Psycho-Pass pertenece a Gen Urobuchi.

Este fanfic está situado un poco antes de "Psycho-Pass: The Movie."


Largo


De pronto, sintió su mirada sobre él. No era primera vez que lo analizaba en medio de sus silencios cómplices.

— Ginoza, ¿por qué dejaste crecer tu cabello? — preguntó con curiosidad.

La cafetería de la oficina de Seguridad Pública se hallaba vacía en aquel entonces. Solo ellos dos estaban ahí, sentados uno frente al otro, compartiendo un café y unos pastelillos de lúcuma que él no tenía muchas ganas de probar.

Ginoza se limitó a responder con una sonrisa escueta, casi tímida.

No existía un motivo concreto por el cual hubiese decidido dejarse el cabello largo. Quizá fuese el simple deseo de cambiar y verse como un sujeto más relajado. Alguien diferente a quien solía ser.

Sin embargo, aquella lucía como una buena oportunidad para acercarse un poco más a Tsunemori.

— ¿No te gusta? — preguntó, sin apartar la mirada afilada de sus alegres ojos castaños, siempre expresivos y expectantes.

La inspectora sonrió.

— ¿Por qué me preguntas eso? Lo importante es que a ti te guste — respondió, ingenua como ella sola. — Aunque, si tuviera que elegir a un Ginoza, yo creo que me quedo con este.

— Me alegra oír eso.

No creía estar siendo demasiado evidente. En cualquier caso, las veces en las que lo había sido Tsunemori no acababa de pillar sus intenciones. Aunque esa parte de ella —tan centrada en el trabajo, tan inaccesible como interés amoroso— era la que lo había atraído en primera instancia; en aquella época en la que los sentimientos estaban terminantemente prohibidos para él. No fuesen estos a nublar su Psycho-Pass.

— No es solo por el cabello largo — acotó Akane, acaparando toda su atención con aquel inesperado alcance. — En general, me gustas más así.

Un balazo le hubiese sorprendido menos.

Ginoza contuvo la respiración, en tanto esperaba que la castaña sumara algo más a esa frase: una aclaración, un comentario; lo que fuera que destruyese esa repentina ilusión que empezaba a ruborizar sus mejillas de forma sutil.

— Ya veo… — fue lo único que atinó a decir, esperando no apagar el brillo en los ojos de su compañera.

Había cambiado, pero aún no se le daba bien encontrar las palabras adecuadas para expresarse. Después de un silencio, bajó la vista hacia su café.

Tal vez, solo tal vez, Tsunemori no era tan ingenua como pensaba. O sí, y él solo estaba dándole vueltas innecesarias al asunto.

Fuera como fuera, definitivamente se dejaría el cabello largo.


Fin