Encontré esta historia que escribí hace 2 años, y la verdad creo que vale la pena subirla. Está desordenada con varias cosas, pero tenía 16 años al momento de escribirla, así que sepan disculpar.
Disclaimer: Todos los personajes en esta historia, a excepción del protagonista, le pertenecen a Masashi Kishimoto, etc. No hago esto con fines de lucro ni nada parecido, todo es por entretemimiento y tiempo libre.Sin más, aquí lo dejo
Dieciocho años. Puedo jurar que estoy más ansioso de cumplir esa edad que cualquier otro. No es por los regalos, ni por la supuesta libertad y madurez que esa cifra acarrea. Pero permíteme explicarme.
Crecí en la calle. Y no me refiero a tener que salir a pedir limosnas al subterráneo para poder comprar un paquete barato de galletas en el mercadito chino de la esquina y volver a una casa precaria con mi disfuncional familia. No. Literalmente crecí en la calle yo sólo. Aunque no siempre fue así, pero eso no significa que fuera mejor en el orfanato donde pasé mis primeros cinco años de vida, soportando una nutrición casi nula y el poco interés de los adultos por nuestro bienestar. Una vez logré escapar debido al descuido de sus encargados, me di cuenta de que la cosa no mejoraba ahí afuera.
Si bien Tokio es una ciudad evolucionada de uno de los países más evolucionados del mundo, la pobreza aún sigue vigente, claro siendo opacada por la algo tóxica cultura del anime y los carteles insanamente luminosos.
Solía maldecir mi suerte más o menos una hora al día. Sentarme en un callejón oscuro a llorar y autocompadecerme era mi mejor y más accesible forma de catarsis. Diario rebuscaba en los basureros algo mínimamente comestible. Las pizzas a medio comer eran mis "favoritas", si es que eso tiene un mínimo de sentido. Nunca llegué hasta el límite de asaltar a alguien, pero cada vez que podía me escabullía dentro de algún restaurante y tomaba lo que podía sin ser visto, usualmente una que otra tostada. Algunas solían estar ya untadas con manteca y algo de sal, así que eso era un pequeño extra. Obvio no siempre funcionaba y las patadas y palmazos de los cocineros y meseros eran una suerte de rutina, aunque eran gajes del oficio.
Me acostumbré a tratar de escapar o de plano soportar las golpizas de algún desgraciado usualmente de clase alta muy pasado de copas que me utilizaba como una forma de demostrar su supuesta y obviamente sintética superioridad.
Calvario es lo que mejor definía mi día a día.
Hasta que (como se diría en cualquier obra literaria y a riesgo de caer en un cliché) un día todo cambió. Ellos dos aparecieron.
Una envidiable pareja casada tuvo la casualidad de pasearse cerca del montón de cartones que hacía de colchón para mí. Él era un bastardo de un metro ochenta de alto, espalda recta, hombros anchos y cabello alborotado y rubio. Por su parte ella era la mujer más hermosa que había visto o imaginado jamás. Tokio es enorme y la cantidad de gente es proporcional a su tamaño, y al estar a la intemperie 24/7 hasta puedes reconocer uno que otro rostro por ahí. Pero ella no. Era única. Cabello larguísimo y rojo hasta la cintura, cuerpo esbelto, rostro sinceramente angelical y una sonrisa más cálida que el sol de verano en pleno desierto del Sahara.
-Minato…- dijo ella.-
-¿Qué pasa?- preguntó el hombre rubio.-
-Válgame Dios, mira.- ella me señaló aunque de una forma no acusadora. Alcé la vista y los observé algo confundido.-
-Niño, ¿qué haces aquí?- se inclinó él, mirándome a los ojos.- ¿Dónde están sus padres?
-Ojalá supiera.- respondí.-
-Pobrecito…- susurró ella con la voz al borde del quiebre. El hombre sacó su billetera y extrajo algunos billetes.- ¿Qué crees que haces?
-Kushina, le doy algo de dinero al niño.- la respuesta de la mujer fue estampar su puño contra la cabeza del rubio.- ¡AUUU! ¿Por qué fue eso?
-¡¿Cómo puedes ser tan insensible?!- rugió la pelirroja.-
"Qué femenina…" pensé.
-Tesoro, ¿cómo dices que te llamas?- Kushina (precioso nombre debo agregar) acarició mi rostro. Su toque era tan suave como la seda más fina… aunque en ese momento no sabía ni definir lo que era la seda, pero así era como se sentía.-
-Soy… Kichiro, señorita.
-Kichiro, owww, eres tan lindo…- mi respiración casi se cortó al sentir que ella me abrazaba y presionaba contra su pecho.- Ven con nosotros, cariño, te llevaremos a nuestra casa.- no supe qué responder.-
-Pero, Kushina…- los ojos de la mujer parecieron echar fuego. Diría que la temperatura del lugar había aumentado unos cuantos grados. Minato puso una expresión de terror que daba hasta risa.- Sí, ok, cielo.
Ella me tomó de la mano y los tres comenzamos a caminar.
Un mes después yo era Kichiro Uzumaki, Kushina era mi madre, Minato mi padre, y hasta tenía un cómico y cariñoso hermano llamado Naruto.
Desde el primer momento, Mamá (cabe mencionar que me quemó las neuronas durante la primera semana que viví con ellos repitiéndome que dejara de decirle Kushina y que le dijera Mamá, cosa que al fin logró) siempre me sorprendió por lo polifacética que era. En un momento era la mujer más dulce y amable que había, y al siguiente tenías que correr por tu vida si no querías que ella te dejara en el hospital. Más de una vez hizo chocar mi cabeza contra la de Naruto por haber hecho alguna travesura o chiste indebido.
Él heredó la personalidad de Papá: Inocente, gentil, algo torpe y con buen corazón.
Sin embargo, mi hermano siempre tuvo algo diferente, y es que era sumamente orgulloso y a veces engreído. Razón por la cual (junto a muchas otras) nunca logró conquistar a su amor platónico. Al final reconoció que no tenía caso y terminó enamorándose de otra chica.
Además, Mamá nunca soportó que dijéramos groserías, contrario a Papá. Para él, cuanto más creativo el insulto, mejor. Esto le hacía ligar a él (y de paso a nosotros) un buen golpe cada tanto.
Comencé a asistir a la escuela junto con Naruto, y no me costó hacer amistades rápidamente.
-Oye.- me volteé.- ¿Cómo te llamas?- me preguntó un chico con el cabello atado.-
-Soy Kichiro Uzumaki.
-¿Uzumaki? Naruto, ¿acaso nos ocultaste todo este tiempo que tenías un hermano?- toda la clase (incluyendo el profesor con una cicatriz surcándole el puente de la nariz) se abalanzó sobre mí.-
-¿Cómo dices que te llamas?- pregunté, ocultando mi vergüenza.-
-Soy Shikamaru Nara.
-Ñam… soy Chôji Akimichi, un placer.- me saludó un niño con unos kilos de más, mientras se llevaba unas papas fritas a la boca.-
-¿Qué tal? Soy Sakura Haruno, es un gusto.- se presentó una chica de pelo rosado.-
-¡Hola! Me llamo Ino Yamanaka, la chica mas linda de toda la escuela.- me ruboricé al verla. Era bastante linda, pero no pude evitar notar que se mostró algo fanfarrona para molestar a Sakura.-
La primaria fue relativamente tranquila, y Shikamaru, Chôji, Naruto, otro chico llamado Kiba Inuzuka (que tenía la costumbre de llevar a su perrito Akamaru a la escuela) y yo formamos un grupo de amigos bastante particular. Solíamos ser los problemáticos. Teníamos la costumbre de llevar al límite los nervios del profesor Iruka y hasta del director Sarutobi con nuestras bromas. Lo más normal era que uno distrajera al profesor mientras otro gastaba medio envase de pegamento en el asiento de la silla que él usaba para sentarse. El resto se hacía solo.
-¡Aghh! ¡¿Quién de todos ustedes, niños, hizo esto!- Shikamaru y yo estábamos a punto de estallar de la risa.- No puede ser, miren esto, mi pantalón está arruinado.
También en quinto grado obtuve mi primer beso, aunque eso no significa que me haya vuelto más maduro.
La cosa fue bastante simple: Juego de la Botella.
Ya había pasado media hora sin que ni a Naruto, Sasuke Uchiha (un compañero de curso que nunca me agradó), Sakura, ni a mí nos tocara algo. Por otro lado, Neji ya había tenido suerte con Ino, y a Rock Lee (amigo de Neji y Naruto), le había tocado con Tenten, una compañera de ascendencia china.
Una parte muy curiosa de esto es que luego de que fuera el turno de Lee y Tenten, Naruto al fin tuvo suerte… con Sasuke.
-Reglas son reglas.- sentenció Sakura.-
Mi pobre hermano jamás va a olvidar ni superar que su primer beso fue con la persona que más detestaba en el mundo.
Para ser honesto, yo no tenía nada en contra de Sasuke, pero siempre me molestó su actitud altanera y soberbia, cosa que lo metería en problemas más de una vez.
Aunque hubo que forzarlos un poco para que sus labios hicieran contacto, y el "beso" no duró más de una fracción de segundo antes de que ambos sintieran arcadas.
Una vez que Naruto y Sasuke pasaron el mal trago por fin llegó mi turno.
-¡Sakura!- exclamó mi hermano.-
Yo no supe qué hacer o decir. Sabía cómo funcionaba el juego y todo, pero ponerlo en práctica a esa edad no era cualquier cosa.
Noté que Sakura lejos de quejarse o decepcionarse, sonrió algo nerviosa.
-Todos hemos cumplido, ahora no seas cobarde y házlo.- me apuró Neji.-
-Sí, sí, ya sé.- dije.-
-¿Y bien?- volvió a apresurarme.-
Fue un beso inocente y rápido, pero nada mal para ser el primero.
-Papá.- dije, aprovechando que Mamá y Naruto habían ido de compras.-
-Dime, hijo.- dejó su libro sobre la mesa y me prestó atención.-
-¿Tú sabes… bueno, ¿sabes cómo nacen los bebés?- su cara cambió por una de vergüenza.-
-Oh. Bueno, Kichiro, es algo… complicado.
-¿Complicado?
-Sí… verás…
Perdí el apetito por un BUEN rato luego de esa charla. Aunque conforme avance mi historia se darán cuenta de lo mucho que contrastan varias cosas con esto.
Una vez terminé la primaria, ya tenía amasada cierta fama de tipo rudo (se acuerdan de lo que dije al principio, ¿verdad?), básicamente debido a aquella vez que le rompí la nariz de un golpe a Neji (si bien éramos amigos, su comportamiento solía sacarme de quicio) por molestar a un chico llamado Haku. Como nunca tuve a alguien que me enseñara "lo bueno y lo malo" nunca tuve prejuicios hacia nadie por nada en específico, y por ende jamás contrarié a ese chico por vestirse y actuar como normalmente lo haría una mujer. Siempre me pareció alguien muy amable y fuerte (y dicho sea de paso, bien parecido), sobre todo para soportar las constantes molestias por parte de Neji, ocasionalmente Ino y otro sujeto que luego mencionaré. Haku y yo nos llevamos muy bien a pesar de que él fuera dos años mayor que yo. Nuestra amistad se volvió más sólida en buena parte debido al hecho de que ambos crecimos en la calle. Aún hoy seguimos en contacto y es uno de mis amigos más cercanos y estimados.
A pesar de esto, siempre tuvo amistades y gente que lo apoyó. Entre ellos están Shikamaru, Temari (una chica que en un momento mencionaré), Kakashi, Tsunade, Orochimaru (de quienes hablaré más adelante), yo y Zabuza. Éste último era su padre adoptivo y fue quien lo rescató de las calles. Un hombre alto, moreno, de rostro severo, reservado y actitud muy fría. Sin embargo él se encargó de ayudar y alentar a Haku en todo lo que necesitara. Un buen hombre.
Incluso mi madre decía que era un muchacho encantador… o muchacha. Le costaba distinguir, pero una vez tuvieron una conversación muy profunda y motivacional, por lo cual Haku le tomó mucho afecto a mi familia. Mi padre conversaba cada tanto con él y lo trataba como uno más, algo que era muy propio de él. Naruto por su parte no comprendía del todo la situación de Haku. Lejos de ser un idiota, no podía asociar el llamarse como un hombre y verse como mujer al mismo tiempo. Fue muy cómico, ya que una vez se enteró de que era hombre (palabras textuales de Haku), exclamó frente a toda la clase que era más bonito que Sakura. No terminó demasiado bien, pues ella alcanzó a oírlo y mi hermano terminó con un brazo fracturado.
No estoy seguro, pero tal vez Haku se me haya insinuado una que otra vez. Aún me da cierta curiosidad un comentario que hizo una vez mientras charlábamos en el recreo.
-Oye…- me dijo.-
-¿Qué pasa?
-¿Te enteraste que los amigos que se llevan bien suelen besarse para bajar el estrés?
-No te creo, ¿dónde lo viste?
-Un anuncio en el diario.
-Mierda, eso sí es interesante. ¿Quieres intentarlo?- bromeé.-
-¡¿Cómo crees?!- más tarde caí en cuenta de que él se ruborizó luego de ese chiste, sin embargo nunca pasó de eso.-
Recuerdo como si fuera ayer el sorpresivo puñetazo que le metí en medio del rostro al pobre diablo de Neji. Sentí algo de remordimiento al ser su amigo, pero después de todo estaba protegiendo a alguien más. Todo terminó de una forma muy recordable con Neji y yo teniendo una pelea (que no me da vergüenza admitir, él ganó) y luego siendo citados a la oficina del director Sarutobi, y como un pequeño bonus track, un chichón en mi cabeza cortesía de Mamá.
Neji y yo somos muy cercanos actualmente y está en plan de propuesta de matrimonio con Tenten, su actual pareja. Dieciocho años es algo (muy) apresurado para mí, le dije que esperara al menos hasta los veinticinco.
-Pero ¿y si ya es muy tarde para entonces?- cuestionó.-
-Entonces no tiene caso lo del matrimonio - respondí luego de dejar escapar el humo y olor a tabaco de entre mis labios.-
Otra de mis amistades particulares fue Gaara. Un desgraciado de madre árabe y padre japonés con una personalidad más fría que el quinto círculo del infierno. En parte eso fue lo que me llamó la atención de él. Costó, pero nos hicimos cada vez más cercanos y eventualmente me contagió su afición por la música folk. A cambio, tuve que soportar al infumable arquetipo fascista de su hermano Kankurô (aún así nos llevamos bien hoy día) y los constantes coqueteos entre su hermana Temari y Shikamaru. Aunque ella siempre me agradó al fin y al cabo, y tenía un temperamento similar al de mi madre o de la de Shikamaru, al abofetear a Kankurô cada vez que hacía una estupidez, cosa que pasaba bastante seguido. Aparte, ella era una de las pocas personas que apoyaba a Haku, y creo que en parte por eso Kankurô dejó de molestarlo.
En segundo de secundaria me interesé más por la música. En parte gracias al profesor de historia, Kakashi (que nunca supe por qué, cubría la mitad de su rostro con una máscara). Me picó la curiosidad un día verlo con una llamativa playera de cierta agrupación llamada Carcass. Desde ahí fue como una bola de nieve que descendía por la pendiente a una velocidad descomunal. Tanto fue mi fanatismo por este estilo de música, que para mi cumpleaños número catorce mis padres me regalaron una Gibson Les Paul Standard Modelo 1993. Fue como si me entregaran el mismísimo santo grial.
Mamá siempre me alentó con mis gustos musicales y a seguir tocando la guitarra cada vez más.
Todos me consideraban (y aún lo hacen) un prodigio con las cuerdas, y yo casi siempre respondo "Pues, hay que ser bueno en algo.". No me gusta fanfarronear, pero he conseguido ciertos beneficios al dominar este instrumento.
Por decir algo, mi "primera vez" la conseguí gracias a mi habilidad con la guitarra.
Estaba ensayando el solo de Enter Sandman, con todo y pedal a la mano, cuando alguien ingresó a mi pequeño estudio. La conocía desde hacía un tiempo. Tayuya era su nombre. Pelirroja, malhumorada, y, ay, pobre del que intente cogérsela sin hablarle bonito. Aunque en particular este no fue mi caso.
-Nada mal.- me dijo.-
-Gracias.- asentí.-
-¿Qué otras cosas sabes tocar?
-Por ahora sólo la guitarra.
-Oh. ¿Y crees poder tocar estas?- se quitó la playera dejando sólo su brasier negro al descubierto.-
Imagínense, tenía apenas dieciséis años, y era mi primera vez frente a una vagina. Obvio no salió como hubiera deseado, pero al ver la imbecilidad de Naruto al momento de "intentar" con Hinata (la prima de Neji) siento que fui bastante afortunado y que manejé la situación más o menos bien.
Un día como cualquier otro, Naruto, Shikamaru, Kiba y Akamaru caminábamos de vuelta a casa luego de la escuela (ahora el can debía esperar afuera del edificio hasta el recreo y la salida, ya que no era más un cachorro, y de hecho sorprendía lo mucho que había crecido). En eso, un sujeto se nos interpuso en el camino.
-Hey, niños, ¿no les gustaría unirse al jashinismo?- nos preguntó. Ahora podía notar que era un sujeto de aproximadamente treinta años, cabello gris y un extraño bastón (aunque más parecía una guadaña) en su mano derecha.-
-¿Jashinismo?- preguntó mi hermano.-
-¡Exacto!- exclamó ese hombre muy entusiasmado.-
-¿Y de qué se trata?- cuestionó mi amigo de cabello atado.-
-Pues verán, lo único que ustedes tienen que hacer es entregarse por completo a Jashin, y a cambio él les dará el don de la INMORTALIDAD.- Akamaru soltó un gruñido que todos supimos qué quería decir.-
-Eh, mire, nos encantaría unirnos a su culto, pero…- mi mente trabajó a la velocidad de la luz hasta que al fin algo se me ocurrió.- Oh, mire, un buen samaritano.- señalé a ningún lado.-
-¡¿Dónde, dónde?!- el extraño miró para todos lados, y cuando volvió a prestarnos atención ya nos habíamos ido.-
¿Cuál es el encabezado del diario al día siguiente?
Arrestan a fanático religioso por asesinar a un hombre en honor al dios "Jashin".
Dos meses después ocurrió todo.
Papá tuvo un accidente de tráfico.
-¡¿Qué?!- grité mientras sostenía el teléfono.-
-Papá ha tenido un accidente. Estamos en el hospital, ven rápido.- me dijo Naruto.-
-Sí, sí, voy para allá.- colgué y me puse mi abrigo.
-Viejo, ¿pasa algo?- me preguntó Shikamaru.-
-Es mi padre, tuvo un accidente.
-Oh, no…
-Y el hospital está muy lejos, voy a tener que tomar un taxi.
-¿Pero qué dices? Vamos, te llevo en el auto de mi viejo.
-No tienes licencia.
-Lo sé, y es un fastidio, pero esto es una emergencia.- me dijo con una sonrisa confiada.-
Le voy a estar eternamente agradecido.
Casi tiro abajo las puertas del hospital con mi entrada tan agresiva con Shikamaru siguiéndome el paso. Me encontré con mi hermano casi al borde de la desesperación, igual que mi madre.
-¡Kichiro!- ella me envolvió con sus brazos mientras lloraba desconsoladamente.-
-¿Qué pasó?- pregunté.- ¿Dónde está?- un doctor salió de la habitación frente a la que estábamos parados.-
-Doctor, ¿cómo está mi padre?- cuestionó mi hermano.-
-Yo…- el hombre carraspeó.- Lo lamento… pero no lo logró.- todo se puso en cámara lenta.-
No, no era cierto. No debía y no podía serlo.
-¡No! ¡Por favor, está mintiendo!- sollozó Mamá.- ¡MINATO!- Naruto la atrapó justo antes de que ella se descompensara y sufriera un leve desmayo.-
Me abrí paso a través del doctor y entré a la habitación. Ahí estaba él.
La mitad de su rostro estaba seriamente lacerada, y todo su cuerpo estaba vendado. Parecía dormido, pero no lo estaba.
Me acerqué y tomé su mano. Estaba fría.
-Papá… no.- el doctor por poco tiene que llamar a seguridad para sacarme de la sala. De no ser por la intervención de Shikamaru, la cosa habría pasado a mayores, pues él conocía lo temperamental que podía llegar a ser.-
Mi amigo nos llevó a casa en su auto. Una vez llegamos, mi madre le agradeció el esfuerzo a Shikamaru y bajó del auto junto con mi hermano que no pronunció palabra desde que nos notificaron de la muerte de Papá.
Aún no reaccionaba, sólo dejé mi mirada ensartada en el suelo.
-Hombre…- posó su mano en mi hombro.- Lo lamento en serio. Él no lo merecía.
-Lo sé.- dije.-
-Todo saldrá bien, ya lo verás.- asentí.-
-Gracias por traernos, amigo.
-No es nada. Suerte, viejo.- me bajé del auto y entré a mi habitación sin decir palabra.-
Todo por culpa de un conductor ebrio, un tal Obito Uchiha, pariente de Sasuke. Haciendo memoria, me da cierta vergüenza lo furioso que estaba con él. Sé que era sólo la sangre adolescente ardiendo en mis venas sumada a la frustración y angustia que acarrea la muerte de un ser querido. Sin embargo, en ese momento, lo único que quería era atrapar al tal Obito, atarlo de pies y manos y enterrarlo vivo en un ataúd lleno de cobras. De más está decir que nunca llegué a hacerlo y con el tiempo se me pasó.
Aunque eso no quitó el hecho de que mi mundo casi se vino abajo. Lloré una semana sin parar y no les miento o exagero. No terminaba (ni siquiera empezaba) de asimilar que una de las dos personas que me sacó de la calle y dicho sea de paso me salvó la vida se hubiera ido para siempre.
Mamá estaba devastada, Naruto por poco se convierte en un cascarón inerte y sin emociones, y nuestros amigos ya no sabían qué hacer para ayudarnos.
Excepto Shikamaru.
Ese bastardo siempre tiene un az bajo la manga y esa vez no fue la excepción.
-Te apuesto a que te encantará.- aseguró.-
-No lo creo. No te ofendas, sólo…
-¿Ah? ¿Estás seguro?- me extendió dos boletos que provocaron que casi olvidara el hecho de que Papá estaba muerto.-
Los boletos eran entradas para ir a ver a Lacrimosa que se presentaría en la ciudad en una semana.
Fue el primer concierto para Shikamaru y para mí, y no podría haber sido mejor. Años más tarde le devolvería el favor regalándole para su cumpleaños una playera de Godsmack, junto a dos boletos para ir a ver a la banda al día siguiente.
Una vez volví a casa, Mamá me envolvió en su cálido abrazo. Fue como si mi felicidad la afectara también a ella. Esa noche fue tan normal, que por un momento creí escuchar la puerta de entrada abrirse, dejando ver a Papá entrando luego de un arduo día de trabajo y Mamá recibiéndolo con un beso.
Además, cabe destacar que desde el primer momento me fue fácil ver que Hinata Hyūga (prima de Neji) sentía algo por mi hermano, así que ella fue quien más lo apoyó para que saliera adelante, razón por la cual se hicieron muy cercanos.
Un punto muy importante de mi historia se sitúa unas semanas después del concierto.
Ya que los Hyūga y los Uzumaki son familias que se llevan muy bien, se organizó un campamento entre ambas familias, como forma de festejar la llegada de las vacaciones de verano y de paso digerir el mal trago que dejó la pérdida de mi padre.
"Conveniente para que Naruto y Hinata se conozcan mejor." pensábamos con Neji.
Esto no tiene casi relevancia, pero un dato curioso es que Neji convenció a su familia de llevarse a su novia Tenten al campamento. Lo gracioso no es esto, sino lo fue oír los regaños que recibía por parte de su padre a la mañana siguiente por echar a perder los resortes de su cama.
Lo importante viene ahora.
Me levanté a tomar agua ya que como es normal, sentí la garganta muy seca. Me acerqué al baño ya que quedaba más cerca que la cocina, pero me detuve en seco al oír algo que me llenó el culo de preguntas.
Un llanto.
"¿Mamá?" pensé.
Caminé hacia la cocina y la encontré sentada a la mesa.
-Hola, mi cielo.- me saludó mi Madre con la lengua adormilada.-
-Hola, Ma.- respondí. Noté un aroma que a mis dieciséis años se me hizo inconfundible: Alcohol.- ¿Qué haces?
-Nada…- trató de ocultar la botella de whisky a medio tomar colocándola detrás de su espalda.- Estoy bien.
-Mamá, muéstrame.- dije en tono algo más preocupado y serio.- Anda.
-No es nada, Kichiro.
-No me mientas, sácalo.- ella bajó la mirada y dejó la botella sobre la mesa.- Ma…
-¡Por favor, perdóname!- comenzó a llorar.- Pero extraño tanto a tu padre… ¡Minato!- mi corazón se estrujó por completo al verla cubrirse el rostro con las manos.- Hijo… no quiero que me veas así, no quiero…- la abracé mientras yo también soltaba unas cuantas lágrimas.-
-Por favor, no llores, te lo ruego. Yo también lo extraño. Pero debemos ser fuertes, eso es lo que Papá querría.
Una vez dicho esto ella quedó inconsciente. No todos soportan media botella de whisky a las cuatro de la madrugada sin mencionar que llevar a cuestas una depresión como la suya provoca sólo querer quedarse en la cama y llorar. La llevé hasta su cama, la cubrí con las sábanas y le di un beso en la frente. Me dolía mucho verla así.
Volví a la cocina y observé el whisky. Sí, pensé en beber un poco, pero no era el momento ni el lugar adecuados, así que lo guardé en la despensa.
Me tomé tres vasos de agua seguidos y me acosté a dormir.
A mi madre le encantaba que Shikamaru y yo fuéramos a casa a pedirle por favor que nos prestara su tocadiscos para poder estrenar los vinilos en los que nos gastábamos nuestros ahorros. Una vez por mes íbamos a la disquería más cercana y variada del vecindario y nos quedábamos indecisos hasta por dos horas, hasta que al fin escogíamos un disco cada uno y volvíamos felices y con los bolsillos vacíos. El encargado de la tienda era un tal Dosu, un sujeto algo extraño pero carismático que mantenía el local junto con su hermano Zaku y la novia de éste, Kin. Buenas personas, ciertamente.
A los diecisiete comencé a trabajar en el local de Dosu (que ahora ya no era una disquería nada más, sino que también se había convertido en una tienda de instrumentos) debido a la vacante que Zaku dejó al renunciar y mudarse a otro lado, que luego me enteraría que fue debido a su ruptura con Kin. Nunca estuvimos mal con el dinero, pero no podíamos seguir viviendo a base de lo que Papá tenía ahorrado. Mi madre no trabajaba, pero no por eso era una mantenida. De hecho, ella era quien llevaba apunte de todas las cuentas e impuestos por pagar aún antes de la muerte de mi padre.
Con Naruto nos pusimos de acuerdo, y decidimos que mientras él trabajara de cajero en un supermercado, yo me emplearía de asistente en la tienda de música.
El lugar se había ampliado bastante y recibía una buena cantidad de ingresos diarios, así que la paga era aceptable. Me volví amigo de Dosu e intercambiábamos conocimientos y gustos musicales, ya que él tocaba el bajo. Nunca estaban de más las insinuaciones de Kin, a las cuales solía corresponder de forma sarcástica y chistosa. Con el tiempo me volví adicto al jazz y al swing, géneros que Dosu me contagió. Además, con él probé la marihuana por primera vez. No éramos adictos ni traficantes, pues sabíamos lo peligroso y problemático que sería, además no era nuestro estilo, pero disfrutábamos de juntarnos a fumar y escuchar música de cuando en cuando. Cabe destacar que era un sujeto sumamente astuto. Sabía cómo y con quién hacer negocios para poder ampliar su local de una forma rápida y eficiente. Para que se den una idea, una vez hizo una diminuta pipa con un encendedor vacío. Sus ocurrencias e ideas te hacían pensar: "Carajo, ¿cómo no se me ocurrió antes? ¡Es increíble!". Alguien así tenía el éxito asegurado.
El tipo además solía llevar unas vendas en su cabeza cubriéndole la frente, como si fuera un turbante. Él me contó que de niño tuvo un accidente en bicicleta, por lo cual le quedó una cicatriz muy grande por toda esa parte de la cabeza, cosa que confirmé luego de que una vez que estábamos bebiendo y fumando, él se quitara las vendas debido al calor. Debió ser difícil y escatológico ver esa herida recién hecha, y más aún debió serlo tener que tratarla.
Obviamente mi madre jamás se enteró de mi cuestión con el alcohol y la hierba. Vuelvo y repito, no era ningún adicto, pero que ella me viera cerca de una botella de alcohol ya era peligroso, por lo cual Dosu y yo siempre mantuvimos las apariencias.
Cierta vez Dosu salió temprano del local ya que tenía un compromiso con su novia, así que dejó a Kin a cargo.
Afiné bien las guitarras y configuré las baterías en la medida estándar, por si un cliente quería probar algún instrumento.
Recibimos algunas personas e hicimos buen dinero. Incluso alguien se llevó una batería Tama completa. Sí, así de bueno en los negocios era Dosu como para tener un instrumento de semejante calibre.
Nos sentimos muy orgullosos y decidimos celebrar con algunas cervezas. Ella era un año mayor que yo, así que supuse que si bien la diferencia era mínima, no obtendría nada relacionado con el sexo.
Craso error.
Pasadas unas horas, me recosté en el sillón para bajar un poco los humos. De repente ella se sentó al lado mío y me abrazó.
-Hacemos un gran equipo.- me dijo.-
-Vaya que sí.- contesté sonriendo.-
-¿No quieres festejar un poco?- la miré algo confundido, y no era por la cerveza en mi sangre.-
-Creí que eso hacíamos.
-Jejeje, no, aún no viene la mejor parte.- acercó su rostro al mío y acarició mi pecho.-
-Eh… Kin, no sé si…- me calló con un beso.-
Pasó un buen rato y gasté absolutamente todas mis energías, aunque valió la pena, pues pocas veces había pasado tanto tiempo en el acto con una chica (y sí, tenía una vida sexual activa, pero no descontrolada). Aunque chica no era el calificativo indicado, ya que ella era mayor de edad. Visto desde ese ángulo, había tenido relaciones con una mujer (literalmente, era una mujer completa), y fue genial.
-Qué bien coges.- comentó, mientras me besaba. Ambos yacíamos recostados en el sofá-cama del almacén que también utilizábamos con Dosu para fumar y beber cuando teníamos tiempo libre.-
-Tú también estuviste genial.- dije mientras exhalaba el humo del cigarrillo y lo apagaba contra la pared (sí, estaba alcoholizado, exhausto y sexualmente satisfecho, así que ahora que lo pienso no fue muy agradable dejar esa pequeña mancha negra ahí).- Eres muy estrecha.
-Oww, gracias. ¿Sabes? Lo haces muchísimo mejor que Zaku.- se acurrucó junto a mí y yo la envolví con un brazo.-
-¿En serio? Pues gracias, jeje.
-Y la tienes mucho más grande que él.- sonreí muy divertido.-
-Eso es gratificante y muy innecesario de saber. Gracias otra vez.
Ya que revisamos el tema de las mujeres, hay algo que tal vez deban saber respecto a mi vida amorosa.
En toda mi existencia, mis relaciones sentimentales no limitadas al sexo (o novias, para decirlo de una forma coloquial) pueden contarse con los dedos de ambas manos.
Otra cosa son los polvos casuales o "amigovias", ya saben, amigas con las que no hay problemas en pedirles tener sexo de vez en cuando, o incluso puede que ellas te lo pidan a tí. No era un adicto al sexo ni un misógino, pero me gustaba gozar de los placeres mundanos de este mundo.
En lo que al sexo respectaba, tenía una reputación de ser un "Imán de Vaginas" como me apodó Kiba. Nunca me consideré alguien ni mínimamente atractivo, no soy un narcisista, aunque tal vez la estética de rockero y mi habilidad con la música tengan algo que ver.
Tampoco es que fuera antipático, pero por alguna razón nunca pude sostener un noviazgo por más de seis meses.
Ese fue el tiempo que Kin y yo estuvimos juntos. Seguimos trabajando y teniendo sexo en el almacén siempre que Dosu no estaba y el local cerraba. Incluso la llevé a casa un par de veces. A mi madre le cayó más o menos bien. Ojo, Kin sabía guardar las apariencias y ocultar su verdadera edad. Fuera de un ambiente formal, ella era bastante subida de tono y era la que solía hacer mas chistes malsonantes. Nos teníamos mucho cariño y no nos importaba el hecho de que ella fuera mayor de edad, aunque sólo por unos meses, así que no había problema.
Un día simplemente la magia se acabó y decidimos cortar por lo sano. Aunque fuimos compañeros de trabajo por un tiempo más, y aún somos amigos.
En retrospectiva, he sido un irresponsable de mierda muchas veces.
¿Han oído la leyenda del Club de los 27? Todas esas estrellas de rock que murieron a esa edad tenían algo en común: Murieron debido a sus excesos. Una muy común era la muerte por asfixia con su propio vómito. Y según recuerdo, hubo más veces que desperté con sabor a alcohol impregnando mi aliento que canciones en mi celular. En ese momento no era consciente del peligro que eso suponía, y claro, una cosa era dormirse ebrio, que no es demasiada ciencia, y otra es dormirse luego de una fiesta en la casa de Ino. Eso sí que era una locura. Y no había problema con que nos descubrieran bebiendo, porque… ¡El padre de Ino era quien nos conseguía el alcohol! Me parecía increíble que un padre fuera tan liberal, incluso el papá de Shikamaru colaboraba con algo de sake de vez en cuando. Obvio tenían que soportar las reprimendas de sus esposas, pero nunca faltaba la eterna y sagrada excusa de "los jóvenes son jóvenes."
Muy como en la música y en el sexo, tenía fama de agradarle a los profesores. En cuanto a calificaciones, en algunas materias como historia o geografía me iba mejor que en otras como matemática o química. Solía reunirme con Kakashi a hablar sobre música de vez en cuando. Y aún sin ser mayor de edad, el profesor Asuma me invitaba un trago a veces. Siempre fueron muy paternales conmigo, aún cuando Papá seguía con vida. Con Asuma teníamos la costumbre de conversar más de política, cosa que nos fascina a ambos por igual.
Tsunade era la profesora de biología y administradora de la enfermería, y según nosotros (y por nosotros quiero decir los anormales de la clase, que éramos Shikamaru, Kiba Inuzuka, Chôji, Naruto y yo. Supongo que un grupito así no viene mal en ningún curso) bruja. Afrontémoslo, a los cincuenta y un años ya eres prácticamente un estropajo, no es por ser cruel, pero se llama realidad y hay que aceptarla. Pero ella de una forma que hasta hoy sigue siendo un misterio, estaba (y sigue estando) más buena que el pan con mortadela. Me enteré también de la boca de la maestra Kurenai (esposa de Asuma) que Shizune, la asistente de Tsunade, salió una vez con ella a un bar y se emborrachó. Esto le desaflojó la lengua haciéndola soltar opiniones no tan bonitas de sus compañeros de trabajo y de Tsunade, ya que dijo que estaba gorda. Y le doy la razón... gorda, pero en el pecho, parece que tuviera dos condenados zeppelin ahí, y fuera de broma, ella es todo lo que Sakura querría ser una vez termine la secundaria, al menos en cuanto al físico. Dicen por ahí Tsunade que tuvo un enredo con Jiraiya, el profesor de educación sexual, aunque no es nada confirmado.
Y hablando de Roma, este individuo tiene renombre de pervertido y con justa razón. Se lo ha visto merodeando los saunas más concurridos de la ciudad. Además, es el escritor de la serie "Haciéndolo", una suerte de meca para los pervertidos que ansían tener veinte años otra vez. Aunque Kakashi es muy fanático de estos libros y no es ningún desequilibrado, así que tal vez él sea una excepción.
Otro profesor muy peculiar era Orochimaru, el de química. Shikamaru, Naruto, Kiba y yo siempre sostuvimos la teoría de que era un hombre-serpiente o algo por el estilo debido a su aspecto y cariño por estos animales, y aunque esas eran cosas de niñatos apenas ingresados al secundario, nos reíamos mucho con esta y muchas otras estupideces típicas de nosotros.
Recuerdo que los más serios de la clase, como Gaara y Shino Aburame solían vernos de reojo mientras teorizábamos qué tenía Kakashi bajo su máscara. Al final todo el curso (incluyéndolos) se alió para descubrirlo, pues la curiosidad era mucha. Mil y un planes se hicieron y ninguno resultó. Al final, Sasuke se dignó a preguntarle qué escondía en realidad, y ante la mirada de todos se reveló que debajo de esa máscara… HABÍA OTRA MÁSCARA. Casi nos lo comemos vivo ese día.
Otro maestro interesante era Gai, el de educación física, y de paso, el padre adoptivo de Rock Lee. Es gracioso, mi escuela está llena de huérfanos. Gai siempre tendía a hablar de algo llamado "poder de la juventud". Una suerte de llama interna que ardía en el corazón de todos los que aún tuvieran la pasión de la vida joven dentro suyo. Pocos se lo tomaban en serio debido a su entusiasmo algo risible, pero Lee siempre creyó y defendió a capa y espada a su padre. Ciertamente eran similares en aspecto, sobre todo por sus cejas inusualmente densas. Además, se notaba cierta rivalidad entre Gai y Kakashi, pues según ellos eran tanto amigos como oponentes en el pasado. Gai era quien se lo tomaba más a pecho, y Kakashi le daba poca importancia o de paso lo ridiculizaba fingiendo que no lo oía. Pero siendo sincero y conociendo a Kakashi, creo que de verdad hacía oídos sordos cuando su "rival" hacía un pequeño discurso dirigido hacia él.
Volviendo al tema de las amistades, podría decirse que Shikamaru es mi confidente y amigo más íntimo al lado de Haku. Tenemos cierto vínculo especial desde que nos conocimos. Compartimos fanatismo por ciertas bandas, por ejemplo Katatonia, Tool y Samael.
Él es el más listo de la clase y no temo asegurar que de toda la escuela. En serio, el bastardo es simplemente brillante. Es capaz de dar una clase de forma mucho más eficiente que Asuma o incluso Kakashi. Sin embargo, él afirma que no tiene planeado hacer un gran uso de su inteligencia. Muy como yo, quiere llevar una vida tranquila con su esposa (lo siento, hermano, pero es más que obvio que ella será Temari) e hijos.
Muchas cosas me pasaron en mi vida, pero puedo asegurar de que en cierta forma he sido bendecido aún sin ser creyente.
Llegó al fin mi decimoctavo cumpleaños. Mis amigos me festejaban por todos lados. La fiesta se celebró en un enorme salón que nos prestó el padre de Shikamaru.
-¡Hey, ya eres todo un hombre!- me felicitó Asuma.- Tal vez ahora sí pueda convidarte de mis cigarrillos.
-Parece que fue ayer cuando eras un pequeño niño que hacía del nuevo de la clase. Estoy orgulloso de tí.- Iruka posó su mano en mi hombro, haciendo que se me formara un nudo en la garganta de la emoción.-
-Puede que ahora sí te interesen mis libros, Kichiro. De cualquier forma, me sorprende ver lo mucho que has evolucionado como músico y como persona.- las palabras de Kakashi lograron sacarme algunas lágrimas.-
-Ay, viejo, al fin me has alcanzado, espero que con tu edad venga la madurez.- me chicaneó Shikamaru.-
-Amigo, me sorprende lo mucho que has cambiado.- comentó Gaara.-
-Hombre, aún recuerdo cuando me golpeaste en primaria.- rió Neji.-
Incluso Haku se presentó en mi casa para felicitarme. No esperaba que aceptara mi invitación, pero no porque nos hayamos distanciado ya que seguíamos viéndonos y junto a Shikamaru era mi mejor amigo, sino porque él no solía presentarse en reuniones con tanta gente, básicamente por su estilo de vida y aspecto.
Nos apartamos un poco del resto ya que según él, quería decirme algo.
Me comentó lo bien que me veía y lo mucho que había cambiado.
-Pero si tú estás buenísimo también.- le dije.-
Rió y trató de ocultar su vergüenza. Llámenme como quieran, pero eso que dije no fue ninguna broma.
Haku me dijo que en unos días se iría de la ciudad para viajar a Estados Unidos, pues Zabuza y él habían ahorrado lo suficiente como para pagar su vuelo y residencia. Meses antes me había contado lo emocionado que estaba además por haber tomado la decisión de estudiar en Yale. Lo felicité y abracé. Me sentía realmente feliz por él.
-¡Es increíble!- exclamé.- ¿No estás emocionado? Podrás ser antropólogo, como siempre quisiste.
Él contestó afirmativamente. Su rostro fue invadido de un color carmín. Le pregunté si le pasaba algo y me respondió que no. Recordé todos los buenos momentos que habíamos tenido juntos y entonces me quebré.
Ahora él fue quien me abrazó mientras las lágrimas resbalaban por mi rostro. Me dijo que era su mejor amigo y que seguía queriéndome como al hermano que jamás tuvo.
Le juré que iría a verlo a donde quiera que fuera.
-¿Cuándo te vas?
-En dos días.
Juré por mi vida que lo acompañaría al aeropuerto y que estaría con él hasta que se subiera al avión y aún luego de eso.
Me dijo que no era mi obligación.
-No, es mi voluntad.- respondí.-
Lo felicité una y mil veces, y aún así no me alcanzó para expresar todo mi orgullo para con él.
Volvimos a abrazarnos y se despidió de mí.
-Te esperaré allá, amigo.- me dijo.-
Le volví a prometer que así sería. Verlo cruzar la puerta fue muy duro, pero no podía dejar que me afectara (aunque ya lo había hecho).
-Mi cielo, estás llorando, ¿te encuentras bien?- mi madre se acercó algo preocupada.-
-No, Ma, no es nada.
La fiesta siguió llena de alegría y festejo. Hasta que Mamá apareció con una caja de cartón entre sus manos.
-Bueno, ahora me toca darte tu regalo, hijo.- me arrimé y abrí la caja.-
Mis ojos brillaron y casi saltan de mis cuencas. Ese era el tocadiscos que ella siempre nos prestaba.
-Mamá… ¿Es en serio?
-Lo es, hijo, feliz cumpleaños.- la estrujé entre mis brazos mientras le agradecía por todo.-
¿Recuerdan que al principio dije que estaba ansioso por al fin cumplir dieciocho años? Pues mi ansiedad no se debía a lo que fuera a recibir ni a los cambios que fuera a sufrir, sino se debía a que se estaría cumpliendo una década desde que Kushina y Minato me acogieron como a su hijo. Su cariño y el de Naruto fue mi mejor regalo de cumpleaños. Sí, qué loco, el día que ellos me encontraron casualmente cumplía ocho años. No podía pedir más que festejar mi décimo aniversario como Kichiro Uzumaki que pasándolo con la gente que más amaba en el mundo.
Y no estoy seguro, pero tengo la leve impresión de que si no hubiera quedado huérfano, no habría llegado a ser tan feliz.
Pasadas las horas, los invitados se retiraron y a todos y cada uno los abracé y agradecí por acompañarme durante todo este tiempo.
Shikamaru, mi madre y yo nos quedamos acomodando el lugar. Lo hicimos todo relativamente rápido, y Mamá se alejó para guardar los platos que acababa de lavar mientras Shikamaru y yo quitábamos los caballetes que habíamos usado para sostener la tabla que sirvió de mesa.
-Hey.- hablé.-
-¿Qué pasa?- me preguntó mi amigo.-
-Haku se va de la ciudad.
-¿En serio?
-Sí, en dos días sale para Norteamérica.
-Imagino que se va para estudiar en Yale, estaba muy ilusionado con eso.
-Así es, y me siento muy bien por él.
-Increíble, de verdad se lo merece.
-Lo voy a extrañar.
-Yo también, pero con algo de ahorro podremos visitarlo una vez al año al menos.
-Sí… sí, tienes razón.
Eso me subió un poco el ánimo y terminamos de limpiar el lugar antes de las seis de la mañana.
Llegamos a casa al fin.
Se le había dejado que Naruto se acostara cuando quisiera, pues él nunca tuvo demasiado aguante para quedarse hasta tarde.
Mamá y yo subimos las escaleras y yo me quedé en la puerta de mi habitación. Ella me dio uno de sus ya comunes abrazos.
-Feliz cumpleaños, hijo mío, ya eres todo un hombre.- dijo entre lágrimas.-
-Te amo, Mamá.- susurré al borde del llanto.-
-Tu padre estaría orgulloso de tí… Kichiro, mi muchacho.
Derramamos unas cuantas lágrimas más hasta que al fin me dio un beso en la frente y se fue a su habitación.
Me acosté y dormí casi en el acto.
Dos días después, Haku y yo subimos al auto de Zabuza en el asiento de atrás. Fue por propia elección, ya que queríamos ir juntos el poco tiempo que quedaba antes de que se subiera al avión.
Llegamos al aeropuerto y lo ayudé a llevar sus bolsos, aunque él insistió en que podía hacerlo.
Esperamos por media hora hasta que oímos el (casi ininteligible) anuncio por medio del parlante.
Atención a los pasajeros del vuelo 239 de American Airlines: Se solicita que se acerquen a la puerta número 4 para dar inicio al abordaje del vuelo de ida a la ciudad de New Haven.
Gracias por su atención.
-Es hora.- dijo Zabuza.-
Lo acompañamos hasta donde se había indicado y nos acercamos a la fila de gente que esperaba la indicación de la azafata.
-Este es el adiós, amigo mío.- me dijo Haku. No pude contener el llanto.-
-No, es un hasta pronto.- nos abrazamos y le di unas palmadas en la espalda.- Te voy a extrañar.
-Nos veremos pronto, lo prometo, y te llamaré ni bien llegue.- Haku se acercó a Zabuza.- Zabuza…
-Haku.- habló el hombre, con ojos vidriosos.- Ya no me digas así. Tú eres mi… mi hijo.- los ojos de mi amigo se iluminaron.-
-Pa… Papá…
-Te amo, Haku.- la voz de Zabuza se quebró, dando paso a un llanto que no podía ser contenido.-
-¡Papá!- observé muy conmovido la escena. Era la primera vez que veía tal muestra de afecto entre ellos dos.-
Nos despedimos y Haku desapareció en la fila de gente que abordaba.
Diez minutos después, vimos el avión despegar.
-Estará bien.- dije.-
-Lo estará.- asintió Zabuza.-
El hombre me dejó en la puerta de mi casa. Me dispuse a bajar del auto cuando sentí algo sobre mi hombro.
-Gracias...- me dijo.- Por ser su amigo.- asentí.-
-Haku es una gran persona. Gracias a usted por salvarlo y permitirme acompañarlo hasta aquí.
Entré a mi casa.
-Ay, hijo.- los abrazos de mi madre definitivamente eran un antidepresivo.- ¿Cómo te fue?
-Se ha ido. Dijo que me llamará en cuanto llegue.
-Oww, qué pena. Haku era un excelente muchacho… ¿Muchacha?
-Está bien, Ma. ¿Dónde está Naruto?
-En casa de Hinata. Dijo que tenía que hablar con ella, se veía muy preocupado
-Ya veo.
Conocía perfectamente la incapacidad de mi hermano con las chicas, así que rogué que por favor hubiera usado condón y que hubiera verificado si estaba sano. Yo mismo le había dado todas las indicaciones y consejos necesarios.
Tiempo después me enteré que Hinata hasta hacía una noche era virgen igual que Naruto (una de nuestras principales diferencias). Por lo cual, encontrar las sábanas llenas de sangre a la mañana siguiente sin saber de qué se trataba fue bastante confuso. Hinata le aseguró a mi hermano que investigar sobre el tema ya que él se echaba la culpa de haberla lastimado. Todo resultó bien, y se convirtió en una anécdota cómica. Me recordó a mi reacción cuando perdí la virginidad con Tayuya. Sí, nuestra generación no era de esas que buscaba llegar virgen al matrimonio.
Unos días después, me presenté en casa de Gaara, pues me había dicho que como regalo de cumpleaños me enseñaría a tocar algunos instrumentos folklóricos, como el sitar, la zanfonía y el arpa bucal. Sí, Gaara podía ser extraño, pero también era un excelente músico y aún mejor amigo. Aprender a tocar el buzuki me resultó inusualmente difícil ya que yo estaba acostumbrado al mástil de mi guitarra que era más ancho, sin mencionar que el instrumento era considerablemente más liviano. Aún así terminé dominando este y otros más, incluso nos planteamos la idea de grabar una canción (instrumental, desde luego) y luego subirla a internet ya que sonábamos bien juntos, tocando lo que fuera en el orden que fuera. Dado que su padre estaba metido en la política, estaba bastante acomodado económicamente. Aún así ni él ni sus hermanos eran unos mimados. Gaara invertía sus ahorros sólo cuando encontraba un instrumento que le llamara la atención, y ni bien éste llegaba a su casa, me llamaba para estrenarlo en mi presencia. Tenía su propio estudio lleno de elementos musicales, y también utilizaba ese lugar para meditar.
Aún hoy seguimos pensando en cómo grabar un tema y presiento que el proyecto se concretará dentro de poco.
Ese mismo día me enteré de que la relación entre Shikamaru y Temari era todo un hecho. A Gaara y a mí se nos hizo muy gracioso, ya que solían discutir muy a menudo.
Pasó un año y tal como prometí, me preparé para ir a visitar a Haku en Estados Unidos. Irónico que alguien que suele criticar a la sociedad de consumo norteamericana ansíe más que nada el poder pisar su suelo. No obstante, todo era una sorpresa ya que mi amigo no tenía la más pálida idea de lo que iba a hacer.
La noche antes de partir encontré a mi madre lavando los platos. Me ofrecí para ayudarla y como era habitual ella se negó. Tuve que insistir, pero la respuesta siguió siendo la misma.
Nunca se me había cruzado por la cabeza, pero pensé en hacer una pregunta que dejó a mi madre paralizada.
-Mamá, ¿por qué me trajiste contigo cuando me encontraste?- cerró la canilla y volteó a verme.- Quiero saberlo. Ni tú ni Papá estaban obligados pero aún así lo hicieron, y no sólo eso, sino que me trataron como si de verdad fuera hijo suyo.- Mamá sonrió y me miró con su habitual dulzura.-
-Porque cuando te ví, yo sabía que estábamos destinados a ser madre e hijo. El día que te posé mis ojos sobre tí supe que desde ese momento estaríamos juntos para siempre y que nada cambiaría eso. Aún sin lazos sanguíneos que nos unan, tú eres mi hijo, Kichiro, y te amo, y tu padre también te amaba.- esas palabras aflojaron todo lo que no quería aflojarse dentro mío.-
La abracé y agradecí por todo, le dije que la amaba y que siempre lo haría, y que sin importar nada, ella siempre sería mi madre.
Despedirme de ella, de mi hermano y mis amigos antes de embarcar fue muy duro. Sabía que en tres semanas volvería a verlos, pero aún así, el sentimiento permanecía.
Los abracé uno por uno y les deseé lo mejor.
Aún con los ojos humedecidos me posicioné en mi asiento y saqué mi teléfono y mis auriculares.
Mientras la melodía y la letra se repetía en mi cabeza, no pude dejar de agradecerle a todos y cada uno de mis seres queridos por todo lo que me habían enseñado.
Le agradecí a mi padre, ya que sin sus enseñanzas yo no sería nada. Le agradecí a mi madre, por alentarme en todo lo que hiciera y estar a mi lado incondicionalmente. A mi hermano, por animarme cuando más lo necesitaba. A Haku, por mostrarme lo que se puede lograr con perseverancia y valentía. A Shikamaru por encontrar siempre una forma de ayudarme y por mostrarme cómo resolver cualquier inconveniente evitándome dolores de cuello y situaciones problemáticas. A Kakashi, por enseñarme el sendero de la música. A Asuma, por hacerme ver lo mucho que me gusta fumar (sí, así es). A Gaara, por darle significado a la frase "extraño no significa malo". Y a todos quienes conocí en este camino que apenas comenzaba, el camino de la vida.
Gracias, amigos.
Nos volveremos a ver pronto.
