Autor Original: usagi-mono
ID: 3157433
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Cuatro años. Justo cuando cree que no lleva la cuenta del tiempo.
Le duele un poco el corazón, pero el dolor desaparece rápidamente, enterrándose en los encantos triviales de la mente, instalándose en un estado de falsa comodidad. Hay una razón por la que Shion todavía usa esa bufanda alrededor del cuello. Casi lo olvida. Una vez, ha esperado cuatro años similares. Entonces había más esperanza, se da cuenta Shion. Ahora, esa esperanza ha menguado como la llama que mantiene en su ventana abierta todas las noches. El área junto al ventanal está mojada cuando llega la lluvia, y durante el invierno se resfría. Aun así, la deja abierta como un ritual nocturno, y hay veces que se olvida de por qué. Pero cuando se despierta por la mañana, con agua en su pelo, dedos fríos como la muerte, siempre lo recuerda.
No volverá, piensa, y se levanta solo de la cama.
Ya no llora más. No ha llorado en mucho tiempo. Realmente le asombra. Desearía que Nezumi estuviera aquí para decirle lo orgulloso que estaba.
Mientras haya un mañana, estaré esperando aquí.
Brazos abiertos, corazón abierto.
Y Shion, siendo Shion, sigue su día con renovado optimismo. Cuatro años es más de lo que imagina. Olvida que posee una copia de Macbeth que nunca ha leído más allá de la primera página, aunque se sabe la historia de memoria. Le sorprende poder citar a Shakespeare de la nada como si esto hubiera sido algo importante para él en el pasado. Cada chirrido o golpeteo suave de pies diminutos llama su atención y busca el sonido con una extraña ansiedad. Cuando se acaba, se pregunta qué había estado esperando en primer lugar.
Vive solo, en una parte pintoresca de la ciudad, donde las calles adoquinadas están limpias y no hay ratas. Trabaja en una panadería no lejos de casa; ha estado ahorrando dinero para volver a la escuela algún día.
Ha estado esperando muchas cosas en la vida. Antes de que se dé cuenta, tiene veintiún años.
Cuando reflexiona sobre ello, el tiempo es realmente cruel. Shion apenas recuerda su propia edad, pero el pastel de cerezas que está encima de la mesa del comedor le sirve como un duro recordatorio. Allí lo deja su madre, que posee una llave de la casa. Perdiendo repentinamente el apetito, lo guarda en el frigorífico, se salta el desayuno por completo y se va de casa a la cita con el psicólogo.
Incluso sin que él lo sepa, la bufanda encuentra su camino alrededor de su cuello. Es puramente rutinario que lo lleve consigo ahora. Shion se la acerca a la cara por costumbre, por anhelo. Hace tiempo que perdió el olor del propietario original. Ya no le recuerda al de pelo negro y ojos estoicos. Apenas recuerda el tono exacto de gris. ¿O eran azul oscuro? Algunas cosas que tiende a borrar de su memoria, pero se miente a sí mismo al quedarse con estos elementos, estos recuerdos físicos que no sirven para nada ahora que…
Shion pasa por la librería a la vuelta de la esquina, decidiendo comprarse algo bueno.
Mientras hojea los tomos, sus dedos descansan sobre una copia de El Sueño de una Noche de Verano, y se detiene ahí, como si tratara de desenterrar las diversas posibilidades de por qué, antes de decidirse en contra.
Más tarde esa noche, prepara la cena para dos y se odia a sí mismo por hacerlo.
"Oye, mantente despierto. Querías que te leyera, ¿verdad? No te vayas a dormir como un niño"
"Pero" comienza Shion adormilado, y lo deja así. Se siente como si fuera un niño otra vez. El suave sonido arrullador de barítono de Nezumi lo lleva a un lugar de fantasía y más allá. Con su cabeza en el regazo de este, los dedos callosos recorriendo su pelo, Shion se siente más contento que nunca en su vida.
Cuando Nezumi cree que está dormido de nuevo, suspira, cierra el libro antes de acariciar la pálida mejilla debajo de él.
"Eres encantador" susurra.
Y en ese mismo momento, Shion se siente tan perfecto; nada podría romperlo.
Durante el resto del mes, Shion hace algunas tareas domésticas. Los anhelos extraviados y los detalles desmembrados no tienen cabida bajo su techo, y esta aceptación lo alivia para seguir adelante. Es un proceso gradual, uno que ha emprendido solo. La renuencia se ha debilitado en los últimos cuatro años. Ya no arrastra su sangrante corazón con una correa. Ya no se encierra en esa vieja bufanda, y sus amigos comentan que, de todas formas, nunca le quedó realmente bien. Parece más pequeño, de alguna manera, más joven incluso, y la cicatriz alrededor de su cuello se destaca aún más. En el fondo de su mente cree que no parece haber pasado de los dieciséis.
Enrolla la bufanda en un rincón de su cajón, detrás de su suéter azul arrugado que no se ha puesto en mucho tiempo.
Tengo que seguir adelante.
Shion mira hacia el futuro. Brazos abiertos, corazón abierto.
Ha pasado mucho tiempo desde que fue amado. Considera la oferta de Safu pensativamente, aún sin saber qué hacer ante una confesión tan abierta. Vagamente se pregunta qué ve ella en él. Ciertamente no es el más masculino, ni es atlético, claramente está falto de varios aspectos, considerándosele inadecuado como compañero a los calculadores ojos de Safu. Supone que su cerebro tiene algo que ver con eso.
Es una larga noche fría, cuando camina a casa después de la compra. La primera nevada le preocupa y acelera un poco. Su aliento se convierte en niebla a medida que la noche se profundiza. Hace mucho más frío sin la bufanda, reflexiona.
Por la mañana, Shion se dice a sí mismo, compraré otra.
Pasa por alto a una extraña y a su hijo, ya que evitan por poco lo que parecía ser un roedor corriendo. La mujer hace un comentario sobre las plagas y la higiene. Shion no lo piensa dos veces, agarrando con fuerza la bolsa de papel marrón, llena de huevos, leche y pan para la próxima semana.
La nieva cae suavemente, en silencio, en el pequeño distrito en el que vive. Nadie está en las calles en este momento. Le da tranquilidad y reflexiona sobre su día, el murmullo de sus pensamientos se apodera del tranquilo silencio. Dentro de su entorno silencioso, escucha la nieve crujir agradablemente bajo el peso de su paso. Inconscientemente, evita hacer ruido demasiado fuerte cuando camina. Pero sus pisadas no son nada comparadas con el estruendo que hace la bolsa de papel al caer al suelo desde sus brazos flácidos; splash es el ruido que hizo.
Grieta. Se desmorona.
Por un momento, como muchas cosas en los últimos meses, olvida lo que le sorprende. Por una fracción de segundo, no entiende por qué sus miembros dejaron de funcionar, por qué su corazón dejó de latir, al ver ese hermoso desconocido de pelo oscuro esperando en su puerta.
El escozor en su mejilla late sordamente. Un doloroso recordatorio de la realidad.
Nezumi cae de rodillas y lo abraza por la cintura. Parece vulnerable en esa posición, agachado, con la cabeza caída, casi desesperado "Me preocupo por ti, Shion"
"Entonces no me dejes, Nezumi"
"No lo haré" miente.
Ha crecido más. Sus hombros son más anchos. Shion no lo reconoce al principio, porque se había cortado el pelo. Pero sabe, en secreto, que nunca podrá borrar ese rostro de su mente. Shion sabe que dentro de diez o veinte años definitivamente lo reconocería. Los ojos del hombre están llenos de emoción, reflejando la expresión de vívida confusión en los suyos. Permanecen allí al menos un minuto completo, estudiándose el uno al otro.
Estoy soñando. Todo el cuerpo de Shion está temblando ahora. Es mentira, es mentira, es mentira, es mentira…
Parece que han pasado otros cuatro años. Nezumi es el primero en romper el silencio.
"Shion" dice. La voz es temblorosa, cuidadosa. Hace por avanzar pero se lo piensa dos veces.
Ha dejado de lado la chaqueta que tanto le gustaba; ahora usa algo, pero la mantiene abierta. Sin embargo, las botas son las mismas, rayadas y gastadas, incluso más que la última vez que las vio.
Shion no puede soportarlo. El primer aliento que toma es duro, dando paso a lágrimas incontenibles.
Esto no puede estar pasando. Estoy viendo cosas. Debo estar enfermo.
"Nezumi" dice débilmente, perfectamente listo para morir.
… ¿Por qué?
Shion se encuentra incapaz de moverse, y mucho menos girarse para huir. Las palabras no llegarán a su lengua, a pesar de que sus pensamientos le gritan desde dentro. Lo corroe, incluso más que cualquier virus, cualquier forma de contacto alienígena, y no hada nada más que esperar la muerte, obedientemente. Seguramente, con un dolor como este, podría caer muerto con su corazón sangrando. Fragmentos borrosos de recuerdos que raspan su pecho. Su corazón descuidadamente guardado, con sus heridas recién curadas, está fallándole. Lo sabe. Se está imaginando las cosas ahora. Estos deben de ser sus últimos instantes.
Por supuesto, Nezumi no aceptará nada de eso.
Con los brazos abiertos, corazón abierto, a Shion lo abraza por completo.
Shion siente la carne bajo la chaqueta, los músculos, la sangre rugiente bajo su piel, los tendones. Nezumi parece bastante real. El pelo que le hace cosquillas en la mejilla se siente bastante real. Pero para Shion, eso no es más que un castigo mayor.
"He regresado, Shion"
Le está matando.
No. Shion llora y llora, la angustia de cuatro largos años recorriendo su rostro y el cálido hombro de Nezumi. No se detiene. Esta es la primera vez que comprende verdaderamente cómo se pueden comparar las lágrimas con una presa rota. No alza los brazos para corresponder al abrazo. No hay forma de que un ser mortal pueda tocar una aparición, como si estuviera hecha de células vivas. Una parte de él se niega a ceder a la existencia misma de este Nezumi, la otra parte solo quiere ceder al sueño.
Pero no existen los fantasmas.
"Shion" Nezumi se echa hacia atrás y Shion ve bien su rostro. ¿Siempre fue así de hermoso? No puede evitar mirar "Vine por ti"
Shion deja escapar un suspiro tembloroso "Para" encuentra su voz. Sale dolorosamente, como si estuviera masticando piedras "Esto no está pasando. No puede ser real"
Nezumi parece herido, pero no del todo sorprendido. Pasa sus manos por los suaves mechones marfil de Shion "Perdóname" dice, y aprieta los labios.
Shion quiere creer. Quiere dejarse engañar. Abre la boca y se ahoga en un deseo despertado de nuevo. Nezumi Nezumi Nezumi Nezumi. Está loco. No hay otra explicación.
Me he vuelto loco.
Cuando sus piernas finalmente ceden, Nezumi lo sostiene, preocupado. Shion se aparta a la fuerza para alcanzar una distancia segura y se deja caer al suelo. Todo lo que ha construido diligentemente alrededor de sí mismo durante los últimos cuatro años, está siendo derribado tan despiadadamente como la fachada patéticamente débil que mantiene.
"No eres real" se atraganta, sin querer mirar hacia arriba. Las lágrimas que caen al suelo se convierten en escarcha casi de inmediato "¿Por qué estás aquí? ¿Por qué regresaste?"
Nezumi no se mueve "Te amo, Shion"
"¡Mentiras!" el Nezumi que conoce nunca diría eso tan fácilmente. Debe ser la sangre de su corazón destrozado lo que se filtra por su garganta, robándole la voz "Estás muerto, Nezumi. Llevas muerto mucho tiempo"
Es la primera vez que lo reconoce. Le ha llevado tanto tiempo aceptarlo.
Ante el fantasma de su pasado, encuentra una fuerza inesperada.
"¿Te parece que esté muerto?"
Shion no escucha, solo se convence a sí mismo de lo contrario. Se enorgullece de haber olvidado, pero la verdad es que nunca lo ha hecho. Incluso si ha creado mil recuerdos felices, de ninguna manera puede enterrar su turbulento pasado.
Te amé tanto.
"Estás en mi cabeza" confiesa Shion "Nezumi no estaría aquí si no fuera por mí"
"Mírame, Shion"
"Por favor, déjame en paz. Es demasiado doloroso. Quiero olvidarte"
"Shion-"
"¡Me las arreglé para no pensar en ti durante un día entero!" Shion chasquea la lengua "¿Por qué no me dejas olvidarte?"
Sin siquiera levantar un dedo, Nezumi rompe la base misma del universo de Shion.
"Si te niegas a creerme, te obligaré" dice Nezumi.
Los recuerdos de Shion se remontan a una época de vergüenza similar, donde está desplomado en el suelo, su cuerpo débil y su fe aun más débil. Aunque no está desnudo esta vez, se siente igualmente expuesto bajo la mirada tormentosa de Nezumi.
"No llores, Shion. Te compensaré" promete Nezumi y se inclina.
Se da cuenta de que sus labios están tan fríos en comparación con los de Nezumi. Por un momento, se olvida de quién vive y quién está ya muerto.
Se escucha un movimiento, y Shion siente el peso de la bufanda de Nezumi enrollada en su cuello como una manta.
"Quiero que pienses en mí cuando la uses" sonríe Nezumi. Una verdadera sonrisa.
Shion aprieta el agarre alrededor del cuerpo de Nezumi y ya no retiene sus besos.
"Eso es evidente" dice en voz baja "Nunca podré olvidarte, Nezumi"
