Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de la genial Rumiko Takahashi, yo solo juego con ellos ^-^
Este fic fue escrito para la dinámica #PorSiempreRanmaAkane de la página Fanfics y Fanarts de Ranma Latino. Tiene lemon y es UA. ¡Espero les guste!
* A Coffee Kiss *
~ Con sabor a café ~
04 de mayo
Tokyo no podía tener mejor clima. El festival del Hanami ya había llegado a su fin, pero suaves y coloridos pétalos de cerezo aún florecían; al otro extremo, las azaleas embellecían toda la alameda que me conducía hacia el edificio KHC, a quince minutos del centro de Tokyo. Con el buen ánimo, decidí pasar por una pastelería y comprar dos muffins de chocolate y manjar. Tenía excelentes planes para hoy en la noche y no quería que nada interfiriese en el pequeño regalo que tenía pensado realizar.
Al ingresar a mi oficina, Sayuri me recibió con mi cappuccino de caramel. Eran las ocho en punto. En cuanto lo vi, salté de emoción… ¡Desde hoy vería con nuevos ojos a mi café! El sabor de la crema y la miel me harían recordar siempre al fin de semana anterior en Osaka con mi novio… su imaginación no tenía límites y encontrar matices en dichos sabores con su cuerpo, me volvía loca.
Saludé a Sayuri y ella me respondió con un pequeño gesto nervioso, algo usual las últimas semanas. De inmediato, me recordó que, a primera hora, tendría la reunión que concertó Tatewaki Kuno con todos los arquitectos del staff para deliberar presupuestos y nuevas técnicas de convencimiento a los compradores. Trabajar en una constructora, que, además, promovía créditos hipotecarios con el banco estatal, era todo un caos.
Por tanto, en vez de ir a mi oficina fui a la sala de reuniones en el octavo piso. Estaba vacía, así que empecé a trabajar. Por haber estado con mi novio todo el domingo, jugando con la crema y la miel, había dejado de lado mi trabajo, atrasándome en el diseño del nuevo edificio residencial.
― Me gustaría hablar contigo sobre los préstamos, Akane ―me dijo una voz al oído. Levanté la vista asustada y me encontré con Kuno. Estaba demasiado cerca y me resultaba incómodo. Invadía mi espacio. Sin querer, hice girar mi silla para apartarme de él. No me gustaba tanta proximidad. Ya no era como antes.
― Si mal no recuerdo Kuno, la última vez que nos vimos, yo no era tu persona favorita ―le respondí bajando mi mirada a la tablet pretendiendo no importarme.
― Lo sé, discúlpame, sé que no debí comportarme de esa manera en la obra, pero… ya sabes ― exhaló.
― No, no lo sé. Pero estoy de muy buen humor como para malogrármelo por ti. Dime, ¿qué ocurre con las hipotecas y los préstamos?
Dudó un segundo para luego empezar a hablarme de trivialidades, de cosas sin sentido, haciéndose el tonto ante números y tácticas que él conocía muy bien. Lo miré ceñuda en todo momento, haciendo que su cuerpo revele sus verdaderas intenciones, a lo que él tuvo que reaccionar de inmediato:
― Bueno, Akane, supongo que de eso mismo trataremos en la reunión. Ahora sólo me intereso en ti, ¿quieres ir por una copa después del trabajo?
― Eso es una ridiculez, Kuno. Ya hemos hablado de este tema otras veces y es una completa pérdida de tiempo ―le dije cortante viendo cómo su rostro palidecía—. Tengo novio.
— Quería escucharlo de ti —esbozó una sonrisa sarcástica—. Todos en la oficina y en la obra, hablan sobre ello, pero no daba crédito —alcé una ceja, Kuno acomodó sus lentes—. ¡Imposible que Akane Tendo haya sido conquistada! ¿Por qué no lo mencionaste antes?
Se acercó aún más sin previo aviso hasta sentir su aliento mentolado cerca, imposibilitándome de hacer algún otro movimiento. Me sentía arrinconada y fastidiada. La distancia era tan pequeña que su rostro, atractivo, aunque corriente, ofrecía un aspecto deformado.
— No tendrías por qué estar al corriente —solté, empujándolo. Tatewaki era una de las razones por las que odiaba venir a la oficina. Prefería mil veces estar supervisando la obra que soportar sus insinuaciones diarias.
― Otra vez será ―se convenció a sí mismo. Lo miré atentamente y noté que su ego estaba maltrecho, pero conociendo lo resabido que era, buscaría alguna otra forma de acercarse o de ligarse a otra chica.
En ese instante se retiró de mi asiento y se posicionó a la cabecera de la mesa mientras que iban haciendo acto de presencia los demás técnicos, entre ellos apareció Shinnosuke con ojos desorbitados, parecía que se había quedado dormido, y totalmente aturdido, se presentaba apuradísimo.
El CEO de la compañía nos explicó a detalle los nuevos proyectos, los ingresos y egresos del mes y el marketing virtual que se iba a implementar siguiendo la nueva era tecnológica. No duró más de una hora, nada complicado, solo que las palabras de Tatewaki seguían rondando mi cabeza. Me daba tanta rabia cómo las demás personas se interesaban en la vida privada de otras, montando habladurías y mentiras.
Ni bien terminó la reunión, guardé mi Tablet y mis apuntes y regresé a mi oficina para buscar una aspirina y aliviar la tensión. Necesitaba una extra dosis de cafeína. Urgente.
Rebusqué en mi botiquín mientras que un sonido estilo pop-contemporáneo retumbaba por todo el lugar, acrecentando mi dolor de cabeza. No quería contestar el celular, pero podría ser mi padre y en el estado en que se encontraba, temía que su enfermedad se esté volviendo más crítica.
Como llamando a la casualidad, una nota de ilusión emergió por los poros de mi piel al ver la pantalla del móvil. Meses atrás me aterraría de solo pensar en él y yo. Pero, paso a paso, detalle a detalle, aprendí a confiar nuevamente en un hombre.
Claro que, muchas veces, me levantaba mareada, con la sensación de que todo lo que había ocurrido el día anterior había sido sólo un sueño, con la idea fija en que los hombres perfectos no podían existir y los cuentos de hadas eran meros engaños infantiles escritos en papel, mas no en la vida real... Pero, llegó él y me sorprendió e hizo que revalorara mis convicciones y promesas. Creo que, desde el instante en que lo vi, todo cambió en mi vida.
― ¿Aló? ―pregunté sonriendo. Lástima que él no me veía tras el celular.
― Hola cariño, ¿cómo estás? ―su voz aterciopelada por el otro lado de la línea entró de inmediato a mi radar sentimental.
― Aburrida, y ¿tú?, ¿cómo te fue anoche? —le pregunté, dándole un sorbito a mi café doble. Anoche habíamos planeado una cena pre cumpleaños, sin embargo, sus jefes concertaron una reunión de negocios.
― Creo que fue una pérdida de tiempo. Ya teníamos todo aprobado, cualquier inconveniente se podría resolver con una sola llamada, pero creo que los Miyazaki querían cerciorarse de nosotros. Sobre todo, del más escurridizo de mis socios.
― Oh… ―me mordí el labio, disgustada. Ranma siempre tenía problemas con ese socio, en la primera cita lo mencionó y me dijo que era un alma que corría con el viento y que no le gustaban las responsabilidades―. ¿No fue con ustedes a la reunión?
― Sí, pero llegó tarde ―bufó―. Menos mal que los Miyazaki andaban de muy buen humor y dejaron pasar por el alto este pequeño suceso.
― Deberías hablar con él. Esto los puede perjudicar mucho, quizá no ahora, pero en un futuro sí.
― Se lo hemos dicho, pero según él, ya no lo volverá a hacer ―me explicó con rabia suspirando con fuerza al final―. Pero si hubieras estado anoche conmigo... Quizá estaría mejor hoy ― agregó con una vocecita quejumbrosa, seguro que un hermoso pucherito se dibujaba en su rostro en ese instante anhelando que lo abrazara. Y yo quería hacerlo.
― Quisiera poder hacer algo para que te sientas mejor...
― ¿Sí? ―cuestionó divertido―. Pues se me ocurren muchas cosas interesantes que podrías hacer… ― su tono de voz cambió dando paso a uno más sensual, exactamente como me gustaba―. ¿Qué tal si empiezas por aceptar mi propuesta para cenar juntos hoy en la noche donde tú quieras, y luego, para deleite y placer mío, te dejas vendar los ojos para degustarte como postre? Sería un buen regalo de cumpleaños.
Mi corazón dejó de latir. Amé esa propuesta.
― Hmmm... Suena tentador señor Saotome, pero no creo que sea posible… ―le respondí juguetonamente. Había adquirido la manía de hacer que me convenciera, a él le gustaba mostrar su atractivo poder de persuasión sexual y yo adoraba ser seducida por él―… debo ir al supermercado a comprar algunas cosas para mi departamento.
― No veo el problema si lo haces mañana —podía sentir el pucherito en sus labios. Cuando eso hacía, tenía ganas de agarrarle de la trenza y atraerlo hacia mí para besarlo.
Quise decirle que era mentira, que podíamos besarnos y esperar juntos el amanecer, pero yo tenía otros planes para celebrar su cumpleaños… y no era precisamente eso.
— ¡Ranma! Sabes que quiero preparar una cena especial…
— Podríamos pedir comida china o tallarines Naengmyun como el domingo pasado.
Hice un sonidito como de duda.
― O quizá podríamos pasar primero por el supermercado ― propuso de inmediato―. A lo mejor piensas que una compra insustancial es mucho mejor que pasar una velada bajo la luz de la luna conmigo ― se quejó. Podía apostar toda mi colección de bebidas que él estaba rodando los ojos, aquel mar azul que me tenía enamorada.
― ¡Oh! ¿Así que me quieres deslumbrar con una cena prometedora? ―me mordí el labio inferior.
― Podría decirse... Pero lo tomaría más como una cita romántica que acabaría contigo embelleciendo mi cama, ¿qué dices?
Esbocé una sonrisa de oreja a oreja casi imperceptible para él. ¡Wow! Que milagro que a estas alturas no saliese corriendo como venado… y es que… la Akane temerosa, que a veces vivía en mí, estaba en búsqueda de algún rincón para ocultarse.
― Hmmm... No lo sé ―jugué un poco más con su paciencia.
― Akane... No me estás dejando otra opción que convencerte en persona ―apuntó con una seriedad que rayaba de lo habitual disgregando en cada palabra su sensualidad innata―. Y sabes muy bien a qué me refiero.
Gemí.
¡Oh sí! Sexo de convencimiento…
― ¿Te gusta verdad? ―preguntó, él conocía la respuesta―. Pues... Creo que debo idear otra forma más dolorosa para convencerte― iba a responderle cuando unos ligeros golpecitos en la puerta de mi oficina llamaron mi atención e hicieron que maldijera internamente por tener que cortar mi plática con él.
― Acaban de tocar la puerta, debo abrir ―refunfuñé. ¿Dónde se había metido Sayuri esta vez? Siempre desaparece cuando más la necesito.
― Ok, pero no tardes.
Caminé hacia la puerta con desgana. Lo que menos me gustaba era ser interrumpida en momentos como este. Pero, ¿qué iba a hacer? Sayuri estaba cada vez más distraída y nerviosa, y por los tiempos turbios que vivíamos en la compañía, podría ser algo mafiosamente urgente.
Giré la manija de la puerta con fastidio, sacándole el seguro y lo que vi me dejó estúpida, anonadada e inmensamente sorprendida.
― Hey ―susurró curvando sus labios. Los celulares que estaban en nuestros oídos fueron cerrados a la vez de un solo golpe y nuestras miradas se encontraron de inmediato para reflejar sus almas en ellas.
― Ranma… ―musité sintiendo galopar a mi corazón. Sin pensarlo dos veces, atrajo mi cuerpo al suyo por mi cintura y como siempre se moldearon perfectamente haciendo que el roce fortuito generase tenues temblores en mis piernas y en mis labios que ya ansiaban besarlo.
Me miró con fijación e hizo que me olvidara totalmente del lugar donde estábamos, convirtiendo todas y cada una de las imágenes de mi alrededor en una mescolanza multicolor, exactamente como si estuviésemos en una película...
Me deslumbró.
― ¿Puedo pasar? ―me susurró al oído, rozando con su nariz mi cabellera oscura y aspirando profundamente mi colonia lo cual me hizo despertar del trance y darme cuenta de la realidad. Tiré de su corbata azul que combinaba tan bien con sus ojos y nos adentramos en mi oficina, pues si seguíamos mirándonos de esa forma, todos mis compañeros de trabajo se darían cuenta. Ranma me siguió y de una patada cerró la puerta para de inmediato voltearnos y apoyar una de sus manos en el muro, a la altura de mi cabeza logrando así aprisionarme contra la fría pared y abalanzarse sobre mi cuerpo para besarme la boca con urgencia.
Anoche había necesitado de sus besos, mis manos habían extrañado acariciar su piel y enredarse con su cabello negro, jalar de esa trenza y sentir cómo me sumergía en aquellos ojos azules... Había extrañado todo de él, y tenerlo a mi lado ahora solo incentivaba mis ansias con una ferocidad inaudita. Nuestras lenguas juguetearon, se disfrutaron, se deleitaron con el magnífico sabor a chocolate y café logrando que perdiera mis sentidos y me aferré a su cuello dejándome llevar por esta abrasadora sensación...
― No sabes cuánto te eché de menos ayer... ―confesó en mi oído con voz ronca sellando nuestra unión con un suave beso. No quise abrir los ojos, preferí seguir atrapada entre su respiración y los latidos furiosos de su corazón. Quería preservar el delicioso sabor que sentía en mi boca, una mezcla dulce, de café y chocolate.
― ¿Por qué no me dijiste que estabas en la empresa? ―le pregunté agitada.
― Quería sorprenderte... ―delineó mi rostro con su nariz tratando de calmar su acelerado ritmo cardiaco, llegó a mis labios y me embriagó con su fresco aliento―. Y necesitaba verte.
― Yo también ―sonreímos.
Un sólo contacto nos transportaba a otra dimensión.
― Ten, traje esto para ti ―me dijo segundos después rompiendo nuestro cómodo silencio, se separó de mí, cogió una bolsa de cartón fino blanco y me la dio con una gran sonrisa. Lo miré sorprendida y confundida porque no recordaba haberlo visto llegar con una bolsa. Sólo me fijé en sus ojos y en sus labios y fue mi perdición.
― Oh, Ranma no debiste —musité preocupada, aún faltaban dos días para mi cumpleaños — ¿qué es?
— Descúbrelo tú misma ―arrugué mi nariz y caminé hacia la salita de mi oficina con el paquete en mis manos.
― No me gustan las sorpresas. Deberías saberlo.
― ¿Estás segura? Si mal no recuerdo nunca te quejaste de mis asaltos desprevenidos ―dijo riendo.
― Bobo.
Abrí la bolsa de cartón y de ella saqué una caja rectangular amarrada con un elegante moño, lo deshice de inmediato y levanté la tapa. Ante mí apareció un estuche de gamuza color azul océano. Mi corazón tamborileó en mis oídos y sentí como se me secaba la garganta de la impresión. Era el estuche característico de una joya y nadie me había regalado algo así, pues las pocas joyas que tenía eran de mi abuelita.
― Vamos Akane, no me desesperes, ábrelo.
Hice caso. Era un hermoso collar de fantasía con dos cadenitas plateadas entrelazadas entre ellas y del cual colgaba un dije redondo con varios corazoncitos de brillantes dentro. Era muy bonito y delicado.
Y era un detalle muy tierno…
― ¡Es hermoso, Ranma! —le dije emocionada, él sonrió de oreja a oreja muy orgulloso y yo decidí jalarlo nuevamente de la corbata para besarlo— pero… no debiste... —musité—. Aún falta para mi cumpleaños, mañana es el tuyo.
— Tonterías. Digamos que es un pequeño obsequio —sonrió—, tú mereces mucho más, Akane.
Lo miré a los ojos y la sinceridad adornada con ternura se reflejaba en ellos. Acababa de darme cuenta que necesitaba en mi vida mucha ternura… y sólo él me la estaba dando; sin embargo, mi mente se negaba a aceptar la idea de que yo merecía cosas buenas. Suspiré. Iba a replicar, pero me calló apresándome entre su cuerpo y el respaldo del sofá.
― Además, quiero que lo uses esta noche para mí ―me dijo seductoramente—, será mi regalo de cumpleaños
― Ehhh… ―bateé mis pestañas y me hizo girar quedando de espaldas a él. Cogió la cajita de gamuza y sacó el collar para colocármelo en el cuello. La cadena fría hizo contacto de inmediato con mi piel, erizándola, y el suave toque de su mano en mi nuca, me estremeció aún más.
― Te ves preciosa, Akane. ¿Lo aceptarás? ―susurró aprovechando la piel expuesta de mi cuello para depositar varios besos estimulantes en él hasta subir al lóbulo de mi oreja y mordisquearla suavemente. La familiar corriente eléctrica se estampó en mi bajo vientre y su deslumbrante efecto hizo magia nuevamente en mí.
― Sí… ―musité rendida― buscaré un vestido negro a juego...
― No, Akane... No me entendiste ―replicó―. Quiero que sólo uses esto esta noche... ―me plantó delante de él―. Quiero que modeles para mí... ―pasó un dedo por mi rostro, su piel quemaba―. Y, sobre todo, quiero ver el contraste que hace con tu piel y tus senos en el momento que te haga mía... ―tragué saliva, su mirada era oscura, al acecho―. ¿Entiendes, Akane?
― Sí… ― respondí temblorosa. Su voz me excitó.
Sonrió con satisfacción y volvió a atacar mis labios. Sin darnos cuenta rodeamos el sofá, único lugar cómodo para dar rienda suelta a nuestros instintos, a la pasión y frenesí que nacía en mí cada vez que estaba con él.
― Tenemos tiempo para un pequeño adelanto ―lo tiré al sofá y me senté a horcajadas sobre él. Deshice su perfecta corbata y se la saqué suavemente hasta tirarla por algún lugar de la habitación.
― No fue muy difícil que aceptaras salir esta noche conmigo.
― Eso es porque juegas sucio. Vienes aquí y me deslumbras…
― ¿Yo te deslumbro? ―me preguntó haciéndose el desentendido.
― Muchas veces ―admití acomodándome sobre su regazo. Ranma, impaciente con la tela de mi falda, la alzó hasta mi cintura dejando al descubierto mis braguitas de encaje azul. Noté la sorpresa y la lujuria en sus ojos y me atrajo hacia él para besarme mientras sus manos empezaban a masajear mis nalgas… Su piel era tan suave y se sentía tan delicioso ser tocada, seducida y apresada por él.
Era imposible negarse a él.
― Me encanta cuando usas falda ― pronunció bajito con aquella voz tentadoramente fascinante que me ponía loca. Le sonreí lascivamente mientras que sentía el golpe de la sangre correr con ardor por mis venas. Me estremecí entre sus brazos y me balanceé aún más sobre él. Al hacerlo sentí el roce y la presión de la evidente erección de Ranma contra mi centro. Fue ahí cuando supe que no podía dejar pasar el momento y me importaba muy poco si estábamos en mi oficina o no. Empecé a desabrocharle los botones de la camisa, aparté los laterales y él terminó de quitársela, serpenteé mi cadera con más fuerza sobre su miembro y me fasciné con los gemidos que escaparon de su garganta los cuales se volvieron más roncos y desesperados cuando me incliné para besarle y lamerle su esculpido pecho sin ningún rasgo de timidez. Debía agradecer a las constantes prácticas de artes marciales que mi novio realizaba a diario.
― Akane… ― jadeó.
― Espero disfrutes este adelanto…
Nos sumergimos en el placer. Ranma deslizó la cremallera lateral de mi falda para lograr mayor soltura y adentró sus manos por mi espalda, acariciando cada lugar hasta alcanzar la curva de mis glúteos, los cuales apretó con fuerza haciéndome liberar un ahogado gemido de mi boca.
Apoyé una mano en su abdomen y la fui deslizando lentamente hacia abajo. Ranma contrajo su rostro excitado y entreabrió sus labios para exhalar, yo busqué su boca y me impregné de su embriagador aliento mentolado. Su miembro duro y latente se sentía cada vez más tras la tela, pidiendo entrar y yo para alargar el momento, empecé a frotarme sobre él en círculos.
Sólo unos besos más, unos segundos más y perderíamos el control en mi sofá, en mi majestuoso sofá…
Pero…
― ¡Akane! ¡Necesito hablar contigo urgente! ―chilló una voz al otro lado de puerta. No era la voz usual de Ukyo.
― Otra vez no ―sollozó en mi boca.
― Tu prima debe odiarte. Siempre que estamos juntos viene y nos malogra el momento.
― ¡Akane!
― Chilla como desesperada. Nunca cambiará. ¿No conoce el significado del teléfono? ―cuestionó algo enfadado, cruzándose de brazos. Podía entenderlo a la perfección, habíamos llegado a un punto dónde nuestros cuerpos mandaban sobre nosotros y nos pedían a gritos sentirse libres.
― Al parecer no ―le dije parándome de su regazo.
― No le abras ―me sujetó de la cintura
― Debo hacerlo. Trataré de hablar rápido con ella. Anda al baño.
― No quiero Akane. Deseo estar dentro de ti. Ahora.
Me mordí el labio. Si mi entrepierna dolía y mis bragas estaban empapadas, escucharlo hablar así, casi hizo que me corriera. Podía no hacer caso a Ukyo y dejarme poseer por Ranma, pero era mi amiga, y su voz no era la de costumbre, podía presentir que había algo más que tristeza y confusión en ella.
― Oh vamos Ranma... Prometo recompensarte esta noche ― le dije acariciando su magnífico y sonrojado rostro.
Bufó.
― No creas que me olvidaré fácilmente de esto.
— Te lo multiplicaré en besos —y le saqué una sonrisa.
Con pesadez, Ranma se marchó al baño para ocultarse de Ukyo. La suerte y la casualidad estaban de mi lado, porque si Ukyo hubiera visto el instante en que nos devorábamos con la mirada bajo el umbral de la puerta, nuestros planes se iban al tacho y quedábamos al descubierto. Y también agradecí a la empresa por tener un sistema seguro que no permitía que la puerta se pudiese abrir desde el exterior sino era con la llave.
― ¡Akane!
Acomodé mi ropa y mi cabello y me dirigí a la puerta con el celular en mano. Mis mejillas ardían y mi respiración aún era errática.
― Te llamo luego para seguir discutiendo sobre el tema ―pretendí hablar por celular mientras le abría la puerta y le hacía una señal para que entrase—. Sí, adiós.
― ¿Con quién hablabas?
― Con Kaori ―mentí― debía darle algunos detalles para el proyecto que haremos.
― ¿Desde cuándo tú te relacionas con esa zorra?
― ¡Ukyo!
― Oh, no salgas a defenderla ahora, por favor. Esa chica te ha hecho mucho daño, no solo con sus chismes infundados si no con el problema del centro comercial. ¡Robarte la idea! ¡Ja! Es una sinvergüenza.
― ¡Ni me lo recuerdes! Pero solo es trabajo Ukyo, nada más.
― Eso espero... ―su mirada se volvió vacía.
― ¿Qué sucede Ukyo? No estás bien.
― Tengo la cabeza hecha un lío. ¿Me acompañarías a la cafetería mientras te lo cuento todo? Necesito un consejo. Urgente.
― Sí claro, pero primero déjame ir al baño para retocarme un poco.
Ukyo me lanzó una mirada llena de recelo y desconfianza que me hizo ruborizar. Eran las nueve de la mañana y yo debería estar bien arreglada, no con una maraña en el cabello ni con la piel enrojecida. Esquivando su mirada, la dejé sentada en el sofá y apresuré el paso para ver a Ranma. Él era ajeno a todo esto.
Cerré la puerta del baño. No había pasado ni medio segundo que ingresé al pequeño cuarto y estando aún con la vista nublada, Ranma me atacó arrimándome a la cerámica y haciéndome saber lo excitado que aún se encontraba. Sin duda, él esperaba ser liberado de la prisión que representaban sus pantalones negros, mas yo no podía rendirme esta vez... ¿O sí? ¡Este hombre me tenía loca!
― Eres una niña mala Akane, me provocas primero, para luego dejarme así.
Mordió mis labios y los tiñó de rojo por la fuerza con que lo hizo, pero el ardor fue sofocado por la calidez y el intenso sabor de su boca, cuya lengua me hacía el amor con delicia provocando tanto placer como sólo él era capaz de darme.
― Lo siento Ranma... ―le dije agitada― no era mi intención...
― Sólo recuerda que en la noche me cobraré por toda la semana ―sentí mi sexo palpitar―. ¿Está bien? ― Enfoqué mi mirada y me encontré con los ojos oscurecidos y atentos de Ranma. Como siempre, mi mente se bañó de osadía, y mis pezones hormiguearon al recordar lo que estuvo a punto de pasar hace minutos en mi sofá. Ellos querían atención, querían sexo al igual que el resto de mi anatomía, la cual anhelaba sentir y estremecerse ante la sensación de su piel bajo mis manos y la deliciosa forma en que me llenaba y se movía cuando estaba dentro de mí.
― Niña mala... ¿quieres que me cobre ahora, no es así? ―su duro sexo se rozó impaciente contra el mío, podía sentir su magnitud, aun llevando ambos las ropas puestas―. No tengo ningún problema, puede ser algo rápido, pero igual de placentero…
Estaba muda, sintiendo mi respiración oscilar, bajando y subiendo, reclamándome a mí misma lo débil que era cuando se trataba de Ranma. Él tenía ese algo que me volvía loca y podía notarlo, pues empezaba a sentirme húmeda de la excitación que experimentaba y deduje que él era consciente de ello también por la manera en la que gemía de placer en mi oído mientras nuestras caderas se contorneaban una contra la otra, en una sensual fricción.
― No podemos…
― Yo creo que sí ―dejó mis labios y empezó a besarme la barbilla hasta descender a mi cuello. A continuación, su lengua siguió el mismo recorrido que su boca. Mi cerebro se conectó con un fuerte ruido interno, y lo maldije con enojo. No quería dejarlo así, pero debía hacerlo.
― Ranma... Ukyo me espera...
― Ya lo sé... Pero me gusta excitarte. ¿A ti no?
― Si... ―tragué en seco.
― Lo sé... ―sonrió triunfante mientras me acercaba más, rodeando mi cintura con sus brazos y manteniéndome cerca mientras nos besábamos suavemente―. En la noche cariño, serás toda mía. Ahora, anda y haz una de las cosas que más me gusta de ti.
― ¿Cuál?
― Ser una buena amiga.
Bajé mi cabeza sonriendo. El corazón me dio un vuelco de emoción y mi pecho se hinchó de orgullo. Estaba feliz, o al menos eso aparentaba, y desde ahora haría todo para que así sea. Ranma era tierno y dulce como un niño en búsqueda de protección, pero a la vez era aprehensivo, posesivo y endemoniadamente sexy con un sex appel que me tenía absorta de deseo.
Parecíamos dos almas similares pero distintas a la vez, ¿sería casualidad de la vida o era aquello que le decían "destino"?
No lo sé, pero si la vida nos juntó era para algo… y estaba dispuesta a averiguarlo…
― Te veo en la noche...
— Llevaré fondue de chocolate.
― ¿Te gusta? ― me mostré dudosa. El chocolate derretido debía ser un manjar en sus zonas más vulnerables.
― Un poco, pero sé que me gustará muchísimo saborearlo de tu cuerpo ― una comisura de su pecaminosa y sensual boca se arqueó hacia arriba a la vez que me miraba con fijación.
— ¡Ranma!
Con un último besito sellé nuestro encuentro y me arreglé correctamente antes de salir y dirigirme con Ukyo a la cafetería.
Podía presentir cómo se le dibuja una sonrisa en el rostro de mi trenzudo favorito.
Definitivamente sería un cumpleaños distinto, con sabor a chocolate y café.
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N/A: ¡Muchas gracias por leer hasta aquí! Espero que esta corta historia haya sido de su agrado. Es mi primer fic de Ranma y qué mejor que sea para esta magnífica dinámica de la página "Fanfics y Fanarts de Ranma Latino". Muchas gracias por la invitación. =)
Agradezco sus comentarios y sugerencias, me gustaría saber si les parece buena idea, darle una continuación y saber cómo celebraron nuestros chicos el cumpleaños, ya que hay algunas cositas por contar. =)
Besos, Lu.
