Se había empezado a sentir mal a poco tiempo de estar casada. Una leve tos empezó a molestarle en la mañana, un dolor de pecho se instaló cuando tomaba aire, justo encima del corazón y un cansancio invadió su cuerpo. Preocupada fue hacia un doctor ¿Será que estaba embarazada? Se preguntó con ilusión, pero a la vez ese pensamiento se disolvía rápidamente—es imposible, Goku no me quiere de aquella forma—la tos aumentó y se tapó con un pañuelo. Algo estaba atrapado en su garganta, por lo que le costaba respirar. Tosió y tosió hasta que salió y al ver lo que era se sorprendió—¿Un pétalo?—miró aquel pétalo rosado, lo recogió y una sensación de miedo le invadió la espina dorsal. Corrió hacia el doctor y este le confirmó lo que ya su mente estaba pensando.

-Lo siento, tiene la enfermedad de las flores-Una enfermedad que se da por un amor no correspondido. Un amor tan intenso que hace que en los pulmones crezcan flores y te ahoguen lentamente. Si eres rechazado mueres y si te operas pierdes toda capacidad de amar y sentir algo por alguien.

-Pero si estoy casada-

-¿Pero su marido le corresponde?- su cara se volvió roja de vergüenza. Ella prácticamente había obligado a Goku a casarse con ella ¿Alguna vez el saiyayin le había dicho que la quería?

-Usted es un grosero- se levantó y se fue sin decir adiós ni pedir otra opinión. Sabia que no había nada que hacer. Regreso desanimada a su hogar y por supuesto Goku no estaba allí—de seguro está entrenando—odiaba aquella obsesión de su marido, pero la respetaba. Tampoco es que pudiera cambiarlo, sabía la adoración que este tenía hacia las artes marciales. Pero pensaba que quizás podrían pasar más tiempo juntos, como pareja. Suspiro desechando aquella idea. Empezó a hacer la cena con parsimonia, esperando que llegara el peleador. Unas fuertes pisadas le anunciaron que Goku llegaba a la casa.

-Milk tengo hambre- dijo con una sonrisa en el rostro.

-Lávate las manos, tengo la cena lista- le dijo amable, intentando que aquella enfermedad desapareciera, mostrándose cariñosa para que Goku le correspondiera. Ella estaba casada, enamorada, no tenía sentido tener flores en sus pulmones. Su esposo llegó, se sentó a la mesa y como si el alma se la llevara el diablo empezó a comer, desesperado, casi sin saborear lo que estaba comiendo.

-Esta muy bueno- el dolor del pecho cesó y se sintió feliz. Después de comer se fueron a dormir y como siempre, Goku se acostó y se quedó dormido al instante. Milk quería regalona, quería besar a su esposo, quería tener un hijo. Empezó a toser hasta que soltó un par de pétalos, se asustó por lo que intento dormirse acurrucada al lado del cuerpo del pelinegro, pensando que nada malo iba a pasar. Pero se equivocaba. Las primeras semanas Goku no la tomó como esposa, llegaba a comer, hablaba sobre lo nuevo que había descubierto y se iba dormir feliz,ni si quiera se comportaba como un amante. Milk frustrada intentó darle pequeñas señales para que el tomara la iniciativa, pero no funcionaba o las ignoraba.

-Goku, somos esposos y debemos hacer cosas de esposo. Yo quiero tener un hijo- aquellas palabras dejaron sorprendido al pelinegro. Sabia a lo que se refería Milk gracias al maestro Roshi, pero no estaba seguro que es ser un "Marido", no tenía muy claro los pasos a seguir por lo que se había portado con naturalidad, como siempre lo había echo, pero parece que esa actitud estaba equivocada.

-Entiendo- la tomo en modo princesa y la llevo al dormitorio. La chica alegaba pero en su interior estaba feliz. La acostó en la cama y este empezó a sacarse el traje de entrenamiento, quedando con el torso desnudo.

-Espera, Goku- se tapó los ojos, avergonzada.

-¿No es esto a lo que te referías?- ahora si que estaba confundido.

-Si, pero…así, tan de repente…yo…-lo había soñado más romántico, con mucho más amor de por medio. Esto parecía un trámite.

-Dime que es lo que quieres Milk- estaba frustrado, era mucho más fácil llevarse con sus amigos.

-Ven- extendido sus brazos y abrazo al Guerrero, enseñándole con delicadeza que es a lo que se refería. Le dio un beso en la frente, después en las mejillas y bajo hasta los labios. Empezó a acariciarle con sus dedos, delineando cada músculo del saiyayin, se empezó a quitar el qipao, quedando con los pechos al aire, guiando una mano hacia ellos, para que se deleitara con su suavidad, con su forma redondeada llena de vida. Milk se sentía amada, feliz, todos sus síntomas desaparecieron. Goku entendió que había que tratarla con delicadeza pero en los encuentros posteriores seguía sin haber cariño de por medio. Para el pelinegro era algo reproductivo, su esposa era una compañera más y si bien la estimaba y la quería como una amiga aún no entendía el concepto de amor en pareja. En cambio Milk lo amaba con locura e intentaba que sus encuentros fueran llenos de romanticismo, ponía velas por la habitación, se compraba ropa sexy, acariciaba y besaba aquel hombre como si fuera lo único en el planeta y nada. Su falta de aire se hacía de notar, ya no podía hacer los quehaceres de la casa rápidamente, ahora debía sentarse y tomar un poco de aire para poder continuar. La tos se hizo pan de cada día y los pétalos inundaban el baño. Estaba preocupada y tenía miedo ¿Y si la rechazaba? Decidió no contarle nada, prefería morir ahogada que morir por el rechazo de su amado.

Pronto un día los síntomas cesaron. Pudo respirar normalmente, ya no sentía el típico nudo en la garganta que hacía que los pétalos se atacaran por los bronquios y garganta. Fue al doctor emocionada por aquello, pero lo que le dijo no se lo esperaba.

-Esta embarazada-pestañeo un par de veces, sin entender lo que le acababan de decir.

-¿Embarazada?- su sonrisa se ensanchó y un par de lágrimas se asomaron por sus ojos. Estaba feliz, emocionada y asustada, como cualquier madre primeriza.

-Los síntomas se calmaron por ello, ya que una vida crece en su interior y usted está feliz, pero es solo una solución temporal. Debe decir si quiere o no la operación- aquel comentario le saco de su ensueño y la hizo sentirse ansiosa. Quizás la operación no era una idea tan descabellada después de todo, ahora que iba a ser madre pero ¿También los sentimientos por su bebé desaparecían? La sonrisa y las lágrimas de emoción desaparecieron de su rostro, dando paso a la congoja y la desesperación. Quería ser madre, quería amar a su bebé por sobre toda las cosas, no podía operarse, no podía perder toda capacidad de amar. Hizo una reverencia y se fue de la consulta. Pensaba que quizás con un hijo, la relación con su marido cambiaría, que el se daría cuenta de que la amaba. Con aquel pensamiento en mente fue a su hogar a preparar la comida, esa misma noche le diría a su Goku la gran noticia.

-Estoy embarazada- El pelinegro lo miro con los palillos a medio camino y los ojos con duda.

-¿Qué?-dijo después de tragar una gran porción de arroz con carne.

-Tendremos un bebé- esa noticia fue sorpresa para el saiyayin. No pensaba que tendría un hijo, la verdad que no era de pensar en el futuro, pero aquello le hacia inesperadamente feliz.

-Vaya, que bien- dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Milk estaba sorprendida por la actitud de su esposo, no esperaba que se lo tomara tan bien.

-Tendremos un hijo, Goku-

-Lo sé ¿No es emocionante?- ella se levantó y le abrazó, su esposo le correspondió.

El tiempo pasaba y su estomago se agrandaba. Goku miraba emocionado como una vida se estaba formando en el vientre de su esposa. Dejo de entrenar tanto, empezó a pasar más tiempo en la casa, intentaba ayudarla en los quehaceres y ella estaba feliz como nunca antes. Si no les conocieran, parecerían una pareja común y corriente, donde los dos se amaban con locura. El padre de Milk los visitaba con frecuencia y admiraba al buen esposo que se había convertido el pelinegro. Los meses pasaron volando hasta el día del parto. Fue tranquilo, lleno de emoción y sin ningún peligro. Así nació Gohan, un bebé rubicundo, de pelo negro y mirada vivaz. Era precioso y Milk no podía dejar de admirarlo. Se parecía más a su esposo que a ella y por ello lo amaba aún más (si es que se podía) decidieron ponerle el nombre de Gohan, por el difunto abuelo de Goku y al bebé parecía que le había gustado su nombre, ya que cada vez que lo nombraban sonreía y agitaba sus pequeñas manos.

La sensación de felicidad y amor que la embargo en el embarazo poco a poco se fue quebrando. Goku empezó a pasar mucho más tiempo con su hijo e ignoraba a Milk. Se acabaron los mimos a la atardecer o la constante preocupación de su estado de salud, de la sobreprotección y la ternura. Goku solo se enfocaba en entrenar a Gohan y eso la enfureció. Decidió criarlo como un niño normal y a penas tuvo la capacidad de hablar le puso un tutor privado—Nada de peleas, la tierra está en paz—sentencio y el saiyayin no pudo protestar. Se fue solitario otra vez a seguir manteniéndose en forma y mientras su esposo se alejaba, ella sintió otra vez los síntomas asechándole la espalda. La falta de aire, los pétalos y la tos volvieron con fuerza arremetiéndole el cuerpo y el alma. Intento ignorarlos, preocupándose de Gohan pero no era suficiente, ya que cada vez que acostaba a su bebé y miraba al horizonte donde el sol se estaba ocultando y la soledad la embargaba, su tos volvía y soltaba pétalos rosados que flotaban por la casa.

-Debes decirle- la peli turquesa la miraba con el ceño fruncido. Ella como buena científica se había dado cuenta de su enfermedad.

-Sabes como es Goku, el…bueno…-bajo los ojos-no lo va a entender-

-Por eso mismo debes decirle, es un idiota y jamás se va a dar cuenta por el mismo. Además si no sintiera nada por ti no se hubiera casado-

-Sabes que fue una promesa que hicimos, a veces siento que todo esto fue un error- estaba deprimida.

-Lo conozco, aún teniéndome a su lado jamás se fijó en mi. Fuiste la única que logró convencerle- intentaba animarle.

-¿Y si me rechaza? Moriré-pensaba en su pequeño hijo y en lo indefenso que quedaría. A la merced de un padre que lo único que se preocupaba era de entrenar y ser el más fuerte.

Después de aquella conversación ocurrió lo impensable. Vinieron unos seres malignos del espacio, se llevaron a su Gohan y a su esposo. Había quedado sola, preocupada y con las flores ahogándoles. Goku había muerto y ella quedó con todos aquellos sentimientos atorados en su garganta. Las flores empezaron a quemarle los pulmones pero no daba su brazo a torcer. Debía seguir viva por su hijo, debía luchar por el. Por lo que espero, espero que ocurriese un milagro y este ocurrió. Su esposo revivió aunque estaba en el hospital todo magullado, al igual que su pequeño hijo. Corrió por los vacíos pasillos del terrorífico hospital, con el corazón desembocado, vio los números de las habitaciones encontrándose con el que buscaba. Su mano quedó a medio camino, le daba miedo abrir la puerta, le daba miedo que Goku hubiese cambiado, pero al entrar encontró a su esposo alegre, conversando con sus amigos, aunque su cuerpo estaba todo maltrecho. Los ojos se le llenaron de lágrimas, despacio fue a su lado y se posó calladamente en una silla al lado del camastro. Goku la miro y le sonrió como siempre lo había echo.

-Lo siento Milk, pero la pelea se salió de control y no pude evitar salir así…- ella sin decir palabra abrazo a su esposo, ocultando su cabeza en el cuello del pelinegro. Lloro un rato y el saiyayin la rodeó con los brazos, aunque con un poco de dificultad- ¿Estabas muy preocupada, verdad?-

-No tienes idea- sentía que podía respirar otra vez. Se quedó a su lado, tejiendo un chaleco para el y su hijo. Su corazón estaba en paz, sabiendo que el estaba bien, que estaba vivo, aunque no duró mucho. Tenían la loca idea de viajar a un planeta lejano y esta vez Gohan quería ir, la iban a abandonar.

-Goku-su última recurso, los ojos con lágrimas.

-El quiere ir y yo igual iré. Debemos ir- se puso a llorar, succuerpo empezó a tiritar de frio y de desconsolación. El saiyayin la miro por primera vez como un simple humano indefenso, como una mujer, madre de su hijo, su esposa y alguien a quien debía proteger. La abrazo, por primera vez el tomo la iniciativa. Aquel gesto dejó a la mujer sin palabras, detuvo todas las lágrimas que surcaban por sus mejillas y miró a su esposo. El pelinegro levantó su mano y le acarició el cabello sedoso, diciéndole a través de aquel gesto que no se preocupara – yo protegeré a nuestro hijo, cuando las semillas estén listas iré hacia allá – Milk no hizo nada más que acurrucarse en el pecho del luchador, oliendo aquel aroma tan característico.

-Confió en ti- aquella palabras significaban el permiso para poder viajar. La pelinegra sentía que todo rastro de su enfermedad se esfumaba, se sentía amada y protegida.

-Gracias eso significa mucho para mi-su primer momento de verdadera intimidad. Goku había entendido que significa tener una esposa preocupada por ti, una esposa que le importaba su salud, una esposa que le dio un maravilloso hijo, una esposa que le acompañaba en los buenos y malos momentos. Empezó a sentir un calor agradable en su pecho, algo que nunca había sentido antes por nadie. Al verla allí con una pequeña conrisa, esos ojos color ónix mirándole con ternura, aquellas manos cálidas y amorosa que le rodeaban. Se dio cuenta de que la miraba con otros ojos, que ya no era una simple compañera o amiga, era algo más. Le tomo de la mano y la acerco a su rostro, disfrutando su suavidad y delicadeza. La acerco a su cuerpo maltrecho y la rodeó con sus brazos como pudo, sintió dolor pero no le importó. Necesitaba el calor de la chica, necesitaba su cercanía en aquel momento.

-Goku…-

-Solo un poco- se sintió avergonzado.

-Todo lo que quieras, te amo- por primera vez le había confesado lo que se encontraba guardado en su corazón. Ya nada podía hacer, si moría en aquel instante sabía que su hijo quedaría en buenas manos y ella podría irse tranquila.

-Milk, yo no sé que es amar pero creo que lo que siento es eso- la mujer se separó del Guerrero. Pronto empezó a toser compulsivamente, algo en su garganta quería salir por lo que corrió al baño y expulsó un montón de flores, rosas enteras y todas sus raíces-¿Milk estas bien?-Goku se había levantado y había ido a socorrerla, no entendía lo que le pasaba a su esposa.

-Perfectamente- sonrió sin el peso que le oprimía sus pulmones. Todo aquel malestar se había esfumado, toda aquella enfermedad se había ido por las palabras de su esposo, por aquellos sinceros sentimientos.

-¿Y esas flores?- tomo un pétalo rebelde que se había escapado hacia el suelo.

-Oh-miro el desastre en el baño-no son nada, ya están malas, hay que tirarlas-le resto importancia aquel asunto-ven-le tomo de la mano y regresaron hacia la camilla. Allí acostó a su esposo y se quedó al lado de él en una silla, tejiendo aquel chaleco que con tanto amor le iba a regalar a Goku

-Si tu lo dices-cerro los ojos y cayó profundamente dormido. Milk le miró, parecía un niño a pesar de ya ser todo un adulto. Sonrió y siguió tejiendo.

FIN