~Un día normal como otros~

El sol brillaba con gran intensidad, iluminando todo con alegría. Un nuevo día había comenzado y la movilidad empezó desde muy temprano.

Una joven caminaba con tranquilidad por las calles de un pequeño pueblo a las orillas de Vacuo, Luminas. Podría decirse que ese lugar estaba un poco más alejado de la capital y el reino, creando sus propios medios para reabastecerse y lograr subsistir.

Los habitantes del lugar se encontraban en movimiento, algunos preparando sus establecimientos de trabajo, algunos niños jugando, o los más grandes corriendo para llegar a la escuela, algunos jóvenes despidiéndose de sus familias para marcharse a la capital y llegar a tiempo a la escuela que los formaría para ser futuros cazadores, o a la institución que los prepararía para ser unos adultos trabajadores.

La joven chica parecía poseer una estatura un poco baja, una capa negra se cernía sobre sus hombros mientras llevaba la capucha puesta, dejando ver unos mechones negros con destellos rojizos salir un poco a la vista.

—¡Hey, Rosie! —llamó una mujer de mediana edad, de cabellos blancos y ojos azules, quien agitaba su mano en un saludo a la chica de la capa mientras sonreía.

—Buen día, Karen —saludó la joven, dejando ver una dulce sonrisa en sus labios. Su voz era suave, que le daba un toque de inocencia y hasta parecía que era más joven de lo que debería verse.

—¿Vas a patrullar las orillas de nuevo? —preguntó la adulta, mientras llevaba su mano al interior de la canasta que cargaba en su brazo, y extraía un almuerzo bien envuelto, solo para entregárselo a la chica. La joven guardó aquello en el bolso que llevaba consigo, teniendo que remover un poco su capa que la cubría, dejando ver qué llevaba puesto un conjunto negro de ropa, unos pantalones al cuerpo, un corsé acordonado por el frente de con listón rojo haciéndola lucir juvenil con unas mangas largas grisáceas y unos botines oscuros de tacón bajo.

—Iré a ver que todo esté en orden, si pasa algo raro solo... —la joven no pudo terminar de hablar cuando la adulta suspiró interrumpiendo su discurso.

—Enviaremos la señal, captado —la mujer se rió un poco, mirando a la chica con dulzura. La muchacha soltó un resoplido sin borrar su sonrisa por la intencionada interrupción —. Somos afortunados de tenerte, gracias a ti no hemos tenido problema con Grimm desde hace año y medio.

—Bueno, es lo menos que puedo hacer cuando me han cuidado tan bien, Karen —respondió la joven con una chispa de energía, para después comenzar a reanudar sus pasos y alejarse de la mujer, pero mirándola por encima del hombro —. Nos veremos más tarde, ¡Y gracias por el almuerzo! —ella comenzó a casi correr mientras la adulta la miraba alejarse, ocasionalmente la joven devolvía el saludo de los adultos que le llamaban o de los niños que le gritaban. Karen sonrió, la joven chica era ya conocida por todo el pueblo y por supuesto que ella se había dejado ser querida de inmediato por esa chispa tan enérgica que tenía.

[...]

La joven Rosie finalmente llegó a las orillas del bosque, dónde del otro lado se encontraba una llanura, aún le sorprendía ese cambio tan drástico que había, pero como le habían explicado, así era Vacuo.

La chica tomó una bocanada de aire, cerrando sus ojos por un momento y disfrutando del silencio que la rodeaba, retirando finalmente la capucha de su cabeza, dejando lucir su cabello corto hasta las mejillas y su rostro blanco como la nieve, entonces abrió sus ojos nuevamente, los cuales eran de un color plateado reluciente. Un color nada peculiar, le dijeron los del pueblo, pero debía de decir que nada en ella era peculiar.

La chica de pronto dejo mostrar una brillante en su rostro y comenzó a caminar por los senderos —. Bien, veamos si encontramos algo hoy —susurró, abriéndose paso entre los árboles.

"¿Enserio quieres encontrar Grimm hoy?". Preguntó una voz en su cabeza, la de ojos plateados podría jurar que podría tener una sonrisa en su rostro debido al tono lleno de diversión que empleó.

—Claro que no —se defendió Rosie, pero era mala mintiendo, y la voz en su cabeza siempre se lo había restregado en la cara.

"Mmm, entonces confiaré en ti". Susurró la voz femenina, quien después de un segundo de silencio emitió una dulce risa. "¿Quieres practicar un poco?"

—Me parece buena idea, Penny —respondió la de ojos plateados con una sonrisa, mirando su alrededor —. Creo que mientras no encuentre nada de Grimm podemos hacerlo, ¿no? —comentó dirigiendo la mirada hacia el cielo, notando como las aves volaban y pronto se sintió absorta unos momentos, la libertad que le transmitían esas aves le provocaban un sentimiento extraño, como si estuviera esperando también algo que le permitiera sentirse como aquellas aves.

"Eso me parece genial". Respondió Penny, interrumpiendo el hilo de pensamientos de la chica. Rosie dio un asentimiento, para después tomar posición en una parte más clara del lugar, cerrando sus ojos mientras soltaba sus brazos al lado de sus costados. "Recuerda, debes dejar que fluya, no forzarlo, vendrá a ti". Murmuró la chica con voz suave. Rosie tomó una pequeña bocanada de aire, el frío comenzó a recorrer su piel, pero no la molestaba, incluso se había acostumbrado a él y hasta disfrutarlo. "Ahora, dejemos que se muestre". Dijo Penny con cierto tono de seriedad. Rosie debía decirlo, no entendía del todo su lazo con la voz, solo lo esencial y básico sobre que era su guía, pero no podía dejar de sentir que había conocido a la dueña de la voz hace mucho tiempo, alguien olvidado, y que hablara tan seriamente le provocaba escalofríos, como si no esperara que se comportará de aquella manera. La joven Rosie suspiró, levantando sus brazos hacia el frente con sus manos extendidas, lista para hacer lo siguiente, pero un sonido la hizo cerrar sus manos rápidamente y abrir sus ojos abruptamente, girando su cabeza en todas direcciones en busca del origen de aquello que la desconcentro y llevando una de sus manos hacia su espalda, bajo la capa. "¿Será Grimm?" Susurró Penny con preocupación, como si no quisiera ser escuchada.

Rosie mordió su labio, un nuevo sonido se escuchó y la pelinegra de mechones rojizos localizó la dirección de dónde venía, dando unos pasos cautelosos hacia ahí.

De pronto un gruñido resonó con ferocidad, provocando que la joven mostrara finalmente un arma de detalles rojos el cual apuntó hacia los arbustos de dónde había escuchado los sonidos. La chica recargó, provocando que el "click" llamará de inmediato la atención del monstruo, sacándolo de su escondite, solo para lanzarse sobre la chica, quien comenzó una serie de disparos hacia la criatura mientras se movía con velocidad para mantener una distancia prudente de él.

"¡Ten cuidado!" Exclamó Penny con preocupación cuando aquella cosa que parecía una especie de manticora lanzaba una bola de fuego hacia Rosie, quien antes de ser impactada se dispersó en una lluvia de pétalos rojizos y negros, solo para reaparecer a espaldas de la criatura.

—Veamos qué tan duro eres —murmuró la joven con una media sonrisa apareciendo en sus labios y accionando un botón en su arma, la cual de inmediato cambio de forma a una guadaña que giró con una gracia espeluznante. Debía decirlo, le gustaba encargarse de los Grimm por muy extraño que fuera, nunca entendió ese sentimiento, pero quienes la cuidaron le dijeron que probablemente era porque quizás había sido cazadora, y su memoria muscular la ayudaba a moverse con la gracia con la que se movía para acabar con ellos. Rosie se abalanzó sobre la criatura con ayuda de lo que le dijeron se llamaba "semblanza", en su caso, parecía ser una especie de súper velocidad que la volvía extremadamente ligera y audaz. No tardó mucho, no se agotó mucho, la facilidad con la que llegó al cuello del monstruo y cortó su cabeza fue aterradora, como si lo hubiera hecho toda una vida.

"¡Eso ha sido genial!" Exclamó emocionada Penny, provocando una leve risa en Rosie.

—Creo que esto de ser cazadora se me da muy bien —alardeó la joven con total seguridad, provocando más risas de parte de su amiga —. Bueno, creo que debería patrullar más, dudo que esa cosa estuviera sola, ¿lo dejamos para más tarde? —preguntó mientras jugaba con su guadaña y hacía referencia a lo que habían querido practicar, girando el arma mientras comenzaba a caminar, recibiendo una respuesta afirmativa de la voz en su cabeza.....

En Vale, un grupo de jóvenes se encontraban encargándose de una manada de Grimm en las llanuras desde muy temprano, el objetivo era no dejar que llegarán a las ciudades y los cazadores habían sido convocados para el trabajo, o más bien se habían ofrecido a ello, realizando una expedición hacia el lugar.

—¡Vamos a patear el trasero de esos inútiles! —exclamó una chica de cabellos cortos, pelirroja y de ojos azules mientras alzaba con su brazo un martillo y sonreía con emoción.

—Vamos, Nora, que parte de "sigiloso" no entendiste —le susurró una chica de cabellos blancos y ojos azules, el grupo se escondía detrás de unas enormes rocas para poder emboscar a la manada, pero si la pelirroja no bajaba el tono de su voz, probablemente los descubrirían.

—Vamos, Weiss, no seas tan amargada —le susurró una chica de cabellos rubios y ojos color lavanda con diversión, dándole un pequeño codazo en el hombro que hizo refunfuñar a la joven Schnee.

—Yang, ¿estás segura de que rodearlos es la mejor idea? —preguntó la chica con los rasgos de un fauno felino, de ojos amarillos y cabello negro hasta los hombros. No quería mostrar que estaba insegura por el plan, pero le preocupaba que algo saliera mal.

—Tranquila, Blake —el chico de cabello rubio y sonrisa brillante se dispuso a tranquilizar a su amiga —. Hemos planeado esto muy bien, nada saldrá mal —aseguró levantando su pulgar hacia ella, la pelinegra solo asintió en silencio ajustando el agarre en su arma.

—Jaune, ya están en el punto —informó el chico de cabellera negra y vestimentas verdes con una voz apacible, mientras suavemente se levantaba un poco de la posición en cuclillas en la que estaba. El rubio de inmediato asomó su mirada por encima de las rocas hacia la manada.

—Bien, Ren —respondió Jaune con una sonrisa, para después mirar al resto —. Hagamos esto —los jóvenes asintieron y pronto salieron en direcciones contrarias hacia la manada de al menos 5 Grimms, logrando rodearlos a una velocidad sorprendente.

—Como dije, esto será divertido —murmuró Nora con una sonrisa, apuntando el extremo de su martillo hacia uno de los Grimm.

—¡Manténgase con sus parejas y no les permitan salir del círculo! —exclamó Yang, preparando los proyectiles de su arma mientras se colocaba lado a lado con Blake, Nora y Jaune quedaron juntos, para por último cerrar la abertura con Weiss y Ren. Los seis jóvenes se adentraron a una lucha con las criaturas, encargándose de ellas en cuestión de una hora.

[...]

Yang emitió un sonoro suspiro mientras extendía sus brazos contra el respaldo del sillón y lanzaba su cabeza hacia atrás.

—Encontré la sábana por la que preguntabas —comentó Blake entrando a la sala y lanzando el objeto hacia la rubia, quien lo atrapó con su brazo metálico.

—Awww, gracias por encontrarla, Blaky —murmuró en tono juguetón Yang, extendiendo la tela sobre su regazo y regalando una suave caricia al objeto sin dejar de observar a la chica.

—Por nada —respondió la pelinegra con una sonrisa y las mejillas un poco sonrojadas debido al apodo con la que la llamaba, para después sentarse al lado de su pareja —. Weiss está tomando un baño, Jaune y los demás están ayudando con la comida, ya sabes, Ren les está dando una lección de cómo se debe hacer —Yang se rió, sabía bien la actitud que tenía su amigo respecto a la cocina —. Aunque... —las orejas de la fauno decayeron, acompañando el gesto con una mirada triste —. Nora mencionó un recuerdo que la implicaba a... Ella, y se desanimaron un poco —susurró, cerrando sus ojos amarillos durante unos segundos. Haber escuchado su nombre de nuevo la hundió en una profunda nostalgia, pensando que ella debía estar con ellos y no...

—Ciertamente ella no se llevaba bien con la cocina, era incluso peor que yo —murmuró Yang, emitiendo una risa algo hueca y nostálgica —. No quiero imaginar lo mandón que se ponía Ren con ella —miró de reojo a su pareja, quien mantenía la mirada clavada en sus manos que estaban en su regazo. Suspiró, cerrando sus ojos mientras la ola de recuerdos golpeaba su cabeza con violencia.

"No..." Las palabras se quedaron atascadas en su garganta, la desesperación la invadía por completo mientras miraba aquella conocida capa roja tirada en el suelo, hecha tirones y... Con sangre manchando la prenda, al igual que manchas de sangre en el suelo. "¡No!" Gritó con fuerza, corriendo al objeto y tomándolo en sus manos para abrazarlo contra su pecho. Miedo, desesperación, rabia, incertidumbre. Todo golpeaba como una fuerte marejada y se manifestaba en sollozos ahogados.

"¡Yang! ¡Cálmate, por favor!" Le rogaba desesperada Blake, abrazándola mientras la pelinegra igual lloraba, totalmente aterrorizada por el destino que tuvo ella.

Detrás de la pareja, Nora se lanzó de rodillas al suelo, lágrimas caían de sus mejillas mientras respiraba con dificultad, intentando ser calmada por Ren, quien no tenía la oportunidad de utilizar su semblanza cuando su temple tranquilo comenzaba a desmoronarse. Jaune mantenía sus manos empuñadas con fuerza, las lágrimas fluían sin descanso con sus ojos cerrados, intentando borrar la imagen de la posible condición en la que pudo encontrarse su amiga, no estando ahí para ayudarla. Weiss emitió ligeros sollozos, sintiéndose derrotada y tirándose al suelo junto a Nora, mirando con sus ojos abiertos en shock a la prenda que abrazaba su amiga rubia.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, aún parecía tan reciente aquella sensación... Aquellos sentimientos... Aquella pérdida.

—Oigan, Jaune está llamando, dice que el almuerzo está listo —anunció Weiss entrando a la sala, con algunas gotas de agua escurriendo de su cabello, solo para notar la ligera tensión en sus amigas, provocando una mueca en sus labios —. Está... ¿Todo en orden? —preguntó un poco vacilante, algo extraño en el porte firme y decidido de la ex-heredera, pero ese ambiente le decía una de dos cosas, o habían discutido por algo, o... La habían mencionado a ella.

Yang y Blake dirigieron la mirada a la peliblanca, quien pronto cambió su mirada a una de tristeza. Lo sabía, habían hablado de ella, después de tanto tiempo, aún dolía demasiado recordarla, parecía haber pasado una eternidad desde la última vez que escucharon su voz, su risa o siquiera su agraciado movimiento al acabar con los Grimm.

No dijo más, Weiss camino hacia ellas y se sentó al costado de Yang, solo para recargar su cabeza en el hombro de la rubia, quien tomó la mano de Blake.

—Ya casi se cumplen los dos años, eh... —susurró Yang con cierta amargura en su tono, recargando su cabeza contra la de Weiss —. A veces, me pregunto si estará satisfecha con lo que hemos hecho hasta hoy —sintió el ligero apretón en su mano, a lo que dirigió su mirada a Blake quien le sonreía con dulzura.

—Creo que ella está orgullosa de ti, has sido fuerte y nos has mantenido unidos —Yang sonrió, las lágrimas comenzaban a asomar en sus ojos lavanda ante el sentimiento de nostalgia que la golpeaba como un puñetazo en el estómago —. Y hemos seguido los pasos que ella habría dado, ayudar a otros —agregó Blake, hablando de su líder con aquella pizca de admiración, una admiración que no se borraba ni con el tiempo ni con todos los acontecimientos que caían sobre ellos.

—Porque es lo que un héroe hace —murmuró Weiss con cierta diversión, intentando retener las lágrimas en sus ojos. Ese ideal de ayudar a todos que siempre tuvo su líder es lo que les ha inspirado a seguir, a continuar... A luchar.

Yang deslizó ambos brazos por los hombros de las dos, y las acercó para abrazarlas con fuerza, sonriendo —. Sí, eso habría dicho Rubes —susurró, dejando escapar algunas lágrimas sin dejar de abrazar a ambas, quedándose de esa forma un tiempo más, antes de reunirse con el resto y almorzar......

Rosie suspiró agotada, pero con una pequeña sonrisa en sus labios mientras caminaba entre las calles del pueblo. Su jornada de vigilancia había terminado, así que ahora se dirigía a su "hogar", saludando a unos cuantos adultos en el camino.

Al llegar a una pequeña residencia, abrió la puerta con total confianza e ingresando de inmediato al interior.

—¡He vuelto! —anunció con energía, como si no la hubiera gastado toda allá afuera, lidiando con algunos Grimm. Una mujer de edad mayor salió de lo que parecía ser la cocina y le sonrió con dulzura.

—Hola, Rosie querida —saludó la mujer de cabellos canosos y ojos aguamarina, la jovencita se acercó a la anciana para besar su mejilla.

—Iré a la biblioteca, necesito devolver unos libros, ¿necesitas algo de fuera, Sasha? —pregunta la joven dirigiéndose a su habitación mientras se quitaba de encima su capa.

—No necesito nada, cielo, Aaron está por llegar con lo que le encargué, así que no debería haber problema —le respondió la mujer, volviéndose a la cocina para vigilar lo que había dejado en la estufa.

Rosie cambio sus vestimentas, colocándose un pantalón negro un poco más holgado, una blusa blanca con una rosa en el centro y colocándose una sudadera roja, la cual llevaba una capucha que se puso enseguida, dejando su arma sobre la cama y tomando una pila de libros que estaba sobre un pequeño escritorio.

—Si es así, ¡vuelvo en unos momentos! —anunció la joven, saliendo de su habitación con los libros rápidamente.

—¡Ten cuidado! —le pidió la mujer, viendo a la chica maniobrar el equilibrio de los libros casi como si fuera un juego para ella. La joven simplemente salió de inmediato del lugar, casi riéndose por la preocupación nada necesaria de la anciana.

"Se te caerán si sigues jugando". Dijo Penny en su cabeza con cierta diversión.

—No, no lo hará —musitó Rosie, renuente a pensar que podría de verdad siquiera suceder, su orgullo era muy fuerte.

"Lo hará, según mis cálculos hay un 90% de probabilidades de que el balance de tu cuerpo se vea afectado al moverte de esa manera con ese peso extra que suponen los libros". Insistió Penny con esa habitual emoción que hacía sonreír a la de ojos plateados, aunque a veces empleará un lenguaje tan formal que le mareaba. Mientras discutía con su amiga, la joven chica no pudo percatarse de una mirada que la seguía desde lejos. Una mujer, arriba de la rama de unos árboles, observaba los movimientos de aquella chica.

—Así que finalmente te he encontrado —murmuró la mujer con una siniestra sonrisa, observando el camino que llevaba la joven chica que parecía murmurar cosas ocasionalmente para si misma —. Tienes algo que quiero, así que pronto veremos cuánto puedes luchar antes de arrebatártelo —el ojo visible de la desconocida emitió una llamarada entre tonos naranjos y amarillos, mientras su mano emitía una energía que quemaba el tronco del árbol.

"Los engranajes comienzan a girar otra vez"

[...]