Advertencias: Omega Harry. Top Harry. Alfa Draco. Bottom Draco. Universo no tan apegado al canon. Sólo porno, disfruten.
Disclaimer: Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling
Extraña atracción
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Harry era un omega poco convencional, lo supo desde que manifestó su dinámica dos años después que todos. No cumplía el estereotipo de cuerpo delicado y curvilíneo; era un poco más alto que el común entre su género, y tenía músculos por todo su cuerpo gracias al intenso entrenamiento de Auror.
Además, debido a su naturaleza como omega dominante, tenía un pene grande, mucho más que el promedio incluso entre los alfas; quizá por ello le gustaba más dar que recibir, en el sentido sexual de la frase, claro —nadie podía negar que es un romántico de corazón—.
Realmente no cumplía con el prototipo de omega que un alfa buscaría, y los de su género definitivamente no despertaba compatibilidad en él; lamentaba enormemente que, por ello, su vida sexual era casi nula a sus 23 años.
Sólo tuvo tres oportunidades para ser quien penetraba, ninguna de ellas fue placentera y una casi no contaba porque fue en la fiesta de graduación de su entrenamiento como Auror y el estado de embriaguez que tenía encima le impedía recordar mucho.
Deseaba que llegara alguien que pudiera recibir todo el tamaño de su miembro y disfrutarlo.
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Draco era un alfa muy extraño.
Aunque era alto, atractivo y sobresaliente en cualquier actividad que se propusiera —fue el segundo alumno más destacado de su generación y el único con notas perfectas en clase de pociones y defensa contra las artes oscuras—, manifestó su dinámica a la edad adecuada y sus niveles de hormonas eran bastantes saludables... se sentía fuera de lo que las costumbres y sociedad le dictaba que fuera.
Principalmente porque le gustaban los alfas. Claro que había estado ya con omegas —en el rubro sexual—, le gustaba mucho los aromas dulces que emanaban y era placentero ver cómo se perdían en el placer con él. Pero, si podía ser sincero, adoraba pensar en sujetos más grandes y rudos que él lo sometieran de formas que avergonzarían el intachable apellido Malfoy —como le recalcaba su padre cada vez que podía—.
Uno de sus sueños, era encontrar un pene de un tamaño igual o superior al suyo para que le destrozara; y no dudaría en entregarse por completo apenas encontrara a alguien que le pareciera perfecto para ello.
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Aun a la distancia, Harry podía escuchar la música del pub casi como si estuviera detrás de él. Sacudió su rostro para despejar las feromonas alfa que pululaban en el aire; no quería que el instinto lo cegara y distrajera de la imperiosa necesidad que sentía por penetrar sin piedad el hermoso trasero blanco de quien tenía sometido entre su cuerpo y la pared.
—¿Puedo darte una bofetada? —Preguntó Harry mientras masajeaba las nalgas redondas con ambas manos.
—Deja de preguntar y hazlo.
Bastó sólo eso para soltar un par de nalgadas, con poca fuerza y sólo hasta dejarlas brillando con un toque carmesí.
Era armonioso, casi mágico la deliciosa sensación que rodeaba su pene. Nunca había sentido algo igual a ello, y por eso estaba completamente dispuesto a disfrutarlo.
Hacer caso a Hermione y Ron de salir esa noche fue la mejor decisión que ha tomado; fue una emoción indescriptible tener la oportunidad de ver a Draco Malfoy entrando al lugar donde estaba, ataviado con un pantalón de traje casual que resaltaba sus nalgas, una camisa blanca que marcaba su ancha espalda y cintura estrecha, y exudando ese aroma imponente de alfa.
Logró olvidar en un instante toda la enemistad que duró tantos años.
Bendita sea la ropa ajustada.
Sagrada sea la ropa ajustaba en Draco Malfoy.
Le bastaron cinco minutos para invitarle un cóctel, siete minutos más llevarlo a bailar al centro de la pista y sólo dos piezas de música para tenerlo entre sus brazos, besándole y proponiéndole un buen encuentro casual en su casa.
Aceptó gustoso con una sonrisa; aunque saliendo del pub, Draco no pudo esperar demasiado y le acorraló en el primer callejón desolado que vieron.
Toda esa adrenalina, más el aroma a menta del alfa a quien penetraba sin piedad sabían a gloria.
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Como todos los viernes, Draco salió a distraerse de su trabajo y de su vida en general. Ser alfa —más de una familia reconocida y antigua como lo eran los Malfoy— significaba tener al ojo público sobre ti todo el tiempo, esperando que fueras en todo excepcional, que el sinónimo de perfección sea tu nombre y esencia.
Y qué mejor que distraerse un poco saliendo a tomar una copa y bailar un poco con sus amigos. Por insistencia de Nott, fueron a la parte muggle de Londres, convenciéndoles que en ese pub estaba el mejor ambiente de toda la ciudad; aceptó a regañadientes, pero la suerte parecía sonreírle una vez más, ya que apenas entró, logró reconocer a Harry Potter entre toda la multitud.
Se enteró que Harry se presentó como omega poco después de salir de Hogwarts, pero realmente era completamente lo opuesto a lo que se espera de uno: era alto —sólo pocos centímetros más bajo que él—, aun debajo de esa chaqueta de cuero tenía unos bíceps que rivalizaban con los de un alfa, y por Merlín, lo mejor de todo fue admirar lo ceñido que era su pantalón de mezclilla, y como éste detallaba a la perfección el enorme paquete que tenía lo que había entre sus piernas.
Aun cuando portaba en su cuello el collar de cuero que tenían todos los omegas para proteger su glándula, todo en él gritaba alfa… salivó de inmediato como un perro condicionado. Casi podía medirlo, calculaba eran más de quince centímetros… y en reposo.
Sería un idiota si dejara pasar esa oportunidad de oro. Potter era el epítome de un Dios vikingo en la tierra.
Fue sólo cuestión de tiempo; en menos de media hora estaban saliendo del pub rumbo a la casa de Harry para tener sexo... pero él no podía esperar, y lo llevó al primer lugar desolado que vio. Se olvidó en un instante del casi inmundo y angosto callejón en cuanto Harry le besó y arrinconó contra la pared; sus labios eran dulces y suaves, muy contrario de la lujuria desmedida con la que mordía a su paso.
Le dio la vuelta sin delicadeza, conjuró un hechizo de lubricación y comenzó a dilatarlo con sus dedos gruesos y callosos; Draco estaba delirando, si así se sentía con la maestría de sus manos, no quería saber cómo sería con su pene entre sus nalgas.
—¿Tendré que esperar toda la maldita noche? —Quería sonar más rudo de lo que se escuchaba, pero los gemidos no se lo permitían.
—Maldito desesperado.
Y no tuvo que esperar demasiado para sentir como insertaba centímetro a centímetro de ese monumento entre sus piernas.
La quemadura era lenta, tortuosa… todo ese dolor se transmutaba directamente en placer cuando Harry tiraba de su cabello hacia atrás y, con su mano, apretaba con fuerza exacta sobre su cuello, limitando su respiración y agitando su corazón.
—Eres increíble Malfoy, lo estas disfrutando por completo, y apenas va la mitad...
—¿Qué…?
Una estocada más le devolvió a ese paraíso en el que lentamente se sumergía. Fue indescriptible las sensaciones que llenaban lentamente su cuerpo, el aroma omega que percibía era de un calor espontáneo, las feromonas que olfateaba comenzaban a despertarle sus instintos más primitivos, aquellos donde sólo quería más y más.
Haciendo uso de toda su fuerza, recargó una de sus manos en la pared y con la otra empezó a masturbarse con desesperación; sentir la presión del pene de Harry rozar su próstata mientras él se autocomplacía era lo mejor que había sentido en toda su corta vida. Pronto, tocó el éxtasis con el último empuje, ciertamente cuando sintió las fuertes piernas de Harry chocando contra las suyas.
Harry se corrió dentro de él; le daría un buen golpe en la cabeza después de eso.
Lo único que podía escuchar era las respiraciones agitadas de ambos, y como intentaban controlarlas inspirando lentamente, hasta recuperar el aire que sus pulmones les exigían.
—¿Podemos repetir otro día? —Preguntó Harry aún detrás de él.
—No dejaría ir ese monumento por ningún motivo —respondió Draco—. ¿Dejarías ir este buen trasero?
—Ni loco lo permito. —Escuchó la risa de Harry después de eso.
—Entonces, tal vez intente hacer un garganta profunda… —sugirió en tono coqueto.
—Entonces, podrías ser tú quien me penetre hasta desfallecer… —dijo Harry mordiendo su espalda…
Draco sonrió. Este era el inicio de una relación muy larga y extraña; dos personas desafiando los estándares sociales.
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N/A: ¿Yo no sé escribir drabbles o qué? Porque sólo tenía una idea de escribir puro porno y luego salieron otras mil palabras más... no sé de dónde.
En fin, otro omegaverse drarry a la lista de Cadiie, aunque un poco diferente.
