeron ver a la misma directora alegre y jovial del hotel, era la imagen de la guerra y la majestuosidad de los demonios.

Rápidamente llevaron a Angel a su habitación.

Charlie se apoyó en Alastor y su forma demoniaca se esfumó, la alzó en brazos y asintió, todos se enfocaron en la araña, la princesa no parecía tener heridas solo cansancio.

Husk miró lo que quedaba de la araña albina en la cama. Estaba muy golpeado, arrugó aún más en entrecejo, fuera de todo lo molesto que fuera en el día a día, a veces le sacaba una sonrisa, aunque odiara admitirlo.

Dejarlo así, era un exceso sin remedio.

¿Qué había hecho para que lo golpearan a este extremo?¿lo violaron, cortado, mordido?

Ni siquiera pudo defenderse, eso estaba claro. Lo superaron en número. Además, dudaba que tuviera habilidad en la defensa personal.

Se acercó y acomodo algunos cabellos desparramados.

Necesitaba un trago muy fuerte, aunque extrañamente no tenía deseos de tomar.

Se cruzó de brazos molesto, sobretodo con su amargura que ya la saboreaba.

¿Desde cuándo le preocupaba?

Vaya a saber, vio a la cíclope entrar rápidamente con una fuente de agua y un botiquín.

- Te ayudaré - gruño tomando las cosas y acercando una mesa rápidamente, mientras la otra demonio polilla traia mas vendajes y agua.

- Gracias Husk - le respondió mientras acomodaba todo.

- Supongo que tendrás que suturar. - volvió a decir sin siquiera mirarla.

- Es mejor entre dos - la cíclope miro triste - espero que se recupere.

- Hierba mala nunca muere pequeña.

- Será una larga noche.

- hmn, al menos a la jefa no le paso nada.

- Creo que no, pero se veía muy enojada y preocupada.

Tendrían mucho trabajo, pero ya sabrían en las noticias o por rumores del mundo demoníaco que es lo que había pasado cuando Charlie encontró a Angel.


Abrió los ojos de a poco, se sentía muy inestable, débil, como una especie de revoltijo energético. Vio el ventanal de su habitación. Probablemente ya era de madrugada, la lluvia caía con intensidad en el cristal.

Sentía el aroma de otro ser en su habitación, incluso antes de abrir los ojos se había percatado de ello.

Trato de sentarse en la cama con algo de dificultad.

- Bienvenida Darling.

- Alastor yo

Se tambaleo un poco, el radio demon acomodo unas almohadas para que la contuviera. Siendo precavido de no tocarla en todo el proceso, se sentó calculadamente al lado.

- Tienes que descansar, la pelea, mejor dicho la masacre terminó.

- Angel - se detuvo al recordar su malograda imagen y el monton de imagenes sobre su deplorable estado.

- Esta bien, hace una hora terminaron de suturar y curar, me tomé la libertad de pedir algunos refuerzos para ello, sobrevivirá. - se enderezó al lado de la cama - Están turnándose para cuidarlo. Ha sido una noche agitada.

Mientras le informaban de aquello: suspiró calladamente al imaginar que el albino fue atendido adecuadamente.

- Te has quedado conmigo.

Sonrió sutilmente, agradecida, no entendía bien, pero aquello la reconfortaba.

Sobre todo que hubiera llegado, quizás no estaba muy contenta que la viera en ese mar de sangre calcinada, pero algo se rompió al ver a la araña albina en ese deplorable estado. Y se descontrolo. Todavía estaba tratando de analizar todo lo que había hecho, los hechizos, su propio poder, la gran destrucción. Tenia miedo de lo que era capaz de hacer.

- Te prepararé un té.

Ella lo tomó del borde su manga, el pelirrojo sintió el suave tirón y fue casi como si lo tocara. Aquello lo empezaba a quemar

- Gracias por no dejarme sola - le dijo cerrando los ojos.

- Hay noches que todos necesitamos compañía. - callo por unos segundos - ¿no es así?.

Y aquella frase resonó en la habitación junto a la interferencia. Vio la gran espalda del demonio en una de las mesas sirviendo la bebida caliente.

Por un momento aquella espalda se hacía más grande de lo que pudiera recordar.

Las garras del demonio radio se movían ágiles haciendo los preparativos.

- y para ti... ¿cuál sería esa noche?

Se mordió suavemente los labios, porque había hablado sin pensar, aunque quisiera negarlo ya la adrenalina corría por sus venas.

Alastor observaba con calma el agua teñirse con las hojas de té. Agregó un par de cucharadas de azúcar y se dirigió al lado de la cama de la joven.

Disfruto del silencio y la tensión en la demonio. Veía el arrepentimiento en hacerle la pregunta, pues desvió su mirada unos segundos de la suya.

A veces la rubia era demasiado fácil de leer, y eso lo ponía en alerta.

No estaba acostumbrado a tanta sinceridad.

Pero también disfrutaba de ver las emociones pasar por su rostro.

Esto era tortura y a la vez preciosa caricia a su ahora mejorado humor.

- Estamos en ella. - ensanchó su sonrisa aún más.

Charlie lo miró mientras el pelirrojo colocaba el plato con la taza en sus piernas y agarraba sus manos para que la sujetarán.

Sonrió con un escalofrío bajando por su garganta y quedándose en su pecho

Sintió las mejillas arder, estaba cansada, pues la energía demoníaca estaba alterada. Aunque sabía que no había sacado todo su poder.

El pelirrojo camino hacia la ventana, observo la suave llovizna caer. Se dejó envolver del perfume de la habitación de la demonio.

Era bastante relajante, después de acostumbrarse. Después de todo era su esencia.

- Me quedaré, por precaución. - volteo a mirarla de perfil - Dudo que quieran una segunda ronda de pelea, pero, algunos compañeros de sus secuaces pueden ser vengativos. Me asegurare que descanses lo necesario.

- Tú también tienes que descansar.

- Dulzura...permíteme en lo que resta de noche velar por tu seguridad. Después puedes…Compensarme.

Tomó algunos sorbos del té que Alastor le sirvió y se sintió relajada, aquella bebida la reconfortaba y parecía invitarla a cerrar los ojos.

- Tengo sueño.

Se acercó mientras se acomodaba en las almohadas con los ojos semicerrados.

- Duerme...Charlotte.

Saco la taza.

Desplegó sus sombras para asegurarse de no tener puntos ciegos en el hotel.

Que rápido se había quedado dormida. Observó a sus dos guardianes que estaban en la entrada de su habitación.

Se dio el lujo de tocarla sin importar nada, acomodo algunas hebras doradas.

Aquel dulce rostro había masacrado por lo menos 100 demonios en un instante.

Había una sensación extraña al sentir el olor de la sangre en sus garras.

volvió por segunda vez a tomar la mano de aquella princesa del infierno y la beso, en eso sintió el estremecimientos de sus sombras porque el hotel estaba rodeado.

La interferencia se hizo presente en todo el hotel

Dio la orden de que nadie saliera de las habitaciones hasta que hubiera terminado.

Nadie en el hotel se atrevió siquiera a cuestionar la orden del demonio radio, no era común una orden así.

No hubo necesidad

- Discúlpame querida, pero esta noche es para un café acompañado. - acarició con uno de sus dedos los labios de la demonio.

Hizo aparecer su micrófono y ordenó a su sombra principal quedarse con ella, Volvió a mirarla con malicia.

- De tu boca sabría aún mejor.


Agradezco todo su apoyo de antemano muchas gracias.

§The Girl Magic and Mystic of the anime§