Hola, hola, Luna de Acero reportándose.

Bueno, finalmente me di el gusto de escribir un Zevi, canon no porque en el canon no puedo hacer que Levi se acerque sin que le rebane todo al señor Mono, así que salió uno en la actualidad. No hay romance señores, se los digo desde un principio para que no se hagan ilusiones.

igual si pueden échenle una ojeadita, ¿si? Se los agradecería mucho. Por cierto, me disculpo porque va en crudo, ni tiempo de corregir y si lo corrijo tal vez me arrepienta y no lo publique, así que... ya qué, ahí les va.


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime, la historia si es de mi completa invención.

Advertencias: Contenido para adultos, lemon explícito, R18, no apto para menores de edad, están advertidos. Palabras altisonantes, maltrato verbal, insultos variopintos. Si quieren seguir leyendo ya queda en ustedes, no acepto reclamos.


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"El sexo sin amor es una experiencia vacía.

Pero como experiencia vacía es una de las mejores."

WOODY ALLEN

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Es odioso, espantosamente peludo, habla demasiado y todo lo que habla es una mierda. Es un poco nazi (aunque tenga tendencias homófobas), es hartante al punto de desquiciarte, solo porque quiere ver "cómo es tu rostro cuando te enojas". Gritón, estúpido, nunca he podido mantener una conversación de más de cinco minutos sin que me agarraran unas ganas insoportables de pegarle un puñetazo en la cara.

¿Quieren saber más? Le sudan las patas, y le sudan horrible. No lo tolero, es detestable, si hubiera un apocalipsis y fuéramos los únicos sobrevivientes de la tierra, pues preferiría suicidarme.

—¡Yoy, Levi! —Argh, de solo escuchar el tono de su voz siento que me descompongo al punto de querer vomitar, me sube una emoción muy violenta por la garganta, como si me trepara desde adentro.

Cabeceo porque mientras menos palabras crucemos mejor.

—Anda, vamos a tomar un trago —me dice palmeándome fuerte la espalda, ¡cómo detesto cuando hacen eso!

—Te dije que evitáramos todo contacto físico en público, ¿acaso no fui claro? —le recuerdo entre gruñidos pero él solo se ríe como el gran imbécil que es.

—Tan agrio como siempre, ¿eh? ¿O debería decir… tan agrio como algunas veces? Porque hay otras en que eres bastante diferente —suelta con ese tono pícaro y algo excitado, mientras me mira a través de esas ridículas gafas redondas que le quedan de espanto, solo para variar.

¿Hay algo que valga la pena de toda esta montaña de mierda rubia que tengo en frente?

Bueno, sí, y ese justamente es el maldito problema con el que tengo que lidiar.

Me considero una persona en control, de aquellas que tienen conducta y disciplina, si me comprometo a hacer una dieta, por ejemplo, no existe manera que la rompa, así esté muriéndome de hambre y me coloquen los platos más deliciosos al frente, no existe manera de corromperme. Al menos eso es lo que creía hasta ese día fatídico.

No es que busque justificarme, pero digamos que después de llevar poco más de un par de años soltero sin encuentros casuales, ni salidas esporádicas, ni nada, la lívido tiende a acumularse, incluso si te matas a pajas, lo cual no es mi caso porque solo recurro a eso cuando es completamente inevitable o estoy demasiado cansado y tengo insomnio.

Como sea, ese día era el cumpleaños de Farlan, uno de mis amigos más preciados, y ya que estoy en plan de sincericidio, debería decir que soy su simp. Pero es que, mírenlo, es completamente la antítesis de ese hombre-mono que dice ser humano. Farlan es distinguido, atento, cordial, buena gente, buen amigo, bien parecido, inteligente pero no por eso soberbio, es… perfecto, bueno, al menos lo sería para mí, excepto que es suuuuper heterosexual. Lo sé desde pequeño, ha tenido solo dos novias, porque él siempre mantiene relaciones serias, largas duraderas. No reniego de ser hombre, pero juro que aceptaría ser mujer solo si me aseguraran que tendría una oportunidad con ese ser. Como sea, me he rendido hace rato, valoro muchísimo la amistad que tenemos, adoro tener a alguien tan incondicional a mi lado, él me adora, tanto que ya ha dicho que quiere que sea su padrino en su boda, cualquiera sea con quien se case. Solo pido al universo que le toque una buena mujer, que lo aprecie y lo ame como sé que el la amará.

Como verán soy simp pero desde las sombras y de lejos, jamás me gustaría hacer pasar a mi amigo por una situación incómoda o molesta, me siento bien como estamos. Pero fuera de las aspiraciones amorosas, completamente platónicas valga la redundancia, hay necesidades físicas que no son tan fáciles de apaciguar.

Estaba ayudando a mi amigo a rellenar unos cuencos con papas fritas, nachos y otras bolsas de comida chatarra cuando lo vi atravesar el salón directo a nosotros y fue la misma sensación de que me hubieran tirado un balde completo de estiércol encima. Miré a Farlan y ni siquiera hizo falta que abriera la boca.

—Ah, eso, es que, es el hijo de mi jefe, Levi, justo estaba presente cuando le conté de la fiesta, quedaba muy mal si no lo invitaba, pensé que diría que no.

—Ni modo, es tu fiesta, tú eliges.

—Lo siento, prometo que te compensaré.

—Ya, Farlan, no debes hacer nada, no es tu culpa, pero no me pidas… no —dije tajante al ver su cara suplicante.

—Por favor, no te digo que seas amable, pero con que no terminen a los manotazos me conformo.

—Entonces que no me joda, hay doscientos metros cuadrados en tu casa, puede deambular por ahí sin atosigarme.

—Levi, te lo suplico, haré lo que me pidas.

Estoy seguro que nunca haría lo que yo realmente quiero que haga, pero ni modo, es su fiesta y no quiero ser el motivo de arruinársela, venía a pasar un buen rato y me encuentro con esta rata.

—Haré lo que pueda —dije yendo al refrigerador para agarrar una cerveza.

—¡Yoy, Levi! —¿por qué carajos siempre saluda de esa manera? Ni siquiera esperó una réplica de mi parte, sabe que no le devolveré el saludo—. Hola, Far, feliz cumpleaños —dice sonriendo o algo como eso porque yo solo veo una mata horrible de pelos alrededor de su boca que se mueven como los bigotes de un topo, un topo muy sucio y feo.

—Bienvenido, Zeke, oh, no te hubieras molestado —dice recibiendo un presente.

—Iré a ver que no falte nada en las mesas —digo y me pierdo por algún lado, cuanto más lejos mejor.

Lo que yo no sabía es que esa noche iban a pasar cosas que jamás podría haber adivinado ni en mis mejores pesadillas. Fue mucha gente, y entre tanto estaba muy a gusto charlando con un tipo lindo, alto y al que parecía que yo le caía bien, lo cual es como sacarse la lotería porque no suelo ser una persona sociable, pero parecía que finalmente el cielo iba a abrirse y tal vez tendría la oportunidad de tener un poco de acción, si entienden a lo que me refiero.

Todo marchaba más o menos bien, sino fuera porque estábamos en un rincón, alejados del tumulto y ya hasta riéndonos estúpidamente cuando siento un brazo sobre mis hombros con una familiaridad que no le permito ni a mi propio tío.

—¿Qué haces, Levi? No te podía encontrar, ¿estás con un amigo?

El chico me miró un poco sorprendido y yo traté de zafarme del agarre de ese gorila, pero como no, ese imbécil no entiende las indirectas. Se quedó a pesar de la incomodidad de mis miradas gélidas, del tartamudeo del prospecto que tenía en la mira, se quedó a pesar de estar molestando, sobrando, arruinando un ambiente que prometía. Lo odio, no hay lugar para más.

El lindo muchacho se despidió inventando alguna excusa estúpida, aplaudo haber aguantado más de media hora, yo no habría durado ni cinco minutos, pero una vez que se retiró pude enfrentar a este idiota y decirle de la manera más horrible que me hubiera salido, que lo detestaba y que me hiciera el favor de perderse en la mierda más pestilente que encontrara, me giré y me fui antes de esperar una réplica.

Ya no tenía ganas de intentar ligar de nuevo, por lo que fui a por Farlan para saludarlo y decirle que me retiraba. Como siempre intentó convencerme de quedarme, aunque más no fuera al brindis, pero ya que, no estaba de ánimos. Me puse la chamarra y me hice con la calle, había bebido un par de cervezas y por tal motivo no había llevado vehículo, serían como las tres de la mañana, ¡vaya que pasaba volando el tiempo! Y me aposté en una esquina intentando llamar algún Uber, pero la demora menor era de otros treinta minutos. Puta vida.

Caminar no era una opción, vivía a una hora de distancia en carro, de manera que miré por la avenida a ver si por alguna casualidad conseguía un taxi libre, pero no había ni un fantasma. Me quería golpear por haber sido impulsivo, debería haberme quedado en la fiesta e irme a dormir en alguna de las habitaciones que Farlan me había ofrecido, ¿quién me manda a hacerle caso a mi orgullo?

Pero no se preocupen que cuando uno peor está la vida se encarga de hundirte y eso fue lo que sentí cuando una fina llovizna empezó a cernirse sobre mi cabeza. Apareció un auto al que no presté atención hasta que estacionó frente a mí. Ahí estaba ese intento de deshecho humano, sonriendo como si nada hubiera sucedido, fue entonces cuando de una manera seria comencé a reflexionar si es que este tipo no tenía un par de tornillos zafados.

—¡Yoy, Levi! —Les juro que vuelvo a escuchar ese saludo una vez más y me va a dar un síncope—. ¡Que feo se puso el clima!, ¿eh?

—Feo eres tú —dije sin nada de tacto, los filtros verbales se inhabilitaban de manera automática cada vez que me lo cruzaba.

—¡Siempre tan chistoso, tú! —Sí, definitivamente este tipo no tiene todos los jugadores—. ¿Quieres que te acerque a tu casa? Voy para la zona.

O me quedaba ahí congelándome el culo, o esperando un Uber que me iba a cobrar buena parte de mis ahorros o aceptaba ir con el hombre bestia. Debía ser el alcohol el motivo por el que acepté irme con él, estoy seguro, aunque no estaba ebrio. Bueno, me la debía, por haberme arruinado la conquista que estaba casi asegurada.

—¿Hasta dónde vas? —dije una vez dentro del auto—, vivo en el distrito Rose.

—Te llevo donde me digas, compa.

—Escucha, ni creas que por un favor vamos a andar haciéndonos los amigos, ¿entiendes?

—Ah, pero cuanta agresividad, solo estoy tratando de ser amable.

—¡Pues no trates!

Zeke hizo oídos sordos, al parecer mi hostilidad no le hacía mella y yo ya me estaba cansando de estar discutiendo en balde. De manera que nos hundimos en un silencio que era llenado por el ruido del motor del carro y la lluvia que comenzaba a incrementarse.

—¿Así que le vas a los chicos, eh? Menuda sorpresa —decidí ignorar su comentario mientras observaba aburridamente por la ventana, ¿por qué carajos esta basura conduce tan lento? A este paso llegaré a mi casa después que amanezca—. No me lo hubiera imaginado. Yo también, ¿sabes?

Rodé los ojos que casi me dan vuelta de manera completa en mis propias cuencas, seguí con mis labios sellados porque no quería tener ese tipo de conversación y mucho menos con él.

—¿Así que estás soltero? —Seguía insistiendo mientras yo lo ignoraba de plano—. Yo también estoy soltero, ¿qué coincidencia, no?

—¿Coincidencia? ¿De qué mierda hablas? Es una puta suerte que no le estés arruinando la vida a alguien.

Se rio de manera estridente, en ese pequeño espacio su voz retumbó en el lugar produciéndome molestia, bueno, cualquier cosa que haga o diga me la provoca.

—Siempre estás con tus bromas. Te diré que soy bastante solicitado.

—¡Qué puta maravilla! ¿Te aplaudo? —dije con la voz más agria que podía producir.

—Tú eres totalmente mi tipo, ¿sabes?

Me giré para mirarlo con enojo o asco, la verdad no recuerdo, pero me dolieron las tripas al escuchar esa mierda. Jamás en mi vida hubiera creído que Zeke me miraba de esa manera.

—Y tú eres completamente lo opuesto a lo que me gusta.

—Oye, ¿por qué? Soy bien parecido —se defendió divertido.

—¿Según quién? ¿La Real Academia del Mal Gusto?

—No seas tan arisco, Levi, te lo digo, si me dieras una oportun-

—Ni en tus putos sueños.

—Respecto a eso, en mis sueños eres bien lascivo, la verdad.

—Creo que mejor aparcas aquí y me voy por mi cuenta —dije enderezándome en el asiento pero Zeke no me hizo caso.

—Tranquilo, tranquilo, solo estamos conversando, no es para asustarse.

—No te tengo miedo, adefesio, solo asco.

Se dignó cerrar el hocico, pero no pudo hacerlo por mucho tiempo.

—La chupo rico.

Apreté los dientes y estuve a punto de maldecirlo, aunque no lo hice, de alguna retorcida manera mi cerebro se lo imaginó ahí arrodillado, como el cerdo que es haciéndome un oral, tal vez había subestimado mis necesidades. ¿Tan desesperado estaba como para considerar aquello como una posibilidad real? Creo que nunca aprenderé a conocerme del todo.

—La tengo gorda.

—¡Bueno, ya! —dije molesto—. ¿Acaso te pedí un curriculum de tus supuestas dotes? No quiero hablar de esto, joder.

—No son supuestas, solo digo, somos dos chicos con ganas de divertirnos un rato, ¿por qué no?

—¿Me estás ofreciendo sexo, maldito marrano?

—Corrección, te estoy ofreciendo muy buen sexo —dijo ya sin tanta diversión—. Nadie tendría que enterarse, vamos, la pasamos bien y cada uno a su casa luego. Soy reservado, lo juro.

No dije nada, si me seguía negando él parecía sentirse más motivado, pero no podía sacarme la idea de la cabeza, hasta que llegó a una avenida que se bifurcaba.

—A la izquierda queda mi casa —me dijo en una octava más baja—, a la derecha la tuya. Puedes elegir ir a dormir tranquilamente o vamos y nos damos un buen sacudón, ¿qué dices?

No me negué de inmediato como hubiera sido lo habitual en mí, miré de reojo sus manos apretando el volante, sería que nunca lo había observado demasiado, pero ahora notaba unas cuantiosas venas que le surcaban esos dedos largos y… mierda, tenía lindas manos el hijo de puta. Sentí calor, de ese calor que no se baja prendiendo el aire acondicionado.

—Vamos a tomar un café y después vemos —decidió él girando a la izquierda y yo me congelé en el asiento.

¿Cómo explicar lo que me estaba pasando? Ni yo lo sé, de alguna morbosa manera me producía una enorme adrenalina estar yendo a la casa del tipo que yo más aborrecía sobre la tierra. Yo no sé si quería saber si la chupaba bien o la tenía gorda o con venas o lo que fuera, pero me estaba comenzando a excitar y de alguna manera eso me molestaba. No era rival para mí, podía ser alto y fornido, pero yo sé artes marciales y tengo mucha fuerza bruta, si intentara hacer algo que yo no quisiera un par de mis mejores patadas lo dejarían completamente fuera de combate. El punto es que esto era un escenario tan anormal, que resultaba atractivo en algún punto.

No supe en qué momento llegamos a una casa bastante imponente, recién entonces caí en cuenta que el auto que manejaba era llamativo, supongo que los hijos de los doctores, al menos los reconocidos como el doctor Grisha, tenían un buen pasar, o trabajaba de algo importante, en fin.

Entró a la cochera, apagó el motor, me sonrió contento y se bajó del carro, a mí me llevó algunos segundos abrir la puerta, increíblemente lo hice. Lo seguí hasta la casa, tal como se podía imaginar desde afuera, adentro era espaciosa y muy bien decorada.

—Me sorprende ver que no vives en medio de tu propia inmundicia —dije con las manos en los bolsillos y aún renuente a dejarme llevar del todo.

—Me gusta tu humor, Levi, tan creativo para las descalificaciones.

—¿Humor?

—¿Café? Tengo un expresso que es una delicia.

—Odio el café.

—¿Qué quieres tomar entonces?

—Té negro.

—A tus órdenes —dijo quitándose el saco y poniéndose manos a la obra—. Ponte cómodo, ya prendí la calefacción —me avisó solícito y aún yo no estaba seguro de querer quedarme.

Vimos un refucilo grande provenir de afuera, seguido de un ensordecer trueno que hizo vibrar los vidrios de las ventanas, la lluvia comenzó a arreciar.

—¿Menuda tormenta, eh? —dijo poniendo la jarra eléctrica y colocando todos los implementos para las bebidas—. ¿Tienes hambre? Puedo preparar una tabla en unos minutos.

—No.

—En cambio yo si tengo mucha hambre —soltó girándose y mirándome de esa manera en que uno siente que están a punto de devorarte, no es una mala mirada, déjenme decirles.

Tenía varios botones desprendidos de una camisa blanca que no era la gran cosa, se notaban los vellos de sus pectorales sobresaliendo y la verdad no es que me atraigan mucho los pelos corporales, pero diría que a las bestias les sienta bien después de todo.

—¿Te gusta lo que ves?

—No —dije seguro y él se largó a reír, menuda autoestima tiene.

Se quitó los lentes y los dejó sobre la mesada mientras apagaba la jarra que ya había comenzado a burbujear. Apretó los botones de la cafetera para servirse su expreso y me ofreció un té negro que debo aceptar estaba decente. Bebimos un poco y se me acercó sin demasiados preámbulos, ya más de cerca pude sentir un exquisito perfume, me sorprendió, porque en la fiesta hasta se me había colgado encima pero por algún motivo yo no había reparado en ese detalle. Iba con cautela, supongo que debido a que no tengo un rostro demasiado "amigable" que digamos, pero estaba dejando que acostara las distancias.

Me acarició la nuca y si bien no dije nada, ni hice ninguna expresión particular, se sintió agradable.

—Me gusta tu corte de cabello, tal como pensé, es suave en esta parte.

Hace mucho que no sentía el deseo de otro ser humano, tampoco es que yo preste demasiado atención a lo que sucede a mi alrededor, pero debo aceptar, que sentir su respiración pesada, sus dedos refregándose en esa pequeña porción de piel desnuda de mi cuerpo, la situación, incluso la maldita lluvia, invitaba a seguir avanzando en ese sinuoso camino que no tenía idea adonde podría llevarme. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Qué tuviera una mala follada?

Se agachó para besarme y no, no me gustan los tipos barbudos, yo lo siento pero me imagino todas las cosas que deben quedar pegadas a lo largo del día en esas cosas y no. Voltee la cabeza haciendo un mohín de desagrado, pero ya sabemos que a Zeke le vale madre lo que yo opine sobre él, así que asentó una de sus manotas gigantes sobre mi pecho y apretó con ganas, mientras su otro brazo me capturaba de la cintura y me estrujaba contra su cuerpo.

Esto está mal, pero como dice el dicho o le meme, a estas alturas mis neuronas ya no funcionan bien, pero no está TAN mal. Cerré los ojos y disfruté de la fricción y los besos de ese idiota sobre mis clavículas, cuello y mandíbula, pero no en la boca.

—¿Qué sucede? —me dijo resoplándome en sobre el rostro, tuve que ser honesto.

—Es que, me la baja tu fea cara de mandril.

Zeke sonrió, carajo, se veía un poco sexy sin los anteojos. Fue donde su saco y revolvió los bolsillos, regresó con un pañuelo, no, no era eso, era una corbata negra.

—Podemos solucionarlo —dijo acercándome esa cosa a los ojos—. Anda, te va a gustar.

Ya que. Dejé que me vendara y no era mala idea, de hecho me puso en clima rápidamente, yo aún mantenía mis manos a los costados de mi cuerpo, mientras esa bestia me tocaba a su antojo, y era buena para tocar. No intentaba quitarme la ropa y me estaba volviendo loco, me sobaba mi entrepierna, me besaba el cuello, metía su insidiosa lengua en mi oreja y me apretaba el trasero. Uno no es de piedra y tantos estímulos hicieron mella en mi, estaba poniéndome erecto cuando lo escuché manipular el cinto de mi pantalón, desprendió fácilmente el botón del mismo y me bajó la bragueta, me apoyé contra la mesada, ya respirando agitado y mordí mi labio inferior cuando sentí que metía su mano dentro de mi ropa interior.

Joder. Realmente necesitaba esto, aunque aún era temprano para decidir si este tipo era bueno o era pura suerte porque yo estaba en mi límite de resistencia.

—Eres lindo —me susurró sobre el oído y me estremecí porque no me esperaba eso.

Aclaremos los tantos, yo no soy lindo, no soy un tipo que llame la atención, a menos que me quite la playera porque tengo buenos músculos, pero al ser delgado pálido y bajo, suelo pasar bastante desapercibido, ¿pero saben qué? Me excita mucho que me den cumplidos, maldito mono con buenos instintos.

—Me pones caliente, cada vez que me rechazas y te retobas —me siguió hablando de esa forma que lograba que mis glándulas salivares excretaran más líquido del normal—, jamás creí que un momento como este llegaría. ¡Ah, Levi! No tienes idea todas las cosas que quiero hacerte.

Dicho lo cual procedió a besarme el cuello y tiró de mi ropa para deslizarse hacia mi hombro pero ahí fue donde me mordió sin demasiada delicadeza. Jadee y me gustó más de lo esperado. Una de sus manos rodeó mi erección y comenzó a masturbarme apretado y duro, arriba y abajo y mis caderas se empujaron solas, entonces me giró con rapidez y me bajó los pantalones de un tirón.

—Precioso culo —dijo mientras me lo acariciaba, apoyé mis manos en la mesada y para entonces ya no tenía ninguna intención de echarme atrás.

Claro que no me esperaba que me levantara en el aire y me pusiera encima de su hombro con la cabeza colgando.

—¡Oye!

—Ya tranquilo, solo te llevo a mi cuarto, vamos a estar más cómodos allí.

¿Quién hubiera pensado que el escuincle ese tendría tamaña fuerza? Yo soy delgado, pero no soy liviano, tengo sesenta y cinco kilos de pura masa muscular, y huesos. Subió unas escaleras y pude sentir su musculatura también, tiene lo suyo, hay que aceptarlo, esto se estaba poniendo interesante.

Me tiró sobre una especie de colchón y se puso encima de mí llevando mis brazos por encima de mi cabeza, noté que quiso inmovilizarme con su cinto, pero no iba a quedar tan vulnerable, no a la primera ocasión al menos.

—No, no me ates —le pedí con la voz más blanda de lo esperado.

—¿Es demasiado para ti?

—S-sí.

—¿Prometes portarte bien, Levi?

Este hijo de puta sabe jugar bien sus cartas. Asentí obedientemente y entonces soltó mis muñecas. Me terminó de quitar los pantalones, las calcetas y los tenis y quedé desnudo de la cintura para abajo. Me magreó el pene a su antojo y vaya que lo hacía bien.

—Ya estás goteando, eso es bueno. Sé que lo dije antes, pero una cosa era imaginármelo y otra verte, tienes un cuerpo hermoso.

Lo siguiente me hizo gemir como condenado, porque sin previo aviso se agachó y me tomó por completo con su boca, acabo de comprobar que el desgraciado no es mentiroso, la chupa demasiado bien. Sus pelos me rozaban y eran más suaves de lo que me hubiera esperado, bueno, yo jamás había esperado que algo como esto pasara entre nosotros en primer lugar. Su lengua eran enorme, o así me lo figuraba, lamía mis bolas con ganas, las succionaba con fuerza y luego volvía a meter mi pene hasta el fondo enviándome escalofríos a todas partes de mi cuerpo. Esto recién comenzaba y yo ya sentía que me iba a derretir.

Escupió bastante y llevó una de sus manos hacia mi entrada, me relajé para que la intromisión fuera mejor, como siempre incómoda al inicio, ¿ese era uno de sus dedos? Se sentían enormes, escarbaba dentro de mí y se notaba la experticia porque en poco tiempo encontró mi punto más dulce.

Mi espalda se arqueaba, a la vez que mi boca se abría para poder respirar mejor, el placer se apoderaba rápidamente de cada célula de mi anatomía. Estaba a un paso de alcanzar el clímax y él me soltó de una manera cruel.

—Bas-bastardo.

—¿Estás apurado, bebé? Pero si tenemos todo el resto de la noche, haz algo lindo para mí.

Tomó mis manos y las llevó a su entrepierna y… ¡vaya! Ya dije que el tipo decía la verdad, no tengo las manos grandes, pero tampoco pequeñas, sin embargo una sola de mis manos no alcanzaba para cubrir el diámetro de su entrepierna. Podría haberme quitado la venda de los ojos, pero preferí no mirar, probablemente no me hubiera animado a seguir de haberlo hecho, lo bueno es que el cuerpo humano puede ser convenientemente flexible.

No me pidió que la pusiera en mi boca, parecía satisfacerlo mucho que lo masturbara solamente, yo seguía excitado y sentía que se me iba a salir el corazón por la boca de lo rápido que tenía acelerado el pulso. Me embadurnó los dedos con algún tipo de aceite, con un aroma exquisito y me guió para que le tocara el cuerpo. Peludo, pero firme, seductor.

Me volvió a acostar boca arriba con cuidado y me besó, no opuse ninguna resistencia porque ya no aguantaba más, solo quería correrme de una vez, pero el maldito no me dejaba tocarme, decidí seguirle el juego, si bien no era virgen lo cierto es que estaba disfrutando mucho de la experiencia.

No sé cuánto tiempo refregó su enorme cuerpo contra el mío, o cuánto nos besamos, pero ya me ardían los labios cuando se puso un condón (lo supe por el ruido del envoltorio al ser roto), me estimuló un poco más colando sus hábiles dedos y preparándome para él, sabía lo que hacía porque aunque era un tamaño mayor al promedio, cuando tuvo que hacerse lugar dentro de mi cuerpo apenas si fue un tanto incómodo, pero no dolió.

Se movía de forma calculada, aún puedo sentir su resoplido contra mi cuello, es que al privarte de uno de tus sentidos más importantes, los otros parecen intensificarse, no duré ni dos minutos, sin mayor fricción que su pene en mi trasero me vine de una forma escandalosa. Supo quedarse quieto, solo me besaba muy suave el pecho mientras mi orgasmo se prolongaba de manera increíble.

Una vez que bajé de las nubes de la pasión glorificada, comenzó un mete saca brutal, como la bestia que es, apenas podía aspirar bocanadas de aire entre estocada y estocada, nunca había sentido una intensidad tan fantástica en el sexo, definitivamente tiene un don.

Había que doblar a la izquierda, esa fue la primera decisión que nos llevó a este momento.

Claro que cuando uno prueba un manjar suele engolosinarse, y después de tocar el cielo con las manos, no sabría si decir que es una frase literal o no tanto, yo arremetí por más, y más, y más. Tanto fue, que cuando me desperté a la mañana siguiente tenía las caderas y las piernas amortiguadas por tanto festejo nocturno y salí de esa casa como cabrito recién parido. Hay que aprender a medirse o corremos el riesgo de terminar… empalagados.

No voy a juzgar mis acciones, ni pienso echarle la culpa al alcohol, ebrio no estaba, pero todas esas desafortunadas coincidencias al final terminaron en un resultado que podría catalogar de positivo.

…..

—¡Yoy, Levi!

—Ah, ¡qué pesado! —suspiré en cuanto lo vi venir hacia donde me encontraba, en las escaleras de la biblioteca de la universidad.

Ahora que lo pienso mejor, no tengo idea porqué Zeke siempre deambula por estos lados, quiero decir, no es profesor, ni alumno, no sé qué mierda hace de su vida y sinceramente, tampoco es que me importe demasiado.

—¿Qué sucede, barbón? ¿No quedaste seleccionado para la remake del planeta de los simios?

Y ahí está esa espantosa carcajada que parece sacada de una mala obra de teatro.

—¡Qué bueno verte, compa! —dice indiferente a mis despectivas frases.

—No soy tu compa.

—Toma —indica y me alcanza una tarjeta que tomo entre mis dedos—. Para que me agendes.

—No lo haré —respondo devolviéndole la misma aunque no la recibe.

—No seas así, verás, necesito que me ayudes con algo. Iré a esta tienda que me han recomendado, a comprar un par de corbatas nuevas, esperaba sacar unas fotos y enviártelas para que me dieras el visto bueno, ¿qué opinas?

Agendé su número bajo el nombre de "Mono Indecente".

Pero seamos honestos. Odio a Zeke, nada va a cambiar eso, sin embargo acepto que existe un interés en común, un solo, maldito, lascivo y único interés, y soy débil ante eso.

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By Luna de Acero.-