Los seis meses de preparación pasaron realmente rápido, sus días se dividían entre el intenso entrenamiento en el Reino Corazon, salvar a personas en peligro, y cumplir con las misiones encargadas a su escuadrón, Noelle se sentía con más confianza con cada amanecer, por supuesto todavía tenia un nudo en el estomago cada vez que pensaba en Vanica, la poseedora del demonio que fue capaz de vencer a su madre, sin embargo intentaba llenarse de valor al pensar que debía vencerla, para vengar la muerte de su madre.

El día llego, los ataques coordinados iniciaron como esperaba, todos sabían cuales eran sus funciones para proteger el reino y la vida de sus habitantes, Noelle respaldada por Lolopechika y Nero sabia que seria su oportunidad de luchar con la mujer demoniaca, lastima que no era suficiente.

Tenía miedo y una rabia viva, podía escuchar las palabras de Vanica rebotando en su mente, su cuerpo agotado y ensangrentado, no quería morir en esa situación.

Abrió los ojos sorprendida y asustada a partes iguales, reconociendo la habitación que usaba durante su infancia en del Palacio Silva, se levantó bruscamente mirando sus pequeñas manos corrió hasta un espejo donde su reflejo le mostró su yo de seis años, pequeña y débil, intento usar su magia pero se percató de que tenía problemas para controlarla, empapada y con el conocimiento de no estar soñando decidió salir de la habitación, era muy temprano en la mañana y la criada encargada de ella aún no acudía a despertarla, a esa hora Solid solía ir para atormentarla.

Pero no iba a permitirle volver hacerle daño, aunque no entendía que estaba sucediendo ni porque estaba de regreso en el tiempo, necesitaba el apoyo de un adulto para evitar que la menospreciaran dentro de la realeza, con el conocimiento del futuro sabía que no estaba sola, Mimosa y Leo habían intentado ser sus amigos cuando era una niña, pero su desconfianza y temor a otros hizo que se alejara de ellos.

Ahora era consciente que no tenía que hacerlo, sabía la causa de la muerte de su madre, el sufrimiento de Nozel y el apoyo de los Vermillion, necesitaba la protección de Mereoleona para volverse fuerte más rápido decidió con el conocimiento de lo poderosa que era, no debía tener miedo al futuro si estaba bajo la protección de la Leona sin Corona.

Saliendo en silencio sin cambiarse la pijama y con su cabello suelto se dirigió por el pasillo hasta el patio exterior escondiéndose en un arbusto, si pensaba con calma ella tenía seis años en ese momento, Solid tendría ocho, Nebra tenía catorce y todavía no recibía su grimorio, Nozel tenía veinte y estaba subiendo de rango en las Águilas de Plata pero todavía no era capitán, en cambio Fuegoleón ya sería un vice capitán y Mereoleona debía estar yendo y viniendo a la capital, Mereoleona sería su salvación.

Escuchó la conmoción dentro del Palacio cuando Solid gritaba a las sirvientas que encontrarán a su hermana, enojado de no poder molestarla esa mañana, Noelle se encogió en su escondite, sabía que sería más poderosa en el futuro, pero en ese instante Solid podía usar su magia y ella no.

Tenía demasiadas preguntas en su mente: ¿Dónde estaba Asta? Probablemente en Hage si era un niño también ¿Que sería de los Toros Negros? Sus amigos… ¿Y Vanica? ¿Estaba muerta? Mejor dicho ¿Había muerto y vuelto al pasado? ¿Podía cambiar el futuro o volver a él?

Sacudió su cabeza cuando escuchó la voz de Nebra acompañar la de Solid buscando en el jardín, permaneció en silencio esperando pacientemente, ambos marchándose poco después ocasión que aprovechó para irse hacia el Palacio de los Vermillion, esperaba si tenía suerte que Mereoleona estuviera en la capital.

Cuando tocó la puerta el mayordomo observó con una mezcla de reprobación por su ropa y sorpresa de su presencia, cuando pregunto por Mereoleona o Fuegoleón asintió todavía con vacilación para escoltarla hasta un salón donde le indicó que esperara, un rato después se dio cuenta de que el hombre probablemente había ido a informarle a su hermano que ella estaba ahí y no en su Palacio, inmediatamente salió de la habitación y corrió hasta donde estaba el cuarto de Leopold.

- ¿Noelle? – El niño pelirrojo la miró con sorpresa, la niña tenía su ropa mojada y su cabello húmedo goteaba.

- Leo ¿Lady Mereoleona está aquí?

- Si. – Aunque parecía confundido acepto llevarla con su hermana mayor.

Mereoleona de veintidós años era tan intimidante cómo sería en el futuro, llena de vida y con una energía inagotable sonrió levemente cuando miro a los dos niños acercarse especialmente cuando los ojos de Noelle y los suyos se cruzaron, sabía que algo era distinto en la niña ese día.

- Lady Mereoleona. – Saludo con una reverencia breve – Quiero ser tu aprendiz.

- ¿Uh?

- ¿Qué? ¿Te volviste loca, Noelle? – Leo conocía el temperamento de la mujer mayor y lo arduo que eran sus entrenamientos, incluso Fuegoleón se quejaba de ellos, Noelle siempre había sido frágil y débil no entendía por qué le preguntaba eso.

- Yo sé que si me esfuerzo puedo superar a mi madre. – Declaró con firmeza a lo que Mereoleona sonrió de forma salvaje colocando su manos sobre su cabeza, lo inesperada de su acción la hizo encogerse.

- Estás diciendo palabras muy grandes, Noelle. – Se agachó para quedar a su altura – Tú madre era alguien sorpréndete. Y no creo que Nozel te deje conmigo.

- A Hermano Mayor Nozel, no le importó. – Sabía que esas palabras eran mentiras, pero su yo de seis años no podía saber eso – Si muero no le importaría. – Mereoleona hizo un gesto de no estar de acuerdo con ella sin embargo no agregó nada al respecto.

- Si quieres entrenar conmigo lo primero que debes hacer es no quedarte callada si te dicen algo desagradable. – Ordenó, Noelle asintió apresurada – El resto, déjame a Nozel a mí.

- Yo también quiero, Hermana Mayor. – Saltó Leopold viendo su oportunidad, Mereoleona pareció pensárselo antes de asentir, Leo salto de felicidad mientras con una mano sujetaba la de Noelle quien solo estaba de pie en silencio.

- Lady Mereoleona. – Llamó con viva curiosidad – ¿No me odias?

- ¿Por qué lo haría? – Cuestionó de regreso viendo la expresión de la niña cambiar a una desolada, Noelle se preguntaba si ella también estaba enterada de la maldición que acabo con la vida de su madre.

- Mamá murió por mi culpa.

- Lady Acier murió por una causa que estaba más allá de nosotros, fue una persona increíble y poderosa pero no dejaba de ser humana, te amaba desde el momento que supo que estabas en su vientre. No te odio, Noelle, me alegra que hayas nacido. – Mereoleona no era el tipo de persona que mentiría por lo que sus palabras francas y llenas de sinceridad le tocaron el corazón, su cuerpo tembló intentando contener los sollozos que sacudían su cuerpo – Está bien llorar.

Esas palabras fueron suficientes para que la represa que contenía sus lágrimas se derrumbará, intento secar la humedad de su rostro sin embargo era imposible, todo el llanto que había guardado para sí misma a lo largo de su vida estaba saliendo en esos instantes, Leo no entendía que sucedía pero ver llorar a Noelle lo entristeció profundamente así que le dio palmaditas en la cabeza antes de que su hermana la tomara en brazos y permitiera que escondiera su rostro en su cuello, no le gustaba consolar a las personas, pensaba que lo mejor era seguir adelante pero comprendía el dolor de esta niña lamentable.

- Está bien, Noelle. – Consoló acariciando su espalda hasta que Fuegoleón apareció.

- ¿Qué le has hecho a Noelle? – Cuestionó alarmado cuando notó que Leo estaba sujetado al pantalón de la pelirroja con una expresión triste.

- No le hice nada malo. – Gruñó – Sólo le dije que estaba feliz de que haya nacido y que no la odio.

- ¿Qué?

- Mamá murió por mi culpa. – Sollozó la niña entre pequeños temblores.

- Eso no fue así. – Dijo Fuegoleón negando rápidamente – Murió por qué era una persona, no era invulnerable.

- ¿Qué es invu... Invul..?

- Es alguien que no puede ser derrotado. – Contestó Mereoleona a su hermano menor.

- ¿Cómo tú, Hermana Mayor?

- Nadie es invulnerable, Leo.

- Entonces... ¿Van a morir? – Preguntó mientras sus ojos se humedecían, Fuegoleón vio consternado como los niños empezaban a llorar de nuevo así que no se sorprendió cuando su hermana le golpeó la cabeza con su garra de fuego.

- Se supone que eres mejor con los niños que yo...

- Lo siento. – Murmuró tomando a Leo en sus brazos – No va a pasarnos nada, Leo, Noelle. Simplemente hay cosas que no están dentro de nuestro control.

- Volveré a Noelle con sus hermanos ahora. – Anunció Mereoleona bajando a la niña quitándole las lágrimas de sus mejillas, uso su magia de fuego para secar la ropa húmeda y su cabello, más presentable – Lo primero que debes hacer es no permitir que tú hermano te maltrate ¿De acuerdo? Si te golpea tienes que devolverle el golpe.

- ¡Hermana mayor! No le enseñes eso a la niña. – Regaño Fuegoleón alarmado, Nozel iba a quejarse si la niña empezaba a ser grosera con sus hermanos mayores.

Ninguna de las dos le prestó atención mientras se dirigían hacia el Palacio Silva atravesaron los jardines comunes de las tres familia, algunos miembros de la realeza y la nobleza las observaron pasar con diferentes miradas en sus ojos, su yo anterior probablemente estaría intimidado pero su yo actual había superado su dependencia a la opinión ajena.

Ahora solo tenía que concentrarse en volverse más fuerte para poder recuperar a sus amigos y regresar a su vida anterior, incluso si el apoyo cálido y desinteresado de Mereoleona era tentador todavía quería volver a su vida.

- ¿Mereoleona? – Nozel la miro con cierto aire de sorpresa, sobre todo al ver a su hermana menor en sus brazos.

- Vengo a informarte que tomaré a Noelle como mi aprendiz. – Dijo con un tono tranquilo mientras dejaba en el piso a la pequeña.

- ¿Qué?

- Como no te importa demasiado la seguridad de esta niña no pensé que sería necesario avisarte, pero Fuego cree que te preocuparas. Bastante iluso ¿no? – Mereoleona sonrió con ferocidad dejando caer su mano sobre la cabellera plateada de la niña.

- Noelle es muy joven. – Declaró Nozel parpadeando con incomodidad.

- ¿Muy joven para entrenar, pero lo bastante grande para soportar tu terrible comportamiento? – Preguntó divertida, Noelle nunca había notado la cantidad de respeto que le tenía su hermano a la mujer pelirroja, así que verlo incomodo levemente por sus palabras fue sorprendente.

- Ella es una Silva.

- Solo cuando te conviene del resto te encargas de decirle lo mucho que te gustaría que estuviera muerta en lugar de su madre. – Nozel retrocedió un paso de forma inconsciente, nadie dentro de las dos familias se había atrevido a decir en voz alta lo que estaba sucediendo en especial nadie le había reclamado el trato que permitía y le daba al miembro más joven de su familia.

- Quiero entrenar con Lady Mereoleona. – Declaró Noelle con voz firme a pesar de su valentía su mano sujeto la tela de la ropa de la pelirroja en un gesto infantil.

- Noelle no tiene control sobre su magia...

- No veo el problema en eso. Le enseñaré a controlar su magia, un diamante en bruto es mejor, en cualquier caso, puedo pulirlo a mi gusto. – Mereoleona se agachó para quedar a la altura de la niña – Recuerda lo que te dije si alguien se mete contigo...

- Lo golpeó. – Completo con un poco de dificultad, aquello iba contra la etiqueta que le inculcaron desde temprana edad.

- Bien dicho. Ve a jugar.

Noelle comprendió que tenía que marcharse ahora mismo, Mereoleona estaba siendo considerada mucho más de lo que sería con su yo adolescente pero ver la expresión de asombro en el rostro de su hermano cuando obedeció fue algo especial.