Lena, my teacher

Summary: Lena de 22 años es profesora sustituta de Kara de 16 años. Diferencia de edad. #Supercorp.

Descargo de responsabilidad: no poseo derecho alguno sobre el show y/o sus personajes, sólo la de esta historia que tiene perfecto sentido en mi cabeza y en todo aquel o aquella que decida compartirla conmigo.

Capítulo I: Adorable encuentro

- ¿Alo? – pidió Lena muy adormilada sobre su muy cómoda cama, su gran cama, en su nueva enorme casa de dos pisos, en medio de una propiedad de 4has, un bosque hermoso rodeándola, una colina con nieve blanca e imperturbable a lo lejos.

Lena estaba a las afueras de su ciudad natal, National City, en su casa de campo en lo que se presuponía era su tiempo de espera o de evaluación por parte de su familia, haber sí ella les convencía acerca de cubrir todas las bases, para ser la nueva CEO de LCorp, por supuesto su hermano no lo estaba dejando, él no dejaría el trono y menos a su media hermana, de ahí a que su abuela le haya pedido a Lena dar un paso al costado por su propia seguridad, ella a sus 22 años, estando terminando su segundo doctorado y que pasara por lo menos esos seis meses cerca de ella, o al menos todo lo que se podía.

Su abuela estaba en una costosa casa de reposo a pedido de Lionel antes de morir éste, a pesar de que tenía demasiado poder y dinero para poder estar perfectamente atendida en su propia enorme casa, misma en la que ahora habitaba Lena.

Todas las áreas de ésta casa, estaban como congelada en el tiempo, muy descuidada, con polvo, con muchas sábanas que ya habían dejado de ser blancas hace mucho cubriendo los sillones y posesiones.

Incluso el cuarto dónde estaba durmiendo Lena, sólo tenía la cama armada, el resto era estéril.

- ¿Alo? – volvió a preguntar, siendo ese su primer día en la casa, ella habiendo viajado de noche.

- Pequeña Luthor levántate ¡ - pedía jovialmente el receptor.

- Ohhh Winn, joder, ¿qué tienes que levantarme tan temprano? O no tanto – sentenció mirando su reloj siendo las 6am.

- Lena encontré tu trabajo perfecto – dijo él con gran sonrisa, sabiendo que aquello por lo menos retendría de alguna manera a su enorme crush hasta el fin del año.

Tiempo no tan suficiente, pero al menos tiempo precioso a su consideración para poder conquistarla y se dé una relación un poco más allá de sólo ser amigos, él anhelante de ser su novio.

- ¿Y me dirás de qué se trata o tendré que adivinarlo telepáticamente? – preguntó causando risas en Winn y una sonrisa en ella al imaginarlo riendo.

Winn era tan lindo, tan dulce, tan inteligente, tan su mejor amigo, casi hermano.

De ahí, eso, justamente eso, era el problema para Winn.

Ambos se habían conocido en la universidad, Lena se había graduado a los 17 años, momento dónde inició con su maestría.

Winn era el hijo del profesor de Lena, así fue que la conoció, ambos con edades afines.

Winn era profesor en la escuela del centro, profesor de mate.

Y hace poco debido a una casi desgracia, mucha de estupidez, casi nada de pensamiento, se abrió una vacante para profesora sustituta, eso mismo le iba a proponer Winn.

Resulta que el profesor de biología e investigación, un señor agradable de 50 años, por ser motivo de su cumpleaños, había hecho una barbacoa con su familia y amigos, había tomado más de lo de costumbre, al estar demasiado feliz ya que su hija se estaba graduando de la universidad, ella veterinaria.

Él realmente había tomado mucho y todo iba a ir bien, si es que su casi yerno, no empieza a retarlo por quién hace la mayor cantidad de estupideces sin lastimarse, antes de caer de borracho.

Los primeros retos fue cosa de chicos, encestar canastas, dar muchas vueltas con un bate de béisbol en el medio, y a partir de ahí, empezaron a retarse cada uno, con algo mucho más fuerte.

De eso, hasta que llegó a que él profesor hiciera malabares con una motosierra encendida y un par de cervezas.

De alguna manera, el profesor no dejó caer las tres cervezas que volaban en el aire, más si un par de dedos que se cortaron casi al ras de su mano, entre otras heridas al rozar la cuchilla sobre su piel, sobre su abdomen y pierna, trozos de piel cuál salami se desprendieron.

Por eso mismo, el profesor estaba interno en el hospital del centro.

- Mierda, ¿y estará bien? – preguntó Lena sentándose en la mitad de la cama en shock por la propia noticia.

- Sí, sus dedos fueron cortados de a una, no se hicieron masilla.

- Winn ¡ - regañó Lena haciendo una mueca de disgusto al imaginarlos como carne molida.

- Lo siento, lo siento – se disculpó él – y bueno eso, que, al tener un corte limpio, le pegaron sus dedos, tendrá cicatrices y mucha terapia, pero al menos no perdió sus dedos, y sobre las otras heridas, gracias a todo lo que es bueno en esta vida, que tampoco son de gravedad, no se rebano mucha piel, se recuperará, pero demorará. De ahí a que su puesto esté libre por el momento, el colegio no puede prescindir de él por antigüedad y por régimen, pero puede contratar a un sustituto que le cubra hasta que pueda recuperarse. Ahí entras tú Lena – proponiéndole tal idea.

Lena mirando por su ventana sucia asintió para luego confirmarle vocalmente a su mejor amigo, que tomaría el empleo.

Ella sabiendo que no iba a ganar mucho, pero que talvez le iba a mantener ocupada lo suficiente, no tanto, para permitirle finalizar sus estudios y esperar a por la decisión de toda su familia hacia cubrir el puesto de CEO de LCorp perpetuamente.

- Sería una gran manera de pasar estos seis meses – concedió a Winn aceptando lo mismo.

- Ok, muy bien – vitoreó él muy feliz, por poder compartir más su tiempo con ella – en seguida te paso los datos y el contacto, recuerda que tienes que ir a la entrevista, cosa de burocracia, mañana por la mañana eh.

- Por supuesto Winn, no te dejaré mal parado, no te preocupes amigo. Y bien agradeciéndote me despido, apuesto a que tienes cosas que hacer.

- Bueno sí – se despidió él sin querer dejarla ir, pero mirando su escritorio llena de una pila de exámenes de varias secciones para terminar.

- Te quiero, adiós.

- También te quiero – se despidió él sonrojado, pensando en el día en la que ambos dirían la misma frase, pero bajo otro concepto.

- Eh levanta, mueve tu culo – pidió Alex de 28 años, a su hermana Kara de 16 años, ella en su dormitorio.

- Hmmmm – se quejó Kara acurrucándose un poco más, tapándose con una sábana su rostro ante la luz que había prendido su hermana.

- Que te levantes ya, joder, tengo que ir al hospital, no puedo llegar tarde – decía Alex poniéndose sus botas, ella doctora en el hospital del centro.

Una bocina sonaba afuera, era de Maguie su novia, policía en la comisaría de ese pueblo, también de la misma edad.

- Alex, si todavía son vacaciones, ¿porque tengo que levantarme temprano? – preguntó Kara con gran sonrisa y muy adorable puchero preguntándose si eso conquistaría a su hermana tanto como lo hacía con su madre, quién era investigadora biomédica y trabajaba en National City persé.

- No soy mamá, así que mueve el culo y además es tu último día de vacaciones, mañana empieza el horario escolar.

- Sí, no me digas, que mal – dijo intentando cubrirse. Pero Alex no tenía nada de eso.

Y ya como lo había pedido bonito y su hermana no había querido levantarse, ella le atacó a cosquillas, una guerra de cosquillas.

Maguie entró a la casa al oírles reír y se quedó bajo el portal de la puerta del dormitorio de Kara, viendo enamorada a su novia jugar con su hermanita como si tuviese 15 otra vez.

- Pequeña Danvers, si no te levantas, te voy a esposar – le propuso mostrándole las esposas.

- No serías capaz – replicó Kara con gran sonrisa, y no es que fuese vaga, es más era todo lo contrario, sino que le gustaba despertarse tarde, así su hermana le engreía y ella lo dejaba estar, ganar-ganar para ambas.

- ¿Quieres probar? – preguntó Maguie levantando sus cejas y Kara corrió a la ducha para prepararse para salir, se suponía ella que ese día lo iba a pasar como voluntaria en el hospital con Alex - siempre funciona – replicó Maguie sonriente y Alex sonrió enorme también antes de comérsela a besos.

Lena se levantó, recorrió su casa, y vaya que necesitaba asearla, reparar algunas partes rotas, que debía haberlas, apostó.

Ella se cambió, desayunó, estudió un poco y pasadas las 2pm, decidió ir a la entrevista con el director, que estuvo de lo más ¿raro? ¿podía decir eso?

La entrevista fue más o menos así:

- Señorita Luthor, usted está sobre calificada para éste puesto.

- Lo sé y por eso le agradezco a usted me brinde la posibilidad de ésta entrevista.

- Su anterior trabajo fue para una organización mundial – leyó el director sorprendido, una organización que operaba a nivel mundial, biomédica.

- Sí, señor – respondió ella con una sonrisa, ohhh le había encantado ese puesto, trababa con nanotecnología.

- Su sueldo será poco menos del mínimo.

- Lo entiendo.

- Si ¿usted entiende esto? – preguntó incrédulo y ella asintió - ¿por qué desea ocupar éste trabajo, estando calificada para otras más importantes obviamente?

Lena soltó una exhalación antes de decir – apuesto que puedo decirle muchas situaciones y escenarios que convencerían a otros, pero a usted no – él asintió - ¿desea la verdad? ¿cierto?

- Cierto – sentenció el hombre en sus 70 años, una escuela privada de costo módico, no era ficha, pero tampoco estatal, la escuela se podía calificar como para clase media.

- Es un favor que le haría a mi abuela Agatha Luthor – pidió y él le miró serio un rato antes de sonreír y asentir, Agatha era su mejor amiga, prácticamente familia.

- Ok, bienvenida entonces – sentenció.

- ¿Eso es todo? – preguntó con un entrecejo, ella dándose cuenta que si en lugar de media hora de debate, el sólo hecho de mencionar el nombre de su abuela habría cerrado el trato.

- Eso es todo señorita Luthor, muchas gracias – le despidió el hombre estrechando su mano.

Ella después salió del colegio con una sensación un tanto extraña, pero satisfactoria, tenía el trabajo y si bien antes había enseñado, lo había hecho con adultos en maestría, no con críos de 16 a 18años, su comportamiento sería diferente.

- Lo haré funcionar – se dijo a sí misma.

En la oficina del director, Jhon, el director de 70 años, un hombre alto, con canas, muy bien vestido, guapo, marcó el número que tan bien había memorizado, uno, dos tres tonos, antes de escuchar su melodiosa voz – Jhon amigo, ¿a qué debo el placer?

- Apuesto que ya sabes la razón mi querida Agatha – replicó él con gran sonrisa, al escucharla reír.

- Si bien, mi pequeño proyecto mío – replicó ella y Jhon no pregunto, él ya acostumbrado a que ella sea críptica por ratos.

- ¿Vamos a cenar? – preguntó él.

- Por supuesto, si puedes venir a recogerme.

- Siempre puedo cariño, allá voy – se despidió él con una sonrisa instalada en su rostro, mirando una foto de antaño en su pared.

Ahí los tres muy jóvenes, su esposa ahora en el cielo, él en el medio en un día de pesca y Agatha a su izquierda, los tres abrazados.

Él sonrió, se paró, besó el cuadro de su esposa y salió por la puerta colocándose su sombrero y cogiendo su bastón, salió al encuentro de ella.

Sin saber que Agatha también miraba aquella foto en su dormitorio en la casa de reposo, con mucho cariño, antes de arreglarse para salir a cenar con él.

Lena pasadas las 4pm, se fue al supermercado a comprar lo necesario, comida, y algunos equipos si bien iba a vivir ahí, como, por ejemplo, una cocina, un refrigerador.

Ella miró su tarjeta de crédito antes de decir – carajo, los electrodomésticos tendrán que esperar – al ver que su cuenta había sido cancelada y disponía, aunque de 10 mil dólares, ella no pensó en gastarlo todo de a una, sólo lo necesario, por si el dinero le faltaba después.

Ya que mínimo, iba a pasar seis meses allí.

- Hay electrodomésticos en casa, tendré que hacerlo funcionar – se dijo.

Lena cogió un carrito de súper y se fue a por la comida, arroz, azúcar, víveres, antes de ir a por los lácteos, yogurt, queso, etc.

Sin saber que tendría un encuentro de lo más ¿adorable?

Afuera del supermercado se encontraba Kara con su novio y amigos.

Mike, el novio de Kara de 18 años, alto, tez clara, cabello oscuro, sonrisa coqueta o eso creía, atleta.

Mariana, de 18 años, una chica de tez clara, alta, delgada, atlética, cabello castaño, sonrisa traviesa, con personalidad a fin con Mike, tanto que, si él decía algo, ella le apoyaba.

Daniel, de 17 años, el novio de Mariana, alto, tez clara, rubio, con lentes, un poco tímido e introvertido, lo opuesto a su novia, él era más calmado.

Todos ellos, los cuatro estaban tomando en el estacionamiento, en el auto de Mike, detrás en la camioneta, los cuatro levantando su cerveza.

- No quiero más – dijo Kara

- Oh, vamos amor, dale a una más – pidió su novio, y ella asintiendo levantó otra cerveza brindando con Mariana.

Kara después de pasar medio día con su hermana en el hospital y almorzar ahí, había quedado con su novio y amigos para pasar la tarde juntos, relajándose, antes del inicio de clases el lunes.

- Toma otra – pidió Mariana a su novio, él negó con la cabeza añadiendo – alguien tiene que manejar.

- Ya lo he hecho antes y nada ha pasado – soltó Mike.

- No tomes si no quieres, es lo más prudente – pidió Kara apoyando a su amigo quién asintió con una sonrisa.

- Eres aburrido – sentenció por otro lado su novia, borrándole la sonrisa de golpe.

- Eh hagamos algo estúpido y desafiante – pidió Mike mirando a sus amigos.

- Tomar y manejar así ¿no es suficiente? – replicó Daniel.

- Qué no nerd – contestó él riendo – ya sé, un reto.

- ¿Quién va? – soltó Mariana apoyando a su amigo – ya sé Kara.

- Oh si bebé, tú vas – soltó Mike guiñándole un ojo.

- ¿A dónde voy? – preguntó ella que, si bien había tomado un par de cervezas, no estaba del todo ebria, ella estaba justo en ese límite dónde crees ver elefantitos bailando en la calle y a la vez no.

- Ya sé, ve ahí adentro – señaló su novio – nos comunicaremos por el celular, por el audífono y afana a esa tipa de allá, esa que parece que tuviera un palo en el culo – propuso él riendo junto a Mariana a carcajadas.

Kara miró a Daniel, quién levantó sus hombros, ella decidiendo ir ahí, ya que, si no, su novio nunca iba a callarse ni dejar de insistir.

- Sólo ve y levántala, suelta una mala frase y ya está – dijo Daniel dándole ánimo y ella fue.

- Y si te olvidas o no sabes qué decir, yo te guio nena – Mike guiñándole el ojo y dándole una palmada en el trasero de su novia, quién le miró feo por lo último y se fue a lo dicho.

A afanar a esa mujer, que toda elegante estaba comprando lo suyo sin percatarse de ella.

Kara entró y con vivas de sus amigos en su oído por un auricular puesto, caminó hacia detrás de la mujer y a escaso un metro dijo - Nena, juguemos al 42... vos te pones en 4 y yo en 2.

Uhhh.

- ¿Cómo? – preguntó ella aún de espaldas.

Kara siguió - ¡¿Que regla ni que compás ?!, si no se puede por delante, que sea por detrás.

Lena volteó a mirarle con una ceja levantada y…

- Señorita... si está buscando el tocador de damas no busque más, que soy yo.

Oh vaya.

Nota:

- Esta historia tendrá: 13 capítulos.

- Disfruta y déjame un review.