Esta historia esta basada en una anécdota que me contó un amigo, y no, no le ocurrió a él. jajajajajaja. Espero que os guste.
ESA NOCHE QUE ACABAMOS EN URGENCIAS
(Choji Akimichi x Kiba Inuzuka)
Choji volvía a casa después de una larga misión con su equipo, había sido agotadora pero todo terminó bien y conseguimos nuestro objetivo. Y ahora ahí estábamos entrando en la aldea después de estar mas de una semana fuera.
-Aaah... Necesito un buen baño, llevo el pelo tan sucio...
-Yo dormiré... una semana entera, después de ir a entregar el informa del Hokage- Murmuró con voz cansada Shikamaru.
Mi barriga sonó, dejando en claro que lo que haría es comer. Mis compañeros sonrieron.
Me despedí de Ino y Shikamaru y me encaminé a mi hogar, por el camino saludé a aldeanos y amigos, y no pude evitar sonreír, mi pareja estaría en casa... había visto a su equipo por la aldea paseando.
Vivía en los terrenos de los Akimichi, en una gran casa para nosotros dos, mi padre me regaló ese hogar al independizarme y empezar a salir con mi pareja... Para bienestar del que era mi amorcito la casa estaba cercana al bosque, así lo prefería y se sentía con mayor comodidad.
Sonreí esperando encontrarlo en casa y que me diera la bienvenida, luego podríamos desayunar juntos y hablar de nuestras respectivas misiones.
Al abrir la puerta un fuerte olor a sexo cargaba el ambiente, unos suaves gemidos venían del fondo. Mierda...
Caminé hacía allí decidido y lo vi...
Mi pareja estaba retorciéndose en la cama, meneando la cadera sin control buscando saciarse mientras una mano estaba en su trasero penetrándose con tres dedos y la otra estaba en su pene masturbándose. Su boca entreabierta liberando pesados jadeos guturales y su piel brillante por el sudor. Al verme me miró en suplica mientras abría la boca y susurraba mi nombre en un quejido.
–Cho-ji... Me duele... –Mi pene ante su sensual voz y la belleza de la imagen con la que me recibía saltó en los pantalones, erectándose.
-Tranquilo, Kiba...
No podía dejarle así y desprendiéndome los cierres de la armadura cerré la puerta mientras me desnudaba entero.
Y mientras mi miembro estaba deseando enterrarse en esa necesitada entrada, podía escuchar a mi estomago quejarse... casi hasta podría jurar que tenía voz propia: "¡Nooo, nuestro desayunooo!". Pero mi pareja me necesitaba y mi estómago tendría que esperar, ayudar a mi chico-perro era prioritario.
Recordaba ese día que me enteré de ese secreto del clan Inuzuka y como terminemos Kiba y yo siendo amantes.
Nuestro primer encuentro sexual fue de sopetón cuando estábamos cerca de los 19 años, encontré a un Kiba jadeante apoyado de rodillas contra una pared. Su frente contra el muro mientras su cuerpo era sacudido por temblores. Sus uñas se apretaban contra la madera dejando surcos en esos tablones.
Yo pasaba por allí y lo vi, preocupado me acerqué. Aunque el Inuzuka no respondía, parecía como ausente o en shock.
-Kiba... -Volví a intentarlo preocupado, mientras le apoyaba una mano en el hombro intentando reconfortarlo.
Ante mi tacto se retorció y liberó un jadeo largo y muy erótico, todo sea dicho.
–Ayu-ayúdame… Por favor… Te necesito– Mientras me miraba con esa boca entreabierta de la cual caía un fino hilito de saliva, las mejillas sonrojadas y los ojos más brillantes que le había visto a nadie, unos ojos de pupilas dilatadas y cargados de deseo.
Tragando saliva con dificultad, pues nunca había visto al Inuzuka de esa forma, de hecho nunca había conocido a nadie que mostrara una apariencia tan salvaje y a la vez lujuriosa, sexy y apetitosa como lucía ahora mismo mi compañero de promoción.
Con cuidado por si le dolía algo quise llevarle al hospital, pues su cuerpo estaba muy caliente al tacto y mostraba que estaba siendo recorrido por temblores, que cuando se calmaban mostraba los músculos demasiado tensos.
–A mi casa… Llévame a mi casa
–Pero es mejor ir al hospital…
–Por favor…– Susurró ronco antes de esconder su cabeza en el cuello del otro.
Choji se estremeció al sentir la respiración caliente y acelerada contra su piel. Le asintió y puso rumbo a los terrenos de los Inuzuka.
Al llegar lo recibió Hanna, la hermana mayor de Kiba.
–Me lo he encontrado así y no ha querido ir al hospital.
Hanna puso rostro de alarma, antes de tocarle la frente a su menor y al aspirar el aroma que desprendía su hermano se relajó.
–No te preocupes, no es nada grave.–Choji se la miró pensando que esa mujer era un poco despreocupada con un familiar suyo y más al ver la sonrisita maliciosa y de cachondeo de la morena.–Por favor, éntralo y sígueme.
La Inuzuka le guió hasta llegar a una habitación y le señaló la cama.
–Voy a buscarle algo de beber.– Saliendo de la habitación y cerrando la puerta.
Choji se extraño, ¿sólo iba a buscar algo de beber? Miró a Kiba y lo vio realmente mal con esos estremecimientos, esos jadeos a boca abierta, las mejillas coloradas y esos ojos tan brillantes, como si estuviera a punto de llorar pero sin lágrimas.
Se giró hacía la puerta de nuevo, iba a pedirle a la hermana que esperaba que le diera algún analgésico o algo, o que lo llevaran al hospital. Pero unos brazos le rodearon y notó un cuerpo muy caliente moviéndose contra él, enseguida una lengua pasó por su cuello lamiendo su piel y una respiración cálida chocó contra su oreja, erizándole el pelo.
–Choji…Te necesito– Al girarse entre esos brazos el de las marcas en sus mejillas le asaltó la boca y retrocedió llevándoselo a la cama, donde se dejó caer quedando debajo del Akimichi.
Se quedó rojo como un tomate sin saber que narices hacer, sus manos se movían como si fueran alas sin atreverse a tocar nada de nada, pero Kiba si sabía que había de hacer. Abrió las piernas dejando que su cuerpo se acomodara entre ellas y empezó a friccionar su erección contra la aun dormida del más grueso. Estuvo dormida por poco tiempo, todo se ha de reconocer. Y aun estuvo más despierta cuando el Inuzuka le coló la mano en los pantalones y empezó a masturbarle con maestría, causando que soltara jadeos excitados, entendiendo porque el Inuzuka estaba de esa forma antes. No estaba para nada enfermo, pero si muy cachondo.
Kiba le bajó el pantalón para liberar su pene
–Espera… ¿Qué vas a?– Eso no se lo esperaba y menos cuando vio el pene de Kiba salir de sus pantalones y como se intentaba balancear en ese colchón para bajarse más y más los pantalones, pero tenía las piernas abiertas a cada lado de su cadera.
Gruñó frustrado pareciendo un auténtico perro, para tirar fuerte de la tela rompiéndola.
Choji abrió aun más los ojos asombrado, sin saber a que atenerse, hasta que el Inuzuka agarró su hombría con fuerza, el Akimichi soltó un jadeo por ese agarre y vio su pene siendo guiado a la entrada del chico-perro. Y ante el movimiento de la cadera su miembro entró en esa cavidad. Y así fue como Kiba, empezó a balancear su cadera para darse placer usando su pene. Eso lo hizo salir de su estupor y empezó a moverse para embestir al Inuzuka debajo suyo.
Jadeos y gemidos salían de entre sus labios cuando no estaban besándose en profundidad. Y, no todo terminó con esa vez cuando se corrieron. Kiba cambió de postura y le miró sugerente, a la vez que le masturbaba para volverlo a poner a tono.
Esa fue su primera vez y, jamás se imaginó que sería con otro hombre y menos que sería con Kiba Inuzuka.
Al terminar, Kiba se había quedado profundamente dormido y él estaba completamente agotado. Hanna y Tsume entraron en ese momento en el cuarto, la más joven con una sonrisa amigable en los labios se dirigió a abrir las ventanas para poder ventilar esa habitación que olía demasiado a sexo y feromonas. Su cara enrojeció hasta limites nunca conseguidos hasta ese momento y se tapó, también estaba cagado de miedo. Conocía a la madre de Kiba, bueno…Conocía su fama, era una mujer de armas tomar.
–¡Tranquilo chico! Ni que te fuera a destripar – Se sentó en la cama con una sonrisa que pretendía ser amistosa pero que a él le daba aun más temor.
La fémina miró a su hijo y le acarició con cariño.
– Has ayudado a mi hijo, no tienes que estar tan tenso. No voy a pensar que has abusado de él, porque sinceramente él lo ha hecho de ti… Más o menos. –Rio de forma escandalosa.
Y era cierto, en el estado de Kiba ya no había manera de calmarlo… Nada se podía hacer, sólo dejar que las cosas siguieran su curso de acción.
–Pero…– La voz le salió aguda por el temor, se aclaró la garganta – No entiendo nada. Y esto es muy extraño…
–Verás, Akimichi… Nuestro clan estamos muy unidos a los perros, como ya sabes, llegando a tener características de ellos. Colmillos, garras, aspecto algo salvaje, un gran sentido del olfato, también tenemos buen oído para las altas frecuencias… Pero hay otra cosa que nadie sabe, es un secreto en el clan –Le miró para que entendiera la importancia de lo que le iba a revelar–Te lo cuento porque quieras a no acabas de ser protagonista de la situación. En nuestro clan sufrimos de un celo, durante este nos ponemos frenéticos y sólo nos calma el terminar saciados sexualmente.
Choji abrió la boca asombrado, algo que en las últimas horas le ocurria con demasiada frecuencia.
–A Kiba el primer celo, que suele ser el peor, le tendría que haber venido a los 15 aproximadamente, como a la mayoría de nosotros. Pero pasó por esas edades y nada. Los 17 tampoco y como era demasiado extraño dejemos de preocuparnos, quizás era la excepción en el clan y él nunca lo sufriría. –Habló Hanna con los brazos cruzados sobre el pecho.
–Cuando cumplió los 18 ya dejemos de estar pendientes de si le ocurriría tal despertar sexual, era ya muy tarde para que mi hijo sufriera de tal acto natural… O eso creíamos. –Miró con cariño y orgullo a su hijo– Grande ha sido mi sorpresa cuando Hanna me ha avisado que a sus casi 19 años Kiba estaba en su primer celo y que un Akimichi le traía en brazos.
Tsume Inuzuka se levantó e inclinó la cabeza ante él.
–Siento que mi hijo te haya usado para saciarse. Y te agradezco la gran ayuda que le has ofrecido, los celos suelen ser muy apasionados y se disfrutan muchísimo… Siempre que tengas a alguien para saciártelos. En el caso de estar a solas son dolorosos, pues nunca alcanzas la satisfacción, sólo te tocas, te tocas y… Nada. Sólo tensión y dolor.
Choji le negó, no necesitaba oír esas cosas. Él hasta ese momento era una mente inocente que nunca se había fijado en chicas, ni en chicos, y su mayor preocupación era saciar su hambre.
–No se preocupe… Yo…
–Lo has disfrutado ¿verdad? Si es que los Inuzuka somos los mejores y encima muy ardientes y apasionados en el lecho… O cualquier otra parte. –Mientras se reía de forma escandalosa y le picaba con el codo en las costillas con complicidad.
Y si, aunque había sido increíble y Kiba había estado esplendido, esa charla escapaba de lo que creía moralmente correcto, vamos que se estaba muriendo de la vergüenza.
–Madre, ya basta. –Mientras se la llevaba fuera del cuarto. Choji lo agradeció con creces.– Te he dejado jabón y una toalla en esa silla. El baño es esa puerta a la izquierda.
Y así fue su primera vez y su descubrimiento sobre el secreto de los Inuzuka. El como empezaron a salir es fácil. Kiba le buscó para pedirle perdón, pero una vez que aceptó sus disculpas, los dos tenían la cara muy roja mientras hablaban, ninguno de los dos se marchaba ni despegaba su vista del otro.
–Me gustaría salir contigo alguna vez
–¿Quieres que salgamos alguna vez juntos, a solas?
Y si, aunque suene cliché los dos hablaron a la vez y si, se rieron porque vieron que ambos querían lo mismo. Y así empezaron sus citas, que fueron a más y a más… Hasta que decidieron que lo suyo era auténtico y que querían ir a vivir juntos.
Tsume había aceptado que por la parte de su hijo no tendría descendencia y le daba igual, prefería que su pequeño fuera feliz que no asegurar el futuro del clan. Además seguía teniendo a Hanna y ella si era heterosexual, o sea que le tocaría tener un par o tres de hijos, para compensar los que no tendría su Kiba.
Choza… Al Akamichi le costó más aceptar esto. No tenía problemas con Kiba, era un chico que le gustaba con esa bocaza que le metía en más problemas de los necesarios y ese sentido del humor. Y su hijo era feliz con el chico-perro, y eso para él era muy importante… Pero se había hecho a la idea de tener unos piececitos corriendo por la casa principal del clan y, ahora ya no sería así… Lloraba cascaditas de lágrimas al saber que nunca sería abuelo.
–Tranquilo, Choza-san… Ya verá como si tendrá unos pies corriendo por su casa.– Dijo el Inuzuka una de las veces que le escuchó, mientras le sonreía mostrando uno de sus colmillos.
Y unos días más tarde Kiba se presentó con un cachorrito de un color rubio acanelado, casi tirando a naranja.
–Se llama Daidaimaru– Y soltándolo en el suelo el pequeño can empezó a explorar haciendo sonar sus suaves patitas por el suelo de madera.
Choza hizo un puchero y estuvo a punto de caerle una gotita por la sien al ver que esa era la gran solución del Inuzuka, algo que se tendría que haber imaginado viniendo de ese clan. Pero se quedó el cachorrito pues era increíblemente adorable y le acabó llamando " Su bebé" como mote cariñoso.
Choji se centró en el momento presente y camino hasta su pareja, que al verle se colocó como más le gustaba ser embestido… Si, la postura del perrito, después de todo era del clan Inuzuka. Le encantaba que Choji le penetrara desde atrás… Ya fuera tumbado sobre su barriga contra las superficies, apoyado en una mesa, sofá o cualquier otro mueble o a cuatro patas sobre la cama, o su otra versión bajando el pecho hasta el colchón para dejar sus caderas en alto. Oh, si…Cualquiera de esas posturas eran magnificas y las dosis de placer y los orgasmos que conseguía eran tan fuertes.
Choji se acercó desnudo a la cama viendo el ofrecimiento de Kiba y pasó una mano entre sus glúteos, notando su humedad. Otra cosa que le asombraba de su pareja y de otros Inuzuka que tuvieran tendencias homosexuales, su entrada trasera producía flujo cuando estaban en celo, lubricaban como lo haría cualquier mujer excitada. Era un hecho que le encantaba y siempre conseguía maravillarse de que algo así fuera posible.
Kiba gimió ante el contacto y retrocedió más la cadera mostrando más su entrada deseosa por su pene, también abrió algo más las piernas, haciendo que su miembro erecto balanceara entre sus muslos. Si, era la visión más erótica que había visto jamás, su chico-perro era el más lujurioso y caliente, y a él le encantaba que fuera de esa forma.
–¿Me quieres dentro, cachorrito? – Susurró contra esa piel al agacharse a besarle la cadera, mientras una de sus manos le tocaba con las yemas de los dedos esa rosada erección.
–Si… Te estaba esperando– Jadeo con voz extremadamente gutural y ronca su Inuzuka.
No le hizo esperar más, de una sola estocada se introdujo en ese interior tan acogedor y, tal como le gustaba a Kiba, empezó a embestirle con intensidad y fuerza. Los jadeos roncos y gemidos agudos inundaron pronto la estancia, junto al sonido de sus pieles chocando con fuerza y el chapoteo causado por la humedad del lubricante del Inuzuka. El aroma de sexo pronto estuvo por toda la estancia.
Kiba gemía su nombre y pedía por más, mientras enterraba sus garras en el colchón y apretaba la cadera contra la ingle de su hombre. Su macho, ese que conseguía saciarle y dejarle plenamente satisfecho. Y esa vez tampoco le falló.
Con fuertes embestidas Choji le hizo alcanzar un fuerte orgasmo, un orgasmo que llevaba rato intentando conseguir en solitario pero que se le escapaba de las manos frustrándolo. Pero con su pareja le fue fácil tocar las estrellas, y al tensar su interior el Akimichi también se corrió de forma abundante en él. Se derrumbó en la cama buscando descansar y recuperarse para la siguiente ronda, que sería en breve… Por algo estaba en celo.
Choji se agachó buscando besarle y en ello estaban cuando lo oyeron… El gruñido del estomago del Akimichi y como hacía una mueca de dolor.
–Lo siento… Desde ayer al mediodía que no he comido nada consistente, la misión ha sido un no parar.– Kiba le besó y le soltó.
–Ves, corre… Antes de que vuelva a calentarme demasiado.
Y así desnudo fue Choji a la cocina esperando encontrar comida, él acababa de volver de una misión y Kiba pocos días antes… Abrió los armarios, sólo había un par de pequeñas rebanaditas de pan. Decidió probar suerte en la nevera… Bastante vacía, excepto por media docena de huevos. ¡Pues huevos tendría que ser!
Sacó los huevos de la nevera, agarró una sartén a la que le añadió una buena dosis de aceite y la puso en el fuego. Haría huevos fritos, cuatro para él y un par para Kiba, si los quería… Sino, no tenía problemas para comérselos todos él.
El aceite ya estaba caliente y empezó a echar los huevos, la sartén era grande así que le cabían tres a la vez. Pero no contó con una cosa… Su pareja en celo.
Kiba estaba de nuevo caliente y necesitaba a su amante, fue a buscarlo a la cocina y lo vio allí, en toda su gloriosa desnudez.. Ronroneo de gusto, y eso que él era "un perro". Y se acercó abrazándolo por detrás y besando su cuello, consiguiendo una sonrisa de Choji y que girara su cabeza para besarle. Y ahí se le ocurrió una gran idea… Apartó los brazos de su pareja y poniéndose a su lado se arrodilló, mirando hacía arriba con una sonrisita traviesa se acercó a su ingle y le lamió la polla consiguiendo un jadeo del Akimichi, ese sonidito le animó a ir más lejos.
Kiba se metió su pene en la boca hasta el fondo y empezó a succionar y lamer, mientras sus manos le acariciaban muslos y testículos. Choji se inclinó un poco hacía delante sin controlar su cuerpo por el placer de esa experta y hábil boca. Gimió y saltó en un estremecimiento. Luego todo se torció para mal…
La sartén se le resbaló del fuego y cayó al suelo, con el aceite hirviendo cayendo en la espalda de Kiba junto a los huevos. El Inuzuka soltó un gran alarido de dolor y cerró la boca por la gran quemadura en su espalda y el daño en sus terminaciones nerviosas. Y ahora fue su turno de soltar un gran grito de tremendo dolor por el mordisco en su pene con esos filosos y fuertes dientes que poseía su chico-perro.
Cayó al suelo por tremendo daño a la vez que también sintió a Kiba caer al suelo mientras soltaba graves quejidos de dolor para finalmente caer desmayado. Levantó una vez su vista y vio sangre en la boca de su pareja y su entrepierna, luego también se desmayó… Era muy doloroso.
(...)
Se despertó en una habitación de hospital, su padre estaba a su lado y le sonrió.
–¿Y Kiba?
–Esta aquí– Su padre señaló la camilla de al lado. –Hace un momento estaba despierto y nos ha contado lo que ha pasado… Aunque cuando fui a tu casa por los gritos ya me lo imaginé.
Su padre puso cara de circunstancias. Estaba paseando a Daidaimaru, alias "Su bebé" y oyó los gritos de dolor de la joven pareja. Al entrar en la casa se llevó tremendo susto. Su hijo sangrando de un mordisco en el miembro, su nuero con una dolorosa quemada en la espalda y sangre en la boca… Y no precisamente suya. Les llevó corriendo al hospital con su Justu Multi Tamaño y allí fueron atendidos por unos doctores.
–Kiba tiene quemadura de grad quemadura dérmico-profunda. –Le puso una mano en el hombro al ver la preocupación de su hijo.– Tranquilo, esta bien, los medic-nin saben lo que hacen. Y a ti te han tenido que poner sutura en… Ya sabes, hijo.
Choji enrojeció y desvió la vista.
–Si, si… Gracias papá.
–Hijo…. Para la próxima vez que queráis tener relaciones sexuales, mejor no ponerte a cocinar con aceite hirviendo. O… Mejor esperarse a terminar de cocinar antes de… De que Kiba te haga, eso…Ahí… Ya sabes en tu cosita, con su boca.
La cara de Choji adquirió tal color rojo que competía con la de su padre, oyeron una risotada en la cama de al lado y los dos Akimichi se giraron a ver al Inuzuka que los miraba burlándose de lo cortados que eran con ciertos temas.
–Tranquilo Choza-san, lo tendremos en cuenta para la próxima vez que tengamos sexo. No quiero volver a morder la preciada herramienta de su hijo.
–¡KIBA!
Y más risas inundaron la habitación, sobretodo cuando llegó Tsume y le contaron la pequeña aventura que los acabó llevando al hospital.
FIN
¿Alguien se ha traumado? Jajajajajajaj. Es broma.
