Disclaimer. Los personajes de Naruto no me pertenecen.
Este one shot participa en el reto semanal #FortunaMusical de la página Eternice Moi
He esperado por cien años, pero te esperaría un millón de años más. Nada me preparó para lo que sería el privilegio de ser tuyo.
-Turning Page, Sleeping at Last.
—¿Podemos quedarnos aquí? —preguntó la pelirrosa, tan tranquilamente mientras jugaba con los pies en el arroyo.
—Si, supongo que podemos quedarnos un par de días más. —Él no le negaría nada, no cuando tenía ese brillo en su rostro que hacía difícil quitarle la vista de encima. Sasuke extendió su mano hacia ella para poner un mechón rosa tras su oreja con cariño.
—No me refiero a unos días —dijo Sakura, apartando la mirada y con repentina timidez—. Hablo de… quedarnos.
.
.
Él aire era más fresco ahí, rodeados del bosque y con el sonido del arroyo que corría cerca de su hogar. Su existencia también se sentía más ligera últimamente , aunque eso probablemente era gracias a Sakura.
Había pasado casi un año y medio desde que la pelirrosa le propuso quedarse ahí, lejos de Konoha, lejos de cualquier aldea Ninja en realidad. Ahí ellos no eran Sasuke Uchiha y Sakura Haruno, héroes de guerra y ninjas reconocidos. En ese lugar eran sólo la amable curandera del bosque —casi como en un cuento de hadas— y su esposo.
Ellos podían poner naciones de rodillas, pero eran felices en su pequeño trozo de cielo, viviendo en el hogar que construyeron con sus propias manos desde cero. Y no sólo la casa, que le recordaba un poco a donde había crecido aunque un poco más pequeña, sino el hogar que habían encontrado el uno en el otro.
Estar juntos se sentía tan natural, como la pieza que faltaba encajando finalmente, solo que sabía que había sido él quien había evitado que lo hiciera antes. A veces Sasuke se pregunta cómo hubiera sido su vida si hubiese puesto atención antes a la forma en que Sakura sonríe cuando se sonroja, como frunce los labios cuando se concentra o a la calidez de su cercanía. Si hubiera dejado que Sakura se adentrara —aún más— en él, en su corazón.
Tal vez si esa noche hubiera cedido a sus palabras, si hubiera cedido al amor y a la amistad hubiera encontrado algo más por lo cual vivir, algo que no fuera el dolor, la ira y la venganza.
Sin embargo, si las cosas hubiesen sido diferentes no estarían donde están. No estaría viendo a Sakura, disfrutando del atardecer sentada pacíficamente en la engawa, sosteniendo a su pequeña hija en sus brazos mientras tararea alguna canción de cuna de las que escucha mucho últimamente.
Se acercó a ellas con cuidado, tratando de no romper la burbuja en la que parecían estar.
—Creo que aún no quiere dormir —dijo la pelirrosa, rompiendo el silencio.
—Su siesta de la mañana fue larga de todos modos.
Ojos negros y brillantes se movieron rápidamente, buscándole. Aún le quita a el aliento que Sarada reconociera su voz incluso en el vientre de Sakura, recuerda lo mucho que se movía cuando él hablaba y hace que una sonrisa se dibuje en su rostro.
—Ves, Sarada, papá ya volvió —le dijo Sakura a la pequeña pelinegra—. ¿Cómo estuvo el pueblo, cariño?
—Bien —respondió él mientras acariciaba con cariño la mejilla de su hija—. Todos envían sus saludos para ambas, como siempre.
—Creo que deberíamos llevarla la próxima vez.
La risa de su esposa hizo que su corazón latiera un par de veces más rápido. Se quedaron ahí un poco más, disfrutando de la calidez que los atardeceres de verano les dan y de la calidez de su pequeña familia, mientras el azabache recostada su frente en el hombro de Sakura y jugaba con Sarada quien trataba de atrapar su mano. Amaba existir ahí.
Sasuke era muy consciente de que fue Naruto quien lo hizo entrar en razón —aunque a base de golpes—, pero su antigua compañera de equipo fue y es su luz, ella y la familia que le había dado, el hogar que le había ofrecido y que, por fin, pudo aceptar. A pesar de sus errores, a pesar de sus pecados, ella lo esperó y le ha jurado que lo hubiera esperado un millón de años más.
El amor de Sakura fue su vuelta de página, le demostró que la felicidad no tiene porque traer consigo dolor, le enseñó que amar a alguien no es debilidad, por el contrario, le dio la fuerza que necesitaba. Ella le dio paz en una vida de guerras consigo mismo y de tormentoso sufrimiento.
En su búsqueda por la venganza, nunca vio más allá, nunca pensó que pasaría luego. No creyó que habría un futuro para él. Pero ahora sabe que quiere quedarse ahí él resto de su vida, envejecer junto a su esposa, despertando cada día a su lado, cuidando del huerto que sembraron y viendo crecer a Sarada. Quiere ver a su hija corretear entre la flores silvestres durante la primavera y jugar con la nieve durante el invierno. No tener el constante miedo a perderlas que conlleva la vida de un shinobi. Quiere una vida pacífica para ella, para ellos.
Es algo super cortito, pero siempre amo escribir sobre los sentimientos de Sasuke. También hubiera amado que ellos pudieran tener una vida tranquila y no que siguieran teniendo que estar separados por lo que significa ser ninjas, se lo merecían mis niños.
Gracias por leerme, espero que les haya gustado.
