"Autor Original: RobinRocks

ID: 906198

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La moda de los caballeros y el calor seco y muerto de Egipto no era una buena mezcla.

El Dr. Arthur Kirkland, con una breve beca en la Universidad de El Cairo, había estado sufriendo durante los cuatro meses que había estado ahí, todo el día, todos los días, y esa tarde no era diferente. Comprendía perfectamente, por supuesto, por qué los lugareños usaban túnicas de lino sueltas (y no mucho más, al parecer) pero no estaba dispuesto a rebajarse a esas cosas: su amado y muy apropiado atuendo valía la pena el sudor y las miradas en el mercado.

De todos modos, siempre era un alivio escuchar la campana cantar dulcemente sobre la puerta mientras entraba al fresco y oscuro interior del club. Allí podía quitarse la chaqueta y sentarse con solo su camisa y tirantes, sin sentir que estaba medio desnudo; el humo de la pipa de agua hacía mucho para disfrazar esto y aquello, después de todo.

Se abrió camino a través de las mesas de madera desiguales de camino a la barra. El lugar estaba medio vacío a las tres de la tarde, con solo unos pocos lugareños retirados acomodados en un rincón con sus grandes fumarolas. El tabernero, por lo tanto, estaba algo desocupado, divirtiéndose con un juego que trataba de tirar monedas a un vaso vacío.

"Oh, deja de hacer eso" suspiró Arthur, poniendo su mano firmemente sobre la suya "El diablo hace el trabajo, como suelen decir"

"¿Oh?" Alfred Jones sonríe ampliamente "Habla de él y se alzará, jaja. ¿En qué ocuparías mis manos en sustitución?"

"Cerveza" Arthur se aflojó la corbata y se desabrochó el cuello de la camisa "Será mejor que esté fría"

"Hey, ¿sabes lo difícil que es mantener las cosas frías aquí?" refunfuñó Alfred; pero se puso manos a la obra con un vaso y un poco de hielo medio derretido sacado de un cubo de debajo de la barra "Aquí tiene, Doc"

Arthur le lanzó una media sonrisa mientras cogía el vaso.

"Y no lo olvides"

"¿Qué? ¿Olvidar el truco que me hiciste en París?" Alfred hizo una mueca "No te preocupes, no lo haré" bajó la voz "De todas maneras, ¿qué hiciste con esa maldita cosa? ¿Venderla?"

"Nada tan crudo como eso" respondió Arthur delicadamente, bebiendo de su cerveza "Aunque no me importa discutirlo"

Las cejas de Alfred se arquearon.

"Por supuesto" dijo secamente "pequeña serpiente"

"Oh, entonces, ¿no estamos empatados?" Arthur lo miró intencionadamente "Marruecos, 1935; por lo hablar de Berlín en 1934–"

Alfred sonrió.

"¿Todavía estás enfadado por eso?" hizo un gesto alrededor "Además, usé el dinero de la venta de esa estúpida estatua marroquí para comprar este sitio. Bueno. Ya sabes. Algo del dinero"

"De hecho, no preguntaré cuánto me has engañado, bestia astuta" Arthur hizo un gesto con la mano "De todas maneras, dejaremos atrás el pasado, ¿de acuerdo?" el también bajó la voz y se inclinó sobre la barra "Yo, ah, tengo una pequeña propuesta para ti"

Alfred sonrió ampliamente.

"Claro" dijo arrastrando las palabras "pero aquí no"

"No, claro que no" Arthur asintió brevemente "¿Por qué no vienes a mi apartamento esta noche y te doy los detalles en privado?"

"Suena bien" Alfred le dedicó una mirada cómplice, que Arthur decidió ignorar.

En lugar de eso, miró a Alfred de arriba abajo, sus gafas torcidas, su pelo dorado despeinado y su camisa caqui con las mangas arremangadas, los tres botones superiores desabrochados para que se pudiera ver la piel bronceada y reluciente sobre le hueco de su clavícula, qué indecente; le hizo un gesto con disgusto.

"Y no te atrevas a aparecer así" prosiguió.

"Hey, solo porque parece que te divierte sudar como un cerdo con todas tus galas, no significa que el resto de nosotros seamos tan estúpidos" resopló Alfred "En serio, ¿a quién estás tratando de impresionar?"

"Nadie" dijo Arthur con rigidez "Simplemente me gusta vestirme apropiadamente"

"Sí, bueno, no estás en el lugar adecuado para los malditos calcetines y los chalecos, idiota"

"Me las he arreglado todo este tiempo" suspiró Arthur, masajeándose las sienes "Solo dos meses más en este horrible calor y podré volver a Inglaterra"

"Y buen viaje, también" respondió Alfred alegremente, sacándole la lengua.

"Oh, qué agotador" suspiró Arthur "Vete a la mierda, ¿vale? Y déjame beber mi cerveza en paz" bebió pensativo, quedándose con el borde cerca "… Está caliente, por cierto"

Alfred le lanzó una dulce sonrisa por encima de su ancho hombro mientras se alejaba.

"Vete a la mierda también, Doctor" gorjeó "No es que tengas la intención de pagarla, de todas maneras"

La noche era fresca y agradable; llena de vida, por supuesto, con los mercados todavía en pleno apogeo, repletos de música y olor a comida callejera. El apartamento universitario de Arthur, un moderno edificio cuadrado con paredes blancas y suelo de baldosas, estaba a dos pisos de altura y tenía un balcón que daba a estas juergas nocturnas; y ahí encontró a Alfred, inclinado para observar a un grupo de músicos que regresaba del mueble bar.

"Entra, ¿quieres?" dijo, irritado, tintineando los vasos "Prefiero discutir esto a puerta cerrada"

"Sensible" concordó Alfred con indiferencia, volviendo a entrar; deslizó el panel tras él con su pie descalzo. Estaba solo un poco mejor vestido que esa tarde, con la camisa color crema abrochada correctamente y los tirantes sin colgar hasta sus rodillas.

Se dejó caer en el sofá, arrastrando los pies bajo él, mientras Arthur se sentaba enfrente y le empujaba un vaso de ron sobre la brillante mesa de café. El ruido del exterior fue silenciado, bañado por el suave y dulce crujido del viejo gramófono que tocaba Stravinsky desde la esquina. Arthur, con las mangas arremangadas bajo su chaleco gris, observó a Alfred durante unos largos instantes, llevándose la bebida a los labios.

"Es el orden habitual de las cosas, si debes saberlo" dijo con calma, su respiración se nublaba sobre el hielo "Solo te quiero por una cosa"

Alfred sonrió y se subió las gafas.

"¿Y estamos de acuerdo en dividir las ganancias esta vez?" preguntó suavemente, su voz profunda llena de un poco de peligro "¿No como el agosto pasado?"

"Hmmm" Arthur le miró con altivez "Tú empezaste esto, Alfred, allá por el 34. Sabes que quería ese libro para mí. Me lo robaste por despecho"

"Un poco, quizás" dijo Alfred, sonriendo "Pero, sobre todo, necesitaba el dinero" apoyó la barbilla en las manos "Pero pensó que habíamos acordado dejarlo en el pasado"

"Lo hicimos" asintió Arthur, desconcertado "Muy bien, Alfred; dime, ¿qué tan rápido crees que podrías hacer una copia de esto?"

Cogió de debajo de la mesa de café, doblada debajo de la cubierta interior de un hermoso volumen de cuero, una hoja de papel brillante en cuartos, la cual le pasó a Alfred. Alfred la abrió y se encontró mirando un cartel en árabe de una hermosa coraza a la moda de la tradición del Antiguo Egipto. Estaba ilustrada a mano a todo color, y el artista recreaba minuciosamente el brillo de cada joya que tachonaba su superficie de oro pulido.

"Se llama El Corazón de Ra" dijo Arthur "Se cree que es parte de un traje ceremonial para un faraón del Reino Inferior, probablemente del año 320 a.C., en algún punto cercano a esa marca. Actualmente pertenece a un coleccionista privado, un noble turco llamado Sadiq Adnan. Sin embargo, un colega mío en La Universidad de El Cairo, el Dr. Gupta Hussan, ha estado en contacto con Sadiq y lo ha convencido de que preste el objeto a la universidad por un período de estudio de tres semanas. El público en general podrán verlo en ese tiempo"

"¿Y quieres robarlo?" Alfred arrastró las palabras, mirándolo por encima del cartel.

"Naturalmente" Arthur lo miró a los ojos intencionalmente "¿No es así?"

Alfred se rio y volvió a mirar el cartel.

"No puedo pensar en lo que haría con él" dijo.

"Lo que harías con la mitad" lo corrigió Arthur secamente "O podría comprarte tu parte, si lo prefieres. Sospecho que sería lo mejor"

"Uh" Alfred dejó caer el cartel sobre la mesa y finalmente alzó su bebida "Tú y yo tenemos que vivir juntos, eso es lo que resolvería ese tipo de problemas"

"Oh, por favor" resopla Arthur, rodando los ojos "Sabes que no te soporto"

"Y, sin embargo, sigues volviendo a mí" respondió Alfred alegremente, sacando un cubito de hielo y metiéndoselo en la boca.

"Por tus manos" suspiró Arthur "No puedo negar que eres un maldito genio cuando te conviene" se inclinó para tocar la imagen del cartel "Y entones, para volver al asunto que nos ocupa… ¿cuánto tiempo?"

"Un par de días, supongo" Alfred se encogió de hombros, masticando el hielo "Sin embargo, necesitaría verlo primero. Ya sabes… el real"

Arthur asintió.

"Lo sospechaba. Habrá un almuerzo de bienvenida, de algún tipo, para El Corazón de Ra y para el señor Adnan el próximo jueves" le lanzó a Alfred una mirada maliciosa "Supongo que podrías pasar para echar un vistazo rápido"

Alfred tragó su hielo y se inclinó hacia adelante sobre la mesa de café, haciendo chocar su vaso con determinación contra el de Arthur.

"Jueves" dijo arrastrando las palabras con una sonrisa perezosa "Es una cita, Art"

Alfred parecía haberse llevado bastante bien con Sadiq Adnan, que era un tipo bullicioso y excéntrico, excitable, con manos que se movían al hablar, guao y bien vestido de lino y seda. El coleccionista turco parecía tener poco interés o poco tiempo para los académicos, solo estrechó brevemente la mano con Arthur y Gupta, el jefe del Departamento de Historia, y les dijo que se aseguraran de que su objeto estuviera en el alfeizar de una ventana o algo con mucha luz solar para que la gente pudiese ser deslumbrada por este de manera adecuada.

Alfred se había abierto camino bajo la apariencia de un periodista, lo que hizo que Sadiq se tornase más simpático con él, intrigado por su vida de acechar celebridades de Hollywood entre hoteles y otras mentiras; Alfred incluso tenía una Kodak voluminosa colgando de su cuello todo el tiempo, lo que Arthur pensó que era exagerar un poco, pero supuso que cualquier cosa que diese resultado valía. Sabía que no debía cuestionar los métodos, a menudo cuestionables, de Alfred a estas alturas.

El Corazón de Ra, magnifico bajo el sol de la tarde que entraba a través de su prisión de cristal, estaba en el centro de la sala de conferencias, parpadeando brillantemente cada vez que una sombra barría sus suaves curvas. Estaba notablemente bien conservado para su tiempo, mejor que otros hallazgos recientes, y había sido desenterrado de una tumba real en 1933. Desde allí encontró su camino hacia el mercado negro de tales objetos de colección y terminó en el tesoro privado de Sadiq, el cual, según los informes, tenía una inclinación por todo lo egipcio.

Personalmente, Arthur no creía que ser egipcio o no hiciera una pequeña diferencia considerando que estaba hecho de oro macizo a la manera de un buitre con las alas extendidas, enrolladas a ambos lados por elaboradas cobras, y cada uno de estos detalles incrustados con más de trescientas joyas de piedras preciosas. Se llamaba El Corazón de Ra, traducido de los escritos originales, porque llevarlo era llevar el sol sobre el corazón, porque sostenía la luz del día como si estuviera en la mano de un dios.

Estuvo celosamente cerca de él durante la mayor parte de la tarde, bebiendo de cada detalle. Sería un trabajo de reproducción para Alfred, lo sabía, pero tenía fe en que sería capaz de lograrlo. Una vez que hubieran reemplazado el real, que ya había sido examinado a fondo y pasado por genuino, con el falso, permanecería detrás de un vidrio y nadie volvería a mirarlo lo suficientemente cerca para notar la diferencia. De hecho, estaba seguro de que Sadiq no podría distinguir entre diamantes y pedrería. Los coleccionistas tendían a no ser expertos, solo ricos fanfarrones sin nada mejor en lo que gastar su dinero que los tesoros históricos para meterlos en armarios de baratijas. Como historiador estimado, habiendo completado su doctorado en el King's College de Londres, la idea de destinos tan miserables hacía que Arthur se sintiera enfermar realmente.

Por lo tanto, estaba contento de liberar a gente como Sadiq Adnan de tesoros inmerecidos y reemplazarlos con un señuelo sin sentido que, según todas las cuentas, parecía la parte.

Lamentablemente, Alfred había sido más un obstáculo que una ayuda en más de una ocasión, haciéndose con el original y vendiéndolo, pero era un daño colateral, suponía Arthur. El objeto simplemente regresaba al mercado negro para ser robado nuevamente en algún punto. No era el fin del mundo, por molesto que fuera, y no podía negar que había socavado a Alfred con más frecuencia de lo que Alfred lo había hecho con él.

Hablando de eso, Arthur miró hacia Alfred, que estaba de pie en el buffet, mostrándole a Sadiq cómo funcionaba su cámara; y Alfred alzó la mirada en ese momento exacto, se encontró con su mirada y le guiñó un ojo. Desconcertado, frunciendo el ceño, Arthur miró hacia otro lado, de vuelva al Corazón de Ra.

"Es extraño" dijo Gupta, apareciendo a su lado. Era un hombre de voz suave, serio y reflexivo "No recuerdo haber invitado a un periodista"

Arthur se encogió de hombros con inquietud, erizándose por dentro ante la estúpida tapadera de Alfred.

"Ya sabes cómo son" respondió "Serpientes, específicamente. Se deslizan hacia donde no las quieren"

"En efecto" Gupta le miró "Dr. Kirkland, espero que no le importa que se lo diga… pero parece que usted y el periodista se conocen, al menos de pasada. No deja de mirarlo con mucha atención"

"Oh, sí, eso" dijo Arthur, mirando con calma a Gupta "Una vez me hizo una entrevista para una revista en los Estados Unidos; sobre uno de mis artículos. Fue, ah, de particular interés para él, ¿sabe? Tal vez recuerde el artículo que publiqué en 1933 sobre la Guerra de Estados Unidos. ¿Independencia?"

Gupta asintió, sin decir nada.

"Bueno" continuó Arthur "en cualquier caso, el Sr. Adnan parece bastante cautivado por él"

Otro asentimiento de Gupta, cuyo rostro nunca reveló nada.

"Muy extraño" dijo de nuevo "cuando lo escuché no hace un momento, le decía al Sr. Adnan lo fácil que sería para alguien robar El Corazón de Ra"

"¿Eso hizo?" contestó Arthur, mirando a través de la habitación a Alfred, quien estaba ajeno a todo "Quizás, Dr. Hassan, deberíamos echarle por acosar a nuestro invitado"

Gupta se encogió de hombros.

"Adnan no parecía muy molesto" dijo sencillamente "Parecía pensar que la idea era divertida"

"Aun así…" mientras Arthur observaba, Sadiq le dijo a Alfred algo antes de alejarse, pareciendo indicar que volvería "Yo, ah, creo que le diré que está fuera de lugar, por así decirlo. Mientras el Sr. Adnan está lejos y no lo escuchará"

"Como quiera" dijo Gupta con calma; aunque Arthur ya se estaba alejando hacia Alfred (quien retrocedió como una rata acorralada contra la mesa del buffet al acercarse).

"¡¿A qué narices crees que estás jugando?!" demandó Arthur con un siseo bajo "El Dr. Hassan acaba de informarme que te escuchó insinuar que El Corazón de Ra sería fácil de robar"

"Hola, Arty" dijo Alfred de forma escandalosa "Buena fiesta, ¿eh?"

"¡Alfred!"

"Mira, ¿me dejarías hacer esto a mi manera?" respiró Alfred, inclinándose más cerca "Sé lo que estoy haciendo"

"Oh, ¿del mismo modo en que sabías lo que estabas haciendo el año pasado en Suiza?"

Alfred puso los ojos en blanco.

"Ese Detective Zwingli es un loco" murmuró "Y sí, está bien, admito que no lo calé bien; pero este tipo, Sadiq, créeme, puedo entenderle como un libro abierto" agitó la mano hacia Arthur "¿Por qué no corres y hablas de blancos muertos o algo y me dejas seguir con mi trabajo?"

Arthur le lanzó una mirada de disgusto.

"Alfred, te lo juro por Dios" espetó "si jodes esto–"

"¡Por Dios, Arty, relájate!" interrumpió Alfred animadamente, dándole unas palmadas en la espalda "Uno de estos días te vas a desmayar de estar tan tenso todo el tiempo"

"Cállate" Arthur señaló hacia la puerta "Usted, Sr. Jones, se ha quedado más tiempo de lo que corresponde. Salga"

Alfred arqueó las cejas.

"Eso parece un poco duro" dijo "Todo lo que dije fue–"

"Fuera, ahora, antes de que tenga que escoltarte por hacerse pasar por un periodista"

Alfred se encogió de hombros afablemente.

"Está bien, está bien. Tú ganas" extendió la mano, agarró un puñado de panecillos y se los metió en los bolsillos de la chaqueta del traje "Pero voy a llevarme esto"

"¿Podrías irte, por favor?" espetó Arthur, masajeándose la frente.

Alfred le lanzó un beso sarcástico al pasar, aparentemente con algún tipo de intención de abandonar la sala de conferencias; pero no llegó muy lejos, Sadiq le hizo retrocederé llamándole:

"¡Hey, Yankee!" pasó bruscamente al lado de Arthur y agarró a Alfred por el hombro "¿A dónde vas? Dijiste que podía usar tu cámara para hacer fotografías de las pirámides"

"El deber profesional le invita a estar en otra parte" corta Arthur antes de que Alfred pudiese hablar "¿No es así?" eso lo agregó con una mirada significativa en dirección a Alfred.

"Oh, yo, eh, ¡sí…!" Alfred alzó su cámara y le lanzó a Sadiq su sonrisa más encantadora y de disculpa "Olvidé que se suponía que debía entrevistar, eh…. Mmm, ¿cómo se llama?"

"Clark Gable, ¿no era?" gruñe Arthur amablemente "¿El actor de Hollywood tan importante y famoso al que no le gustaría que le hicieran esperar?"

"¡Sí!" Alfred le dio una palmada a Arthur en el hombro, sonriendo "Sí, Clark Gable, así es. Está haciendo una película aquí y me olvidé por completo de que se suponía que debía entrevistarlo y, quiero decir, las pirámides han estado aquí durante cientos de años, no van a ir a ninguna parte pronto–"

"Miles" suspiró Arthur "¿No cree que debería ir marchándose, Sr. Reportero?"

"Absolutamente" Alfred cogió la mano de Sadiq y la estrechó vigorosamente "Sr. Adnan, ha sido un placer. Espero que no le importa que le deje, lo siento mucho, ya sabe, se me olvidó–"

"Adiós, Sr. Jones" dijo Arthur secamente, apartando a Alfred de un Sadiq de aspecto confuso; aunque vale la pena señalar que Sadiq pareció confuso durante dos segundos.

"¡Me uniré a ti!" una vez más fue bastante despectivo con Arthur, apartándole del camino "He visto las películas del señor Gable y estoy seguro de que no le importaría"

"Estoy seguro de que le importaría" dijo Arthur enfadado, mirando a Alfred, que parecía acorralado "No puedes llevar a los nobles turcos a las entrevistas contigo, ¡qué impropio!"

Sadiq le lanzó una mirada aburrida.

"Puedo hacer lo que quiera" dijo alegremente. Hizo una seña a Alfred "Vamos, Yankee"

Arthur miró a Alfred de manera furtiva y desesperada.

"Uh, yo… no creo que mi editor esté muy complacido con eso" dijo Alfred débilmente, atrayendo su mirada.

Sadiq lanzó un suspiro dramático.

"Vale" dijo. Miró a Arthur, claramente molesto "Entonces, supongo que me quedaré por aquí" examinó sus uñas, bien cuidadas y limpias "Pensé que, después de viajar hasta aquí, te encargarías de que me entretuviera"

"La universidad tiene cámaras a su disposición" dijo Arthur, irritado "si insiste en ir a ver las pirámides hoy. Quizás el Dr. Hassan podría acompañarlo, es un destacado experto en la historia y las costumbres de los antiguos egipcios"

"No, gracias" Sadiq lo miró desinteresadamente "No soporto a los académicos. Tuve un encontronazo con uno griego hace unos años – le gané una antigua lanza griega sobre la que quería escribir una tesis – y ya no me han gustado desde entonces. En mi experiencia, ninguno de ustedes quiere hacer nada interesante"

"Ya veo" dijo Arthur, su voz ahora destilando hielo.

"Aún así, gracias por la pequeña fiesta… cosa que tenéis aquí" continuó Sadiq alegremente "Puedo ver que lo intentasteis – aunque ciertamente no es mi idea de una fiesta" sonrió y le dio un codazo a Alfred en las costillas "Las universidades tienen sus usos, supongo – todo porque queréis tomar notas sobre mi última compra" dio un bostezo "Bueno, si no pasa nada más, voy a echarme una siesta. Quiero refrescarme para esta noche – estoy seguro de que puedo encontrar algún lugar para divertirme" señaló a Arthur "¡Usted y su amigo el Dr. Hassan se asegurarán de que no le pase nada a mi Corazón de Raj!"

"Es El Corazón de Ra" corrigió Arthur con frialdad.

Sadiq se encogió de hombros.

"¿A quién le importa?" dijo alegremente "¡Se ve muy bien en mi repisa!" se alejó, escabulléndose entre la multitud de estimados académicos y escritores, con sus ricas túnicas de lino ondeando tras él.

"Dios" dijo Arthur tranquilamente "casi te hace parecer tolerable"

Alfred se encogió de hombros.

"No lo sé, parecía lo suficientemente amable cuando me habló antes" sonrió "Debes de ser tú"

"Eh" Arthur dejó que sus ojos verdes se deslizaran hacia El Corazón de Ra, brillando como su homónimo en el centro de la sala de conferencias "¿Sabes, Alfred, que de vez en cuando tengo algo de conciencia?"

"¿Tú? ¿De verdad?"

"Por supuesto, Lo confieso, a veces honestamente me siento un poco culpable cuando robamos las cosas que elegimos – solo un poco, ya sabes, pero ocasionalmente no puedo evitar sentir pena por el pobre desgraciado al que hemos engañado. Algunos de ellos han sido personas tan agradables, aunque algo ingenuas"

"Y déjame adivinar" dijo Alfred, sacando uno de sus panecillos y con indiferencia arrancar un pedazo con los dientes "¿Te sientes mal por el viejo Sadiq – porque claramente no sabe nada sobre el Antiguo Egipto o sus objetos y seguramente nunca se dará cuenta de que robamos el verdadero Corazón de Ra?"

Arthur se rio, mirándolo con incredulidad.

"Estás bromeando, ¿no?" respondió, arqueando las cejas "No, no, iba a decir que esta vez no siento ni un ápice de remordimiento"