Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Thomas Astruc. Historia creada sin fines de lucro.
Ubicación: Temporada 4: «Señor Pichón 72»
Thomas confirmó que ha comenzado la era del Adrinette y todos los shippers estamos preparados para nuestro momento de gloria.
De alarmas, señales y golpes en la cabeza
«What do I want? Must I decide now? Could this be love? Or something else? How can I describe this feeling inside? […] But if my heart is somewhere else, why do I still feel this warmth inside»
—Tom Sky & Denise Joan, Ce Mur Qui Nous Sépare - English Cover.
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Lo sé. Lo sabía.
Lo he sabido siempre. Y la gente alrededor parece haberlo sabido también. Antes que yo, incluso.
¿Antes que ella?
Desde la primera vez que la vi a los ojos directamente, desde que nuestros dedos se tocaron por un segundo, mi mente mandó una señal de alarma. Una señal con alertas rojas que no entendí y que se disipó rápido con la incipiente mofa por el paraguas en su cara. Fue realmente gracioso, jamás había tenido una experiencia así con alguien, jamás había tenido realmente amigos, no sabía ni siquiera cómo convivir en una escuela con muchas personas. Todo era nuevo para mí, ¿cómo se suponía que iba a ver alarmas? Alarmas en mi cabeza encendiéndose con la alegría de una persona entrando a mi vida de forma inesperada, de manera estrepitosa, pero instalándose ahí como una espinita. Alarmas que, aunque me decían que era diferente a todo lo que había vivido ese día, no se parecían en nada la experiencia con Ladybug, tan súbita e instantánea; tan violenta, que casi me había golpeado en la cara.
Era distinta, pero igual de impactante, aunque no lo hubiera querido ver. O es que solo era demasiado ingenuo para hacerlo.
Creamos lazos, lazos de los buenos, de esos que permiten que puedas casi confiar la vida en el otro. Creo en Marinette incluso más de lo que creo en mí mismo. Podrá sonar extraño, pero así es. Todo se fue dando, simplemente creció. Esos sentimientos fraternos, esa complicidad, ese no sé qué que siempre nos ha caracterizado y nos ha hecho tan buenos amigos… ¿cómo iba a saber que aquello otro también estaba creciendo si se confundía con lo primero? Y lo repetí, lo repetí varias veces incluso cuando tenía la ardiente verdad quemándome las narices: —Marinette es solo una amiga.
Por alguna extraña razón, decir eso calmaba las locas alarmas rojísimas que mi cerebro encendía cada vez que alguien hacía alusión a ella. A mí. A nosotros. Me ponía tan nervioso, que mis capacidades motrices se bloqueaban y buscaba, rápidamente y de forma audaz, aclarar el asunto. Una vez se lo dije a la mascota de su tío. No sé cómo sentirme con eso, pero supongo que, de algún modo, era gracioso tener que aclararle a un ave que Marinette y yo no éramos más que amigos.
Y ella… ella también lo había dicho alguna vez, que solo éramos amigos.
Además, también había estado enamorada de Luka, así como yo estuve enamorado de Kagami o de la propia Ladybug… no tenía sentido pensar en que sabía que ella era más que una simple amiga, que su cercanía no me era indiferente y que muchas veces llegué a preguntarme por qué, por qué aun amando ciegamente a Ladybug sentía esa calidez dentro de mí cuando Marinette se encontraba muy cerca. ¿Por qué ese sentimiento de paz? ¿Por qué no quería moverme ni un centímetro? Pero siempre lo dejaba ir.
«Marinette es solo una amiga…» repetía mi mente y yo abría los ojos, buscando una excusa más para sustentar mi teoría. A veces no pasaba nada, todo estaba tranquilo, porque normalmente mi corazón se mantenía ocupado, pero… ¿Realmente podía pasar un buen tiempo sin ver a Marinette incluso si era en fotos? ¿Realmente me daba igual si, por algún motivo que yo no sabía, ella dejaba de ser especial conmigo? No me lo planteé hasta hoy, porque nunca había pasado. O quizás sí que pasó, pero, de nuevo, y con Plagg como testigo, mis sentimientos de amistad prevalecieron en las palabras y actué sin pensar.
La idea de que ella me despreciara inclusive un poco me aterró tanto, que por varios minutos no hice más que pensar en cómo volver a verla sonreír por mi causa, fue casi una necesidad vital. Y lo hice, hice esa estúpida broma de la estatua. Marinette dijo que todo lo que le había confesado a la «estatua de Adrien» era una broma, que ella había anticipado la mía. Y está bien, realmente no sé qué respuesta esperaba recibir, no sé si mi desilusión se hizo notar, pero, de nuevo, las alarmas en mi cabeza saltaron como rayos.
Está bien, solos somos muy buenos amigos.
Y lo éramos. Lo somos, aún. Eso me mantiene animado. Me mantiene feliz como el amuleto encantado que conservo de ella, como uno de mis más grandes tesoros. Nada puede salir mal si traigo conmigo el amuleto de la suerte de Marinette.
Pero aquí, en la soledad de mi habitación, y volviendo a mi pensamiento anterior a este último, admito que no fue la primera vez que esperé que ella me dijera algo diferente. Me pasó en New York, cuando traté de decirle que me pida que me quede. Me pregunto ahora mismo, si ella me lo hubiera pedido, ¿habría accedido incluso contra los mandatos de mi padre? Sí, lo habría hecho. Todo aquel viaje había sido especial y me sentía al borde de un precipicio, a punto de lanzarme, sin miedo al golpe; tenía aquella sensación de paz y liberación de poder soltar algo que parecía llevar dentro como una cruz. Bajo mi semblante tranquilo, se escondía un bucle de sentimientos de los que ni yo mismo era consciente. Por eso, cuando ella se quedó en silencio, con aquella mirada lastimera que me quitó el paracaídas, que negó con la cabeza y que no me dejó lanzarme al precipicio y soltar mi cruz, con esa indecisión de ella, decidí que todo había sido en vano, que haber ido hasta allá había sido la decisión más errónea que había tomado. Sinceramente no sé qué esperaba, pero era como si mi cerebro necesitara abrir una puerta cuya llave solo tenía ella. Marinette.
Siempre ella.
Tan enigmática, tan dulce, tan justa, tan apasionada, talentosa, admirable, tan… increíble. Ya lo había dicho antes, incluso frente a mi padre, las palabras solo empezaron a fluir.
Es una chica increíble.
Lo es.
Cierro los ojos despacio y de la misma forma tomo aire. Las señales siempre habían estado ahí, siempre enviándome focos rojos. Siempre tan latentes. Las ignoré lo más que pude, las ignoré hasta que ya no tuve control de ellas. Las ignoré mientras mi cuerpo se movía solo y la invitaba a bailar, mientras la abrazaba como si se fuera ir a de mis manos, como si ese abrazo me concediera un momento de paz indescriptible; ignoré mis alarmas mientras la veía por primera vez con el cabello suelto y me pareció más hermosa que nunca, más tierna. Las ignoré cuando empecé a tocar el piano aun sabiendo que la melodía la había inspirado ella y no Kagami, cuando esta le dijo que su cabello era hermoso y yo, embobado, con aquellas alarmas encendiendo en llamas mi cabeza, le dije que tenía razón, observando cada rasgo de su rostro delicado, perdiéndome, dejándome caer al vacío sin meditarlo, sin intenciones.
Todavía las seguía ignorando después de todo. Las ignoré hasta el segundo en que la vi sostener el paraguas que le di aquel primer día. Ese día en que nos conocimos y no pude creer que aún lo conservaba, ¿era realmente especial para ella? Se lo pregunté y pareció responder mi pregunta muda con sus gestos. Ignoré todo, lo hice porque había muchas cosas que me tenían cegado, muchos sentimientos, muchos acontecimientos, porque no quería ser consciente de esto, pero no pude más.
No podía creer que lo tenía en frente, fue como recrear aquella escena, pero, esta vez, lo sabía yo, era diferente. Yo también quedé atrapado bajo la sombrilla negra. El día estaba oscuro, pero el rostro de Marinette parecía seguir iluminado con un peculiar tono rosa que le adornaba las mejillas, la piel tan fina y delicada. De nuevo siento la desilusión de tener que decir que no a una de sus cordiales invitaciones que de verdad me hace tanta ilusión y que no sé disimular para nada, pero, ¿por qué tendría que hacerlo? Y caminé hacia el auto cuando se estacionó frente a nosotros, con una puerta tan oscura como el día… no había notado que lo único que irradiaba luz ahí era ella. Me resigné a caminar, pero con la esperanza de que después volveré a ver a mi amiga, con mi tan típica tranquilidad.
Y entonces pasó.
Fue un segundo, pero yo lo sentí y ella lo vio todo: el golpe en la cabeza. Y regresé mi vista a Marinette, que se estaba riendo un poco. Algo por dentro hizo clic y yo sé que las alarmas se habían roto. ¿Por qué tropecé? ¿Por qué parece pasar todo en cámara lenta frente a mis ojos? ¿Por qué parece que algo acababa de iniciarse dentro de mí? No lo pude detener, solo sentí que cosas se movieron dentro, quizás se acomodaron justo después de aquel ligero golpe en mi cabeza.
Marinette no es solo una amiga, es más que eso. Siempre lo supe, ¡siempre lo he sabido!
—Uuuuuh, yo conozco esa cara, Adrien —escucho decir a mi Kwami con voz burlona.
La cara me quema.
—¿Qué? No, Marinette… —mi boca va a decirlo de nuevo, pero mi cerebro se detiene, sabe que esto no es verdad, que nunca lo ha sido. Mi mente detecta que he asociado nuevamente a Marinette con un comentario sugerente que me deja en evidencia. Cómo puede ser posible que Plagg logre persuadirme de esa forma—, ella…
—Es más que una amiga, eso está claro —termina de decir, tragándose, glotonamente, el último pedazo de Camembert a su haber.
Sonrío. No afirmo, no niego.
Un golpe en la cabeza, ¿eh?, quién diría que necesitaba uno.
A veces necesitamos un golpe en la cabeza para darnos cuenta de que no hemos mirado más allá. Un golpe en la cabeza que te ordene las ideas y te permita dar un primer paso para entregarte al único sentimiento que yo creo que vale la pena en este mundo.
El amor…
Suscribe De alarmas, señales y golpes en la cabeza| a MLB fanfic.
Ya, ya, sé que he dicho que tengo mucha tarea —y sí es verdad, mientras escribía unas cosas de la u, tomaba el celular y escribía un párrafo de esto— y que no vendría, pero es que… ¡El Adrinette ha comenzado! ¡La era del Adrinette ha comenzado y yo quiero darle la bienvenida con uno de mis pendejos fics! Porque sí, porque me hace muy feliz, porque yo siento que esto se quedó pensando Adrien y probablemente no es así, pero qué te digo, hijo, yo… yo plasmo en esta plataforma lo que mi corazón me dice.
Y pienso que él está en este punto en el que se da cuenta de todas las señales, más bien no de que está enamorado, sino de que sabe que siempre fue algo más que amistad, y, por lo tanto, avanzar con los sentimientos fuertes de amor ya no se hace difícil, no quiero que suene forzado.
La gente en Facebook dice que fue el golpe en la cabeza y a mí me parece brillante, así que lo tomé para darle un título y al final usarlo como mi argumento principal.
No suelo hacer POV porque siento que me salen del asco, pero este momento creo que es tan de Adrien, que vi estrictamente necesario meterme a la primera persona y salió esto xd
Saludos y, si les ha gustado, me alegro, y si no… no se preocupen, quizás a mí tampoco xd.
Nos leemos.
