(Esta historia es parte de una actualización masiva)
Hola a todos, aquí SilentDrago. Esta es mi segunda vez aquí, pero en esta ocasión traigo una pareja distinta a la de la ocasión anterior, una que es muy popular. Sin más dilación, los dejo para que lean y nos vemos abajo con más.
Al arrebolarse el cielo
En medio de las flores del ikebana, solo dos pudieron florecer en mi corazón. Una fue mi amor por las bandas de música… y la otra fue mi amor por una de mis amigas.
Moca y yo nos conocimos en un parque cuando éramos niñas. Desde entonces hemos estado juntas, y aunque más chicas se nos unieron en el camino, el lazo que formamos se había vuelto muy fuerte, especial, algo que no podía describir por más que lo intentara.
Esa personalidad tan particular que tiene es una de las pocas capaz de entender la mía. No importa si estoy molesta o triste; Moca siempre sabe qué decirme para subirme el ánimo. Que nos enamoráramos no resulta descabellado entonces. Sin embargo, mis gustos chocaban con la tradición familiar.
Cuando mi padre nos descubrió, me obligó tanto a terminar nuestra relación como a dejar mi amada banda. Ya que Moca y yo íbamos a la misma escuela, vernos era duro. Ninguna de las dos quería mantenerse lejos de la otra, pero sabíamos que si nos acercábamos las cosas podrían complicarse para ambas. Nuestras amigas intentaban ayudarnos, pero las buenas intenciones no bastaban.
Volcada de lleno al ikebana, trataba de superar las penas; me era imposible. Con solo ver esas ridículas flores surgía en mi interior un odio profundo. Odiaba sus pétalos, sus colores, esa viveza que representaban cuando mi interior estaba muerto. Destrocé algunas unas cuantas veces, siempre con discreción y siempre simulando que habían sido accidentes.
Cuando peor lo pasaba era cuando veía al sol ponerse. Para todas nosotras, era un evento importante; el nombre de nuestra banda, Afterglow, deriva de eso. En silencio, dejaba que mis lágrimas cayeran por las tardes mientras pensaba en la banda y en Moca. Para cuando anochecía, me sentía seca.
Un día, al borde de la locura, decidí afrontar la situación. A pesar de que me lo tenían prohibido, hablé con las chicas para ver si todavía había un espacio para mí en la banda. Con Moca, sin embargo, no pude hablar normalmente; la tensión entre nosotras a causa de la ruptura seguía ahí aun cuando ninguna de las dos era en verdad responsable de lo ocurrido. Lo único que quería en aquel momento era recuperar nuestra relación y volver a besar esos labios que me habían sido arrebatados, y sé que no era la única: los ojos de Moca se notaban tristes y anhelantes. Así como ella conocía todos mis secretos y facetas de mi personalidad, yo también conocía los suyos.
Tras nuestra charla, las cosas con el grupo lograron descomprimirse un poco, por lo que después confronté a mi padre. Él me dijo de todo, pero yo le hice la invitación a un festival de música para que nos oyera tocar. A regañadientes, aceptó.
Volver a la guitarra fue uno de los sucesos más hermosos de mi vida. Recuerdo que canté con toda la pasión que pude. De vez en cuando mi vista se dirigía hacia Moca, quien tocaba a mi lado; todavía quería recuperar su amor. De quien sí logré recuperar algo de amor fue de mi padre, quien comprendió lo importante que era la música para mí. Lo único malo fue que no me dejó volver con Moca, esperando que algún día me enamorara de un hombre con el que pudiese tener herederos de la tradición familiar.
Ya han pasado algunos años de esos eventos: sigo soltera y sin intención de encontrar marido. No puedo mentirme a mí misma, por más que a mi padre le moleste.
Las chicas y yo ya hemos recompuesto nuestra relación, por lo que ahora me dedico tanto a tocar con la banda como al ikebana. Solo hay una cosa que debo solucionar, y es lo de Moca. Volvimos a ser amigas, pero no hemos vuelto a ser novias. Sé que ambas queremos recuperar nuestra relación; nada más hay que vernos. Lamentablemente, la situación no es la ideal como para recomponer el noviazgo. No obstante, a pesar de la oposición de mi entorno familiar, estoy segura de que volveremos a estar juntas y miraremos las puestas de sol como antes… Abrazadas… Enamoradas… Felices…
Ese día, cuando anochezca, será nuestro nuevo amanecer. No pierdo la esperanza.
Hasta aquí la historia. No olviden dejar sus reviews.
Arrebol según la RAE: Color rojo, especialmente el de las nubes iluminadas por los rayos del sol o el del rostro. En inglés, afterglow.
La génesis de esta historia está en una canción de la cantante noruega Laila Samuels. ¿Saben cómo se llama dicha canción? «Afterglow». Quise mantener el aire del tema, por eso hice que Ran y Moca siguieran separadas al final, aunque la puerta para que vuelvan se mantiene abierta.
Por último, antes de terminar, quiero hablarle a uno de mis lectores. Sabes que hablo de ti: aquí está el fic que tanto querías y que me comentaste en la página. Espero que haya sido de tu agrado.
Sin nada más que decir, SilentDrago se despide de momento.
