Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Este Fic, está creado (una vez más), con base en el reto de FxRobalino, del capítulo 7 de "Harry Potter y El Retorno del Rey"
Harry debe ser mujer.
Harry mujer, debe gustar de las mujeres.
Harry mujer, debe tener un harem de mínimo siete mujeres, la única obligada es Hermione.
Harry mujer, debe ser alguna criatura mágica como las Veelas (a elección del autor)
La historia debe comenzar en tercero, cuarto o entre esos dos años.
Harry mujer, debe tener una relación incestuosa (relación con su madre o hermana)
Harriet Potter y La Espada Maldita.
Capítulo 1.
Recuerdo
Era un día normal, 15 de abril 1985, si es que no estaba recordando mal.
Estaba él, aquel domingo, hablando con los maestros y escuchando las quejas de qué alumnos estaban estudiando poco, las detenciones, o qué alumnos se estaban destacando, entonces, escucharon una gran cantidad de pitidos, que venían desde diversos objetos que tenía Dumbledore allí.
Ordenó a los maestros, que se fueran y él se aproximó a los instrumentos, los cuales no dejaban de sonar. Agarró unos cuantos polvos Flu, y llamó a Arabella Figg, una anciana Squib, miembro de La Orden del Fénix, agitó su varita e hizo que los objetos, dejaran de sonar.
―Arabella. ―Llamó.
―Buenos días, Albus ―dijo la mujer tranquila.
Albus, trataba de no alarmarla. ―Arabella, ¿sabes, si algo va mal, en la casa de los Dursley?
―No Albus, todo ha estado muy tranquilo, desde la mañana. ―Dijo Arabella. ―Estoy segura, de que llevaron a la niña y al mocoso ballena, a la escuela... o al menos eso... Estoy segura, de que lo hicieron, ¿Por qué?
Albus, se mordió los labios. ―Acabo de tener una alerta, gracias a los instrumentos, que monitorean la salud de Harriet, y que vigilan las Salas de Sangre. Los instrumentos se han vuelto locos, y... ―volvió su cabeza hacía un lado. Arabella no podía notarlo, por estar ahora el rostro de Albus, hecho de fuego verde, pero sí pudo ver la mueca de miedo, del hombre. ―Arabella, necesito que me permitas usar tu chimenea, llevaré a algunos miembros de La Orden, los instrumentos que monitorean la salud de Harriet, se han apagado por completo... Su... su estado de salud, podría ser delicado, o aun peor... ―No hizo falta, que completara la frase, la squib le dio el permiso.
Pronto, su chimenea fue atravesada por Albus y Aberforth Dumbledore, seguidos por Minerva McGonagall, los tres estaban asustados, y Arabella los dejó salir de su casa, e ir a la casa Dursley.
Minerva, era quizás la más afectada de todos. Era quizás, la única, que amaba sinceramente a esa niña, como a su propia hija o nieta, pues así mismo, había amado a James y Lily, en sus siete años de estudios en Hogwarts, a pesar de cuan travieso era James, y lo mismo con Remus y Sirius.
Suspiró, no quería pensar en Sirius Black.
Albus abrió la puerta de la casa Dursley, con un Alohomora, e ingresaron en la casa, que, en esos momentos, estaba abandonada. ―Consecutus: Harriet Potter ―dijo calmado, una luz dorada, salió de la varita, pero solo se quedó dando vueltas, en un espacio reducido, antes de deshacerse. Y eso les hizo temer lo peor. Albus entonces, se fijó en la alacena bajo las escaleras, y tuvo una idea.
Una de esas ideas raras, que pueden llegar a tu cabeza, cuando no sabes qué hacer, o en qué pensar.
Abrió (usando nuevamente un hechizo de apertura, pero ahora mucho más brusco) la puerta de la alacena bajo las escaleras, y quedó demostrado, para los tres ancianos, que era allí, donde residía la niña, y eso se comprobó también, cuando subieron las escaleras, y buscaron en las habitaciones: Una era de los Dursley, otra era de Dudley y la última, estaba abarrotada con cosas viejas, que, por algún motivo, no habían tirado.
En ese momento, Albus cerró los ojos, al sentir como la magia se deshacía, sintió como las barreras de sangre (la protección para que nadie encontrara a Harriet, se basaba en que ella tenía que permanecer en la casa, donde habitara la sangre de su madre) y las barreras de ignorancia (que posibles magos del lugar, ignoraran la casa), se vinieron abajo.
Solo la barrera de odio, seguía en pie.
Los tres salieron de la casa, y se fueron, pensando lo peor.
Albus, los vigiló, por dos días más, y pronto le quedó en claro, que algo le habían hecho a Harriet Potter. Los propios Dursley, se habían deshecho de ella.
Albus palideció, al recordar la barrera de odio.
Claramente, la barrera se fortaleció con los años, y en un momento de ira, Harriet Potter, fue asesinada por su tío y su cadáver abandonado, vaya uno, a saber, dónde.
Fin del Recuerdo
Albus, por algún motivo, mantuvo las esperanzas a lo largo de dos días, cuando envió a los miembros de La Orden del Fénix, a buscar...
A buscar lo que fuera.
Les dio la descripción de Harriet Potter, pero sabían que era inútil, pues ¿Cuántos hombres pelinegros, no se abrían casado con mujeres de ojos verdes y habían tenido hijas?
Además: hacer un barrido, a todo el país y vigilar a cada niña de cabello negro y ojos verdes, y luego emplear el Magicus Revelio, sería un desgaste de recursos.
Pero Albus necesitaba hacerlo.
Necesitaba descubrir, si es que Harriet Potter seguía viva.
Exploró y abarcó todo el Reino Unido.
Vigiló a tantas niñas que poseyeran un núcleo mágico y tuvieran el cabello negro, ojos verdes y usaran lentes, como le fueron posibles.
Usaron el hechizo una y otra vez.
Pero ninguna de ellas, parecía resultar ser La-Niña-Que-Vivió.
Las esperanzas de Albus, de encontrar a su arma, iban disminuyendo día tras día, y tuvo que detenerse, y perder un año entero, cuando supo que a Lucius Malfoy, le comenzaba a interesar el motivo, por el cual la Orden del Fénix, parecía estar realizando aquellos viajes, por todo el Reino Unido.
Lo último que se necesitaba, era que la Inglaterra Mágica, descubriera públicamente, que su heroína, había desaparecido.
O aun peor: Ya que el hechizo de búsqueda, no daba resultado alguno, podría significar, que Harriet Potter, estaba muerta.
...
Albus volvió una y otra vez, a la casa #4 de Privet Drive, al comienzo, usaba un hechizo Desilusionador, para que los Dursley no pudieran verlo, mientras volvía a investigar la casa. ―Legeremens.
Vio a una niña de unos cinco años, mientras le enseñaban a lavar platos. La vio barriendo la casa y trapeando, la vio cortando el césped, sacando la ropa sucia y lavándola, cocinando.
Creyó entender lo que pasó.
Creyó que la niña, quizás se cansó de esas injusticias y decidió es...
Vio como la obligaban a vivir, en la alacena bajo la escalera.
Vio cómo su tío llegó a matarla de hambre, debido a su magia accidental; o como llegaba a gritarle, incluso por sacar buenas notas en la escuela Muggle.
Creyó entenderla. No podría culparla, pero entonces: Si escapó, ¿por qué seguía sin encontrarla? O más bien: ¿Por qué el hechizo Consecutus, no lograba dar con su paradero?
Entonces, el horror surgió, ante sus ojos:
Vio la puerta abrirse, vio a Vernon Dursley agarrar a la niña de unos seis años, por el cabello, y obligarla a entrar por la casa, quitarse el cinturón y golpearla repetidas veces, de lo poco que podía entender, era que nuevamente, Harriet había realizado magia accidental. Escuchar los gritos de piedad de la niña, le heló la sangre.
Ver las heridas en los antebrazos y partes de la cabeza, provocadas por los golpes de la hebilla de metal, hicieron que Albus tuviera una mueca de horror. Jamás se hubiera esperado algo así.
Y aunque el plan, siempre fue este, pues siempre deseó que la niña viviera en un hogar toxico, para que después, deseara no abandonar el Mundo Mágico y verlo como su hogar...
Esto fue totalmente inesperado.
Finalmente, vio a Dursley, cansarse de golpear, y a la niña dejar de moverse.
― "No" ―susurró horrorizado― "Por favor, no"
Vio a Dursley detenerse finalmente, y quedarse mirando a Harriet, cargarla y arrojarla sin cuidado alguno, e incluso con violencia, a la alacena, bajo las escaleras.
Aceleró los recuerdos, por las partes que no le importaban, mientras su corazón latía, amenazando destrozarle el pecho.
Sus ojos, por momentos, iban hacía la alacena. Entre el deseo de abrirla, y el deseo de no hacerlo.
Creía que no podría soportar, ver el cadáver de la heroína del Mundo Mágico Ingles.
Incluso, creyó desde ya, poder escuchar las quejas y reclamos de su hermano Aberforth. ― ¡SOLO TENÍAS QUE CUIDAR DE ELLA, ¡O DEJAR QUE ALGUIEN MÁS, LE EXPRESARA ALGÚN TIPO DE CARIÑO! ―Tragó saliva, ante las invenciones de su mente, ante reclamos imaginarios, pero muy realistas. ― ¡TENDRÍAS QUE HABER BUSCADO PERSONAS, QUE LA AMARAN SINCERAMENTE, NO A UNOS MUGGLES BASTARDOS!
Entonces, el recuerdo siguió su camino: Quizás fuera a la mañana siguiente. Vio a Petunia Dursley, acercarse a la alacena y llamar a la puerta. ― ¡Arriba, a levantarse, ahora! ―llamó, fue a la cocina, y volvió instantes después. ― ¡¿Estás despierto?!
― ¡¿Mamá, la anormal, ya preparó mi desayuno?! ―preguntó Dudley.
―Aun no, mi cielo, dame un momento ―pidió la mujer. ―Tendrás tu desayuno, en un santiamén ―abrió la puerta, y metió la cabeza. ― ¡MOCOSA, YA LEVANTATE...! ―Albus agitó ligeramente la varita, y la perspectiva cambió, para ver lo mismo que la mujer, y su sangre se heló en sus venas. La espalda de la niña mostraba heridas abiertas, un colchón muy antiguo y sucio y manchado de sangre. ― ¡VERNON! ―Albus deseó no seguir, pero tenía que ver, qué más había llegado a ocurrir. Aun así, algo le decía, que ya sabía, lo que ocurrió en realidad, en esa casa, y en esa mañana. Realizó un circulo con la varita y luego un espiral, y encadenó dos hechizos no-verbales, mientras que veía los recuerdos, a mayor velocidad: Vernon, envolviendo el aparente cadáver de la niña, en sábanas blancas, que pronto se mancharon de sangre, metiéndola en el maletero, su rostro desencajado del terror, y pensando en donde enterrarla. Con el corazón en un puño, aceleró aún más todo: En un salto temporal, lo vio dejándola, en una cabaña maltrecha, en un bosque. Uno que él conocía muy bien: El Bosque de Dean.
Y luego, volviendo a su hogar.
Cortó la conexión legeremántica, y se recostó en una silla.
La heroína del Mundo Mágico Ingles, Harriet Potter.
Estaba muerta.
Estaba muerta, desde hace ya, más de siete años, y solo hasta ahora, él se dio cuenta.
Recordó entonces, el testamento de James y Lily Potter, recordó a aquellas personas o familias, que podrían criar a su pequeña, en caso de que algo les ocurriera.
Se sujetó la cabeza y negó varias veces.
Debería de haberles hecho caso, a James y Lily.
Debería de haber enviado a Harriet, a un buen hogar.
Debería de haber visto a Harriet, por lo que era en realidad: Una niña inocente, de toda culpa.
Su único crimen, era el haber sido marcada por la profecía de Trelawney, y el ser un Horrocrux de Tom.
―Aunque... ya no es un Horrocrux. Al fallecer, el alma de Tom, se vio liberada. Uno menos. ―Pensó. Pero aquello, no calmó el llanto de su corazón.
Necesitaba cambiar el plan, y prepararse, para cuando Tom volviera.
Tendría que buscar una nueva forma de lograrlo, ahora que Harriet Potter, no estaba en este mundo, para defenderlo. Ahora, que la profecía, en la cual había colocado, todas sus esperanzas, había sido anulada.
Por su culpa.
