La divertida noche de Kaeya
- Capítulo único -
Las tres sirvientas los seguían de cerca, con Adeline frente a ellas casi pegada al brazo libre de Kaeya. Entendía su genuina preocupación, pero en verdad podía hacerlo solo.
— Señor Kaeya, ¿necesita que traigamos algo de agua para ustedes?
— No es habitual en el maestro que beba…
— Maestro Diluc, por favor díganos algo. ¿Está bien?
Su preocupación era apreciada, pero no requerida ahora mismo. Kaeya empuja la puerta de la habitación que sabe es del pelirrojo y entra, las señoritas se quedaron en la puerta esperando alguna instrucción o permiso. Aún con su maestro en esta situación no podían romper las reglas de la casa.
— Traigan dos jarras con agua, una toalla y lo que sea que se ponga para dormir. —Ordena Kaeya. Con cuidado, deja al pelirrojo sobre la cama y Diluc se queja en voz baja cuando su cabeza topa con la almohada. Le duele…
Se miraron entre ellas, ¿pero no fue él alguna vez un maestro también aquí? En cuanto una se movió, las otras dos lo hicieron también con velocidad para hacer todo lo que Kaeya pidió. El caballero de favonius aprovechó los pocos minutos a solas para tocar la frente de Diluc por un momento. Estaba caliente, era normal por el alcohol después de todo. Su hermanastro abre sus ojos apenas un poco, tenia los ojos vidriosos.
— De todas las personas… —Comenzó a hablar, la voz tan gruesa y ronca como siempre. Inexpresivo.
— …¿tenia que ser yo? —Terminó Kaeya por él, su sonrisa se mostraba un poco burlona por la situación. Debe estar muy irritado, conoce su temperamento. — Solamente yo recorrería medio Mondstadt para traerte seguro a tu mansión.
— Eres tú en quien no puedo confiar, idiota…
Las cejas de Kaeya se alzan, ¿oh? Hablar de confianza siempre fue un tema delicado entre ellos luego de los sucesos con su padre, pero pensó que ya era cosa del pasado. Diluc jadeaba en voz baja, llamando más la atención de Kaeya. Lo sabe, el calor. El alcohol tenía ese efecto, ¿lo olvidó? Sabe que Diluc no frecuenta beber, esto debió ser un golpe duro a su orgullo. Perder contra un Fatui… De solo recordarlo le entran ganas de reírse.
— Honestamente, ¿cómo pudiste meterte en algo así? Es demasiado infantil para un antipático antihéroe como tú. —No podía evitar querer molestarlo, ¿Cuándo fue la última vez que estuvieron así de juntos? Ah, no podía que sus memorias viajaran muy lejos ahora mismo, tenia qué cuidarlo.
El pelirrojo cierra sus ojos y frunce las cejas, girando su cuerpo para darle la espalda.
— Tú me lanzaste la botella.
Kaeya enarca una de sus cejas y amplía su sonrisa. ¿Qué con esa excusa? Sonó aún más inmaduro, no pudo evitar soltar la carcajada, negando suavemente con la cabeza. Diluc se encogió un poco al escucharlo y gruñó una palabrota.
— Pero no significa que tengas qué beberla. —Responde con un tono más suave.
La puerta de la habitación vuelve a abrirse, las tres chicas entran con prisa. Una deja dos jarras con agua sobre la mesita de noche, otra deja una toalla y un trapo más pequeños doblados a los pies de la cama, y la tercera le ofrece a Kaeya las prendas que su maestro usa para dormir usualmente. El único ojo visible de Kaeya brilló con algo de diversión cuando pudo ver el pequeño gorro sobre la camisa y el pantalón delgado del pijama. ¿En serio?
— Muchas gracias. —Dice, aceptando en sus manos el pijama. La señorita inclina la cabeza en respuesta. — Pueden retirarse.
Pero las tres volvieron a verse entre ellas, y luego miraron a Diluc quien seguía con sus ojos cerrados y un gesto de molestia.
— ¿Mi señor? —Pregunta una de ellas, y Diluc abre únicamente uno de sus ojos para verla. Su mirada era tan pesada que la señorita se sobresaltó y llevó una de sus manos a su pecho.
— Retírense… —murmura, girando su cuerpo de nuevo para quedar recostado sobre su espalda. Le pesaba el cuerpo, y lo sentía arder. Necesitaba quitarse ya la ropa y refrescarse y con tres señoritas viéndolo, no iba a hacerlo.
— ¡S-Sí!
— ¡Por favor, descanse!
— ¡Llame si necesita algo, mi señor!
Las tres salieron con prisa de la habitación y cerraron la puerta tras hacer una reverencia. Kaeya deja el pijama sobre la cama y se pone de pie, también dirigiéndose a la puerta. Pero la voz gruesa de Diluc lo hace detenerse justo cuando iba a abrir la puerta.
— ¿A dónde vas? —Pregunta Diluc,
Kaeya gira un poco su cabeza para verlo por sobre su hombro, su rostro lucía una agradable sonrisa y una aparente inocencia.
— Me voy. —Dijo simplemente. — Antes de que pase algo que te haga maldecirme todavía más.
— Mh… —Diluc se sienta lentamente y mira con ojos ausentes sus manos sobre su regazo. Cuando encuentra sus palabras adecuadas, levanta un poco el rostro y lo mira. — Es tu culpa que me encuentre en este estado tan vergonzoso. Lo menos que puedes hacer es… hacerte cargo. —Su voz sonaba pesada, líquida. Su vista estaba un poco nublada, y sus labios no podían mantenerse juntos ya que todavía jadeaba en voz baja. Si trataba de arreglarse él, seguramente seria un fastidio. Pero tampoco podía hacer que las señoritas lo desvistieran y vistieran. No era correcto.
— No te obligué a beber.
— Cállate y ven. —Alzó la voz, un poco. Kaeya se mostró sorprendido pero luego ríe en voz baja, acercándose a la cama de nuevo con un paso lento.
— Está bien, lo haré rápidamente.
Pero antes, toma una de las jarras con agua y se sirve en uno de los vasos de cristal, lo bebe a grandes tragos. Luego sirve nuevamente y se lo ofrece a Diluc, quien lo acepta y lo lleva torpemente hasta sus labios para beber también. El refrescante liquido le sentó muy bien, y a Kayea también. El moreno toma el vaso de vuelta y lo acomoda boca abajo sobre la mesita de noche.
— Coopera, ya quiero irme.
Kaeya se hinca sobre una rodilla y sujeta una de las piernas de Diluc con calma, le quita una bota y luego la otra. No sentir esa presión era un alivio, Diluc mueve un poco los dedos de sus pies y suspira. Luego retira sus calcetines y le ayuda con el pequeño cinturón sobre su muslo derecho.
— Tu ropa es muy problemática. —Murmura Kaeya, echándole un vistazo desde abajo. Podía sentir la mirada atenta de Diluc sobre sus manos y sobre sí mismo, como si fuera consciente apenas de lo que le había ordenado hacer. Le sujeta una de las manos y le ayuda a retirarse el guante, luego el otro. Podía escuchar su respiración tan pesada. Él mismo había bebido y ya tenia ganas de descansar. Mejor terminar con esto pronto…
Kaeya se inclina un poco al frente y lleva sus dos manos hasta el cinturón. Para su sorpresa, las manos de Diluc fueron directamente a las suyas para detenerlo. Kaeya enarca una ceja y levanta el rostro.
— ¿Qué?
— …
— Me dijiste que lo hiciera. —Kaeya inclina un poco el rostro y sonríe con diversión otra vez. — ¿A dónde te llevaron tus pensamientos, Diluc? —Pregunta, y sabe que su pregunta fue un golpe directo porque el pelirrojo evitó su mirada y chistó la lengua.
— Nada que te incumba.
Es tan fácil burlarse de ti.
Podría seguir, seguramente por horas, pero ya quería irse. Tampoco se sentía muy cómodo en esta casa, los recuerdos eran realmente incómodos. Ignoró a Diluc y decidió continuar con su tarea. Cuatro botones y luego desliza el cinturón fuera, llevándose consigo la visión. Continuó con la correa que sujetaba su camisa en un corte diagonal sobre su saco blanco, y luego comenzó a desabotonar los únicos dos botones para luego sacárselo por la cabeza a Diluc. El pelirrojo se dejó sin quejarse, levantando sus brazos para ayudarle. Kaeya deslizó su corbata fuera del cuello de la camisa negra con bastante más facilidad.
Ya sabia que Diluc no había apartado su mirada de sus manos, tampoco pasó desapercibido el momento en que su respiración se volvió un poco más pesada. Pero quería pensar que eran ideas suyas. Kaeya deja la corbata sobre la cama y lleva sus manos hasta el primer botón de la camisa negra, la desabotonó con bastante rapidez.
— Joder, por fin… —Murmuró Diluc al verse liberado de su camisa. El aire tocó su piel y lo estremeció, pero era una sensación agradable. El mismo se la quitó del cuerpo al deslizar las mangas fuera de sus brazos, un sonrojo se extendía sobre la clara piel de sus mejillas y por sus labios cruzó una sonrisa pequeña de placer.
Kaeya observó desde abajo, con su mentón recargado sobre una de las rodillas de Diluc. ¿Ya estaba mejor? Perfecto.
— ¿Debería seguir o ya lo tienes todo bajo control? Maestro Diluc. —su voz iba cargada de ironía, lo llamó como esas lindas señoritas. La mirada de Kaeya era dulce, tenía mucho tiempo de no verlo sonreír. Aunque sabe que ahora estaba relajado por el alcohol. El pelirrojo coloca una de sus pesadas manos sobre el cabello azabache de Kaeya, haciendo que cierre la boca.
— No. Hazte cargo. —Repite, su voz sonaba un poco más espabilada y… ¿algo irónica? Eso llama la atención de Kaeya, quien al levantar la mirada de nuevo se encuentra con unos brillantes rubíes mirándolo fijamente. Todavía tenia sus cejas fruncidas pero había algo en su mirada… Ya sabe hacia dónde va esto.
Debió irse cuando pudo, pero no había vuelta atrás. No iba a ganarle hoy también. Kaeya se incorpora un poco y lleva sus manos hasta el pantalón de Diluc. El pelirrojo levanta su cadera un poco cuando, después de desabotonar su pantalón, Kaeya empuja hacia abajo. Logra deslizarlo por sus piernas sin problema, y su ojo no podía evitar fijarse en cada pulgada de piel que iba dejando al descubierto. Maldición, ese bastardo… ¿Hasta qué punto fingió? Sabe que Diluc no es muy bueno manejando el alcohol, pero tenderle trampas para dejarlo a sus pies… Pese a que Diluc dijo la última vez que ya no se repetiría. Amaba ver a su orgulloso hermanastro comerse sus palabras, ¿pero tenia que ser ahora?
Kaeya bajó su mirada desde el rostro sonrojado de Diluc hasta…
— ¿Te excitaste viendo cómo mis manos te desvestían? —Preguntó, ni siquiera se sorprendió al ver la erección apretada bajo la ropa interior. Kaeya rodó su vista hacia arriba de nuevo y sonrió, enarcando una de sus cejas. — Me halagas, hermanito.
— No somos hermanos. —Contestó Diluc con un tono despectivo y amargo, sus dos manos fueron hasta los hombros de Kaeya en un agarre algo fuerte. — Y ni siquiera lo digas en voz alta.
— ¿Otra vez de mal humor?
La voz de Kaeya sonaba tranquila y provocativa, ¿no era él el de la erección? No era momento para enojarse. Kaeya pone sus dos manos sobre las rodillas de Diluc y se acerca otro poco, el pelirrojo no hace ningún esfuerzo por alejarlo. Esa forma de sujetarlo… ah, ahora siente deseos de empujarlo contra la cama y castigarlo por atreverse a ser rudo contra él. En esta situación, sería tan sencillo someterlo y burlarse.
— Claro que no lo somos. Los hermanos no hacen el tipo de cosas que tienes en mente. Pero entiende el ambiente y entra en el rol, idiota.
— ¿Rol…? ¿De qué estás hablando? —Diluc enarca una de sus cejas, el rostro de Kaeya se acercó hasta su abdomen en donde comenzó a repartir pequeños besos. La sensación es muy agradable, pero se mantiene firme en su actitud. Todavía no se ha perdido del todo. — No traigas tus juegos extraños a mi casa.
La estola que Kaeya tenia sobre el hombro derecho le hacia cosquillas en el torso y entre sus dos. ¿Y se quejaba de su ropa? La suya era igual de molesta que la de Diluc.
— Estabas tan enojado porque te traje a tu casa, pero realmente lo estabas esperando, ¿no es así? —Cuestiona con un tono algo ansioso, la elegante colonia de Diluc llegaba hasta su nariz. Kaeya inhaló y cerró sus ojos, no deseaba quedarse, pero… la recompensa por hacerlo parecía prometedora, aunque ya sabía cómo empezaría el día siguiente. — ¿Habrías hecho esto con cualquier persona que te trajera?
Diluc rechista y lo mira con evidente desagrado, pero su rostro cambió ni bien los labios del moreno comenzaron a repartir besos por su pectoral izquierdo. Maldición.
— Jamás. —Responde al instante Diluc.
Y menos considerando que la compañía era Venti, el asqueroso Fatui que todavía le debía una batalla y ese hombre tan elegante de Liyue. Pero con Kaeya… era distinto, por muchas razones. Diluc era un hombre bastante cerrado con su intimidad, y eso lo frustraba a veces. Su ética le impedía tener encuentros con personas que ni siquiera son cercanos a él, y casi desde el inicio tuvo esta clase de… sentimientos con Kaeya. ¿O calentura? Daba igual, fueron jóvenes muy curiosos y eso ni siquiera el tiempo iba a borrarlo. Menos ahora si lo repetían. Kaeya tenía razón, tal vez internamente Diluc había deseado esto. El alcohol hacia más sencillo que fuera sincero consigo mismo pero no por eso se lo iba a decir. Apenas un sonido salió de su boca cuando la larga y tibia lengua de Kaeya encontró su pezón.
— No soy como tú… —Agrega.
Ese comentario consiguió molestar a Kaeya. ¿Esa era la imagen que daba, que Diluc tenía de él? Ciertamente era coqueto, pero no se acostaba con todo lo que respirara. En realidad, ni siquiera lo hacía seguido. Torció su sonrisa y miró hacia arriba, todavía con el pezón rosado de Diluc entre sus labios.
— ¿Te doy asco? —Pregunta, su aliento acarició la húmeda piel de Diluc. Kaeya desliza su enguantada mano derecha por la pierna de Diluc hasta llegar a su entrepierna. Ciñó sus dedos a la forma y el pelirrojo contuvo la respiración. — Porque parece ser todo lo contrario.
¿Qué podía decir? Era verdad, no le daba asco pero sí le generaba una sensación tan extraña en su estómago cada vez que pensaba en eso, cuando veía a Kaeya hablar con Rosaria frente a la barra de su taberna. Pero era muy bueno escondiendo esa clase de sentimientos desagradables. Eso no importaba ahora, era su momento. Diluc deja caer sus párpados y suspira en voz baja cuando la mano de Kaeya comenzó a sobarlo por encima de la delgada tela, ya había una mancha de humedad en la tela oscura.
Su rostro sube hasta el de Diluc, quien le voltea la cara en un gesto de evidente molestia. ¿No besos, otra vez iba a negárselos? Kaeya tuerce sus labios y su mano aprieta un poco, pudo ver como aprieta la mandíbula pero no había indicios de que fuera a ceder. Como siempre, Kaeya tenía las mejores frases para provocarlo.
— Ah… eras más adorable cuando eras joven… —Comienza a hablar con un tono suave, aparta su mano un momento para quitarse los guantes y las pulseras con pinchos. No las iba a necesitar ahora. Consiguió que Diluc lo mirara de nuevo. Perfecto, eso quería. — La ropa de papá te quedaba tan grande y te veías tan lindo tratando de encajar en ella.
— No hables de mi padre ahora.
— Deja de hablar.
Diluc cayó en la trampa, y se dio cuenta tarde. Kaeya alzó ambas cejas y sonrió cuando el pelirrojo volteó la cara de nuevo hacia él, en ese momento terminó de acercar su rostro, sus labios chocaron con algo de brusquedad y hasta sus dientes toparon pero no importaba lo que el pelirrojo hiciera para apartarlo, Kaeya no lo iba a hacer. Estos labios, que siempre tenían un sabor fresco y agradable, esta noche sabían a alcohol. Su mano derecha continuó con su trabajo, encontrando la abertura en la ropa interior para sacar esa erección por fin. Diluc no podía quejarse, ¿sabe cuánto ama besar? Tal vez igual a cuanto amaba molestarlo. Cierra su ojo e inclina un poco su rostro para que sus narices no toparan. No importaba cuánto mordiera su labio, él no iba a apartarse. Siempre era así, pero nunca le hacia daño realmente. ¿Eran así, no? Se cuidaban el uno al otro a su manera.
Maldición, me atrapó…
Su mano era rápida y dura cuando lo sujetaba, sabía perfectamente cómo le gustaba. No eran manos suaves, Kaeya era un caballero después de todo, pero esas manos firmes se sentían bien sobre su piel. ¿Para qué pelear? Ni siquiera quería hacerlo ahora, ha pasado tanto tiempo desde la última vez que lo hicieron. Deja caer sus párpados y separa sus labios por fin, un poco. Kaeya encontró esta oportunidad como perfecta para deslizar su lengua dentro y encontrarse con la de Diluc.
Qué desastre. Había deseado que esto pasara, pero ahora que estaba sucediendo no podía creerlo. El arete de Kaeya tintineaba suavemente cada vez que se movía para besar su cuello o sus labios, bastardo inquieto. Diluc levanta una de sus manos y sujeta con fuerza el largo cabello de Kaeya. Ha jugado mucho con su cuerpo, y se ha burlado suficiente con esa sucia boca. El ojo azul de Kaeya lo mira con atención, seguía con su lengua entre sus labios y el mismo Diluc tenía un hilo de saliva desde la comisura de sus labios hasta su mentón.
— Ya basta. —Gruñe el pelirrojo, lleva su mano libre a su nuca y encuentra la pequeña liga que mantenía sujeto su alborotado cabello rojo. La suelta, y la cascara roja cae tras sus hombros al instante. La vista embelesó a Kaeya, quien no pudo evitar sonreír torpemente por tan atractiva imagen. — Has jugado conmigo suficiente. Hazlo bien.
Lo obligó a arrodillarse justo en el suelo, entre las piernas de Diluc. Lo agarraba muy duramente del cabello, su mueca de molestia era evidente. El pelirrojo se acerca un poco más al borde de la cama y con su mano libre, sujeta su erección para acercarla a los labios de Kaeya quien frunció sus cejas. El liquido preseminal ahora manchaba su labio inferior y su mentón.
— Siempre quieres apresurar las cosas, Diluc. —Gruñe Kaeya, ¿iba a dejar de sujetar su cabello así en algún momento? Es incómodo.
— Cállate y comienza, maldición. Estoy ansioso…
Sí, soltó su cabello. Pero solo lo hizo para poner sus manos a los lados de su cuerpo, sobre la cama, y acercarse otro poco. Diluc balanceó su cadera un poco hacia el frente y separó más sus piernas. Tenía razón, estaba ansioso. Normalmente él no se ofrecía así, si lo pensaba bien era muy estúpido no aprovechar. Cuando Kaeya concluyó eso, no pudo evitar relamer su labio inferior y recoger un poco de su sabor con eso. Está bien, era hora de avanzar. Kaeya se mantiene de cuclillas, su mano izquierda lo sujeta desde la base y abre su boca con calma. Su mirada estuvo fija en la de Diluc cuando se inclina y recarga el glande contra su lengua. La sensación húmeda y caliente hacen que Diluc frunza un poco el ceño y haga un sonido bajo, parecido a un suspiro de placer. Puede sentirlo palpitar sobre su lengua, tenia razón. Estaba ansioso. En ese caso mejor no hacerse de desear, antes de que si quiera se le ocurra volver a sujetarle el cabello así es el mismo Kaeya quien cierra su ojo y empuja su cabeza hacia la pelvis de Diluc, empujando cada pulgada de su miembro dentro de su boca.
Perdió práctica, pero no le costó mucho meterlo casi todo dentro. Era la misma sensación incómoda de siempre, hasta su maldita garganta joder. Pero la respuesta de Diluc valió la pena, maldijo en voz baja con la voz más sexy que haya escuchado en su vida y contuvo la respiración.
Una de las manos de Diluc va hasta su rostro, apartando con un toque gentil el flequillo que caía sobre su lado derecho del rostro. Kaeya abre su ojo y alza la mirada de nuevo. ¿Se porta dulce de pronto? Bastardo manipulador. La mano de Diluc acuna su rostro, con los mechones azabaches entre sus dedos, y muestra sus verdaderas intenciones cuando el toque gentil se vuelve algo mas fuerte y empuja su cabeza otro poco hacia su cuerpo. Lo poco que no había entrado entró por fin. Caló, pero la sensación incómoda desapareció un poco cuando mueve su cabeza hacia atrás y saca un poco más de la mitad de su boca. Se deslizó… muy fácilmente, en realidad. Tenia su boca llena de su propia saliva y del presemen de su hermanastro, qué terrible situación. Qué terrible… y muy caliente situación. Tal vez era por el alcohol, ¿pero está viendo a Kaeya sonrojado?
Kaeya conocía los gustos culposos de Diluc, y al mismo tiempo el pelirrojo no era tan ignorante con los de Kaeya.
Su afilada lengua comenzó a acariciar su pene, desde el glande hasta por debajo. Presionaba los puntos correctos, Diluc inclina su cabeza hacia atrás y no pudo evitar un gemido más grueso y grave que los suspiros anteriores. Era bueno, siempre lo trataba a la perfección. Al menos sabía hacerse cargo de sus desastres. La mano de Diluc lo anima a meter sus pulgadas dentro otra vez y a retroceder con un ritmo más rápido. El alcohol no iba a permitir que durara demasiado, además del esfuerzo que el mismo Kaeya hacía por complacerlo. Pero esta noche no iba a avergonzarse por cosas así.
—Mmh… Kaeya…
Su saliva iba acumulándose en su boca junto al presemen, Kaeya no podía tragarlo todo. Era vergonzoso, pero sentía cómo el exceso de fluidos se escapaba por la comisura derecha de sus labios directo hasta su mentón, cayendo hasta sus muslos cubiertos por el ajustado pantalón.
— Succiónalo… profundo…
¿Por qué demonios eran tan bueno? Esa lengua lo tenia temblando, le costaba mantener sus ojos abiertos para seguir viendo tan obscena escena. Las mejillas de Kaeya se hacían más delgadas cada vez que succionaba, resaltando la forma dentro de su boca. No iba a soportarlo mucho más, había una creciente incomodidad en su bajo vientre que hacían que solo quisiera liberarse. Bastó que Kaeya succionara justo sobre su glande para que Diluc levantara un poco su cadera y se corriera dentro de su boca sin siquiera alcanzar a avisar, temblando un poco.
Al menos no se corrió cuando lo tenia hasta la garganta, habría sido mas incómodo si sí. Kaeya se quedó quieto al percibir el sabor particularmente malo del semen dentro de su boca, manteniéndola abierta solo para él. El sabor tan amargo era incómodo, y mucho, así que ni bien Diluc vuelve a sentarse y suspira su nombre él se pone de pie y se cubre la boca con una mano. Maldición… se ve obligado a tragarlo, pero el sabor perduraba en su cavidad bucal. Kaeya toma una de las jarras que las señoritas habían dejado en la habitación hacía rato y bebió directamente, el agua le regaló algo de alivio no solo a su boca sino también a su cuerpo, aunque derramó un poco sobre su ropa y sobre el suelo. Por suerte Diluc no parece molesto por eso.
— ¿Por qué siempre haces eso? Ugh. —Kaeya se cubre la boca con el dorso de una mano, dejando la jarra nuevamente sobre el mueble. Se mira así mismo, y entonces comienza a desnudarse. De todas formas iba a quedarse, ¿no es así? Puede ver que Diluc no está complacido todavía, y conociendo su genio…
— Porque te gusta. —Responde el pelirrojo.
Era verdad, más o menos verdad. Le gustaba conseguirlo como recompensa, pero no saborearlo en el sentido literal. Pero termina riéndose en voz baja, quitándose por fin el pequeño chaleco azul con todo y la capa y su estola. Tenia una camisa interior con un muy pronunciado escote, igual que la chaqueta. Su pantalón tenia un corte alto, hasta la mitad de su abdomen. La figura de Kaeya era más esbelta que la de Diluc, pero eso no significaba nada. Era tan fuerte como él, aunque menos bruto.
— Date la vuelta cuando lo hagas.
Kaeya sonríe, pero no dice nada y solamente obedece. Sí, era siempre lo mismo. Se quita el cinturón y lo desliza fuera de las hebillas de su pantalón, su visión cryo se viene con él. Ni siquiera la miró, traería recuerdos que ahora mismo no necesitaba. Cuela sus dedos pulgares dentro del dobladillo de su pantalón y estira un poco.
Era una vista perfecta desde la posición de Diluc. Odiaba admitirlo, pero el cuerpo de Kaeya era muy atractivo en muchos sentidos. Su espalda no era lisa, sino que cargaba con él varias cicatrices que se había ganado todos estos años con los caballeros de Favonius. Pero no era su mejor atributo.
Kaeya comenzó a bajar su pantalón tan ajustado, y en cuanto el apretado y hermoso trasero del moreno saltó a la vista los ojos de Diluc se encendieron como un fuego que estaba listo para devorarlo todo. Se quitó el pantalón y luego las botas antes de darse la vuelta y mostrarse del todo frente a su hermanito. Sus manos en la cadera solamente enfatizaban la dura erección que apuntaba orgullosa hacia el techo de la habitación, y su rostro se mostraba complacido por ver como la erección de Diluc pulsaba un poco hasta levantarse de nuevo. Por supuesto, le gustaba mirar.
— ¿Feliz de que te haya traído a casa?
Diluc tuerce el gesto mientras Kaeya se acerca. Las manos morenas se enredan entre las hebras rojas de su espeso cabello, haciendo que levante el rostro. Los párpados de Diluc estaban a medio caer y las comisuras de sus labios hacia abajo. Aún así, las manos de Diluc buscaron la cadera de Kaeya para acercarlo.
— Siempre que hablas lo arruinas todo.
— Oh, sí. Voy a arruinarte. —Responde, inclinándose para dejar un corto beso en la frente de Diluc. — Ya me has seducido suficiente. Nadie es tan fuerte.
¿Para resistirse a Diluc? Por supuesto que no. Menos si el pelirrojo tenia ganas de pasar una noche interesante. Kaeya siempre seria feliz de apuntarse para ser su compañero y calentar su cama. Lo empuja hacia el colchón y se pone encima, atrapando las manos de Diluc justo sobre su cabeza. Estaba hincado, con su cadera en el aire mirando hacia abajo con su único ojo visible. Ese exquisito torso lo llamaba, pero tenía otros planes ahora mismo. Tenían que continuar. Desgraciadamente, nunca esperó que la noche se tornara así y no se preparó adecuadamente. No tenia gel de ningún tipo, ni siquiera de Slime. Tendría que usar su saliva. Ojalá el alcohol hiciera que no sintiera tanto dolor.
Diluc era más que solamente un tipo melancólico al que le gustaba el color negro. Sí, a veces cuando uno tiene qué tragarse sus palabras, lo hace y ya. Mantiene atrapadas sus dos manos con una de las suyas, y la izquierda la dirige hacia su boca para lamer sus dedos. Ahora mismo no había otra forma. La mirada rojiza de Diluc no se podía apartar de la mano de Kaeya ni de la forma en que su lengua lamía sus dedos. ¿Y decía que el lo sedujo? Parecía ser mas bien al revés. Mueve un poco de sus manos y al instante Kaeya aprieta más sus muñecas, negando lentamente con la cabeza.
— Ni siquiera lo pienses.
Diluc chista la lengua. ¿Iba a ser así hoy? Pero ya era el turno de que el moreno se divirtiera también, Diluc siempre se le imponía con fuerza pero oh, hoy no. Ni siquiera puede ganarle en fuerza ahora que el alcohol lo tiene tan relajado y caliente. Kaeya acomoda sus rodillas de tal forma sobre la cama que las piernas de Diluc terminan sobre sus muslos, extendidas para él. Esa erección rogaba nuevamente por atención pero ahora mismo no era lo que le interesaba. Baja su mano izquierda un poco más debajo de sus encogidos testículos, justo hacia su entrada.
Presiona un poco con sus dedos, y para su sorpresa uno de ellos no hizo mucho esfuerzo para entrar. Kaeya alza sus cejas con sorpresa y levanta un poco su rostro para ver a Diluc. ¿Acaso…? Una nueva sonrisa se deja ver en sus labios, haciendo que Diluc ruede los ojos con fingido fastidio y chiste la lengua, mirando en otra dirección.
— ¿Qué? —Pregunta toscamente.
Iba a ser inevitable que Kaeya lo usara en su contra, ya lo sospechaba. Mejor apresurarlo un poco, seria menos vergonzoso así.
— ¿Lo has estado haciendo solo?
Diluc cierra sus ojos. Lo sabía, por supuesto que iba a preguntar.
— ¿Y qué si es así?
Diluc era grosero, y muy orgulloso también. Pero eso le gustaba a Kaeya. Entrecierra con gusto su ojo visible y suelta una risa pequeña y traviesa, el segundo dedo entró igual. Un poco apretado, pero puede trabajar aquí perfectamente. Esto sin duda era reciente, ¿tal vez de esta mañana? Recuerda que en la mañana se encontraron frente a la sede, pero no pasó nada especial. A menos que haya cargado con deseo hacia él desde entonces. Pero que jugara con esta parte…
— Vamos, deseabas que estuviera arriba hoy. ¿Por qué siempre eres tan orgulloso? Si fueras más sincero, podrías buscarme cuando quieras.
Era fácil decirlo, pero Kaeya era muy escurridizo estos últimos días. Con Childe yendo y viniendo a Mondstadt, debía estar pendiente. Hoy solamente pasó que estuvieron en el mismo lugar y pasó lo que pasó, lo que estaba pasando ahora mismo en realidad. Kaeya junta sus dedos en el interior de Diluc y comienza a moverlos con un ritmo lento y suave. El pelirrojo hace una pequeña mueca, no dolía pero era extraño. Necesitaba más humedad. Y no tenia nada ahora, maldita sea. Él tampoco pensó que terminaría la noche de esta manera.
— ¿Alguna vez has pensado hacerlo en el sótano de vino? —Pregunta Kaeya, sacando sus dedos lentamente para acercarlos a su rostro y escupir sobre ellos una segunda vez. Los lleva de nuevo y esta vez, empuja ambos al mismo tiempo. Diluc suspira en voz baja y se estremece. — ¿O repetirlo en la taberna?
— No- No ahí. —Murmura, su mano derecha va hacia su propia erección para apretar suavemente y comenzar un bombeo lento y duro sobre su eje. Los ojos de Kaeya se ven inmediatamente atraídos hacia el espectáculo, continuando con su labor de dilatarlo un poco más. — No pienses en lugares raros ahora…
— ¿Por qué no? —Kaeya ríe suavemente. — Creí que te gustaba experimentar y romper esa imagen tuya, tan recta y aburrida, de vez en cuando. —El moreno pasa su lengua por encima de su labio inferior en un movimiento rápido que hace que Diluc contenga la respiración otra vez. — Hazlo más rápido. —Anima, con eso último se refería a su masturbación. Kaeya aumentó un poco la fuerza con la que sus dedos entraban, lo hacia hasta los nudillos y luego retrocedía para volver a entrar con calma dentro de su piel. Podía sentirlo con las yemas de sus dedos, su interior apretado y arrugado. Definitivamente no podía arrepentirse de haberse quedado. Aunque lo intentara, Diluc no podía acallar los bajos suspiros y jadeos. Los dedos de Kaeya y su propia mano hacían un buen trabajo para relajarlo.
Pronto la habitación se llenó de los sugerentes sonidos de Diluc y la voz alentadora y aterciopelada de Kaeya. Era vergonzoso que lo viera tan fijamente y al mismo tiempo, le gustaba que lo hiciera. Su mano iba algo veloz sobre su cuerpo, pero los dedos de Kaeya eran cuidadosos desde su interior. Se encargaba de acariciar sus paredes y de presionar los puntos que tenia qué presionar para hacerlo sentir bien. Diluc no lo ha notado, pero la mano libre de Kaeya acariciaba su propia entrepierna mientras seguían. Era un coro de suspiros entre ambos, ambas pieles ardían y tenían sus cuerpos cubiertos por pequeñas perlas de sudor. El presemen de Diluc se deslizaba desde su glande hasta sus dedos, y desde ahí hasta su propio abdomen. Cálido y algo espeso, iba a ser su segunda corrida.
Odiaba, desde lo profundo de su alterada alma, que hacer esto con Kaeya se sintiera tan bien. ¿No pudo ser con alguna mujer, como era lo normal? No sabe cuándo es que sus gustos se torcieron de esta forma, pero maldición, pocas cosas se sentíam tan bien en comparación a esto. Kaeya era la persona más molesta e irritante para él, pero ahora mismo no podía evitar verlo y pensar en lo atractivo que era. Sudaba sobre su cuerpo y sonreía entre cada gemido para él, su sudor caía desde su mentón hasta el torso del pelirrojo, su nombre salía de entre sus labios abiertos y su pesada y líquida mirada azul estaba puesta sobre su rostro. Kaeya era atento, siempre lo ha sido en la cama.
El sonido húmedo de sus dedos en su interior opacaba el de sus pieles en mano de cada uno, pero no sus suspiros y gemidos. ¿Era suficiente? Si separaba un poco sus dedos, podía sentir la piel expandirse junto a ellos y no veía mueca alguna de dolor o incomodidad en Diluc. Era el momento adecuado. Kaeya se detiene para sacar sus dedos y mantiene su erección erguida con ayuda de una mano sujetando desde la base, su pecho subía y bajaba por su acelerada respiración, igual que el de Diluc. No pudo llegar, pero estaba bien.
— Aquí vamos…
Kaeya le sujeta de la cadera con una sola mano y trata de acomodarlo para que su espalda baja se levante de la cama, incluso acomodó una almohada bajo su espalda baja. Veía todo de él, una espléndida vista de su entrada esperándolo. Guía su erección con ayuda de su mano y empuja al presionar suavemente su cadera contra Diluc cuando el glande se posiciona justo sobre su entrada.
Ya han llegado lejos, muchas veces hasta ahora. Continuar no estaba mal.
Entró, aunque costó un poco de presión pero entró. Diluc cierra sus ojos y se queja en voz baja, era diferente tener un par de dedos dentro que tenerlo… a él dentro. Kaeya estaba muy bien dotado, ¿no iban a volver aquellos días de jóvenes donde esto no era tan doloroso? Ah, eso era imposible. Ni siquiera el alcohol alivió un poco la sensación, pero Kaeya fue paciente y esperó a la indicación de Diluc antes de moverse suavemente contra su cuerpo otra vez.
Kaeya inclina su cuerpo hacia el frente, sus rostros estaban juntos. Tan solo quería verlo de cerca y respirar su mismo aire, sus respiraciones pronto se mezclaron pero Diluc se negaba a besarlo otra vez, incluso se mordía el labio para evitarlo. Era tonto que mantuviera esa actitud incluso ahora.
— Maldición… realmente eres grande…
— Haha, tomaré el halago.
Una de las manos de Diluc se aferra al cabello azul de Kaeya, estirando suavemente. Sus ojos se entrecerraron y sus labios se separaron.
— No es un halago, idiota.
Pese a que Kaeya se movía lento contra su cuerpo, de todas formas era incómodo. Kaeya lo entendía pero no podía detenerse, no ahora. No cuando avanzaron tanto. No tardaría en disfrutarlo, de eso estaba seguro. Fue cuestión de un par de minutos antes de que el sonrojo volviera a extenderse por el rostro de Diluc. Su respiración se volvió pesada de nuevo, y la mano que sujetaba el cabello de Kaeya decidió que era buen momento para soltarle la liga y dejar que la cascada azul cayera por sobre su hombro hasta su pecho. Kaeya suspiró su nombre y sonrió débilmente, todavía lo miraba.
— Mm- Aah…
— ¿Se siente bien? —Pregunta, sus manos sujetan con firmeza las piernas de Diluc justo tras sus rodillas para mantenerlas separadas y dobladas. — ¿No es doloroso? Dímelo, con tu lagrimosa y vergonzosa voz. —Pide, nuevamente su lengua pasa por sobre su labio inferior en un gesto lascivo para él.
Pero Diluc no le estaba haciendo caso, estaba más concentrado en sentir. Cada suave embestida golpeaba sus nalgas con suavidad, y cada sonido que Kaeya soltaba para él eran como música en sus oídos y en su cabeza, sus pensamientos se estaban nublando. ¿Podía tener más de esto? Kaeya dijo que si dejaba su orgullo a un lado podría tenerlo todo lo que quisiera, ¿pero realmente podría conseguirlo?
Lo quería mas rápido, fuerte y vigoroso. Pero Kaeya estaba tan pendiente de él que seguramente, si no lo decía directamente, iba a continuar igual. Aunque, en realidad, sí había otra manera. Kaeya no era el único que sabia cómo molestar al otro. En realidad, Diluc tenía sus propios trucos. Hacía tiempo que no recurría a ellos.
— Kaeya…
— ¿Mh?
La mano que le sujetaba el cabello se desliza lentamente hasta su cuello, presionando gentilmente sobre la curvatura con el hombro. Pudo ver como el caballero contuvo la respiración y se le quedó viendo fijamente, ¿qué clase de rostro tendrá ahora mismo en su cara? No quiere saberlo, debe ser una expresión muy vergonzosa como para robarle al aliento al capitán de caballería.
— Se… Dentro de mi… ¿Se siente bien? —Pregunta con una media sonrisa, sus cejas estaban alzadas y su rostro sonrojado casi hasta el cuello. Lucía arrebatadoramente encantador, ni siquiera el caballero podía con una imagen así. Un estremecimiento recorrió toda la espina dorsal de Kaeya, quien también gimió en voz baja el nombre de Diluc y se tensó encima suya, conteniéndose.
— ¿Esa… es tu manera de decir "sí, se siente bien"? —Cuestiona, su sonrisa se torció de una forma un poco extraña. Parecía molesto, pero también sumamente excitado. Kaeya sale unos momentos del interior de Diluc para girar su cuerpo con calma. Le levanta la cadera y guía su erección nuevamente hasta su entrada, presionando fuerte para volver a entrar. —¿Prefieres usar otros encantos a decirlo directamente? Eres tan orgulloso…
Me molestas.
Pudo simplemente decirlo, no era tan complicado. Pero tenia su forma de hacer las cosas y por alguna razón, lo encendía. Era el estilo de Diluc. Kaeya se encorva un poco y presiona la cabeza de Diluc contra la almohada, el hombre apenas y gira un poco su cabeza para verlo. Seguía sonrojado, y jadeaba en voz baja por su unión retomada. Enreda sus dedos entre las hebras rojas y estira un poco, Diluc hace una mueca y su cabeza se inclina hacia atrás por el agarre. ¿Era su venganza? Enredó la mano hasta la muñeca en su cabello y su mano libre lo mantuvo sujeto por la cadera, manteniendo su trasero arriba. La erección de Diluc se mantenía erguida en el aire, goteando presemen hasta manchar la misma almohada que hacía apenas un momento estaba bajo su cadera.
— Pero si tanto quieres escucharlo, te lo diré, querido hermanito. Es tan… Increíble.
— ¡Ngh!
Una fuerte embestida empuja su cabeza de nuevo hasta la almohada, pero la mano de Kaeya insiste y vuelve a levantarla un poco. Su cabello dolía, pero atrás se sentía tan bien. Diluc frunce sus cejas de una forma un poco extraña, su gemido tuvo algunos toques de incomodidad pero mayormente… se sentía bien. Era lo que ambos pensaban.
— Es increíble, Diluc. Tu interior es increíble. —Repite Kaeya, cerrando su ojo y suspirando ruidosamente. Su cadera llevaba justo el ritmo que el pelirrojo había deseado. Era fuerte, y golpeaba su trasero con sus bolas y su cadera con fuerza. Estaba dejando su bonita piel clara algo roja por la irritación.
— Su-Supongo… que se siente bien… —murmura Diluc, un comentario que se escapó por debajo de su orgullo.
El sonido de sus cuerpos era tan húmedo, el presemen de Kaeya brotaba como hilos escurridizos entre sus muslos internos hasta el colchón. Podía sonar obsceno, pero para ambos era bastante placentero y estimulante. La cadera de Diluc comenzó a moverse contra la de Kaeya, logrando que cada embestida fuera incluso más fuerte. Kaeya abrió su ojo y sonrió de nuevo, jadeando en voz baja.
— Esa cara tuya… —susurra, halando un poco de su cabello rojo en un gesto juguetón. Diluc tenia sus ojos cristalizados y las cejas hacia arriba. Una expresión así en su usualmente inexpresivo rostro era oro puro. Había rabia contenida, pero también un infinito y puro deseo en sus ojos rojos. Amaba tanto esas expresiones en él. — Es tan…
— Cállate. —Responde Diluc, no quería escucharlo ahora. Pero parece que Kaeya no estuvo de acuerdo, pues su mano impactó contra su glúteo derecho y sintió el golpe hasta lo más profundo de sus entrañas. Su carne interior se ciñó otro poco al miembro de Kaeya, quien también reaccionó.
— ¡Oh!
— Ah- M- ¡Mph!
— ¿Debería hacerlo de nuevo?
— ¡No!
¿Qué derecho tienes a decidir?
Un pensamiento fugaz que cruzó por su mente. ¿No era obvio quién estaba sometiendo a quién ahora? Lo tenia sujeto del cabello incluso, y era Diluc quien ponía esa expresión tan irresistible. Lo estaba seduciendo de nuevo, y lo estaba logrando. Merecía que lo tratara con la misma pasión que le demostraba, si no quería ir lento no lo haría ahora. Diluc era cero romántico.
¿¡Por qué esto se siente tan bien!?
Algo estaba mal consigo por disfrutar tanto de esto, o al menos eso pensaba el pelirrojo. Que le agarrara el cabello así era muy incómodo, pero lo que hacía con su cuerpo era oro puro. Estaba al borde, no pudo evitar llevar su mano izquierda a su propia entrepierna para comenzar a masturbarse con fuerza, fiel al ritmo que el caballero imponía sobre su cuerpo. Kaeya lo notó pero no dijo nada, él mismo estaba cerca. La mano libre de Kaeya sujeta la mano libre de Diluc sobre el colchón, sin darse cuenta entrelazaron sus dedos. Amaría darle un beso ahora pero seguramente iba a morderlo otra vez y ahora no le apetecía.
— Diluc… aah… voy a terminar dentro. —Avisa, su voz sonó contenida y ronca, grave. No podía ser el Kaeya calmado en esta situación. El moreno tuerce sus labios y suspira el nombre de su amante otra vez, sentía esas deliciosas contracciones sobre su carne.
— ¿¡H-Hah!? ¡No, de ninguna manera!
Kaeya les dio a ambos las embestidas que necesitaban para alcanzar su orgasmo. Siempre reservaba los golpes a su próstata para estas situaciones, ¿no era mejor así, con un orgasmo más fuerte? Golpeó su próstata dos veces hasta conseguir que Diluc maldijera en voz alta y gritara su nombre, seguido de un golpe contra el colchón cuando se derramó sobre la almohada. Las contracciones de su carne alrededor de su duro miembro le dieron a Kaeya lo que necesitaba para derramar su semilla dentro del pelirrojo, apretando un poco las hebras rojas con su mano. Obligó a Diluc a mantener su cabeza inclinada hacia atrás unos segundos después de sus orgasmos, ambos jadeaban en voz baja y parecían haber perdido toda clase de inteligencia. Ahora solo se movían para recuperarse.
Poco a poco, Kaeya empuja su cadera hacia atrás y sale de su interior, dejándose caer sobre el agotado cuerpo de Diluc. Su cabeza cae justo en la almohada de al lado, el moreno aún jadeaba en voz baja cuando sus miradas se encontraron y fue el mismo Diluc quien se acercó para besarlo en los labios. Estaba cansado, pero Kaeya correspondió con lentitud y una calma que ahora mismo no poseía. Valía la pena el esfuerzo, Diluc pocas veces lo besaba a él.
— Mmm…
— ¡Ah!
Parece que ya se dio cuenta de lo que hizo, pues de repente los ojos de Diluc se abrieron un poco más y se apartó de su rostro. Lo sabía, pero no iba a molestarse ahora. Kaeya le regala una sonrisa pequeña y un suspiro con su nombre.
— Extrañé tu cuerpo.
— Pero qué dices… —Contesta Diluc, apartándose otro poco para girar su cuerpo y quedar recostado sobre su espalda junto a Kaeya. Ambos hombres tenían sus brazos extendidos a los laterales y sus respiraciones aún aceleradas. Iban a tomarse un momento para recuperarse.
Esta es la parte donde…
— Si ya terminaste vete.
Kaeya cierra su ojo y sonríe sin darse cuenta.
Por supuesto.
No esperaba menos, era siempre lo mismo. A veces en la mañana, y otras veces literalmente acabando. Fuera como fuera, Kaeya siempre lo ignoraba al recostarse de lado y colocar un brazo sobre el torso de Diluc en un abrazo que siempre empezaba como algo incómodo, pero era cuestión de tiempo para que el pelirrojo se relajara y se dignara a verlo al ojo. Y cuando eso pasó, Kaeya le mostró otra pequeña sonrisa.
— ¿No dijiste que debo hacerme responsable? Voy a limpiar tu cuerpo.
Oh, y también iba a vestirlo. Quiere ver cómo se ve con ese adorable gorrito del pijama. Y no iba a escaparse de eso.
Nota de la autora
Bueno, en el capítulo 10 de mi fanfic "¿El amor es realmente tan fuerte?" hubo una escena en específico donde Diluc, tras perder una batalla de ver quien se tomaba una botella de vino entera contra Tartaglia -o bueno, Childe como lo llamo en ese fic- es llevado a su mansión por Kaeya ya que, está todo borracho. No quise escribir esa escena aquí sino lo que seguía, pero por si querían el contexto completo ahora ya lo conocen uwu El fanfic es originalmente ChiLumi pero soy fujoshi, me es inevitable no meter subliminalmente otras shipps que me gustan 9/9
La escena es la siguiente, por si tienen curiosidad:
— Maldita sea, ya váyanse todos de mi estúpida taberna…
— Cuida esa boca. —Kaeya ríe en voz alta, sujetando bien a Diluc cuando lo siente pesado de pronto. El pelirrojo estaba recargado contra el cuerpo del moreno, con la cabeza casi colgando de lo pesada e inflamada que la sentía. Ni siquiera podía abrir sus ojos, solo podía quejarse y gruñir. Kaeya lo sujetaba con un brazo sobre sus hombros y otro por la cintura, era la única forma en que su hermanito no caería.
Fue una batalla épica, pero el ganador no había quedado muy claro. Aunque sí podía verse que Childe no estaba tan mal, él si podía mantener sus ojos abiertos y esa sonrisa burlona en sus labios. Aunque a Childe lo tenía sujeto por la cintura y cerca de su cuerpo, a Venti tan solo lo tenía agarrado por la capa. Hacía rato que había perdido la consciencia y solo dormía, no puede quejarse del poco cariño que el arconte geo demuestra al llevarlo de esta forma.
— ¿Admitirás la derrota?
— ¡Nunca! Agh, maldición. —Diluc se lleva una mano a la frente, le punzaba tan fuerte. Estúpido alcohol. Si no fuera por Kaeya, posiblemente estaría recargado contra una pared pero no en el suelo, su orgullo no lo dejaría. — Los Fatui solo causan problemas, se lo dije a Jean…
Childe y Kaeya se ríen, uno por una extraña ternura y el otro por la victoria.
— Pelearás con él luego, te llevaré a tu mansión.
— Maldición, tu suéltame. No me agradas.
— Como digas… Caballeros, es suficiente para nosotros por hoy. —Kaeya inclina un poco su cabeza a modo de despedida. — Gracias por darme una noche tan divertida.
Lo decía con sinceridad, hoy pudo ver toda clase de expresiones vergonzosas de su hermanastro. Enserio la pasó bien.
— Tengan cuidado en el camino… —murmura Zhongli, y Kaeya solo levanta una mano en el aire en señal de que escuchó, pero no dejó de caminar. Diluc hacia su mejor intento por caminar también, pero más parecía que arrastraba sus pies y daba brincos torpes cuando eso pasaba. No esperaba humillarse tanto.
