Nota: Caí ante los encantos del FushiNoba. Va para ti Nohewet.


I.

Nobara le había pedido ayuda para pintarse las uñas.

Aunque debió haber intuido la manera en la que él, se supone, iba a ayudar.

(No, de hecho si lo hizo. Pero ella fue más insistente que terminó cediendo).

II.

Honestamente hablando, no hallaba mucha razón por la cual él debiera estar ahí.

Es decir, él estaba sentado detrás de Kugisaki, entrelazando sus dedos con los de ella. Mientras Nobara recargaba su espalda en su pecho, con los dedos levantados a la vez que con su otra mano sostenía la brocha del pintauñas.

III.

Y mientras Fushiguro se cuestionaba su actual situación, Nobara preguntó tranquilamente:

— ¿Se ve bien?

La pintura era roja —y comenzaba a marearlo el olor—.

— Sí.

Nobara bufó —. No estoy hablando del color, hablo de que si la pinté bien.

IV.

—... Kugisaki.

— ¿Mmm?

— ¿En serio necesitamos hacer esto?

Nobara paró de pintar el meñique para luego poner la brocha en el frasco del pintauñas. Y moviendo ligeramente su cabeza hacia él, dijo:

— Fushiguro, esto es sólo una excusa para tomarnos de la mano.

V.

Nobara Kugisaki era en verdad, un enigma.

Suspiró.

El olor del pintauñas era horrorosamente fuerte.

VI.

— Yo pinto la otra mano.