—Voy a casarme— susurró, apenas moviendo los labios pero dejando en claro que aquello no le gustaba para nada.

Un momento de silencio le siguió, dejando que el arrullo de los árboles agitados por el viento le consolaran inútilmente, su cabello azabache se agitó cubriendo sus ojos azules cristalinos, las historias de amor que su mamá le contaba en las noches rondando su mente al igual que la lección de sus tutores de la tarde

—Como todos algún día, Tom— llegó una corta respuesta, con voz amarga, decepcionado miró a su acompañante, de cabello alborotado castaño, ojos avellanas y piel morena; su único amigo miraba el suelo debajo de ellos con el ceño fruncido, como si la tierra le hubiera ofendido

—Pero tal vez sea como con mi mamá, sin amor— repuso, exponiendo su preocupación, sabía que sus padres no se amaban, y que solamente se mantenían juntos por imagen, fingiendo llevarse bien cuando en realidad se odiaban. Imaginarse en la misma situación con una mujer imaginaria lo hizo estremecerse.

—Pero ella es una Gaunt ¿no? ¿De una de las cuatro casas?— preguntó James con poco interés, y Tom lo entendía, después de todo, James tenía más cosas que hacer que escuchar sus penas y conflictos con cumplir las normas que se le imponen por ser quien era

—Si...— murmuró, usando una pizca de su magia para hacer un horrible retrato de su amigo en la tierra floja. James tarareo sin ver el desastre que Tom borró de inmediato, nada ofendido con ser ignorado por el moreno de lentes

Era simple, Tom no tenía ningún amigo además de James, y aunque este solía ignorarlo, podía quejarse con él porque entendía, era hijo de un Lord desertor al final del día, y Fleamont Potter le había enseñado toda la tradición que podía a su hijo a pesar de que ya no eran parte de la alta sociedad mágica como su madre antes de casarse. Tom repentinamente se dio cuenta de algo —Pero, tu papá también— murmuró mirando a su amigo, realmente mirando

—Si, bueno, antes lo era pero- — James finalmente había abandonado sus pensamientos para ver un poco confundido la emoción de Tom, si bien había estado distraído, no entendía del todo el cambio abrupto de emociones en el príncipe de 12 años

—¡Es una excelente noticia!— exclamó Tom levantándose de la piedra en donde había estado sentado desde que arrastró a James al interior del bosque para hablar de su reciente conflicto sentimental

—¿Ah, sí?— murmuró James cauteloso solo para recibir una suave sonrisa del chico de piel blanca y brillantes ojos azules

—¡Si! Tú puedes casarte conmigo, James— declaró, muy contento de haber llegado a tal conclusión, el castaño en cambio se horrorizo y el destello de un cabello pelirrojo apareció en su mente

—¿Qué?— masculló incrédulo, Tom lo miró un poco confundido mal interpretando el gesto, creyendo que James aun no entendía su plan

—Si, eres descendiente de uno de los cinco lores originales, así que puedes casarte conmigo cuando sea rey— explicó con orgullo, satisfecho de saber que no tendría que casarse con un extraño cuando llegará el momento, aunque dudaba que hubiera alguien para entonces: de las cuatro casas, el único con un descendiente cercano a su edad era Abraxas Malfoy, y Lucius Malfoy ya tenía 20 años, en nada lo consolaba saber que el más joven sería el bebé que iba a tener Pollux Black pronto

—Pero, somos dos chicos de 12 años, Tom, eso no- — Tom interrumpió a medias la explicación de James, recordando a la perfección las palabras de su tutora, Walburga Black

—¡Oh! Tengo que hacerlo de manera formal— murmuró tomando una ramita del suelo y transformándola en un anillo de madera, se arrodillo en el suelo sin ninguna pizca de vergüenza y, bajo la incrédula mirada de James, le tomó de las manos

—James Potter, ¿te casarías conmigo cuando sea rey y necesite de una reina a mi lado?— preguntó con voz firme y sus ojos azules brillando, James abrió la boca y luego la volvió a cerrar, demasiado avergonzado como para decir algo.

Esto es estúpido, pensó amargamente mientras la necesidad de quitar sus manos del agarre del príncipe Tom cruzaba por su mente ¿Qué otra opción tienes? ¿Esperar a que Evans te quiera? preguntó una vocecita en su cabeza ¡Ella nos odia! ¿Recuerdas?

—Que quede claro que no seré la reina, seré tu consorte— aclaró con el ceño fruncido, demasiado asqueado con la idea de ser llamado reina si llegaba a casarse con Tom; obviamente no, cuando crezca, el príncipe se dará cuenta de que casarse conmigo le da asco, como a Evans

—Funciona para mi— acepto fácilmente Tom, tampoco le gustaba mucho la perspectiva de un James mayor usando vestido en el altar. James asintió, recordando vagamente la respuesta que se supone que debía de dar para aceptar la propuesta, su padre la había mencionado vagamente un par de veces

—Acepto, seré su consorte cuando llegue el día, príncipe Thomas Riddle— respondió mientras permitía que Tom le pusiera su anillo improvisado en el dedo correspondiente, una leve ráfaga de viento sacudió algunas hojas, pero ciertamente no les dio importancia, todo el día había estado ventoso

Tom se levantó del suelo y sacudió un poco su túnica a la altura de las rodillas

—Tu anillo me queda grande, Tom— se quejó James mirando su mano

—Cuando nos casemos, te daré uno de verdad— consoló Tom, haciendo una nota mental para practicar lecciones de Transfiguración con más empeño una vez que regresará al castillo, James en cambio volvió a mirar su mano

Cuando nos casemos...

—Como sea—


PD: perdón por todos los detalles. ya está todo arreglado, gracias por las advertencias.