Esto lo escribí hace bastante, pero lo había dejado estar y ahora que me vi la película otra vez, siento que merecía terminarlo.

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Situado en el reencuentro de Kougami y Akane en la película.


Sin más arrepentimientos

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Kougami dejó la lámpara sobre la mesa puesta en el centro de la habitación y sintió los pasos de Tsunemori tras él mientras se pasaba una mano por su dolorido cuello.

—Es aquí donde duermo, desearía ofrecerte algo más cómodo, pero como ya dije antes, jamás me imaginé que me seguirías hasta aquí —dijo Kougami con un tono que intentaba sonar tranquilo, no quería dejar ver el sentimiento que despertaba en él cuando pensaba en ello.

Tsunemori había cruzado el océano y se había metido en medio de una guerra extranjera sólo para poder encontrarlo. De alguna forma, ella le había parecido temeraria desde el principio, pero habían muchas cosas diferentes que podía notar en su reencuentro, podía apreciar el paso del tiempo en su esbelta figura: se veía más firme, la postura de sus hombros era perfecta y sus ojos oscurecidos mostraban los resquicios de dolor por el que había tenido que pasar. Se le veía fuerte y decidida.

Kougami sabía, perfectamente, que ahora la Inspectora cargaba con toda Sibyl sobre sus hombros.

—¿Kougami-san? —Habló Tsunemori, provocando que el azabache pestañeara para volver en sí.

La estaba mirando fijamente.

No podía evitarlo. Los sentimientos atenazaban bajo su carne y ella estaba allí, de pie frente a él. Al fin. Había soñado tantas veces con aquel reencuentro, que ya no estaba tan seguro de si era real o no. Aunque al parecer si era ella en carne y hueso, porque en todas sus alucinaciones, Kougami sí tenía el valor para besarla.

Se relamió los labios resecos ante ese pensamiento. Su mente estaba trabajando demasiado rápido mientras veía el ceño fruncido de la castaña, aún de pie frente a él.

Mierda.

¿Qué más daba? Ya no tenía nada que perder. Si ella lo rechazaba, todo quedaría allí. Ya no eran Inspectora y Ejecutor. Él había elegido otro camino, vivir esa vida llena de incertidumbre y peligro en otro país.

Él podría morir mañana…

—Lo siento —soltó Kougami con voz ronca, enredando los dedos en los cabellos castaños de ella y atrayéndola hacia su boca.

No eran las palabras correctas, de hecho quería decirle muchas otras, pero sentía que era la que ella más merecía escuchar. Porque él la había abandonado aunque Tsunemori Akane había apostado por él, y lo hacía de nuevo.

El contacto de sus bocas fue suave, Kougami sintió un suspiro de Akane morir contra su boca y luchó con sus ganas de abrir la propia y morder, jalar de sus labios hasta romper, beber esa sangre y reclamarla como suya. Pero no quería agobiarla, no quería arruinar el momento con su pasión y decidió besar suave, chupando sus labios y apenas rozar con su lengua mientras las manos de ella apretaban la playera sobre su pecho.

— Inspectora… —gruñó contra su boca abierta.

— Te dije que ya no me llamaras así —respondió ella alzando las manos para enredar sus dedos en el cabello que caía a los costados de su rostro.

Tsunemori sintió el sedoso cabello azabache entre sus manos mientras atraía el rostro de Kougami hacia ella nuevamente. Volvió a besarlo, con más insistencia esta vez, tratando de que su inexperiencia no hiciera mella en aquel beso tan deseado.

Sintió esas enormes manos ceñirse a su cintura mientras la giraba. Kougami se las arregló para dejar la lámpara en el piso mientras los ansiosos labios de Akane seguían reclamando los suyos. La sentó sobre la mesita y las piernas de la chica se alzaron para envolver sus caderas. Oh, mierda. Kougami sintió su cuerpo responder ante el gesto y se movió entre sus piernas con un frote suave.

Iba a devorarla.

Metió su lengua, ya no podía con su autocontrol y mucho menos con una Akane tan demandante. ¿Dónde quedaba su inexperiencia? Quizás se había equivocado al pensar eso, pero no quería darle vueltas al asunto. Kougami no quería pensar que en todo ese tiempo que estuvo ausente, ella pudo haber estado con otro. Decidido a dejarse llevar, se alejó de su boca para bajar por su mentón, deslizando los labios por su cuello y sintiendo la piel suave bajo su toque. Entonces lamió, recibiendo un gemido en respuesta y fue cuando mordió, fuerte, su intención era dejar una marca visible. Quería que cuando Akane se mirara en el espejo y viera aquello, pensara en él.

— Mía.

— Kougami…

— Lo siento, Akane —dijo el azabache, con la boca subiendo hasta su oído—. Me fui sin siquiera despedirme y, aun así, no estoy arrepentido. Pero yo… tú… estás aquí y no sé qué hacer con esto que siento.

Kougami sentía todo el cuerpo caliente, pegado al de Akane, que bajaba sus piernas lentamente y se enderezaba instándolo a que la mirara a los ojos. Se veían tan azules como la última vez que los vio, refulgiendo con la luz de la lámpara en el piso.

Él se deleitó con esas mejillas aún sonrojadas y el aroma de la chica pegado a su paladar. Entonces lo volvió a besar, un toque suave, lleno de cariño y paciencia, Akane quería transmitirle todo eso, pero no podía decirle nada en ese momento.

Su mente era un torbellino de pensamientos y sensaciones. Por primera vez le estaba costando pensar con claridad, porque una cosa era lo que deseaba y otra lo que debía hacer.

— Será mejor que nos vayamos a dormir, Kougami-san.

Tsunemori desvió la mirada y Kougami comprendió el mensaje. Se hizo a un lado mientras ella se bajaba de la mesa y se dirigía a la cama. Se pasó la mano por su cabello negro y decidió acomodar unas sillas para dormir. No era idiota, entendió que debía darle espacio a Akane, al fin y al cabo, él se había confesado a pesar de no poder prometerle nada.

A pesar de tener en claro que no podían estar juntos.

..

Recostado sobre las duras tablas de aquellas sillas, llevaba aproximadamente una hora tratando de conciliar el sueño. Estaba inquieto, y es que tener a Akane ahí no estaba ayudando en nada. No podía dejar ese sentimiento egoísta de deseo y pertenencia. Quería tenerla como nadie nunca, marcar cada parte de su cuerpo, escuchar que era correspondido al menos por esa noche. Sólo pedía eso, podía conformarse con el recuerdo una vez que tuvieran que separarse, pero sabía que Akane no. Que aunque se lo pidiera, ella no escaparía con él porque poseía un firme ideal de Justicia y Deber, algo a lo que él renunció hacía mucho tiempo. Además, si Sibyl la dejó ir allí sola a buscarlo, era porque ella formaba una pieza fundamental en su juego y Akane lo sabía muy bien, y si a pesar de eso ella seguía firme en su ideal y trabajando para Sibyl, no podía pedirle que renunciara a todo eso por él.

Pero… ¿y él lo haría por ella?

Escuchó el movimiento tras él y como Tsunemori se levantaba, pasando por su lado para salir fuera de la habitación. Kougami se enderezó y abrió los ojos por fin, soltando un suspiro. Sus pensamientos eran turbulencia pura. Decidió seguirla.

La vio de pie con los brazos sobre el balcón. El aire frío de la noche agitó sus cabellos cortos y se resistió a la idea de volver a besar ese cuello de piel blanca y suave. En cambio, se apoyó a un costado de ella.

Akane no tardó en hablar, contándole de aquel terrorista que había llegado a Japón con un libro en particular, entonces Kougami supo que Samlim lo había tomado de sus cosas. Intercambiaron un par de palabras respecto a ello y la conversación tomó un rumbo un tanto incómodo.

— Incluso si no intentas que suceda, tienes la habilidad de atraer a las personas —dijo Akane con voz suave—. Eres como la gravedad. Justo como Makishima Shougo.

Kougami no pudo evitar sentir un cosquilleo incómodo, cierto miedo. Porque las palabras de Tsunemori estaban cargadas de verdad, pero él no quería convertirse en aquel monstruo, él sólo quería proteger a las personas que amaba. Quería protegerla a ella.

Ese era el motivo por el que había huido, porque Sibyl solo le quitaba a sus seres amados, le impedían protegerlos.

— Pero tú no eres el tipo de persona que quiere controlar el corazón de otros. Esa es la mayor diferencia entre tú y Makishima —aclaró Akane, girándose para verlo con una sonrisa.

Gesto que se le contagió al azabache. Se sentía más tranquilo después de esas palabras y la mirada enternecida de la Inspectora. Ya no pudo resistirse y se acercó lentamente, alzando la mano para acariciar la mejilla de ella con suavidad. Decidió que simplemente sería sincero.

— Akane, estoy enamorado de ti. Pero esta es la vida que elegí, no creo en la Justicia que imparte Sibyl y por eso seguiré luchando. Por eso no puedo volver a Japón, al menos no por mi voluntad —agregó, sabiendo que ella había ido hasta allí para arrestarlo—. Así como no puedo pedirte que escapes conmigo. Es por eso que quiero ser egoísta sólo por esta noche… —. Kougami acercó su boca a la de ella y la besó, jalando su labio con fuerza entre los suyos—. Déjame tomarlo todo de ti, Akane.

Ella alzó su mirada, encontrándose con el reflejo de la luna en los ojos de Kougami. Sentía su olor, mezcla de hombre y cigarrillo, y lo quería impregnado hasta los huesos. Porque ella también lo amaba, porque lo deseaba con tal fuerza que no podía actuar con la sensatez de siempre, no si de Kougami se trataba.

Por esa noche, solo una noche era lo que le pedía Kougami y ella planeaba entregarse por completo. Porque Sibyl le había arrebatado muchas cosas, pero no aquello, no aquel sentimiento, no aquel momento.

Tsunemori se puso de puntillas y lo besó, abriendo la boca y deslizando la lengua sobre la de él. Sintió el gruñido ronco de Kougami morir contra su boca y ella podría derretirse entre sus brazos. Tragó el sabor del cigarrillo, sintiendo las manos del azabache apretando su cintura.

Pero Sibyl no les daría tregua ni siquiera una noche, Akane lo tuvo muy claro cuando escuchó la explosión a sus espaldas.

..

Tsunemori miró a su alrededor, todo era fuego y sangre. Kougami se paró frente a ella mientras los vehículos se detenían frente a ambos.

— Tienes que irte sin mí —dijo Kougami, y con esas palabras, Akane sintió miedo. Otra vez… otra vez perdería a Kougami—. Los retrasaremos.

— ¡No voy a irme sola! —gritó y no le importaba que los demás la oyeran, quería que Kougami supiera que ella no se iba a alejar, que no lo iba a perder otra vez.

— Tu investigación criminal —contestó Kougami poniendo una mano sobre su hombro—, puede que llegue al fondo de los crímenes de Han. Es una oportunidad para nosotros. —Pero Tsunemori seguía negando con la cabeza y a Kougami le costaba no abrazarla en ese momento—. Regresa a Shamballa y continúa tu misión.

— Pero…

— No te preocupes, ¿crees que moriré tan fácil? —dijo Kougami, endureciendo su expresión —. Si sobrevivimos a esto, intenta atraparme de nuevo.

Entonces Kougami sonrió ladino, hasta sus ojos se unieron a la provocativa expresión. Akane sintió que le temblaron las piernas ante la promesa implícita en aquel reto.

— Sí.

Kougami le entregó un detonador cuando ella estuvo dentro del auto. Ella lo miró con preocupación, pero él simplemente se alejó cuando partió el vehículo.

Una despedida sin abrazos, sin besos ni nada a lo que ella pudiera aferrarse mientras avanzaba por la carretera. Sentía el arrepentimiento adherirse a su carne y estaba segura de que la próxima vez que lo viera, no habría preámbulos, lo tomaría todo de Kougami Shinya.

No volvería a arrepentirse de sus sentimientos. No volvería tomárselo con calma.

Eso también era una promesa.


Cuando vi la película. Oh, mierda. Kougami tan sexy como siempre, atacando a Akane sin saber que era ella, y ella defendiéndose perfectamente. Esa chica me agrada. No pude evitar chillar –literal- con el reencuentro de ambos. Los amo, juntos, bien mezclados. Así que sí, adoré la película y por supuesto dejé mi imaginación divagar. En lo personal, Imposible haberlo dejado dormir en las sillas –ohaberlodejadodormirxd-

Besos de gato~