Era una tarde de invierno nevada en el pueblo de Hogsmeade. La forma en que nevaba era tan rigurosa que lastimaba el rostro al golpearlo. Se llevaba a cabo la excursión de invierno de Hogwarts al pequeño pueblo, todos los locales se encontraban abarrotados por estudiantes y habitantes del lugar. A excepción del pub Cabeza de puerco, como siempre.
—No sé por qué vengo a acompañarte ¡cuando podría estar en Honeydukes!
— ¡Oh, vamos Gideon! Después te lo recompensaré.
—Además, sólo haría mal tercio. Digo, la cita es entre Elaine y tú, yo salgo sobrando ahí.
— ¿De qué hablas? A Elaine le caes muy bien.
—Pero no creo que le haga mucha gracia cuando me vea. Y de todas formas no soporto ese bochornoso lugar.
Fabian y Gideon Prewett luchaban contra la corriente de nieve para llegar a su destino. Fabian le había pedido a una chica muy guapa salir con él, y su primera cita sería en el Salón de té de Madame Pudipie.
—Bien —dijo Fabian— entonces sólo acompáñame a la tienda, me aseguro de que Elaine esté ahí y después puedes ir a Honeydukes.
Ambos gemelos continuaron caminando hasta el salón de té. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, lograron vislumbrar una menuda figura de cabello castaño oscuro y piel morena, que al reconocerlos los saludó de lejos con la mano.
—¡Hola, Fabian! —exclamó Elaine Shafiq, abrazándolo fervientemente— Hola, Gideon ¿Cómo estás?
—Bien, gracias por preguntar ¿Ya me puedo ir?
—¡Gideon! Está bien ¡ya lárgate! Después te busco, hermano.
Con pasos presurosos, Gideon se alejó de ellos para ir rumbo a Honeydukes. Los otros dos chicos sólo se miraron encogiéndose de hombros, y entraron en el salón. El lugar estaba lleno del vapor de las humeantes bebidas, tapices rosas y parejitas del colegio. Una de las parejas llamó particularmente su atención.
— ¡Demonios! —susurró Fabian
— ¿Qué sucede?
—Ahí está Malfoy —dijo, señalando con la cabeza la mesa del fondo, donde se encontraban Lucius Malfoy junto con su prometida, Narcisa Black— busquemos una mesa del otro lado, donde no pueda vern…
— ¡Fabian Prewett!
Ambos jóvenes se volvieron para ver a Malfoy aproximándose a ellos. ¿Cómo era posible que los haya visto desde donde estaba? Con pesadez, volvieron a acercarse a la entrada para encontrarse con él.
—Hola Lucius ¿qué hay de nuevo?
—El buen Fabian —respondió, estrechando su mano— veo que al fin has conquistado a una chica, y muy buena elección por lo que veo. Su familia al igual que las nuestras pertenece a las familias de sangre pura más prestigiosas del mundo mágico.
Elaine lo fulminó con la mirada. Nunca le había agradado Malfoy pues lo encontraba un imbécil supremacista engreído. Ni ella ni su familia apoyaban esa ideología de la supremacía de la sangre, y mucho menos pensaban en seguir al mago tenebroso que tenía atemorizado a toda Europa.
—Sí, bueno… tuve que rogarle un par de meses —respondió Fabian, dirigiéndole una sonrisa y un guiño de ojo a su acompañante
—Quizás si tenemos herederos de edades muy cercanas, ambos podrían contraer matrimonio para preservar nuestros respectivos legados —rio por lo bajo, carraspeó y su expresión cambió a un tono más serio— pero quien realmente me preocupa, Fabian, es tu hermana Molly. La he visto varias ocasiones con ese Arthur Weasley.
—Bueno, Arthur es un buen chico…
—Es un traidor a la sangre —lo cortó Malfoy— y su extraña fascinación por los muggles es simplemente asquerosa. Pero en fin, hablemos de algo realmente importante —se acercó más a él y susurró: — ¿has pensado ya acerca de lo que hablamos? ¿Qué harás, Fabian?
Elaine miraba a ambos con el ceño fruncido desde la mesa que había conseguido. ¿Por qué su nuevo novio se llevaba tan bien con Lucius Malfoy? ¿Por qué se susurraban cosas? ¿Qué planeaban? De pronto la escena cambió. Seguramente Fabian había dicho algo que a Malfoy le desagradó, porque su expresión cambió totalmente a una más molesta. Escuchó a Fabian decirle "Con tu permiso", pero Malfoy se lo impidió tomándolo del antebrazo con suma violencia y una mirada siniestra, captando la atención de todos. Instintivamente, Elaine se levantó y se acercó a ellos, al igual que lo hacía Narcisa Black.
—¡Oye, suéltalo, rufián! —bramó la castaña tratando de interponerse entre ambos.
—Lucius, querido —murmuró Narcisa— basta de escándalos, por favor.
—Lo mejor es irnos, querida —Malfoy soltó al pelirrojo de mala manera y tomó a Narcisa por lo hombros— al parecer lugares como estos están llenos de sangre sucias y traidores a la sangre que no saben cuál es su lugar en el mundo.
— ¡Joven! —exclamó la dueña del lugar— ¡No le permito que use ese vocabulario dentro de mi local!
—¡Usted no se meta en lo que no le importa! —tomó de la mano a su prometida, no sin antes volverse frente a Fabian y Elaine— Y tú, Prewett, recuerda mis palabras: sólo hay un bando ganador, debes decidir de qué lado estas.
La pareja salió con aire altivo, dejando a Fabian sin palabras. Elaine lo condujo suavemente hasta la mesa que les asignaron, pidió un té de tila para ambos y una vez que la mesera se alejara, comenzó:
— ¿Qué demonios fue eso? —lo cuestionó.
—Sé que se vio mal todo eso, y efectivamente es peor de lo que pareció.
— ¿Peor? ¿Qué le dijiste a Malfoy para que perdiera de esa manera la compostura?
La mesera se acercó con las dos tazas de té. De nueva cuenta, esperaron a que se alejara para poder continuar con su conversación. Eran tiempos muy difíciles y hablar en público sobre tu postura política era muy delicado.
—Malfoy planea seguir a ese mago tenebroso, al igual que muchos otros chicos de Slytherin… trataba de convencerme de unirme a ellos —dijo, y dio un sorbo a su té, ante la mirada de asombro de su novia.
—Y dijiste que no.
—Obviamente. No voy a seguir a un genocida. Prefiero luchar contra él que pertenecer a su secta de racistas.
Elaine suspiró con alivio y tomó de su bebida.
—Hablas de luchar contra él ¿pero cómo? No quiero sonar pesimista, pero tú sólo jamás podrías contra decenas de magos oscuros.
—No lo haría sólo —murmuró— Gideon y yo lo tenemos decidido. Dumbledore creó un grupo llamado la Orden del Fénix, para combatir a esos cretinos. Nos uniremos a ellos en cuanto nos graduemos del colegio.
— ¿Creado por Dumbledore? —susurró Elaine— supongo que uniéndote a él aprenderás aún más sobre hechizos de defensa y ataque que no te enseñan en Hogwarts…
—Exactamente. Quiero estar preparado para cuando las cosas se…
—Me uniré junto con ustedes. —lo cortó— no sólo me postularé para ser auror, también combatiré al lado de la Orden de ser necesario.
Fabian la miró esbozando una sonrisa de alegría. Segundos después, la tomó del cuello y la besó. Elaine le correspondió el beso y sólo se detuvieron cuando sentían que les faltaba el aire.
