Disclaimer: Harry Potter le pertenece a J. K. Rowling y yo solo escribo con fines recreativos y sin lucro alguno.

Resumen: Lexie es la hija menor de la familia Rockwood, quienes juraron lealtad a la causa del Señor Tenebroso. Desde el primer viaje en tren para su educación en Hogwarts conoció a Lily Evans y a Severus Snape, a quienes consideró sus amigos por muchos años. Esta historia hace un recorrido por su vida, sus experiencias y aprendizajes sobre que el mundo mágico en tiempos de guerra podía ser muy cruel.

Bienvenidos a mi primer historia del fandom de Harry Potter. Espero que este proyecto les guste, será una historia escolar y abarcará también una parte de la vida adulta de los protagonistas. Será OC x Severus y demás parejas canon, ojalá les guste y puedan darle una oportunidad.

Por supuesto que me baso en el increíble mundo que J. K. Rowling creó pero hay algunos cambios que ayudan a la historia como que Regulus Black es el hermano mayor, cosa que no es así en el canon pero ayuda a la narrativa de esta historia. Cualquier otra duda u observación, los invito a dejar un review.

¡Bienvenidos!


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Prólogo

El presente

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Lexie Rockwood no había sabido nada de Severus Snape por dos días, estaba tan preocupada como siempre que salía a cumplir con alguna misión del señor tenebroso. Estaba cansada de siempre vivir con el miedo de que su esposo muriera y más ahora que acababa de descubrir que estaba embarazada. Justo acababa de regresar del hospital donde le hicieron algunas pruebas y le informaron que tenía 8 emanas de embarazo, por lo que no podía esperar a darle la noticia a Severus... estaba segura de que sería una luz entre tanta muerte y oscuridad, ese bebé que les daría la oportunidad de formar un verdadero hogar. Sonreía coqueta en el espejo, imaginando que por fin conseguiría robarle una sonrisa a su taciturno esposo, cuando el teléfono comenzó a sonar.

— ¿Diga?

Lexie, ¿Ya supiste las buenas nuevas? — era la voz de Rufus Winickus, hijo de una familia que sirvió muchos años a la dinastía Rockwood y lo más cercano a un mejor amigo en la actualidad.

— No, ¿Qué sucede?

— ¡El-que-no-debe-ser-nombrado ha caído!

Lexie necesitó de unos segundo para procesar la información.

— ¿Hablas en serio?

— Sí, pero no es todo, escuché que anoche el ministerio detuvo a Severus, van a hacer un juicio para condenar a cada uno de los seguidores de quién-tu-ya-sabes.

— ¡Debo ir a verlo! — exclamó con un fuerte dolor en el pecho. Colgó el teléfono, tomó su bolso y un abrigo, para salir corriendo en la búsqueda de un carruaje que la llevara al Ministerio de magia.

"No ahora... no puedo perder a Severus cuando por fin somos libres de mi familia y de ese mago tenebroso..." pensó mientras sostenía su estómago esperando llegar al lugar indicado. Apenas se habían visto en los dos meses de matrimonio que llevaban, pero Lexie conocía a Severus desde el primer viaje que hicieron en el Expresso de Hogwarts, sabía que había una persona muy noble y sensible detrás de la máscara de mortífago que le viera usar innumerables veces, así que estaba esperanzada de que pronto hubiera un nuevo comienzo para ellos dos.

Cuando por fin llegó recibió malas noticias. No podía ver a su esposo hasta que se llevara a cabo su juicio ya que todos los magos oscuros estaban incomunicados. Lexie preguntó cuánto tiempo tardarían en realizar el juicio y el hombre del ministerio le dijo que cuando menos una semana, pero que dejara su número, ya que como su esposa sería convocada para declarar y ver si era responsable de algo. Lexie frunció el ceño dispuesta a armar un escándalo, justo cuando sus manos se cerraron fuertemente sobre su varita, una voz carraspeó para llamar su atención, era Albus Dumbledore.

— ¡Director! — exclamó la castaña con prisa. — Tienen a Severus aislado y necesito verlo... ¿Qué va a pasar con él?

El hombre le hizo una seña a la mujer para que se acercara, la cual lo hizo deprisa.

— Vengo de hablar con él, está bien de salud y no tiene nada de qué preocuparse, señora Snape. — ella respiró aliviada. — Y sobre el juicio, tardará un poco porque hay una larga fila de personas en espera de condena, pero tampoco te preocupes, Severus saldrá bien librado.

— ¿Cómo lo sabe? — ella bajó la mirada con tristeza... no era tonta, sabía que su esposo había cometido muchos crímenes tal como su padre y su hermano... la diferencia es que su esposo siempre gozó del favor del señor tenebroso.

— Te diré un secreto por ser su esposa y necesito que lo recuerdes cuando te llamen a declarar, Lexie. — Ella asintió. — Severus fue un agente mío, él me dio información valiosa que ayudó a que nuestra resistencia no fuera hecha añicos a la primera, así que por eso el Wizengamot intercederá por él.

Por primera vez Lexie sintió que la sonrisa de sus labios reflejaba una verdadera felicidad.

— Gracias, director.

El hombre asintió y con una pequeña sonrisa se marchó hacía una de las oficinas de aquel piso.

Lexie acomodó su abrigo y marchó a casa con la certeza de que era cuestión de tiempo para por fin tener la perfecta familia que siempre soñó.

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Dos semanas después

— No entiendo... — murmuró Lexie cuando Severus habló.

— ¿Eres tonta o solo finges que lo eres? — sus frías palabras la congelaron.

Después del juicio en el que absolvieron a Severus Snape de todos sus crímenes por haber ayudado a la causa del ministerio y de la Orden del fénix, Lexie festejó y recibió al hombre con un abrazo, pero él la apartó y le indicó que regresarían a casa de inmediato. La mujer solo tuvo tiempo de asentir antes de empezar a correr detrás del hombre, quien permaneció en silencio todo el camino hasta que aparecieron en la puerta de su hogar. Una vez que llegaron, el hombre subió a su habitación y comenzó a llenar una valija de viaje con toda su ropa y pertenencias personales.

— Es sólo que no tiene sentido que apenas hayas salido libre de la cárcel y me digas que te vas... soy tu esposa, Severus... mi deber es estar a tu lado.

Severus dejó de meter ropa en la valija y llevó una mano al puente de su nariz.

— Este estúpido matrimonio nunca me interesó, Lexie, fue algo que se dio y acepté por que fue una orden del señor Tenebroso, de otra forma jamás hubiera aceptado semejante pantomima.

Lexie llevó una mano a su pecho, pero conforme las fuerzas comenzaron a abandonarle, su mano cayó hasta detenerse en su aún plano vientre.

— Entonces ahora que somos libres fingimos que no nos conocemos y cada uno sigue con su vida.

— Es una manera amable de decirlo. — Severus regresó su atención a la valija.

Ella tragó para tratar que el nudo creciente que sentía en la garganta no la enmudeciera.

— No lo acepto. — dijo con toda la firmeza que pudo, y tal vez fue una declaración muy bien dicha que el hombre volvió a dejar de hacer lo suyo para girarse completamente en su dirección.

— ¿No lo aceptas?

— Así es. — de pronto sintió una confianza que creía olvidada, ahora no debía luchar solo por ella, sino también por la otra persona que venía en camino. — Yo acepté casarme contigo porque te amo... ¿Y qué recibí a cambio? Que el señor tenebroso matara a mi padre y mi hermano... y si, no eran unos santos pero eran la única familia que tenía... pero no me quejé porque estaba contigo y eso era suficiente para mi... Pero no para ustedes, el señor Tenebroso y tu dispusieron de todas las riquezas de mi familia y ahora no queda más que lo que hay en esta casa, lo menos que me debes es quedarte y ayudarme a sacar adelante este hogar.

Por muchos años Lexie esperaba ser la causa de una sonrisa en los labios de Severus, pero en ese momento, cuando él sonrió, supo que enamorarse de ese hombre fue el peor error que pudo haber cometido en su vida. Aquella sonrisa tétrica, cínica y aterradora la hicieron retroceder y buscar con la mirada la salida más cercana.

— Es mi turno de hablar, princesa. — Severus se adelantó y cerró la puerta de la habitación, causando que el pánico se apoderara de cada célula de su cuerpo.

— L-lo siento... no debí decir nada... — susurró pero el hombre la ignoró por completo.

— Quien debe algo a alguien, eres tú... princesa. — se paró a un lado de Lexie, que empezó a encogerse al sentir el peligro emanar de cada poro de Sverus Snape. — Tuve que casarme con una mujer insoportablemente berrinchuda, tuve que soportar a tus insignificantes familiares, tuve que darle mi apellido a una mujer sin una pizca de cerebro o sentido común... Porque... ¿Qué clase de mujer proclamaría amar a un demonio como yo?

— Dumbledore dijo que eres bueno, que ayudaste a vencer al señor tenebroso... — en cuanto dijo aquello se arrepintió y juró no volver a hablar frente a ese hombre, por que su sonrisa cínica pasó a convertirse en una mueca de asco.

— Sí, lo hice cuando supe que iría tras los Potter y no podía permitirlo... Fui con Dumbledore y le supliqué que me ayudara... me daba igual lo que pasara con el imbécil de Potter y su hijo pero por Lily yo haría hasta lo imposible, y hubiera muerto tratando de salvarla... yo sigo amando a Lily y eso jamás va a cambiar, ni hoy ni nunca y más vale que te lo metas en esa cabeza tan hueca. — Y la sujetó de la coleta en que la mujer amarró su cabello. — Así que no me vengas con deudas y el valor de este fraude de matrimonio, porque bien podría en estos momentos terminar con tu patética existencia y ser libre... — la sujetó del cuello y comenzó a presionar, Lexie estaba congelada por el terror, siempre supo que Severus era un hombre de temer pero jamás pensó que se volvería contra ella de esa manera. Su cuerpo comenzó a contorsionarse en busca del preciado oxígeno, la desesperación la envolvió y sus ojos se humedecieron. Por más que intentó rasguñar o herir sus manos, él mantuvo su firme agarre en su fino cuello. — Ser viudo me dará la paz que necesito.

Las lágrimas cayeron por su rostro y negó, suplicó clemencia mientras su cuerpo se agitaba violentamente tratando de liberarse.

— Pero para tu fortuna, estoy cansado. — la soltó y Lexie cayó al suelo donde jadeó por llenar de aire sus pulmones. Estaba aterrorizada. — Me iré a Hogwarts a dar clases y a cuidar del hijo de Lily cuando resurja el señor Tenebroso como vaticina Dumbledore. — se alejó unos pasos de ella.— No quiero otro ridículo juicio de homicidio por tu culpa.

Lexie aún seguía jadeando tratando de recuperar el aliento, pero no se sentía capaz de levantarse, seguía en shock por las palabras del hombre.

— Haz tu vida Lexie y deja de meterte en mi camino.

Pero ella negó.

— ¿Por qué Lily? — sollozó con tristeza y miedo mientras abrazaba su vientre.

— Realmente quieres morir, Lexie... — susurró Severus, pero a pesar del miedo Lexie decidió decirle unas últimas palabras a ese hombre, así la matara o se fuera para siempre.

— Siempre amé el niño que eras y estoy segura de que Lily también lo hacía... tu problema fue el hombre en el que te convertiste, un monstro, un ser despreciable y que lame el piso ya sea del señor Tenebroso o de Dumbledore... — Severus dio un paso amenazadoramente hacía ella y sacó su varita. — Pero a diferencia de ella yo estuve dispuesta a seguir amando a ese monstro, eso me hace mejor que ella que tomó el camino fácil al irse con Potter, así que podrás seguir viviendo para su recuerdo o para cuidar de su hijo, pero ni siquiera así se merecen el uno al otro.

— Cruciatus.

Lexie se revolcó en el piso y se hizo bolita abrazando su vientre y pidiendo perdón a su hijo, suplicándole que resistiera, diciéndole que si él se moría, ella lo seguiría de inmediato. No obstante la maldición paró apenas comenzó pero pronto las frías manos de Severus la levantaron del piso sin el menor esfuerzo.

— Déjame ir, por favor, Severus... no volverás a verme nunca... — sollozó cuando sentía que la arrastraba a través de la casa hasta detenerse en las escaleras. — O mátame con un avada kedavra pero no me lastimes más, Severus...

El hombre la soltó justo al inicio de las escaleras, donde ella azotó contra el piso pero no estuvo lo suficientemente cerca para rodar escaleras abajo.

Sin decir una palabra más, Severus regresó a la habitación donde terminó de empacar sus cosas y a continuación pasó sobre ella quien no se movió del lugar donde cayó y contuvo la respiración hasta que escuchó el sonido de la puerta cerrándose.

Lexie se sentó en el piso y con lentitud se puso de pie. Caminó hasta el baño donde contempló su reflejo en el espejo y vio las marcas rojas de las manos de su esposo que intentó matarla. Fue a su cuarto y sacó las joyas de su madre y las propias, eran las pocas que había logrado esconder de Severus cuando el señor Tenebroso le ordenó vender todo lo de valor de su familia para financiar su guerra. Finalmente metió su varita y las joyas en los bolsillos internos del abrigo que llevaba ya que ni tuvo tiempo de quitárselo al regresar el juicio. Justo antes de salir de la habitación, recordó las cartas que guardaba bajo su cama, se agachó y sacó una pequeña caja de madera, de donde sacó un fajo de hojas y las guardó en su bolsillo externo.

Después de unos minutos, se dirigió a la cocina, donde sacó algunos alimentos y los guardó en una bolsa de plástico para después ir al teléfono y marcar el único número que se sabía de memoria.

— ¿Rufus? — dijo con voz queda.

— Lexie, ¿Cómo va todo? Oí las buenas noticias.

— Ven a la entrada principal del metro de Londres, llegaré en 20 minutos.

— Tengo que ir a un almuerzo de trabajo, Lexie.

— Ven a verme ahora mismo y te daré el maldito libro de historia que siempre te gustó.

— ¿Los tres tomos?

— Los tres tomos y todos los malditos libros de mi casa, solo ve al punto acordado lo más rápido posible. — su voz sonó rasposa.

— Supongo que lo vale, salgo de casa. — y la llamada se cortó.

Lexie pensó que su vida era una basura, la única persona que se le ocurrió que podría ayudarla era Rufus Winickus y aún así no lo haría de a gratis. Entonces sintió una tristeza enorme porque solo estaba rodeada de gente que no la quería y que no le importaba. Las lágrimas comenzaron a caer mientras se juraba que sería una buena persona, no volvería a quejarse ni a pedir nada, porque ya le habían demostrado que no merecía ni un poco de amor... Sí, admitía que no era una persona fácil pero siempre trató de hacer más bien que mal a los demás, tenía razón el Sombrero seleccionador, tenía más en común con un miedoso tejón que con una serpiente...

Tomó la bolsa de plástico y salió de esa casa, jurando nunca volver. Cuando llegó al punto de encuentro vio a Rufus esperarla en una esquina de la entrada del metro.

— ¿Y el libro?

Lexie le estiró las llaves de su casa.

— Vende mi casa y quédate con los libros o con la basura que te interese.

Rufus sorbió por la nariz, tenía un poco de alergia.

— ¿Por qué?

— Me largo de este estúpido país y su estúpida gente, te llamaré en un par de meses para qué me digas cómo vas con la venta y te diga donde darme el dinero.

— ¿Pero por qué te vas? El-que-no-debe-ser-nombrado ya no está, y liberaron a tu esposo.

Lexie lo miró con tristeza.

— ¿Me dejarías quedarme a vivir contigo, Rufus?

El chico retrocedió ante la pregunta.

— Eso es muy repentino... no creo que a mis padres les guste la idea, eres una mujer casada y además... — guardó silencio.

— Habla, Rufus, con honestidad.

— Pues la verdad ya no tienes la fortuna de tu familia, así que no tendrías con qué pagarme el favor, no ganaría nada.

Lexie sonrió con tristeza.

— Lo mismo que dices tu lo dirán todos y cada una de las personas que conozco. — hizo una pausa. — Estoy cansada de vivir una vida tan superficial y falsa, alejé a todas las personas que podrían haber sido verdaderos amigos, pero ya no hay vuelta atrás... me voy a empezar de cero. — Rufus tomó las llaves. — Cuando vendas la casa te daré un porcentaje, pero voy a confiar en ti, Rufus, por favor, mi hijo y yo dependemos de ese dinero.

— ¿Estás embarazada? — la sorpresa era super evidente en su rostro aún con rasgos infantiles.

— Sí, pero me largo para estar lejos de Severus, él va a seguir con su vida y ahora yo le tengo el suficiente miedo como para no volver jamás. — Y bajó el cuello de su abrigo para mostrar las marcas rojas de dedos que amenazaron su vida.

Rufus tragó grueso.

— No diré nada y me daré prisa en vender tu casa, Lexie. — dijo con seriedad, cosa que conmovió a Lexie. — Pero deja que yo te lleve a tu destino, ¿A dónde irás?

Ella bajó el rostro apenada.

— No lo sé, tomaré el primer tren que salga al extranjero. — alzó la mirada. — Gracias por todo, Rufus, fuiste un buen amigo, más de lo que jamás merecí.

El chico se quedó mudo al ver la amabilidad reflejada en el rostro de Lexie, jamás en su vida hubiera imaginado que la chica presuntuosa fuera capaz de hablar con tal honestidad, sentía que estaba viendo el alma que Lexie siempre mantuvo oculto con miles de murallas.

— Lamento lo sucedido con Snape, sé lo mucho que lo amabas.

Ella negó.

— No lo lamentes, yo sola me lo busqué. —se escuchó el sonido de un silbato. — Adiós, Rufus, te llamaré.

— Adiós, Lexie.

Y Rufus la vio perderse en medio de la muchedumbre, con un abrigo roído y una bolsa de plástico entre las manos.

La Lexie que conozco mataría a cualquiera que le pusiera una mano encima. — pensó. — Creo que tal vez la echaré de menos..

Y marchó corriendo a su almuerzo de trabajo, si le iba bien podría obtener una gran comisión, con ello compraría un auto nuevo de lujo y estaba seguro de que su madre estaría orgullosa. Sonrió mientras guardaba las llaves en su bolsillo del pantalón.

Se sentía bien vivir libre de los Rockwood.

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En cambio, Lexie miró la tabla de salidas vio que el siguiente tren iba en dirección a Norwich.

— Ahí puedo transbordar a los países bajos... — murmuró mientras tocaba el fajo de cartas de su bolsillo.

Pronto fue a una tienda de empeño donde vendió los aretes de diamantes y el collar de perlas de su madre. El dinero sería suficiente para varios días, por lo que compró un pase en clase turista y subió al tren que la llevaría lejos de Londres.

Pronto comenzó a avanzar más de prisa el tren y una hora después Lexie pudo admirar el paisaje rural de las afueras de Londres. Estaba tan ensimismada que se perdió en sus recuerdos mientras tocaba la piel del cuello que aún le ardía. Conoció a Severus en el expreso de Hogwarts hace ya tantos años...

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11 años en el pasado

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Recibir una carta para entrar a Hogwarts era un mero trámite, desde niña Lexie creció siendo complacida en todo por su padre y su hermano mayor, sobre todo el segundo, quien cada que regresaba a pasar las vacaciones de navidad a casa, le enseñaba trucos y algunas cosas que aprendía en Hogwarts Colegio de Magia y Hechicería. Su varita fue un regalo en su octavo cumpleaños, porque entre las familias de sangre pura los protocolos no importaban y todo llegaba directo a casa cuando el patriarca lo decidía.

La vida era simple y maravillosa para Lexie; bastaba un puchero para que sus nanas y la servidumbre entraran en pánico, así como apenas un par de ojos vidriosos para que su padre accediera a cualquier capricho.

"Entrar a Hogwarts no va a ser la diferencia", pensaba ella cuando su padre la besó en la frente y entró al expreso que la llevaría a su primer viaje lejos de casa por muchos meses. Pero aquel solo fue el inicio para descubrir que su vida era un telar de mentiras, al punto de que muchos años después, se preguntaría si realmente todo fue tan fantástico como lo recordaba.

—¡Escribiré todos los días! —Lexie se asomó por la ventana y gritó a su padre, quien solo los despidió agitando un brazo en el aire.

—Métete Lexie. —exclamó su prima Alecto Carrow. — Podrías golpearte con algo.

—Ella está teniendo cuidado y el tren aún no avanza. —Albern, el hermano mayor de Lexie le sonrió. Él tenía 16 años y estaba regresando a su sexto año en la escuela, mientras sus primos ya estaban en el último grado.

—Lexie debe aprender a cuidarse sola, —dijo Amycus Carrow —No podrás estar con ella todo el tiempo, este año presentas tus primeros EXTASIS, Albern... estarás bastante ocupado estudiando y nosotros tenemos bastantes problemas con nuestros EXTASIS —el panorama lo deprimía, tanto él como su hermana no eran precisamente brillantes, pero ya encontrarían la manera de conseguir un poco de "ayuda" en su último año, al final necesitaban tiempo para los otros pendientes que les interesaban más.

—Eso no me preocupa, Lexie es brillante, disfruta desde el primer momento —. Albern vio a su pequeña hermana tomar asiento a su lado y sentarse muy derecha.

—Será divertido, espero que Rufus no pierda el tren, suele llegar tarde a todos lados.

—Ese niño Winickus es raro —exclamó Alecto con autosuficiencia.

—Por eso es tan especial nuestra Lexie, ve lo mejor de cada persona. —sonrió orgulloso el hermano mayor. — Aunque trata de que eso no te meta en problemas, hermanita.

—Basta, el tren está empezando a moverse —. Comentó con emoción y todos comenzaron a conversar.

Mientras las horas pasaban, Lexie comenzó a sentirse muy triste por estar lejos de su casa, por lo que al mirar por la ventana sintió sus ojos humedecerse.

—¿Vas a llorar? —preguntó su primo mayor, a lo que ella negó frenéticamente.

—Claro que no, tonto, solo tengo que ir al baño...

—Te acompaño —ofreció su prima.

—No necesito ayuda, regreso en unos momentos.

Y caminó a través del largo pasillo del tren hasta que llegó al vagón final donde estaban los baños. Entró y abrió el grifo de agua, mojó su cara y la secó con una toalla de papel. Miró su reflejo en el espejo y le gustó lo que vio. Su piel era pálida, pero tenía un lindo bronceado porque las últimas semanas había estado volando con su escoba favorita. No le gustaba el quidditch, se le hacía un deporte bastante bárbaro y poco sofisticado, pero amaba volar y sentir el aire en su rostro mientras sentía el control de la situación, podía ir tan rápido o alto como quisiera. Su padre siempre se infartaba cuando la descubría en pleno vuelo, pero a ella no le importaba, en realidad no le importaba mucho lo que le pudieran decir, con solo pedir disculpas y recitar el manual de "La doctrina de la sangre limpia" todo quedaba arreglado y podía volver a hacerlo en un par de días más.

Estaba haciendo bastante calor, así que sacó una liga de su bolsillo y amarró su lacio cabello castaño en una coleta alta, arregló el cuello de su camisa blanca que resaltaba el azul de sus ojos y practicó su sonrisa. Su padre siempre decía que los Rockwood eran superiores a todos, y que siempre debían ir impecables, orgullosos y altivos. Así que alzó su cuello, respiró profundamente y salió lista para seguir escuchando los consejos de sus primos y su amado hermano.

Mientras iba de regreso, tuvo que detenerse un momento porque el carro de los dulces bloqueaba su paso y un par de chicos estaban comprando.

—Sólo la barra de chocolate, muchas gracias, madame.

Una linda chica de rojos cabellos estaba recibiendo la tableta de chocolate y para sorpresa de Lexie, la partió en dos y le dio una mitad al niño de cabellos negros que iba con ella.

—Es muy delicioso, Lily. —Lexie quedó asombrada de la mirada tan brillante y conmovedora que el niño le ofreció al morder la media tabla de chocolate.

—Te lo dije, Severus —Lily sonrió y en ese momento miró a Lexie al estar parada a su lado sin moverse.

—¿Podemos ayudarte en algo? —dijo el niño con malhumor.

—No, gracias... —extrovertida como era, le ganó la curiosidad. —¿Son de nuevo ingreso?

—Sí, mi nombre es Lily Evans, y él es Severus Snape.

Pronto la señora de los dulces movió su carrito de dulces, pero Lexie se sintió contenta de poder hacer amigos sin la ayuda de su familia.

—Espléndido, mi nombre es Lexie Rockwood... ¿Ya saben a qué casa quieren entrar?

—Slytherin, por supuesto. —contestó el niño secamente.

—Yo aún no lo sé... —murmuró la niña con evidente nerviosismo. —No sé qué tipo de prueba nos apliquen para determinar para qué casa asignarnos.

—Es muy simple, te pondrán un viejo sombrero hechizado que leerá tu mente y así sabrá a dónde perteneces. —Lexie les sonrió coqueta a ambos chicos, le gustaba ser el centro de atención. — Yo también seré Slytherin, toda mi familia lo ha sido y no seré la excepción.

—¿Regresamos a nuestro vagón, Lily? —preguntó el niño mostrando cierto rechazo hacía la actitud tan coqueta y arrogante de Lexie.

—Fue un placer conocerte, Lexie. —Y al entrar al vagón, el niño cerró la puerta corrediza con más fuerza de lo necesario.

—¡Qué maleducado! —exclamó molesta de que no le devolviera su sonrisa, todo el mundo lo hacía.

Retomó su camino al vagón junto a sus familiares, al llegar escuchó viejas voces conocidas.

—...Si es de su interés, podría hablar con mi padre, seguro encontrará algo para los hijos de la familia Carrow. —Lucius Malfoy estaba sentado en el lugar que le correspondía a ella.

—Muchas gracias, Lucius eres un hombre magnífico. — Su prima mayor lo aduló.

—¡Regresaste, Lexie! —Albern exclamó al verla.

—¿Cómo está, Señor Malfoy? —saludó cortésmente.

—No seas tan formal Lexie, te conozco desde que eras una bebé... —Lucios le sonrió. —Espero verte en el colegio, te presentaré a mi novia Narcissa Black.

—Creí que viajarías con ella —comentó Albern. — ¿Está con Regulus?

Pero el rubio puso los ojos en blanco dejando en claro su desagrado.

—Si, pero no es el motivo, ella está haciendo un favor a su querida tía y está haciendo de niñera con su primo Sirius, así que los Black tomaron solo un vagón para ellos. —miró a Lexie. — Pensándolo bien, él también entra a su primer año, sé amable con él, seguramente estarán en Slytherin ambos.

Albern frunció el ceño.

—Regulus me ha hablado de él, no me agrada que sea tan... liberal... tiene algunas ideas muy contrarias a nuestra doctrina de la sangre limpia. —acarició la cabeza a su hermana. —Mejor mantente lejos de él, tampoco me agrada mucho Bellatrix aunque debo decir que es por otros motivos, miren que dejar la escuela para casarse tan joven... Los Black tienen fama por tener a algunos traidores en su árbol genealógico, esperemos que no sea el caso, Regulus ama bastante a su hermano.

—Pero Narcissa es muy bella, sin duda una gran elección, Lucios. —observó Amycus.

—Bella y leal, las mejores características en una bruja, no lo olvides Lexie.

La niña asintió y miró a su primo con superioridad.

—Dame tu asiento, Amycus, quiero tratar de dormir un poco antes de llegar.

Y sin una queja Amycus se paró y cedió su lugar a la chica, quien se cruzó de piernas y trató de descansar.

Al llegar a la estación de Hogsmeade, Lexie bajó del tren con ayuda de su hermano y esperaron a que los dos hermanos Carrow llegaran con sus maletas.

—Debes ir con el gigante que ves allá, él los llevará por bote para que lleguen directo a la ceremonia de elección, ¿De acuerdo, Lexie?

—Sí, hermano.

Y ella emprendió el camino entre el montón de alumnos que se dirigían al mismo punto.

—Lexie... —Una voz la llamó en el mar de niños. Al alzarse un poco de puntillas pudo ver la pelirroja cabellera de la niña llamada Lily.

—¿Vamos en el mismo bote? Es para tres personas.

—Claro.

—¿Sev? —preguntó Lily con entusiasmo.

—No me importa.

—Entonces vamos... —Y Lily jaló de los dos niños para tomar uno de los primeros botes.

—Muévete, perdedor. —Un niño de cabellos negros y gafas negras empujó a Severus al piso y lejos del bote que Lexie ya había abordado.

—Disculpa, pero aquí viajaremos Severus, Lexie y yo. —dijo Lily mientras ayudaba a su amigo a ponerse de pie.

—¿Segura que no prefieres que las acompañe? Tienen que remar así que pueden necesitar un par de brazos fuertes.

Lexie dejó escapar una risa.

—Ya la escuchaste, deja al chico y corre por otro bote o se acabarán. —dijo la castaña.

—Potter, James Potter... —se presentó con la chica nueva.

—Lexie Rockwood.

—¿Entonces...?

—¡No es no! —exclamó Lily con fastidio mientras ella y Severus abordaban el bote. —Espero no tengamos que volvernos a encontrar contigo. —espetó Lily.

Lexie observó divertida la escena.

—No es un mal partido, un poco presuntuoso, pero es manejable. —Lexie alzó los hombros y tomó un remo, pero poco esfuerzo debieron hacer porque los botes comenzaron a moverse por sí solos. —Los Potter tienen mucho dinero.

—Debes estar ciega, ese sujeto es insoportable. —exclamó el niño de negros cabellos.

—Es cierto, nos lo encontramos al subir al tren y fue muy maleducado con nosotros. —fue la respuesta de Lily.

—Yo solo digo... —pero de nuevo recibió una mirada de desagrado por parte del chico de cabellos negros. —Creo que otro es el maleducado... —pensó la castaña.

Pero pronto se quedaron en silencio porque el castillo comenzó a materializarse frente a ellos. Sus múltiples torres, el estadio de quidditch, el bosque prohibido, los grandes campos verdes que rodeaban el castillo. Las luces del castillo rivalizaban con las estrellas del cielo. Todos estaban realmente impresionados de la majestuosidad de la escuela.

—Vaya, será toda una aventura vivir aquí... —murmuró Lily con emoción.

—Cualquier lugar fuera de casa es mejor —fue la respuesta de Severus.

—Es magnífico... —fue lo único que Lexie pudo decir cuando vio la majestuosidad de Hogwarts, sin duda estaba feliz de comenzar esa nueva etapa de su vida; Porque todo iba a ir bien, era una chica hermosa, lista y rica, nada podría salir mal...

¿No?

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Continuará.


¡Muchas gracias por leer!

Este es mi primer fic en el fandom de Harry Potter y estoy contenta de poder aportar algo a uno de los mejores fandoms en español, de verdad, espero que puedan apoyarme siguiendo la hsitoria, marcándola en sus favoritos y si lo desean, dejando un review que siempre será bienvenido.

Para los que no me conocen o han leído mis historias, mis actualizaciones son algo espaciadas pero siempre concluyo mis historias. En el caso particular de este fic ya tengo trazado todo el argumento, los giros y el final, pero siempre tomo en cuenta los reviews y PM, así que no duden en dar sugerencias y observaciones, siempre leo todo.

Y sin más por el momento publicaré el siguiente capítulo para que puedan disfrutar un poco más.

¡Hasta pronto!

Miércoles 25 de mayo del 2021