ÚNICO CAPITULO
*Niño, es hora de partir la vida me invito hacia otro lugar, sin ti... también me duele, amor.*
El baile pronto acabaría, poco a poco los invitados se retiraban a sus hogares, pero aun quedaban unos cuantos esparcidos de manera esporádica. El príncipe terminaba de despedirse de unos mercaderes con formalidad, volteo su mirar a un lado encontrándose con aquella chica que había sido elegida desde su nacimiento para ser su reina, si bien era atractiva no podía quitarse de la mente lo desdichada que pronto llegaría a ser su vida.
Miro hacia otro lado examinando el lugar buscando rastro de la dueña de sus pensamientos, más no la encontró pensó por un instante y se encaminó hasta los jardines a paso apresurado y al pasar el umbral de las grandes puertas de cristal miró a lo lejos y la vio sentada en una ramas de los tantos arboles que se hallaban en ese inmenso jardín, mirando las estrellas con calma absoluta, fue con ella y se sentó a su lado en la base de dicho árbol.
Kohaku lo noto por el sonido de sus pisadas más no despego su vista del manto nocturno que deslumbrada en esa noche en particular, Senku por otro lado estaba tentado a decir todo, no importaba su título, sus riquezas todo lo que quería lo tenía al lado, quería tomarla, quería hacerla solo para él y por sobre todo quería protegerla y hacerla feliz.
La vio con detalle, su cabello peinado en un recogido de lado ajustado con un broche en forma de flores a juego con su simple vestido largo hasta el suelo, negro y bordes rojo vino, ajustado en la parte más delgada de su cintura con una cinta, una abertura algo pronunciada en uno de sus lados, zapatos del mismo tono rojizo de antes y como siempre el colgante de su madre que siempre cargaba con ella en su cuello, aquella sencillez tan característica de ella la hacía sobresaliente de entre todas las doncellas con esos vestidos pomposos, peinados extravagantes y maquillaje que competían con los de un payaso de circo.
-Esta es nuestra última noche juntos.- Hablo Senku para romper con el silencio que le estaba comenzando a molestar.
-¿Sigues con eso? vendré a visitarte cada que pueda- Volteo a verlo y le sonrió comprensiva, bien sabia ella que lo que menos deseaba él era esa inevitable separación, por su parte tampoco lo deseaba pero esto era lo correcto, debían separarse por el bien de ambos.- Además que vendré para tu boda...- Decir eso último fue como una pequeña aguja enterándose en su pecho.
Senku que nunca despego su mirada de ella la vio a los ojos y pudo ver por un momento el mismo sentimiento que él sentía desde hacía mucho pero se negaba a aceptar.
-Será mejor irnos a dormir- Kohaku se levanto con cuidado dando un salto para aterrizar con gracia y delicadeza felina en el suelo- Será un día ocupado mañana así que debemos estar listos lo mejor posible- Sonrío.
Senku suspiro y asintió mientras se levantaba y junto a aquella chica se adentraban al palacio. El decidió acompañarla hasta la puerta de su recámara y ella aceptó, el camino fue silente, ni una palabra se produjo, solo el silencio y el resonar de sus pisadas haciendo eco entre los interminables pasillos del palacio y al llegar hasta su destino ella volteo a verlo.
-Descansa- sonrío de lado adentrándose a su recamara.
Senku la vio alejarse y su primera reacción fue tomarla de su muñeca para detenerla cosa que hizo, haciendo que ella volteara a verlo extrañada, sintió su boca secarse al tener sus enormes y cautivantes ojos fijos en él, no sabía cómo describir aquel accionar de su cuerpo y menos lo que estaba haciendo ahora que estaba acortando la poca distancia que tenían y es que no era para menos, el verla alejarse veía irse también todas sus esperanzas de un futuro donde ella estuviera presente, la quería ¡quería un jodido futuro con ella a su lado!
Ante aquel último pensar ya sin dudas que lo atormenten le plantó un beso en los labios, era algo torpe y apurado sus manos que no dejaban de temblar se aferraron a ella a abrazando con una de ellas su cintura y posando la otra en su mejilla para acercarla más a él quería tenerla, sentirla lo más cerca posible, ya estaba arto que su orgullo le jugara en contra.
Ella no supo reaccionar en primeras instancias tanto era la conmoción que pensó que esto era un simple sueño, uno muy real pero al sentir como él la apegaba mas a cuerpo lo entendió: esto no era un sueño esto era la realidad, nunca lo pensó de él, siempre dijo que las relaciones románticas eran de la cosas más ilógica y problemática que se pudiera conocer pero aquí y ahora parece ser que todos esos pensamientos fueron tirados por la borda, al igual que sus pensamientos y dudas, cerro sus ojos de manera lenta y con calma puso sus manos sobre su pecho subiendo con delicadeza sobre sus hombros y terminando subiendo una de estas a su extravagante cabello hundiendo sus dedos en este.
Hacía dos años que ella había llegado a palacio todo por acompañar a su tía la duquesa Lilian para concretar algunos negocios con la realeza y se supone que esto duraría tan solo un mes, un mes y regresaría a casa para estar con su hermana quien pronto daría a luz a su querida sobrina pero por cosas del destino su tía quedo perdidamente enamorada del rey quien al parecer correspondía a sus sentimientos, cuando quiso partir ella sola de regreso a casa el barco que partiría a su hogar tuvo que ser enviado a reparar ya que el deterioro que presentaba daba riesgo de quedarse varado en plena mitad del viaje, luego estuvo el hecho de que para entretenerse en todo ese tiempo pudo al fin practicar el arte de la espada a sus anchas ya que no contaba con la estricta vigilancia de su padre y en todos esos momentos estuvo Senku, el príncipe que a pesar de tomar dichas lecciones por mera obligación debía admitir que era bastante hábil mas no le era difícil el poder vencerlo en unos cuantos movimientos, por otro lado también está el hecho de que el al ser dueño de una mente muy brillante siempre se le encontraba en su laboratorio o en la biblioteca donde ella aprendía mas y mas junto a él y a pesar que muchas de las veces no terminaba entendiendo mucho de lo que decía, Senku se tomaba el tiempo de explicarle de una forma más simple todo el procedimiento que conlleva a dar los resultados de sus experimentos, fueron esos momentos en los que más pasaron tiempo juntos, aprendiendo, riendo y descubriendo con cada nuevo proyecto científico que a este se le cruzara por la mente.
Ese mismo chico que ahora estaba besándola, se le hacía irreal todo este asunto, pero como le encantaba sentir que aquello no era más que un simple sueño…
Por falta de aire se separaron lentamente mirando el rostro del otro el fuerte tinte rosado en sus mejillas, Senku se quedo embobado por un instante mirando la expresión de Kohaku que era a su parecer muy interesante ya que era un contraste con la fuerte y desafiante mirada que siempre tenía en sus ojos y ahora se veían tan sutiles y cariñosos nunca pensó ver ese lado en una persona como ella teniendo en cuenta su carácter que en muchas ocasiones era de temer.
Kohaku lo miro por largo rato examinando su rostro feliz de al fin descubrir que sus sentimientos eran correspondidos pero entonces cayó en cuenta de un pequeño detalle, el compromiso, este ya había sido anunciado solo hace un par de horas y la princesa Luna se hallaba muy interesada en Senku, claro que dicho sentimiento no era reciproco pero de igual forma pensó en el daño colateral que la relación de ambos podría acarrear, con muchísima fuerza de voluntad se separo de la calidez de sus brazos. Le dolía de solo pensar que muy pronto el ya no podría estar a su lado como ella quisiera aunque tampoco es que pueda enojarse por algo que nunca hubo, nunca se dijeron nada, nunca hicieron nada, cosa que la carcomía por dentro, si tan solo pudiera retroceder el tiempo y abrir las puertas de su corazón tal vez, solo tal vez, ella pudo haber sido la que estuvo con él a su lado cuando el rey Byakuya anuncio el compromiso de su hijo con la princesa; hija de un rey del reino vecino.
-Damas y caballeros, su atención por favor.- dijo el vocero real ante la mirada expectante de todos los invitados, entre todos se hallaba ella- hoy es un día glorioso para nuestro pueblo, el príncipe heredero- hiso un ademan hacia el anunciado- al fin a elegido a su prometida y futura reina- todos vitorearon felices de tan gran noticia, todos menos dos personas…
Sus miradas se encontraron y el no pudo si no sonreír condescendiente ante ella que aunque mostraba una sonrisa para dar apariencia de felicidad su lenguaje corporal no lo engañaba y es que para él siempre le fue fácil adivinar sus emociones ella era como el agua de un rio, traslucido y claro como sus ojos.
-Senku, no…- lo detuvo al ver que avanzo un par de pasos hacia- esto no está bien, lo mejor será olvidarnos de nosotros…-sus lagrimas comenzaron a aglomerarse en sus ojos haciendo que ella baje su mirada para que no viera lo patética que se sentía en aquel instante- tu pronto serás rey y yo no soy digna de estar a tu lado-ahora cada palabra era no una aguja, se sentía como un martillazo a su alma.
-¿crees enserio que eso me importa?- respondió indiferente a o que ella subió su mirada aun aguantando sus lagrimas- parece ser que no me conoces bien, leona- sonrió de lado con su clásica mirada confianzuda.-
-Hasta cuando tú con ese estúpido apodo…-resoplo haciendo que su rostro lleno de tristeza fuera adorado con una pequeña sonrisa.
-ven conmigo.- la tomo de su mano arrastrándola por los pasillos del palacio con decisión, no la separarían de su leona ni hoy ni nunca eso era algo que puede asegurar al diez mil millones por ciento.
Kohaku lo miraba asustada y confundida ¿Qué planeaba hacer? ¿Acaso le pediría a su padre anular el compromiso? No, no podía, no debía, no era el deber ser de ella, por mucho que quisiera no debía interferir en aquel acuerdo, con esfuerzo y dolor en su alma se soltó de su agarre.
-no Senku, esto no es correcto.- y así sin más, se fue corriendo como alma que lleva el diablo dejando solo y desconcertado al príncipe-científico que tanto anhelaba su corazón, se encerró en su habitación recargando su peso en la puerta y derramando las más amargas lagrimas que pudieron salir de sus ojos en ese instante que quedo allí paralizada, recordando todos sus momentos juntos esos dos años, lo amaba tanto que le hacía dolor de manera insoportable su pecho mas sin embargo según su pensamiento ese mismo dolor era el que le quitaría su amor por él, después de todo ^en este mundo donde tanto domina la maldad, todo tiene su precio estipulado: el amor, el parentesco y la amistad^ y este sin dudas era su precio a pagar por enamorarse de quien no debía. Sus quejidos y sollozos eran bastante audibles a quien pasara cerca de la puerta.
Por otro lado Senku al verla irse y sin pensarlo dos veces fue corriendo a su lado, nada la apartaría de su leona, si era de anular el compromiso lo haría, si el padre de Kohaku no estaba de acuerdo lo enfrentaría y si el rey vecino les declaraba la guerra por la ofensa a su hija haría todo lo posible por dar a entender sus razones de que no habia ni un milímetro de lógica en comprometer a un par de mocosos a casarse cuando estuvieran grandes. Era su vida, siempre hiso lo que mejor le pareciera y nadie podría decirle que eso fuera malo, por el contrario muchos de sus inventos fueron de gran ayuda para la calidad de vida de su pueblo, sus súbditos lo adoraban además que sabía que su padre sea cual sea el caso lo apoyaría, nada le hace más feliz al rey, su hijo ver su extraña sonrisa de satisfacción. Llego a la puerta de la habitación y pudo escuchar claramente el llanto de ella tras la puerta, pero cuando estaba a punto de gritar para que le diera paso escucho a alguien llamarlo.
-¡Senku, amor mío aquí estas!- y allí estaba luna que se aproximaba a su persona con paso apurado y una sonrisa radiante sin esta consiente de todo lo que ocurría en ese preciso instante –mi padre quiere hablar contigo antes de irnos, supongo serán cosas importante de hombre, tu debes entender- sonrió mas ampliamente tomando su brazo entre sus manos y arrastrarlo con facilidad gracias a la escaza fuerza que él podía dar.
-¡ya te he dicho que no somos nada!- dijo hastiado de la actitud tan melosa de la doncella que se lo llevaba a rastras.
-aun no, pero pronto lo seremos y quiero que todo salga perfecto-
Senku no dejo de maldecir su puta suerte en todo el trayecto mientras veía su oportunidad esfumarse como las olas del mar al chocar contra la orilla.
A los días un barco se mostraba imponente frente al puerto y varias personas subiendo a este, todos con rostros contentos a excepción de una chica en particular, su cabello alborotado se mecía al compas del viento que la hiso estremecer por unos segundos, el invierno pronto llegaría por lo cual era mejor irse antes de que el tiempo empeorara, suspiro mirando hacia atrás y sonriendo en el proceso recordando los momentos felices y nuevamente dirigió su mirada hacia el barco que pronto la llevaría de regreso a su hogar… su único consuelo es que al fin conocería a su quería sobrina que pronto cumpliría año y medio de vida y que según en las cartas que le enviaba su hermana era toda una adoración de hija.
Dio los primeros pasos para encaminarse a su destino, ya sin nada que dejar pendiente tras de ella.
-¡Leona, Detente!- esa voz, inconfundible para todos y para ella la razón de sus incesantes ganas de huir.
Cuando volteo a mirar lo vio allí corriendo a su dirección ante la atónita mirada de todos y cada uno de los habitantes del pueblo, el príncipe se hallaba hay solo por una razón y esa era la chica que inconscientemente le enseño que no solo se necesita de la ciencia para poder sentirse pleno consigo mismo. Cuando llego a su lado ella quien ya había llorado todo lo que debía llorar permaneció con un rostro inexpresivo.
-Senku, ya basta bien sabes que esto no puede…- fue interrumpida de manera repentina y ahora las mandíbulas todos y cada uno de los curiosos estaban por los suelo al ver lo que admiraban sus ojos.
Un beso
Un beso entre aquella chica y el príncipe-científico heredero, nuevamente este era torpe como el de aquella noche pero esta venia con un sentimiento de necesidad, una enorme necesidad de ella. Miles y miles de palabras que podría haber dicho pero no, era más simple y practico un beso para trasmitir de manera más eficiente todo sus pensamientos y cuando al fin se separo, se reincorporo tomando su porte de seriedad absoluta solo para expresar una simple frase que podría haber estado de más pero de igual manera debía preguntar. Tomo sus manos y la miro directo a los ojos suspirando para calmar sus incontrolables nervios.
-¿puedes, por favor quedarte conmigo?- su voz era suplicante, su mirada brillaba con la llama de la esperanza, sus manos sudorosas temblaban al igual que su labio inferior. Se notaba que no estaba en lo absoluto en su zona de confort, todo este teatro le estaba costando montones de valor, bien lo conocía, bien sabia que cuando quería algo haría lo imposible para ir tras su meta y ahora su objetivo era ella… pensó que estaba preparada para cualquier cosa este punto pero cuando sintió el picos en sus lagrimales y el dolor en su corazón entendió que no, era ahora o nunca.
-lo siento Senku… no puedo- su mirada bajo para que no viera sus lagrimas asomarse- piensa que todo pasara, las cosas son así…*-soltó una de sus manos limpiando sus lagrimas.- también me duele…*-finalmente ya algo mas compuesta de digno a mirarlo a los ojos- sabes que es lo mejor… *- rápidamente saco de su bolso de mano un sobre y se lo entrego en sus manos.- esperare que tu lo entiendas…*- y así sin más se soltó de sus manos para no voltear mas su mirada, sentía su mundo derrumbarse pero bien lo conocía sabia que el vendría y por eso a último minuto escribió sus deseos en aquella carta que dejo reposando en sus manos. Ya dentro del barco le pidió a uno de los sirvientes que la guiara hasta su habitación, el viaje sería bastante largo y por ahora solo quería descansar y recuperar todas sus fuerzas.
Luego de aquel suceso del que seguramente se hablaría por mucho tiempo Senku llego con mirada sombría y apagada a su hogar, su padre quien lo alentó a seguirla le vio con aquella aura oscura se le acerco a consolarlo, el lo rechazo de manera tajante aun así su padre insistió e insistió pero no pudo, lo mejor sería dejarlo solo ya luego hablaría con él para poder calmarlo, bien lo conocía y sabía perfectamente que bajo esa apariencia de invulnerabilidad estaba un chico realmente sensible.
Al llegar a su habitación vio el sobre, busco con rapidez su abrecartas, lo abrió y saco su contenido: un collar con una piedra preciosa, supo de inmediato que se trataba del collar que ella siempre cargaba consigo una piedra ámbar de color azul con ligeros toques amarillos y naranjas asemejando al cielo nocturno y las estrellas, junto a este se hallaba una pequeña nota escrita en letra cursiva:
"La vida tiene algo para ti, me duele no ser yo. Lo siento Senku, debo de partir, entiéndeme.
Kohaku. "*
*Canción: Niño - Belanova
^Poema: Verdades Amargas - Anónimo
Hi!
INSPIRACIÓN MADRUGADORA ATACANDO!
Literalmente me levante a las 3 de madrugada solo por esta idea que se me atravesó en la mente. Luego para inspirarme escuche unas cuantas canciones y entre todas encontré esta que pienso le queda como anillo al dedo, no me maten por este final así todo tristón XDD.
Admito que tal vez caí un poco en el OoC pero sentía que debía moldearlo teniendo en cuenta que hago mucha referencia al siglo XIX en este one shot en particular (admito que tengo cierta debilidad por la época colonial y victoriana) por lo cual siento que hay cosas, pensamientos y acciones que debía imponer a los personajes, no sé ¿ustedes que opinan?
En fin, ¡muchísimas gracias por leer!
P.D: tengo pensado un final alternativo contrario a este ósea, donde esta linda OTP terminan juntos :3 ustedes dirán lo público o queda mejor así?
