Señora
(Actualidad)
Rin se encontraba peinando su larga cabellera castaña, no dejaba de verse en el espejo de su cómoda de madera ubicado en su cuarto. Mientras el cepillo dorado, obsequio de su señor, pasaba y repasaba su cabellera, hacía un recuento mental de los últimos acontecimientos, para ser específicos los últimos quince años. Era realmente doloroso recordar todo lo sucedido a su familia, ella a sus diecisiete años había tenido que separarse de sus recién nacidas gemelas, aunque estaba segura que su señor las protegería, algo en ella le decía que no las volvería a ver en un futuro próximo. Y no se equivocó, su recién descubierto instinto maternal se sintió como un piquete en el pecho cuando él se las llevó en brazo. Lo que sucedió después fue como un sueño, aunque duró más tiempo de lo que dura uno normalmente.
Rin había sido secuestrada y encerrada en el árbol de las edades, no recordaba a detalle lo sucedido, pero no podía olvidar lo pesado de sus párpados obligándola a dormir. En ciertos momentos creía escuchar una melodía tranquila que le transmitía paz, en otros aparecían imágenes terribles, una aprensión en su corazón al imaginarse a sus gemelas corriendo asustadas, tal como ella en algún momento lo hizo cuando escapaba de los lobos. Confiaba con fe ciega que Sesshomaru estaría para ellas protegiéndolas después de todo él se lo había prometido. Cuando se enteró que estaba en cita y Rin con cierta duda por su posible rechazo a su descendencia hanyou no pudo contener esa pregunta que hacía contraer su corazón. Sabía que él la amaba, después de todo había decidido casarse con ella, una humana común, su protegida.
(15 años antes)
– Tu aroma ha cambiado. Acércate, déjame olfatearte mejor. – Rin no pudo evitar sonrojarse cuando el la jaló del brazo para sentarla en su regazo. Sesshomaru corrió hacia un lado el cuello de su yukata color melón, llevó su nariz al cuello de Rin y comenzó a olfatearla como lo haría cualquier otro canino curioso de aromas nuevos. Ella no pudo evitar soltar una risilla por las cosquillas que sintió cuando él comenzó a bajar, Sesshomaru la miró serio desde abajo y ella supo que se trataba de algo no tan bueno. Por el afán de olfatearla mejor la recostó sobre el pasto, cuando Rin notó que la cabeza del amo Sesshomaru llegó a la altura de su vientre no pudo evitar sentirse nerviosa recordando ciertas escenas compartidas con su reciente esposo a los que ella denominaba momentos de amor, él se detuvo un tiempo en ese lugar que a ella le pareció eterno hasta que un estruendoso sonido de su estómago lo hizo levantarse y mirarla asombrado.
–Lo siento señor Sesshomaru, es que no he comido nada y pues… tengo algo de hambre.–Se apuró en excusarse Rin. La expresión antes seria de Sesshomaru se relajó lo suficiente que parecía burlarse por cómo Rin componía una mueca de vergüenza que parecía estar a punto de llorar.
–Jaken está tardando mucho.–dijo como respuesta al recordar que su lacayo había ido a conseguir comida para Rin. Desde que ambos se casaron, hace apenas ocho semanas, Sesshomaru no había dejado que Rin pasara más de un minuto a solas con ningún macho, ni si quiera cuando se tratara de Jaken. Era bastante extraño para sus protegidos el comportamiento de su amo, pero el más pequeño podía sospechar que era por el recién descubierto lugar de macho desposado del amo bonito. Así que como condición de acompañar a la recién pareja de casados, estaría a cargo de la alimentación y todas las necesidades que tuviera Rin. Al menos hasta que tuvieran suficiente del exterior y la nueva señora decidiera pisar la casa que compartirían, que en realidad era un palacio. Jaken entendía la aprensión de Rin al enterarse de semejante lugar en el que vivirían de ahora en adelante, de pasar de una cabaña humana a un palacio repleto de demonios, por lo que le pidió como regalo de bodas a su señor un viaje de tres meses a terreno desconocido, como en los viejos tiempos. Y ese viaje no podía estar completo sin Jaken y Ah-Un, por lo que, todos llegaron a un acuerdo de sus tareas durante el viaje. Jaken se encargaría de buscar alimento y cumplir cualquier capricho de la más joven del grupo, Ah-Un sería su transporte y ayudaría a Jaken a cumplir sus tareas, Sesshomaru permanecería siempre junto a Rin y vigilando los alrededores cuando acamparan en algún lugar, y Rin… pues todo giraba en torno a ella, aunque a veces se sentía mal por el señor Jaken, pero sobre todo se sentía muy contenta de estar todos juntos como cuando era niña.
–Sucede algo malo conmigo, amo Sesshomaru–cuestionó Rin al notar cómo volvía a endurecerse el rostro de su compañero.
–Estás en cinta.–Sentenció Sesshomaru. Esto último parecía decirlo para sí mismo que para ella, ya que ni la miró cuando pronunció sus palabras.
Rin no pudo evitar quedar petrificada luego de escuchar a Sesshomaru, este se levantó y se fue a recostar sobre el tronco de un gran árbol ubicado en el claro en el que el grupo había acampado la noche anterior.
De manera instintiva Rin abrazó su vientre aún procesando las palabras de su señor. Al inicio se alegró al imaginarse que el profundo amor que sentía por Sesshomaru adquiriría una forma tangible, alguien que lo acompañaría durante mucho tiempo incluso después de que ella a causa de su humanidad se fuera de este mundo. De pronto un clic se encendió en su cabeza, lo que nacería de ella sería un hanyou. Rin sabía que Sesshomaru era un ser amable y compasivo, sin embargo, la relación con su hermano había mejorado a penas un poco. Ya no intentaban matarse al encontrarse cuando él la visitaba en la aldea, pero trataba en lo más de cruzarse con Inuyasha y su esposa, sobre todo a la última que lo trataba de manera muy familiar como si él se lo hubiese autorizado.
Rin siempre mantendría mucho respeto en su trato con su esposo, pero después de este corto tiempo conviviendo de manera más personal con él, un nuevo tipo de confianza de contarse todo les había permitido afianzar su relación. Así que decidió conversar con él sobre esta nueva información, se levantó y se sentó sobre sus rodillas frente a él.
–Señor Sesshomaru, Rin…–Sesshomaru la observaba serio. Rin temía que su reciente actitud se debiera a alguna decepción o enojo con ella.–Rin lo siente mucho, pero es todo lo que puede darle. Sé que los hanyou no son de su agrado pero soy solo una humana…–los sollozos interrumpieron su hablar, era realmente tonto excusarse por su humanidad pero la abrumaba que esto les estuviera pasando. Sobre todo cuando a penas y comenzaban su vida juntos, ni si quiera se había planteado la posibilidad de una familia en esos momentos.
–Tonterías. Sabes que no me molesta tu humanidad.–Respondió levantándole el rostro con una de sus garras.
–¿Y su naturaleza?– preguntó tocando su abdomen plano.
–Es nuestro y eso es suficiente para este Sesshomaru.–Rin se sintió muy ligera después de escucharlo. Fue tanta su emoción que se aventó a rodear su cuello con sus delgados brazos mientras le plantaba un beso. Sesshomaru le respondió la caricia con mayor intensidad, mientras una de sus manos la sujetaba en la nuca para profundizar el beso y la otra recorría su cintura y cadera. Cuando Rin estaba a punto de romper el contacto por falta de aire, Sesshomaru se separó de ella al sentir que cierto par se acercaba.
–Hoy dormirás a mi lado.– Sí– le respondió nerviosa. Esa frase era la que utilizaban supuestamente encriptada para sus momentos de amor. Aunque era más que obvio para sus acompañantes a lo que se referían. Pero era mejor ignorarlo y dejarlos ser.
(Actualidad)
Al encontrar un nudo en su cabello, su mente regresó al presente. Jaló un poco más el cepillo llevándose consigo un mechón que le dolió al arrancarse. Cuando bajó la mirada a ver el peine, gran fue su sorpresa al encontrar una hebra blanca que resaltaba entre el mechón de cabello castaño. Al inicio quiso creer que se trataba del amo Sesshomaru, pero luego cayó en cuenta que esa peineta era nueva y solo ella la había usado. Era una cana.
