*Disculpen el tiempo en que no actualizo un fic, he tenido actividades escolares pendientes y no he tenido inspiración alguna para redactar (Aún tengo pendiente la redacción del fic anterior a éste "SAINT-SEIYA: LA LEYENDA DEL SANTUARIO"). Así que, pudiendo recuperar algunos FanFic que elabore tiempo atrás (algunos ya desaparecieron de mi máquina T.T), les comparto uno que elabore en la fecha 14 abril 2015 (coincidencia o destino). Esperando que sea de su agrado. Disfruten la lectura.

Pd: Disculpen si no tiene redacción coherente el texto, pero es que así lo redacte durante ese año, ya se imaginarán. Éstos fueron mis primeros comienzos al mundo de los FanFic`s.*

La Guerra Santa había finalizado. Los que sobrevivieron a ésta cruel batalla, regresaron al santuario para seguir custodiando sus respectivas casas zodiacales y reclutar nuevos caballeros para la siguiente generación, otros no pudieron regresar porque habían perdido su cosmo en las batallas.

Un nuevo patriarca había sido elegido de entre los caballeros dorados sobrevivientes y, yo, Eri Aizawa, nieta adoptiva del patriarca Sage… sigo esperando tu regreso, mi amado caballero dorado, pero es bien sabido que tu regreso nunca llegará.

Simples rumores que la gente del pueblo esparcía sin parar hace ya varios días: "Dicen que los que murieron en la Guerra Santa se están despidiendo de sus seres queridos, regresando sus almas a los hogares o santuarios para cumplir con el pendiente que una vez dejaron en vida y así, descansar en paz…". Algo me dice que en verdad sí pudieron ser perdonados por Zeus. Debo agradecerle entonces a Ana, amazona de Sieglinde, reencarnada como la Diosa Selene y Angy, amazona de Jiules, reencarnada como la Diosa Nike, por haber hecho ese acto de amor hacia los que perecieron en la batalla horriblemente. Zury…mi preciada y amada Diosa Athena del siglo XXI... Aún recuerdo tus palabras antes de despedirte de éste mundo: "Algún día, nosotras estaremos con ustedes nuevamente para protegerlos del mal, sanar vuestras heridas, velar sus sueños y seremos sus confidentes. En un futuro no muy lejano, nosotras reviviremos en otro cuerpo y bajaremos a la Tierra, así como siempre lo he hecho, la Diosa de la Sabiduría, cada vez que el mal se acerca para protegerlos cada batalla… nos volveremos a ver en la siguiente generación".

Una noche, June, mi hermana menor, me buscaba por todos lados en el pueblo, ya que había desaparecido por 2 días sin dejar rastro alguno. El único lugar donde nunca buscó y luego pensó rápidamente, fue en la 4º Casa del Zodiaco.

Era el amanecer. Se podía ver la luz entrar a dicha Casa Zodiacal. Cuando June entró pronunciaba mi nombre algo asustada, en ese momento, solo se escuchó un gemido de dolor desgarrador, pero luego seso.

Eri (cansada): - June…June…

Cuando escuchó mi voz y el grito, corrió a buscarme y, al entrar a un cuarto, donde permanece la Armadura Dorada de Cáncer, a lado, estaba acostada, con mi dorso de lado y mis piernas separadas. Todo, alrededor de mi cadera, estaba llena de sangre, mi vestido también, una mancha no tan grande, pero ni tan pequeña de dicho líquido.

June (sorprendida): - No me digas que…

Eri (cansada): - Sí, June…ya nació…

Me había quitado el mandil de mi vestido para poder envolverlo. Al enseñárselo a June solo se molestó un poco.

June (enojada): - ¡¿QUE?! ¡ENTONCES EL PAPÀ ES…!¡NO-PUEDE-SER!

Eri (cansada, sonríe): - ¿Quién pensaste que era?

June (enojada): - Degel, Kardia…ahm…o tal vez Deuteros…

June (mirada pervertida): - … Ó de perdida Dokho, grrrrrrrrrrr…

Sonriéndole, fue lo único que pude escuchar ya que me quedé dormida por el desgaste de energía que tuve durante el trabajo de parto. June cachó al bebé, ya que estaba por rodar y caerse.

Lo carga entre sus brazos.

June (pensando): - ¿Y así piensas cuidarlo? Necesitas mi ayuda, pero primero hay que llamar a un médico.

June buscó a Jaziel para que me cargara hasta la casa de Rossie, ya que quedaba cerca del lugar y ahí, me atendería el médico, un médico que ella recomendó, ya que ante él fue quien le atendió su parto prematuro que tuvo con su recién nacido. Me pusieron en la cama y fue él doctor a revisarme.

June, Jaziel y Rossie, quien la última, cargaba a su bebé de 2 meses de nacido, veían todo lo que el doctor me realizaba, les informó que no hubo problemas, mi parto fue normal, no hubo heridas en el momento del nacimiento, perdí sangre, pero fue lo normal. Sólo necesitaba estar algunas horas en reposo para recuperar mi energía gastada. Los 3 presentes, se alegraron muchísimo y June salto de felicidad. También el doctor checo al bebé y era un recién nacido completamente sano y normal, Rossie se alegró demasiado. Posterior a su última revisada, el médico se fue.

Cuando despierte, después de 2 horas de sueño, solo pronunciaba el nombre de June. Rossie y Jaziel se habían sorprendido y se acercaron a mi rápidamente.

Jaziel (preocupado): - Eri…

Rossie (sonrisa tierna): - ¡Eri, que alegría!

Eri (preocupada): - Y…mi bebé. ¿Dónde está mi bebé?

Lo buscaba un poco de manera desesperada, pero Rossie, dejando a su bebé con Jaziel, decide ir hacia la cuna para sacarlo y llevármelo hasta la cama.

Rossie (sonriendo): - Tranquila, tranquila, aquí esta… le di la cuna de mi bebe para que descansará adecuadamente.

Eri (cansada): Muchas Gracias…

Volví a tenerlo entre mis brazos y, acomodándomelo, comencé a darle seno materno, sentada en medio de la cama.

June (feliz): - Bueno, creo que a partir de hoy abriré mi nueva guardería para cuidar bebes.

Rossie (feliz): - June…

Eri (sorprendida): - June…

June (feliz): - ¡Es que date cuenta! Estamos inundándonos con muchos bebés…

Rossie (contenta): - Pero si solo son 2…

June sólo comenzó a guiñarnos el ojo.

June (feliz): - Pero ustedes tendrán descuento especial…

Rossie (riendo): - ¿El descuento es aplicado cuando se diferencien la edad por meses? jajajaja.

June (sonriendo): - Lo pensaré…

Jaziel (sonriendo): - ¿Entonces, Rossie, que sexo fue tu bebé al fin de cuentas?

Rossie (contenta): - Niño, yo quería una niña, pero, mejor preferí dejárselo a la voluntad de la Diosa Athena.

Jaziel (triste): - Zury…

Melancólico, mira al cielo suspirando por ella, pero él, sabía perfectamente que tarde o temprano sucedería su separación, ya que era un amor imposible.

Rossie (sorprendida): - Lo siento, no fue mi…

Jaziel (triste): - No te preocupes, tú no tienes la culpa. De seguro ella todavía sigue luchando a lado de las dos diosas: Nike y Selene. Esta separación, tarde o temprano sucedería. "La vida nos toma por sorpresa", tengo que superarlo. Son sucesos de la vida…

Rossie (mirada tierna): - Jaziel

Rossie lo agarra del hombro, para brindarle su apoyo emocional, éste le sonríe y Jaziel le agarra su mano para aceptar su ayuda.

Eri (cansada): - Rossie, ¿luego me enseñas como debo de bañar a mi bebé? Sabes que no tengo ni la más remota idea de cómo hacerlo. Tú ya tienes experiencia con tu hijo.

Rossie (feliz): -¡Claro!

Jaziel (Feliz): - Bien, entonces yo me quedo a ver, que tal si en un futuro no muy lejano decido tener algún hijo y a lo mejor, mi futura esposa me deja bañar al bebé.

Rossie (feliz): - Jajajaja, está bien, está bien, les enseñaré.

Risas, diversión, gritos por parte de mi bebé que no quería bañarse, cambio de ropa, jabón, cremitas, todo, para que mi recién nacido estuviese listo y limpio. Ambos observamos como Rossie lo bañaba, cambiaba, le colocaba el pañal de trapo y lo fijaba con un seguro. Mientras que June, agarra a ambos bebés con sus brazos para contarles un cuento.

Eri (sonriendo): - La función de Tía le asentó muy bien.

Jaziel (feliz): - Creo que era lo que requería para estar tranquila …

Aunque Rossie decide hablarme en voz baja cerca de mi oído para comentarme lo siguiente:

Rossie (Voz baja): - Creo que la pérdida de tu hermana menor, Vainilla, hizo que tuviera comportamientos no adecuados anteriormente …

Eri (mirada triste): - Ella no quería que fuese una Amazona de Athena, pero sucedió. Su sacrificio por proteger a Zury hizo que fuese ascendida a los cielos, y la eligieran como protectora de Zeus y de Athena.

Suspiré profundamente.

Eri (sonrisa triste): - Vainilla, la más pequeña de las 3 hermanas, en verdad, June la quería muchísimo…

Caída la noche, Jaziel, June y yo nos despedimos de Rossie y cada quien se dirigió a su casa. Cené con mi hermana y juntas nos dirigimos a dormir.

Aproximadamente, después de la media noche, June estaba tan profundamente dormida que no se dio cuenta de que me había salido de la casa para dirigirme a la casa del Zodiaco del signo de Cáncer.

Entrando, cargando al bebé en brazos, envuelto en una sabana blanca, éste comenzó a gritar de miedo y hambre. Sonriendo, me paré, desabroché una parte de mi vestido para darle pecho, y lo contemplaba mientras degustaba de mi calostro.

Eri (pensando): - ¿Será verdad lo que la demás gente del pueblo comenta? Quiero que este encuentro sea íntimo y especial… Si no es así, pasaré la noche aquí por última vez, sólo para sentir que lo tuve entre mis brazos.

Terminado de amamantar, me tapé, pero no me abroché mi blusa de mi vestido completamente, se podía notar una parte de la piel desnuda de mi pecho.

Cuando entré al cuarto donde está la Armadura Dorada y ver que, en ese lugar, todavía estaba la mancha de sangre, comencé a recordar esos dolores de parto tan traumatizantes, gritos y llanto, dentro del recuerdo yo trataba de tranquilizarme y lo hacía perfectamente. Por una razón es que decidí dar a luz en aquel lugar, ya que ahí me sentía segura y protegida, me llenaba de tranquilidad y paz, como si mi amado Canceriano estuviera a mi lado apoyándome durante el acto.

Cargando al niño en brazos, mire la armadura dorada un poco triste.

Eri (triste): - Ven a mí, por favor…te necesito…

Manigoldo (sonriendo): - Siempre cuidándote desde los cielos y nunca me lo agradeces…

Sorprendida por la voz, voltié lentamente a ver si la voz que había escuchado era de mí ser amado. Al verlo, todavía con mí misma expresión, él estaba recargado sobre la pared con los brazos cruzados, casi en la oscuridad, sin su casco, todavía con su armadura dañada por la batalla contra el dios Ares y su pecho de la armadura también, notándose un hueco en ésta, pero mostrando su piel desnuda. ¡Ahí estaba!

Manigoldo (sonriendo): - Hola, después de tanto…

No encontraba palabras para decirle algo, sentía un remolino de emociones dentro de mí que, lo único que hice fue desmayarme. Corrió hacia mí, me cachó entre sus brazos y cachó al bebé rápidamente. Él solo me miró con su sonrisa sarcástica.

Manigoldo (mirada tierna): - ¡Tu cara! ¡Debiste haberte visto…! Aunque ahora que estás desmayada, tienes cara de preocupación…pero es tierno.

Manigoldo (preocupado): - ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué regresaste a este lugar?

Alza la mirada y nota una mancha de sangre cerca del lugar donde se encuentra su armadura dorada. Mira de forma extraña y confundido el sitio sagrado. En ése momento, el bebé comenzó a llorar. Manigoldo volteó a ver al recién nacido y, como estaba tapado de la cara, decidió sentarse en posición de flor de loto en el suelo, colocándome entre su muslo izquierdo mi cabeza. Cuando destapó al bebé, se sorprende y su rostro cambió por completo.

Había parado de llorar el bebé, abrió sus ojitos y lo miró. Mi canceriano le sonrió, el infante se movía y reía de alegría. Manigoldo tocó su mano, cuándo el recién nacido le agarró su dedo índice, entendió su papel con el infante. Mi caballero lo miró con ternura.

Manigoldo (pensando): - Te pareces tanto a mí…

En ese momento comencé a despertar lentamente.

Manigoldo (tierno): - Así que esta criaturita es el producto de nuestro amor pasional ¿verdad?

Eri (mirada tierna): - Manigoldo…estás aquí.

Lo abrace, moviendo solo el tronco de mi cuerpo para atraparlo entre mis brazos y besarlo apasionadamente. Me mira y vuelve a sonreírme tiernamente.

Manigoldo (mirándome): - Oye… tranquila, amor, casi me devoras.

Eri (sonrojada): - Te extrañe…

Me paré y me senté arrodillada en el suelo. El bebé seguía viendo fijamente a Manigoldo, se movía alegremente.

Manigoldo (mirada tierna): - Se parece tanto a mi…supongo que el sexo del bebé es hombre, ¿no es así?

Eri (mirada tierna): - Si…

Voltea a verme al rostro de una manera seductora.

Manigoldo (mirada tierna): - Pero tú me hiciste más hombre aquella noche, mi amor.

En ese instante me sorprendí, apareció una franja roja en mi rostro y él me besó apasionadamente.

Terminado el beso, me mordí mis labios, me recargué en la pared y coloqué mi cabeza a lado de su brazo derecho.

Eri (sonriendo tiernamente): - Y pensar que, es como verte de nuevo, pero en un hermoso querubín.

Manigoldo (feliz): - Mi luz en las tinieblas…

En ese instante, Manigoldo se puso encima de mi, acorralándome hacia la pared, todavía cargando al bebé.

Manigoldo (sonriendo tiernamente): - Me dijiste que me extrañaste mucho ¿no es así?

Eri (sonrojada/enamorada): - ¡Sí! ¡Bastante! Más de lo que te imaginas...

En ese momento volvió a besarme. Cerré mis ojos para sentir sus cálidos labios. Comenzaba a jugar con mi lengua.

Manigoldo (entre besos): - ¿Cómo no olvidar esto?

Había dejado de besarme y yo, me quedé con más ganas de él. Se alejaba lentamente de mi para probar si decía la verdad sobre en extrañar su ausencia y yo, me le acercaba más, todavía con mis ojos entrecerrados, viéndolo, para volver a degustar sus dulces labios. Después de eso, si me besó nuevamente en los labios.

Manigoldo (entre besos): - Se nota que me extrañas, Eri

En ese instante me senté bien y separé mis piernas para que nuestros pechos estuviesen juntos. Se acercó mi caballero más y más ante mí.

Manigoldo (entre besos): - Todavía estás sonrojada.

Luego dejó de besarme y besó mi cuello de una forma sensual.

Eri (sonrojada): - Espera… Ahí no…

Luego me entregó al niño en mis brazos. Comenzó a alzar mi falda con su mano derecha poco a poco para tocar mis muslos, brindándome de su calor. Yo me sorprendí y me sonrojé más.

Eri (sonrojada): - Espera…de-detente…no…

Manigoldo (mirada tierna): - No logro olvidar nada de lo que hicimos aquella noche: tus apenamientos, gritos, avergonzamientos, taquicardias, tus orgasmos fuertes y excitantes cerca de mi oído…

Manigoldo (mirada pícara): - ¡Estabas fuera de control, amor!

Luego, volvió a besarme en mis labios.

Eri (sonrojada): - Me…me avergüenzas…

Manigoldo (besándome): - ¿Por qué deberías?

Eri (sonrojada): - Por qué…

Manigoldo (mirada pícara): -Si gustas, te hare recordar ese bello momento ahora mismo.

Eri (entre besos): - ¿Cómo? E-espera… no, por…

Se acercó a mi oído y ahí comenzó a decir todo, absolutamente todos mis orgasmos que tuve, los recordaba tal cual, como si lo hubiésemos hecho ayer. Sorprendida, voltié para otro lado toda apenada. A pesar de eso, siguió diciéndolo. Me moría de la vergüenza.

Manigoldo (sonrisa tierna): - ¿Y ahora? ¿Ya no quieres escuchar más?

Eri (sonrojada): - Calla…por favor…

Manigoldo (sonrisa tierna): - ¡Justo esa misma palabra me dijiste aquella noche!

Eri (sonrojada): - …

Manigoldo (sonrisa tierna): - … Y yo te decía que lo estabas haciendo bien, que estabas aguantando el ritmo… ¡Mi ritmo!

Alce la mirada para verlo profundamente a los ojos de manera preocupada

Eri (sonrojada): - Pero, me estaba doliendo mucho y…

Manigoldo (sonrisa tierna): - …Y poco a poco comenzaste a salirte de control, cariño.

Yo estaba más sonrojada, no sabía que decir. En ese momento, cuando agachó su cabeza y miró mi busto medio desnudo, me sonrió sarcásticamente.

Manigoldo (sarcástico): - Oye…como que crecieron de más ¿no?

Cuando me dijo semejante cosa, bajé la mirada rápidamente para ver. Me sorprendí tanto que me sonrojé más de lo que estaba y me tapé mi busto con el bebé. Manigoldo sólo empezó a reírse. Yo no sabía que decir.

Manigoldo (Sonriendo): - Es normal que las tengas así.

Me bajé al bebé hasta mi pecho y este, por instinto, comenzó a buscar mi pecho entre mi ropa, cuando lo localizó comenzó a succionar. Yo me sorprendí y lo miré tierno.

Manigoldo (sonriendo sarcásticamente): - ¡Te ves bien así, Eri! Recuerda que después de que el bebé termine en alimentarse sigo yo...

Sorprendida, volteo a verlo rápidamente.

Eri (grita): - ¡MANIGOLDO!

Manigoldo (riéndose): - ¡Es broma!

Rió fuertemente en la casa zodiacal. Cáncer se acercó más a mí, me alzó mi rostro y tocó mis labios con sus dedos.

Manigoldo (mirada tierna): - ¡Tus labios son tan cálidos!

Eri (sonrojada): -Manigoldo…

En ese momento, su tono de voz de mi amado caballero, había cambiado.

Manigoldo (sonrisa tierna): - ¿Sabes que ya es el momento de partir?

Eri (confundida): - ¿A dónde?

No dijo nada, solo me sonrió de nuevo, tocó mi mejilla y comenzó a besarme en los labios.

Eri (entre besos): - ¿Por qué lo haces?

Manigoldo (entre besos): - Me gusta hacerlo…

Eri (entre besos): - Ya lo hemos hecho…

Manigoldo (entre besos): - Pero quiero degustarte más, mi amor Eri. Quiero tener ese sabor dulce de tus labios en los míos. Quiero que tú seas mi droga preferida.

Dejándome de besar, le volví a insistir que me dijera a donde se tenía que ir. Con una expresión de tristeza, me dijo que a donde se encontraba la Diosa Athena vigilando desde los cielos la tierra. Sorprendida, no supe que decir. Había olvidado por completo su defunción. No creí que lo que tuviera enfrente de mi fuera su alma. Mis ojos se tornaron llorosos. Él comenzó a limpiar mis lágrimas con sus dedos.

Eri (apenada): - Extraño…que me hagas eso.

Volvió a mirarme y sonreírme tiernamente otra vez.

Manigoldo (mirada tierna): - Eri… Sabes que te amo, jamás dejaré de hacerlo, aunque esté muerto.

Volví a mirarlo tristemente. El bebé se agitó un poco, ya que sentía que algo malo sucedía. Manigoldo baja la mirada y acaricia su cabeza con su mano para tranquilizarlo. El recién nacido le vuelve agarrar su dedo índice con su manita fuertemente. No quería que se fuera de su lado.

Eri (triste): - Hijo…

El bebé vuelve a agitarse nuevamente. Su llanto no cesaba. Estaba intranquilo.

Manigoldo (confundido): - ¿Que le sucede?

Eri (triste): - ¡No lo se! Jamás lo había visto comportarse de esta manera, yo…

Comencé a arrullarlo para tranquilizarlo, pero fue inútil, el bebé gritó más fuerte de lo habitual hasta casi retumbar su voz en toda la casa zodiacal. Manigoldo comprende la situación, el infante no quería que su padre se apartara de su lado. Aquel reencuentro, hizo marcarle un vínculo especial entre ambos, quería estar a su lado por siempre.

Eri (mirada comprensiva): - Hijo, tranquilo, aquí está mamá… no tengas temor…

Manigoldo me mira y entiende lo que el bebé quiere.

Manigoldo (mirada tierna): - ¡Dame al bebé! Quiero despedirme de él también.

Lo miro comprensivamente y le doy en brazos a nuestro hijo quien, este, se agitó más de lo habitual. Manigoldo, cargándolo, camina en toda la casa zodiacal, como si le enseñará como está constituido el lugar que custodia la armadura dorada. Mi caballero le explica al bebé el por qué de su partida, lo valiente que tiene que ser y su deber como varón de la casa: "Cuidar a su mamá de todo peligro y custodiar la casa zodiacal cuando sea mayor". El bebé se tranquiliza un poco, pero no deja de llorar. Manigoldo le canta una canción de cuna para calmar su llanto.

Manigoldo (cantando): - Duerme pequeño. No tengas temor. Mamá te va a buscar un ruiseñor. Si su llanto no te suena placentero, mamá te comprará un sonajero, y si el sonajero no suena bien, papá te mecerá en un vaivén, y si te cansas en esta ocasión, Mamá te va a buscar un acordeón. Cuando el acordeón ya no se escuche, papá te traerá un perrito de peluche

El recién nacido, comienza a tranquilizarse, y poco a poco entrecierra sus ojos para dormir, pero, no lo quiere hacer ya que quiere ver la partida de su padre. Manigoldo lo entiende, así que decide culminar la canción.

Manigoldo (cantando):- Duérmete pequeño, no tengas temor. Papá te canta ésta nana con mucho amor…

Miro a Manigoldo de manera tierna, nunca lo había visto comportarse de esa manera. Le sonrío tiernamente. Coloco ambas manos a la altura de mi pecho, y suspiro profundamente.

Eri (sonriendo): - Ser padre ya te asentó muy bien, Manigoldo.

Manigoldo (mirada tierna): - El bebé quería despedirse también de mi. Tenía que cumplírselo para calmar su llanto.

Manigoldo, acercándose a mí, me entrega a nuestro hijo en mis brazos y, posterior a que lo recibo, me alza mi barbilla para verme al rostro con la yema de sus dedos.

Eri (sorprendida): Mani…

Manigoldo (mirada tierna): - ¡Te amo, Eri!

La forma tan segura y firme en que me expresa su sentir mi preciado caballero dorado, hizo que tuviera un remolino de emociones brotando en mi ser instantáneamente. No sabía que responder. Quedé impactada y apenada.

Eri (Sonrojada): - Y yo-yo te a…a…uhmmmm…

Me mordía los labios por lo nerviosa que me puse. Cáncer, no deja de soltar mi barbilla con la yema de sus dedos. Me mira de forma enamorada.

Manigoldo (sonriéndome tiernamente): - Te da vergüenza siempre decirlo. Te entiendo, pero con tus apenamientos, sonrisas, miradas, abrazos, besos, acciones, me das a expresar tu sentir ante mí sin mencionar esa palabra… Sin olvidar ese acto de amor pasional que hicimos para que naciera nuestro hijo.

Eri (sorprendida): -Yo….

Tocó mi mejilla con su mano, lo sentí especial, sentí todo esto especial. Todo especial. Yo igual decido tocar su mano para afirmar mis sentimientos hacia él.

Mi caballero, quitándome su mano de mi mejilla, me agarró de mi mano derecha y la entrelazó con la suya. Sentí cómo su calidez inundaba todo mi cuerpo y alma.

Me abrazó y yo igual hice lo mismo. Sentí la calidez de su cuerpo. Estuvimos así un buen tiempo hasta que el bebé volvió a agitarse mucho, pero está vez de felicidad y empezó a reír. Ambos fijamos la vista al bebé y lo miramos tiernamente.

Eri (pensando): - Ésto parece un sueño, del cual, no quisiera despertar jamás.

Vuelve a besar mis labios de manera apasionada, una droga que, para mí, me es difícil negarle.

Manigoldo (entre besos): - Por favor, no quiero que empieces a llorar. Olvida el pasado y vive tu presente con felicidad. Cuida bien de nuestro hijo. Yo te esperaré en el paraíso y, cuando llegue tu momento, estaremos juntos para siempre. Te estaré protegiendo donde quiera que estés, seré tu fiel ángel guardián.

Eri (sonrojada): - ¿Y para el bebé?

Solamente le acaricio su cabeza, le suspira y yo, comencé a derramar una sola lagrima en mi ojo derecho sin llorar.

Manigoldo (sonriendo): - También…

Siguió besándome y sentía que desaparecía poco a poco.

Manigoldo (sonriendo): - i Eri, si cierras tus ojos, sentirás mi presencia abrazándote con afecto, tocando tu delicada piel y labios con mis dedos, fundiéndonos los 2 en un beso dulce y apasionado. Nunca lo olvides, cariño "Mi amor siempre tendrás, incluso después de morir, mi alma te protegerá". Te amo y jamás dejaré de hacerlo. "

Eri (entre besos): - Te amo… nunca lo olvides…

Manigoldo me sonríe tiernamente, hasta que se desvaneció por completo.

El día empezaba a llegar. Salí de la casa zodiacal y me dirigí a la casa. Ya no regresaría nunca más a ese lugar. Mi inquietud había parado. Mi bebé, por fin había conocido a su padre. Eso me hizo feliz. Ahora viviré en paz y tranquilidad, a lado de mis seres queridos.

FIN