Nota: Otro Reverse AU. Sólo que, ¿más meloso?
- Neh, neh, Satoru – le llamó Ieiri, quien en ese momento se tomaba un descanso del papeleo, en el balcón mientras fumaba un cigarro de mentolado.
Gojō quien le acompañaba en silencio, apoyado en el barandal, la miró de reojo –aunque esto no se apreciaba por la cinta que siempre llevaba en los ojos–.
- ¿Cuándo me vas a decir que me quieres, eh? – preguntó, con una sonrisa juguetona. Satoru desvió la cabeza en dirección contraria, haciéndola reír –, no vale hacerse el desentendido, Satoru~.
- ¿…Para qué quieres que te lo diga?
- Mmm, sería lindo escucharlo alguna vez – se llevó el cigarrillo a la boca, mirando al cielo –. Digo, los amantes de vez en cuando se dicen cositas bonitas y melosas.
- ¿Y tú quieres eso?
No eran amigos, pero tampoco podían catalogarse como simples amigos con derechos, pues Satoru había decidido quedarse por el momento con Ieiri. Haciéndolos amantes, por el momento.
(Y porque ninguno quería formalizar nada).
- Me da igual, pero te digo, sería lindo escuchar un "Te quiero, Shouko-chan" o algo así – sonrió.
Satoru lo pensó en silencio, detenidamente. Pues, si bien Ieiri solía hacer bromas al respecto sobre cualquier tema, más ahora que tenían una relación de amantes… ¿Debería o no tomarse las cosas en serio con ella?
- ¿…De verdad quieres algo así?
- Hombre, no lo pienses demasiado. Sólo son dos simples palabras – exhaló, saboreando el cigarrillo –. Pero si no quieres ya te dije…
- Shouko… Yo no te quiero.
La albina calló de repente, quedando con un rostro sorprendido por unos segundos. El cual quitó, para poner una expresión aburrida y desinteresada mientras miraba al horizonte.
- Sí… Lo sé – respondió con monotonía, concentrándose en el cigarro. No iba a exteriorizar lo que estaba realmente sintiendo.
Y justamente cuando iba a decir un chiste con tal de romper con el silencio que se había impuesto en ese instante, Satoru se retiró su cinta blanca, mirándola fijamente a los ojos –pese a que esto, iba a cansarlo más adelante–.
Y sin dejarla reaccionar, la tomó de la nuca y de forma casi abrupta, unió sus labios con los suyos. En lo que era un beso casi brusco, casi suave.
Con sabor a mentolado.
-… No te quiero, Shouko – volvió a repetirle, al terminar el beso, sin apartar su mirada y su mano de su nuca –… Es, algo mucho más que eso.
Shouko al analizar sus palabras y salir del trance, se rió. Y tapando sus joyas carmín, pronunció –. Tonto, vas a cansarte… y…
(Yo también, te amo).
- Lo mismo digo, Satoru.
