Monster
A SasuHina One Shot
N/A: Estoy probando nuevas historias para dejar descansar "Ghosts that we knew" un poco. Háganme saber que les pareció, por favor.
Sabía a la perfección que hacer esto durante una misión, una misión en solitario era una estupidez pero no podía dejar de pensar en lo bien que se sentiría simplemente quitarse la ropa manchada de lodo y sangre y sumergirse en el lago cristalino por tan sólo unos míseros segundos, para hacer que el sudor resbalara por su cuerpo con facilidad.
La Hokage había probado creer en ella más de lo que tal vez se merecía y eso, a la vez que enorgullecía a su familia (su padre incluso le había mostrado un remedo de sonrisa cuando se le comenzaron a asignar misiones solitarias de más rango), aquello a la misma vez ponía a Hinata completamente nerviosa y ansiosa de dar un paso en falso en las mismas misiones.
En esta ocasión había sido ella sola una escolta para una geisha que era dirigida a la Aldea de las Camelias y había sido una de las más fieles compañeras del señor feudal de aquellas tierras. La geisha se movía con una elegancia que Hinata sabía que era indoctrinada en ellas desde que las enseñaban a ser cortesanas y lo sabía porque los Hyuuga tenían una similar escuela para las herederas, en este caso Hanabi y Hinata. La geisha no hablaba mucho pero tenía una bonita sonrisa y el camino de 8 horas había sido inusualmente más largo de lo normal debido a los pequeños pasos de la cortesana, convirtiendo un recorrido de 8 horas caminando, a un tortuoso y silencioso camino de 12 horas.
El pequeño valle en donde se encontraba era calmado y era un lugar estratégicamente colocado para no pasar muchos problemas. El calor del verano había comenzado a derretir inclusos el jabón en su cuerpo y aquella sensación la hizo sentarse a un lado del lago, comenzando a deshacerse de los zapatos primero y después de las vendas de los brazos.
Hinata la había cruzado por un par de ríos, para evitar que la señorita se mojara, había tenido que espantar a un par de ladrones de poca monta, cortándose un poco los dedos con el kunai que sacó tan de repente; pero los ladrones habían corrido despavoridos probablemente al ver el Byakugan activado. Fuera de eso, no habían tenido muchos contratiempos y Hinata incluso había disfrutado el verla llegar al palacio del señor feudal dela Aldea de las Camelias porque la chica no parecía obligada a ir, sino que parecía mucho a alguien que recién llegaba a casa.
Con o sin cortesana, el camino de regreso sería de al menos 8 horas caminando y por lo pronto, el valle cercano al lago donde Hinata se encontraba estaba únicamente iluminado por la plateada luz de luna y una pequeña fogata. Las noches de verano se antojaban para un pequeño chapuzón y fue aquello lo que la heredera Hyuuga finalmente había decidido hacer.
La había visto entre los matorrales y los arboles hace aproximadamente 45 minutos y en aquel tiempo, la heredera Hyuuga solamente había atinado a quitarse el porta herramientas y la mayoría de su ropa, encender una fogata y comenzar a remojar los pies en el lago Shizukesa. Desde que había abandonado Konoha, el mundo pertenecía a Sasuke Uchiha en mayor o menor medida y podía decir que la Aldea de las Camelias era un pequeño lugar que conocía como la palma de su mano; aunque tenía que admitir que si enviar a Hinata Hyuuga a seguirle los pasos bajo una estúpida coartada de escoltar a una geisha, entonces Tsunade y sobre todo el estúpido y necio Naruto se habían quedado sin opciones y aquello lo hizo sentir una mezcla de orgullo y lástima.
Había abandonado la Aldea hace años y mientras más entrenaba con los idiotas secuaces de Orochimaru, más se había enterado de todos los infortunitos planes que Naruto había intentado llevar a cabo para recuperarlo; al principio era molesto y Sasuke sentía un calor infernal en el cuello cuando pensaba en lo estúpido que era Naruto y lo necio y finalmente, lo buen amigo que podía llegar a ser. Nunca pensó, sin embargo, que Tsunade enviaría a un Hyuuga, mucho menos a quien consideraba era la más débil y un tanto patética del clan, Hinata Hyuuga.
Sasuke se engulló más en la flora del lugar, dejando una vez más que la oscuridad lo mantuviera oculto, aunque aquello era algo sumamente tonto tomando en cuenta de que se trataba de una usuaria del Byakugan. Pero llevaba fácilmente cinco minutos ahí y Hinata no había echado color de observarlo o sentirlo. La chica había comenzado a deshacerse de su ropa lentamente incluso.
Había cruzado tal vez dos palabras con la chica en toda su vida, pero cuando nadie lo veía, Sasuke la observaba, justo como lo hacía ahora, con ninguna relevancia y sin siquiera molestarse en tener a la mano el chokuto. Sasuke llegó a observar a Hinata en toda su infancia debido a que la chica estaba completamente enamorada de Naruto y todo mundo lo sabía a excepción de este último; era penoso y bastante infantil pero era algo en lo que el Sasuke de ese entonces se fijaba únicamente porque la Hyuuga era su propia versión de fan girl, como las que lo acosaban a él, a diferencia de Sakura o Ino, Hinata cocinaba para Naruto, intentaba ayudarlo en misiones y lo veía en la distancia, pero fuera de eso no hacía más ruido que un ratón.
Eso era considerado.
La chica había recogido su cabello en un moño encima de su cabeza, dejando al descubierto su cuello delgado y largo, palideciendo al igual que el resto de su piel bajo la luz de la luna. Sasuke podía ver su espalda lechosa y blanca interrumpida únicamente por cicatrices pálidas de pasados entrenamientos; había kunoichis que recurrían a diversos jutsus anti cicatrizantes a lo largo de su carrera, pero la Hyuuga no. Había rasguños en todo su cuerpo y manchas de sangre seca en sus manos, y aquello hizo que Sasuke comenzara a observarla como un cazador observaría a su presa. Este sería un tango que ambos podían bailar, significando que si Hinata iba por Sasuke, Sasuke definitivamente iría por Hinata.
Desde que había comenzado a viajar por el país con Orochimaru y sus secuaces, la vida de Sasuke había cambiado en todos los aspectos pero la relación con las mujeres era uno de los aspectos que creyó que seguirían en pausa hasta que hubiese matado a Itachi y sería únicamente para re-animar a su clan entero; fuera de aquella idea, Sasuke no se interesaba mucho en el sexo opuesto para un chico de casi 17 años. Odiaba decir que Naruto seguía siendo el vergonzoso portador de sus dos primeros besos, pero definitivamente había hecho su aproximación a las mujeres bajo el tutelaje de Orochimaru. Había tenido sexo con Tayuya en varias ocasiones, siempre de manera que el chico no pudiera ver su rostro; casi siempre en furtivas escapadas y en el bosque de cualquier aldea que se le antojara.
La recordaba en manos y rodillas, levemente desvestida y con la mano de Sasuke enredada en su cabello naranja. No se besaban, no hablaban y la única razón por la que dejaba que Sasuke se viniera dentro de ella era porque de niña había sido víctima de un Jutsu que le impediría para siempre la reproducción. No recordaba haber hablado mucho con Tayuya en estos años, sólo recordaba su cabello enmarañado y que tenía pequeños hoyuelos en el bajo de su espalda.
Karin era otra historia similar. Tampoco había dejado que la chica lo besara, porque aquello era demasiado personal, pero la pelirroja parecía contenta únicamente con servir a Sasuke y ponerse literalmente de rodillas por él, satisfacerlo un poco y después irse a soñar a su propio dormitorio, pensándose especial. De Karin recordaba su mirada hacia arriba de ojos terriblemente grandes y la manera en la que sus mejillas se sonrojaban de vez en cuando mientras le hacía sexo oral, que Sasuke nunca regresaba.
A lo que iba con todo esto era que no era ajeno al cuerpo femenino, pero esperaba con todas sus ganas, aún y cuando estaba solo y en la oscuridad, que sus mejillas no delataran lo ligeramente sorprendido que se encontraba al ver el cuerpo de la hija mayor de Hiashi Hyuuga. La chica tenía un amplio pecho y una pequeña cintura que Sasuke no adivinaría como sostenía todo su cuerpo, piel lechosa y el Byakugan en sus pupilas. La chica se había sumergido hasta las clavículas en el lago y había cerrado a los ojos y Sasuke casi se sintió mal de lo sencillo que iba a ser todo esto.
Hinata sintió el frio del agua perforarle la piel como millones de agujas pero sus piernas estaban tan adoloridas del viaje prolongado y hacía tanto calor que aquella sensación se le antojo agradable en vez de tortuosa. Su ropa se encontraba doblada a un lado de la orilla y solamente usaba sus bragas para sentirse protegida de alguna manera, aún y cuando el resto de su cuerpo estuviera desnudo. Se había permitido pasar la noche bajo las estrellas, reemprender el camino hacia la aldea mañana temprano por la mañana y entregar un buen reporte, entrenar, esperarla siguiente misión, sobrevivir.
Suspiro de alivio ante una misión bien hecha cuando el instinto la hizo abrir los ojos segundos antes de su captura y cuando lo hizo fue una pequeña avalancha de adrenalina, sentimiento de estupidez y miedo simultáneamente azotaron su cuerpo, desnudo para colmo de todos los colmos. Sintió primero una rama romperse detrás de ella, una aproximación rápida y como su cuerpo era fácilmente levantado de su posición y arrastrado unos metros a través del fango del lago. Pensó en asaltantes por unos segundos, pensó en shinobis que la catalogaban como un enemigo, incluso pensó en pervertidos del pantano, pero una vez que supo que su oponente era fuerte y a falta de algo con que cortar su cabello, se vio literalmente de rodillas ante su enemigo mientras lo que parecía ser la suave parte superior de un kimono se posaba en sus desnudo cuerpo. Miró hacia arriba para observar al fugitivo shinobi de la hoja, el missing nin, Sasuke Uchiha.
La chica podía sentir las frías gotas de agua todavía resbalando por su cuerpo, siendo absorbidas por la parte del kimono masculino que Sasuke había puesto sobre ella. Hinata se apoderó rápidamente de la tela, abrochándola de manera que podía salvaguardar su intimidad lo mejor que podía; miró hacia arriba lentamente, todavía no creyendo quien era el que se encontraba enfrente de ella, mientras escuchaba el crujir de los troncos que había utilizado para encender la fogata. Fue ahí cuando intentó razonar sobre cómo era posible que Sasuke la hubiese encontrado, como era posible que el Byakugan no la hubiera puesto en alerta de su presencia, pero al mismo tiempo, su subconsciente le decía que gastaba el tiempo cada vez que intentaba maquinar una respuesta. Sasuke Uchiha era, después de todo, el primero de su clase en todas las asignaturas, había sido comparado incluso con su propio primo Neji Hyuuga en favor de que ambos eran los genios indiscutibles de Konoha, además de Nara Shikamaru.
Por eso dejó de pensar en el por qué; porque la mirada severa de un embarnecido Sasuke, de brazos fuertes y pecho amplio que se dejaba ver debido a su desnudez; un pecho marcado por el ejercicio, el entrenamiento y las batallas. Apenas y se podía observar como Sasuke respiraba, debido a la manera en la que Sasuke apenas se movía; Hinata sentía también el frío del acero de Sasuke presionando ligeramente en su cuello, de manera que no dolía pero si comenzaba a molestar. Hinata estaba a su merced y totalmente vulnerable.
-S-Sasuke-kun…-murmuró la chica, afianzándose el kimono al cuerpo, encontrando que iba más allá de sus muslos y al parecer, sería suficiente para cubrirla. Hinata observó con ojos ligeramente desorbitados la hoja de la espada de Sasuke justo a un lado de su rostro, en su cuello. –S-Soy…s-soy…
-Hyuuga Hinata…- dijo lentamente Sasuke sin moverse un milímetro. La humedad del ambiente había comenzado a acalorarla en demasía. La voz del chico había cambiado, como sucede en la pubertad. Hinata entonces se dio cuenta de que Sasuke la reconocía, de que sabía que ambos venían de la misma aldea e incluso habían ido juntos a la misma escuela, pero el chico apenas había abierto los labios para hablar y su chokuto no se había movido. Hinata supo entonces que aunque la reconociera e incluso recordara su nombre, poco importaba. Lo que sea que Sasuke estuviera a punto de hacer, lo haría. –Al parecer La Hoja se ha quedado sin sus más ilustres shinobis si eres tú a quien envían…
Dejó la indignación para después. Hinata dejo de temblar para fruncir el ceño levemente. ¿Así que de eso se trataba? ¿Sasuke pensando que la Aldea la enviaba a ella para regresarlo a casa? Si no estuviera tan confundida y asustada, Hinata hubiera reído ante la tontería que eso representaba.
Sasuke quitó el chokuto con delicadeza, de manera que el acero ya no estaba presionando en contra del cuello de Hinata. La chica sin embargo no se movió y eso, era respeto o miedo.
-No…-dijo la chica, elevándose en sus rodillas levemente. – No, S-Sasuke-kun yo…vengo de escoltar a la…
-Te vi en cuanto entraste a la Aldea de las Camelias, Hyuuga. Sé de tu coartada para encontrarme…
Hinata cerró los ojos. Sasuke sonrió de lado; si bien el causar pánico y miedo en sus compatriotas nunca había sido su meta final, tenía que admitir que la pequeña princesa de los Hyuuga se veía bastante bien temblando y a su merced. Sasuke cerró los ojos; este lado pervertido del poder pertenecía a Kabuto, no a él.
-Levántate. Vas a contarme todo…- dijo el chico dándole espacio a Hinata para levantarse. Si bien era más pequeña y menuda que él, considerablemente más débil, Sasuke tenía que recordar que era poseedora del Byakugan y la técnica de los ocho trigramas sesenta y cuatro palmas. La chica se acomodó en sus rodillas para después erguirse frente a él, llegándole apenas a rozar la mejilla con su estatura. La chica todavía chorreaba agua del lago y sus rodillas se habían manchado de fango y un poco de sangre. –No quiero trucos, Hyuuga.
Hinata cerró los ojos, temblando nuevamente frente a él y maldiciendo su idiotez al dar una misión por terminada antes de estar de regreso, sana y salva en la aldea. Abrió los ojos para encontrarse con las perlas de obsidiana de Sasuke e intentó todo dentro de sí misma para no volver a temblar en su presencia. Además de ser un mítico Uchiha, Sasuke era un ninja desaparecido de la Hoja, lo cual se consideraba un crimen; Sasuke Uchiha era también el mejor amigo de Naruto y Hinata necesitaba salir viva de ese encuentro y regresar a Konoha con esa pieza de información.
Observó como el chico se agachaba frente a Hinata con la delicadeza de un príncipe, en una sola rodilla como si fuera a proponerle matrimonio solamente para sentir como uno solo de sus tobillos era rodeado por una delgadísima línea de chakra que desapareció segundos después; solamente para que aquello se repitiera en sus muñecas. Hasta que Sasuke lo decidiera, si es que lo decidía, Hinata estaba sellada de jutsus con sus muñecas y sus tobillos; no podía moverse de lugar, ni invocar. No podía hacer nada más que hablar, que era lo que el ninja desaparecido quería.
Con un sonoro quejido, como quien acaba de llegar de un arduo día de trabajo, Sasuke se recargó en uno de los troncos caídos de sicomoros que habían perecido en el invierno y había recargado su chokuto cerca de su pierna doblada.
-Bien…- dijo Sasuke mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho. –Bien, Hyuuga, ahora me vas a decir que sucede en La Hoja como para que Tsunade haya decidido que sería buena idea enviar a la princesa de los Hyuuga que juega a ser kunoichi por un paria como yo…
Hinata frunció el ceño. Sasuke no había cambiado nada en estos años fuera de la aldea y mucho temía que tal vez no cambiaría nunca. Todos los esfuerzos que había visto de sus amigos y superiores por recuperar al Uchiha habían sido en vano y en cambio, Sasuke se merodeaba por todas las regiones conocidas siendo este personaje que no reconocía y que ya despreciaba. La paranoia de haberse unido a Orochimaru había nublado su raciocinio, aún y cuando llegó a considerarse el gran genio de la Aldea, como alguna vez lo fue su hermano Itachi. Entrecerró los ojos con enojo, mientras sus labios se convertían en una delgada línea rosa.
-¿Ah? –preguntó Sasuke elevando la ceja con sorpresa. Muy pocas veces había visto esa expresión de determinación en las kunoichis de la Hoja y Hinata había llegado aquí siendo un ejemplo de esto. – Vaya, vaya, Hyuuga…cuidado con esa mirada o podrás lastimarte…ahora comienza a hablar…
-No diré nada. Lo siento, Sasuke-kun… –no había tartamudeado pero su voz era apenas un suspiro.
Sasuke la miró con un rencor que no sabía que podía sentir por alguien a quien apenas recordaba.
-He dicho que no.
-Lo harás o mancharé mi kimono con la sangre de quien presumo es una virgen.
Hinata bajó la cabeza dejando que su cabello actuara como una cortina que la protegía de la mirada de Sasuke, en parte para no ver su rostro, en parte para que no dejara que viera el sonrojo violento que aconteció en ella. El chico fue paciente por todo el tiempo que pudo, cinco segundos que fueron eternos antes de que se levantara y con grandes pasos se acercara a Hinata, tomando su rostro en uno de sus manos, levantando su cara para asegurar que la mirara mientras su otra mano presionaba el filo de un kunai contra su cuello. De igual manera, Hinata no cedió.
Sasuke casi gruñó. -¿De verdad vale la pena sangrar por una aldea como Konoha?
Hinata pasó saliva, mirándolo a los ojos, frunciendo el ceño con dolor. -¿D-De verdad vale la pena tanta soledad y p-paranoia por un maestro como Orochimaru?
Algo dentro de Sasuke se rompió por unos segundos, pero no dejó que Hinata lo observara con detenimiento. El chico lamió la resequedad de sus labios antes de acercarse más a la chica, quitando el kunai cerca del cuello de la chica, kunai que no había llegado a capas importantes de la dermis pero que ahora había rasgado apenas una línea delgadísima de rojo que comenzaba a sangrar. Sasuke tenía una expresión blanca en su rostro mientras su mano en el rostro de Hinata se movía hacía arriba, afianzándola en su cabello con un rápido y violento movimiento, mientras sus labios se acercaban a la oreja de Hinata; podía sentir el movimiento rápido de su respiración, como un cervatillo asustado.
-No sabes qué tipo de maestro es Orochimaru…
-S-Sasuke-kun…
Un nuevo movimiento de su mano enredándose en su cabello hizo que Hinata suspirara de miedo y ansiedad. La chica cerró los ojos, ignorando por completo que esto era lo más cercano que había estado a un hombre que no fuera su familiar o un compañero de equipo.
-¿Sabías que tu nombre ha sido mencionado por sus labios en múltiples ocasiones?
-Sasu…
-Shhh…- susurró Sasuke pegando sus labios a la concha del oído de Hinata, haciendo que esta última suspirara y creciendo en su piel, piel de gallina. – ¿Lo sabías? Él y Kabuto tenían planeado secuestrar a tu hermana menor en cuanto tuviera su primer sangrado… Hanabi Hyuuga, la prodigio de los Hyuuga…usarla para concebir el shinobi perfecto con una mezcla del Byakugan…- las tácticas de terror que Sasuke utilizaba afloraron cuando suspiró justo en el oído de Hinata, haciendo que la chica gimiera de miedo. – y mi Sharingan…
Hinata abrió los ojos del tamaño de platos cuando se dio cuenta del peligro en el que había estado y posiblemente estaba Hanabi. Sabía a la perfección que ser una kunoichi implicaba correr riesgo de muerte en cada una de las misiones, y aunque en los últimos años de la academia, alguna maestra mujer las jalaba a un lado para hablar sobre ese tipo de peligros, los sexuales y degradantes, nunca nadie estaría preparada para algo así. Una lagrima caliente comenzó a bajar por el ojo de Hinata al imaginar todo esto para alguien tan amada por ella como lo era la pequeña Hanabi que justo ahora, dormitaba en la seguridad de Konoha.
-Tal vez pueda traer una propuesta a la mesa…- continuó Sasuke mirando a la nada detrás de Hinata, disfrutando como el cuerpo de la chica temblaba bajo su tacto. –Tal vez pueda sugerirte a ti en vez de tu hermana, eh…- Un gemido salió de la boca de Hinata, un gemido lleno de pánico y aguante de lágrimas. –Tal vez puedas ser tú a quien me coja día y noche hasta que quedes preñada con mi hijo…- Sasuke sacó la lengua lentamente, tentando el terreno antes de lamer la singular gota de sangre que caía del cuello de Hinata, a causa del kunai en su cuello en un frenesí cálido y mojado. La chica ni siquiera sintió el corte o el dolor, porque se había quedado enfrascado en las palabras inciviles de Sasuke, en lo que significaba.
-N-No…- murmuró Hinata intentando alejarse de Sasuke, sin fruto alguno. Sintiendo su áspera lengua recorrer su cuello, recogiendo el hilo de sangre que desdeñaba. Aquella idea era horrorosa en todo momento pero para Hinata, creía tener la certeza de que solamente era una táctica para asustar. Una efectiva. –S-Sasuke-kun, tú no eres…tú no eres así…tú no eres esto.
Sasuke enderezó la cabeza, con los ojos tan vacíos como el día de la masacre de su clan. Sabía perfectamente las historias que se contaban en Konoha desde los días en los que su padre era parte de la policía, las leyendas sobre el ominoso clan Uchiha, sobre Itachi, y después de la masacre, las leyendas sobre Sasuke y una vez que se fue de la villa, podía imaginarse como el personaje de los cuentos de horror que las madres contaban a sus hijos para que se durmieran.
-¿Y si sí?...- preguntó Sasuke en un tono de voz que se le antojó a Hinata más para él que para ella. -¿Y qué si soy el monstruo debajo de la cama?
Hinata había comenzado a llorar, irremediablemente, pero estaba agradecida que nadie sabría eso a menos que ella decidiera contarlo. Gordas y calientes lágrimas bajaban por sus mejillas al sentirse atrapada, sus manos chocando unas con otras debido a los hilos de chakra en sus muñecas, y el del tobillo haciéndola sentir una esclava total. Sus manos temblorosas comenzaron a bajar hasta descansar enfrente de su pecho, temblando como si fuera un ciervo recién nacido.
-E-Estoy segura que no eres un monstruo, Sasuke-kun.
-… ¿cómo estás tan segura?
Hinata tomó aire para hablar sin detenerse, porque sabía que si había una oportunidad para hacer a Sasuke entrar en razón era esta, en la que parecía que su aliento, al igual que el de ella, se había enfrascado en su garganta levemente. Cerró los ojos y recordó a todos en la Academia, tomando clase con Iruka-sensei, comiendo en pequeños equipos en el almuerzo, siendo niños en una Aldea que se encontraba en una presumible paz, paz por la que muchos habían sufrido y perecido. Hinata sabía que su hogar no era perfecto, porque dentro de sí misma sabía que ningún hogar era perfecto, y que bajo los gobiernos, por más que se quisiera, no podía ser todo justo; pero también sabía que era un lugar digno del amor que todos sus habitantes le tenían a la Aldea; un amor que venía en distintas formas, como lo fue el amor retorcido que los Uchiha le tenían al poder liderarla.
-Porque…porque amas a tu clan tanto q-que duele. Y sé que alguien que puede amar con esta intensidad n-no es malo.- Hinata lo miró a los ojos por unos segundos, levantando su cabeza en un lento movimiento. – Un hombre malo no sé preocupa si lo es o no…
Sasuke frunció el ceño ligeramente, observando los caminos que las lágrimas de Hinata habían hecho en sus mejillas. Tenía pestañas largas, juntadas por su llanto, infantiles, y sí, su par de ojos eran realmente impresionantes. Tragó saliva ligeramente, pensando en cada palabra que salía de la boca de Hinata y en cómo tal vez, tenía razón. La chica estaba demasiado asustada y temblorosa como para pensar que en realidad era la kunoichi enviada a regresarlo a la aldea; sea cual sea la situación la anciana Tsunade hubiera tenido más tacto y la hubiera enviado más preparada. Se avergonzó por haber pensado que Hinata sería su captora y ahora estaba seguro de que la chica en realidad venía en una misión aparte.
También ahora sabía que estaba paranoico y desde el día en que dejó la aldea, con la promesa de Naruto de regresarlo a casa en el aire, sabía que sería cazado como un animal. Aquello le había llenado de poder por unos meses, sabiéndose una amenaza para la Hoja, para su seguridad y calma, quería dañar a la Aldea que lo miraba con lástima por ser un sobreviviente de la masacre de su clan; pero con el tiempo, los años, los daños, su vida con Orochimaru aunque si bien le había traído mucha sabiduría, también le había dado el sentido sedentario al que ya estaba acostumbrado, sin embargo no podía dejar de encontrarlo paradójico.
Con un sencillo movimiento de manos por parte de Sasuke, Hinata sintió ceder los hilos de chakra de sus muñecas y dejó salir de sus labios un tembloroso suspiro. La chica miró hacia arriba y Sasuke desvió sus ojos evitando mirarla, solamente para cerrar con delicadeza el cuello del kimono que se cerró por completo, cubriéndola. Hinata se abrazó a sí misma cuando Sasuke dio un paso hacia atrás, permitiéndose mirarla ya cubierta. Como él, también era una niña cuando todo comenzó a irse a la mierda para la Aldea de la Hoja pero el chico fallaba en poder relacionarse con ella o sentir empatía; era el shinobi en él, adivinó, era la parte que le decía que tenía que vivir y por lo tanto, sentir a solas.
La verdad era que estaría mintiendo si dijera que las palabras de Hinata no retumbaron en su interior como cañones en tiempos de guerra; su declaración lo hizo enfrascar el aliento en la garganta, tragar saliva, sudar de entre los omoplatos desnudos bajo la noche estrellada. Tal vez, no era un monstruo, tal vez aún no.
-Sasuke-kun…- murmuró Hinata mirándolo anonadada. No había dicho nada, absolutamente nada. Simplemente había cerrado el kimono y desecho los hilos de chakra, todos excepto el de su tobillo. No podía desplazarse pero podía moverse, aunque sus niveles de chakra estuvieran un tanto bajos. –P-Por favor, r-regresa a…
-No podrás caminar en un lapso de 3 horas…- dijo Sasuke mientras enfundaba el chokuto. –Me dará tiempo para alejarme de ti y podremos regresar a nuestros caminos, individuales.
Tenía que interrumpirla antes de que dijera con sus labios aquellas palabras. Que tal vez no era un monstruo, tal vez aún no pero debía convertirse en uno, y el hecho de que la negación de su monstruosidad lo reconfortara era suficiente como para saber que todavía tenía un corazón humano latiendo en su pecho y para vengar a su clan, debía convertirse en todo lo contrario, un largo camino, a solas.
Hinata lo conocía, prácticamente desde que eran niños y habían asistido a la Academia juntos, tenían meses, años sin verse, sin saber el uno del otro; para ser honesto, Sasuke solo se acordó de ella cuando Kabuto trajo a coalición el macabro plan para comenzar a criar shinobis y aun así la chica no veía un cambio como el que Sasuke ocupaba. Podía agradecerle el abrirle los ojos así o simplemente podía matarla y comenzar a dejar atrás a la Hoja y a todos sus habitantes, poner a enfriar el todavía muy obvio corazón tibio que latía contra sus costillas. Podía usar el sharingan y borrar algunas de sus recuerdos, encadenarla a un genjutsu de un par de horas que se sentirían como millones de años en su piel y asustarla tanto que sus labios no quieran repetir su nombre nunca más.
-Sasuke-kun…- dijo la voz temerosa de Hinata mientras el chico le daba la espalda caminando hacia la pequeña piscina de ropa de las que Hinata se había despojado para poder darse un baño después de una misión larga. Eso era todo; no quería asesinarlo, ni regresarlo a Konoha, torturarlo o algo por el estilo. Solamente quería darse un baño después de una misión larga. –P-Por favor, r-regresa a…
Sasuke la miró unos segundos, tratando de recordar cómo era que Hinata de la academia reía y corría jugando con las otras niñas. Le dio gusto no recordarlo. Desapareció en una bola de humo que dejó a Hinata helada, mirando a su alrededor, consternada y triste como si hubiera descubierto a muy temprana edad, todos los secretos de los trucos del mago.
