— ¡¿Cómo me pudiste hacer esto?! —le dijo Marinette con lágrimas en los ojos aún sin poder creerlo del todo.
— No, Princ...
Marinette lo interrumpió antes de que comenzara a excusarse.
— ¡No! —dio un grito ahogado mientras se alejaba más de él, como si su tacto la quemara— Confié en ti. No una, si no dos veces; dos malditas veces y aún así me heriste.
— No quería lastimarte, te lo juro —dijo el chico a la par que se abrazaba, buscando consuelo en sus propios brazos.
— ¡Pero lo hiciste! Te burlaste de mí todo este tiempo.
— No, Princesa. Yo... —Chat Noir quiso volver a acercarse a Marinette pero ella lo detuvo de inmediato.
—No me llames "Princesa", Adrien. Ya no más.
La chica no se contuvo más y lloró como nunca antes lo había hecho.
El chico sintió que se corazón se partía en mil pedazos y entonces también le abrió paso a las lágrimas.
— Lo siento, Marinette. Enserio lo siento.
Es que todo había pasado tan rápido que ni a él le había dado tiempo de procesarlo.
— ¿Por qué no solo me lo dijiste? —susurró la azabache cuando se pudo calmar un poco.
No supo en qué momento ella se había sentado en el piso, abrazando sus piernas. Imitó su misma posición pero dejando gran distancia entre ellos.
— Lo iba a hacer —aseguró, sin levantar la mirada del suelo—. No sabes cuantas veces lo pensé, pero nunca encontré un buen momento para decírtelo —terminó por retirar algunas lágrimas de sus mejillas—; pero mira... no pudo existir peor momento que ese
— Pero sabías que me hacía daño y preferiste callártelo, ¡¿creías que nunca me daría cuenta o que soy muy tonta para haberlo entendido?! Pero sabes, creo que sé porqué no lo hiciste —el sentimiento estaba regresando a ella pero trató de respirar profundo para ahuyentar el llanto—: todo era una mentira.
Chat entró en modo defensivo, impulsándose un poco más hacia ella por culpa de la indignación.
¿Cómo podía decir eso Marinette después de que él trató de demostrarle de todas las formas posibles que nada entre ellos había sido una mentira?
— ¡No, por supuesto que no! No quería que esto pasara, estábamos tan felices que no resistiría que te alejaras otra vez de mí.
— Pues lo lograste —empezó a aplaudir lentamente por la falta de energías pero aún así queriendo burlarse amargamente de él—. Bien hecho, Chat Noir.
— ¡Sólo quería corregir mis errores! —chilló llevando sus manos a su cara, apretándola fuertemente muestras recordaba cómo había iniciado su error.
Trató de regular su respiración para poder contar su historia y Marinette no dijo nada mientras esperaba que él hablara.
— Adrien te había hecho sufrir al rechazarte aquella vez y no quería dejarte con el corazón destruido así que tontamente pensé que si te visitaba como Chat Noir podría servirte de ayuda y de alguna forma podría ser un buen amigo... pero caí en mi propio juego y terminé enamorándome de ti —río irónicamente por el giro inesperado (pero demasiado lógico en retrospectiva) de los hechos—. Si tan solo no fuera tan idiota y te hubiera dejado en paz desde el principio, no estarías sufriendo ahorita.
Fijó su mirada en las zapatillas de Marinette. Todavía se veían brillosas aunque con leves raspones, pero de ahí en fuera se seguían viendo igual que hace unas horas, como si nada hubiera pasado.
No sabía si deshacer su transformación sería muy doloroso para ambos, pero no quería estar más tiempo en ese traje, así que dejó a su kwami descansar.
Marinette levantó la vista y al verlo en su forma civil, se le volvieron a acumular lágrimas en sus ojos.
— ¿No sentías remordimiento? —se veía que Marinette tenía miedo de saber la dolorosa respuesta por la forma en la que apretó con más fuerza su vestido mientras sus manos se convertían en puños. Él quitó la mirada de sus manos y quitó la vista de sus manos y miró sus ojos celestes que no contenían el brillo habitual—. Cuando me besabas, ¿no sentías tan siquiera algo de culpa?
Adrien no soportó la pesadez de su mirada y regresó la vista al suelo. Comenzó a mover sus manos por el piso como si fuera un movimiento casual aunque no sabía cuál era su objetivo con esa distracción que su cerebro inconscientemente le había mandado.
— Al principio si, solo pensaba en que no estaba bien jugar con tu sentimientos y llegando a casa no dejaba de pensar en la persona cruel que me había convertido... aunque conforme pasaban los días yo solo me... me dejaba llevar.
Al parecer esas últimas palabras habían hecho eco en Marinette, pues se levantó de golpe y caminó alrededor de su habitación agarrando fuerzas para lo que sabía que vendría.
— Necesito que te vayas, Adrien —dictó por fin, señalando la trampilla por la que había entrado el chico hace un rato.
— Sé que no merezco tu perdón ni tampoco espero que lo que voy a decir cambie eso —dijo poniéndose de pie y acercándose lo más que podía a la chica aunque en realidad solo había podido dar unos cuantos pasos y ella seguía todavía del otro lado de la habitación—, pero solo quiero que sepas que nunca quise herirte y que absolutamente nada de lo que hice fue falso... ¡Nada!... todo salía de aquí —señaló su corazón, sintió como su voz se quebraba de nuevo— y que te amo, Marinette. En verdad te amo.
La azabache empezó a llorar de nuevo. Tirando a l basura todo el valor que había demostrado en los últimos segundos.
— Si me amaras, no me habrías tomado de tonta —chilló ella, mirándolo con resentimiento y remarcando la ultima palabra casi con un grito.
— Lo siento —susurró desde lo más profundo de su ser.
Se quedaron unos segundos en total silencio, cada uno tratando de controlar su respiración y sus lágrimas.
¿Por qué tuvieron que ir a esa estúpida fiesta?
¿Por qué todo le salía mal? Cuando por fin algo en su vida estaba mejorando, la vida lo volvía a lastimar.
— Por favor, vete —le suplicó Marinette sin poder mirarlo. Al ver que él no se movió, agregó con sentimiento— ¿Por qué haces todo tan difícil?
— Yo no quería que lo descubrieras así.
— Ya lo creo —ella cruzó sus brazos y bufó indignada—. ¿Quién quiere descubrir que tu supuesto novio siempre se burló de ti... —hizo una pausa, pensando en las palabras adecuadas—, que era el mismo chico que te friendzoneaba en la escuela pero al mismo tiempo se disfrazaba, venía a tu cuarto y te decía que ese chico era un idiota, que no valía la pena estar con él y sin embargo, te coqueteaba? Eh... ¿Quién? —ahora, no había rastro de tristeza, estaba enfurecida—. Y lo peor de todo es que me lo dijo la chica que más odio —prosiguió y se frotó la cara con tanta rabia que se lastimó, pero sabía que ese dolor físico no se comparaba con el que sentían en su corazón—. Lo peor fue que no le creí, Adrien, pensé que era otra de sus estúpidas mentiras.
¿Qué le podía decir? Tenía todo el derecho de estar enojada con él. Había destrozado su corazón y nunca se perdonaría por eso.
No supo cómo Lila se había enterado de su secreto y, por mucho que le hubiera gustado echarle la culpa, él era el único responsable de que las cosas llegaran hasta ese punto.
No le contestó, se merecía todo su odio.
— Creo que es hora de irme... —las palabras le salieron atropelladas. Llamó a Plagg y se convirtió de nuevo en el héroe gatuno antes de seguir su camino en dirección a la chica—. Sé que es mucho pedir pero... no me gustaría que esto se quedara así, no después de tanto tiempo juntos —atravesó su habitación y cuando estuvo a unos pasos de ella, toma valor para verla a esos grandes, hermosos y expectantes ojos suyos—. Solo necesito saber una cosa... solo una.
Marinette alzó la cabeza y pasó su mirada por todo su rostro, tal vez tratando de memorizar de cerca sus facciones por última vez. Él hizo lo mismo.
Se negó a esa posibilidad, no podría ser la última vez.
Luego de unos largos segundos, Marinette asintió con la cabeza todavía con algo de duda en su rostro.
— ¿Podrías amarme de nuevo?
.
.
.
Hola! Este OS ya tiene varios meses que lo escribí así que disculpen mi principiante escritura. Igual que el relato en sí, lo empecé a escribir en Wattpad (por si gustan, ahí ya tengo varios escritos) así que poco a poco iré pasándolos a esta plataforma. Gracias por leerme.
Espero que les haya gustado :)
