Gorgonas
—¿Así que tú eres...?
—Rider.
...La Sirvienta sonrió. Cuando tensó sus facciones así, su rostro pálido se suavizó, pasó a ser casi dulce por un momento.
Sakura se avergonzó un poco. Ella tenía mal aspecto. Había tenido que quitarse las vestimentas rituales, vomitó sobre las mismas, de puro estrés.
Mientras que gritaba.
...Shinji la había violado antes de la invocación. Su abuelo dijo que era necesario pero...
—Ama...deje que arregle su cabello.
—Rider...no es necesario. Dormí mal luego de tomar un baño. Me veo terrible y punto.
—Te ves espléndida, Ama...
—Sakura. Tu Amo es Shinji, yo solo te proveo de Maná. A mi no me interesa esta Guerra. Pero mi abuelo quiere el Grial para algo. No me explicará qué, así que solo puedo confiar en que no es nada tan terrible como el fin del mundo —reflexionó y se sonrió Sakura, provocando una risa suave por parte de Rider.
—Sakura...Antes...¿Lloraste? —preguntó la Sirvienta, sin embargo, de repente.
—Yo...
—Yo solía llorar mucho. En mi tierra natal. Un día, los dioses me castigaron. Porque eso es lo que ellos hacen. Solo te señalan con sus dedos y deciden que tú eres un monstruo, que tú eres mala y oscura. Y te ciegan, te echan una maldición. Lastimas a todos a tu alrededor. Y tienes que vivir sola. Porque los dioses lo mandan —comentó Rider, pasando el cepillo sobre los cabellos de Sakura.
Era increíble que entre sus manos, la maraña purpúrea tomara forma.
Sakura nunca tendría cabello hermoso, sedoso, de color sano, como Rin. El Abuelo le dio a beber veneno, había sobrevivido pero su cuerpo pálido y débil, no era el mismo.
—Los dioses...
—Si, Sakura. Los dioses nos violan y nos convierten en monstruos. Desde siempre. Por eso, cuando te escuché llorar desde el otro lado de la Puerta, crucé para servirte. Soy Medusa. Y vine porque quisiera un mundo sin dioses, Sakura. Donde las mujeres como tú y yo fueran libres pero...
—¿Pero...?
Rider tomó impulso. Había dejado de peinar a Sakura. Con los ojos cubiertos, siguió sonriendo frente al espejo.
—Pero no necesito el Grial para matar a tus dioses y liberarte de ellos. Tal vez eso sea suficiente para mi. Recuérdalo, Sakura, la próxima vez que llores.
Los gritos de Shinji las interrumpieron. El hermano mayor de Sakura estaba furioso porque la cena no había sido preparada. Sakura tuvo que apartar suavemente a Rider para responder a aquellos llamados demandantes, tiránicos, que ya conocía más que bien.
Aún así, pensó en las palabras de Rider.
En su oferta. Si lo era.
Tentadora, además.
Porque, ¿a quién no le pesan sus dioses y maldiciones?
Al fin y al cabo, Sakura pudo invocar a Medusa porque entendía su leyenda y la vivía en carne propia.
