NT: Esta es una traducción autorizada de la historia "All you want", de la autora SenLinYu.

¿Qué puedes encontrar aquí, principalmente?

—Omegaverse.

—Lemon.

—Lenguaje obsceno.

Por todo esto, se recomienda leer con discreción.

La historia consta de 36 capítulos (incluyendo el epílogo). Ya tengo varios traducidos así que, si todo va bien, habrá actualización cada fin de semana.

¡Espero que os guste!


- ALL YOU WANT -
Todo lo que quieres.


Autora: SenLinYu

Traductora: Cristy1994/Cristy811994


CAPÍTULO 1: EN LO QUE TODO DEJA DE TENER SENTIDO


El octavo curso en Hogwarts iba a ser el año de Hermione.

Ella había ayudado a Harry y a Ron en sus estudios durante seis años, y ahora iba a tener un año para ella. Voldemort estaba muerto; la mayoría de los Mortífagos habían sido encarcelados; y Harry y Ron se estaban entrenando para convertirse en aurores. Hermione regresaba a la escuela, donde finalmente podría entregarse por completo a su educación de la manera a la que siempre había aspirado.

Tenía todo un año para dedicarse a actividades extracurriculares simplemente por el mero placer de hacerlo, y no debido a una necesidad imperiosa de salvar a Harry o al mundo mágico.

Podía decir, basándose en algunas de las miradas que estaba recibiendo, que la gente sentía lástima por ella. Pensaban que volvía a la escuela como una forma de huir o esconderse; imaginando que había una especie de ruptura entre ella y sus mejores amigos. Todos los periódicos lo gritaban, proclamando que el "Trío Dorado" se había dividido y no hablarían al respecto. La teoría principal era que ella y Ron habían roto y que, después de eso, Harry se había puesto en su contra.

Basura.

Hermione y Ron apenas habían estado juntos. Lo habían discutido y considerado. Después de la guerra, Hermione y Ron habían sentido que necesitaban espacio para encontrarse a sí mismos como individuos antes de tratar de formar una pareja. Hermione había decidido que debían esperar un año, y después revisar el asunto. Habría completado sus EXTASIS para entonces y elegido su maestría, y Ron habría terminado la parte más intensiva del entrenamiento de auror.

Ambos tendrían una mejor idea de lo que querían.

El hecho de que la mayor parte del mundo mágico esperara que se comprometieran a los diecisiete era simplemente absurdo en opinión de Hermione. A pesar de su sorprendentemente buena igualdad de género, la sociedad mágica era extrañamente anticuada en ciertas cosas. Debido a que asistía a la escuela en lugar de casarse de inmediato, los tabloides estaban convencidos de que debía ser porque el Trío Dorado se había roto por algo absolutamente lascivo.

El mero pensamiento hizo que Hermione se burlara por dentro y sacudiera la cabeza.

Había pasado meses viviendo en una tienda de campaña con sus mejores amigos. Habían salvado al mundo juntos. No iba a pegarse permanentemente a ellos para tranquilizar a un público demasiado curioso.

No estaba interesada en convertirse en auror. Había peleado sus batallas y no tenía ningún deseo de que el campamento o los duelos fueran parte de ninguna carrera futura.

Quería tiempo para ella misma. Para estudiar. No preocuparse por mantener a nadie vivo o no ser expulsada. Decidir lo que quería hacer simplemente por su propio bien, por sus propios intereses.

El octavo año era su año. Solo de ella.

Abrazó a Harry y Ron, y besó a cada uno de ellos en la mejilla en el andén nueve y tres cuartos antes de saltar prácticamente al tren.

Encontró un compartimento vacío, entró apresuradamente y sacó todos sus libros de texto para revisarlos. Los había leído durante el verano, pero la reconstrucción había hecho que todo fuera tan caótico que realmente no sentía que hubiera leído las cosas con anticipación tan a fondo como le gustaría.

Ginny se detuvo y asomó la cabeza para saludar, su insignia de Head Girl orgullosamente prendida en su uniforme. Molly se había puesto casi histérica, con lágrimas de alegría, cuando Ginny la recibió.

Hermione había experimentado solo un momento de envidia por perderse el puesto que tanto había codiciado en su juventud. No había sido una sorpresa. Minerva había visitado a Hermione y discutido el asunto. Ginny y Neville habían demostrado cualidades excepcionales de liderazgo en Hogwarts con los gemelos Carrow, pero aquel puesto debería haber sido de Hermione durante el año anterior.

Fue ella quien lo rechazó. Ya se estaba poniendo bizca tratando de encontrar una manera de acomodar todas las clases que quería tomar. Quería un año académico tranquilo, sin posiciones de liderazgo.

La insignia de Head Girl era para Ginny.

Minerva le había ofrecido a Hermione un puesto de prefecta en su lugar, pero Hermione también lo había rechazado.

El viaje a Hogwarts iba bien hasta que la puerta de su compartimiento se abrió de golpe y Draco Malfoy se coló dentro, procediendo a invisibilizarse en el banco frente a ella.

Terminó de hacerlo justo cuando la puerta se abrió de nuevo y Daphne y Astoria Greengrass se asomaron.

—Granger —dijo Daphne con rigidez, frunciendo los labios mientras miraba a Hermione—. ¿Has visto a Draco pasar por aquí?

Hermione se quedó mirando el lugar en el que se había vuelto invisible por un momento.

—He estado leyendo —dijo al fin.

Daphne suspiró y puso los ojos en blanco antes de volverse para irse con su hermana menor.

Hermione bajó los ojos de nuevo a su página y continuó leyendo su libro de texto de aritmancia hasta que sus pasos recortados se desvanecieron con el sonido de las ruedas del tren. Luego levantó los ojos y enarcó una ceja ante el espacio vacío frente a ella.

El vacío se agitó y Malfoy volvió a aparecer lentamente.

—¿Mientes por mí, Granger? —dijo, enarcando una ceja, sus palabras pronunciadas con un largo y lento acento—. Nunca pensé que viviría para verlo.

Hermione le lanzó una mirada penetrante y luego procedió a mirarlo otra vez, esta vez de verdad. Malfoy era considerablemente más grande de lo que ella recordaba, y lo había visto solo tres meses antes mientras testificaba en su juicio.

Era notablemente más grande, más ancho y más musculoso de lo que había sido entonces; incluso si había comenzado a participar en el régimen de acondicionamiento físico más riguroso del mundo, eso no explicaba cómo había crecido o por qué su voz parecía haber bajado media octava.

Hermione parpadeó repetidamente antes de recuperarse.

—No mentí en absoluto —dijo remilgadamente, levantando la barbilla—. Simplemente dije que estaba leyendo.

—Una mentira por omisión sigue siendo una mentira —dijo en una voz tan baja que parecía que le estaba gruñendo.

Todo el cuerpo de Hermione se calentó.

Se movió nerviosamente en su asiento, sintiéndose repentinamente incómoda con su presencia. Su cuello se sentía tenso y hormigueaba levemente.

¿Por qué le estaba gruñendo?

Era muy desconcertante y molesto.

—Además, ¿cómo es que ni siquiera eres prefecta? —preguntó, mirándola—. Asumí que estarías en el puesto de Head Girl. Pensé que yo era el único despojado de esa posición. Incluso Pansy ha podido mantener su condición de prefecta, y en realidad trató de entregar a Potter.

Hermione se sonrojó con un profundo tono escarlata y se retorció bajo su mirada. Era como si pudiera sentir sus ojos grises mientras se movían por su cuerpo. Nunca se había sentido tan extrañamente incómoda con nadie. Incluso había empezado a sudar. Un calor inexplicable comenzó a florecer constantemente en la parte inferior de su abdomen ante el sonido de su voz.

Trató de ignorarlo.

—No quería ningún puesto de liderazgo este año —dijo, con la voz estridente mientras cruzaba las piernas—. Tengo muchas clases a las que quiero asistir. No es que lo necesite para mi currículum. Si alguien quiere saber por qué no fui prefecta durante el octavo año, siempre puedo mostrarles mi Orden de Merlín.

Malfoy se rio entre dientes, sonando como chocolate y terciopelo, y ella prácticamente pudo sentirlo contra su piel. Hizo un ruido ahogado y se apretujó en la esquina opuesta del compartimento.

Malfoy la miró con los ojos entrecerrados.

—¿Qué te tiene tan molesta, Granger? —preguntó, y Hermione podría jurar que de alguna manera estaba sintiendo las vibraciones de su timbre de voz acumularse en su columna vertebral y proceder a prenderle fuego.

Sus ojos se agrandaron y de repente se encontró desesperada por alejarse de él. Algo muy dentro de ella le advertía que algo muy serio sucedería si no lo hacía.

Se puso de pie de un salto y agarró su bolso.

—Nada —se encontró diciendo, sintiéndose estrangulada—. Tengo que irme.

Salió disparada del compartimiento antes de que Malfoy tuviera la oportunidad de abrir la boca nuevamente.

Corrió a un baño y se echó agua en la cara y el cuello, tratando de refrescarse mientras buscaba dar sentido a lo que había sucedido. Algo en Malfoy la ponía profundamente nerviosa, hasta un punto que no podía explicar.

Siempre se había enorgullecido de tener una cabeza bastante buena sobre los hombros. No era el tipo de chica que se sonrojaba o se volvía loca solo porque encontraba atractivo a un chico. Sin embargo, había notado literalmente que Malfoy se había puesto en forma, había procedido a medio derretirse en un charco ante el sonido de su voz, y luego le había gritado antes de huir.

Era como si estar cerca de él hubiera despertado a alguna criatura dormida en el fondo de su mente. Con el sonido de su voz había comenzado a agitarse y convertirla en un montón de hormonas no deseadas, sin sentido, irracionales y lascivas.

Y de todas las personas posibles, había tenido que ser por Draco Malfoy.

Un estúpido. El matón de la escuela. Elitista sangre pura con lavado de cerebro. Incluso si fuera el hombre más atractivo físicamente en la tierra, eso no compensaría su ausencia general de cerebro o su falta de carácter.

Sus enamoramientos siempre habían tendido a comenzar primero con el carácter y luego con la apariencia. A Gilderoy Lockhart lo había admirado por sus supuestos logros. A Viktor Krum por su sinceridad y dulzura.

¡Lo que no quería decir que estuviera enamorada de Malfoy! Para nada. Era simplemente... atractivo. Era perfectamente normal que una chica apreciara ocasionalmente a un hombre en un nivel puramente estético.

Eso era todo lo que era, se dijo con firmeza. No había ninguna razón para actuar mal con él por eso.

Se enderezó, se puso el uniforme escolar y luego fue a buscar un compartimento nuevo.

Resultó que Malfoy no era el único varón de octavo año que había crecido de forma espectacular durante el verano. Hermione se encontró con los ojos ligeramente saltones cuando vio a Neville Longbottom por primera vez. Además de Anthony Goldstein y Theodore Nott. Había otros chicos de octavo año cuyos nombres no recordaba que parecían haber crecido también.

Desde su asiento en el Gran Comedor, miró a cada uno de ellos sintiéndose un poco horrorizada. Si bien todos los chicos tenían admiradores obvios, la mayoría de los otros estudiantes no parecían tan desconcertados como Hermione.

—Hermione, ¿podrías pasarme el jamón? —preguntó Neville en un ronroneo bajo.

Hermione casi se cae de su asiento ante el sonido de su voz y se giró para mirarlo con la boca abierta. Nadie más miró en su dirección. ¡Como si los hombres que tuvieran voces que hicieran vibrar físicamente el aire a su alrededor fueran algo normal!

Neville la miró con confusión.

Hermione se atragantó.

—¿Q-qué me acabas de decir?

—Te he pedido el jamón —dijo Neville, su voz nuevamente baja y llena de vibraciones.

Hermione jadeó, agarró la bandeja y la empujó rápidamente hacia él antes de ponerse de pie.

—Necesito ir al baño —murmuró.

Hermione permaneció escondida en el baño de chicas tratando de refrescarse durante media hora antes de huir a la seguridad de la biblioteca. No podía entender lo que estaba pasando. No podía concebir ninguna forma de explicar lo que le estaba sucediendo.

¿Por qué parecía que ella era la única molesta por los misteriosos brotes de crecimiento en los chicos? Era extraño.

La biblioteca resultó ser desalentadoramente inútil. No había información en libros sobre patrones de crecimiento. Todos los libros sobre reproducción mágica estaban en la sección restringida y no estaba segura de tener la curiosidad suficiente para acercarse a alguno de sus profesores para obtener un permiso. Deseó tener la capa de invisibilidad de Harry, pero luego decidió esperar un poco. No era urgente. Mientras tanto, simplemente evitaría a Malfoy, Nott, Goldstein, Neville y los demás. De todos modos, tenía mucho trabajo académico en el que concentrarse. Ni siquiera sería difícil.

Aunque, al final, sí que resultó un poco difícil.

Cuando escuchaba sus voces en los pasillos se sobresaltaba y comenzaba a sudar. Apenas podía evitar jadear mientras huía. Tenía que evitar la biblioteca y las áreas comunes como una plaga.

Lanzaba repetidos hechizos refrescantes sobre sí misma cuando compartía una clase con cualquiera de ellos, se sentaba en la parte trasera del Gran Comedor, lo más lejos posible de ellos, y se abstenía de responder preguntas porque su voz a menudo salía aguda y temblorosa.

Actuaba tan dolorosamente inusual que Malfoy procedió a arrinconarla después de Pociones durante la tercera semana de clases, después de que ella hiciera estallar un caldero por primera vez en su carrera académica.

—¿Qué te pasa, Granger? —habló en una voz baja y exigente que hizo temblar a Hermione.

Quería saber cómo se sentiría si él gruñera así contra el costado de su cuello. Casi gimió cuando se obligó a retroceder.

Estaba tan cerca que podía olerlo, y él olía comestible. Quería pasar su lengua por su cuello y el interior de sus muñecas y ver si sabía igual de perfecto.

¿Qué? Se sacudió, tratando de pensar con claridad.

Su cuello se sentía demasiado sensible. Sus muñecas empezaron a palpitar mientras inhalaba de nuevo.

—Nada. No me pasa nada —dijo con fuerza. Se apartó de él y se frotó las muñecas, tratando de aliviar la inexplicable tensión.

Draco dio un paso hacia ella, exhaló un suspiro agudo y se detuvo en seco.

Sus ojos se clavaron en los de ella y negó con la cabeza antes de que su expresión se torciera en estado de shock. Se tapó la nariz y la boca con la mano, como si estuviera a punto de vomitar.

Sin decir otra palabra, Malfoy se volvió y se alejó corriendo.

Hermione se quedó mirándolo, aturdida. Confundida, olió su camisa, tratando de determinar qué había provocado náuseas repentinas en Malfoy. Olía bien. Tal vez un poco perfumada, pero solo si prácticamente hundía la nariz en la ropa.

Malfoy era tan rencoroso. Probablemente lo había fingido para burlarse de ella.

Su rostro se torció y se enderezó, frotando la base de su cuello donde todavía le dolía.

Se dirigió a la biblioteca, pero al llegar a la puerta escuchó la voz de Anthony. Rápidamente se dio la vuelta y corrió al dormitorio de Gryffindor.

Su cuello y muñecas todavía hormigueaban y estaban sensibles, así que se los frotó. Era como si hubiera una tensión acumulada allí y nada la aliviara.

Cuando llegó a la torre de Gryffindor, cuadró los hombros y se dirigió a la cima de la torre de las chicas. Ginny tenía su propia habitación privada porque era la Head Girl.

Hermione llamó con suavidad y se movió nerviosamente, ya sintiéndose incómoda.

La puerta se abrió y Ginny le sonrió.

—Hermione, ¿hay algún problema con los estudiantes? —preguntó Ginny, abriendo la puerta para invitarla a entrar.

—Oh, no. Um. Tenía una pregunta —dijo Hermione, entrando a la habitación con torpeza—. No sé si es extraño para mí preguntar esto, pero siento que soy la única persona que no sabe lo que está pasando.

Los ojos de Ginny se agrandaron.

—¿No sabes algo? Bueno, entonces no sé si voy a ser de mucha ayuda. —Ginny esbozó una sonrisa mientras se sentaba en el borde de su cama deshecha.

—Tengo… —titubeó Hermione—. ¿Has notado que Neville y algunos otros chicos de octavo año han crecido mucho durante el verano? Siento que lo han hecho, pero parece que soy la única persona confundida por eso.

La sonrisa en el rostro de Ginny se desvaneció instantáneamente y su expresión se volvió claramente cautelosa.

—Bueno, tuvieron su último brote de crecimiento —dijo Ginny, con un tono vago—. Probablemente nunca hayas notado que sucede porque la mayoría de los magos se gradúan antes de dar el estirón.

Bueno, eso tenía sentido. Malfoy, Neville y los demás tenían dieciocho años. No era como si Hermione se encontrara normalmente con tantos magos de dieciocho años.

—¿Es eso habitual? —preguntó Hermione—. ¿Los magos normalmente tienen brotes de crecimiento tan tarde?

—Algunos.

Hermione frunció ligeramente el ceño.

—Harry y Ron no lo han tenido.

—Bueno, como ya he dicho… —La voz de Ginny parecía tensa y su expresión era defensiva—. Solo lo tienen algunos. Es bastante arbitrario. Bill y Charlie lo tuvieron. Pero la mayoría de los magos no, y eso no los hace menos. No es como si les pasara a algunos magos porque se lo merecen.

Hermione la miró fijamente.

—Creo que me estoy perdiendo algo.

—Es… —comenzó Ginny y luego agitó su mano en el aire—. Es una cosa de sangre pura, en general. No es algo de lo que la gente hable.

—Oh —dijo Hermione. La gente estaba haciendo la vista gorda intencionalmente.

Ginny suspiró.

—Básicamente es algo aleatorio que les sucede a algunos magos, pero por lo general no significa nada. Al menos no significa nada para ti o para mí, o probablemente para alguien que conozcamos. Simplemente ignóralo.

—Bien —dijo Hermione.

Tema mágico delicado. Hizo una nota mental para abordar el tema con mucha delicadeza si se desesperaba lo suficiente como para hablar con McGonagall.

Al día siguiente se despertó con fiebre. Sentía todo el cuerpo pesado, le dolía la parte inferior del abdomen y estaba horriblemente cachonda. La base de su cuello le picaba y palpitaba tanto que se sintió tentada a intentar frotarla contra los postes de la cama para tratar de aliviar el dolor. Sus muñecas se sentían similares. Las apretó la una contra la otra para tratar de atenuarlo.

Apretó los muslos y trató de no prestar atención a la creciente sensación de vacío dentro de ella. Era abrumador. Se sentía como la mujer más sucia del mundo. Cielos. ¿Que estaba mal con ella?

Debía haber atrapado algo. Alguna enfermedad mágica que hacía que le dolieran el cuello y las muñecas, que todo su cuerpo se volviera sensible a un timbre vocal profundo y que sintiera que podría morir si no tenía relaciones sexuales de inmediato con un chico con la anatomía masculina más grande humanamente posible.

Reprimió un gemido y trató de levantarse de la cama para ir a ver a Madame Pomfrey. Para ello se arrastró hasta la puerta y luego procedió a medio tropezar hasta la sala común.

—¿Hermione?

La voz recorrió su columna vertebral. Contuvo un gemido mientras se giraba y se encontraba con Neville, mirándola desde el otro lado de la habitación.

—¿Estás bien? —preguntó.

Ella negó con la cabeza, en silencio.

De repente sintió un deseo abrumador de frotarse contra él. Si presionaba sus muñecas contra su cuello, de alguna manera sentía que el dolor se detendría. Se moría por sentir sus labios contra su cuello. Podría arrastrarse a sus brazos y su cuerpo dejaría de doler.

Podrían follar.

De alguna forma estaba segura de que el sexo con Neville sería alucinante.

¿Qué? Hermione parpadeó.

Sacudió la cabeza bruscamente, tratando de aclarar su mente.

—Estoy enferma —dijo, su voz aguda gimiendo mientras retrocedía rápidamente y se acurrucaba contra la pared—. Probablemente sea contagioso. Deberías llamar a Madame Pomfrey.

Le dolían intensamente las muñecas y su cuerpo se sentía tan hipersensible que inconscientemente comenzó a frotarse la muñeca izquierda contra el esternón.

De repente, la expresión de Neville cambió, y Hermione pudo ver sus ojos oscurecerse desde el otro lado de la habitación hasta que estuvieron casi negros. La expresión amable y abierta que solía tener en su rostro se desvaneció. Su expresión se volvió depredadora de una manera que ella encontró profundamente atractiva. Neville se había vuelto poderoso y peligroso. El dolor entre sus piernas se agudizó de repente.

Sus ojos estaban fijos en Hermione, y de repente se movía rápidamente a través de la habitación, hacia ella.

—Ven aquí —dijo en voz baja y engatusadora. Todo su cuerpo se sonrojó cuando el calor la inundó. Se volvió hacia él, emitiendo un pequeño sonido de lamento.

—Yo me ocuparé de ti —dijo—. Déjame cuidarte.

Ella comenzó a alcanzarlo, pero se acordó de algo.

Neville estaba saliendo con Hannah Abbott.

Un gemido se escapó de ella mientras retrocedía abruptamente y se acurrucaba de nuevo, encorvando los hombros alrededor de su cuello desesperadamente sensible.

—No —dijo, cerrando los ojos con fuerza.

Podía sentir el aliento de Neville contra la nuca. Reprimió un gemido.

—Déjame cuidar de ti —murmuró, y eso hizo que todo su cuerpo temblara. Él acarició la base de su cuello y ella gimió y arqueó la cabeza sin pensar.

—No... —dijo ella, luchando por pensar.

Las grandes manos de Neville estaban sobre su cuerpo, acariciando con más firmeza la parte posterior de su cuello, respirando profundamente contra su piel. Estaba enviando fuego a su cerebro. No podía pensar más allá del deseo que constantemente la envolvía.

—Ohhhhh. —Hermione se estremeció.

Neville la estaba presionando contra la pared y sus manos comenzaban a recorrer su cuerpo dolorido. Ella se volvió, arqueando la espalda y exponiendo su garganta sumisamente para él.

—Buena chica —dijo, sus labios rozando su piel. Algo muy dentro de ella se emocionó con aquellas palabras.

Ella haría cualquier cosa. Todo lo que quisiera. Ella lo complacería y él la cuidaría.

Sus muñecas estaban inmovilizadas contra la pared de la sala común, podía sentir su barba incipiente contra su piel mientras él comenzaba a lamer y chupar su cuello. Todo su cuerpo sufrió un espasmo debajo de él.

—¿Qué demonios? ¡Oh, Dios mío! —La voz horrorizada de Ginny cortó repentinamente el fuego y la niebla—. ¡Desmaius!