Y haciendo palmas y arriba y arriba
Ese coro que arranca, ¿qué dice, qué dice?

Si su padre se enteraba que ellos andaban metidos ahí a él sería al primero al que su padre regañaría por llevar al menor de los hijos por el mal camino, por enseñarle esas mañas de ir de fiesta y lo que estas conllevaban.

Como si el tuviera la culpa de que su medio hermano fuera todo el descarriado y andará de fiesta en fiesta como si no fuera un mañana, además de que el señor era un mujeriego de primera, claro que en eso intervenía la genética ya que su padre en ese aspecto no tenía moral para decirle algo... y si se ponía a pensar en nada de hecho, pero aun así el señor Taisho deseaba que sus hijos fueran por el camino correcto y no fueran como el en su juventud.

Pero no, ahí estaban los hermanos Taisho, hermosos hombres de cabellera rubia blanquecina que enamoraba y encantaba a muchas personas; tanto hombres como mujeres; sus ojos ámbar tampoco a ayudaba a no caer en las garras de aquellos demonios y ni que decir los cuerpos que ambos hermanos se cargaban, en verdad eran una delicia.

Bate que bate, con chocolate, bate que bate
Bate que bate, que bate chocolate.

Ahora se encontraban en un bar de mala muerte en Tokio, era un lugar cercano a ciudadelas más bajas del lugar, sin embargo habían escuchado que ese lugar era increíble a pesar de estar donde estaba. Ahí se encontraba Sesshomaru viendo como su hermano bailaba con una mujer que había aparecido, lo característico he inusual de ese lugar eran las máscaras que varias personas traían siendo las mujeres más portadoras de las mismas.

Sesshomaru veía como su hermano estaba bailando con una dama de hermoso cabello azabache vestida con una falda holgada azul y blusa delgada rosa la cual traía un antifaz de conejito, muy infantil pero a la vez coqueto e inocente para el lugar.

Él por su parte estaba bebiendo whiskys con varios de sus amigos de universidad, los cuales estaban muy entretenidos con varias mujeres que se acercaban a ellos en un intento por seducirlos y ganando en el intento, sus amigos eran tan fáciles.

—Por lo que veo solo te la pasaras en la barra verdad —dijo Miroku mientras miraba al oji-dorado.

—Ustedes me obligaron a venir.

—No te pusimos una pistola para que nos acompañaras —dijo burlesco Bankotsu a Sesshomaru.

—No, pero si regreso sin InuYasha a mí me vendrán los reclamos y sermones encima, y no estoy de humor para aguantar a mi padre.

Sesshomaru tomo un sorbo más de aquella bebida amarga y caliente que raspaba tu garganta dándole un pequeño toque de placer después de varios segundo mientras miraba disimuladamente hacia un grupo de mujeres y hombres que bailaban.

Así fueron pasando varios minutos hasta que la mayoría de sus amigos fueron a bailar con varias damas y él quedaba ahí, siendo espectador, claro que disfrutaba su soledad y por ello se sorprendo pero no lo dio a notar cuando una joven con antifaz de ratón se sentó en una banca.

— ¿No le gusta el baile?

—No.

—Usted es tan predecible.

Aquello extraño al joven universitario, el tono de hablar de aquella mujer era dulce y no podía notar ningún vestigio de querer coquetearle como solía pasar a menudo por lo que lo atrajo con ello.

— ¿Lo dice porque no me gusta bailar?

—Me puedo dar cuenta de que es espectador, le gusta observar y analizar, lo note cuando miro a mis amigos mientras bailábamos.

Tal vez se debía a que el whiskys ya estaba en su cabeza recorriendo su sistema que por alguna razón se sonrojo al ser descubierto, él la había visto desde que habían llegado y más cuando los vio bailando de una manera tan angelical sin dejar atrás la sensualidad.

Un tatuaje en la espalda
Negra la minifalda zapatos y el top
Misteriosa ella bailaba
Yo la estaba mirando desde que llegó

—Y tu —dijo Sesshomaru acercándose más mientras bebía junto con la joven que pronto se le había unido a su soledad al observar, pudo ver como su hermano y varios de sus amigos iban hacia un lugar más privado—, supongo que te habrás cansado de bailar o algo por que bailabas cómodamente.

De repente su mirada
En mis ojos se clavó

Él rubio no se había dado mucho lujo de admirar con gracia aquel rostro que tenía la dama que lo acompañaba ya que había estado muy ocupado comiéndola con sus ojos ámbar el cuerpo completo.

Sin embargo había sido una maravilla cuando sus ojos se toparon, eran verdaderamente bellos, sentía inocencia y cariño en esos ojos, por alguna razón le parecían familiar pero no recordaba de dónde.

—Tal vez porque me gustaría que bailaras conmigo —con la voz que se cargaba esa mujer no noto cuando hizo al rubio acomodar la incomodidad que se le había comenzado a formar en los pantalones.

—Tal vez.

Sin más la joven le quito el vaso, tomo su rostro y lo hizo levantarse mirándose completamente, estaba encantado con esos ojos cafés que lo miraban de tan bella manera, además de que el alcohol estaba más que presente, el jamás bailaba, el Gran Sesshomaru jamás bailaba y menos con una desconocida.

Poco a poco estos se internaron en la pista y comenzaron a bailar, el joven tomo las grandes manos del caballero y las puso en sus caderas mientras ella ponía las manos en su cuello. El contacto se hizo más íntimo cuando los torsos chocaron y la música comenzó a resonar.

Sosteniendo la mirada
Se acercó y sin decir nada
Me agarró fuerte la cara
Y a la pista me arrastró

La música era latina, lo notaba por el idioma español y por los acordes, sin embargo tenía una letra pegadiza y el ritmo era exquisito para bailar de manera pegada con una pareja y al parecer eso la chica que tenía en brazos lo noto.

Mayonesa
Ella me bate como haciendo mayonesa

Esa era la letra de aquella canción que lo hacía mover sus caderas en conjunto con los de la mujer, y por alguna razón le encantaba sentirla cerca, tal vez era su olor o dulce mirar entre inocencia y sensualidad pero le atraía esa mujer.

Y por lo visto era mutuo ya que está más se restregaba con él al son de baile y el del alcohol que ayudaba a que estuviera en esas condiciones.

Todo lo que había tomado
Se me subió pronto a la cabeza

Estaban tan cómodos que no noto cuando esta estaba dándole la espalda mientras se restregaba aún más causándole estragos en todo su cuerpo, era capaz de llevarla al baño público y hacerla suyo sin importar, después de todo la música ayudaba a que no fueran descubiertos en caso llegara a suceder y por lo que le daba a entender la dama así era.

—Tengo que hacerte mía mujer —dijo en susurro mientras subía y bajaba sus manos por las caderas de la joven aventurándose a topar la piel expuesta por su falta, bajo la vista topándose con un bello tatuaje visible que le gusta, era una bella luna menguante y él era amante de la noche.

La joven regreso a mirarlo dejándose llevar por la música que sonaba y hacia soltar sus caderas y teniéndose de nuevo frente a frente, sin más la tentación fue más y el beso que se dieron lo demostró, ahí estaban besándose como si no hubiera un mañana.

Mayonesa
Ella me bate como haciendo mayonesa
No sé ni cómo me llamo
Ni dónde vivo (Ni dónde vivo)
Ni me interesa

No sabía en qué momento el sueño le había ganado y estaba en un lugar donde la música estaba lejana, tenía a la joven ahora sin mascara pero no podía verla bien, estaba más que borroso y solo la escuchaba y podía ver un poco de sus ojos carezca.

—Kagome está listo —dijo la joven mientras Sesshomaru intentaba mover su cuerpo pero este parecía no obedecerlo a pesar de estar sentado; o bueno, medio sentado ya que parte de su cuerpo estaba de pie recargado en una pared.

—Está listo —se escuchó la voz de una mujer que se le apareció.

—Listo chicas, está todo listo.

— ¿Por qué lo involucramos? Sesshomaru no tiene la culpa de su hermano.

—Pero sabía lo que el zángano de InuYasha me haría. Son unos demonios pequeña Rin, ellos jamás cambian y siendo honesta disfrutare ver sus caras en clases.

La risas femeninas si dispersaron y sintió como unos labios se posaban en los suyos y le susurraban algo despacio.

—No te pasara nada, estarás bien, al menos pude cumplir una antracita contigo Sesshomaru —pausó—, no te preocupes, no saldrás tan afectado como los demás.

Sin más su cuerpo pareció caer en un sueño ante el nuevo roce de los labios de aquella extraña que esperaba no olvidar.

Mayonesa
Ella me bate como haciendo mayonesa
Me contaron mis amigos
Que me encontraron
Bailando solo y que dijeron

Las miradas risueñas de la cafetería principal de la universidad daban a entender que todos sabían lo que había pasado en su fin de semana.

Se sentó en una mesa donde estaban varios de sus amigos y el estúpido de su hermano con el ojo morado y varios moretones más en los brazos.

—Te lo merecías en parte por lo que le hiciste a Kagome amigo mío.

Y tenía razón, su "querido hermano se había atrevido a jugar con Kagome, una joven dulce y tranquila y por ello siempre tenía el apoyo de sus amigos y amigas en caso de que alguien dañara a la joven.

Cosa que no espero su hermano fuera que en aquel bar les harían pasar el ridículo de su vida al dejarlos con las ganas, grabarlos y dejándolos sólo con su ropa íntima y para rematar, los habían hecho golpearse a propósito y por ello los moretones.

Siendo el único que se salvó de aparecer así fue Sesshomaru quien había despertado con su ropa y cosas consigo y seguro de la pequeña venganza que habían hecho contra el menor de los Taisho y su pandilla.

—Cállate Miroku, tu perdiste también una gran oportunidad.

—Eso crees pero no.

— ¿Y tú Sesshomaru? ¿Ya lograste recordar algo?

Sesshomaru calló, estaba más que molesto por haber caído en aquella situación, más cuando un amigo suyo de intercambio llamado Carlos le mostró algo horrible.

—Qué papelón Sesshomaru, cómo se reía esa mina cuando vos repetía y repetía, y repetía

— ¿Yo repetía? ¿Qué repetía qué?

Y ahí lo vio, un vídeo de él solo bailando en bolita y gritando ¡Soy mayonesa!

Podía sentir las miradas de todos y más del grupo de Kagome junto con una nueva chica que no lograba reconocer pero se le hacía familiar, sabía que su apellido era Tsurugi y era una chica recién llegada, según él.

¡Aaaah!

Todo en su cabeza era confusión y rencor, era una verdadera suplencia estar en aquella situación pero él se lo había buscado, solo a él se le ocurría ir a esos lugares y con las desgracias que le presagiaron que podían pasar.

Pero en lo más profundo de su inconsciencia le agradaba haber pasado lo que paso.

La joven con la que había estado no sabía con qué demonio se había metido, ahora sería él quien la hiciera batir las cosas que tenían pendientes. Ella no sabía que se había metido con el primogénito de los Taisho y este jamás se rendía para obtener lo que quería.