N/A: Espero les guste este pedacito de mi corazón.
Cosas de Niños
En el instante que salió del vientre de su madre Lucius Malfoy fue bendecido al nacer en el seno de una familia sangre pura. Con tan solo horas de vida ya era heredero de una gran fortuna, de un buen nombre y de un pesado legado familiar. La vida siempre le había sonreído, tuvo signos de un gran potencial mágico a corta edad, estaba rodeado de amigos de buen nombre, con solo chasquear sus dedos podía tener lo que sus finos labios pidiesen.
Al crecer y entrar a Hogwarts se sintió grande al ser llamado Slytherin. Se rodeó de solo lo mejor de su casa, señaló a los que debía señalar y rio de quienes debía reír. En sus primeros años tuvo las mejores notas y siempre se mantuvo en el cuadro de honor.
La vida le sonreía al joven heredero y se aseguraba de disfrutar y de mostrarles a todos lo genial que era ser un Malfoy, todo hasta aquél fatídico día. Una bola de Gryffindor ruidosos y vulgares había entrado a Hogwarts para estropear su perfecta vida estudiantil.
Lily Evans una pequeña sangre suciaGryffindor había entrado para arruinar su glorioso momento académico. Ella tenía brillante cabello rojo, pecas en las mejillas y una mirada verde que te hipnotizaba nada más al verla. La niña se había encargado de romper cada uno de sus records académicos. Lucius veía rabiando como sus notas pasaban a un vulgar e insignificante segundo lugar.
Desde ese año Lucius estudió como nunca antes asegurándose de poner límites imposibles para la pelirroja pero grande fue su decepción al ver que con bastante facilidad la chica superaba esas notas, año tras año.
No todo fue malo, con la entrada de la pelirroja un pequeño chico mestizo había entrado en Slytherin. Al comienzo se aseguró de mantener su distancia para evitar tentar su buena fortuna e incordiar a su padre juntándose con tal persona. Pero a medida que el tiempo fue transcurriendo Lucius encontró en Severus Snape una mente brillante destinada al éxito, una compañía amena para tardes tranquilas y una amistad sincera que realmente necesitaba entre tanta hipocresía. Se sintió aliviado cuando fue Severus quien superó sus notas en pociones y no Lily –sangre sucia- Evans.
Se metió por primera vez en problemas en Hogwarts cuando en su último año defendió a Severus del trio de papanatas que se aseguraban de incordiarlo día tras día. Su padre, como era de esperarse, lo reprendió de manera física y verbal pero aunque aquél momento fue trágico en su adolescencia no consiguió que se arrepintiese de sus acciones. Solo sirvió para que su amistad con Severus Snape se volviese inquebrantable.
Tras su salida de Hogwarts su vida fue un constante vaivén entre fiestas de alta sociedad, conocer buenas brujas sangre puras para escoger a su futura esposa, sus estudios superiores y su constante preparación para ser el siguiente en la línea de sucesión de los Malfoy.
Estaba listo para casarse con la mujer que sus padres designasen hasta que la vio y supo que por ella renunciaría a ser un Malfoy si su padre no la veía digna.
Narcissa Black era una muchacha que se mostraba dócil ante los allegados a su familia pero tras sus irises azules mostraba una rebeldía lista para salir, una inteligencia digna de admirar y una locura característica de los Black. Fue inevitable que Lucius se enamorase de ella.
El cortejo no fue sencillo, por más que sus padres estuviesen encantados con su elección y los Balck se viesen gratamente sorprendidos por su interés, Narcissa era todo menos fácil. Sonreía a todos menos a Lucius, era amable con cualquier ser cercano a ella menos con el rubio, era sumisa y delicada con sus amigos pero con Lucius… con él era rebelde, quisquillosa, odiosa, molesta y detestaba los aires de superioridad del rubio y no le importaba demostrárselo.
Pero la vida siempre lo había favorecido a pesar de cualquier situación que hubiese considerado molesta en el pasado.
Su insistencia, su lucha y sus sentimientos no fueron en vano. Lucius consiguió el corazón de Narcissa y cuando nadie los veía y con las estrellas como testigos probó por primera vez sus labios y en ese momento él supo que jamás podría besar otros. Era necesario que ella fuese así para encarrilarlo cuando se saliese del camino.
Cuando quiso darse cuenta, Lucius era el patriarca de una pequeña familia de tres. Tenía todo lo que había querido pero en el instante que su pequeño, hermoso y adorado dragón trajo a su casa aquél niñito flacucho de grandes ojos verdes, pelo revuelto y mirada curiosa supo que había perdido sus días de paz y tranquilidad.
El callejón Diagon estaba en su máximo esplendor, las tiendas resplandecían, la felicidad se sentía en el ambiente, los magos y brujas compraban cualquier cachivache que les fuese necesario y Draco rebosaba alegría mientras tiraba de la mano de su madre.
Era un día especial, Draco estaba por cumplir seis años y su madre había prometido permitirle escoger la túnica que usaría en su fiesta de cumpleaños. Se sentía como todo un niño grande ya que nunca antes había escogido que atuendo vestir, era un paso muy importante para el pequeño mago.
Su hiperactiva mente de seis años veía todo con asombro, pocas veces se le permitía caminar por las calles ya que sus padres temían que algo malo le sucediese debido al valor que él representaba.
Narcissa guió a su pequeño hijo por las tiendas que necesitaba revisar ese día. Tras la insistencia y las ansias de Draco decidió adelantar un poco su visita a la tienda de Madame Malkin.
Entraron al establecimiento, y el lugar que en oportunidades anteriores había aburrido grandemente a Draco, ahora era el lugar más ansiado por visitar. Caminó entre los estantes revisando las telas de manera meticulosa con una divertida expresión seria.
La bruja miraba fascinada como su pequeño hijo estaba realmente entusiasmado con la tarea.
—Draco, cielo —el rubio miró a su madre al escuchar su nombre—, miraré los diseños mientras escoges la tela que te gustaría, no salgas de esta área.
Draco asintió con energía antes de regresar su atención a las telas. Deslizó sus pequeños dedos por las telas trazando aquellos diseños que sobresalían y frunció el ceño por los colores. Era tonos muy chillones lo mareaban si los miraba fijamente. Caminó hasta un par de estantes que estaban al fondo donde se podían ver los colores que solía verle a su padre usar. Sus ojos brillaron ante la idea de usar una túnica igual a la de su padre.
Al llegar allí notó a un pequeño niño que era ocultado por unos estantes. El niño estaba inclinado en el suelo con la cabeza gacha viendo a través de los espacio que dejaban los rollos de telas.
El rubio intentó ignorar al niño, lo miró de reojo un par de veces pero su curiosidad era mayor a sus ganas de mantener su distancia.
—¿Qué haces? —preguntó para llamar la atención del niño pelinegro.
Draco quedó impresionado cuando uno grandes ojos color verde se posaron en él. Miró asombrado como esas pequeñas esmeraldas lo repasaban de arriba abajo antes de regresar su mirada al espacio que observaba con anterioridad.
—Hay un gato —respondió de manera escueta.
Draco se inclinó junto al niño y miró por el pequeño espacio que observaba y notó un par de ojos observarlo de manera fija.
—Me gustan los gatos —volvió a hablar el otro niño.
Draco asintió sin saber qué decir, su panza se sentía extraña y sentía como sus manitas estaban sudadas.
Miró el perfil del niño de cabello negro y este le regresó la mirada.
—Tus ojos son lindos —alagó mientras señalaba con sus pequeño dedo los ojitos del otro.
Curioso observó como las mejillas del otro se tornaban rosas poco a poco.
—Gracias… —Guardó silencio un instante—. ¿Cómo te llamas?
—Draco, ¿y tú? —preguntó satisfecho de poder hacer un amigo por sus propios medios.
—Harry —contestó con una pequeña sonrisa.
El silencio los rodeó, lo que fue extraño ya que Draco era un niño bastante social y hablador. Pero el silencio del rubio se debía a que en su pequeña mente tramaba algo.
—¿Harry, tú tienes familia?
—Eh, ¿Sí? —respondió confundido levantándose cansado de estar mucho rato en la misma posición.
Draco chaqueó la lengua debido a la respuesta, sin embargo, con una mirada decidida tomó la mano de Harry.
—No importa, ahora yo soy tu familia.
—Pero mi-
Harry no resistió el tirón que Draco le dio a su manito.
—Vamos, te encantarán mis juguetes —prometió el rubio con una sonrisa radiante olvidando las telas y el traje que se supone escogería para su fiesta de cumpleaños.
Harry contagiado con la emoción del niño rubio sonrió.
—Oh, bueno, está bien —accedió mientras era guiado por el niño a través de la tienda.
El rubio caminó hasta un elfo que trataba con fuerza de fundirse con la pared de la esquina y le ordenó que los llevase a la mansión. El elfo tirando de sus orejas miró el lugar en el que su ama estaba y el pequeño amito rubio. A pesar del conflicto su pequeño amito le había dado una orden que no lo podría en riesgo, así que sin esperar más llevó a los niños a la mansión y con la idea en mente de regresar a la tienda para anunciarle a su ama la solicitud del niño.
Una vez en la mansión Draco Y Harry se sumieron en un tranquilo y constante parloteo sobre juguetes y cosas de niños que solo consiguió que olvidasen que ambos estaban de compras con sus respectivas madres.
Lucius caminó cerca de la entrada del salón y escuchó la risa de su hijo pero se sintió extrañado porque Narcissa no le había comunicado que ya estaba de regreso de sus compras con Draco.
Dirigió sus pasos hasta allí para preguntarle a su hijo por su madre pero miró asombrado la compañía de este, un pequeño niño morenito de cabello negro e impresionantes ojos verdes. Al notarlo la expresión alegre del niño murió.
—Draco —dijo de manera lenta y suave el rubio mayo para llamar la atención de su hijo—, ¿Quién es ese niño?
—Es mi familia, se llama Harry.
—Hola, señor —saludó el pequeño recordando los modales que su madre y su tío moony le inculcaban.
Recorrió a gran velocidad el rostro del niño, sintiendo que lo había visto en algún lugar. No era algún hijo de uno de sus conocidos de eso estaba seguro. Repasó en sus conocidos en el ministerio y recordó porque se le hacía tan familiar.
—¡Merlín! Te trajiste al hijo de los Potter —exclamó sintiendo que la paz abandonaba su cuerpo—. Les enviaré una lechuza —decidió.
Los Potter no eran personas de su agrado pero ambos era reconocidos aurores y se armaría una grande por la desaparición del bebé Potter.
—¡No! —se apresuró a decir Draco abrazando a su nuevo amigo—. ¡Él es mío! —aseguró mirando con el ceño fruncido a su padre ganándose una mirada asombrada del mayor—. ¿Cierto, Harry? —preguntó separándose del otro.
—Lo soy —aceptó el morenito tomando la mano del rubio.
Lucius paseó una de sus manos por su cabello mirando al par de niños incrédulos.
—Me encerraran en Azkaban —murmuró sin salir de su asombro.
—¡Draco! ¡Draco!
Los gritos de su esposa consiguieron que desviase la mirada de tan particular escena.
—¡Aquí! —gritó Lucius para que su esposa los alcanzase.
Narcisa ignoró a su esposo y al otro niño, su atención solo estaba en Draco. Se acercó a él y lo revisó por todos lados. Al estar satisfecha con su bienestar besó sus mejillas de manera acelerada.
—No vuelvas a hacerme eso, cielo. ¡Te dije que no salieras de la tienda!
—Pero mami, no salí de la tienda, le dije al elfo que nos trajera aquí.
En ese momento Narcissa reparó en el pequeño niño que la miraba lloroso con la preocupación grabada en el rostro.
—Draco… —dijo en voz baja Narcissa regresando la mirada a su hijo.
—Es el hijo de los Potter, Draco creyó que era buena idea traerlo aquí —explicó Lucius al ver que su esposa había salido de su momento de pánico.
—¡Ya te dije que él es mío!
—¡Draco, qué es esa manera de hablarle a tu padre! —inquirió Narcisa asombrada por el arrebato de su hijo.
Lucius miró una vez más al niño Potter y se percató de que estaba a punto de llorar.
—¿Niño, cuál es el problema? —preguntó Lucius con el ceño fruncido, si eso seguía así le podrían suceder cosas malas.
Draco miró a Harry en ese momento tras la pregunta que hizo su padre percatándose de las lágrimas mal disimuladas.
—¿Harry? —llamó Draco asustado.
—Mi mami debe estar llorando como tu mamá —se quejó el niño sintiendo como los espasmos amenazaban con azotar su cuerpecito.
Lucius liberó un suspiro al ver como su esposa consolaba al niño y como su hijo lo arrullaba de la misma manera que Narcissa lo hacía cuando estaba triste.
—Esto sin duda será un problema —aceptó cansado— le enviaré a los Potter para que sepan que está aquí y que nuestro hijo es el culpable —comunicó a su esposa antes de salir del salón.
Cuando Lily Potter entró a la casa aquella mañana gritando su nombre con desesperación James no imaginó que se volvería el peor día de su vida. Cuando su esposa le contó la que había pasado y que su pequeño niño no estaba con ella y no sabía dónde estaba o quién se lo había llevado tuvo en claro que no descansaría hasta encontrar a su hijo. Y una vez atrapase el culpable se encargaría de volver su vida en un infierno.
Se comunicó con sus compañeros aurores e inmediatamente acudieron a su casa para escuchar a Lily. Los aurores por primera vez vieron a la aurora Lily Potter derrumbarse. El protocolo existía, James y Lily no podían trabajar en el caso de desaparición de su hijo.
Ambos se sentían frustrados y acorralados, su pequeño bebé estaba afuera sin ellos para protegerlo.
—Soy una tonta, James, una tonta. ¡Es mi culpa! —lamentaba Lily mientras lloraba amargamente contra el pecho de su esposo.
—No es tu culpa, hermosa.
—Soy una aurora, debí darme cuenta cuando se llevaron a mi hijo —replicó la pelirroja.
Sirius miraba la escena con impotencia. Su preciado ahijado, su hermoso niño desaparecido.
La tarde había sido lenta y tortuosa. El sol comenzaba a opacar su brillo para cederle paso en el cielo a la luna y las estrellas. Lily había caído rendida después de que Remus le diese una poción calmante. Él por el contrario no podía pasar nada, si intentaba beber por lo menos un vaso de agua estaba seguro de que vomitaría debido al estrés y la preocupación.
El terrible silencio se vio interrumpido cuando una majestuosa águila se deslizó por la venta y dejó caer un sobre en el regazo de James antes de salir volando.
—¡Atrapen esa ave! ¡Debe tener algún sello mágico de su dueño! —gritó uno de los aurores que estaban en la casa a la espera de alguna noticia y de apoyo para sus compañeros.
Lo aurores se reunieron alrededor de James esperando que abriese el sobre. Todos sabían que podía tratarse de un secuestro.
Deseó que sus manos no hubiesen temblado tanto cuando rasgo el sobre para extraer el pergamino. Sintiendo un nudo en el pecho comenzó a leer.
"Señor y señora Potter, me veo en la precaria necesidad de enviarles esta carta debido a algo que ha acontecido el día de hoy. Mi preciado hijo de seis años se ha encontrado con su hijo al medio día en la tienda de Madame Malkin y en sus pequeñas mentes decidieron que era divertido venir a la mansión a jugar.
Lamento las preocupaciones que la ausencia de su hijo pudo haberles causado, pero me temo que recientemente me he enterado de esta situación y en nombre de mi esposa y el mío les pedimos disculpas por toda esta situación.
Pueden acercarse hasta nuestra mansión sin problema para recoger a su hijo, les aseguramos que se encuentra a salvo.
Sinceramente, Lucius Malfoy".
James se levantó del sillón como un resorte cuando terminó de leer la carta.
—¡Lily! ¡Lily! —gritó mientras corría hasta el sitio donde estaba su esposa ignorando a los acelerado aurores que estaban en la casa, segundo a segundo más preocupados por la reacción de él mismo.
Lily se removió entre sueños al escuchar a James llamarla. Despertó sobresaltada y al ver a James acelerado temió lo peor.
—¿Mi niño e-está… —gesticuló sin poder terminar la pregunta.
James se apresuró a negar al comprender el pensamiento de Lily. Limpió apresuradamente las lágrimas de su esposa mientras la besaba.
—Lo tiene Malfoy, vamos por nuestro hijo.
Después de explicarle a los aurores lo que decía la carta y tras quedar de acuerdo de ir a escoltados de dos aurores se apresuraron a aparecerse a las afueras de Malfoy Manor.
Nada más llegar los portones de la mansión se abrieron dándole acceso al grupo. Lily y James caminaban apresurados, locos por verificar el bienestar de su hijo. Al llegar a la entrada principal de la mansión un elfo los recibió y los guió por la mansión hasta un gran cuarto de juegos donde encontraron a Lucius arropando a Harry y Draco quienes estaban plácidamente dormidos. Narcissa acarició los cabellos de Harry antes de inclinarse y besar la frente de Draco.
Lily al ver a su pequeño niño durmiendo se cohibió de llamarlo pero se acercó ignorando las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas. Cayó de rodilla junto al pequeño mueble en el que los niños se habían dormido y con suavidad comenzó a acariciar los cabellos de su niño mientras lloraba en silencio tratando de no despertarlos. Narcissa apretó el hombro de la bruja comprendiendo el estado.
James miraba la escena sintiendo como todas las partes de su alma volvían a encajar.
—Lamento mucho las molestias que pudieron haber pasado.
—¿Malfoy, qué fue lo que pasó? —preguntó James realmente curioso.
—¡Mami! —dijo un adormilado Harry despertando, talló sus ojitos y la miró—. ¿Por qué estás llorando? —preguntó mientras hacía un puchero.
Lily se apresuró a limpiar sus lágrimas mientras reía de forma extraña.
—No estoy llorando, bebé —dijo antes de tomar el rostro de su hijo y besar su mejillas gorditas.
Draco se removió entre sueños.
—Será mejor que se retiren con su hijo antes de que Draco despierte —dijo Narcissa al ver a su hijo removerse nuevamente.
—¡Mami, no quiero dejar a Draco solito! —se apresuró a Decir Harry mientras se acercaba al rubio.
Draco frunció el ceño antes abrir los ojos lentamente. Al verse rodeado se sentó lentamente. Miró a Lily, a James y a Harry alternamente. A lo poco segundos su rostro comenzó a mostrar una expresión llorosa.
—Se van a llevar a mi Harry —dijo haciendo un pronunciado puchero a Narcissa.
Harry tomó la mano de Draco para llamar su atención.
—Ella e mi mami, y él e mi papi —dijo con una sonrisa emocionada.
Draco asintió pero sus ganas de llorar no se apartaron.
—¿Qué está pasando? —preguntó James confundido a Lucius quien sobaba el puente de su nariz.
—Draco, mi cielo debes despedirte de Harry. Debe regresar a casa con sus padres —dijo Narcissa lentamente tomándole la mano.
—¡No! —gritó y se apresuró a soltarse para abrazar a Harry quien le regresó el abrazo mirando a Narcissa y a Lily—. ¡Yo soy la familia de Harry! ¡Él es mío!
—¡Draco Lucius Malfoy, es suficiente! —dijo Lucius en tono de advertencia.
—¡¿Qué clase de cosas le enseñas a tu hijo?! —preguntó asombrado James al ver la escena.
—¡Ya sé! —exclamó Harry de repente trayendo sobre sí la mirada de todos, bajando su mirada al verse observado habló bajito—. Si no puedo quedarme con Draco ¿él puede venir con nosotros?
Narcissa sonrió enternecida por la inocencia del niño pelinegro, sin duda era una pequeña personita que daban ganas de conservar.
—No cielo, Draco debe dormir aquí en su casa y tú debes ir con tus padres pero puedes venir a visitarlo las veces que quieras si no supone un problema para tus padres —explicó Narcissa—. Ahora, Draco, es momento de que sueltes a Harry, Lily debe querer abrazar a su hijo.
Draco se separó del pelinegro sintiendo como sus ojos picaban por las lágrimas.
Lily abrazó a Harry y con él en brazos se levantó y caminó hasta James quien lo tomó en sus brazos para apretarlo fuertemente.
Draco miraba todo con tristeza desde el regazo de su madre. Escondió el rostro contra el cuello de Narcissa, sintiendo que podía llorar mucho por no poder quedarse con Harry.
Harry miró a Draco, con una idea en mente miró a su padre y se acercó a su oído para pedirle en un susurro que lo bajase un momento.
Corrió hasta Draco y tocó con uno de sus dedos el cuerpecito del otro.
—¿Draco?
El rubio miró a Harry rebelando su carita llorosa. Harry sintió su corazón apretado pero siguió con su idea. Se inclinó y dio un besito en los labios al rubio.
—¡Harry! —exclamaron James y Lily apenados por la acción de su hijo mientras Narcissa lo miraba sorprendido y Lucius escandalizado.
Draco miró con los ojos abiertos y con las mejillas rosadas a Harry.
—Eso es lo que hace papi cuando pasará mucho tiempo lejos de mami, con eso mami ya no está triste porque papi se va —explicó Harry a Draco ignorando a los testigos.
Lily cubrió su rostro avergonzado, James se acercó a su hijo y lo cargo como un saco de papas.
—Nos iremos Malfoy, Harry debe tener mucho sueño. Te escribiré —prometió mientras sacaba a Harry que se despedía con una manita de Draco.
Una vez solos en la mansión y Draco dormido en su cama Lucius se sirvió una copa de Firewhisky. Narcissa se acercó hasta él y lo miró con una sonrisa.
—No te preocupes, son solo cosas de niños. Cuando crezcan ni siquiera recordaran este día.
Lucius asintió pero no dijo nada, sin embargo sabía que la llegada de ese niño de ojos verdes en la vida de Draco solo representaría un gran cambio en su calmada vida.
N/A: ¡Espero les haya gustado! Realmente me divertí mucho escribiendo este pedacito de mi corazón. Espero la hayan disfrutado.
Déjenme sus comentarios para saber qué les pareció, responderé aquellos que ameriten respuesta.
Sin más que decir me despido.
