Eremika week day 1: domestic / in this world, I have a place to go home to. Esos son los prompts que usé.

Aclaraciones al final. Siempre me olvido de decirlo al principio, pero probablemente haya ooc jaja pero bueno.

TODA LA HISTORIA ESTÁ DEDICADA A MIMI.

Los personajes no son míos, si lo fueran, sería un todos con todos.

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Disfruten.


Los pájaros cantan con fuerza. Bueno, no, en realidad suenan como siempre, pero esta mañana retumban en su cabeza. Quiere levantarse para cerrar la ventana, pero de seguro eso le dará más dolor de cabeza.

Se estira en la cama y golpea apenas a Eren en la cara.

—Au.

Se le escapa una risita—. Lo siento.

Gira a él y acaricia su mejilla con su mano.

—Buenos días —susurra él con voz grave y sin abrir los ojos—. ¿Solo a mí se me parte la cabeza al medio?

—Te dije que la segunda botella de vino era una mala decisión.

—Aw, pero la pasamos bien anoche —dice, abrazándola y hundiendo su nariz en su cuello—. Hueles a mí.

Los besos de él le hacen cosquillas y es agradable, pero tiene que admitir que lo sería mejor si no le doliera la cabeza.

—Sudas mucho, por eso —responde Mikasa y él ríe.

—Sudo mucho porque me calientas mucho.

Entonces ríe ella, más por el tono de voz que usa que por lo que dice.

—¿A dónde vas? —se queja Eren, abrazando su cintura cuando ella se sienta en la cama.

—A ducharme.

—¿Necesitas compañía? —pregunta besando su espalda desnuda.

—¿Recuerdas lo que pasó la última vez? Casi te desmayas.

—Oh, mierda, sí —ríe otra vez—. Ah, pero la pasamos bien antes, ¿a que no?


Los días son tranquilos. Se levanta más temprano que Eren para ir a trabajar. Tiene una florería. Su florería. Hace pocos meses la abrieron juntos. Mikasa pudo dejar su trabajo anterior, pero Eren siguió, porque es necesario tener una entrada segura.

Le gusta. Le encanta su florería.

Cuando regresa, Eren ya está en casa. A veces está preparando la cena, a veces está durmiendo la siesta. Le gusta mucho dormir.

Sus días son tranquilos.


Entra al departamento. Hace calor y se siente pesada, todo el día se sintió así. Eren está preparando la cena.

—Bienvenida —dice, asomándose de la cocina y hace una mueca de disculpa—, olvidé unas cosas para la cena, ¿podrías ir?

Va a responder, pero se tapa la boca veloz.

—¿Mikasa? —se acerca, pero ella lo esquiva, caminando veloz al baño. Eren la sigue de cerca—. ¿Estás bien? ¿Comiste algo malo?

Respondería, pero está ocupada vomitando.

—Te traeré agua —anuncia, regresando a la cocina.

Cuando termina, apoya un brazo en el inodoro y su rostro sobre su mano, respirando con dificultad y concentrándose en no seguir vomitando.

—Ten —dice Eren. Se enjuaga la boca con el primer trago y después bebe un poco—. ¿Pasó?

Ella asiente. Él la ayuda a ponerse de pie y ella se acerca al lavabo para lavarse la cara y los dientes.

—¿Comiste algo en mal estado? —ella se encoge de hombros—. Te haré un poco de arroz.

Sale del baño y va a la cocina.

—¿Qué estás preparando? —pregunta, haciendo una mueca.

—Pollo —responde Eren—, te haré un poco en la plancha.

Mikasa niega—, no, no tengo apetito.

Por no decir que el olor le revuelve el estómago.

Eren la mira entornando los ojos y ella levanta una ceja.

—Bueno, pero tienes que comer el arroz.

—¿Qué necesitabas que compre?

Hace un gesto, restándole importancia—. Nada importante, mañana iré. Si quieres, ve a acostarte.

Eso suena bien. Está bastante cansada. Debe ser por la extenuación de vomitar. Se quita el calzado y se cambia al pijama. Siente un alivio impresionante cuando se quita el corpiño. Curioso, pero bienvenido.

Se acuesta. Cierra los ojos y cuando los abre, Eren está sentado a su lado, comiendo.

—¿Quieres comer? Te quedaste dormida —dice. Mikasa bosteza y asiente, él le da el plato con arroz blanco—. ¿Cómo te sientes?

—Estoy bien, seguro comí algo que me cayó mal.

Comen en silencio, con la tele haciendo ruido por ellos.


No vuelve a vomitar, pero las náuseas sí se vuelven recurrentes, además de que se siente más cansada de lo normal.

—¿Me creció el busto? —pregunta una noche. Eren está regresando del baño y se frena en la puerta, mirándole los pechos a Mikasa. Se pasa una mano por la barbilla y entrecierra los ojos.

—Ahora que lo dices… puede ser que sí —asiente apenas y se acerca a abrazarla—, pero también hemos estado comiendo en la cama todos estos días, tal vez sea por eso.

Claramente no es por eso.

Eren acaricia su espalda y besa su cuello.

—¿Aún piensas en ponerte la camiseta? —suspira contra su clavícula y después sube a sus labios.

Bueno.

Probablemente, el daño ya esté hecho.


No pierde tiempo pensando si está o no está, directamente va al hospital. Se decide a no decirle nada a Eren, por las dudas, y se acerca a uno de camino a la florería.

La atienden rápido y en media hora ya está en el trabajo. Lo que no tiene es el resultado, porque para recibirlo en el momento tenía que esperar y bla, bla, bla. Entonces, en algún momento del día, se lo enviarán por mail.

No piensa en el tema. Se esfuerza muchísimo en no pensarlo ni analizarlo ni nada. Quiere hacerlo con Eren.

Arma ramos. Bouquets. Centros de mesas. Hace bocetos y diseños para decoraciones, saca mil fotos para publicitar en redes sociales, vende algunos ramos. Se mantiene lo más ocupada que puede, hasta que su celular suena. Lo mira despreocupada, se despide del cliente que retira y entonces lee que el remitente es el hospital y el contenido del mail deben ser sus resultados.

Deja el teléfono dado vuelta en el mostrador.

Ya no puede pensar en nada más.


—Bienvenida —dice Eren cuando la escucha llegar. Es viernes de película, por lo que él está sentado en el sofá, buscando algo para ver—, cuando quieras, pedimos la pizza.

Se sienta a su lado. Él tarda un segundo en mirarla, pero cuando lo hace, la expresión seria de Mikasa lo preocupa.

—Fui al médico hoy, por las náuseas —dice ella antes de que él abra la boca—, y tengo los resultados.

Saca el teléfono y abre el mail. Ambos se pegan mientras carga para poder leerlo.

—¿Qué significa todo esto? —cuestiona Eren sin entender y Mikasa está igual.

Creyó que sería algo más fácil, que simplemente diría estás o no estás, pero en cambio hay una lista de eritrocitos, leucocitos, trombocitos y otros citos.

—Voy a googlearlo —dice Eren, sacando su propio teléfono.

Pasan diez minutos, buscando uno por uno los nombres y valores de cada cosa, hasta que llegan al último.

—Puta madre —susurra Eren. La respiración de Mikasa se corta y lo mira. Eren le devuelve la mirada con ojos brillantes y una sonrisa temblorosa. Suelta una risa y la abraza.

—¿Es-estoy? —no puede creerlo.

—¡Estás embarazada! —exclama y la abraza más fuerte, riendo—, mierda, no lo puedo creer, esto es– es–

Se miran.

—¿Es bueno? —pregunta entonces Eren, inseguro de la opinión de ella. Trata, pero no puede suprimir la decepción de su voz.

Mentiría si dijera que no está un poquito ilusionada también.

—¡Es bueno! —exclama ella también, abrazando su cuello y riendo. Eren jadea y suspira aliviado—. No puedo creer que hayamos hecho esto…

—Estamos formando nuestra familia —dice Eren.

Mikasa lo mira y se pregunta si sus ojos estarán tan llorosos como los de él.

—En este mundo, tengo un lugar al que volver a casa —dice Eren, acariciando las mejillas de ella y sonriendo—, y son ustedes.

Quiere decir que para ella es lo mismo, pero le es imposible hablar mientras llora.

Tal vez el problema más grave que enfrentan es decidir cómo van a anunciarlo.

—¡Vamos a ponerlo en el grupo! —dice Eren, sonriendo—, así, todos se enterarán a la vez y será justo.

—No podemos anunciarlo así —ríe ella—, hay que hacerlo cara a cara.

—Oh, así vemos sus reacciones —Mikasa vuelve a reír—. ¿Qué tal si los invitamos a cenar el viernes?

—Iremos a cenar con Zeke el viernes.

—Bueno, el sábado, entonces —la abraza—. Muero por decirles.

—Yo también.


Se duerme sin poder creerlo y cuando despierta sigue igual. Van a tener un bebé. No es algo que hayan planeado, tal vez se acerca más a un error, pero es el mejor error de su vida.

Cuando llega de trabajar el viernes, Mikasa ya está en casa. Está durmiendo la siesta en el sofá. Le robó su idea, pero supone que ella lo necesitará más.

Va a la cocina, a ver qué puede comer del refrigerador.

Necesitan otra habitación.

Bueno, necesitan otro departamento, en realidad. Necesitan cosas de bebé. Tiene que pedirle a Zeke la ropa de bebé que su madre había dejado guardada. Eso le habría gustado.

Aunque es toda ropa de niño. Aunque no sabe qué es todavía. Aunque no sabe qué quiere. ¿Quiere un niño o una niña? No va a mentir, le gustaría tener ambos.

No, no, un bebé es suficiente. Por ahora.

—Llegaste —la voz de Mikasa lo hace saltar. Se saca la pata de pollo de la boca y sonríe.

—Llegué. ¿Cómo está mi familia? —se acerca a besarla.

—Estaríamos mejor si no tuvieras sabor a pollo —hace una mueca y ríe. Sale de la cocina y él la sigue—. Es temprano todavía, duerme un rato si quieres.

La sigue más de cerca y la abraza, apoyando su cabeza en su hombro y acariciando su estómago.

—Acuéstate conmigo.

—Tengo que bañarme.

—Un rato —pide, besando apenas su cuello.

Mikasa suspira.

—Un ratito —concede.


Llegan tarde a la casa de Zeke.

—Creímos que no vendrían —sonríe Pieck, abriéndoles la puerta.

—Nos quedamos dormidos —ríe Mikasa. Pieck los abraza y entran a la casa.

Zeke y Pieck viven en la antigua casa del padre de Eren. Cuando el padre de ellos murió, ninguno quiso hacer los trámites del testamento, más por falta de ganas que por no querer. Eren no quiso quedarse con la casa, entonces Zeke se terminó haciendo cargo.

Los tres entran a la cocina, donde está Zeke, sacando la comida del horno.

—Llega a estar seco y lo lamentarás, Eren —dice Zeke. Apoya la fuente en la mesada y abraza a Mikasa con un brazo—. ¿Cómo estás?

Ella sonríe—, bien.

—Estamos–

Mikasa codea a Eren.

—Estamos bien —dice él, mordiéndose la lengua para no soltar embarazados.

—¿Quieren beber algo? —pregunta Pieck—, ¿vino?

—No, gracias —dice Mikasa.

—Oh, ¿conductora designada? —bromea Zeke, tomando una espátula para servir.

Eren la mira, pidiendo permiso, y ella rueda los ojos.

—¡Está embarazada! —exclama Eren, poniendo sus manos sobre los hombros de Mikasa y sacudiéndola apenas.

A Zeke se le cae la espátula. Pieck los mira con ojos redondos, más abiertos de lo que jamás lo han visto ellos, y después suelta una carcajada.

—¡Por Dios! —exclama y se acerca a ellos, abrazándolos—. ¡Felicidades! ¡Dios, qué maravilloso! Zeke…

Los tres se giran a Zeke.

Zeke está llorando.


—… Y entonces, Zeke lloró durante toda la cena —concluye Eren y suelta una carcajada.

Armin y Jean se miran sin entender.

—Te dije que dejes de contar esa historia, nadie la entiende —dice Connie, molesto por escucharla por segunda vez y porque seguro la escuchará una o dos veces más.

Jean se levanta del sofá cuando Mikasa entra al departamento, después de abrirle a Sasha. Tiene que sacudir un poco su mano para que Armin lo suelte.

—No me dejes —modula en silencio. No quiere escuchar la historia de Eren otra vez.

—Perdón —devuelve de la misma forma, soltándose. Saluda a Sasha y sigue a Mikasa a la cocina—. ¿Tú sabes el remate de esa historia?

—Oh, claro que sí —responde ella, riendo. Se gira a Jean—, pero no te diré.

Jean asiente lentamente, como diciendo no puedo creer que mi amiga sea una traidora.

—¡Y lloró durante toda la cena! —escuchan a Eren decir otra vez, riendo, y Sasha suelta una carcajada.

—No debería alentarlo —dice Jean, refiriéndose a Sasha.

—Vamos, son lindos cuando hacen eso —responde Mikasa. Saca unos sándwiches que compró más temprano del refrigerador.

—¿Necesitas ayuda?

—Gracias, estoy bien —los deja en la mesada y saca una bandeja para ponerlos ahí—. Armin me contó que te ascendieron el otro día. Felicidades.

—Gracias —sonríe Jean, apoyándose en la mesada a su lado—. Para eso es la champagna, aunque creí que seríamos solo nosotros cuatro. Es raro que nos inviten a todos a la vez… ¿verdad, Mikasa?

El timbre suena antes de que pueda responder.

—¡Yo voy! —exclama Eren, antes de que ella pueda escapar. Jean la mira levantando una ceja.

—Y no quiero ser rudo, pero se nota que te crecieron los senos —susurra. Mikasa enrojece y le da un empujón riendo—. ¿Acaso estás…?

Se muerde el labio y sabe que Eren se va a enojar, pero gira a Jean, sonriendo tanto que sus ojos se ven pequeños.

—Sí —susurra.

Jean jadea y toda su fachada de confianza se desploma.

—Ya entendí la historia de Zeke…

—¿¡Estás llorando!? —exclama en un susurro y se tapa la boca para no reír—. Ay, Dios, Jean…

—No puedo creerlo —murmura abrazándola y llorando en su hombro. Mikasa ríe y le acaricia la espalda—. No puedo creerlo, hasta aposté con Armin.

—Armin… Claro que fue él, tú no eres tan observador.

Jean se guarda el detalle de que fue él quien notó que le habían crecido los senos.

—¿De cuánto estás?

—Un mes, más o menos.

—¿Pero por qué lloraba Zeke? —escuchan a Ymir preguntar en la puerta.

—¿Lo dirán durante la cena? —pregunta Jean y ella asiente.

—No le digas a Armin, quiero ver su reacción.

—Por supuesto —ríe él—, también quiero ver su reacción… ¡Diablos, no lo puedo creer!

Se va riendo, llevando la bandeja con sándwiches. Mikasa lo sigue sonriendo. Todos se están sentando en la mesa, donde están las pizzas que trajeron Ymir e Historia.

—¿Y Sina? —pregunta Sasha, sentándose frente a Historia.

—Es noche de adultos —responde Ymir por ella—. La dejamos con la niñera.

—¿Qué hay de ustedes? —pregunta Historia, mirando a Sasha y a Connie—, ¿sus novios?

—Trabajando —responden a la vez, igual de decepcionados.

Empiezan a comer. Charlan de trabajo, de estudio, de porqué Reiner y Niccolo prefirieron trabajar en lugar de verlos a todos, de que falta poco para que Sina cumpla tres años y que hay que hacer una fiesta. Eren y Mikasa, sentados en lados opuestos de la mesa, no pueden evitar mirarse a cada rato, preguntándose ¿ahora? ¿O ahora?

Se miran a los ojos hasta que deciden que es ahora y dicen al unísono—, vamos a tener un bebé.

Armin se atraganta con la bebida, a Sasha se le desliza la porción de pizza de entre sus dedos, Historia se hace hacia atrás con fuerza de su silla, casi quedando contra la pared y Connie suelta una carcajada.

—Es imposible que tú la hayas puesto —dice, mirando a Eren y él frunce el ceño.

—¡Oye!

—¿Estás bien? —le pregunta Jean a Armin, que está tosiendo todavía.

—Oh, Dios, oh, Dios —Historia parece a punto de hiperventilar.

—¡Miki, dijiste que lo haríamos juntas! —exclama Sasha, ya parada a su lado, abrazándola.

—Le dijiste exactamente lo mismo a Ymir —responde Mikasa, acariciando su brazo. Todos giran a la nombrada, que no ha dicho ninguna palabra.

Ymir está llorando.


Gracias por leer!

Esta será una historia de siete capítulos, todos correspondientes a los prompts del eremika week. No me acuerdo si tenía algo más para decir ajaja

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saludos.