De vez en cuando tiene una canción metida en la cabeza. La Letra no es buena, no tiene lógica y a veces desaparece totalmente, pero la melodía que puede tararear le hace pensar demasiado, es como...
... Es como doo-doo doo-doo... No tiene sentido tratar de expresarlo, porque en realidad, no puede seguir el compás que se hace en su cabeza, que se escucha tan bien y acorde que cualquier otra canción parece no tener ritmo a comparación. Ese ritmo, como un doo-doo doo-doo que se repite, fluctúa, sonidos graves y agudos que se intercalan hasta hacer música sin letras, cargada en exceso con una variedad de sentimientos que llegan siendo desconocidos.
Le recuerdan a un hombre que conoció en otra vida, una que parece lejana al ver hacia atrás y hacer cuenta de todo lo que ha sucedido.
Le recuerda a un hombre del que se enamoró tan perdidamente que pensó que volvía a ser una adolescente desesperada por encontrar amor, algo de consuelo en alguien. Se sentía tan tonta porque ese doo-doo doo-doo se clavaba profundamente en sus pensamientos y entonces, cuando la doctora le preguntaba algo solo podía decir su nombre.
— ¿Rebeldía?
— Johnny.
— ¿Libertad?
— Johnny.
— ¿Destrucción?
— Johnny...
Siempre se trata de él mientras la melodía se reproduce sin fin en su cabeza; es un bucle interminable que recrea tamborileando sobre la superficie de plástico. La doctora anota eso también, anota todo y las cámaras de seguridad también lo hacen cuando se centran en ella.
Todo el mundo parece notar la música, el ritmo. Lo ha visto de nuevo, a Johnny y a Jackie y ambos llevaban esa melodía rondando a su alrededor, flotando entre sus párpados pesados, permaneciendo allí cuando despierta aterrada bañada en sudor mientras espera el inicio de otra ronda de pruebas que parecen una tortura especialmente creada para atormentarla.
Un día que empieza, un cubo que no puede resolver. La vida se repite una y otra vez alrededor de pequeños hechos idénticos, días que parecen clonados a medida.
— ¿Caos?
— Johnny.
— ¿Música?
— Johnny
— ¿Reconstrucción?
— Johnny.
Se caerá de la caminadora luego, se romperá la nariz contra el suelo y manchará el impoluto piso blanco con su sangre hasta perder la consciencia en una nube de dolor, pero incluso así...
— ¿Perder?
— Johnny.
— ¿Arasaka?
— Johnny.
— ¿Guerra?
— Johnny.
Doo-doo doo-doo doo-doo
Siempre es sobre Johnny, sobre la canción que no termino de componer al borde de su mente. Se repite una serenata incompleta con melodías que la están volviendo loca, pero que tampoco quiere dejar ir. Este último fragmento de la consciencia de Johnny no lo puede dejar ir, no lo puede eliminar y no puede dejar que nadie se entere que existe porque obtendrá el mismo resultado,
Lo eliminaran de la misma manera en que ella dejó que lo eliminaran a él, que se llevaran el último fragmento de su alma al infierno.
— ¿Amor?
— Johnny.
Lo ama, lo amó de forma tonta, incluso cuando el solo trato de manipularla como a una muñeca de trapo y lo amo mucho más cuando él también lo hizo, lo amo cuando el meció su rostro entre sus manos, incluso cuando no podía sentirlas. Lo amo dando pasos atrás para mirarla dormir mientras le cantaba una canción de cuna que no llego a completar.
Doo-doo doo-doo doo-doo
Lo amo dulcemente y de la manera más cruel también lo alejó ir. Una sonata de media noche se extiende por su mente, vibrando en la punta de sus dedos y saliendo en un tarareo confuso mientras tiene otra pesadilla que luego no será capaz de recordar, aunque le deja la sensación de una verdad incómoda que no quiere escuchar a pesar de que lo sabe.
Lo sabe, cree que siempre supo que nunca hubo opción. Un disparo fallido en una azotea y la voz de un matasanos encerrada en un callejón le recuerda lo que siempre supo y no quiso aceptar.
— ¿Final?
— Johnny.
En el momento en que Takemura se arrastra en una silla con su vista y porte solemne proyectando una sombra oscura de malos augurios sobre la habitación, no son necesarias más palabras. Se prepara mentalmente para escuchar las palabras siendo dichas en voz alta y por primera vez desde el inicio no es sobre Johnny, no totalmente... Ahora es sobre ella, sobre supervivencia o el final de una historia trágica.
Doo-doo doo-doo doo-doo
Y todavía así es sobre una melodía inconclusa, una letra sin sentido apenas garabateada en los rastros de un amor que conoció demasiado poco. No es sobre amor e incluso sí lo es, porque se trata sobre ella y su egoísmo, su eterno acompañante que se burla de ella.
Porque ella siempre ha estado sola, siempre termina destruyendo a los que ama en búsqueda de objetivos egoístas.
— Convertirte en un engrama. — Escucha superficialmente, dedicando únicamente la atención necesaria a Takemura cuando voltea a verlo, perdida entre un sonido que no es real y la vista de un error que ya no debería aparecer. — Es una buena opción.
Parece que él estuviera rogando porque ella acepte. No lo hará, por supuesto, pero las facciones que parecen suavizarse por la tragedia cuando ella niega con la cabeza la hacen dudar un poco y entonces V sonríe, cierra los ojos y devuelve el contrato. Siente la melodía flotando a su alrededor y sobre ella, pulsando detrás de sus párpados y a través de su pecho.
Las notas musicales se dispersan fueran de ella al tararear suavemente, inclinando la cabeza para que sus mechones rubios se dispersen en la nada. Sus ojos grises saltan de un lado a otro, viendo el camino que ha recorrido, aceptando que este es el último punto donde tendrá elección.
Puede tomarse el tiempo y morir, descender silenciosamente al sepulcro o puede darles el derecho de arrebatar su alma y corromper su mente, viviendo para siempre si así lo desea.
No tiene que pensarlo.
— Tomare esos seis meses. ¿Qué es lo peor que puede pasarme? Ya sé cómo acabarán.
Takemura la mira fijamente con una seriedad que desconocía hasta el momento, se levanta y en el mismo silencio que siempre se caracterizó termina por irse hasta convertirse en otro recuerdo lejano. No se trata específicamente sobre algo y es porque a veces la vida no tiene sentido, pero V tiene esa canción inconclusa que la acompaña mientras regresa a la tierra, mientras muere tan despacio que es desesperante hasta para ella misma.
No tiene nada más que eso, después de todo, vuelve a ser ella contra el mundo egoísta que siempre la ha abrazado... Y escucha ese Doo-doo doo-doo doo-doo, una melodía inconclusa en su último momento de vida, el propio latir de su corazón que se va apagando en sus oídos y los pensamientos disipándose entre una marea confusa donde ya no siente dolor ni miedo.
Está bien, había perdido el miedo hace tanto tiempo que esa canción es suficiente para ella.
Esto no tiene sentido más allá de mi idea de un romance con Silverhand, lo siento y espero logren disfrutar un poco de este shot que no es mucho, pero es trabajo honesto XD.
